lunes, 22 de diciembre de 2008

Cristina Castello poetisa argentina Fidel Castro y la Revolución cubana en bodas de plata Che Guevara Raul Castro y barbudos Chaubloque Toto Museo Che














50 años de la Revolución Cubana

¿Qué es la libertad?



Por Cristina Castello

La indiferencia —contracara del amor— es ajena a la Revolución Cubana y a Fidel Castro. Ellos despiertan a Eros o a Tánatos, el edén o el infierno, el amor o el odio, según la visión de cada uno. Descubrir su esencia, es tarea ciclópea.

Más que conocer la historia, importa pensar en esa isla con sus luces y sombras; y también con un pueblo que tiene mística. Se trata de desaprender la mirada capitalista que —mal que nos pese a muchos— en mayor o menos medida, tenemos incorporada. Y de indagar la esencia misma de la libertad; de preguntarnos qué significa ser libres. ¿Lo somos cada uno de nosotros?

Todo el proceso revolucionario que hizo de Cuba un país socialista desde 1959, se conoce como Revolución Cubana. Precisamente, el primer día de 2009 es el 50º aniversario de su comienzo, cuando un grupo aglutinado en torno de Fidel Castro derrotó al dictador Fulgencio Batista (1952-1958), y tomó el Poder. Nombró Presidente al magistrado Manuel Urrutia, y Castro asumió como primer ministro hasta 1976, en que asumió la presidencia.

La revuelta se había iniciado con el asalto del Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y, antes, Castro había llamado a la huelga general con la consigna «Revolución, sí; golpe de Estado, no». El desembarco del yate Granma en 1956, dio el impulso definitivo a la guerra. Ochenta y dos guerrilleros, entre ellos Ernesto «Che» Guevara, Camilo Cienfuegos y Raúl Castro, hicieron tierra aquel día. «¡Aquí estamos! /La palabra nos viene húmeda de los bosques, / y un sol enérgico nos amanece en las venas», les latían los versos de Nicolás Guillén.

Llevaban armas: querían derrocar a Batista, un asesino que sembró muerte, hambre y corrupción. Llevaban sueños, valores —esas semillas fundamentales para Fidel—, y se nutrían de los ideales del escritor, poeta y héroe nacional de Cuba, José Martí: «Ser cultos para ser libres».

Fidel se mantuvo en el cargo hasta 2006, cuando —a raíz de una seria afección intestinal— lo cedió su hermano Raúl. En 2008, éste fue elegido por el Parlamento, tras la renuncia de Fidel, quien hoy es el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y el primer secretario del Partido Comunista.

Desde 1959, el «Comandante» —una de las personalidades más importantes que dio el siglo XX— sufrió más de 600 atentados contra su vida, y los Estados Unidos de Norteamérica no cesaron jamás los ataques contra la Isla. Hace 47 años le impusieron el bloqueo económico más cruel y prolongado que se haya conocido. Su objetivo fue destruir la Revolución Cubana «[…] a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas […], negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno […]».

Mientras tanto, acusan a Fidel de dictador. Pero, aun los opositores deben rendirse a la evidencia de que los índices de educación, salud y alimentación, a pesar del bloqueo y el aislamiento, colocan a la isla a la altura de los países desarrollados.

Terrorismo de Estado de los USA

El bloqueo es un componente fundamental de la política de terrorismo de estado de Norteamérica, que —sin piedad— afecta a la población toda, sin distinciones. Desde el triunfo de la Revolución, el Imperio se empeñó en derrotarla. Cometió centenares de atentados incluso en lugares públicos.

No bien Fidel tomó el Poder, hizo la reforma agraria, comenzó las transformaciones para la salud, e inició la alfabetización: el clamor por cultura de José Martí se hacía cierto en el pequeño país. «Tengo, vamos a ver, /que ya aprendí a leer, /a contar, tengo que ya aprendí a escribir y a pensar/y a reír» (Nicolás Guillén).

Cuando estaba en el corazón de la lucha por el desarrollo del pueblo, el 15 de abril de 1961 aviones estadounidenses disfrazados con insignias cubanas, atacaron tres aeropuertos y causaron la muerte de centenares de inocentes. Y a los dos días, USA se valió de mercenarios reclutados por la CIA en Nicaragua e invadió Bahía de los Cochinos, una de cuyas costas es Playa Girón.

Vestidos para matar, asolaron la isla, por tierra, mar y cielo, pero el gobierno cubano logró derrotarlos a las setenta y dos horas. En ese sitio, hoy existe un museo que recoge los detalles de aquel hecho histórico. Después de aquel asalto estadounidense, Cuba fortificó sus lazos con la entonces Unión Soviética y recibió su apoyo.

Los ataques continuaron, por cierto. En 1962 John F. Kennedy denunció la presencia de misiles nucleares soviéticos en Cuba, y la URSS retiró las armas mientras el presidente estadounidense prometió que las invasiones se suspenderían.

Pero las presiones y ataques siguieron, con los diferentes gobiernos del Norte. Cuando la URSS colapsó, después de la caída del Muro de Berlín, cesó la ayuda a sus amigos cubanos y la economía se desplomó violentamente. La isla seguía bloqueada y, ahora, otra vez en soledad.

¿Cómo Castro capea la tormenta del bloqueo? Según el escritor Gabriel García Márquez, puede hacerlo porque su visión de América latina en el futuro es la misma de Bolívar y Martí; porque ve a ésta como una comunidad integrada y autónoma, capaz de mover el destino del mundo.

Lo cierto es que la Revolución Cubana es «blanco o negro»: para la mayoría no parece existir el gris, que consistiría en aprender de lo bueno y rechazar lo que merezca objetarse.
Aunque ya casi no se aplica, en Cuba existe la pena de muerte, que ha sido utilizada —con o sin legislación— por casi todos los países, para castigar crímenes o ideas, lo cual no absuelve a ninguno.

En marzo de 2003, el Gobierno encarceló a 75 opositores, mercenarios que recibían dinero de Estados Unidos para traicionar a la patria; y en abril, mientras ocurría un éxodo masivo de cubanos, se fusiló a tres secuestradores —«los tres principales, más activos y brutales jefes de los secuestradores de una lancha»— y el mundo bramó. La mirada ética, en la cual me incluyo, bramó por eso: porque no acepta la pena capital ni en la guerra ni en la paz, ni bajo ningún concepto.

De cualquier manera, cabe preguntarse por qué el mundo no tronó ni truena todos los días, cuando las muertes en Palestina, en el Líbano, en Irak, Afganistán...; muertes cuya responsabilidad es mayoritariamente de Georges W. Bush, «terrorista», en algunos casos aliado con el sionismo. Por qué no estalló con tantas masacres que produjo el Imperio, incluidas las de América latina. Por qué no brama cuando algunos países teóricamente civilizados de Europa actúan —cada vez más— como Estados policíacos que asesinan, torturan y encarcelan. Sin justicia ni moral.

Me parece que, en principio, hay dos razones, la primera de las cuales es de manual: la repulsión reaccionaria hacia las izquierdas. En cuanto al supuesto o verdadero progresismo, ¿no será que más se le exige a quien tiene más para dar? Todavía me resuenan las palabras de José Saramago, frente a los fusilamiento de 2003: «Hasta acá llegué con la Revolución Cubana» dijo entonces.



Pero... ¿quién es Fidel?

Quienes lo abominan, dicen que es un dictador, le enrostran torturas que él niega que hayan ocurrido, así como la falta de libertad de expresión, y critican la pena de muerte.

Para los especialistas y politólogos, Fidel es un gran estratega militar y un político que creó una política exterior propia de una potencia mundial. Y lo hizo con el pueblo, desde una isla que es 84 veces más pequeña que Norteamérica.

Según esa suerte de concursos absurdos que hacen algunos medios, en este caso el «Times», él ocupa el noveno lugar entre los barbudos del mundo. El puesto primero e inamovible es para Karl Marx; y los siguientes son para Rasputín y el actor inglés Brian Blessed, para Darwin, el padre de la Teoría de la Evolución y... La cuestión es que Jesucristo es el cuarto en esa competencia fútil. ¡Qué carnaval!

Curiosamente, las primeras influencias ideológicas sobre Fidel, fueron los escritos de Primo de Rivera y la Falange española. Su papá era gallego y lo hizo estudiar en un colegio religioso. Su «guía espiritual», el jesuita español Armando Llorente, recordó que cantaban juntos el himno falangista «Cara al sol».

Después se diplomó como doctor en Derecho Civil y licenciado en Derecho Diplomático. Y pasaron los años. En 1958 y ante la interrogación de Llorente sobre si la revolución en marcha era de carácter comunista o humanista, Castro no dudó: «¡Padre, de dónde voy a sacar el comunismo si mi padre es más franquista que usted!». ¡Bueno!

Manos de bisabuelo, tiene 82 años, cabeza lúcida y alma saltarina, dijo a Oliver Stone, en el filme «Comandante», que gracias a no afeitarse ahorró muchos meses. Se lo acusa de «totalitario» y él sale al cruce y responde que lo es, porque tiene el apoyo de la «totalidad de la población»: tiene humor. Lo cierto es que se le hicieron miles de entrevistas, varios filmes, se escribieron libros, resultado de largas conversaciones; y se dice que le preguntaron todo: por la pena de muerte, por las supuestas torturas, por los fusilamientos, por las cárceles, pero... no es verdad.

Aparentemente nadie le preguntó directa y concretamente, con fechas, nombres, datos, testimonios, sobre los martirios de cada uno de quienes dicen haber sufrido las supuestas torturas; o sobre la falta de libertad de expresión, o la cárcel. Tampoco sobre la exclusión de muchos artistas, incluidos muchos escritores — disidentes, es cierto, y algunos, probados legionarios de los USA invasores; entre ellos Heriberto Padilla, Cabrera Infante, Reynaldo Arenas y Orlando Mediavilla. Es imposible leer o escuchar una repregunta...y claro que la personalidad de Castro es muy seductora y que esto no es fácil para todos. Pero si un periodista o escritor se hechiza, y no lo obliga con sus interrogaciones a responder concretamente… entonces, ¿dónde está la verdad?

Fidel. Lee inglés pero no lo habla, nunca fue a un psiquiatra y lo atribuye a su confianza en sí mismo; cuenta que los dolores más grandes de su vida fueron la muerte de su mamá y la del «Che». Dejó de fumar para tener autoridad en el combate contra el tabaquismo, le gusta cocinar, hace gimnasia y practica natación regularmente; ama la ciencia, sueña con que sus científicos descubran la vacuna contra el cáncer; es paciente y disciplinado, y tiene una potente imaginación.

A fuerza de vivir, el hombre de La Habana sabe que aprender a descansar es tan importante como aprender a trabajar. Muy cultivado, es un lector empedernido de economía, historia, literatura y poesía. No escribe poemas, pero le gusta que sus textos tengan cadencia, cierta musicalidad poética.

Ya no tiene prejuicios con los homosexuales, es fanático de todas las películas de Chaplin, disfruta de Cantinflas y le gusta el trabajo de Gérard Depardieu. En la calle lo llaman por su nombre, lo tutean, lo contradicen: la gente se siente en familia con él. No es grandilocuente, sino de modales finos y enemigo del culto a la personalidad. Es austero, y en ninguna parte de la isla podrá verse una pintura o escultura suya, ni sellos postales, ni monedas: nada. La sobriedad es uno de sus sellos.

Y de su vida privada no habla, a diferencia del circo de intimidades que los políticos del mundo comenzaron a mostrar, sobre todo a partir de los ‘90. Su compañera desde hace treinta años es Dalia Soto del Valle, con quien tuvo cinco varones, cuyos nombres empiezan todos con la letra A. Se comenta que tiene por lo menos tres hijos más, pero el único que se conoce es Fidelito, fruto de su matrimonio con Mirta Díaz-Balart. Se niega a exhibirse, lo que no le impide reconocer algún añejo sueño con Sofía Loren o Brigitte Bardot. Sin embargo, muchos piensan que el gran amor de su vida fue Celia Sánchez, amiga y combatiente desde la lucha contra Fulgencio Batista. Fue la cara femenina de los ’60-’70 y murió en 1980. Es venerada por los cubanos.

¿Y ahora qué?

Cuba y su pueblo mítico, que tiene «esa sustancia conocida /con que amasamos una estrella». Pueblo renacido como tal a partir de la «Revolución Cubana», porque hasta entonces muchos habían claudicado frente a Washington. La isla era tan sólo una pequeña mancha en el mapa, donde las mafias hacían nido. Hoy, cuando en la mayoría de los países los seres humanos parecen huérfanos en medio de la multitud desabrigada, en la isla hay una mística de la fraternidad, y un gran amor por la patria.

Hay otra Cuba, es cierto: la de la mafia de Miami, donde los disidentes trabajan para el Imperio. Pero también... ¿por qué muchos quieren escapar?

Por otra parte, si pensamos con Simón Bolívar que «si un hombre es necesario para sostener el Estado, este Estado no deberá subsistir, y al fin no existirá», cabe preguntarse por qué Fidel no formó jóvenes para asegurar la continuidad cuando él ya no esté.

«Condenadme, no importa, La historia me absolverá», dijo Castro en el juicio del Moncada, el 16 de octubre de 1953. La opinión de cada uno es personal, a partir del interrogante: ¿qué es la libertad?

¿Son más libres los ciudadanos norteamericanos bajo el yugo del Imperio? Viven anestesiados por los hot-dogs y la gaseosa multinacional, y estrictamente vigilados en un país terrorista.

¿Quién tiene menos libertad: el que no puede salir de su país pero tiene casa, comida, educación, salud...? ¿O el que posee su pasaporte, pero carece de lo indispensable: techo, trabajo, escuela? Recordemos que cuando se inició la Revolución, había un 30% de analfabetos y un 60% de analfabetos funcionales, mientras sólo un 10% tenía cierta cultura general; hoy el 99,8% de su población está alfabetizada; y 67 universidades forman por año, gratuitamente, a 800 mil estudiantes. Hay un médico por cada grupo de 160 habitantes, y todo el servicio de salud —de la mejor calidad científica— es gratuito.

¿Son libres los inmigrantes que pueden salir de sus patrias para encontrar un lugar en el mundo... donde los matan o encarcelan? ¿Son libres los cada vez más desempleados del planeta, o lo son los cubanos, pues saben que tienen trabajo?

¿Es libre el país más poderoso de la tierra, si está convirtiendo cada ciudad en cárcel y cada persona en sospechosa? ¿Son libres los habitantes de un país que pregona la Justicia y no la ejerce? En una palabra, ¿qué es hoy la libertad?

El Gigante del Norte tiene cautivos desde hace diez años a los famosos Cinco cubanos Prisioneros del Imperio. Están acusados de espionaje — y condenados— sin pruebas, lo cual merece la reprobación del mundo y de los organismos internacionales involucrados en estos temas. Ahora se espera a Obama como al Mesías... pero —aunque lo fuera— son demasiados los milagros que lo aguardan.

Cuando Fidel Castro estudiaba, ávido de conocimiento, en una ocasión le prohibieron entrar a clase, a causa de su militancia política. Tenía 20 años.

Entonces, se fue a la playa, meditó y se acostó boca abajo, besando la arena. Después volvió, a pesar de saber que podían matarlo.

Aquel día lloró.

¿Quién llora en la isla hoy?


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castello.cristina@gmail.com

* Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su totalidad y mencionar a la autora y su Sitio Web.

