Año 15 Número 72 | Fecha 2017-10-06
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por Teresa Viera Hernández
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La amplia mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes cubanos de hoy (poco más del 60 por ciento de la población), nacimos y nos hicimos adultos diciendo a viva voz que seríamos como el Che; aun cuando ni la edad, ni nuestro análisis del mundo, nos dejaran percatarnos de la empresa que nos propusimos. Una cosa es real, en aquella y en esta época, nadie ha renunciado a que fuera posible.
En octubre se cumplen cinco décadas de que nos privaran de ese hombre, a sus 39 años. Los que en Cuba pasamos de esa edad, lo tendremos que seguir repitiendo todos los días, desde el eficiente quehacer cotidiano. Ahora más conscientes de lo que decimos, y sabiendo que en el 1959 cubano, él tenía –junto a Fidel– uno de los pensamientos políticos más avanzados entre los jóvenes.
Sus ideas transformadoras y su acción estratégica, puede que parezcan inalcanzables para generaciones de cubanos y cubanas. Pero, la Revolución que ellos y otros muchos hicieron, ha entregado las herramientas para que seamos sus dignos seguidores. Y para que la frase continúe ofreciéndonos la oportunidad de convertirnos en mejores personas, por el esfuerzo incansable de cada quien.
El actor de un apasionante drama
En carta escrita a Carlos Quijano, del semanario Marcha de Uruguay, devenido indispensable texto, El socialismo y el hombre en Cuba, en interés de desmontar el “argumento imperialista” de que el proceso de construcción de la sociedad socialista se caracterizaba por la abolición del individuo en aras del Estado, el Che define al hombre necesario para la construcción del socialismo, el hombre imprescindible de estos tiempos: El hombre nuevo.
"...Durante este período (1953 al 1957), en el cual solamente existían gérmenes de socialismo, el hombre era un factor fundamental. En él se confiaba, individualizado, específico, con nombre y apellido y de su capacidad de acción dependía el triunfo o el fracaso."
"Sería bueno intentar una definición de individuo, actor de ese apasionante drama que es la construcción del socialismo. Lo más sencillo es reconocer su condición de producto no acabado. Las taras del pasado se trasladan al presente y hay que hacer un trabajo continuo para erradicarlas. El proceso es doble: por un lado actúa la sociedad con su educación directa e indirecta; por otro, el individuo se somete a un proceso consciente de autoeducación"
"La sociedad debe convertirse en una escuela. En el proceso de construcción del socialismo podemos ver al hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo, ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas. Lo importante es que los ciudadanos vayan adquiriendo más conciencia de la necesidad de su incorporación a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de ella."
"El ser humano en el socialismo, a pesar de su aparente estandarización es más completo, a pesar de la falta del mecanismo perfecto para ello, y su posibilidad de expresarse y hacerse sentir en el aparato social es infinitamente mayor. Todavía es preciso acentuar su participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y de producción, y ligarla a la idea de la necesidad de educación técnica e ideológica, de manera que sienta cómo estos procesos son estrechamente interdependientes y sus avances son paralelos. Así logrará la total conciencia de su ser social, lo que equivale a su realización plena como criatura humana."
Jóvenes de la Cuba de hoy
La definición guevariana no se circunscribe a dibujar un individuo; sino que plantea las bases de su formación en el hacer ideológico cotidiano una vez acabada la guerra: “Encontrar la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica, es una de las tareas fundamentales desde el punto de vista ideológico”.
¿Cuáles son los hombres y mujeres jóvenes con los que cuenta hoy Cuba para esto? ¿Qué hacen? ¿Dónde están? ¿Qué les preocupa y les ocupa? ¿Cómo asumen el ser capaces de construir esa sociedad? Preguntas tan categóricas hechas por muchos y aprovechadas por no pocos malintencionados, puede que no tengan respuestas tan categóricas y absolutas. Pero la realidad es que sí pueden ser respondidas, y no desde el populismo entusiasta y movilizativo, sino desde la profundidad del análisis crítico y científico.
Lo primero es que para la construcción de este tipo de ciudadano, hicieron falta años de edificación e implementación de políticas sociales universales y equitativas para todas nuestras poblaciones y, especialmente, para las personas jóvenes, en el empeño de hacerlas más plenas, emancipadas, integrales y proactivas.
