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lunes, 21 de junio de 2010

Nuestro Museo Che Guevara en Ciudad Autonoma aporta poesia revolucionaria

 

Nuestro Che

 

CHE

 

El ahogo pasa.

Sus ojos recorren

paternales libros

devanando el niño

su luz y quimera,

y el bronquio rezonga

volviéndolo médico

con ganas fecundas

de batirse en lepra

al pié de Sao Pablo.

El joven transita

a modo de rueda

su indígeno norte

de olvido y miseria.

Violenta Colombia

engrilla aquel paso

liberando luego

el clamor batiente.

Su largo periplo

recala en Managua

y en lecho de Hilda

la razón se abraza.

Hospital y granja

le abren sus puertas,

azteca es la tierra

que envuelve la causa.

El resto es historia

siempre renacida,

doctor, comandante,

banquero y agrario

de acción reformista.

Negado a la paga

y a vida burguesa

en amor de Aledia

ultramar espera.

Ministro de Industria,

de regreso a Cuba

optó como axioma

no ser mercancía,

un hombre completa

su propio sendero

cuando él produce,

dictaron sus sueños.

De método y forma

el fusil deviene

y el mútilo Congo

ordena fracasos

a utópicos bienes.

Trepana su mente

un todo de iguales

dictando el derecho

que el poder evade.

Machete y culata,

atisba el cadáver

del ser azulado

mirando su estrella.

Sin Cuba y a cuestas

su aliento a rendija

silba como el viento

alzado en cañada.

El cárdeno Maurer

trae bendiciones

de San Paulo VI,

traductor de Theós

que condena a muerte

al hijo negado.

Más tarde la bala

se transmuta en mito

y un flash de pileta

bautiza su imagen,

esa que enarbola

cada continente

colmando los cielos

de solemne canto.

 

 

Adolfo M. Vaccaro

 


Difusión FREGEN (Integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos)