domingo, 30 de abril de 2023

Fwd: Nota RECUERDOS SOBRE LA EDUCACIÓN PÚBLICA



calle Rojas 129, esquina Yerbal, barrio Caballito (1405),
CABA - República Argentina
teléfono  5 3720744    móvil  15 38204473
face - Eladio González 
Vacunate contra el Corona Virus, usa barbijo y correctamente para que te cubra nariz y boca, mantené distancia preventiva, extrema la limpieza, educa en la prevención a tus hijos y a los hijos de los demás.  Doná sangre, células madre y órganos.  Se de los que AMAN y CONSTRUYEN.  No seas de los que ODIAN y DESTRUYEN. (José Martí, cubano, fué Cónsul de Argentina en Nueva York y corresponsal de nuestro argentino diario "La Nación".  

Yo, Eladio González toto cursaba mis estudios primarios en el Colegio Del Salvador de la Orden de los Jesuitas en la calle Callao y Lavalle.  Recuerdo que los curas me hicieron ir un día en el que no era mi horario, o sea de tarde y asi habían agrupado a muchos niños y adolescentes del colegio a los que hicieron marchar por las calles del centro gritando consignas por la educación LIBRE.   Yo no entendía nada, era muy pequeño, o tonto pero recuerdo que me impresionó al ir saliendo por la puerta del colegio junto con todos los chicos un cura nos chequeaba con la mirada uno por uno.  A mi me llamó y desabrochandome la corbata que era el uniforme del colegio y yo lucía me la hizo guardar en un bolsillo, diciendome " SI HAY PELEA TE PUEDEN AHORCAR CON ELLA".    Afortunadamente no hubo pelea.  Pasaron muchisimos años y en 1996 fundé el primer museo suramericano Ernesto Che Guevara.    




Me permito adjuntar la nota "RECUERDOS SOBRE LA EDUCACIÓN PÚBLICA", publicada en el Diario "Página 12" (Contratapa). Buenos Aires. Abril 24 de 2023. SE AGRADECE COMPARTIR.

https://www.pagina12.com.ar/543091-recuerdos-sobre-la-educacion-publica

 

Cordialmente,  Norberto Alayón

Profesor Consulto de la UBA

Blog:  http://norbertoalayon.blogspot.com.ar
Twitter: https://twitter.com/NorbertoAlayon
FB: www.facebook.com/norberto.alayon
 

Recuerdos sobre la educación pública

Por Norberto Alayón

24 de abril de 2023 - 00:01

·          

En 1958 yo tenía 13 años. Un día de ese año estaba, con un amigo, en una de las esquinas de las calles Matheu y Rondeau, del barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos Aires. Con tiza, escribí en la pared un adjetivo y un adverbio. En ese momento pasaron por el lugar dos hombres desconocidos y uno de ellos, rezongando críticamente aunque no recuerdo lo que dijo, me pegó una cachetada (no muy fuerte, pero cachetada al fin, encima a un adolescente). Con asombro y seguramente también con miedo, no supe qué hacer, ni decir.

Yo vivía con mi familia a unos 30 metros de esa esquina, en la casa donde había nacido en Matheu 2133 (en una época en que eran frecuentes los alumbramientos domiciliarios), en una especie de conventillo, modesto pero no deteriorado. Ahí morábamos 10 personas: padre, madre, hermano mayor, tía materna, prima, primo, primo político, prima segunda y primo segundo, más dos perros, gato, canario y una veintena de gallinas.

¿Y por qué me habría de cachetear en esa esquina el hombre desconocido?

En ese entonces, yo cursaba el primer año de la secundaria en la Escuela Nacional de Comercio Nº 1 "Joaquín V. González" del barrio de Barracas (Australia y avenida Montes de Oca), la cual continúa funcionando en la actualidad. Previamente, había cursado mis estudios primarios en la escuela pública "Miguel de Azcuénaga" (Pichincha entre Cátulo Castillo y Brasil) y en el "Instituto Félix Fernando Bernasconi" (Cátulo Castillo entre Catamarca y Esteban De Luca).

Desde el 1º de mayo de 1958, el presidente constitucional era Arturo Frondizi, del partido UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente). En esa época se instaló una intensa polémica en la sociedad en la que se planteaba una irreductible opción entre la educación "laica o libre".

¿Y qué había escrito aquel chico de 13 años, que era yo, con tiza en la pared de la esquina, lo cual generó la violenta respuesta de aquel adulto que me cacheteó sin más? Un transeúnte que ni siquiera era el propietario de esa casa. Yo había escrito: LAICA SÍ. Seguramente ese hombre reaccionó indebidamente de esa manera, ante mi afirmación a favor de la educación "laica" y como expresión de su propia adhesión a la educación "libre", o tal vez en nombre de la "libertad" o bien respondiendo a su autodefinición como "libertario" primitivo.