Existe un cuerpo legal en Cuba integrado por cerca de 14 normas y regulaciones, que establecen la plataforma de acción con las juventudes cubanas. Están entre ellas el Código Civil, el de Trabajo, el Penal, el de la Niñez y la Juventud y el de la Familia y la integran también las políticas cultural y educativa; así como el sistema intersectorial de salud sexual y reproductiva y el programa materno infantil, por solo enunciar las plataformas de atención más generales, muchas de las cuales se encuentran en fase de actualización, con la amplia participación de sus principales beneficiarios.
En la contemporaneidad esto significa un tratamiento transversal a este grupo poblacional (entre 12 y 34 años), que representa el 26 por ciento de la población total, dentro del Plan de Desarrollo Económico Nacional hasta 2030, que no es otra cosa que la materialización de la Agenda Global del Desarrollo post 2015, en un país que se esfuerza porque su justeza y dedicación al ciudadano pueda ser percibida en su realidad cotidiana, aunque no siempre se logre.
El Estado cubano orienta, fomenta y promueve la cultura y la inserción social consciente en todas sus manifestaciones, premisas que se encuentran plasmadas en la Constitución de la República: [en el país] “se combinan la educación general y las especializadas de carácter científico, técnico o artístico, con el trabajo, la investigación para el desarrollo, la educación física, el deporte y la participación en actividades políticas, sociales y de preparación militar”.
Cuba, alto nivel de desarrollo juvenil, un sueño del Che
Los logros de la política social cubana han sido reconocidos por importantes personalidades de las artes, la política, los deportes y la religión en el mundo. Existen estudios relevantes que han tratado de medir el desarrollo juvenil y en los que nuestro país ostenta índices de excelencia. Uno de los aportes de mayor alcance en cuanto a la cantidad de países considerados, es el que ha realizado recientemente el Programa de Juventud del Commonwealth, en cuanto al denominado Índice de Desarrollo Juvenil, reconocido por Undesa (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas) como una herramienta de gran utilidad, para tratar de medir los adelantos del Programa de Acción Mundial en Juventud que, desde 2005, se viene implementando a nivel mundial. Se ha estructurado en torno a cinco dominios principales: educación, salud y bienestar, empleo, participación política y cívica.
Los primeros 10 lugares en el mundo –los de mayor nivel de “desarrollo juvenil”, de acuerdo con este índice–, lo ocupan, en este orden, Australia, Canadá, Corea del Sur, Holanda, Alemania, Nueva Zelanda, Suiza, Estados Unidos, Japón y Eslovenia. Cuba ocupa el lugar 11, el primero de América Latina. Dicho puesto significa que Cuba tiene mayores niveles de desarrollo juvenil que varios países altamente industrializados: Francia, Italia, Bélgica, España y Portugal y se encuentra por encima de todos los considerados “emergentes”: BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Como puede apreciarse, la excepcionalidad cubana es contundente en torno a los resultados de desarrollo integral alcanzados por sus juventudes: Altamente instruidas, el 87.2 por ciento de la población cubana comprendida entre los 12 y los 35 años de edad tiene niveles de instrucción medio superior o superior. Elevados índices de ocupación laboral: el 94.5 por ciento de la población económicamente activa es de ese grupo de edades, fundamentalmente en formas de gestión laboral estatal. Altos niveles de inserción social y asociacionismo: más del 98 por ciento de la población joven cubana actual está integrada a asociaciones y organizaciones formales del entorno social.
Amplias, universales y equitativas oportunidades de acceso a la cultura y el buen arte, cultivador de elevada espiritualidad y al empleo de tecnologías de avanzada para la obtención de información y uso del tiempo de ocio, a pesar de haber transcurrido toda su vida residiendo en un país sometido a férreo bloqueo económico.
Las innumerables aplicaciones y transferencias de tecnología, resultado de una ciencia altruista puesta al servicio social, que ha tenido Cuba, no son patrimonio de cubanas y cubanos, sino que se convierten hoy en justicia social para todo el que lo necesite en cualquier parte del mundo. Los niveles de competitividad alcanzados por estudiantes, técnicos y profesionales son reconocidos y admirados por no pocos pueblos y gobiernos.
Si nuestra gente más joven siente el dolor ajeno como propio y se dedica a su sanación; si reconoce que es imprescindible para la Cuba que quiere para sí y para los que la quieren bien, enfrascarse en hacerlo todo lo mejor que puede; si es consciente de que en su superación profesional, técnica e ideológica están el presente y futuro de esa Cuba y de los que en el mundo confían en nosotros, y para ello se prepara; y si el orgullo de cubanía nos impulsa cada día a la defensa, sin límites, de esta nación emancipada e imperfecta que nos legaron de pie los patriotas de otros tiempos, entonces, no hay dudas, somos lo que quería Fidel que fuéramos: como el Che.
Teresa Viera Hernández. Directora del Centro de Estudios sobre la Juventud.
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Fuente: Dialogar, Dialogar
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por João Pedro Stedile
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El 9 de octubre, se cumplen 50 años del asesinato del Che Guevarra por las fuerzas del ejército boliviano. Fue arrestado, herido el 8 de octubre de 1967, y fusilado el otro día, por órdenes de la CIA, en la pared externa de una pequeña escuela rural, del pueblo de La Higuera, municipio de Valle Grande, Bolivia.
Estuve allí en las celebraciones del 40 aniversario. No he podido entender cómo el Che se había entrado en esas montañas a 3, 4 mil metros de altura, despobladas, sin organización de masa para darle apoyo. Hoy, el lugar se ha detenido en el tiempo y la miseria en la región sigue igual. Incluso con un gobierno popular, podemos constatar que construir una sociedad igualitaria, justa, post-capitalista es una misión para décadas de acumulación de fuerzas del pueblo organizado. No basta con llegar al gobierno, como la izquierda se engañó.
La imagen del Che y su legado también siempre fueron muy polémicos y manipulados por la izquierda y la derecha. A la izquierda, el estrago más grande fue la narración del francés Regis Debray, que difundió un libro equivocado, resumiendo las ideas del Che, a las acciones de heroísmo de un pequeño grupo de intemporados luchadores que adoptaron la táctica de la guerrilla para derrotar a los opresores.
En ningún país sucedió eso, mucho menos en la victoria del pueblo cubano en 1959.
El legado del Che es mucho más importante y por eso, pasados 50 años de su martirio, está presente en prácticamente todo el mundo y en todas las generaciones.
El Che no fue un aventurero, guerrillero o héroe solitario.
El Che vivió con coherencia, todos los días, las ideas que predicó, como declaró su hija en un documental. Pero además de la coherencia, su práctica de vida nos ha dejado muchos ejemplos.
Defendió siempre la necesidad del estudio, para que la juventud, la militancia, todos, dominaran los conocimientos científicos, para poder resolver más rápido los problemas del pueblo y tener una vida más lúcida y digna para todos.
Reiteraba a Martí, “¡Sólo el conocimiento libera verdaderamente a la gente!”. Defendió la vida sencilla y el espíritu de sacrificio entre los dirigentes. Ser el primero en la cola del trabajo y el último en la fila de los beneficios. Práctica que los dirigentes de partidos de izquierda abandonaron hace años. Defendió la solidaridad y el internacionalismo. “Es necesario indignarse contra cualquier injusticia, practicada contra cualquier persona, en cualquier parte del mundo. Si defendemos ese principio, entonces somos compañeros “, escribió a una guevara uruguaya, que le preguntaba si eran parientes.
Participó en la revolución cubana y ocupó todos los cargos posibles, comandante de las fuerzas armadas, ministro, presidente del Banco Central. Y aun así, optó por su vocación misionera y fue a actuar en el Congo, en África y luego en Bolivia.
Ayudó a articular países y gobiernos populares en un frente antiimperialista, que resultó en la organización de la OSPAAL.
En todas sus actividades y gestos, siempre fue un humanista. Y veía en el socialismo sólo un medio de las personas ser más justas, más iguales y más sabias.
Defendió ideas polémicas en la construcción del socialismo cubano, buscando en la industrialización y en la independencia política la forma de resolver más rápido los problemas del pueblo.
Sólo tenía 39 años cuando fue asesinado. Pero parece una vida de décadas.
Por todo ello, es que la derecha, los capitalistas, le dedican tanto odio, porque saben que su legado seguirá influenciando a millones de jóvenes y trabajadores. Y un día sus ideas y prácticas serán hegemónicas.
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Fuente: Cubadebate
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por Narciso Fernández Ramírez
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Entrevista con el GM Jesús Nogueiras, incluido 27 veces entre los Atletas más Destacados del Año en Villa Clara.
