HAITÍ EN MÍ
En consecuencia, se ha producido una modificación durante estas últimas semanas. Pero ¿dónde?
¿Es un cambio abstracto que no se sustenta en nada? ¿Soy yo quien ha cambiado? Si no soy yo,
entonces es esta habitación, esta ciudad, esta naturaleza, hay que elegir.” J.P. Sartre
Haití, tierra de gigantes país de montañas, cuna de Petión y Toussaint Louverture, silenciada y
mansillada por más de un siglo, aniquilada su dignidad y desterrada la esperanza.
Aquí somos testigos del desarrollo del capitalismo, vivimos el capitalismo desarrollado,
caracterizado por inexistencia del rol del estado, premisa de éxito según teoría neoliberal.
Estado que no es capaz de garantizar educación, ni salud, ni transporte, ni condiciones
mínimas de vida ni salubridad ni higiene, nada de nada. No existe aparato productivo,
el estado no dispone de recursos de ninguna clase.
Esta es la cueva de las ONG. Aquí acuden a desembolsar migajas, sin tener en
cuenta las necesidades existentes. Justifican en Haití sumas millonarias, cuyos
centavos son distribuidos de forma desordenada, heterogénea. Por ejemplo, una
ONG que entrega bolsas de residuos, repartiría grandes cantidades de bolsas
que servirían para que la gente elimine sus desechos en ella, soñemos que
logren que todo se elimine en ellas, pronto se acumularían grandes cantidades
de bolsas que nadie recoge y nuevamente las bolsas se deterioran y luego
se rompen y nuevamente el problema. La ONG ganó en credibilidad,
justificando sumas millonarias (quizá antes abrió una fabriquita de bolsas de
residuo en algún sitio) y publicitó su obra “humanitaria”. Haití despierta a los
pocos días con sus calles colmadas de desechos.
Hay una batalla que en América Latina se ha acelerado los últimos decenios,
que es la contienda cultural, se trata de generar pueblos sin educación, gentes
que respondan al patrón de consumo, la cultura del sueño americano
desperdigándose por cualquier sitio. El individualismo, la cultura del sálvese
quien pueda y de que quien tiene necesidad solo le interesa superarla, aunque
sea pasando por sobre otro, en esa lógica no existe sentido colectivo ni
preocupación por los demás.
Ese empeño busca cercenar la identidad cultural de los pueblos, así
masifican patrones estéticos, patrones culinarios, patrones cinematográficos,
amparados en el dinero y en el aparato mediático de que disponen.
Mediante éste manipulan la percepción de la realidad, fragmentando la
información, parcializándola, creando un estado de opinión favorable a sus
intereses, convirtiendo a la gran masa humana en seres que son pensados,
cuyas opiniones están basadas en eso que le muestran como realidad.
Todo ello ya lo han logrado en Haití, donde el porciento de analfabetismo es
altísimo, el bajo nivel cultural repercute en todos los ámbitos, la población
carece de sentido de identidad, no existe amor a la patria, ni sentido de lo
colectivo. Aquí se vive en el reino del asistencialismo, que consiste en brindar
cosas a las personas sin que tengan que hacer ningún esfuerzo, lo cual con
el paso del tiempo los convierte en seres inertes, que solo esperan que los
ayuden. Esa práctica se ha hecho norma, y lamentablemente les ha dado
resultado, han erradicado la cultura del trabajo, esa respuesta natural del
hombre que ante dificultades o necesidades trabaja y con el trabajo es capaz
de superar el conflicto o la necesidad, algo que la especie humana ha
aprendido a hacer, lo cual ha posibilitado la evolución que nos permite pensar,
analizar y actuar.
En Haití, todo el mundo espera, la imagen que me viene a la mente es la
de peces de pecera que solo se limitan a abrir su boca y esperar que el
alimento les caiga. Así están hoy millones de personas, así razonan los
políticos que “manejan las riendas” del país, así enfrentan los miles de
desplazados que habitan asentamientos la situación provocada por el terremoto.