Raúl Castro amigo del Che Guevara habló ante Lula presidente de Brasil y sus diplomáticos Cuba Revolucionaria entro al Grupo Río seremos libres























Intervención de Raúl Castro en almuerzo ofrecido por Lula

2008-12-19
http://www.cubadebate.cu/index.php?tpl=design/especiales.tpl.html&newsid_obj_id=13556


Palabras pronunciadas por el Presidente de Cuba, Raúl Castro, durante el almuerzo de honor ofrecido la víspera por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, como parte de la visita oficial que realizó a este país.

Querido presidente Luiz Inácio Lula da Silva;

Amigas y amigos brasileños;

Distinguidos representantes del Cuerpo Diplomático y de las diferentes instituciones del Estado brasileño:

Constituye para mí un motivo de profunda satisfacción encontrarme hoy en Brasil, cumpliendo la visita oficial que prometí a nuestro amigo, el presidente Lula, y con la que nos hemos propuesto contribuir a la profundización de las relaciones históricas entre nuestros pueblos.

Los lazos de hermandad entre Cuba y Brasil continuaron afianzándose a lo largo de los años, enriquecidos por una identidad cultural nacida de nuestras raíces. Solo faltaban a esa cercanía humana el incremento de los nexos económicos, que se multiplicaron con el gobierno que encabeza el presidente Lula.

Quisiera expresar mi gratitud por la inmediata ayuda solidaria del gobierno brasileño hacia el pueblo cubano tras el paso de los tres huracanes que afectaron a nuestro país este año y ocasionaron millonarias pérdidas materiales, cercanas al 20% del Producto Interno Bruto del presente año; o sea, cercanas a los 10 000 millones de dólares.

Estar en Brasil me permite expresar personalmente lo que ya manifesté en carta al presidente Lula: nuestro pesar por las pérdidas de vidas humanas y los daños materiales causados por las inundaciones en el estado de Santa Catarina. Lo hago en nombre de un pueblo que sabe muy bien lo que significa enfrentar desastres como esos.

Agradezco también el permanente rechazo de Brasil al bloqueo económico que se nos ha impuesto por casi 50 años y las recientes declaraciones de solidaridad y demanda de respeto para Cuba del Congreso brasileño.

Paso a paso, los cubanos y los brasileños, con voz propia, con respeto y sin intermediarios, compartimos posiciones comunes en defensa del Derecho Internacional, del multilateralismo, el derecho a la libre determinación de los pueblos, el rechazo a todo intento de imposición de la voluntad de un Estado sobre la de otros, y juntos abrigamos la firme convicción de trabajar por una mayor concertación política latinoamericana y por una integración más comprometida con la justicia social y la dignidad de los seres humanos.

En la reciente reunión que celebramos comentábamos que ya los latinoamericanos somos mayores de edad, que ya queremos tener voz propia y decirlo tanto a los vecinos del norte de nuestro continente como a Europa, a Asia, al mundo entero, y tenemos que dar los pasos que conduzcan a esa situación a que aspiramos desde hace siglos.

La reunión que concluimos las cumbres, porque fueron cuatro, de las cuales Cuba participó en tres de ellas constituye el primer paso de ese largo camino, pero ya hemos recorrido del largo camino un trecho muy grande; lo que queda no es tan largo, depende de los latinoamericanos, depende de que nos quitemos nuestro complejo, depende de que tengamos la firmeza de representar los intereses de nuestros pueblos ante potencias de las más grandes del planeta.

Cuba ha sido una experiencia en este medio siglo. Aceptamos la amistad y la diferencia con los demás. Hemos tenido que vivir parte de estos 50 años arrinconados, pero defendiéndonos con firmeza.

Esa firmeza ha demostrado que fue justa nuestra causa. Por eso puedo estar hablando en nombre de un pueblo libre e independiente, ante los queridos hermanos mayores del continente latinoamericano: el pueblo de Brasil, la próspera y cada vez más potente nación de Brasil.

No me voy a extender mucho. Se suele decir que los discursos de Fidel eran largos, no tanto como los de Chávez, y yo tengo fama de ser más concreto, soy menos inteligente que ellos y no puedo hablar de muchas cosas, ni mucho menos improvisarlas ; pero no es necesario, en este caso, extenderme mucho.

No voy a hablar de los intercambios comerciales, el progreso que se va logrando, el desequilibrio que poco a poco iremos equilibrando, hasta la medida de nuestras posibilidades de país pequeño frente a Brasil, pero se va logrando y el compañero presidente Lula se ha referido a este aspecto, con quien comparto todas sus palabras, desde que comenzó hasta que terminó, yo creo que eso merece un pequeño aplauso (Risas y aplausos).

Hablando de la cumbre que acabamos de efectuar en Salvador de Bahía, les decía que es un paso más en el complejo camino de la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. Y en ese empeño, respetando nuestras diferencias, Cuba pondrá todas sus fuerzas en consolidar este objetivo.

Cuando el mundo entra en una crisis de consecuencias impredecibles, porque todos los premios Nobel de Economía y todos los que más saben de economía del planeta todavía no han coincidido dos o tres en cuál será el final de este camino, pero que golpeará con más fuerza a los más pobres, como siempre, vale la pena creer, como diría ese brasileño universal que es Oscar Niemeyer, que lo importante es tener siempre la idea de un mundo mejor dentro de nuestros corazones, y que si la miseria se multiplica y la oscuridad nos envuelve, ahí vale la pena encender una luz y arriesgar. Eso es lo que hemos hecho en Cuba.

