sábado, 20 de junio de 2020

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EL  CHE  GUEVARA   EN   COLOMBIA  

Por: RICARDO BUSTAMANTE RODRIGUEZ*

25 de julio de 2004  Diario El Tiempo, Bogotá

Colombia era un país en las provincias vecinas, donde ello era posible y contrastada en los distantes, rural donde la política giraba alrededor de la fría, brumosa y lejana Bogotá. Sus gentes vestidas de negro, con la parsimonia de los que no tienen prisa, no tenían una idea clara de la importancia de la provincia y como magistralmente lo dijo posteriormente Álvaro Gómez Hurtado: Bogotá consiguió un amaneramiento indispensable para singularizarse, para hacer sentir con humor sutil, repentista y mordaz. No hay entre los tipismos colombianos uno más seguro que el del cachaco .

La manera de ser del bogotano fue imitada donde no era viable ninguna asimilación. El mando bogotano muchas veces aparecía sombrío. Este aspecto adusto, favorecido por el clima, era el aparato formal de su superioridad. Se mantuvo como dignidad enhiesta.

Un cubano de casi dos metros ya nos había visitado casi imperceptiblemente, cuatro años antes, para la IX Conferencia Panamericana, en calidad de líder estudiantil de la Universidad de La Habana. 
Su nombre vino a ser conocido mundialmente once años más tarde como Fidel Castro, desde entonces y hasta hoy presidente de Cuba. 

Una vez con la fama a cuesta de rebelde, no tardaron los que buscaban chivos expiatorios en señalarlo, más con maledicencia que con pruebas, como organizador del 9 de abril y, por qué no, de ser uno de los intelectuales del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán.

Este cubano vendría a influir en el personaje argentino que visitó a Colombia para los meses de junio y julio de 1952: Ernesto Guevara de la Serna, estudiante de medicina de la Universidad de Buenos Aires, nacido en Rosario el 14 de junio de 1928 y quien pasaría del vagabundeo raidista a ser conocido por su arrojo y su temprana muerte en los montes bolivianos, como el Che Guevara. 

Tres ciudades visitó en su paso por Colombia a fines de junio de 1952: Leticia, Bogotá y Cúcuta. Venía con su amigo de infancia, Alberto Granado, y desde Buenos Aires, a bordo de la llamada Poderosa II , motocicleta Norton de 500 centímetros, propiedad de Granado, subían los Andes, pasando por Chile, Bolivia y Perú. 
Era de esperar que la Poderosa no aguantara los agrestes picos andinos y terminara en el desguazadero.

El primero de mayo en Lima tuvieron como contertulio al doctor Hugo Pesce, científico peruano, que mucho influyó en el Che.   Salen de ahí para Pujalpa, para días más tarde llegar en lancha a Iquitos y de esta, a bordo de una motonave llamada Troqueli, el 8 de junio al municipio ribereño del Amazonas, San Pablo. 

En el leprosorio presta por pocos días sus servicios como médico no graduado se graduaría a las volandas en 1953 con aceptables calificaciones, ganándose el aprecio de enfermos y personal asistencial.   En una balsa con un nombre pintoresco, Mambo Tangoi , suben por el Amazonas y llegan a Leticia, que no sobrepasaba tres mil habitantes.
El autor, en estadía en el puerto fronterizo, el 28 de noviembre de 2001, se dio a la tarea de investigar el paso de Guevara y Granado: el profesor e historiador Alejandro Cueva Ramírez nos recibió y proporcionó información. El paso de Guevara por Leticia no se aleja mucho, de lo que deben vivir andariegos que carecen de medios. Con tulas y morrales al hombro, comiendo a deshoras y cuando la bondad de las gentes se apiadaba de ellos.