Resulta bien conocida la profecía del Che acerca de que en Cuba habría Grandes Maestros del juego ciencia, y ese resultado sería obra de la Revolución.
Visión a largo plazo de un hombre apasionado del ajedrez, deporte que llegó a jugar con maestría y al que impulsó de manera significativa en los primeros años de la década del 60 del pasado siglo.
Junto a Fidel, al Comandante Ernesto Che Guevara se le considera, con justeza, el iniciador de los «Capablanca in Memoriam», convertido hoy en el torneo ajedrecístico más antiguo del continente y el segundo a nivel mundial.
A cincuenta años de su desaparición física del guerrillero en tierras bolivianas, y a 20, de la llegada de sus restos a Santa Clara, Vanguardia conversó con Jesús Nogueiras Santiago, ajedrecista villaclareño de relevantes resultados internacionales que lo hicieron participar en 14 Olimpiadas Mundiales de Ajedrez.
Además a estar incluido entre los mejores 30 trebejistas del planeta y a alcanzar en la Olimpiada de Salónica, Grecia, en 1988, el cuatro mejor coeficiente Elo performance entre todos los jugadores, solo antecedido por los genios ajedrecísticos Anatoli Karpov y Garry Kasparov, y el húngaro Lajos Portisch.
A este excelente palmarés del remediano Nogueiras, debe sumársele haber sido el Gran Maestro más joven del mundo, cuando en 1979, con solo 19 años, obtuvo el más alto pergamino que otorga la FIDE. Por demás, se adiciona ser el quinto en alcanzarlo en Cuba, antecedido por los GM Silvino García (1973), el desaparecido villaclareño Guillermito García (1976), Amador Rodríguez (1977) y Román Hernández (1978).
La entrevista transcurrió en el Palacio del Ajedrez «Guillermo García», la mejor instalación del juego ciencia de Cuba, a donde Nogueiras va a diario para trasmitir sus amplios conocimientos ajedrecísticos y ayudar a formar los nuevos talentos villaclareños.
Una manera suya de cumplir con el legado dejado por el Che, y de reciprocar los conocimientos adquiridos en una larga carrera de más de cuarenta años: «He sido maestros de muchos ajedrecistas acá en Santa Clara, y en otros lugares. No me guardo los conocimientos, al contrario, los comparto con todos, no solo acá, ni en la Academia, sino en el parque o cualquier otro sitio, una enseñanza que aprendí del Che, y de Fidel».
—Nogueiras, con apenas 11 años te iniciaste en el ajedrez, ¿cuáles fueron las motivaciones que tuviste? ¿Influyó en algo el impulso al juego ciencia dado por la Revolución, en particular por el Che?
—Las motivaciones principales fueron esencialmente ajedrecísticas, pues siempre me gustó este deporte y seguía con atención los titulares de las noticias salidas en la prensa. Y conté, por suerte, con el apoyo de mi abuela, quien me dio facilidades para dedicarle entre 6 y 7 horas diarias al ajedrez; pero, sin duda, en mi desarrollo como deportista influyó mucho el impulso que desde los primeros años de la Revolución le dieron al juego ciencia, Fidel y el Che
«El Che, como se sabe, jugó ajedrez a un buen nivel. Lo estudiaba y le gustaba su práctica, y cuando sus responsabilidades se lo permitían, lo jugaba. No solo estimuló el surgimiento de los torneos internacionales "Capablanca in Memoriam", sino que asistía a ver las partidas como uno más y enfrentaba a rivales de altísima calidad tablero por medio. Su amor por el juego ciencia dio oportunidades para su masificación.
«También Fidel era un gran apasionado a este deporte y contribuyó sobremanera a su difusión. Son cuestiones que he ido meditando sobre la marcha, pues un niño de 11 años, adolescente apenas, no piensa en cosas tan profundas. Pero sí, definitivamente, al hablar del ajedrez en Cuba deben mencionarse de manera obligatoria al Che y a Fidel.
«La única vez que me encontré con Fidel, con el Comandante en Jefe, me dijo que por sus funciones no había podido profundizar más en el ajedrez como hubiese deseado. Y me preguntó ¿Con cuántos tú has jugado sin mirar el tablero? Se lo respondí, y volvió a lamentarse por no disponer de más horas para dedicárselas a un deporte tan gustado, pero que le absorbía un tiempo que no tenía.