En rigor, el eslogan de "laica o libre" devino de una construcción tendenciosa y falsa, impuesta por los sectores fuertemente antiperonistas, especialmente los pertenecientes a la Iglesia Católica. La verdadera confrontación que se daba entonces era, en realidad, entre educación "pública o privada" en general, encarnada principalmente por la iglesia.

Por cierto, no se proponía --desde la "opción laica"-- impedir la libertad de enseñanza que ya estaba garantizada por la propia Constitución Nacional. La propuesta de la "opción libre" reivindicaba la posibilidad de otorgar títulos habilitantes por las universidades privadas.

Ya en diciembre de 1955, el demócrata cristiano Atilio Dell'Oro Maini, ministro de Educación de la dictadura militar, autodenominada "Revolución Libertadora" (que derrocó al presidente constitucional Juan Domingo Perón) había impulsado la emisión de un decreto-ley que permitía la creación de universidades privadas, aunque no el otorgamiento de los títulos habilitantes.

Confirmar la creación de universidades privadas y además la alternativa de expedir títulos habilitantes, que es en definitiva lo que se aprobó finalmente por ley, habilitó la irradiación de las universidades confesionales. Entre 1956 y 1958 se crearon varias universidades privadas confesionales, entre ellas las católicas de Córdoba, de Santa Fe, de Buenos Aires, del Salvador.

Las escuelas públicas registraban un importante reconocimiento social por su buena calidad, que no era idéntico al de las escuelas privadas. De hecho, era usual que los alumnos de las escuelas secundarias públicas que repetían el año escolar se inscribieran en escuelas privadas con niveles de exigencia menores, lo que les permitía pasar de año sin mayores inconvenientes.

Paulatinamente se fue invirtiendo esta percepción, a pesar de que son las escuelas y las universidades públicas las que garantizan el derecho a la educación, posibilitando el acceso gratuito de los estudiantes, independientemente de la capacidad económica de su familia.

¿Qué puede llevar a suponer que las universidades privadas, confesionales o no, además de requerir aranceles a sus alumnos, garantizan por su mera condición de tal un buen nivel académico?

Están quienes desvalorizan a la educación pública, tal el caso del "destacado" profesional e intelectual Mauricio Macri (alumno de escuelas y universidad privadas), quien despreciativamente se refirió a la suerte de "aquel que puede ir a una privada y aquel que tiene que caer en la escuela pública".

Las instituciones académicas privadas --en su enorme mayoría-- representan los intereses particulares de grupos religiosos, de grupos ideológico-políticos o directamente de grupos empresariales.

Por el contrario, la educación pública está orientada por el interés de la sociedad en su conjunto, de donde deriva su carácter universalista y, por ende, esencialmente democrático. El necesario sustento económico estatal a la educación se justifica por la obligación que le cabe al Estado de responder a los intereses de la Nación y de la comunidad que la conforma. Y de garantizar el derecho de todos a recibir educación y a formarse profesionalmente.

Las empresas educativas, como cualquier empresa, compiten en el mercado; mientras que la escuela pública, en sus distintos niveles, es una institución cuyo fin es contribuir al desarrollo social y moral de la sociedad.

Al mismo tiempo, las condiciones de acceso a la educación, comunes para todos (cualquiera sea la capacidad económica de cada uno), tiende a favorecer la igualdad, no sólo en el ingreso, sino también en la convivencia cotidiana.

Toda propuesta que reduzca a la sociedad y a la política a la mera competencia en el mercado, representa una expresión reduccionista y empobrecida, aun de los principios más básicos de la democracia moderna y tiende a afectar la calidad de la participación social y política.

A 65 años de aquel lamentable y violento episodio de 1958, ¿qué habrá sido de la vida de aquel golpeador de adolescentes que evidentemente estaba en contra de la "laica"? ¿Se habrá sentido "libre" de pegarle a quien fuera, en este caso --además-- cobardemente? Si hubiera portado libremente un arma (como propone en la actualidad la execrable Patricia Bullrich) ¿le habría disparado sin más a aquel jovencito de 13 años, a plena luz del día, en una esquina de Parque Patricios?

Norberto Alayón es profesor Consulto Titular, Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Chernóbil Ucrania contaminada radiactividad niños atendidos en Cuba

El 26 de abril de 1986 la explosión de un reactor de la planta de Chernóbil produjo un derrame nuclear cuya radiación contaminó 150 mil metros cuadrados de lo que hoy son Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Considerado el peor accidente nuclear en la historia, fue en muchos sentidos un percance en cámara lenta. Además de los 30 trabajadores y rescatistas que perecieron en las horas y los días inmediatamente después de la explosión, cientos de miles de personas fueron expuestas a peligrosos niveles de radiación. Tierra, agua, agricultura y ganado fueron contaminados. La cantidad de muertes en décadas subsecuentes sigue en disputa. Las más bajas estiman 4 mil; otras 90 mil y hasta 200 mil.