La apacible Leticia recibe con su embrujo tropical a los argentinos. Sin un peso, tenían que ganarse la vida, mientras esperan un avión militar primera paradoja en Colombia para el futuro guerrillero que los transportara a Bogotá. Se dedicaron al fútbol. Guevara hacía de portero, lo que hoy se conoce como portero líbero y Granado de delantero, este con mucha facilidad para la gambeta, tanto que los aficionados le dan el remoquete de Pedernerita, en alusión a Adolfo Pedernera, jugador excepcional de la época del Dorado. Igualmente, se alojan segunda paradoja en la guarnición de la policía, que es la que organiza el torneo relámpago, e invitados por el policía Francisco Salamanca llegaron al acuerdo de entrenar el equipo. El campeonato se llevó a cabo en la cancha popular, hoy ocupada por una entidad estatal. Participaron cinco equipos, en partidos de quince minutos cada tiempo, con decisión en penales en caso de empate. Para no correr demasiado era asmático crónico, Che resolvió ser arquero. Su equipo llegó a la final, empatado con otro equipo y la decisión fue en penales. Posteriormente, desde Bogotá, le escribe a su señora madre, contándole detalles.

Bogotá, 6 de julio de 1952.

" Querida vieja:

Aquí estoy, unos cuantos kilómetros más lejos y algún peso más pobre, preparándome a seguir viaje rumbo a Venezuela. () En Leticia en principio nos trataron bien, nos alojaron en la policía con casa y comida, etc., pero en cuanto a cuestiones de pasajes no pudimos obtener más que un 50 por ciento de rebaja, por lo que hubo que desembolsar 130 pesos colombianos más quince pesos por exceso de equipaje, en total 1.500 pesos de los nuestros.

Lo que salvó la situación fue que nos contrataron como entrenadores de un equipo de fútbol, mientras esperábamos el avión que es quincenal. Al principio pensábamos entrenar para no hacer papelones, pero como eran muy malos nos decidimos también a jugar, con el brillante resultado de que el equipo considerado más débil llegó al campeonato relámpago organizado, fue finalista y perdió el desempate con penales. 

Alberto estaba inspirado con su figura parecida a Pedernera, y sus pases milimétricos, se ganó el apodo de Pedernerita, precisamente, y yo me atajé un penal que va a quedar para la historia de Leticia. 

Toda la fiesta hubiera sido muy grata si no se les ocurre tocar el himno colombiano al final y me agacho para limpiarme un poco la sangre de la rodilla mientras lo ejecutaban, lo que provocó la reacción violentísima del comisario (coronel) y agaché el copete.   

 Un abrazo de tu hijo que te adora por los codos, talones y fondillos (...) Chau. "

Llega el esperado avión y salen rumbo a Bogotá: "después de un lindo viaje en avión que se movió como coctelera llegamos a Bogotá..".   La llegada es para fines de junio y es el mismo Guevara quien le cuenta a su madre las peripecias en la capital:

"(...) El primer día en Bogotá fue regularcito, conseguimos la comida en la ciudad universitaria pero no alojamiento, porque esto está lleno de estudiantes becados para seguir una serie de cursos que organiza la ONU... recién a la una de la mañana nos dieron alojamiento en un hospital, entendiéndose por tal una silla donde pasamos la noche. 

No es que estemos tan tirados como eso, pero un raidista de la talla nuestra antes muere que pagar la burguesa comodidad de una casa de pensión... yo no pensaba aceptar de ninguna manera pero Alberto sí, por razones obvias, cuando por culpa del cuchillito de Roberto hermano del Che que yo saqué en la calle para hacer un dibujo en el suelo tuvimos tal lío con la policía que nos trató en una forma vejante, que hemos decidido salir cuando antes para Venezuela, de modo que cuando reciban esta carta estaré por salir ya.   

Si quieren tirarse el lance escriban a Cúcuta, departamento de Santander del Norte, Colombia, o muy rápido a Bogotá. Mañana veré a Millonarios y Real Madrid desde la más popular de las tribunas, ya que los compatriotas son más difíciles de roer que ministros. 