«Sin duda, tanto el Che, como Fidel Castro, han sido los dos más grandes impulsores del ajedrez en Cuba».
—Participaste en 30 campeonatos nacionales y en varios «Capablanca in Memoriam»; este último torneo, impulsado desde los inicios por el Che. ¿Puedes contar algo interesante relacionado con el Comandante Guevara?
—«Cinco veces fui campeón de Cuba y otras tantas subcampeón. Cada torneo tiene sus especificidades; sobre todo, los "Capablancas", dedicado al mejor ajedrecista cubano de todos los tiempos, en donde concurren talentosos ajedrecistas de varios lugares del mundo.
«Un fortísimo torneo que en su época dorada contó con la participación de varios excampeones mundiales. Uno de ellos: Boris Spassky, era un gran admirador del Che Guevara, pues me habló muy bien de él; una admiración generalizada entre los soviéticos.
«El Che tuvo la posibilidad de topar contra ellos, y no siempre perdió, pues hasta una tabla le hizo a Mijail Tal, el bien llamado Genio de Riga. También tuvo la posibilidad de entablar en partidas rápidas con el GM polaco-argentino Miguel Nardolf, vencedor a la postre del primer "Capablanca".
«Otro ajedrecista que jugó varios eventos dedicados al primer campeón cubano, el GM inglés Antony Miles, campeón en cuatro oportunidades, tenía en su reloj de pulsera la imagen grabada del Che Guevara, síntoma inequívoco de su admiración por el guerrillero argentino-cubano».
—¿Guardas algunas anécdotas del Che y los ajedrecistas cubanos?
—«Hay dos muy famosas, vinculadas a dos de los primeros maestros del ajedrez cubano después de la Revolución: Eleazar Jiménez y Rogelio Ortega.
«Eleazar Jiménez por su nivel de juego pudo llegar a ser Gran Maestro, pues tenía la fuerza de un ajedrecista de primer nivel; al extremo que ganó cinco veces el campeonato de Cuba y de sus cuatro enfrentamientos con el genial norteamericano Bobby Fischer, empató tres y perdió solo uno.
«Mientras Ortega, sin tanto brillo, también ganó el campeonato cubano en par de ocasiones y fue el que decidió el pase a la final del equipo Cuba en la Olimpiada de La Habana, en 1966; entre las mejores del mundo celebradas hasta la fecha.
«En una ocasión, Eleazar —persona muy medida— se le acercó al Che para solicitarle la posibilidad se le asignara un carro, pues constantemente estaba brindando simultáneas de ajedrez en toda Cuba: desde Baracoa hasta Viñales, y necesitaba disponer de un vehículo propio para trasladarse a lugares tan distantes.
—Comandante, ¿usted cree pueda facilitarme un carro para moverme y dar las simultáneas de ajedrez por toda la Isla?
—Eleazar, ¿usted ha cortado caña alguna vez? Fue la respuesta-pregunta del Che.
—No Comandante, nunca. Antes trabajaba en transporte y después de la Revolución me he dedicado al ajedrez.
—Pues debiera intentarlo algún día.
«Así terminó aparentemente esa conversación. Pocos días después, Eleazar recibe una llamada telefónica del despacho del Che, donde se le comunica que le habían asignado un carro y cómo el propio Comandante Guevara había mostrado muchos deseos de comunicárselo personalmente, pero le había resultado imposible.
«No obstante, el Che le pedía que revisara en el auto, pues le había dejado un regalo. Así lo hizo Eleazar, y debajo del asiento delantero encontró el regalo del Che: una mocha y un sombrero. El propio ajedrecista contaba luego que fue una semana completa a cortar caña, y si bien no se hizo buen machetero, al menos aprendió a cortarla.
«La de Ortega, guarda relación con el espíritu de justeza del Che. A sus oídos llegó que Rogelio, entonces campeón de Cuba, había sido excluido del equipo olímpico cubano y la causa, presuntamente, estaba relacionada con el color de la piel del ajedrecista.
«Enseguida llamó al comisionado nacional y le pidió cuentas al respecto, que cómo era posible la exclusión del equipo del campeón nacional. La solución vino rápido y Rogelio Ortega contribuyó de manera decisiva al pase de Cuba a la final A, al derrotar en la partida definitoria a un ajedrecista belga».
-Nogueiras, ¿y si te pidiera una valoración del Che, dentro y fuera del ajedrez?