Por todo ello, brindo por este abrazo en Brasilia, con la mente puesta en quien abrió el camino y nos acompaña desde La Habana, el compañero Fidel Castro, en su afecto por el pueblo brasileño y por ti, Lula, en la fe inquebrantable que siempre ha tenido en que prevalezcan las virtudes de los pueblos y los hombres, y en su convicción infinita, que es la misma de José Martí, de que solo unida nuestra América puede salvarse.

Llegué hoy de madrugada a Brasilia desde Salvador de Bahía, donde compartimos brevemente con tres presidentes más: Chávez, Evo Morales y el presidente Manuel Zelaya, de Honduras, y nos vamos igualmente de madrugada, en la próxima madrugada.

No me botan, me voy porque tengo miedo de enamorarme de Brasil y de su gente (Risas).

Muchas gracias (Aplausos).

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Salir del cerco
Arleen Rodríguez Derivet


2008-12-19
http://www.cubadebate.cu/index.php?tpl=design/opiniones.tpl.html&newsid_obj_id=13555


Una cumbre histórica merecía un discurso histórico. Y Raúl lo hizo.

Fue el día en que América Latina le abrió los brazos a Cuba para que entrara con su dignidad, rotunda e intocada, en el concierto de las naciones del área, pero no en el antiguo, desprestigiado y obsoleto del que un día se desprendió bajo los impulsos de su libertad solitaria, sino en el de las repúblicas que hoy hacen presidentes mulatos, indios, mujeres, orgullosos de su origen y de su parentesco con la Isla solidaria.

Allí, donde lamentó “que no estuviera sentado Fidel” –acaso porque, más que absolviéndolo, estaba premiándolo la Historia-, el actual Presidente de Cuba puso a un lado el discurso escrito de antemano y con una sencillez que enmudeció a la sala, comprimió en solo segundos más de 50 años de cerco y resistencia, las razones del antes y el después de ese día, 16 de diciembre de 2008 que acaba de alcanzar rango de efemérides mundial, tal como lo fue desde el primer instante el suceso inverso, aquel que en 1962 se inventó para arrodillar a los cubanos por la osadía de intentar salirse del ministerio de colonias.

Girón, la Crisis, Kennedy, Krushov y un acuerdo perdido, Magosta, la guerra sucia, las bandas de alzados, las bombas y los incendios haciendo zafra de heridos y mutilados y el secreto compartimentado por la dura certeza de que a Cuba le tocaría en lo adelante defenderse absolutamente sola.

Entonces, quién sabe por qué, volvió atrás, a la noche de 52 años antes, al monte de las Cinco Palmas y al abrazo al hermano ¡vivo¡ pero “loco” –supuso él entonces- que tras contar siete fusiles y unos pocos hombres anunciaba la victoria de una guerra por comenzar contra uno de los ejércitos mejor pertrechados y más sanguinarios del hemisferio.

No, evidentemente no fueron ni casualidad ni la emoción las que trajeron a las palabras de Raúl el recuerdo de aquella noche, necesariamente oscura y fría –invierno en la Sierra Maestra- del 18 de diciembre de 1956. Pocas imágenes deben ser tan recurrentes en la vida del hombre soldado que reencuentra a su hermano jefe, tras soportar 13 días de persecución, hambre y cerco.

El “ahora sí ganamos la guerra” que Fidel pronuncia aquella noche alucinante, narrado por Raúl frente a sus colegas de América Latina ahora, adquiere nuevas resonancias y significados.

Cuando todos se disputan el abrazo al estadista cubano al final de las sesiones, no es posible escapar al simbolismo: se está reeditando en otra dimensión y en otro espacio la esencia del primer reencuentro.

En medio de la más espantosa oscuridad de los tiempos, cuando asedian implacables todas las crisis posibles para el planeta, con particular crueldad para los que menos tienen, hay en el abrazo de los hermanos otra celebración que parece afirmarse más en los sueños que en las certezas. Las naciones de América abrazan al país recién salido de 50 años de cerco. Y nadie tiene dudas otra vez de que ahora sí ganamos la guerra.
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Alfabetizadora de trece años escapo a la muerte en Cuba y hoy Bolivia y Venezuela también son territorio libre de analfabetismo Chaubloqueo Toto



















PL Agencia Informativa Latinoamericana S.A.
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El "pecado de espantar la ignorancia"

Por Nubia Piqueras Grosso

La Habana, 22 dic (PL) La evidencia del acecho llenó de pánico a la niña alfabetizadora, cuyos 13 años no le permitían valorar por qué aquellos hombres, a quienes no había visto, querían matar al noble campesino que la acogía en su casa y dañar a la numerosa familia, incluyéndola a ella misma.

Corría el año 1961 en una Cuba donde la joven Revolución triunfante estaba inmersa en las grandes transformaciones.

Una oleada de 274 mil 84 jóvenes, cuyo nivel escolar promedio era de secundaria básica, se adentraron en campos y barrios pobres dispuestos a eliminar el analfabetismo.

Muchas noches, las tres muchachas de la casa interrumpían el sueño a la improvisada maestra y en silencio se deslizaban para el piso de tierra, debajo de la cama, buscando protección ante posibles disparos a la altura de los lechos.