Este país es el que tiene más suprimidas las garantías individuales de todos los que hemos recorrido; la policía patrulla las calles con fusil al hombro y exigen a cada rato el pasaporte, que no falta quien lo lea al revés; es un clima tenso que hace adivinar una revuelta dentro de poco tiempo. 

Los Llanos están en franca revuelta y el Ejército es impotente para reprimirla, los conservadores pelean entre ellos, no se ponen de acuerdo y el recuerdo del 9 de abril de 1948 pesa como plomo en todos los ánimos, resumiendo, un clima asfixiante; si los colombianos quieren aguantarlos allá ellos, nosotros nos rajamos cuanto antes."

Sorprenden los conceptos de Guevara sobre la situación de Colombia en esos momentos y hay que resaltar que tres meses después sucede el incendio de las casas de Carlos Lleras Restrepo y del ex presidente López Pumarejo. Estos se asilan en la embajada de Venezuela, para luego salir a México. Ante el reclamo de Lleras al Gobierno por la persecución, el designado Urdaneta le espetó una frase memorable: viajan los desterrados por un gobierno perseguidor con pasaporte diplomático? En 1953 asumiría el mando el General Rojas Pinilla. Esta época turbulenta entre liberales y conservadores iba a ser el germen de la guerrilla actual.

Pero volvamos al incidente de Guevara con la navajita, regalo de su hermano Roberto. Este incidente nimio produjo en él una actitud defensiva. El otro viajero, Granado, lo describe: " Hicimos con Ernesto un mapa en el suelo. Dibujábamos con un cuchillito pequeño. Acertó a pasar un agente de policía que observando la vestimenta de ambos, muy deteriorada, buscó como pretexto el cuchillito y nos pidió la documentación". 

 El agente no le creyó a Granado que era doctor y exclamó: ¡qué van a ser doctores ustedes!, y se los llevó. Tuvo entonces que intervenir el consulado de Argentina, después de un proceso para recuperar el cuchillo que Guevara se resistía a dejar en manos de la policía, pero a la final fue devuelto.

En Bogotá tuvieron alimentación y posada por cuenta de la Universidad Nacional, donde llegaron preguntando por líderes universitarios que les hicieran conocer la problemática del país. Testigo sin par es el abogado de la Nacional, escritor e historiador, miembro de la Academia de Historia, Eduardo Santa Loboguerrero. Sorprende en él su jovialidad y espontaneidad sin ningún atisbo de desconfianza, al recibir a la persona que lo llamó para indagar sobre la permanencia del Che en Bogotá. De 76 años bien llevados, este hombre alto, delgado, es un consumado escritor y autor del libro La provincia perdida, libro con dedicatoria que le regaló al Che y que se encuentra en el museo que en homenaje a él se levanta en Santa Clara, Cuba.

Santa lo describe: lo recuerdo como un joven muy pálido, de cierto color cetrino, con ojos oscuros y penetrantes, abundante cabello, ni alto ni bajo de estatura, con su bigote y su barba bastante despoblada, y con excelente sentido del humor que le permitía hacer, de vez en cuando, alguna broma ingeniosa y a veces mordaz. Detrás de aquellos ojos inquisitivos y profundos brillaba una inteligencia aguda y rápida. Tenía el don de la palabra fácil, del argumento oportuno y sólido de los recursos dialécticos para esclarecer cualquier confusión, cualquier planteamiento, y señalar los caminos lógicos de una adecuada discusión.

Sobre el encuentro con Guevara, comenta: vivía en la Ciudad Universitaria. Ocupaba un modesto cuarto en el tercer piso del edificio Santander que todavía existe en las residencias universitarias, donde vivíamos buena parte de los estudiantes de provincia. En las primeras horas de la tarde, de aquel día de julio de 1952, alguno de mis compañeros residentes pasó por mi pieza para avisarme que dos jóvenes argentinos querían hablar conmigo y que me estaban esperando en la recepción. Bajé de inmediato, movido por la curiosidad de saber quiénes eran aquellos inesperados visitantes. Se trataba en efecto de Ernesto Guevara y Alberto Granado.

