martes, 4 de agosto de 2015

Orlando Sierra Hernández DE PERIODISTAS Y ASESINOS. Por Alberto Salcedo Ramos Aristóteles Platón Descartes 28 periodistas asesinados

De: Francisco Jaramillo [mailto:jaramillo.francisco@gmail.com] De periodistas y asesinos; por Alberto Salcedo Ramos
Por Alberto Salcedo Ramos | 4 de agosto, 2015



De periodistas y asesinos; por Alberto Salcedo Ramos 640
La frase más premonitoria del periodismo colombiano fue escrita por Orlando Sierra Hernández en una de sus columnas del diario La Patria: "cogito, ergo, ¡pum!".
Era, como se puede ver, una parodia de la frase de Descartes: "cogito, ergo, sum". Es decir, "pienso, luego existo".
Al concluir con el sonido onomatopéyico de un disparo, el periodista Orlando Sierra transformó la sentencia en algo como "pienso, luego muero".
Y al poco tiempo fue asesinado.
Sierra solía usar ese tipo de citas porque había estudiado filosofía. En la redacción repetía esta frase célebre de Aristóteles: "soy amigo de Platón, pero soy todavía más amigo de la verdad".
Era su forma de subrayar que por encima de su compromiso como periodista no estaba nadie.
También invocaba esta máxima de Platón: "la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Quien calla ante el bandido se vuelve su cómplice porque le permite hacerle más daño a la sociedad.
De modo que Sierra no se andaba con medias tintas para fustigar a la clase política caldense.
En su columna era especialmente crítico de la forma en que los caciques electorales Víctor Renán Barco, Luis Guillermo Giraldo y Ómar Yepes, entre otros, se habían apoderado del departamento. Quien no se sometía a la voluntad de ellos no tenía ninguna oportunidad en la política.
"En Caldas se come sopa barcogiraldista o sopa yepista, o si no, se sufre de ayuno", escribió.
Siempre ejerció con pasión el derecho al desencanto. "La política", sentenció una vez, "es el arte de elegir entre lo preferible y lo detestable".
Siempre fue mordaz, punzante. Jamás usó eufemismos, ni planteó acusaciones en abstracto: siempre les puso rostros. Uno de sus blancos más recurrentes era el político Ferney Tapasco González, quien entonces fungía como presidente de la Asamblea de Caldas.
Tapasco fue desde el principio el principal sospechoso del crimen de Sierra. Recientemente fue condenado, como autor intelectual, a treinta y seis años de cárcel. Pero esta semana desapareció, y nadie sabe su paradero. Se cree que huyó del país para pasarse por la faja la sentencia judicial.
La huida de Tapasco, así como las declaraciones cínicas de algunos familiares suyos en el sentido de que el señor desacata el fallo porque lo considera injusto, cierran uno de los capítulos más tenebrosos de nuestra historia reciente: a lo largo del proceso de investigación fueron asesinadas muchas personas. Algunas de ellas habían testificado contra Tapasco; otras parecían tener información que lo comprometía. (No hay que olvidar que Tapasco ya había sido condenado en 2011 por sus nexos con paramilitares).
Este episodio sirve para recordarnos en qué país vivimos. Uno en el cual se ha puesto de moda que delincuentes y sindicados de diverso pelambre cuestionen los fallos judiciales cuando les son adversos, y huyan olímpicamente del país.
Un país en el cual sigue siendo peligroso ejercer el periodismo: desde la muerte de Sierra (febrero de 2002) hasta hoy han sido asesinados veintiocho periodistas. Inevitable volver a la parodia cartesiana del principio: hoy, como hace trece años, quienes se dedican a hacer pum no quieren que pensemos ni que existamos . 


informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires  (AAC 1405) Argentina
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CUBA.- EU.- CUBA Y SU HISTORIA.- Estadounidenses en la independencia de Cuba
6 de julio de 2015

