martes, 20 de diciembre de 2011

Universidad Mendoza premió a Alberto Marino amigo de Cuba

Asunto: Universidad Mendoza premió a Alberto Marino amigo de Cuba

 

Queridos hermanos cubanos:      

 

Ha sido premiado por la Universidad Nacional de Cuyo uno de los

programas de radio que teje lazos educativos, sociales y culturales

entre universidades y organizaciones cubanas con sus pares de la

provincia de Mendoza, aquí en Argentina.    El compañero Alberto

Marino locutor, investigador, periodista y excelente ser humano

sostiene que el programa que dirige que se llama “Minga”  ha obtenido

este reconocimiento merced a la labor de todos quienes participaron

en el programa y así informaron a Marino y a sus radiooyentes.

Habría entonces que darle un segundo reconocimiento a la humildad

De la que hace gala.

Un saludo a ustedes queridos hermanos cubanos y decirles que hoy

Estoy muy orgulloso de poder exhibir a ustedes los logros de un argentino

Trabajador, comprometido, revolucionario…. Como el Che.

 

Eladio González   toto

 

Compañeros, palabra tan precisa para hacer extensivo este reconocimiento con todos los que "compartimos" esta minga.

 

Que tengamos un muy buen año,   que sigamos compartiendo.

Un fuerte abrazos     Alberto Marino

 

Minga!

 

“La minga, es una antigua tradición de trabajo colectivo,  entre los miembros de las comunidades andinas, basada en la reciprocidad.”

 

“Minga!, desde la tierra del Aconcagua, surge para comunicar, conocer,  mostrar, el caminar de nuestros pueblos, hacia nuevas comunidades”

Mar argentino desaparecidos arrojados 32 años despues Proceso genocida

Después de 32 años entregan fotos de desaparecidos arrojados al mar

Habían pasado muchos días bajo el agua, pero las uñas de sus pies seguían pintadas cuando le sacaron la foto en la playa La Floresta, de la costa uruguaya. Las piernas tenían quemaduras, marcas de torturas y una soga se ataba todavía, con cuatro vueltas, a su pie derecho.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) guardó durante 32 años ésta y otras 130 fotos de cuerpos que, de acuerdo con los informes que las acompañan, fueron encontrados entre 1976 y 1979 en distintas playas de Uruguay. La CIDH las recibió durante la inspección que hizo a la Argentina en 1979 y las archivó desde entonces en una carpeta amarilla que dice, escrito en birome, "observation in loco". Hoy, la entregará a la Justicia. Es parte de un proceso de desclasificación de documentos de esa comisión.

La carpeta tiene, además, descripciones del estado de 20 cuerpos, copia de legajos de inteligencia elaborados entonces por las autoridades uruguayas y mapas de las playas donde habrían aparecido los cadáveres.

Los funcionarios de la CIDH desconocen el origen de los documentos. Sólo saben que alguien los entregó en 1979. Suponen que pudo haber sido el ex marino uruguayo Daniel Rey Piuma, que integraba los servicios de inteligencia de la Prefectura y en 1980 huyó a Brasil llevándose archivos oficiales.

En el caso de la mujer encontrada en La Floresta, las fotos están acompañadas por un informe que dice que presenta "fractura de muñecas, como si hubiera estado colgada de ellas; quemaduras en ambas manos; derrame sanguíneo interno provocado por la rotura de vértebras" y "zona pubiana, anal y perianal destrozada con objetos punzantes". Quien lo elaboró relata: "Dos intentos míos de calificar el caso como violación y homicidio fueron descalificados". Cuenta además que el hallazgo se hizo público y que, como consecuencia de "el cuerpo muy cuidado y las uñas pintadas", se tejieron "versiones novelescas" sobre que "la occisa frecuentaba lugares nocturnos y estaba vinculada a una banda de narcotraficantes".

En otros casos, relata que se pretendió hacer pasar las muertes como consecuencias de "orgías de alta mar" y "motines a bordo".

En la CIDH no saben si los cuerpos son de desaparecidos de la ESMA, pero creen que es posible. Casi todos tienen marcas de torturas y ataduras. Y algunos aparecieron con billetes y monedas argentinas.

La carpeta se adjuntará a la causa de los llamados "vuelos de la muerte", en los que desaparecidos fueron arrojados al mar durante la última dictadura. Es parte de la megacausa por los crímenes de la ESMA. La instruye el juez Sergio Torres, que fue quien pidió abrir los archivos.

El secretario ejecutivo de la CIDH, Santiago Cantón, viajó a la Argentina para entregarle la carpeta a Torres. "Estos documentos pueden servirle para identificar a personas -dijo Cantón en una entrevista con LA NACION-, pero además muestran la existencia de las torturas, las violaciones, las ataduras. Hasta ahora, las pruebas que había de los vuelos de la muerte eran todas testimoniales. Estas son clave por la inmediatez; son de aquel momento."

Los documentos que hoy recibirá Torres no son los primeros que le entrega la CIDH. Este año, el juez viajó a Washington y revisó 60 cajas con legajos sobre denuncias recibidas por la Comisión durante la última dictadura. Gran parte de ese material (el vinculado a la ESMA) fue escaneado y ya forma parte del expediente.

Para preservar a los denunciantes, la CIDH guardaba con estricta reserva todos los documentos de su visita a la Argentina, pero ahora el criterio cambió. Cantón explicó que se debe al tiempo transcurrido, la democracia en la Argentina y la firme determinación de la Comisión de colaborar con las causas de derechos humanos. "Estamos analizando abrir muchos más documentos", anunció Cantón.

Los vuelos de la muerte

La causa. El juez federal Sergio Torres investiga los llamados "vuelos de la muerte" como parte de la megacausa por los crímenes cometidos en la ESMA.

Los acusados. Siete acusados están procesados: cinco son pilotos; uno, abogado, y otro un técnico aeronáutico que confesó a civiles haber tirado a gente al mar.

Las nuevas pruebas. La CIDH entregará hoy a Torres fotos y documentos que serían de desaparecidos arrojados al mar y hallados en playas uruguayas.

Su valor . Las pruebas son clave porque son de aquel momento y muestran cuerpos torturados y atados. Es posible que permita identificar a desaparecidos.

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Lecto escritura maestro negro maestro niño Cuba alfabetizada mundo asombrado tarea magna polit5

3 de Diciembre del 2011      Casi al cumplirse 50 años de que Cuba repartiera entre todos la luz de la enseñanza, publicamos algunos de los textos ganadores en nuestro concurso Historias de la Alfabetización, en el que participaron más de 300 trabajos

Purito

Llegué a mi barrio con los días que se nos daban a los brigadistas «Conrado Benítez» para la incorporación a la zona donde seríamos ubicados. Allí en Dragones, San Dumas, Holguín, lugar donde nací, la asesora técnica, doctora Francisca Periche estaba al tanto de la distribución de los brigadistas.

Como yo estaría ahí nueve días y conocía la zona, ella me escoge para que la ayude a distribuir a mis compañeros. Mi familia, racista, era de las que había solicitado un brigadista. Yo había hecho tremenda química —nos adorábamos— con aquel negrito de Caibarién, Las Villas, que se hizo mi hermano negro. Tenía 14 años, yo 11. Entonces, como mi tía blanca vivía un poco bien, le pedí a la doctora Periche ubicarlo ahí. Llena de alegría, le di un beso a mi tía y le entregamos a Purito (así le decía yo). Él se llamaba Puro Font Soto. Educado por excelencia, cariñoso, caritativo, cortés, ese era mi Purito.

Mas de pronto, aquella señora de piel blanca y alma negra, me dijo: «¡Yo pedí un brigadista, no un negro!», en tono descompuesto.

De los grandes ojos de Purito salieron dos enormes lágrimas que rodaron por su cara de niño, y ante aquella penosa, triste situación, mi corazón de niña se sintió acorralado. Pero reaccioné y abracé a mi hermano negro y entre llanto, abrazos, lágrimas de niños, solo la doctora trató de animarnos… Salté como una leona herida y le dije a esa señora blanca, blanquísima, que creía que era mi tía buena: ya no soy su sobrina y soy yo quien no permite dejar a Purito en tan malas manos.

Para mi asombro y mi gran alegría los suegros de la hija de esa tía de corazón negro, que eran asturianos, dos bellos gallegos —Ana Cárdenas y Domingo Nogueira—, dijeron a coro: ¡«Vamos, hijos; no lloréis más “recoño”, sígannos»!; y yo muy risueña le dije a la hermana de mi padre: en este instante usted perdió a una sobrina.

Me amenazó con dar las quejas a mi padre, pero no hubo tiempo: me fui para el Segundo Frente. Ah, dos días antes de irme llegaron los padres de Purito, personas de nivel, llenos de amor, con el alma más blanca que la piel de mi tía.

Él estaba trabajando con Domingo en el campo, y Ana fue a llamarlo, pero su madre llorosa y con voz pausada le dijo: «Espere, vinimos a hablar con usted. Nuestro hijo es lo único y más grande que tenemos, pero él está aquí porque se acercan momentos tristes y no podemos lastimarlo. El cardiólogo le da de vida hasta su desarrollo, ya que su corazón no le cabe en la capacidad».

