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DURÍSIMA REPRESIÓN A POBLADORES SIN TECHO DE JUJUY
Como mínimo habría que relanzar boicot al azúcar Ledesma
El jueves 28 fue un día de luto jujeño y nacional. La policía de esa
provincia desalojó a los balazos un campamento de Sin Techo y murieron
cuatro personas. Las responsabilidades policiales, empresarias y
políticas.
EMILIO MARÍN
Conviene ponerle nombre y apellido a los muertos, en un país donde se
quiso que los 30.000 desaparecidos fueran sólo NN. Los fallecidos en
el Norte fueron Félix Reyes, Ariel Farfán y Juan Velázquez, humildes
que acampaban hace días en un terreno del Ingenio Ledesma; y el
policía Alejandro Farfán. Eran jóvenes; Ariel tenía 17 años. Murieron
por impactos de bala, disparados por los agentes que bien temprano,
cuando aún no había luz natural, cayeron como un malón sobre los
ocupantes. Entraron dispuestos a matar con tal de desalojar.
Restará saber quién disparó contra el agente policial. Los
manifestantes insisten en que sólo se defendieron con piedras y armas
rudimentarias. El jefe de policía jujeño, Sosa, se victimizó diciendo
que a sus hombres los había recibido una lluvia de balas y bombas
molotov. Al uniformado le está creciendo la nariz.
Precisar quiénes fueron las víctimas es importante para que esta
tragedia no sea envuelta en humo. En Formosa se discutió si las
víctimas entre los originarios Qom eran uno, dos o más. En esa
polémica se esfumaba que el motivo del reclamo era la tierra.
Y en Jujuy, lejos de la Comunidad La Primavera, el problema también es
el de la tierra, no para trabajarla y hacerla producir sino para que
las familias tengan un techo, cuatro paredes y un patio. O sea, su
lugar en el mundo.
Las familias sin techo ocuparon un amplio terreno, "El Triángulo", en
Pueblo Libertador San Martín, Ledesma. Que este último sea el nombre
de hecho de la localidad no obedece sólo a que es más corto. El
Ingenio del mismo nombre es el dueño de casi todo. La tierra, las
fábricas, las viviendas, las plantaciones, el etanol, el papel, los
camiones, las máquinas y mucho más son propiedad de los Blaquier.
La historia marca que los policías, autoridades, jueces, periodistas y
otros factores de poder jujeño también llevan esa misma marca del
azúcar. Los hechos del jueves 28 parecieran indicar que esas sospechas
son verdad.
Una primera conclusión es que la policía sigue siendo una fuerza
represiva con sentido de clase. Nunca se le ocurriría hacer ni un tiro
al aire en una mansión de Blaquier, pero no le tiembla el puso para
balear a mansalva un campamento de los humildes.
La democracia ha hecho milagros en derechos humanos referidos a 35
años atrás, juzgando y condenando ejemplarmente a genocidas. Pero ha
mostrado su limitación, bajeza y complicidad respecto a la "gatillo
fácil" policial en democracia. Incluso en casos masivos, como en
Jujuy. Que no le echen la culpa a la manzana podrida; en materia
policial la canasta está casi toda agusanada. No está Luis Patti, pero
muchísimos policías siguen tirando a matar y torturando en comisarías.
"La única verdad es la realidad", dijo el fundador del justicialismo.
Que sus herederos en el gobierno lo tengan en cuenta.
Lavada de manos
El derramamiento de sangre popular es un crimen. Pueden ser peor las
cínicas explicaciones posteriores, lavadas de manos y medidas
cosméticas.
El gobernador Walter Barrionuevo dice estar consternado por la muerte
de gente joven. Renunció su ministro de Gobierno, Pablo La Villa, y
fue puesto en disponibilidad el comisario que dirigió el cruento
operativo. También dijo no entender la actitud del juez Jorge Samman
que ordenó el desalojo y se fue de vacaciones. Esta actitud deleznable
es más común de lo que piensa el mandatario.
¿Acaso el comisario en cuestión atacó sin luz verde del ministro y el
gobernador? No es creíble. En esta clase de operativos hay
generalmente una orden superior del gobierno provincial. Barrionuevo
parece estar gambeteando su responsabilidad. En su conferencia de
prensa deslizó culpas hacia los ocupantes y la CCC, pues dijo que
habrían estado avisados del procedimiento y que habían sacado mujeres
y niños. A los policías –dijo- los habían recibido "jóvenes y hombres
con capucha y con la cara tapada". El viejo cuento de los "agitadores"
que ya pocos creen.
El presidente de la Cámara de Diputados y aspirante otra vez a
gobernador, Eduardo Fellner, acusó a "manejos políticos" de Juan
Carlos Alderete, de la CCC. El cronista no tiene la menor simpatía por
Alderete, que hizo causa común con la oligarquía de Luciano Miguens y
Hugo Biolcati durante el conflicto sojero. Pero la acusación de
Fellner es injusta y una burla a los miembros de la CCC muertos en "El
Triángulo".