Dentro de pocos días quedarán reabiertas las embajadas de Cuba en Washington, y de Estados Unidos en La Habana. Cincuenta y cuatro años sin relaciones diplomáticas, en los que el poderoso imperio aplicó una política de hostilidad y agresiones contra la Revolución Cubana, dejando huellas profundas en la conciencia de un pueblo que, crecido desde las raíces de su propia historia, ha escrito una de las más ejemplares páginas de dignidad y resistencia que recuerde la humanidad.
En esta hora de recuento, cabría reflexionar sobre los conceptos “restablecimiento de relaciones diplomáticas” y “normalización de las relaciones” entre nuestros dos países. El primero, dentro de la inmensa complejidad que supone, es quizá el más sencillo y, sin lugar a dudas, está concebido dentro de la estrategia geopolítica hemisférica de la administración norteamericana del presidente Barack Obama. El segundo, extremadamente complejo, pues habría que construir una relación que nunca ha existido entre nuestros dos países y que tuvo, como principal característica, el injerencismo total en los asuntos internos de la Isla. No por casualidad a principios de 1959, Earl T. Smith, exembajador de los Estados Unidos en Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, testimoniaba ante el Senado norteamericano:
“Hasta Castro, los Estados Unidos eran tan abrumadoramente influyentes en Cuba que el embajador americano era el segundo hombre más importante, a veces más importante que el presidente cubano”.
Cuando por nuestro propio esfuerzo estábamos a punto de derrotar al ejército colonialista español en Cuba, el gobierno de los Estados Unidos intervino en la guerra para frustrar la aspiración soberana de nuestros libertadores. El 19 de abril de 1898 el Congreso de la Unión aprobó la Resolución Conjunta en cuyo texto, como despejando cualquier duda o sospecha sobre las verdaderas intenciones norteamericanas, se expresaba en su artículo primero: “…el pueblo de la Isla de Cuba es, y debe ser, libre e independiente”.
Ocurrió todo lo contrario. Cuatro años de intervención militar y una república neocolonial en la que el gobierno de Estados Unidos, amparado en la Enmienda Platt, se arrogaba el derecho de intervención, siempre que considerara sus intereses en peligro. El 1ro. de enero de 1959 nació una nueva Cuba donde la soberanía nacional emanaba de su propio pueblo. Con esa Cuba, independiente y soberana, rompió entonces relaciones el gobierno de los Estados Unidos. Con esa misma Cuba, las restablece hoy. Han pasado los años y el tiempo y la historia, como maestros de la política, han dejado lecciones. El Presidente de los Estados Unidos ha llamado en varias ocasiones a olvidar la historia y en ese punto no podemos concordar. Hoy más que nunca debemos acudir a ella para labrar caminos sólidos hacia una relación constructiva, confiable y amistosa entre nuestros Estados.
En esta hora de recuento, por sobre el recuerdo del Destino Manifiesto, la Fruta Madura, la Enmienda Platt, el Gran Garrote, las intervenciones militares, el apoyo al gobierno de Fulgencio Batista, las agresiones a la Revolución, Girón, la Crisis de Octubre, el bloqueo, la Ley de Ajuste Cubano, etc., etc., etc., demos prioridad al recuerdo de la sincera contribución a nuestra independencia de nobles norteamericanos que, con las armas en la mano, se unieron a nuestro pueblo para derrotar el colonialismo español.
El grito de guerra en Cuba el 10 de octubre de 1868, repercutió en Estados Unidos. Decenas de sus hijos se enrolaron en las expediciones mambisas y viajaron a Cuba a pelear por la independencia y contra la esclavitud. El Mayor General Thomas Jordan, natural de Luray, Virginia, arribó a Cuba el 11 de mayo de 1869 comandando la expedición del Perrit. En diciembre era el jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador.
Henry M. Reeve, de Brooklyn, New York, se convirtió en un héroe de leyenda para los patriotas cubanos y uno de los jefes más admirados y queridos por su disciplina, lealtad y valor. Murió en combate el 4 de agosto de 1876, cuando invadía el occidente del país. Había alcanzado el grado de General de Brigada.
Nueve norteamericanos pelearon como coroneles mambises, dos como tenientes coroneles, ocho fueron comandantes, diecisiete capitanes y ocho tenientes. Otros 83 combatientes alcanzaron diferentes rangos.
Del mambisado norteamericano murieron por la libertad de Cuba cinco coroneles: John Asby, de Kentucky y James Clancey, en 1870, en la provincia de Camagüey; Carlos Westreyo, en combate en Remedios, el 18 de junio de 1871; David Johnson, el 7 de mayo de 1880, al caer en emboscada junto al Brigadier cubano José Medina Prudentes; y Charles Gordon, compañero del Lugarteniente General Antonio Ma­ceo en la campaña de Pinar del Río, muerto en 1897 en la provincia de Las Villas.
El Comandante Winchester Dana Osgood, famoso como atleta (futbolista) en las universidades de Cornell y Pennsylvania, cayó en combate durante el sitio de Guáimaro, el 28 de octubre de 1896.
Un capitán de apellido Hawison, expedicionario del George W. Upton, a los pocos días del desembarco el 24 de mayo de 1870, fue hecho prisionero y fusilado en Nuevitas, Camagüey. Su compañero de expedición Humison H. Harrinson, capitán del ejército de Estados Unidos, murió en combate durante el desembarco. El capitán Edmond H. Fredericks murió en campaña en 1897.