El rector de la Nacional entonces, Julio Carrizosa Valenzuela, les da la autorización para tomar los alimentos allí y autoriza su alojamiento en el Hospital San Juan de Dios, atendido para la época por la Universidad. El 14 de julio salen los peregrinos hacia Cúcuta y la impresión, por lo menos la de Granado, es aceptable sobre esta ciudad hoy tan golpeada: ya quedaba atrás Bogotá, con sus calles infectadas de policías, sus profesionales mojigatos y comercializados, y sus estudiantes generosos y claros en su mayoría, pero atenazados por el miedo. Qué falta hace otro Gaitán en la Colombia que hemos conocido! Cómo va a salir adelante un pueblo que, artificialmente dividido en liberales y conservadores, es enviado a matarse entre ellos, para el beneficio de los oligarcas que entre ellos los desgobiernan y cuyo poder se alterna entre un partido y otro. Cúcuta es un típico trampolín internacional. Uno se encuentra a cada paso con individuos de todas las razas, y ocupados en todos los oficios imaginables. Pero siempre descontentos de donde vienen a donde están, y deseosos de emprender vuelo hacia otros lugares que les sean más propicios, donde seguramente se cansarán pronto, y donde nuevamente suspirarán por nuevos horizontes. Esta ciudad tiene un clima algo cálido, pero agradable, que a su vez ayuda a conformar las características de sus habitantes. Son alegres y bullangueros. De todas las casas salen las estridencias de los radios, los gritos y carcajadas de sus moradores. Las calles están llenas de vendedores de refrescos, helados y golosinas que suelen llamar la atención de sus clientes con cantos, pitos o palmadas. En fin, una ciudad típicamente tropical y que me vuelve a reconciliar con Colombia. Por la mañana recorrimos los alrededores llenos de mangos y cocoteros, y sus mercados, donde venden desde un aparato de aire acondicionado hasta una hamaca de fibra de palma.
Por último expresa Granado: algunos compradores llamados contrabandistas hormigas Remata el 14 de julio, su impresión sobre el país: hoy, además de conmemorar la toma de La Bastilla, esta fecha me hará recordar el día de mi salida de Colombia. No la Colombia soñada por Bolívar, ni Gaitán, sino la de Laureano Gómez, que me ha tratado bastante menos cariñosamente que los otros pueblos hermanos conocidos hasta hoy.
Guevara no se llevó buena impresión de Colombia, tan es así que en su último y decisivo viaje por América en 1953, que lo llevaría a Guatemala y al encuentro con los cubanos en México y su posterior embarque en el Gramma, el Che, al llegar a Guayaquil en octubre del año mencionado, prefiere las incomodidades de un carguero americano de la United Fruit que lo deposita, junto con su nuevo compañero Gualo García, en Panamá. Durante los quince años que le quedan de vida no pisa más al país y solo tiene un encuentro con un par de compatriotas, Lleras Restrepo y Jaime García Parra, que en 1964, estando en Ginebra con ocasión de la primera conferencia mundial de la Unctad, tienen la oportunidad de encontrarse con el líder y ciudadano cubano por ley, quien encabezaba la delegación de su país. Lleras comenta que la presencia del Che despertó no solo viva curiosidad sino profunda simpatía entre la mayoría de los representantes del tercer mundo. El ex presidente lo recuerda: Me impresionaron agradablemente su trato cordial, la manera abierta y franca como se expresaba, la sinceridad de sus convicciones. Sus ojos vivos, penetrantes, transparentaban por momentos un humor jovial; pero ellos, como sus palabras, no reflejaban ningún sentimiento desdeñoso o burlón. Nada en ese revolucionario verdadero, jefe entre los primeros de una batalla victoriosa, era jactancioso o dogmático... no pasó de revolucionario a autócrata...
Tita Infante, su amiga entrañable en la Facultad de Medicina, lo definió a raíz de su muerte: cálido para tallarlo en piedra. Demasiado grande para creerlo nuestro La muerte, después de todo, como lo dijera Mario Benedetti, es la más absurda de lo previsible.