Yo empecé a desplomarme y solo por mis ojos desfilaba la imagen de mi indolente tía.

Él regresó. Sus padres, Ana, Domingo y yo nos abrazamos. El último abrazo y el último adiós.

Al terminar la Campaña vinimos a reunirnos con Fidel. No nos vimos; y a los ocho meses de terminar la Campaña le avisaron a Domingo, Ana, a mí y a muchos de los que lo queríamos: se acabó todo en la vida de Purito. Falleció y yo jamás le dirigí una mirada a alguien que tal vez ayudó a que se nos fuera.

Hace 50 años de esa historia y nunca he podido dejar de llorar cuando lo hago. Yo voy a amar a ese hermano hasta que pueda acompañarlo… (Nancy Ricardo Tamayo, Gran Premio, El Cotorro, La Habana)

El cosmonauta

De boca en boca corría la noticia: «La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ha logrado con éxito enviar un hombre al espacio, fuera de la Tierra, al cosmos, y regresarlo vivo y sano»…

Yo miraba al cielo infinito y la emoción —como ahora— no me dejaba retener las lágrimas.

Algunos campesinos, aunque pobres y aún analfabetos, habían podido comprar radios que funcionaban con baterías, gracias a la Revolución triunfante sobre el aislamiento, la ignorancia y la pobreza que habían matado silenciosamente a tantos cubanos.

Por la tarde de ese día, oscureciendo, llegué con el farol, las cartillas de alfabetizar y el amor —que tanta falta hace para un feliz aprendizaje—, al bohío de Valiente y su familia. Me esperaban muy ansiosos…

—¡Maestro, dígame por qué hueco allá arriba pasó el dichoso cohete pa’l otro la’o! Compay, yo miro y miro y no lo veo… señalaba con el índice al cielo esperando mi posible respuesta, hambrientos por saber.

Les dije que era la primera vez de tal proeza.

La Tierra fue una toronja (allá, un grifo); el cohete, un mocho de lápiz; la imaginación, de un gitano de Lorca, pero de trece años... Y aprendí desde entonces que la paciencia era una herramienta de trabajo eficaz. Aprendieron.

Desde aquel día —con orgullo no disimulado— perdí mi nombre, porque todos empezaron a llamarme «Gagarín» (con acento). (José Antonio López Oliva, Primer Lugar, Santiago de Cuba)

Quiero alfabetizar con mi hija

Llega Olguita muy contenta a su casa y mostrando un papel le dice a su mamá: —Mira, mami, ya me dieron la planilla para integrar la brigada Conrado Benítez, para alfabetizar. Solo falta que tú y papi la firmen dando su consentimiento.

—¿Y tu curso, tu carrera, tus clases? —pregunta preocupada Olga, su madre.

—Con eso no hay problema. La escuela se cierra el año que dure la Campaña y todos nos vamos a alfabetizar —responde alegre la muchacha.

—¿Y adónde van a alfabetizar? —interroga nuevamente la madre.

—Pues al campo, adonde me manden, a cualquier lugar de Cuba, adonde haga falta —contesta Olguita.

—¿«Al monte, adonde haga falta, a cualquier lugar de Cuba»…? ¿Tú estás loca? ¡De aquí no sales! Mañana mismo voy a la escuela para averiguar cómo es eso.

—Puedes ir. Ve y habla con la doctora Angulo. Ella es la profesora que atiende mi grupo.

Al otro día:

—Bueno, la doctora Angulo me convenció, pero tengo una idea.

—¿Qué se te ocurrió ahora, mami?

—Me enteré que las federadas también se integran a esta Campaña y voy ahora mismo al municipio de la FMC para ofrecerme como alfabetizadora y así poder acompañarte.

Al rato regresó Olga decepcionada y triste.

—En el municipio dicen que puedo incorporarme a la Campaña, pero no me garantizan que pueda ir contigo, que debo ir adonde me designen.

—Bueno, mami, desiste. Ya verás que no me pasará nada.

—¿Desistir? Ni muerta. Ahora mismo le escribo a Armando Hart y le digo que quiero alfabetizar con mi hija.

—Ahora sí que te volviste loca. No pierdas el tiempo, que no te harán caso.

—Oye, niña, estamos en Revolución y aquí se escucha a todo el mundo…

Bueno, pues no solo respondió sino que se manifestó encantado de que una madre acompañara a su hija en tan noble tarea. Además, junto a la carta llegó el carné de brigadista Conrado Benítez.

—¿Ya ves, hija, que mi insistencia dio buenos resultados? Voy a alfabetizar contigo y autorizada por el Ministro de Educación.

Medre e hija alfabetizaron en el batey San Pablo, de la cooperativa Carlos Manuel de Céspedes. A la madre le tocó el mérito de alfabetizar a un campesino catalogado como reaccionario, y que se negaba a aprender por ser esta una tarea de la Revolución. Olga, con su carisma, se hizo amiga de este hombre y su esposa, lo convenció y alfabetizó. Resultó un alumno muy inteligente que aprendió rápido y que al final se sintió feliz y agradecido. (Olga Caro Zayas Bazán, Florida, Camagüey).

Brujito

La Campaña de Alfabetización movilizó hacia todos los rincones del país a millares de jóvenes dispuestos a llevar la luz de la enseñanza a cada ciudadano que la necesitara —y que fueron muchos—, sobre todo en campos, bateyes y montañas, heredados de un pasado colonial de explotación.

La inmensa mayoría de los estudiantes, con nivel desde secundaria hasta universitarios, se sumaron a esta gran batalla, a la cual se unieron también trabajadores, amas de casa y todo el que tuviera disposición de hacerlo.

Caridad Ibáñez estuvo dentro de los alfabetizadores, pero debido al cuidado de sus dos pequeños hijos se le imposibilitó realizar la labor fuera de su casa. Fue entonces que los coordinadores de su municipio le asignaron a tres analfabetos que irían adonde ella en los horarios acordados para, a través de la cartilla, enseñarles hasta donde fuese posible.

Uno de ellos, «El Brujito», que no reconocía hasta ese momento ni una letra ni un número, recibió de Caridad con la mayor paciencia, día tras día, las explicaciones del método de enseñanza. Pero al Brujito lo que más le había interesado en su corta existencia eran las peleas de gallos y «kíkiris». No era extraño verlo deambular por vallas, gallerías y patios de los galleros. Conocía las razas, sabía tusarlos y prepararlos, ponerles espuelas y demás.

Él no tenía dinero para jugarle a un gallo —algo que por aquella época no estaba prohibido—, pero siempre sus amigos galleros le regalaban unos pesos, sobre todo cuando ganaban. Eso sí que lo sabía contar, pero en cuanto a lectura y escritura no avanzaba casi nada.

Transcurrían los meses de la Campaña y un día llegaron dos inspectores a la casa de Caridad en el horario de enseñanza, para comprobar el avance de la alfabetización de sus tres alumnos.

Después de la presentación y el saludo, uno de ellos saca un libro de zoología con láminas de animales y le muestra a Brujito la hoja donde aparece un erizo de mar con su puntiagudo y redondeado cuerpo. Como pie de foto las palabras «Erizo de mar», y más abajo una explicación con las características del animalito.

Señala con su dedo y le pregunta al Brujito, qué decía en el pie de foto. El brujito lo mira atentamente y dándole un tono de lectura dice: «G U A N Á B A N A».

A 50 años de la exitosa campaña, todavía en este territorio se recuerda la humorística anécdota… pero, finalmente, el Brujito aprendió muchas cosas que le han servido en su vida posterior, que hoy está llegando a los 70 años. Es un jubilado honrado, serio y decente, aunque todavía le gustan los gallos. Lamentablemente Caridad nos dejó recientemente debido a una repentina enfermedad. Sirva esta crónica como un sencillo homenaje para ella, que concluyó siendo una excelente economista. (Nicasio Vázquez González, Corralillo, Villa Clara)

Una jiguanicera en Girón

Me encontraba como alfabetizadora piloto en Girón el domingo 16 de abril de 1961. Fidel, al despedir el duelo de los caídos en los bombardeos a los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños, declaró a Cuba Socialista. Alfabetizadores, milicianos y pobladores apoyamos esa declaración y dimos un acto con vivas a la Revolución y diciendo consignas.

Al terminar el acto me fui para El Helechal, donde enseñaba, y a medianoche sentimos los cañones. Creíamos que era la milicia practicando, pues estábamos a ocho kilómetros de la playa, pero por la madrugada nos mandaron a salir porque venían refuerzos. El señor de la casa se asomó por un agujero, pues la casa era un «varaentierra», y dijo en voz baja: «son unos “guaravetiaos”» (por los uniformes).

Salimos para ver qué pasaba y allí nos reunimos varias personas. Al amanecer comenzaron a pasar aviones con la inscripción FAR, una estrella y una raya azul. Empezamos a dar vivas pues creíamos que eran nuestros. Tiraron paracaídas (que solo los había visto en películas), unos con soldados y otros con cajas: conté hasta 95.

Rápidamente nos dimos cuenta de que algo extraño estaba pasando. Un campesino buscó un radio de pilas y al encenderlo nos asombró que solo decía: «Arriba, mis verdes. Ya estamos venciendo. Ya Oriente es nuestro; faltan La Habana y “el barbudo”».

Se hicieron trincheras con sacos de tierra a la orilla del terraplén para apoyar a las milicias. En eso vimos unos tanques y dimos vivas a la Revolución y a Fidel; pero cuando uno se acercó, nos dimos cuenta de que traían la raya azul. Enfilaron el cañón hacia arriba y dispararon. Emprendimos carrera por todos aquellos dientes de perro hasta llegar a unas casimbas.

El 18 por la mañana los aviones volaban tan bajo que casi topaban las copas de los árboles. Uno de ellos (con la raya azul) pasó envuelto en llamas. Creíamos que nos caería encima, pero lloramos de alegría porque sabíamos que era del enemigo. Otros dos ametrallaron tan bajito que las ramas de los árboles cayeron sobre nosotros. Yo empecé a gritar: ¡«Ay, me mataron, me mataron; soy de Jiguaní, entiérrenme allá!». Un campesino me dijo: «Maestra, los muertos no hablan», y se rieron de mi alboroto, pues me había caído un palo en la espalda.

El 19 por la tarde se sintió una explosión que hasta las piedras temblaron. Un viejo dijo: «Eso es un barco grande que se hundió; esa explosión es en el mar». Toda la noche del 19 sentimos ruidos de mercenarios corriendo por entre aquellos dientes de perro. Permanecimos en silencio pues traían armas y allí había muchos niños. Teníamos que estar bocabajo por los bombardeos, sin comer, solamente tomando agua salobre. Apareció una jutía y se les asó a los niños. Al amanecer del 20 me di cuenta que los cangrejos me habían despedazado la camisa de milicia y mis senos estaban sangrando.

Qué sorpresa cuando se puso el radio bajito y escuchamos la emisora Radio Progreso dando el parte del Comandante en Jefe, diciendo que la invasión había sido derrotada, mientras como fondo se escuchaba la marcha de un himno. Nos abrazamos llorando y diciendo: «Fidel, sabíamos que no nos ibas a abandonar». (Bella Nieve Ledea Brizuela, Jiguaní, Granma)

Tú eres mi hijo

Transcurrían aproximadamente los últimos días de mayo de 1961, cuando una vez concluida nuestra preparación como alfabetizadores Conrado Benítez, en el campamento Granma, en Varadero, nos presentamos ante la maestra en la zona de Guajimico, en Cienfuegos. Éramos seis u ocho alfabetizadores, todos acompañados por sus madres con excepción mía, que no

recuerdo por qué estaba solo en esos momentos. Comenzó entonces el recorrido a pie para la distribución por las casas de los campesinos. Cuando llegábamos a alguna vivienda que tenía techo de tejas, las madres hacían la fuerza por dejar a sus hijos allí, buscando mejores condiciones para su estancia.

Luego de haber ubicado uno o dos alfabetizadores, al vencer el recodo del camino, en una pequeña elevación, había un bohío, y en su puerta un campesino negro como el azabache que, con sombrero en mano, de forma afable, saludó y le preguntó a la maestra cuál era su alfabetizador. En ese instante una de las madres dijo en alta voz: ¡En casa de ese negro mi hijo no se queda! Debo aclarar que la Revolución estaba recién triunfada y que la discriminación racial era enorme. Con los años esta madre fue una excelente revolucionaria y por méritos propios alcanzó la condición de militante del Partido Comunista de Cuba.

Cuando ella hizo esta exclamación se produjo un silencio. Yo, por pena, le dije a la maestra que me quedaba allí. Al oír esto el campesino corrió hacia mí y me cargó. Yo tenía entonces 13 años, era delgado y rubio, y me dijo al oído: «Tú no eres mi maestro, eres mi hijo».

Resultó pues, que la casa, de una familia negra y un bohío con techo de guano y paredes de tabla de palma, permanecía muy limpia, pues la esposa del campesino era muy pulcra y una excelente cocinera.

En muchas ocasiones mis compañeros brigadistas ubicados en las casas cercanas recibieron una cordial atención de aquella familia, incluyendo alimentación, pues ellos no la estaban pasando bien. Y sus padres se vieron obligados a visitarnos y mostrarles gratitud por la actitud de ellos con sus hijos.

Es una lástima que por la poca edad que teníamos en esos momentos no pudiéramos aquilatar esa enseñanza que nos dieron. Con el paso de los años comprendí que los enseñamos a leer y a escribir pero ellos, en pago, nos dieron lecciones de bondad, humildad, honradez y amor al trabajo, cuestiones básicas que nos marcaron por siempre y nos hicieron más revolucionarios. Si hoy somos algo en la vida, a ellos también se los debemos. (José Ramón Cabrera Gallo, Primer Lugar, Matanzas)

Enlace al artículo en Juventud Rebelde:
http://www.juventudrebelde.cu//2011-12-03/la-campana-del-siglo/

 

20 DE DICIEMBRE - HOMENAJE AL Dr. RAMÓN CARRILLO ag1

 





HOMENAJE AL Dr. RAMÓN CARRILLO

1956 - 20 de diciembre - 2011

55º aniversario de su fallecimiento



Así se expresaba en la última carta enviada a su amigo, el periodista Segundo Ponzio Godoy:


"Mi querido Ponzio:

Yo no sé cuánto tiempo más voy a vivir, posiblemente poco, salvo un milagro. También puedo quedar inutilizado y sólo vivir algo más. Ahora estoy con todas mis facultades mentales claras y lúcidas y quiero nombrarte el albacea de mi buen nombre y honor. Quiero que no dudes de mi honradez, pues puedes poner las manos en el fuego por mí. He vivido galgueando y si examinas mi declaración de bienes y mi presentación a la Comisión Investigadora, encontrarás la clave de muchas cosas. Vos mismo intuiste con certeza lo que pasaba en mí y me ofreciste unos pesos. Por pudor siempre oculté mis angustias económicas, pero nunca recurrí a ningún procedimiento ilícito, que estaba a mi alcance y no lo hice por congénita configuración moral y mental. Eran cosas que mi espíritu no podía superar.

Ahora vivo en la mayor pobreza, mayor de la que nadie puede imaginar, y sobrevivo gracias a la caridad de un amigo. Por orgullo no puedo exhibir mi miseria a nadie, ni a mi familia, pero sí a un hermano como vos, que quizás (conociéndome) puedas comprenderme.

No tengo la certeza de que algún día alcance a defenderme solo, pero en todo caso si yo desaparezco, queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé mi vida.

Esta obra debe ser reconocida y yo no puedo pasar a la historia como un malversador y ladrón de nafta. Mis ex colaboradores conocen la verdad y la severidad con que manejé las cosas dentro de un tremendo mundo de angustias e infamias. Ellos pueden ayudarte.

Mi capacidad de trabajo está muy reducida; vivo como médico rural en una aldea. Ahora de nuevo me quedé sin puesto, pues la Compañía donde actuaba levantó campamento. A mí, poco a poco, se me han cerrado las puertas y no pasa un día que no reciba un golpe. Poco a poco mi organismo ha comenzado a desintegrarse definitivamente. He aceptado todo con la resignación que me es característica. No tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino.

El tiempo y solo el implacable tiempo, dirá si tuve razón o no al escribirte esta carta, ya que en el horizonte de mis afectos, no veo a nadie más capaz que vos de tomar esta tarea cuando llegue el momento, que llegará, cuando las pasiones encuentren su justo nivel.

Belém do Pará, 6 de septiembre de 1956.

Ramón"

 

CASA HISTÓRICA

EN LA QUE FALLECIERA EL Dr. RAMÓN CARRILLO
(Belém do Pará, Brasil)

 


 

La Fundación "Dr. RAMÓN CARRILLO" agradece con honda emoción las fotografías que nos han enviado desde Belém, Brasil.

FUNDACIÓN Dr. RAMÓN CARRILLO


Prof. Lic. Teresita Carrillo, presidente.
Prof. María Cristina Carrillo, vicepresidente.

French 3036, Buenos Aires (1425), República Argentina
Tel.: (54 11) 4826-5715
Tel./Fax: *(54 11) 4306-7314
fundacion.ramoncarrillo@gmail.com

 

 

Argentinazo echó a De la Rúa costo 39 muertos

http://www.laarena.com.ar/opinion-el_argentinazo_echo_a_de_la_rua_al_costo_de_39_muertos-68831-111.html 

A DIEZ AÑOS DEL SUCESO, NO HAY RESPONSABLES CONDENADOS

El Argentinazo echó a De la Rúa al costo de 39 muertos 

Fueron hechos históricos los del 19 y 20 de diciembre de 2001. Impactaron sobre la sociedad y la política, promoviendo cambios. La justicia aplazada: recién a mediados de 2012 juzgará a pocos responsables de tanta muerte.

EMILIO MARÍN

 

Los argentinos suelen ser exagerados. Es frecuente que le peguen la etiqueta de “histórico” a algo y digan que marcó un antes y un después. Generalmente el suceso era extraordinario, apenas sobresalía de lo normal.

En cambio lo que ocurrió el 19 y 20 de diciembre se ganó con creces ese calificativo. Como otros de esa índole, no brotó terminado de un día para el otro. No fueron un rayo en una noche absolutamente pacífica. El Argentinazo de 2001 tuvo una rica acumulación de bronca por muertes, desempleo e injusticias. Hubo muchos borradores de luchas que por fin se pasaron en limpio. Fue un salto cualitativo de rebeliones inferiores que de golpe se hicieron una superlativa. Se puede decir que la gran pueblada argentina no nació ese día; tuvo muchas pariciones, con dolor, como la aparición del movimiento piquetero cortando rutas en Cutral-Co, Plaza Huincul, General Mosconi y Tartagal, poniéndole el pecho a las balas policiales y de Gendarmería.

Como todo movimiento popular, aquél tuvo en el momento justo una amplia participación social. Walter Isaía y Manuel Barrientos, que editaron “Los autores de 2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina”, declararon: “fue un momento de una movilización social impresionantemente masiva, inorgánica, sin banderas. Una de las primeras veces que nuestra generación, nacida durante la dictadura, crecida en el alfonsinismo y el menemismo, veía y vivía algo así”.

Cabría subrayar esa referencia a lo inorgánico y sin banderas, porque allí está una de las explicaciones de que el movimiento empezara a decaer, dos o tres años más tarde. Sobre la masividad, Martín Azcurra afirma en Marcha Digital que el día 19 salieron a la calle 800.000 personas en la Capital Federal, en un radio de 600 manzanas. Y que hasta la mañana del 20 siguieron resistiendo unas 30.000 personas, que se convirtieron en 150.00 a lo largo de la jornada, a pesar del Estado de Sitio y la represión policial.

Ciertas o no esas cifras, hubo una notable participación popular en las calles. La represión terminó potenciándola.

¿De dónde salía tanta gente? Fernando de la Rúa fue un maestro en eso de unificar a multitudes en su contra. A pocos días de asumir el gobierno en 1999 había dado orden de reprimir a la Gendarmería sobre el puente que une Corrientes y Resistencia, con el saldo de dos muertos. Luego, en economía, fue aplicando ajuste tras ajuste, subordinándose a los paquetes decididos por el FMI, con “blindaje” y “megacanje”. Eso recortó salarios y jubilaciones, amén de tijeretazos impiadosos en las partidas sociales. El balbinista de derecha terminó de poner el moño a tanto modelo neliberal con un “corralito bancario” que permitió a los bancos pisar los depósitos y ahorros. Fue la última gota de combustible para un país incendiado.

 

El estallido

Como reflejo del odio que crecía en la población contra el gobierno y la “clase política” en general, en las elecciones parlamentarias de octubre de 2001, un 25 por ciento usó el “voto bronca”. Esa forma de votar se ubicó en el segundo lugar de las preferencias en muchos distritos.

La llegada de Domingo Cavallo a Economía desquició la política del oficialismo. En los papeles se puede diferenciar sin dificultades lo que es una dictadura militar de un gobierno peronista y otro radical. Pero a esa altura del 2001 todo parecía igual: Cavallo había sido presidente del Banco Central con el proceso militar, canciller y ministro de la convertibilidad de Carlos Menem, y finalmente superministro del súper ajuste de la Alianza.

Los argentinos tropezaban tres veces con la misma piedra de la Fundación Mediterránea y Arcor. La tercera fue la vencida. Luego de una oportuna partida a dar charlas al exterior y ganar buena plata dando clases sobre qué hacer con la economía, “Mingo” volvió destruido a su piso de avenida Libertador. Estaba tan piltrafa como los países del Primer Mundo a los que “bajó línea” en sus universidades, fundaciones y centrales empresarias.

Laura Capriata reporteó a De la Rúa (“La Nación”, 18/12) y le preguntó si estaba arrepentido de haber nombrado al mediterráneo. “No, para nada. Venía pedido por la gente, por mi partido, por Chacho. Todo el mundo quería que se fuera López Murphy. Y yo ya le había ofrecido el cargo a un montón y nadie aceptaba”, fue su respuesta.

El plomo policial hizo la otra parte de la indignada protesta. Respecto al Estado de Sitio, el ex presidente explicó en esa nota que él no lo quería pero que lo convencieron el ministro del Interior Ramón Mestre y el jefe de gabinete Chrystian Colombo.

¿Cuántas personas murieron? Capriata dice “más de 30”, Azcurra afirma que “en apenas 24 horas se produjeron 38 muertos y más de 4.500 detenidos en todo el país”. Otras crónicas elevan la cifra a 39 fallecidos. La mayoría de esos crímenes fueron por balas policiales y de custodios policiales y militares retirados de entidades bancarias (HBSC de Avenida de Mayo), etc.

De la Rúa, en el reportaje citado, tiene el cinismo de seguir poniendo en duda la cantidad de fallecidos y defendiendo a la institución policial. “En la causa figuran cinco muertos en Plaza de Mayo, pero murieron en los alrededores, y no está probado que fuera por responsabilidad policial”, declaró.

En Santa Fe fueron ultimados 9 personas por la policía de Carlos Reutemann y en Córdoba un niño, David Moreno, por la de José M. De la Sota. Las balas no fueron de un calibre radical sino bipartidista…

Justo cuando la caldera estaba a punto de estallar, la centroizquierda del FRENAPO, Lilita Carrió incluida, juntaba votos para una propuesta contra la pobreza. La votación culminó el 17 de diciembre y dijeron juntar 3 millones de votos. Cuarenta y ocho horas más tarde, varias decenas de miles votaban con los pies y tiraron piedras. Fueron más efectivos.

 

Frutos y límites

Está a la vista que no se fueron todos, como clamaban tantas gargantas y puños levantados en esas barricadas y escraches de 2001. Pero varios debieron jubilarse y los que perduraron, como la momia que en vida se llamaba Carlos Menem, son una sombra de lo que fueron. Cavallo, De la Rúa, María Julia Alsogaray, Ricardo López Murphy, José Luis Machinea y otros políticos de actuación en esos años, fueron empujados al retiro. Otros como Duhalde cayeron en el ridículo.

Eso también se le debe a los sucesos de ese diciembre. Sus protagonistas votaron con hechos una renovación política y en ese sentido el kirchnerismo sería un subproducto de la rebelión. Se benefició con ese movimiento que echó a los más desprestigiados y dio espacio a cambios políticos y sociales, en la Justicia, los medios de comunicación, etc.

“Piquetes y cacerolas la lucha es una sola” se oía en esas noches de interminables asambleas barriales y demandas de quienes parecían asaltar el cielo con sus cacerolas. Estas también sonaron en 2002 en Río Gallegos y no tuvieron precisamente buena acogida en el gobernador Kirchner. Pero a partir de 2003, esta historia argentina casquivana y sorprendente, ofreció al santacruceño la posibilidad de encabezar un gobierno que en varios tópicos cortó con lo anterior. Fue así, aunque viniera apadrinado por “el Padrino”, dinera Cristina Fernández en el teatro de La Plata en 2005.

Finalizado el corralito, los piquetes fueron por un lado y las cacerolas por el otro. Los monopolios Techint y Clarín se favorecieron por la pesificación asimétrica impulsada por De Mendiguren, el ministro de la Producción duhaldista. Hoy el “Vasco” preside la UIA y goza de la simpatía de la presidenta. En cambio Clarín está en la furiosa oposición y Paolo Rocca no tanto, va y viene como el dinero y la política.

No hubo revolución, pero eso no autoriza a la lapidaria expresión que alguna vez tuvo el excelente periodista que es Eduardo Aliverti: “no se tomó el poder ni en la verdulería del barrio”. Hubo frutos importantes como las 250 fábricas recuperadas con 20.000 obreros, con las emblemáticas Fasinpat (ex Zanón), el BAUEN Hotel y la Clínica Junín.

Duele sí que recién en junio de 2012 comience el juicio por las cinco muertes y los 177 lesionados de la Capital. El TOF 6 de Rodrigo Giménez Uriburu, Miguel Pons y José Martínez Sobrino juzgará al comisario Orlando Oliverio por la muerte de Márquez, al teniente coronel retirado Jorge Varando por la de Benedetto, y a otros policías.

Sobreseído por Claudio Bonadío, De la Rúa no estará en el banquillo de los acusados.  Esa es la mala noticia. Igual de mala que los bancos, los que debieron blindarse ante los golpes de martillo de los ahorristas, ahora ganen fortunas y fuguen miles de millones de dólares al extranjero.