El teniente artillero James Pennie, de Washington D. C. y expedicionario del vapor Bermuda a las órdenes del Mayor General Calixto García, perdió una pierna durante la guerra. Había desembarcado en Maraví, Baracoa, el 24 de marzo de 1896. George S. Newton Le Fuite, de Nueva York, también teniente, fue herido en combate y hecho prisionero el 9 de agosto de 1897. A los pocos días, murió en prisión. También murieron por Cuba los soldados Agustín W. Caballero, en la acción del Cerro, Sancti Spíritus, el 29 de septiembre de 1896; Francis H. Dover Star, por enfermedad, el 19 de noviembre de 1898 en Camagüey; y Loow Water, de Brooklyn, por la misma causa en Morón, el 15 de noviembre de 1898.
Otros estadounidenses cayeron por Cuba en las diferentes contiendas. Durante la guerra de los Diez Años, Carlos Speahman y Alberto Wyeth, de New York, expedicionarios del Grapeshot, fueron fusilados por los españoles el 18 y 21 de junio de 1869, respectivamente; el sargento del ejército norteamericano William Crosceland, expedicionario del Perrit, murió en campaña en 1869. Similar suerte corrió ese año, Harry Chave, secretario del General Thomas Jordan. A principios de 1870 moría asesinado en Santiago de Cuba, víctima del cuerpo de voluntarios, un norteamericano de apellido Damnery; Ws Ashly, ayudante del General Domingo Goicuría, caía en acción de guerra el 7 de marzo de 1870; el sargento Blake, del ejército norteamericano, expedicionario del Perrit, moría fusilado en Puerto Príncipe, el 10 de abril de 1870; Ed H. Hurt, hecho prisionero en un hospital mambí el 21 de octubre de 1870, fue conducido a Manzanillo y fusilado; el capitán de buque Joseph Fry, natural de Tampa Bay, y John C. Harris, de Massachussets; Frederic Williamson, de Albany; William Bainard, Eduard Day, Thomas Read y John Brown, expedicionarios del Virginius, fueron fusilados el 7 de noviembre de 1873 en Santiago de Cuba.
En la gesta de 1895 a 1898, el ingeniero mecánico Pearce Alkinson, expedicionario del Three Friends, fue abatido de un balazo en la frente en la primera acción de guerra en que tomaba parte, el 3 de agosto de 1896, durante el ataque a un tren cerca de Taco Taco, Pinar del Río; el General Antonio Maceo le había tomado afecto. Joseph C. Santee, expedicionario del Thre Freends con el general puertorriqueño Juan Rius Rivera, desembarcó en Cabo Corriente, Pinar del Río, el 8 de septiembre de 1896. A los pocos días murió de disentería. El médico Charles Dock murió en campaña en 1896 cerca de Placetas, provincia de Las Villas. Su cadáver, como escarmiento, fue expuesto en la plaza pública por los españoles. Charles E. Crosby, corresponsal del The Chicago Record, murió en el combate de Santa Teresa el 9 de marzo de 1897, cuando acompañaba al General en Jefe Máximo Gómez.
Otros norteamericanos ganaron celebridad en los campos de Cuba. Frederick Funston, Teniente Coronel artillero a las órdenes del Lugarteniente General Calixto García, fue años después mayor general del ejército de Estados Unidos. John O’Brien fue un lobo de mar que puso a disposición de la independencia de Cuba, su vida. Durante la guerra de 1895, condujo a la Isla buena parte de las expediciones. Sobre su experiencia revolucionaria dejó un libro: El Capitán Dinamita, sobrenombre con el que era conocido por los cubanos. Al terminar la contienda trabajó como jefe de prácticos en el puerto de La Habana.
El teniente Osmund Latrobe, Jr., natural de Baltimore, com­batió en la guerra del 95 como artillero a las órdenes de Ca­lixto García. Había llegado a playas cubanas en la expedición conducida por el Brigadier Rafael Portuondo Tamayo, el 30 de mayo de 1896. Durante la guerra formó parte del estado mayor del General Enrique Collazo. Llegó a coronel del ejército de Estados Unidos y ayudante del presidente Calvin Coolidge.
Extranjeros participantes en la guerra de Secesión al lado de Lincoln también marcharon a Cuba a pelear por su independencia. El polaco Carlos Roloff Mialofsky había integrado las filas del 9no. regimiento de Ohio. Al concluir la guerra, viajó a Cuba donde se radicó en 1865 e hizo familia. Fue uno de los jefes del levantamiento en la región central del país en 1869 y durante la Guerra de los Diez Años. Mayor General del Ejército Libertador y protagonista importante de la Guerra Chiquita y la del 95. El canadiense Washington Albert Claudio Ryan, capitán del 192 regimiento de voluntarios de Nueva York, arribó a la Isla como expedicionario del Anna, el 17 de enero de 1870. En la caballería alcanzaría el grado de General de Brigada del Ejército Libertador. Prisionero de la expedición del Virginius, murió fusilado el 4 de noviembre de 1873, en Santiago de Cuba.
El respeto a la memoria de aquellos nobles héroes debería inspirar, por parte de las administraciones estadounidenses, los nuevos tiempos y la relación bilateral que se construya. Las intenciones de “cambiar el régimen”, o lo que resulta igual, eliminar el socialismo que construye nuestro pueblo, deben pasar, y ahí coincidimos, a ser cuestiones del pasado y olvidadas por los actuales y futuros gobernantes de ese país.

