sábado, 10 de marzo de 2007

La espada de Simón Bolívar

La Espada de Bolívar Eladio González (toto) (*)

Había colgado 3 días antes un gran cartel en el frente de nuestro museo-local-vivienda anunciando que el Comandante Chavez “cantaría” en el estadio de futbol de Ferro, a 6 cuadras de distancia. Llegué el primero a esa tribuna y colgué el larguísimo cartel blanco con letras rojas, rojitas “Bienvenido Comandante” - ”la dignidad de América” - “Chaubloqueo y Museo del Che”, que mi Irene encargó cuando Fidel habló en la Facultad de Derecho y usé hoy para recibir al Comandante Chávez dueño de los llanos y montañas venezolanas y de los corazones de quienes asistimos a su charla íntima, maravillosa. Estuve solamente 7 hs en el estadio de futbol de Ferrocarril Oeste. Primero cantaron Fontova y Victor Heredia, un artista leyó un poema del negro Nicomedes Santa Cruz. Como los argentinos no estamos acostumbrados a que nos digan la verdad, a que nos hablen a “calzón quitado” Hugo nos hizo gritar, callar, sentar, parar, explotar, bahhh… buen discípulo del cubano, a quien mencionó no menos de 10 veces (Fidel), ó del país al cual no mencionó menos de doce veces en su charla (Cuba) que no fue discurso. Para mí, un hombre entrado en 64 años de no haber probado las mieles de la sinceridad disparadas desde un micrófono, hoy fue “EL DÍA”. Parecía que Chavez hablaba otro idioma del que estamos acostumbrados, cada frase suya, la más ingenua (y no dice frases ingenuas) me hacía agitar la larguísima caña de pescar con el rojo pañuelo de un pionero camagüeyano y la gran bandera cubana sobre la que estaba impreso el rostro de Ernesto Che Guevara (mencionado por él más de una decena de veces). Quienes atiborramos las tribunas, palcos ó la propia cancha de futbol, fuimos un solo grito insultando al asesino, psicópata, criminal que asuela el mundo y ensucia hoy con su visita a sudamérica. Hugo nos llevó de la mano a decenas de miles de personas, como en una clase magistral de historia paseándonos por Atahualpa, San Martín, Bolívar, José Martí, Artigas, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Sandino, Evita, Allende, Ernesto Che Guevara y se despachó en frases contundentes descalificando a Bush y ridiculizando, con argumentos históricos probados la pretensión del genocida Bush de equiparar a Jorge Washington con Bolívar.
Inteligente, capacitado, decidido, desinhibido, cálido, patriota martiano, humanista y valeroso Hugo tuvo a numerosas guardaespaldas sobre el escenario, uniformadas con un pañuelo blanco sobre sus canas. Eran las Madres de la Plaza de Mayo (quienes organizaron el acto) con su presidenta Hebe de Bonafini que fue quien presentó al anhelado visitante.
Emocionante multitud de organizaciones políticas (ojalá que fueran una sola, carajo). Pero ya se sabe, al “caballerito” (como le dice Hugo al presidente de los EEUU) le molestan los partidos únicos, caso el de Cuba, y nosotros los argentinos le hacemos las cosas fáciles pues estamos divididos. Las apelaciones a la unión de nuestros pueblos americanos, la condena a la guerra, al hambre, a la entrega de nuestros legítimos recursos, en suma la sensatez impregnada de humanismo amoroso al servicio del idioma castellano brotó de las cuerdas vocales de un humilde ser humano que confesó no ser un superhombre y depender “de los pueblos”, y que nos transfirió (sin pretenderlo) al numerosísimo público la esencia del poema YO QUIERO que dice:

Yo quiero hacer canción de cada día,
En cada corazón descubrir a un hermano,
Repartir lo que tengo a cada mano
Sin temor a anhelar lo que tenía.

Yo quiero que una lluvia de armonía
Penetre en la raíz del ser humano
Y que la acción del vil y del profano
Se transforme en bondad y en simpatía.

En cada amanecer, que una sonrisa
Tenga la magnitud de una montaña
Y que un gesto de paz nazca en la brisa

Llegando a lo más hondo, nuestra entraña.
Que al germinar mostremos solo amor,
Unidos como pétalos de una misma flor.

Todo lo que dijo Hugo se compendia en el sentir de Antonio Guerrero, uno de los héroes cubanos prisioneros hace ya 8 años en EEUU por luchar contra el terrorismo. Chavez ridiculizó la oferta de ayuda norteamericana para los necesitados comparando ese “proyecto” con la realidad concretada por Cuba y Venezuela, que supera geométricamente la miserable cifra ofrecida por Bush, (bautizado por Hugo como “cadáver político”).
Cuba con su generosidad internacionalista, Fidel con su clarividencia sinpar brotaron una y otra vez de la boca del orador, que remató con que el argentino Ernesto Che Guevara no se equivocó en Bolivia, aún abandonado por Rusia y que estaba en lo correcto cuando propuso generar “un Vietnam” “ dos Vietnam” muchos Vietnam. Desde un alto edificio lindero al estadio, detrás del escenario donde bramaba sabiamente el hombre de rojo, una familia movía dos grandes banderas, una argentina y la otra cubana, como la que durante 7 horas tuve el honor de enarbolar. La misma que porté el año pasado corriendo la maratón de un deportista desaparecido y asesinado, representando a dos desaparecidos cubanos (de los treinta mil desaparecidos en Argentina) funcionarios de la embajada cubana aquí, Crescencio Galañena y Jesús Cejas.
Compañero Hugo Chávez gracias por tu rojo huracán de verdades, de realidades ya concretadas, y de esperanzas planteadas. Ojalá los argentinos sigamos tu ejemplo y tomemos tu tendida mano franca. Hasta la Victoria Siempre.
9 Marzo 2007.

(*) Director Museo Ernesto Che Guevara de Argentina