 

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Che Guevara batalla de Ayacucho Mariscal Sucre Bolivar San Martín

De: Casa Nuestra America [mailto:casanuestraamerica@gmail.com]
Enviado el: Martes, 20 de Diciembre de 2011

Asunto: Aniversario de la batalla de Ayacucho

En la mañana del 9 de diciembre de 1824, en la pampa de Ayacucho ("Rincón de los Muertos" en lengua quechua), no solo dos ejércitos están desplegados y prestos a enfrentarse, sino también dos proyectos políticos: uno colonialista y despótico, elitista y oscurantista, conservador y reaccionario; el otro patriótico, popular, liberador y revolucionario.

   El dïa 6 de diciembre llega a Ayacucho, cercanías del pueblo de Quinua, el Ejército Unido al mando del General Antonio José de Sucre, a quien días antes Simón Bolivar le había escrito: "...Expóngase usted, General, a todas las contingencias de una batalla, antes que a los peligros de una retirada".

   El ejército realista arriba al lugar el día 8 comandado por el Virrey de La Serna y el Gral. José de Canterac, quienes cuentan con una fuerza de 9.310 oficiales y soldados y 11 piezas de artillería. Toman posición en las faldas de las alturas del Condorcanqui, frente a la línea formada por Sucre, respecto de quienes al observar los uniformes sin el brillo de los escuadrones realistas, un general español expresó: "¨¡Parecen monjes!¡No podemos perder contra esas tropas!

   "Esas tropas" estan conformadas por venezolanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, también chilenos y argentinos (lo que resta del Regimiento de Granaderos y del Ejército de los Andes), y suman 5.780 efectivos y una sola pieza de artillería. Desde un punto llamado Sabaneta, Sucre despliega con "esas tropas" su dispositivo de combate: cuatro batallones en el ala derecha (el "Bogotá", "Voltígeros", "Pichincha" y "Caracas") al mando del Gral. José María Córdova (1); otros cuatro en el ala izquierda (el "Primero", "Segundo", "Tercero" y la "Legión Peruana") al mando del Gral. José Domingo La Mar (2); en el centro dos regimientos de caballería (los "Granaderos y los "Húsares de Junín") al mando del Gral. Guillermo Miller (3) y la reserva de tres batallones ("Rifles", "Vargas" y "Vencedores") al mando del Gral. Juan Jacinto Lara (4), más la única pieza de artillería.

   Sucre recorre las filas de soldados diciéndoles: "De los esfuerzos de este día depende la suerte de la América del Sur. Este será un día de gloria que coronará nuestra constancia. Soldados! viva el Libertador!, viva Bolivar, el salvador del Perú!, y al iniciar los realistas el ataque a las fuerzas patriotas, confiados en su superioridad numérica, Córdova ordena la carga a la voz de: "¡Soldados, yo no quiero medios para escapar y sólo conservo mi espada para vencer! ¡División! ¡De frente! ¡Armas a discresión y a paso de vencedores!. En todo caso menos homérica fue la arenga del llanero Lara: "¡Zambos del carajo! ¡Al frente estän los godos puñeteros! ¡El que manda la batalla es Antonio José de Sucre, que como ustedes saben, no es ningún cabrón! Conque así, apretarse los cojones ...¡y a ellos!". 

   No se trata aquí de reseñar los permenores del combate, acción militar final de la Campaña Libertadora del Perú, y por ello mismo, la gran batalla final por la independencia de los pueblos sudamericanos del colonialismo español. La victoria fue toda para las tropas americanas, y como dice el parte oficial, para los realistas "la derrota fue completa y absoluta". La Mar persiguó a los vencidos por profundas y escabrosas cañadas; Córdova con sus batallones trepó las faldas del Condorcanqui e hizo prisionero al Virrey de La Serna; Lara marchó por el centro y la caballería de Miller continuó la persecusión a los españoles, quienes se vieron cortados en todas direcciones.

   Miller en sus "Memorias del General Miller, al servicio de la República del Perú", nos dice de Sucre: "...expuesto durante toda la acción a todos los peligros, porque se halló donde quiera que su presencia fue necesaria. hizo pruebas de la mayor sangre fría, su ejemplo produjo el mejor efecto"; en tanto de Córdova, quien destruyó la mayor parte del ejército monárquico y fue ascendido a a Gral. de División en el campo de batalla, expresa:"...el heroismo de Córdova fue la admiración de todo el mundo".

   En el poblado de Quinua, Sucre ofreció a los vencidos una capitulación que nos habla de su concepción ética, humanista, de la lucha emprendida: "...es digno de la generosidad americana conceder algunos honores a soldados que han permanecido y vencido catorce años en el Perú". Capitulación firmada por Canterac, que en sí misma es "una muestra de su visión política revolucionaria: hizo firmar la retirada total de los españoles  y la entrega de todo el territorio hasta el Desaguadero, además de ofrecer a las tropas que pasaran a servir en el Ejército de la Gran Colombia. Pese a capturar 16 generales, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales y toda la tropa, además de once piezas de artillería, todo el parque y las provisiones, hizo gala de generosidad: incluyó una cláusula que prohibía expresamente la persecusión política e ideológica a los españoles que quisieran permanecer en América" (5)-

   Entendemos pertinente detenernos aquí, aunque brevemente, en la personalidad de Antonio José de Sucre, llamado también el "Gran Mariscal de Ayacucho", dado que fue promovido con tal investidura en razón de dicha batalla. Había nacido en Cumaná, Venezuela, el día 3 de febrero de 1795, es decir, contaba con solo 29 años al momento de Ayacucho, y por ello, parte de una pléyade de jóvenes patriotas y revolucionarios que mayoritariamente integraban su Estado Mayor (Córdova tenía 25 años, Miller 29, Silva 32, Suárez 34)- Hizo estudios de matemáticas y fortificaciones en la Escuela de Ingenieros de Caracas hacia 1808; vuelve del exilio en Trinidad en 1813, y ya en 1817 es nombrado Coronel por Bolivar; en 1821 es Jefe del Ejército del Sur de la Nueva Granada y combate en las batallas de Río Bamba, Pichincha y Junín. En 1825, luego de Ayacucho, ocupa el Alto Perú y derrota la Gral. Olañeta, el represo de las Republiquetas altoperuanas, liberando el territorio que al separarse del gobierno de Buenos Aires adopta el nombre de Bolivia y es designado su primer presidente, cargo que ejerce por dos años hasta 1828, al cual renuncia para continuar colaborando políticamente con Bolivar.

   Dice muy bien el historiador Tomás Polanco Alcántara que: "el símbolo de la continuidad de Bolivar era Antonio José de Sucre (...) por su talento personal, por sus dotes intelectuales y por su espíritu altivo, digno y limpio". Respetado y admirado por los revolucionarios y los pueblos sudamericanos "...estaba destinado a ser el natural sucesor de Bolivar (...) probablemente por esto en la reforma constitucional de 1830 en la Gran Colombia, sus enemigos lograron poner la norma que para ser presidente se debían tener 40 años (...) es muy probable que la posibilidad cierta de ser presidente haya sido la causa de su asesinato. Con Sucre vivo continuaría la visión política de Bolivar y la unidad de la Gran Colombia". Al conocer de ello Bolivar expresó: "...la muerte de Sucre es la manera más negra e indeleble de la historia del Nuevo Mundo, que en el antiguo no ha sucedido cosa semejante en muchos siglos atrás". "Lo han matado porque era mi sucesor". Fue asesinado en Berrueco, Venezuela, el 4 de julio de 1830. Tenía 35 años.

   "La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del Gral. Sucre (...) es el padre de Ayacucho, es el redentor de los hijos del Sol, es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas" (6). Y en 1870 el patriota puertorriqueño Pedro Eugenio de Hostos escribía: "Ayacucho no es el efuerzo de un solo pueblo; es el esfuerzo de todos los pueblos meridionales del continente; no es el resultado de una lucha parcial, es el resultado de una lucha general; no es la victoria de un solo ejército, es la victoria de todos los ejércitos sudamericanos; no es el triunfo militar de un solo capitan, es el triunfo intelectual de todos los grandes capitanes, desde la fantasía fascinadora que se llamó Bolivar hasta la conciencia impasible que se llamó San Martín (...); Ayacucho es un compromiso contraido por toda la América que dejó de ser española en aquel día" (7).

   Dos proyectos políticos se enfrentaron entonces: el de la permanencia del viejo régimen colonial y el proyecto de los Libertadores, revolucionario y liberardor, el proyecto de la Patria Grande. Ayacucho es también expresión de una singular unidad, que atraviesa las diferentes etapas de la lucha independentista de Nuestra América: la unidad pueblo-ejército. El Ejército Unido fue cualitativamente mucho más que una fuerza militar; fue, por ideología y por programa, un acabado instrumento de liberación, portador de los intereses y las reivindicaciones más sentidas de los pueblos americanos.

   El proyecto de la Patria Grande no pudo concretarse. Para ello se impusieron los intereses y las políticas de las oligarquías locale y de los imperialismos de turno, y como funesto resultado surgieron más de veinte repúblicas en las que se abrió paso la dependencia y el atraso, con sus secuelas y calamidades.