El escenario de esta historia fue la zona campesina de "La Botella" cercana a la Carretera Central, a unos siete kilómetros al Este de la ciudad de Sancti Spíritus, en el centro de Cuba.

Era un llano salpicado por suaves elevaciones y abundantes maniguas y arboledas, lo que favorecía al enmascaramiento de las bandas de criminales, cuyo cuartel estaba en el cercano lomerío del Escambray.

El bandidismo formó parte de la estrategia de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos para escamotear la victoria popular de 1959.

La Campaña de Alfabetización ya tenía tres mártires: Conrado Benítez, cuyo nombre asumió el ejército de alfabetizadores, Delfín Sen Cedré y Manuel Ascunce, este último asesinado junto al campesino que lo acogía en su casa, Pedro Lantigua.

Con tales antecedentes y con la información de que una de aquellas bandas acechaba con igual objetivo, Tomás Pérez, el campesino jefe de las milicias de la zona, intentaba impedir que "tocaran" a Margosita, la niña de la ciudad que vino a alfabetizarlos.

La "maestra" frecuentemente iba escoltada a una intrincada vivienda para darle clases a un matrimonio de ancianos que colaboraban con los bandidos; no pocas veces la sesión era precedida la víspera por la visita de alguna banda para aprovisionarse de alimentos.

A Tomás nunca lograron "madrugarlo". A las precauciones tomadas por él, se sumaba la rigurosa labor de la naciente Seguridad del Estado, que a través de un agente infiltrado, conocía planes y movimientos de los bandidos que merodeaban en "La Botella".

Solo así Margosita logró alfabetizar a varias decenas de campesinos, integrantes de los 707 mil 212 cubanos que en 1961 dijeron adiós a las tinieblas.

El índice de analfabetismo en Cuba quedó reducido a 3,9 por ciento de su población, alcanzando a la totalidad de los posibles a educar.

Al primer esfuerzo continuó la escalada y el siguiente paso fue alcanzar masivamente el sexto grado, a lo que continuó la meta del noveno, para ubicar actualmente el indicador en duodécimo grado.

Una de las joyas de la obra de la Revolución Cubana comenzó su desarrollo con aquella campaña sin precedentes en el país. Las palabras de Fidel al declarar a Cuba libre de analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961, resumen el esfuerzo:
"Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados".

lma/npg

difunden: el 1er. Museo Histórico Suramericano "Ernesto Che Guevara", la Escuela de Solidaridad con Cuba "Chaubloqueo" y el Centro de Registro de Donantes Voluntarios de Células Madre
Irene Perpiñal y Eladio González - directores calle Rojas 129 local (Caballito) Capital -AAC1405-Buenos Aires-República Argentina telefax: 4-903-3285 email: museocheguevara@fibertel.com.ar
http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
colectivos 1 - 2 - 25 - 26 - 32 - 42 - 53 - 55 - 85 - 86 - 103 - 180
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"

Fidel Castro Ruz con Stella Calloni escritora argentina Cuba libre revolucionaria batalla de ideas done sangre Chaubloqueo Museo Che Guevara











Fidel Castro: de la Sierra Maestra a la batalla de las ideas
Stella Calloni


Un hombre en revolución permanente

Sentado, vestido deportivamente, como quien invita a alguien a su casa para una charla distendida, el comandante Fidel Castro Ruz tiene la misma fuerza inquisidora, inteligente y curiosa en la mirada, como aquella que vimos en fotografías, algunas de color sepia, en los días en que con otros muchachos barbudos bajó de la Sierra Maestra.

Lo miro y no puedo dejar de verlo entrando a La Habana en enero de 1959, rodeado de sus compañeros de duros combates y de sacrificados días de guerra, montados en camiones desvencijados, levantando armas y banderas en las calles de la bella capital cubana y rodeados por un pueblo desbordado por la felicidad de la liberación. Una multitud que se movía en oleajes como el mar.

Fue esa la imagen que dio la vuelta al mundo y era esa la dirigencia revolucionaria que nunca perdió el rumbo en los 50 años de resistencia que es lo que en realidad se celebra en estos días en Cuba.

Es esa luminosidad de una revolución, que no han logrado desterrar ni los bloqueos, ni las bombas, ni el terrorismo, lo que se va a festejar austeramente, porque hay que reconstruir lo que los huracanes dejaron como tierra arrasada hace muy poco tiempo.

Esta es una isla rodeada de aguas de cambiantes colores esmeraldas, a sólo 90 millas de la potencia imperial, que mantiene un sitio medieval de casi medio siglo.

En realidad es un acto de guerra y terrorismo permanente, que nada ha logrado políticamente, a pesar de los daños temibles a ese país. Sólo hacer más rebeldes y dignos a los cubanos y cada vez más solidarios con la revolución a los pueblos del mundo.

En la Sierra Maestra.

Al final de los debates del importante Congreso- Taller sobre los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, convocado por Cuba, un compañero, respetado por su historia y modestia, me invita a dar “una vueltecita” por La Habana, que en realidad termina sorpresivamente. Quien está sentado esperando en un lugar austero es el coman dante Fidel Castro.

Hace mucho más de medio siglo que comenzó su lucha contra la tiranía y sigue dando su batalla frontal contra el imperio. Lo veo preparado para otra dura pelea de ideas, de reconstrucción histórica y denuncias permanentes...