*Abogado de la Universidad Nacional.

Fuentes: Mi hijo el Che. Planeta. 1981. Ernesto Guevara Lynch. Conversación en Bogotá con Eduardo Santa. Junio 2004. Conversación en Leticia con Alejandro Cueva Ramírez. 28 de noviembre de 2001. Carta de Eduardo Santa al Director Museo Ernesto Guevara en Santa Clara (Cuba). 1 de marzo de 1997. Periódico Folha de Sao Paulo. 21 de septiembre de 1997. Entrevista del periodista Mario Magalhaes.
Conversación telefónica con Alberto Granado el 1 de diciembre de 2001.Con el Che por Sudamérica, Granados Jiménez Alberto. Editorial Letras Cubanas. 1989. Abella Arturo, Laureano Gómez, Espasa 2000.Ernesto Guevara, el Che, flamante funcionario de la reciente revolución cubana. Gael García como el Che y Rodrigo de La Serna como Alberto Granado, en la película sobre el viaje del revolucionario por Latinoamérica.




El doctor Alberto Granado Jiménez en la puerta del comercio Bagatela de Caballito, calle Rojas 129.  Lo abraza Demián Rafael González  Director del Ballet Estable del museo Ernesto Che Guevara cuyo Padrino de Inauguración es Alberto dueño de la moto con la que viajaron juntos Ernesto Guevara y él.






Nuevamente en Buenos Aires el doctor Alberto Granado Jiménez.  Esta vez en la vereda de la casa de Espinosa 1457, Caballito, CABA despidiéndose de una vecina de la planta baja.





el doctor Alberto Granado Jiménez mira a quien representó su papel en la película "Diarios de Motocicleta" el actor Rodrigo de la Serna.  Lugar el Aula Magna de la Facultad de Medicina donde Ernesto Guevara de la Serna recibió su Diploma de Médico antes de llegar a Cuba y transformarse en el Che Guevara.






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mutación genética en Cuba bebés nacen sin rodillas Fidel Castro y Cinco Héroes presos Chaubloqueo museo Che Guevara Buenos Aires Irene Perpiñal Eladio González Vicentin

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Violeta la piba argentina a quien Ernesto Guevara de la Serna ayudó en Palermo al caerse de la bicicleta museo Che Guevara Rolando Hanglin Chaubloqueo


Violeta, mujer argentina relata en la radio a periodista argentino la experiencia que tuvo con su vecino Ernesto Guevara de la Serna  cuando ella tenía siete años.

Violeta -  “Detrás de las ventanas de él porque la casa, bueno, tenía entrada por Araoz
                  pero por Mansilla estaban los ventanales de una casa muy antigua, no.

Y bueno,  eeh, yo estaba al cuidado de unas tías, que mi tío tenía un coche de alquiler y me encantaba hacer las tareas dentro del coche, a la hora de la siesta cuando mi tía descansaba bueno, 
entonces yo lo veía  no teníamos comunicación, nada de nada,  yo veía que el estudiaba detrás de las ventanas,   yo dentro del coche,  casi siempre a la hora de la siesta.