-«Todo el mundo, y me incluyo, lo reconoce como alguien especial. Una figura de todos los tiempos. Un hombre que es y será de todos los tiempos. Específicamente en el ajedrez, él vio desde el principio, como el propio Fidel, la necesidad de su práctica masiva.
«Visitaba los campeonatos, estaba en los «Capablanca» y desde el propio ajedrez trató siempre se impusiera su proverbial sentido de la justicia, como la anécdota que te conté ahorita, donde había, de por medio, una posible discriminación racial.
«Como ajedrecista el Che tenía preparación teórica, pues había estudiado el ajedrez desde niño. Incluso, él mismo reconoció que supo de la existencia de Cuba, a través de José Raúl Capablanca y la Olimpiada de Buenos Aires, en 1939, donde el cubano jugó en el primer tablero y lo hizo de manera brillante.
«Por eso no se conformaba con tablas arregladas, y combatía a ganar o perder, sin que se le hicieran concesiones de ninguna índole. Definitivamente, era un buen jugador de ajedrez».
-A cincuenta años de su desaparición física, ¿cómo valoras el legado del Che y su influencia en el deporte de las 64 casillas?
-«Como en todo, su legado es inmenso y se agiganta con el tiempo. Todos los pueblos del mundo reconocen su estatura moral e intelectual, y vale la pena aclarar, también la de Fidel. Las palabras del Che en Punta del Este, Uruguay, tienen una vigencia total. Desde luego que se puede hacer más, pero no debemos dejar morir la fuerza de las ideas del Che, ni en Cuba, ni en otras partes del mundo.
«Tampoco en el ajedrez, pues aunque ya tenemos grandes maestros en el juego ciencia, estoy seguro que de estar vivo, el Che desearía mucho más. Incluso ahora mismo, su ausencia se siente con nostalgia, pues muchas cosas no sucederían de estar físicamente entre nosotros».
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Fuente: Vanguardia (Santa Clara)
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por Iris de Armas Padrino
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Uno de los grandes combates librados por Ernesto Guevara de la Serna no fue precisamente con las armas en la mano en un escenario, sino contra un mal que lo aquejó desde su niñez: el asma.
En ese reto el Che salió victorioso porque esa enfermedad no le impidió practicar deportes, estudiar, combatir en condiciones muy difíciles o realizar labores productivas.
Significativa resultó la voluntad del Guerrillero Heroico ante esa dolencia, que padecía desde los dos años de edad y que pudo haber sido una limitación en su existencia.
Según una anécdota de su padre, en una oportunidad contó el temor que sentía porque el hijo practicaba el rugby, deporte muy violento y que algunos médicos le habían advertido el peligro que constituía para su vida, puesto que era posible que su corazón no resistiera tal carga.
“Traté de convencerlo para que desistiese de la práctica de ese deporte y me contestó: Viejo me gusta el rugby y aunque reviente lo voy a seguir practicando”.
El asma no fue obstáculo para que el joven Ernesto Guevara emprendiera solo un extenso recorrido por distintas provincias de Argentina, y después, en unión de su amigo Alberto Granados, por varios países de América Latina.
Tampoco resultó una limitante para que en 1956 formara parte del grupo de expedicionarios cubanos que retornó a Cuba, procedente de México, con vistas a continuar la lucha contra el régimen dictatorial imperante en la nación antillana.
Una anécdota del Che afirma que el momento de mayor peligro en su etapa como combatiente revolucionario en Cuba fue cuando la falta de aire le imposibilitó moverse del lugar donde se encontraba, en la Sierra Maestra.
“Cuando vi más cerca de mí la muerte, escribió el Che, fue en Oriente en una loma de la Sierra Maestra, yo estaba al frente de la guerrilla y hostilizaba a Sánchez Mosquera. Vos sabés que este fue uno de los hombres más feroces de aquellos que estaban al servicio del ejército de Fulgencio Batista.
“Cumpliendo una misión de atacar y retirarse, cuando quise hacerlo un tremendo ataque de asma me volteó. Viendo que no podía correr me tiré al suelo y ordené a mi gente que se dispersaran y me dejasen solo.
Tuve que repetir la orden porque nadie quería moverse, pero al final lo hicieron.
“Uno de ellos, un muchacho joven, se escondió muy cerca de donde yo estaba y sin que yo supiera esperó para ayudarme…pasaron las horas y también un par de días. Yo tenía entonces un ataque tan fuerte de asma que creí entonces morir víctima de este.