Varios países contribuyeron con recursos, personal y asistencia a la recuperación; la abrumadora mayoría fue destinada a contener y sellar el reactor. En 1990, cuando el horror de la tragedia había dejado de ser noticia, Cuba envió un equipo médico a evaluar las secuelas sanitarias de la radiación. Se encontraron con una situación en la cual los niveles de cáncer en los niños se habían incrementado 90 por ciento. La isla pronto emprendería una asistencia médica aún difícil de dimensionar: de 1990 a 2011 atendió a 26 mil personas –22 mil niños– del área afectada solventando los gastos médicos, de comida, vivienda y recreación para los menores y sus acompañantes.

Los primeros 139 niños de Chernóbil llegaron el 29 de marzo de 1990 y fueron recibidos por Fidel Castro. Las imágenes son conmovedoras, el mandatario mira y saluda con atención a los padres y acaricia con ternura a los pequeños. Les promete la mejor atención médica.

Los pequeños de Chernóbil siguieron llegando por más de dos décadas. Tarará, ciudad a 20 kilómetros de La Habana, fue seleccionada para atenderlos. Ubicada a la orilla del mar, antes de la revolución era destino vacacional de la clase media alta. El gobierno revolucionario la transformó en campamento de verano juvenil. En 1990 se adaptó para atender a los niños de Chernóbil. Además de tener dos hospitales y una clínica, el campamento contaba con comedor, espacios recreativos y culturales, escuela, teatro y parques.

"No era como estar en un hospital –recuerda Roman Gerus quien estuvo de chico en Tarará– hasta los niños más enfermos lo pasaban bien." Khrystyna Kostenetska, quien también fue tratada allí, describe: Recuerdo un mar increíble, las olas, los atardeceres, la naturaleza y los helados; también me acuerdo de niños con graves problemas de salud.

Llegados a Cuba, los niños eran evaluados por médicos organizados en cuatro categorías: los más graves con problemas oncohematológicos que requerían terapias especializadas; los que padecían de patologías crónicas; niños que podían ser tratados de forma ambulatoria, y los relativamente sanos que requerían seguimiento médico por haber vivido en el área contaminada. Todos fueron tratados bajo la lógica integral del sistema médico cubano, cuyos equipos incluían pediatras, oncólogos, siquiatras y dentistas. A veces se detectaban males ajenos al derrame y también se atendían.

Esta iniciativa cubana, que ha sido caracterizada como el programa humanitario más largo en la historia, se efectuó durante uno de los momentos más difíciles para Cuba. La desintegración de la URSS a principios de los 90 había eliminado su principal socio comercial y la economía de la isla sufrió una brutal contracción. Escaseaba todo, menos la solidaridad.

Cuando el historiador John Kirk –cuyo libro Salud pública sin fronteras ofrece un detallado recuento del cuidado que la isla brindó a los niños de Chernóbil– preguntó al director del programa médico en Tarará cómo Cuba podía ofrecer esta ayuda en momentos tan difíciles, éste respondió: Son niños, niños muy enfermos. ¿Cómo íbamos a no tratarlos?

Varios de los niños llegados eran huérfanos y tantos otros de escasos recursos. La desintegración de la Unión Soviética significó el fin de su infraestructura de atención social. El incipiente sistema capitalista ponía precio a los tratamientos que muchos no podían pagar. Además de padecer males físicos, muchos vivían con el trauma de haber sido evacuados de sus hogares. Y seguía la incógnita de qué males se desarrollarían a futuro y en otras generaciones.

Xenia Laurenti, vicedirectora del Programa de Atención Médica a los niños de Chernóbil, afirma con contundencia: "Si le preguntas a un niño ucranio qué quisiera, no te responde 'juguetes', sino 'salud'. Esto está sicológicamente incorporado. Y parte del programa se dirige precisamente a la rehabilitación sicológica, al no rechazo a ningún tipo de patologías. Nuestro objetivo es curar".

No se puede poner precio a este esfuerzo por sanar. En 2010 una ONG ucrania lo intentó, calculándolo en más de 300 millones de dólares tan sólo los gastos médicos de Cuba. Los testimonios de los padres que, años después, entre lágrimas y sonrisas, expresan su agradecimiento al pueblo cubano por el cuidado que dieron a sus hijos, mejor captan la dimensión humana. "Esto no es una ayuda solamente médica –expresó una madre– es una ayuda moral muy grande para mi pueblo".

Fue, como tantas otras iniciativas del gobierno revolucionario cubano, una inigualable globalización de la solidaridad.

Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Unintended Lessons of Revolution, una historia de las normales rurales.


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Vacunate contra el Corona Virus, usa barbijo y correctamente para que te cubra nariz y boca, mantené distancia preventiva, extrema la limpieza, educa en la prevención a tus hijos y a los hijos de los demás.  Doná sangre, células madre y órganos.  Se de los que AMAN y CONSTRUYEN.  No seas de los que ODIAN y DESTRUYEN. (José Martí, cubano, fué Cónsul de Argentina en Nueva York y corresponsal de nuestro argentino diario "La Nación".