Cuando no tenía tareas tenía una bicicletita y daba vuelta a la manzana por Charcas, Mansilla,

Un día me accidenté, me caí, a esa hora de la siesta, no había un alma en las calles  

Me caí y el me socorrió,  porque vino a mi encuentro  me ayudó a levantarme.
Tuve una herida bastante profunda, un tornillo de la bicicleta se me había incrustado en la pierna derecha.
Me aupó, y después abrió la puerta del zaguán de mi casa,  dejo la bicicletita ahí y  me llevó a la farmacia a curar,  porque viste que antes se llevaba a la farmacia.  
Tenia que ser muy grave para que te lleven al hospital.
Una farmacia que hasta hace muy poco tiempo estuvo en Canning y Charcas

Fue uno de los recuerdos   cosas que le ocurren a los chicos
Me encantó
En ese momento fue como mi papá que me estaba consolando, como un papá
y yo prendida del cuello de él,  Y yo lloraba y lloraba   y bueno
Y el con el farmacéutico hicieron las primeras curaciones
Me sacaron el tornillito  que tenía incrustado todavía en la piernita.
Fue bastante serio, bueno  y después el me llevó en upa otra vez hasta mi casa      bueno,
Le comentó a mi tía lo que me había pasado.  Ella no se había enterado,  le comentó a mi tía. 

Y después cuando vino mi mamá me hizo ver por un médico.   Según a ella,  me lo contaba después mi mamá,  me habían curado muy bien.

Todas las mañanas  cuando…   Tendría unos siete años porque hice primero inferior y primero superior  en la escuela Manuela Pedraza de la calle Malabia,  entonces hasta superior hice en esa escuela, calculo que tenia unos siete añitos.

Todas las mañanas nos veíamos, después eramos grandes amigos   Me tocaba la cabecita y me decía ¿Como estás de la piernita?    ¿ Las preguntas que me hacía ?  Te mentiría

El se iba a tomar el tranvía   Y yo me iba a la escuela acompañado por mi tio o mi tía.

Mencionó la dirección del barrio     Me vino a la mente

Periodista -   Vos pensas Violeta,  se acordaría el Che Guevara de la chiquita que le había              
                        curado la pierna. 

Violeta -   No te entiendo la pregunta.

Periodista -  Se acordaría el Che Guevara después pasando los años.

Violeta -   Pienso que sí,   No es que tenés que hablar con una persona.   De vernos todos los días  Todos los días     Una chiquita que esta haciendo sus tareas dentro de un coche   Me encantaba   Y el detrás de su ventana estudiando.   Bueno no se,  yo siempre lo veía con una pila de libros.
Nunca un si o un no,  porque era muy serio, muy serio.

Periodista -  ¿ Como le decían a él ?

Ernesto,   Si, Ernesto,    yo conocí a la mamá a una hermana y a una señora que salía a hacer las compras.

Uno de los recuerdos de la niñez   cuando se habla del Che.   Me encantó,  
El muchacho de la esquina exacto     Ernesto,  Ernesto
                       
Donde el vivía ahora hay una farmacia  la esquina digamos Araoz y Mansilla , bueno y por esas cosas de la vida  me fui del barrio,  cuando volvi ,  a los 21 años…..   fin.

Martín Arranz
Próximo 8 de octubre

José Martí  en una de sus

Siempre hay otros que tienen el decoro

Va un pueblo entero
Va
A todos los que son capaces de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia.





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Defensor de los NIÑOS Carlos Villagrasa de Universidad de Barcelona España Chaubloqueo museo Che Guevara Buenos Aires dejad que los niños vengan a mi Padre Grassi


 Fuentes: IPS 

La explotación infantil es la utilización de menores de edad por parte de personas adultas, para fines económicos o similares, en actividades que afectan a su desarrollo personal y emocional y al disfrute de sus derechos. Es altamente perjudicial y su erradicación, un desafío mundial. 

No todo trabajo infantil es explotación 

El trabajo infantil es esclavitud cuando ese trabajo interfiere con su educación y cuando se origina por condiciones de vulnerabilidad.
  
Conflictos armados, orfandad, catástrofes naturales y situaciones de pobreza son frecuentemente aprovechados por auténticas mafias y redes organizadas de explotación infantil. 

No es esclavitud cuando se dan tareas apropiadas, que inciden en fomentar las habilidades y responsabilidades del niño. 