Más sensata es la postura del intendente de Ledesma, Jorge Ale,
justicialista, que deploró la represión y declaró que su comuna estaba
lista para ayudar a los ocupantes con agua y baños químicos. Luego
metió el dedo en la llaga, al afirmar que la localidad tiene un
déficit habitacional de 2.000 unidades. Detalló un proyecto para
construir 1.200 viviendas, que aún no tiene financiamiento.
Ese testimonio es clave para comprender el drama de Jujuy: en un
extremo de la sociedad se acumulan tierras, capital y viviendas,
muchas ociosas; y en el otro hay necesidad de un techo digno. El
Estado ha hecho casas, pero sin solucionar el grave problema. Peor
aún, si no hay más financiamiento es porque está subsidiando en exceso
a grandes industriales, incluido Ledesma.
Un monstruo
De todos los responsables del drama que vive hoy la provincia que amó
y sufrió Manuel Belgrano, el mayor es el ingenio de los Blaquier. Es
un monstruo que tiene 150.000 hectáreas en ese distrito y denunció
penalmente a sin techo que habían montado sus carpas en unas pocas
hectáreas. La ocupación fue originada por la tremenda escasez de
tierras en la provincia, agudizada por la propiedad latifundista del
Ledesma y sus nuevas inversiones, que lo ocupan todo.
Su último balance consigna un patrimonio neto de 1.246,3 millones de
pesos, y ventas por 2.452,7 millones de pesos; se sabe que los números
reales suelen ser más importantes.
Ese patrimonio fue engordado con la superexplotación de los pueblos
originarios, como bien lo ilustra la película de Fernando Krichmar,
"Diablo, Familia y Propiedad".
Esa acumulación monopolista se acentuó durante la dictadura militar,
cuando fue secretario de Agricultura y Ganadería un viejo amigo de la
familia: Jorge Zorreguieta. Fue hasta hace poco el representante del
negocio azucarero en la presidencia de la COPAL (Coordinadora de
Industrias de Productos Alimenticios). Ahora ocupa la vicepresidencia
es de Federico Nicholson.
En ese tiempo el idilio con Zorreguieta alcanzaba también a José A.
Martínez de Hoz y el general Jorge R. Videla. Así se explica que el 20
de julio de 1976 las tropas del Ejército y Gendarmería, amén de
policía y la seguridad del Ingenio, secuestran a centenares de
personas en Ledesma y Calilegua. Muchas de las víctimas quedaron
desaparecidas.
Una buena investigación del tema es el libro "Memorias del Apagón", de
Delia Maisel, editado por el MEDH. Allí se cronican las desapariciones
de muchos militantes populares, entre ellos el sindicalista Jorge
Weisz y sus abogados Carlos Patrignani y Pablo Bernard, de Vanguardia
Comunista (actual PL).
También es muy revelador el testimonio de Ricardo Aredez: "Cuando papá
era intendente, la gente se organizó y empezó a tomar tierras. Eran
trabajadores golondrinas de Ledesma que no tenían donde vivir. Como
aún no se había delimitado el Ejido Municipal, esas eran aún tierras
pertenecientes al Ingenio. La Gendarmería empezó entonces a presionar
a mi padre para que hiciera desalojar las tierras mediante la
intervención policial pero mi padre se negó" (pag.84).
Se sabe el final: el médico Luis Aredez, que se negó a reprimir y osó
cobrarles impuestos a los Blaquier, terminó desaparecido en 1976. Su
esposa Olga Márquez, de Madres de Plaza de Mayo, falleció en 2005 de
un cáncer provocado por la bagazosis, enfermedad derivada del humo que
produce el ingenio con la quema del bagazo de la caña de azúcar. "Sol
de noche", el documental de Eduardo Aliverti, pinta esa realidad. Otro
crimen impune.
Con este prontuario cuesta creer cómo el gobierno nacional sigue
apoyando al monopolio con créditos, subsidios y reintegros. Julio de
Vido y Débora Giorgi fueron el 14 de octubre de 2010 a la inauguración
de "Bio Ledesma S.A.", creada con el objetivo de ingresar al Programa
Nacional de Biocombustibles y gozar de los beneficios del Estado para
el etanol.
El gobierno nacional debería rectificar esas políticas y revisar qué
hacen sus gobernadores K en Formosa (1 muerte del Qom) y Jujuy (3),
sin olvidar a los radicales K de Río Negro (3 muertes en Bariloche) y
la actuación de la Federal en el Parque Indoamericano (3). Esas
provincias quedan en Argentina.
A los argentinos de a pie les queda dar solidaridad a los jujeños. Y
como mínimo, no comprar azúcar Ledesma por largo tiempo. No endulza la
vida sino que mete cucharadas de sangre en el café, el mate o lo que
sea.