Miro a ese hombre sereno, de cabellos y barba encanecidos, que suavizan su rostro, mucho más recuperado que en fotografías recientes, y lo imagino –por un momento– cruzando un mar bravío con sus compañeros desde México a La Habana, en un barco, que, de acuerdo con todas las predicciones, no podría haber llegado como lo hizo, cargado y con 82 tripulantes.

Después de un desembarco bajo brutal bombardeo, sólo volvieron a reunirse en la Sierra Maestra unos pocos.

Allí se inició esa increíble guerra de liberación que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista y con ella el intento del imperio de quedarse definitivamente en Cuba.

Fue la independencia definitiva lo que en realidad se logró aquel primer día de 1959.
Castro saluda de pie y su mano es firme.

La última vez que lo vi, antes de su enfermedad, estaba con uniforme militar.

Ahora, con su ropa de entrecasa se le ve más cercano y esto desarma toda formalidad. No será una entrevista. Me advierte sonriendo que él hará preguntas.

Todo transcurre como un río, la charla y ese deseo apasionado de saber detalles de acontecimientos y personas.

Quiere saber, por ejemplo, sobre Celia de la Serna de Guevara, la madre del Che, que fue para mí una amiga entrañable en aquel inmenso Buenos Aires de los años 60, cuando yo había llegado desde Entre Ríos.

Castro se conmueve ante la descripción de la personalidad de Celia, culta, austera, tierna, de voluntad y pasión increíbles, sensibilizada ante cualquier injusticia. Todo lo lleva hasta el Che.

“Ella tuvo una influencia indudable sobre el carácter y la formación del Che”, dice.
Conoció a Celia cuando llegó con su familia a La Habana poco después del triunfo de la revolución, para abrazar a un hijo que no veía desde hacía años. Ernesto Guevara, el joven médico, se había convertido en el Che, en el comandante de una revolución singular que sigue hasta hoy contra vientos y mareas imperiales. “Me impactó el rostro y la mirada de Celia” confiesa Castro.

Es sorprendente que esté hurgando en los pequeños detalles del pasado para escribir sus “reflexiones”, columnas de análisis de la actualidad, que serán recogidas por periódicos en todo el mundo.

Me dicen que es muy riguroso y revisa palabra por palabra, ajusta el lenguaje y es perfeccionista en extremo.

Cada una de esas palabras tendrá peso en el mundo y él lo sabe. No es vanidad, sino una necesidad imperiosa de analizar acuciosamente para desafiar el perverso esquema de la desinformación y la mentira.

“Decir resistencia es decir Fidel y dirigencia revolucionaria, la que llegó de la Sierra Maestra y la que fue naciendo en el camino de la revolución”, me ha dicho sólo unas horas antes un viejo combatiente. Y sonriendo señala: “Fidel los sigue venciendo con palabras que ahora están en todo el mundo. Y hasta los enemigos deben reconocer su sabiduría y liderazgo.”

Apenas atino a agradecer al comandante sus comentarios sobre algunos trabajos e investigaciones (Operación Cóndor y guerras contrainsurgentes) y le digo que me ha dado un impulso extraordinario para seguir hurgando en las telarañas de una invasión silenciosa en nuestra América.

La contrainsurgencia informativa, el “terrorismo mediático” le preocupan mucho.

Sabe que la información es hoy más que nunca un arma efectiva que se usa contra los pueblos y los gobiernos. Se mencionan los llamados “golpes suaves” y las conspiraciones que no dan descanso contra algunos países de la región.

Pero también de la enorme resistencia de los pueblos y América Latina va por delante en eso, con altibajos, porque “todo es perfectible” en el camino de la construcción de un mundo nuevo.

Es evidente que se siente muy orgulloso de su pueblo solidario, de los maestros, de los médicos, de to das aquellas mujeres y hombres que trabajan ejemplarmente por la vida en varios países de la región.

De allí vamos saltando de un hecho a otro, recordando a mujeres extraordinarias como Fany Edelman, dirigente argentina del Partido Comunista, que participó junto a su esposo en la Guerra civil española.

Le cuento que ahora a los 97 años, ella sigue asombrándonos con sus análisis, las historias de sus recorridos por el mundo, muchas veces junto a Vilma Espín, a la que admiró siempre.

Sus conferencias son de una agudeza extraordinaria, tanto como la frescura de su mirada azul.

Precisamente cuando escribo esto, Fany Edelman inauguró el Congreso del PC argentino de este año con un discurso sorprendente.

Hablar de Fany nos lleva hacia el revolucionario brasileño Luis Carlos Prestes, cuya historia extraordinaria de lucha está siendo estudiada en su país en estos tiempos de recuperar memorias, para no perder futuros.

En 1936, cuando Prestes fue detenido después de una insurrección, su esposa Olga Benarios, judía alemana, fue entregada por Brasil a Alemania y asesinada en un campo de concentración nazi.

Luego se recuerda a otra mujer maravillosa, Gladys Marín, quien fue legendaria dirigente del Partido Comunista chileno.”Le hace mucha falta ahora a América Latina Gladys”, dice Castro algo apesadumbrado por el recuerdo. Esa misma Gladys que soñaba con “un socialismo arcoiris”.

Pide detalles sobre la invasión a Panamá, que este 20 de diciembre cumple 19 años y que el gobierno de George Bush (padre) llamó “Causa justa.”