Por ello, en el debate sobre trabajo y explotación infantil, hay que hilar fino y atender específicamente a qué actividades se dedican los niños y las niñas. 

La extrema pobreza tiene la forma de un niño trabajando 

La explotación infantil es, al mismo tiempo, consecuencia y causa de la pobreza, y en ella se aúnan todas las miserias. 

Lleva a los niños al sótano en el ascensor social, fomenta mayores índices de analfabetismo, provoca enfermedades y malnutrición, y contribuye a su envejecimiento precoz. 

Los niños provenientes de los hogares más pobres y de zonas rurales son sus principales víctimas. Se calcula que a nivel global hay cerca de 152 millones de niños y niñas trabajando indebidamente.

Casi la mitad de ellos, 72 millones, realizan trabajos peligrosos, sobre todo en África subsahariana, en Asia y el Pacífico, y en América Latina y el Caribe.

Los derechos del niño, socavados por la explotación 

Los factores culturales, el nivel socioeconómico de la familia y las políticas públicas de apoyo a la infancia son determinantes para que se produzca este fenómeno. De hecho, en algunos países, son los propios progenitores quienes inciden en prácticas de explotación laboral. 

Para Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), hay trabajo infantil inapropiado cuando se obliga al niño a trabajar a una edad muy temprana, en jornadas excesivas, en condiciones de estrés, en ambientes inapropiados, con exceso de responsabilidad, y bajo salario, sin acceso a la educación, y minando su dignidad y su autoestima; en suma, dificultando su pleno desarrollo social y psicológico. 

La explotación infantil existe aunque la Convención de los Derechos del Niño contemple que “la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle”, y esto es lo que le ayudará a “desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente, en forma saludable, en condiciones de libertad y de dignidad”, debiendo ser protegidos “contra toda forma de abandono, crueldad y explotación”. Hay que hacer algo al respecto. 

Uno de los métodos más efectivos para intentar que los niños y las niñas no comiencen a trabajar demasiado temprano es establecer la edad laboral mínima por ley, pero con eso no basta, el control efectivo es esencial, y el apoyo a las familias en riesgo de exclusión, fundamental. 

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) alerta del riesgo de que la crisis provocada por la pandemia empuje al mercado laboral a gran número de niños y niñas para ayudar a la subsistencia de sus familias. 

Los tipos de explotación infantil: los sectores de la esclavitud 

La tolerancia al trabajo infantil en el ámbito de la economía sumergida, en lugares clandestinos y muchas veces insalubres, y la falta de contratos y por tanto de derechos laborales, convierte a los niños en víctimas propiciatorias para la explotación, la humillación y el maltrato. 

Es lo que ocurre con las niñas maquiladoras del norte de México, que trabajan largas jornadas en fábricas, sobre todo textiles, a destajo, y a cambio de salarios de hambre. 

O en Asia, con los niños explotados en fundiciones, extrayendo cargas de cristal de hornos a altas temperaturas y sin condiciones de seguridad, sufriendo graves secuelas por fatiga calórica, quemaduras, mermas auditivas, o lesiones oculares por las partículas de vidrio en suspensión, sílice, plomo y vapores tóxicos.

O en África, donde la explotación infantil se da pequeñas zonas mineras, en las que sufren trastornos de salud por la falta de medidas de protección en condiciones adversas, no solo por la tensión física, sino también por lesiones causadas por la desproporción entre su capacidad de resistencia y la carga de trabajo. Igual ocurre en las canteras de países sudamericanos, como Perú o Guatemala. 

O en los talleres de curtido y artesanías, en los que pasan largas horas en cuclillas, como ocurre en el tejido de alfombras o elaboración de calzado, además de enfermedades respiratorias, por falta de higiene y exceso de polvo y residuos, les provocan enfermedades por los productos químicos, como benceno, tintes y adhesivos. 