   Pero hoy nuevos vientos, vientos de unidad e independecia soplan por estas tierras. La muy reciente creación de la CELAC., Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (que sin el concurso de EE.UU. y Canadá, bien pordría relevar en su accionar a la decrépita OEA.), al igual que UNASUR., ALBA. etc., indica un nuevo momento, superior, de la necesaria y posible integración regional como resultado de los procesos abiertos en una serie de países de la región, que a partir de un proyecto emancipador, enfrentan y rechazan las políticas neoliberales que el imperialismo y las oligarquías nativas se empeñan en mantener, o bien, restaurar.

   La crísis civilizatoria, no solo económica y financiera en los llamados países centrales, hoy abarca a todo el sistema capitalista mundial. Consecuencia de ella, entre otras, es la política belicista del imperialismo que se expresa tanto en las guerras coloniales en el norte de Africa como en la militarización de nuestra región, tal es la instalación de numerosas bases en una serie de países, lo cual nos llama a alerta, a redoblar esfuerzos en dirección de la necesaria construcción del instrumento político patriótico antiimperialista, amplio y unitario, apto para enfrentar el proyecto neocolonial. Ayacucho nos convoca a ello; a la lucha por la segunda y definitiva independencia de Nuestra América. Este es su legado.

   Aquel 9 de diciembre de 1824 desde la pampa de Ayacucho, cuando aún no se había disipado la humareda del campo de batalla, el Mariscal Antonio José de Sucre envía un apresurado correo con el parte de guerra a Simón Bolivar en el cual, entre otras cuestiones, le expresa: "...hemos vencido, la caballería patriota persigue a los godos que huyen en desbandada (...) los últimos restos del poder español en América han expirado en este campo afortunado (...) por éste día nada requiero a Ve., tan solo me siga honrando con su amistad".  

                                                                                                                                E. Antonio Gianotti 

                                                                                                                 Córdoba (Argentina), Diciembre de 2011 

(1) José María Córdova Muñóz (Antioquia, Colombia, 1799 - 1829). Reconocido como el "Héroe de Ayacucho".

(2) José Domingo La Mar y Cortázar (Cuenca, Ecuador 1778, San José, Costa Rica 1830). General en Jefe de la "Legión Peruana".

(3) Guillermo Miller (William Miller) (Inglaterra 1795 - Lima 1861). Militar británico, que al igual que varios otros militares europeos adhirió y combatió por la emancipación sudamericana. Creador y comandante del regimiento de caballelría "Húsares de Junín". En 1834  el gobierno peruano le otorgó el título de "Gran Mariscal del Perú".

(4) Juan Jacinto Lara Meléndez (Carora, Venezuela 1778, Barquisimeto, Venezuela 1859).

(5) Rogelio Roldán. "180 años de la Batalla de Ayacucho". Córdoba 2004.

(6) J,A.Cova. "La Batalla de Ayacucho".

(7) Fernando Ramón Bossi. "A 180 años de la Batalla de Ayacucho: unidad y victoria popular". Buenos Aires 2004.

 

 

 

 

Che Guevara Conferencia sobre Monteagudo y union latinoamericana en ex UNASUR (GARIN)

 

 

De: Javier Garin [mailto:javiergarinddhh@yahoo.com.ar]
Enviado el: Martes, 20 de Diciembre de 2011 12:33 p.m.
Para: Eladio Gonzalez; Graciela Almada ca12
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Asunto: texto completo Conferencia sobre Monteagudo y union latinoamericana en ex UNASUR (GARIN)

 

MONTEAGUDO, UN PATRIOTA SILENCIADO (texto completo de la Conferencia del Dr. Javier Garin en ex sede de UNASUR)


Por Javier Garin.

Escritor y abogado, autor de los libros "MANUEL BELGRANO: RECUERDOS DEL ALTO PERU", "MANUAL POPULAR DE DERECHOS HUMANOS" y "EL DISCIPULO DEL DIABLO: VIDA DE MONTEAGUDO, IDEOLOGO DE LA UNION SUDAMERICANA".

Conferencia preparada para el homenaje a Monteagudo realizado en el 222 aniversario de su nacimiento en la Casa Patria Grande Néstor Kirchner, pronunciada el 29 de noviembre de 2011.

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Buenas noches a todas y a todos:

Quiero agradecerles su presencia en este homenaje a quien fue un gran prócer americano, injustamente perseguido por la calumnia, tanto en vida como despues de su muerte, como dijera Ricardo Rojas. Esta actividad habla de un cambio de época, un renacer del interés por profundizar una conciencia crítica, popular y latinoamericana.

Agradezco a nuestros anfitriones, que nos abrieron las puertas de esta Casa Patria Grande, que lleva el nombre de nuestro querido compañero y hermano Nestor Kirchner, primer secretario general de la Unasur. No es casual que recordemos a Monteagudo en este ámbito, lugar de referencia para la discusión de ideas sobre la unidad latinoamericana, porque el gran patriota tucumano fue tambien el principal y más sistemático ideólogo de la Unión continental.

Agradezco, en fin, a los integrantes del Espacio Monteagudo, impulsado por jóvenes que han decidido reivindicar a este "patriota silenciado" enarbolando las banderas que Monteagudo defendió de libertad, igualdad, justicia social, rebeldía, unidad continental, anticolonialismo. Estos jóvenes, que se reconocen como integrantes del espacio nacional y popular, son la mejor desmentida a quienes siguen sosteniendo el mito de una juventud indiferente o despolitizada. Por eso son tambien adecuados continuadores del legado de Monteagudo, que se caracterizó por ser un joven comprometido con su tiempo y su pueblo.


JUVENTUD REVOLUCIONARIA

Lo primero que sorprende sobre la vida de nuestro homenajeado es que sus realizaciones, que fueron muchas e importantes, las hizo a una edad muy temprana, entre los 19 años y los 35 en que fue asesinado.

A los 19, siendo simple estudiante en Chuquisaca, aportó al naciente movimiento insurreccional el libelo protorrevolucionario Diálogo del Inca Atahualpa y Fernando VII, en el que impugnó con contundencia los pretendidos derechos de España a la dominación de América, demostrando que se trataba de una usurpacion basada en la violencia y la crueldad. Este libelo, que circuló manuscrito porque no se podía imprimir en ninguna imprenta, fue muy popular y se propagó por todo el continente, dándole un enorme prestigio, a pesar de su anonimato.

Al año siguiente, con veinte años, lo vemos como uno de los cabecillas de la revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809, junto a los hermanos Zudañez, el comandante Alvarez de Arenales, Lemoine, Moldes y otros patriotas, algunos que lo doblaban en edad. Conspirador y agitador de masas, en Sucre todavía se recuerda que Monteagudo no solo era ideólogo sino tambien activista repartiendo aguardiente mezclado con pólvora en la plaza para exaltar los ánimos. Por acciones como esta y por su recurrente apelación al pueblo bajo, a las orillas, la historia oficial de Mitre lo llamaría "demagogo".

Habiendo escapado de una condena a muerte y de la cárcel, lo vemos al año siguiente como secretario político de Castelli durante la primera expedición al Alto Perú, redactando y leyendo el decreto revolucionario que proclamaba en Tiwanacu -ruinas milenarias de una civilización anterior a la incaica, bajo la invocación del "Sol de América" y a orillas del mítico lago Titicaca- la emancipación de los pueblos aborígenes.

En los dos años siguientes se convierte en el jefe del partido jacobino en Buenos Aires, nuclea a los viejos morenistas, publica fogosos artículos en La Gazeta, lanza el incendiario periódico Mártir o Libre (primero de media docena de periódicos que fundó a lo largo de toda América), preside la Sociedad Patriótica, se une a la Logia Lautaro, de la cual se convierte en uno de los cabecillas, y prepara con San Martin y Alvear el levantamiento que volteó al Primer Triunvirato y la convocatoria a la Asamblea del Año XIII.

Durante esta histórica Asamblea, dominada por la Logia Lautaro, Monteagudo es el cerebro detrás de las tentativas de declaración de independencia y dictado de una constitución, y de las normas que promueven la libertad de vientres, la abolición de la Inquisición, la prohibición de la tortura y la quema de sus instrumentos en la Plaza Mayor, la abolición de títulos y blasones, etc.

En 1817 lo encontramos ya en Chile, siguiendo los pasos de San Martín, ganándose la confianza de O' Higgins y escribiendo el Acta de Independencia de ese país (aunque la historiografía chilena, por un nacionalismo mal entendido, pretende negarlo)

Acompaña a San Martín al Perú como su brazo derecho político, y es un creador y ejecutor de estratagemas de la guerra psicológica que condujo al derrumbamiento del poder colonial en Lima: una guerra sin balas, librada con una imprenta y con astucia, y que Rojas bautizó la "guerra mágica del Perú". Ingresa con San Martín en Lima -el objetivo soñado por Castelli y por los patriotas de Buenos Aires y Caracas-, en medio de un terremoto metafórico –político- y un terremoto real que parecía evocar aquel verso del Himno Nacional Argentino: "se conmueven del Inca las tumbas". Allí, es el superministro de San Martín, el alma del Protectorado y el artífice, desde la conduccion de dos ministerios, de la transformación revolucionaria de la sociedad peruana, hasta entonces centro de la contrarrevolución españolista. Se vanagloria de haber expulsado en pocos meses a casi diez mil españoles ultrarreaccionarios que monopolizaban el poder y las riquezas, porque "no se puede hacer la revolución con los mismos elementos que se oponen a ella".