* Presidente del Instituto de Historia de Cuba.

 informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
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un francés y tres argentinos asesinados en La Rioja Monseñor Angelelli Gabriel José Longueville Carlos de Dios Murias Chaubloqueo Museo Che Guevara

Los sacerdotes Gabriel José Longueville y Carlos de Dios Murias, fueron maniatados y acribillados. 
Escrito por Grupos juveniles de la Vicaría Flores
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"Existen unos que no tienen voz, que son marginados y explotados y existen otros que tienen privilegios y explotan a los demás. ¿Eso lo quiere Dios? ¡No!"
LOS CRÍMENES QUE AVERIGUABA ANGELELLI

Los curas y el laico cuyos asesinatos en La Rioja averiguaba Angelelli, antes de ser él también asesinado.

El 18/07/76 los sacerdotes Gabriel José Longueville y Carlos de Dios Murias, pertenecientes a la parroquia de El Salvador, La Rioja, fueron secuestrados de la sede de su ministerio por un grupo fuertemente armado que, exhibiendo credenciales, solicitó los acompañaran para una averiguación policial, en automóviles sin patente.

Tres días después los cadáveres maniatados, amordazados y acribillados a balazos aparecieron en la localidad de Chañar, a 150 kms. de la ciudad de La Rioja.

Ambos habían sido torturados.  angelellilongueville_-2-1-bPadre GABRIEL LONGUEVILLE, nacido el 18/03/1931 en Étables, Ardèche (Francia), asesinado el 18/07/76 en Chamical, La Rioja angelelli-murias-2-1 Padre CARLOS DE DIOS MURIAS, nacido el 10/10/45 en Córdoba, asesinado el 18/07/76 en Chamical, La Rioja  angelelliwenceslao-2-1WENCESLAO PEDERNERA (laico), nacido en Córdoba, casado, asesinado el 25/07/76 en Sañogasta, La Rioja. Breve semblanza de Enrique Angelelli Nació en Córdoba el 17 de julio de 1923.

En marzo de 1938 ingresó al seminario de Córdoba, buscando seguir a Jesús como sacerdote.

Ordenado sacerdote en Roma (donde había ido a perfeccionar sus estudios) en octubre de 1949.