Pero en la explotación infantil también hay roles de género: el servicio doméstico es la explotación de las niñas (como las petite bonne marroquíes), especialmente de zonas rurales y pobres, cuyos progenitores las entregan a familias adineradas, con la esperanza de que tengan mejores condiciones de vida pero, en cambio, son esclavizadas y no se les permite acceder a la educación. 

La agricultura, la ganadería y la pesca también pueden ser formas de explotación infantil, viéndose expuestos a agentes químicos (fertilizantes o plaguicidas tóxicos, como en las plantaciones de soja), y obligados a una dedicación extenuante. 

En muchas ciudades, niños y niñas son vendedores ambulantes de baratijas, alimentos, participantes de un sector de la economía sumergida en el que la calle acaba convirtiéndose en su hábitat.


Trabajadores infantiles dignificando su condición 

Pero muchos trabajadores infantiles y adolescentes han conseguido organizarse en movimientos asociativos (Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores, NATs) y luchan por que se diferencie el trabajo infantil de la explotación.

Además, rechazan que actividades ilícitas como la mendicidad, la prostitución o la delincuencia se identifiquen con las que para ellos son su medio de vida y la única oportunidad, en sus países y su situación, de ayudar a sus familias y salir adelante. 

Estas agrupaciones reivindican que se les permita trabajar en condiciones dignas, defendiendo que su trabajo contribuye a su madurez progresiva y su responsabilidad en la adquisición de destrezas, como en el caso de los aprendices. 


Propuestas de reflexión

Aunque existe una pugna entre las estrategias de abolición del trabajo infantil promovidas por los organismos internacionales y la realidad de muchos niños, niñas y adolescentes, también hay un irrefutable punto de consenso: se debe erradicar la pobreza infantil. 

La falta de compromisos políticos firmes por parte de los gobiernos, la inexistencia de una legislación homogénea y efectiva, y la ausencia de políticas sociales con perspectivas de infancia siguen impidiendo la erradicación de la explotación infantil. 

Hay que poner el acento, la lupa, especialmente en los sectores en los que adultos esclavistas emplean a niños y niñas: las fábricas de cerillas y fuegos artificiales, las alfarerías o los jinetes de camellos en Oriente Medio, son ejemplos gráficos de los fenómenos denunciados. 

A veces la presión internacional lo único que ha conseguido ha sido una mayor desprotección para los trabajadores infantiles. Grupos empresariales del textil, tras recibir acusaciones por el empleo de mano de obra infantil en Asia, han optado por incentivar códigos internos de conducta y echar a los niños y las niñas de sus factorías, sin preocuparse por su destino ni el de sus familias. 

Todos somos responsables y, por tanto, culpables, al comprar sin pensar en qué manos hicieron ese producto más barato, o pasear por una ciudad obviando el hecho de que hay niños y niñas trabajando en las calles, cuando deberían estar en el colegio. 

Hace falta conciencia y acción por parte de todos 

Las familias, la infancia y la adolescencia, deben tener acceso a herramientas que les permitan acceder a unas condiciones de vida dignas. 

A la vez, se debe sensibilizar al conjunto de la sociedad para que denuncie, reaccione y repruebe el trabajo infantil inaceptable y cualquier otra forma de explotación (también la trata y el tráfico de personas). 

Luego hay que dar un paso más. De la sensibilización y el compromiso hay que avanzar hacia una educación universal de calidad y a un compromiso real por la erradicación de la pobreza infantil. Una meta estrechamente ligada con el octavo ODS: acabar con el trabajo infantil para 2025. 

Entre lo macro (acabar con la pobreza y el subdesarrollo) y lo micro (fomentar iniciativas locales contra la explotación laboral infantil) se encuentra el camino de los derechos humanos y de la infancia.

Carlos Villagrasa es profesor titular de Derecho Civil de la Universidad de Barcelona, en España, y presidente de la Asociación para la Defensa de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (ADDIA).


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