“Se me había acabado el calmante que echaba en mi vaporizador y estaba prácticamente a merced del mal”.
Como se puede apreciar, el asma devino el más temprano y sistemático de los combates que el Che tuvo que librar.
La dolencia se estrelló ante la determinación de este hombre que supo sobreponerse a esa aparente limitación y encarar la vida con decisión y realización plena.
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Fuente: Agencia Cubana de Noticias
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por Mercedes Rodríguez García
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Un hombre que en su vida dio potencial para muchas leyendas y sobre lo cual expresa su criterio el Doctor en Filosofía Pablo Guadarrama González.
Aunque naciera en Argentina el Che pertenece a la Humanidad; sin embargo, los cubanos lo hicieron suyo para siempre. Su rostro, inmortalizado por el lente de Korda, compite con el de Jesucristo y se erige como el mito más revolucionario de la historia. Su imagen, estampada en carteles, ropas y hasta perforada en la piel, deviene icono genético de los rebeldes, explotados y oprimidos del universo. Su estatua de Guerrillero Heroico encuentra sitio en los más diversos parques y plazas del mundo.
Pero existe otro Che, más humanizado, real y polémico, y sobre el cual expresa su criterio el Hijo Ilustre de la ciudad de Santa Clara, Doctor en Ciencias y Doctor en Filosofía Pablo Guadarrama González.
Profesor de Mérito de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, Guadarrama González es autor de varios libros sobre problemas de la cultura y el pensamiento filosófico latinoamericano, así como de numerosos artículos publicados en Cuba y otros países. De hecho, esta apretada síntesis curricular le otorga crédito suficiente para debatir y opinar sobre cualquier tema por muy difícil que sea.
—En carta al semanario uruguayo Marcha*, el Che decía: «El esqueleto de nuestra libertad completa está formado, falta la sustancia proteica y el ropaje: los crearemos». En este sentido, ¿cuánto le falta a la sociedad cubana?
—Permíteme primero dos anécdotas. En 2007, en un hotel de Cochabamba, me percato de que el jefe de la policía, muy indígena y viril él, además de todos los atavíos de un guardia normal, traía el rostro del Che impreso en su gorro pasamontañas. ¡Quién se iba a imaginar que 40 años después el jefe de una unidad de la policía boliviana iba a portar, con un orgullo extraordinario, la imagen de Guerrillero Heroico.
—Bueno, los tiempos cambian y las mentalidades también. ¿Le preguntaste por qué la llevaba?
—Claro. Me explicó que para él el Che era un héroe. Y es verdad.
—¿Admites al Che como un símbolo?
—El simbolismo es importante y debe tomarse en consideración, sobre todo en estos tiempos necesitados de revivir imágenes, porque no solo de ideas se vive, se vive también de imágenes, de símbolos. Y así un símbolo de la cruz ha marcado a la humanidad y una imagen puede ser para bien o para mal, porque una cruz puede ser también para el Ku Klux Klan o puede convertirse en una esvástica, depende de cómo se utilice. En el caso del Che, que es una figura tan simbólica, ha sido utilizado hasta para mercantilizarlo. Un hombre que en su vida personal dio potencial para muchas leyendas.
—¿Y como un heterodoxo...?
—El Che poseía una sólida formación filosófica, nutrida no solamente de los clásicos: Marx, Engels y Lenin, como algunos piensan. También de Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Hegel, Mao Tse Tung, Trotski, Gramsci, lo que le permitió tener una visión muy heterodoxa, muy herética, de lo que se conoce como marxismo, porque el Che es ante todo un hereje de todos los dogmas, y ante todo del dogma de la construcción de una sociedad nueva.
«Su pensamiento económico reconoce que la construcción de una sociedad nueva —llámese socialismo, comunismo, no vamos a entrar en esa discusión— requiere de una serie de ingredientes que, primero, no están en ningún libro».
—¿Che retoma algunas de las ideas del socialismo que no estaban en Marx, y sí en el teórico marxista Antonio Gramsci, por ejemplo?