Retirado San Martín, no tarda en ser hombre de confianza de Bolívar, consejero e inspirador del Congreso de Panamá. Aún sabiendo el peligro que corría su vida, acepta acompañar a Bolívar al Perú, donde es asesinado por la daga de dos sicarios, pagados por sectores de la oligarquía peruana, a los 35 años de edad, cumpliéndose lo que él mismo había vaticinado: "Los que sirven a la Patria deben contarse satisfechos si antes de erigirles estatuas no les levantan cadalsos."

Toda esta increíble actividad, siempre en primera fila revolucionaria, exponiendo su vida, la cumplió como vemos a una edad muy temprana. Y no provenía, como otros grandes hombres de la época –Bolivar, Belgrano, Alvear, Pueyrredon, O"Higgins-, de familias pudientes o prestigiosas que le allanaran el camino. Su padre era un militar de segundo órden, su madre una mujer de condición humilde; se atribuía a Monteagudo ser hijo ilegítimo o adoptivo y tener sangre indígena o negra: descalificación racista con la que tuvo que luchar toda su vida y que podría haberle impedido hasta realizar sus estudios. Alcanzó posiciones de tanta preponderancia, no por recomendaciones o parentesco sino por su talento extraordinario y firme decisión política.

LA DENIGRACION PÓSTUMA DE MONTEAGUDO

Este breve repaso nos lleva a preguntar: ¿cómo es posible que un hombre tan prolífico ocupe un lugar marginal en la historia oficial? Peor aun: fue blanco de una constante denigracion. Veamos:

Mitre, el padre de nuestra Historia oficial, lo llama: demagogo, tribuno exaltado, funesta influencia para San Martin, culpable de todos los desvaríos que el fundador de "La Nacion" atribuye a este último, terrorista por temperamento y por sistema, presente en todas las hecatombes de la revolución. El mote de "terrorista" ya provenía de sus enemigos políticos, Saavedra y Funes. Como se ve, esta descalificación a la izquierda popular no es un invento moderno.

Para Vicente Fidel Lopez era un sujeto talentoso pero siniestro, dominado por la vanidad y la ambición.

La misma condicion le asignan Barros Arana y otros historiadores en Chile atribuyéndole intervención en crímenes políticos que no se atreven a adjudicar a O Higgins.

En Bolivia, más allá del reconocimiento a su protagonismo en la revolucion chuquisaqueña, queda mezclado en la censura que la historiografía racista reserva a Castelli por haber querido emancipar a los indigenas, a los cuales muchos criollos pretendían seguir explotando igual o peor que los españoles, como efectivamente ocurrió en buena parte de la historia republicana de ese país.

En Perú no hay difamación que no se diga sobre Monteagudo, ya que la historia oficial fue escrita por los descendientes de la oligarquía limeña, la más corrupta y degradada de todo el continente, y a la cual Monteagudo combatió sin tregua, refiriéndose en sus escritos a Lima como "capital del imperio del egoísmo", pues tenía una Corte más fastuosa que muchas capitales europeas y fue la única ciudad americana en que la Inquisicion encendió hogueras para quemar herejes. Pese a haber sido el primer gobernante efectivo del Peru independiente (San Martin delegaba en él la administracion del Protectorado) y de haber realizado una transformación extraordinaria en escasos meses, erradicando a los españoles, reformando los procedimientos y liberando a esclavos e indígenas, sólo se lo recuerda con una placa de bronce en la Biblioteca Nacional que él mismo fundó.

Incluso en una reciente reunión que tuve con el embajador venezolano, quien me invitó por mi libro a la embajada, este me decía que Monteagudo es visto en su país con recelo pues le atribuyen haber predispuesto a San Martin contra Bolívar, cuando la realidad histórica es justamente la contraria.

Se ha llevado la defenestración a la vida privada: José María Ramos Mejía, en su libro "Las neurosis de los hombres célebres…", no hay vicio y perversión sexual que no le atribuya, comparándolo con célebres pervertidos de la antigüedad, además de llamarlo "jacobino histérico", mente inestable incapaz de conservar sus ideas, hombre dominado por la vanidad, etc

¿Por qué tanta denigracion? Para comprenderlo es necesario examinar qué ideas defendía Monteagudo.

MONTEAGUDO LIBERTARIO:

Cuando uno lee textos de Monteagudo de diversas épocas de su vida, advierte que, lejos de ser inestable en sus opiniones, como dice Ramos Mejía, mantuvo firmes los ideales de su juventud, adaptándolos a los tiempos.

Su amor por la libertad era tan acendrado que escribía con mayúscula todas sus letras, y esta grafía es casi una firma de sus primeros escritos.

Formado en los filósofos de la Ilustración que había leído en las bibliotecas secretas de logistas en Chuiquisaca, y admirador de la Revolución Francesa –, en cuyo año de 1789 no por azar había nacido, pretendiendo parecerse física y mentalmente al joven y fogoso Saint Just-, Monteagudo consideraba fundamental la lucha contra toda forma de despotismo y de opresión. Libertad era entonces el equivalente a declaración de derechos y protección del individuo frente a los abusos del Estado y de los poderosos. Y en este sentido Monteagudo fue un difusor de los derechos humanos, como lo fueron Belgrano y Moreno.

Su enamoramiento con la Libertad, lo llevaría a hacerse una autocrítica, ya maduro, diciendo con ironía que había llegado a creer que toda forma de autoridad era nociva para la libertad.

Pensaba que la libertad era un bien al que había que sacrificar incluso la vida, y por eso tituló su periódico : "Mártir o Libre" y solía consignar en sus escritos (preanunciando a otro ilustre revolucionario argentino) disyuntivas tales como "la libertad o el sepulcro", "libertad o muerte".

En 1811, a pedido del Primer Triunvirato, interviene en la confección del decreto de seguridad individual, uno de los primeros antecedentes constitucionales argentinos, que prescribe elementales normas de protección frente al Estado, e insiste en su ratificación por la Asamblea del año XIII.

En Chile y Perú defiende estos mismos principios, promoviendo junto a San Martín respeto a los derechos, limitación a la arbitrariedad de las autoridades, nuevos procedimientos legales, mejora de cárceles para que dejen de ser "sepulcros de hombres vivos", etc.

Pero no concibe jamás la libertad como bien individual. Su libertad es la libertad civil, que nace del respeto a la ley emanada de la voluntad general de los pueblos, y para sostenerse requiere de un orden social justo. De allí que enfatice que no puede ser libre quien tolera que el más humilde de sus conciudadanos sufra opresión, y que insista con que "ninguno es libre si es injusto".

APOSTOL DE LA IGUALDAD Y LA JUSTICIA SOCIAL

Monteagudo desafiaba a los reaccionarios de su tiempo, afirmando que no es la igualdad la que altera el orden social y produce guerras y catástrofes, sino la desigualdad y la injusticia. "Solo el santo dogma de la igualdad –dice- puede indemnizar a los hombres de la diferencia muchas veces injuriosa que ha puesto entre ellos la naturaleza, la fortuna o una convención antisocial".

Pero no solo teoriza sino que plantea una lucha política abierta contra los privilegios y la opresión. Es un fervoroso partidario de la emancipación de esclavos e indígenas, cuyo atroz sufrimiento en las minas de Potosí y en las encomiendas y plantaciones había visto y denunciado. Y es el redactor del ya citado decreto de emancipación de los aborígenes ordenado por Castelli el 25 de mayo de 1811, que establecía el fin de la servidumbre, de la mita, de los servicios personales a cargo de los indios y les permitía elegir libremente a sus caciques e incluso enviar representación al Congreso, así como acceder a los cargos públicos. ¡Doscientos años se tardó en que un descendiente de aquellos indígenas que acompañaron a Castelli y Monteagudo en Tiwanacu llegara a la Presidencia de Bolivia! ¡Vaya si estaban adelantados!

PRECURSOR DEL PENSAMIENTO NACIONAL, POPULAR Y ANTICOLONIALISTA

Como preanunciando a Jauretche, Monteagudo comprendió que la dominación colonial se perpetuaba en las cabezas, y se propuso combatirla tambien allí.

Pregonaba que era imposible alcanzar la libertad sin hacer una guerra a muerte a los "principios góticos", que eran las ideas inculcadas a los dominados por los colonialistas.

Son numerosas las páginas en que analiza la dominación mental de América. "Los pueblos habían olvidado su dignidad y ya no juzgaban de si mismos sino por las ideas que les inspiraba el opresor", observaba.