Desde su sacerdocio joven, empezó sirviendo en Córdoba como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC) y de la Juventud Universitaria Católica (JUC); además, animaba la capilla Cristo Obrero de esa ciudadEn 1961 el Beato Juan XXIII lo elige obispo auxiliar de Córdoba, con sólo 38 años.

Participa -como todos los obispos del mundo- del Concilio Vaticano II (1962-1965).

Angelelli participó con entusiasmo y con esperanza. Su sencilla y coherente fidelidad al Evangelio y a la renovación conciliar, cayeron como agua fresca para un pueblo sediento de la Buena Noticia de Jesús.
En su acción pastoral empieza a hacer gestos proféticos, de cercanía a los más pobres y a la clase obrera, acompañando así con coherencia su palabra claramente evangélica:
Invitado a bendecir una comunidad religiosa en una cantera de cal prefiere compartir la mesa de los obreros y no la cabecera con los patrones.

Mediando en un conflicto laboral en una fábrica de pilas, cuando los patrones pensaban recibir el apoyo del obispo, les dice él: "Miren, si estas injusticias continúan, algún día estaremos juntos en el mismo paredón: ustedes los patrones y nosotros los curas. Ustedes, por no haber practicado la justicia social. Nosotros, por no haber sabido defenderla."
El 11 de julio de 1968, el Papa Pablo VI lo nombra Obispo de La Rioja; asume el 24 de agosto con el lema "Justicia y Paz" y diciendo:

"Ayúdenme a que no me ate a intereses mezquinos o de grupos. Oren para que sea el obispo y el amigo de todos, de los católicos y de los no católicos, de los que creen y de los que no creen, de los de la ciudad y de los que viven en los lugares más apartados." Y también: "No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción algima, clases sociales, modos de pensar o de creer; como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres".
Fue así que se dedicó incansablemente de recorrer todos los rincones de la Diócesis, hasta los ranchos más apartados.

Desde entonces formuló su regla de oro: "Para servir, hay que tener un oído atento al Evangelio y el otro en el pueblo".
Después de visitar, convocó a los católicos (laicos, sacerdotes y consagrados) a una "Primera Semana Pastoral", para reflexionar juntos a partir de la pregunta "Iglesia riojana, ¿qué dices de ti misma? ¿Cuál es tu misión aquí?"

La propuesta final de esa semana quedó formulada así: "Caminemos juntos, partiendo de la realidad, la cultura y la tradición de este pueblo. Siempre iluminados por la Luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. Queremos ser una Iglesia servidora de los hombres."
Atento al espíritu del Concilio, acercó la acción pastoral y las celebraciones a la gente.

Así hizo con mensajes radiales; con la famosa Misa de Nochebuena bajo el alero de un pobre rancho; con el rescate de la tradicional fiesta del Tinkunaco; etc.
Su palabra se fue haciendo potente y molesta para la élite dominante (tan típico eso en las provincias del NOA):
"Existen unos que no tienen voz, que son marginados y explotados y existen otros que tienen privilegios y explotan a los demás. ¿Eso lo quiere Dios? ¡No!"

"Dios no quiere hombres resignados".
Denuncia la usura ejercida desde familias poderosas de la sociedad riojana, así como la prostitución y el narcotráfico.

A las marchas que se organizan, él suma la Comisión de Lucha contra la Usura, creada en abril de 1971.
En septiembre de 1971, Angelelli lleva a la Comisión Permanente del episcopado, que preparaba su aporte para el sínodo sobre "La Justicia social en el mundo", 25 trabajos surgidos desde distintos grupos y sectores diocesanos.
En diciembre de 1971, el gobierno canceló la difusión radial de la Misa de Navidad. Angelelli rezó así: "Señor, te pido por la gente del campo que esta noche no ha tenido misa, que no podemos transmitir por la radio nuestra (...) Quizá le tengan miedo a la misa y la crean peligrosa, porque Tú eres bastante peligroso. El Evangelio, esa Buena Nueva que eres Tú, no es tan fácil vivirlo, y cuando se la quiere vivir en serio, la Buena Nueva es peligrosa."
A partir de 1971 promovió fuertemente la organización de escuelas rurales y de cooperativas de trabajo.