En los lugares donde hemos trabajado, solo un porciento pequeño sufrió la
pérdida de su hogar, la mayoría de las personas confluyen en busca de
alimentos, agua y todo cuanto puedan recibir. En los asentamientos existen
formas organizativas con buen funcionamiento en lo que respecta a la
recepción de ayuda y su distribución, es difícil para ellos asumir otro tipo de
reto, como lo es el trabajar, el disponer de fuerza que realice tareas que
mejoren sus condiciones de vida. Nosotros hemos podido vivir esa
experiencia, y pudimos lograr resultados, puesto que trabajamos sobre
esos líderes, y los fuimos persuadiendo de la necesidad de que algunas
condiciones higiénicas de los lugares debían ser modificadas. Esos
resultados son parciales, y al continuar su dinámica de relación con ONG´s
volverán poco a poco a ese mutismo, a ese esperar permanente. Sin embargo
es de resaltar la nobleza de ese pueblo que hemos tenido la suerte de
conocer a plenitud, de estar allí donde la necesidad pone a prueba al ser humano,
y su comportamiento está lleno de bondad, de respeto.
El momento histórico, donde fuerzas progresistas y revolucionarias empujan
procesos de cambio en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, así como
la presencia permanente de Cuba, aúna a todos aquellos que anhelan la
verdadera y definitiva independencia de América Latina. Dicho proceso
permite alcanzar acuerdos y convenios de nuevo tipo, basados en la
complementariedad y en las necesidades de cada país. La dimensión de
tales hechos trasciende lo conocido, y posibilita concretar el sueño de la
verdadera integración de la Patria Grande. En ese empeño es que el ALBA se
propone, basado en la deuda histórica con Haití, establecer un Programa
Integral de Reconstrucción, que incluye las esferas de educación, alimentación,
infraestructura, salud. En un esfuerzo por potenciar sus propios mecanismos,
proponiendo soluciones consensuadas que seas sostenibles y que puedan
asumirlo en el mediano plazo los propios haitianos. Esa es la aspiración
verdadera, basada en los principios de Martí, Bolivar, Petión. La búsqueda
de soluciones reales, concretas y que brinden respuesta a sus necesidades
. En la esfera de salud dicho bloque integrador encomendó la tarea a Cuba, por
su experiencia y sus resultados en ese campo.
La humanidad está en deuda con este país, símbolo de anhelo libertario y
emancipador, y seguirá estando, ya empieza a sentirse el repliegue, en los
medios masivos de comunicación hace rato que dejó de ser noticia y desde
aquí vemos movimiento de retirada generalizada, mientras tanto Cuba continúa,
suma ya el año 12 de la cooperación al pueblo de Haití, ahora bajo los efectos
del terremoto, con un personal superior a los 1500 colaboradores y con un plan,
ya en ejecución, que logrará la reconstrucción del derruido sistema de salud.
Existen hoy día 101 posiciones en que Cuba está presente en Haití, se
construirán 30 centros de atención referencial, así como uno de alta
tecnología. Todo se estructura en base a asegurar que los elementos
fundamentales de la salud se alcancen, o sea, promoción, prevención, curación
y rehabilitación.
El contingente médico de Cuba reúne particularidades que lo diferencian de
otras experiencias. Incluye a profesionales de la salud de América Latina,
la mayoría de ellos médicos, entre los internacionalistas. Dichos profesionales,
fueron educados en Cuba, cuya formación humanista les brindo una visión y un
sentido de la solidaridad diferentes.
La Escuela Latinoamericana de Medicina fue creada pensando en brindar la
posibilidad de formar médicos provenientes de sitios en que la salud es una
utopía, de manera tal que pudiera trabajarse en esos lugares aspectos sanitarios
relacionados principalmente con la promoción y la prevención. Más de 7000
jóvenes de América Latina, África y Estados Unidos, han tenido la suerte de
graduarse en Cuba, muchos de ellos no lo hubieran siquiera soñado hacer en sus
respectivos países.
El verdadero desafío hoy, es interiorizar que constituimos verdaderos sujetos
de cambio, que significa que en nuestras manos se hallan las posibilidades
de transformar la realidad, lo cual iniciará un camino, que será muy largo,
pero sentará las bases de la verdadera reconstrucción, que ha de ser
no solo económica sino también social, política. El verdadero sentido de
identidad que hemos de incorporar nos compromete más con la tarea,
siendo que en nuestras manos se allanan caminos al futuro, que en
nuestros pueblos nuestras voces son escuchadas, que muchas manos
y voluntades se dispondrán a la lucha junto a nuestra guía, ese es el
compromiso que el momento histórico pone en las manos de esos
latinoamericanos que fuimos educados en Cuba. Asumirlo como tarea,
asumirlo como forma de ver la vida nos permitirá aunar nuestros esfuerzos
y nuestras luchas, no solo en Haití, sino también en toda la geografía americana,
en cada lugar en que tengamos la posibilidad de hacerlo.
Emiliano Mariscal