Gran parte de su prédica consiste en librar esa "batalla cultural", como diríamos hoy.

Un eje de la misma era para Monteagudo la creación de una nueva autoconfianza del pueblo, de una nueva autoestima. Pueblos temerosos, decía, nunca podrán ser libres.

Por eso combatía el derrotismo y la admiración frenética y cholula por todo lo extranjero y trataba de inspirar al pueblo confianza en sus propias fuerzas, exhortándolo a ser constante en la lucha y repitiendo que el triunfo dependía de la energía de los propios americanos.


Sostenía siempre y en todo instante la primacía de lo político. Es cierto, decía, que nuestra suerte la decidirán las armas, pero la independencia no es sólo una cuestión militar sino fundamentalmente política, y es con políticas acertadas como se va a obtener el triunfo militar.

Dentro de la lucha ideológica formaba parte central la ilustración, la educación de las clases dirigentes y del pueblo. Monteagudo creía que un hombre ilustrado es magistrado nato de su patria y que tiene que contribuir a educar a sus compatriotas, porque "casi no hay crimen- sostenia- que no provenga de la ignorancia". Y así se convirtió en uno de los principales promotores de le educación, fundando periódicos, bibliotecas, sociedades patrióticas.

Monteagudo fue precursor de un pensamiento nacional latinoamericano. Sostuvo que los americanos del Sur debíamos reflexionar con nuestras propias cabezas y no con las de los europeos: que no debíamos buscar nuestras soluciones en los sabios que a la orilla del Sena o del Támesis nos quieren decir qué hacer, sino en nuestra propia realidad. Aun cuando esos sabios quisieran ayudarnos en vez de volver a someternos al colonialismo, nunca acertarían, porque no conocen nuestra realidad, afirmaba. Proponía el desarrollo de un pensamiento e instituciones propios, frente a los copiadores de recetas al estilo Rivadavia (y todos los que después vinieron).

Todo esto formaba parte de su esencial anticolonialismo. A diferencia de otros titulados "patriotas", Monteagudo no opinaba que la lucha terminaba con la expulsión de España. Una y otra vez advirtió sobre la codicia de las otras potencias europeas. Decía que los europeos se arrojaban sobre las riquezas de los otros continentes como leones de Libia, y llamaba a la unidad continental para hacer frente a cualquier invasión externa.

IDEOLOGO DEL CONTINENTALISMO.

La tensión entre localismo y continentalismo atraviesa toda la Revolución y en toda América.


Los patriotas más avanzados tenían una concepción continental, y esta fue tambien distintiva de la Logia Lautaro. Aun cuando los continentalistas trabaron alianzas tácticas con las burguesías, pronto se encontraron con que estas burguesías y oligarquías locales, aliadas a Inglaterra, no querían la unidad continental, pues en ella su poder se disolvía. Estos sectores querían seguir mandando en sus territorios como antes habían mandado los españoles: como si fueran "dominios privados", para usar una expresión de San Martin. Inglaterra apoyaba y promovía solapadamente la tupamarizacion que facilitaría la dominación posterior, a la cual aspiraba, como dijo Canning con todas las letras y como efectivamente lo logró. Todos los continentalistas: San Martin, Artigas, Belgrano, O"Higgins, Sucre, Bolívar, tuvieron un fin desdichado, víctimas de golpes, asesinatos o exilio.


Monteagudo fue el más coherente y el más sistemático continentalista. Así lo reconoce Benjamín Vicuña Mackenna: "Un hombre grande y terrible concibió la colosal tentativa de la alianza entre las repúblicas recién nacidas y era el único capaz de encaminarla a su arduo fin. Monteagudo fue ese hombre. Muerto él, la idea de la Confederación americana que había brotado de su poderoso cerebro se desvirtuó por si sola". Y el historiador mejicano Tornel y Mendivil agrega: "se ha atribuido al libertador de Colombia, Simón Bolívar, la gloria de haber concebido el importante designio de reunir un congreso de las Naciones Americanas (…) Mas la imparcialidad exige que se refiera que el primero en recomendar el proyecto verdaderamente grandioso fue el coronel Monteagudo".

El propio Bolívar le dice en carta, reconociendo la autoría de la idea: "Es un gran pensamiento el de usted … el convidar a los pueblos de América a reunir un Congreso federal. El talento de usted servirá mucho en esta parte a la causa de la libertad, y yo doy a usted las gracias con anticipación por el bien que hará a Colombia."

Monteagudo siempre sostuvo que no era peruano, chileno, argentino o colombiano sino americano. "Mi país es toda la extensión de América", acostumbraba a decir.

La concepción continental fue motivo de debate desde el comienzo mismo de la Revolución. Ya en 1810, en su ensayo sobre las miras del Congreso, Moreno examina y descarta por prematura una confederación continental inspirada en el anfictionado griego, artículo que Monteagudo leyó cuidadosamente.

En 1811 Castelli expone a orillas del Titicaca su idea de que, vencida Lima, todo el continente debía formar una sola gran nación desde Caracas hasta Chiloé.

En 1812 los artículos de Monteagudo muestran constantes apelaciones a los americanos del Sud, como también lo hace Belgrano al enarbolar la bandera, no para una Argentina inexistente, sino para que América del Sud sea el "templo de la Independencia y la Libertad".

En la Asamblea del año XIII se ve con claridad la pugna de las visiones localista y continentalista, a través de los dos proyectos de Constitución que encarga el Gobierno. El oficial es para las Provincias Unidas. El de la Sociedad Patriótica, que confecciona Monteagudo, es una CONSTITUCION PARA LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA DEL SUR.

En 1822 se celebran los tratados peru-colombianos, expresión de alianza entre las naciones que comandaban Bolívar y San Martín. En su confección intervienen Monteagudo y Joaquin Mosquera. Consagran la unión militar de ambos países y la intención de convocar al resto a una alianza superior.

Monteagudo, luego de afinar sus ideas continentalistas con la lectura de los escritos del patriota centroamericano José Cecilio del Valle, las expone a Bolívar, a quien ve como único posible factótum de este gran proyecto. Por encargo de Bolívar escribe su famoso "Ensayo de una Federacion General de Estados hispanoamericanos y Plan para su organización", el que se encuentra inconcluso en su escritorio a su muerte.

Como inspirador y promotor del Congreso de Panamá, al cual no llegó a asistir a causa de su asesinato, comprendió la importancia estratégica de la unión de los pueblos hispanoamericanos. Esta abarcaba un aspecto militar como alianza ofensiva-defensiva para resguardarse de toda invasión de una potencia extranjera, y un aspecto político, ya que estaba destinada a fijar políticas generales, prevenir conflictos internos, y ayudar a la estabilidad de los nuevos gobiernos.

Uno comprende la grandiosidad y conveniencia de este proyecto cuando piensa cuánto habrían ganado los pueblos de nuestro continente si esta Unión se hubiera materializado ya hace doscientos años. Hoy seríamos una de las principales potencias del mundo en vez de habernos visto sometidos al colonialismo inglés y luego yanqui, a las dictaduras cipayas y a la entrega y saqueo de nuestras riquezas durante dos siglos.

Y se comprende también por qué la figura de Monteagudo, su prédica y sus ideas eran tan peligrosas, tan perturbadoras, para los personeros de la entrega y la tupamarizacion de América del Sur, cuyos escribas en el campo de la historia se encargaron de confeccionar los "grandes mitos nacionales" a conveniencia de las respectivas oligarquías de cada uno de los nuevos países. En esa "historia" mítica y falseada Monteagudo no podía figurar más que como una mala palabra, un "personaje siniestro", víctima de ocultamiento, mentira y defenestración.

Sus ideas fueron retomadas por todos los grandes pensadores y políticos continentales. Sin ir más lejos, Perón promovió en su primer gobierno, en la línea monteagudeana, la estrategia del ABC, es decir, la unión de Argentina, Brasil y Chile como base para una futura unidad de todo el continente. Esta idea fue presentada por los agentes yanquis y los cipayos de turno como una evidencia del "imperialismo peronista" (¡!!!). Años después, Perón insistió una y otra vez con la necesidad de unión continental advirtiendo que una America Latina desunida no se podrá defender: "nos van a quitar las cosas por teléfono", alertaba. Hoy diríamos "por mail".

La visión de Monteagudo comienza a tomar forma en la UNASUR, uno de cuyos impulsores fue precisamente Néstor Kirchner, en cuya Casa estamos. Tocó, pues, a otro argentino el retomar en este siglo la antorcha del gran tucumano ultimado por sicarios hace doscientos años en una callejuela limeña, asesinato que conmocionó a Bolívar y San Martín e influyó quizás en la desnaturalización del Congreso de Panamá.


Esta parábola histórica nos impone a todos nosotros, a las generaciones actuales, el desafío de consumar, a la mayor brevedad, y de la manera más firme posible, la unidad continental, no sólo como deuda histórica sino como salvaguarda para nuestro porvenir.

Este es el mejor y más grande legado de Bernardo Monteagudo.

 

 

 

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