También pidió la inspección de las condiciones laborales en algunas fincas, lo que costó la agresión física a un sacerdote y dos laicos comprometidos.
En agosto de 1972 fueron detenidos los P. Gill y Praolini. Angelelli comenzó la misa y al llegar al ofertorio la interrumpió para encabezar la marcha ante el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, reclamando su libertad. Recién los liberaron en septiembre, al demostrarse la falsedad de los cargos.

Hubo numerosas agresiones de grupos conservadores y de parte de la prensa local.

En junio de 1973, el obispo, sacerdotes y cristianos comprometidos fueron agredidos en Anillaco por un grupo organizado por terratenientes de la zona.

El 29 de julio en Aminga (cerca de Anillaco) fue destrozada la comunidad de las hermanas de la Asunción y una cooperativa. Angelelli los animó a no aflojar: "Hay que seguir andando, nomás"
Ante una fuerte campaña de difamación hacia el obispo, el Cardenal Villot le escribe que el Papa Pablo VI "le ha pedido a Mons. Vicente Zaspe (arzobispo de Santa Fe) que sea portador en su nombre de un gesto fraternal de apoyo y respaldo a su misión pastoral. (...) Además, Mons. Zaspe es portador del testimonio de afecto y de apoyo del Sumo Pontífice para con usted, que mucho lo aprecia por su dedicación pastoral, especialmente volcada a los pobres."
Zaspe recorrió la Diócesis y dialogó con mucha gente. Al final expresó: "La pastoral de la Iglesia riojana es la pastoral de la Iglesia Universal (...). No he venido por mi propia iniciativa; me han enviado. Y el que me envió tiene un nombre concreto: Pablo VI. Y las consignas son tan concretas como su nombre: pedir la confianza para el obispo, porque el Papa se la tiene."

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas toman el poder.Recrudecieron las calumnias, falsas denuncias y amenazas; también los apremios a agentes pastorales.

Varios amigos aconsejaron a Angelelli que se ocultara o se alejara por un tiempo, pero él lo rechazaba de plano diciendo: "Es a mí a quien buscan; si me voy, me van a matar las ovejas."

El 4 de julio fueron masacrados en Buenos Aires 5 religiosos palotinos en la Parroquia San Patricio.

El 18 de julio, fueron alevosamente asesinados, luego de ser secuestrados y torturados por quienes se identificaron como miembros de la Policía Federal, los sacerdotes P. Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, en la localidad de Chamical (La Rioja) donde realizaban su apostolado.

El 25 de julio hombres encapuchados fueron a buscar al párroco de Sañogasta, pero éste se había ido por recomendación de Mons. Angelelli. Cuando el laico que los atendió (Wenceslao Pedernera) les dijo que el párroco no estaba, lo acribillaron en presencia de su esposa a hijos.
"Si me matan es porque, para el Señor, mi obra ya está terminada" decía Angelelli por aquellos días, mientras investigaba por su cuenta la muerte de esos colaboradores fieles.
El 4 de agosto, 17 días después del asesinato de aquellos sacerdotes, Angelelli fue asesinado mediante un supuesto "accidente" automovilístico.

El obispo acababa de dejar Chamical, donde habla celebrado una misa y pronunciado una homilía en la que denunciaba aquellos asesinatos.

El Obispo manejaba una camioneta, y el padre Arturo Pinto que lo acompañaba recuerda que apenas dejaron Chamical comenzó a seguirlos un automóvil; el obispo aceleró pero entonces apareció otro coche y a la altura de Punta de los Llanos los encerraron hasta hacer volcar la camioneta.

El cuerpo del Obispo quedó tirado en el suelo durante seis horas, la camioneta desapareció y la única lesión que presentaba el cadáver de Mons. Angelelli fue la nuca destrozada tal como si lo hubiesen molido a golpes.

La carpeta que llevaba el obispo jamás pudo ser encontrada, aunque sí fue vista sobre el escritorio del Gral. Albano Harguindeguy, Ministro del Interior.

Fuente: ENRIQUE ANGELELLI, OBISPO Y MÁRTIR - Ficha para grupos cristianos, a 25 años de su martirio.1976 - 4 de agosto - 2001 (ficha realizada para uso de grupos juveniles de la Vicaría Flores).

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