—Para el Che el socialismo no es simplemente un cambio de economía, un cambio de fuerzas productivas, sino un cambio de concepción, de cultura, de ideas; es el cambio de mentalidad de las personas. O sea, el Che aspiraba a un hombre distinto para una sociedad distinta. Gramsci había dicho que el socialismo no es solo un cambio de relaciones de producción, sino también un cambio de cultura, de ideología, de formas de pensamiento. Y eso parece que el Che lo interiorizó bastante temprano. Y además, la idea de oponerse también a los determinismos históricos. Es decir, que si usted toma este algoritmo y este otro y este otro, entonces tiene que darse el socialismo y tiene que darse el comunismo. El Che era totalmente enemigo de tales criterios.
—¿Crees que el ideal del Che se haya materializado en la Cuba de hoy?
—La historia demuestra, y eso es de Marx en El capital, que hay que tratar de que lo real se aproxime a lo ideal para que lo ideal se aproxime a lo real. Nosotros asumimos una sociedad que no es ideal, pero tenemos ideales y conservamos una serie de cambios que se han ido produciendo en la sociedad cubana en medio de adversidades terribles.
—¿Optimista en relación con la Revolución Cubana?
—Cuando salgo fuera del país siempre me preguntan: ¿cómo está Cuba? Y yo digo siempre: mejorando. Por los años 90 me interrogaban: ¿y cómo está aquello? Y respondía: está muy mal, pero mejorando. Lo malo es que en algunos países latinoamericanos lo veo todo empeorando. En esa misma década nuestro optimismo pudo resquebrajarse un poco ante ciertas situaciones difíciles que atravesó la Revolución Cubana, pero había confianza. Y el Che sí tenía confianza en el pueblo, porque si algo caracterizó a Fidel fue eso, y si algo ha caracterizado a esta Revolución y a este pueblo mismo es la confianza. No solamente en Fidel, sino en sí mismo, en el pueblo mismo. Entonces, yo sí creo que la Revolución Cubana avanza.
—¿Razones?
—Tengo más de una razón para seguir siendo optimista, para seguir siendo revolucionario y seguir siendo comunista en el sentido en que algunos no profundizaron mucho sobre el concepto, y en que Marx insistía. Porque el comunismo no es un estado de cosas por implantar, es un movimiento crítico, de superación permanente de un estado de cosas. ¡Ah!, que hay problemas, sí; que hay enajenación, eso no se va a acabar nunca. Entonces yo sí creo que el ideal comunista se está realizando, y el ideal del Che se está realizando, al menos en Cuba.
—Lo que pasa es que el ser humano se enfrenta a formas históricamente enajenables y las supera para asumir otras, digo yo.
—Pero la sociedad sí avanza, y avanza con creces, y sobre todo avanza gracias a la juventud, o a nosotros que fuimos jóvenes también y en un momento determinado tuvimos que alfabetizar, cortar caña. Entonces las revoluciones son eso: la confianza en la juventud. Y yo creo que tenemos razones suficientes para confiar en los jóvenes. Si algo caracteriza a las juventudes en las sociedades capitalistas contemporáneas es la crisis existencial, la pérdida de referente, la pérdida de valores esenciales, en esperando del Mesías, un nuevo presidente con su varita mágica para resolver todos los problemas de esa sociedad, la droga, el alcoholismo, la inseguridad en los empleos...
«Yo sí creo que el Che criticaría algunas actitudes y posiciones asumidas por determinados personajes y personajillos nuestros de cada día, pero también se sentiría muy satisfecho de ver realizado en esta Revolución el humanismo práctico, asumido de Marx, que él mismo preconizó en muchas cosas, en muchos aspectos. Existen paradigmas y “paradogmas”. El Che está en Santa Clara no solo porque aquí descansan sus restos, él mismo anda diseminado por toda Cuba llena de gente buena, saludable, alegre, solidaria, humana, capaz».
—Y su imagen recorre el mundo, y no precisamente como un fantasma.
—Pero no es la imagen, es el mensaje de que sí es posible una sociedad distinta al capitalismo. Entonces yo sí me siento cada vez más optimista, pues si bien el futuro de la humanidad no deberá ser el socialismo real, tampoco debe ser el capitalismo real. Deberá ser una sociedad que supere las falencias de ambos y no solo sea más eficiente, sino sobre todo más justa y humana, es decir, más culta y más libre.
* Marcha fue un semanario uruguayo fundado el 23 de junio de 1939, y que se editó hasta el 22 de noviembre de 1974.
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Fuente: LA TECLA CON CAFÉ
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Cubarte, 2008.
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