Lamentablemente, dentro de la dinámica de tantos sucesos, a veces no nos hemos detenido lo suficiente en el significado que tuvo para América Latina lo sucedido en ese pequeño país donde se probaron armas que luego serían utilizadas en otras guerras que hasta hoy perduran.

Y surge el recuerdo del general Omar Torrijos, un hombre que luchó para terminar con el enclave colonial de la Zona del Canal y el Comando Sur y sus bases militares, las escuelas de contrainsurgencia que sembraron de tragedias a la región en el siglo XX.

Me dice en un murmullo cómplice que alguna vez Torrijos estaba tan desesperado que estaba dispuesto a volar las bases e inmolarse: “Yo le decía que eso tendría resultados terribles para todos”, pero entendía la desesperación de “un hombre que ha soportado el colonialismo” tanto tiempo.

En ese viaje en que se transforma la charla, también recuerda al ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, que firmó el Tratado con Torrijos (para la entrega del Canal), y enfrentó una feroz campaña de los fundamentalistas en su país.
Nada se escapa a sus recuerdos. Lo conmueve pensar en los muertos de esa invasión a Panamá y en esas madres lanzando flores al mar para sus hijos.

Recuerda que, en 1993, el general Manuel Antonio Noriega, llevado ilegalmente a Estados Unidos después de la invasión, fue llamado para que acusara a Fidel y Raúl Castro de narcotraficantes y lo dejaban libre. “Hay que reconocer que se negó”, dice. Hasta ahora Noriega continúa preso.

Y de allí retrocedemos a 1983 y parece como si una pantalla reflejara ante sus ojos el recuerdo de otra invasión, que también se ha olvidado. El 25 de octubre de 1983, Estados Unidos invadió Granada, una isla caribeña de 344 kilómetros cuadrados.

Para eso inventó una supuesta “coalición” con algunos pequeños países del Caribe que prácticamente no tenían fuerzas armadas ni barcos, con las que Washington lanzó esta operación bajo el nombre de “Furia urgente.”

Recuerda Castro que “lanzaron los paracaidistas sobre el pueblo indefenso y trabajadores cubanos que estaban construyendo el único aeropuerto para que se pudiera llegar bien hasta la isla”.

Un aeropuerto pequeño que existe hasta hoy. Los aviones bombardearon también el hospital, en una población que ni siquiera llegaba a 70 mil personas y que apenas estaba emergiendo de una situación colonial.

De alguna manera parece asociar lo sucedido en la pequeña isla, cuando una de esas conspiraciones que hoy están de moda desató una lucha interna en el gobierno de Maurice Bishop, el gran dirigente granadino que fue asesinado.

Esto sirvió para provocar “desorden interno” y justificar la invasión, que fue el anuncio de lo que vendría en Panamá seis años después.

Ahora mucho ha cambiado. Por esas mismas horas se desarrollaba una Cumbre del CARICOM en Cuba, que evidenció que también en el Caribe, como en toda América Latina, se entiende que la única salvación posible es la unidad.

Entre esas indignaciones justas, surge el recuerdo de Paraguay y su encuentro con el escritor Augusto Roa Bastos.

Aún lo emociona el relato sobre aquellos niños paraguayos que fueron los últimos defensores de su país, cuya población masculina fue exterminada. Una guerra de exterminio, en que bajo intereses bri tánicos se armó otra de las típicas coaliciones.

Le llamaron la Guerra de la Triple Alianza y en ella participaron los gobiernos oligárquicos de Argentina, Uruguay y Brasil. Un exterminio que transcurrió entre 1965 y 1970.

Me doy cuenta que ese rápido recorrido por sucesos que conmovieron al mundo, o personas que han “iluminado” el continente, tiene que ver con el presente.

Por eso Fidel habla del dolor y la afrenta que significa el uso del territorio de una parte de Guantánamo, donde Estados Unidos convirtió sus bases en un campo de concentración brutal.

Nos vamos a Venezuela y Bolivia, al presidente Hugo Chávez, a quien él no dudó en sorprender yendo a esperarlo al aeropuerto en su primer viaje a Cuba “allá por 1994”, cuando recién comenzaba a perfilarse como un líder político.

Y el presidente Evo Morales y el pueblo boliviano que emerge desde tantos siglos de resistencias y que ahora debe resistir golpe a golpe, día a día, los intentos de volver a robarle sus derechos recuperados. Y vamos tocando otros países y otras situaciones, en este nuevo mapa de América.

Reflexiona también sobre la sorprendente situación que se vive cuando las revoluciones comienzan a hacer justicia, y por primera vez llegan beneficios a los pueblos tan postergados siempre. “Cuando pasa un tiempo ya eso se incorpora como una conquista de la vida cotidiana.” De aquella admiración y asombro de los primeros tiempos se pasa a la costumbre.

Ya está, ya se tiene y la revolución debe seguir dando pasos y a la vez resistir los embates de los que necesitan que todo esto desaparezca, porque para los poderosos la justicia de los pueblos es un mal ejemplo.

De todo se habla, de ese hilo que une tan dolorosamente las injusticias de un terrorismo mundial que no cesa, de las debilidades de organismos internacionales que no detienen la mano de la muerte, cuando se esperaba un mundo distinto para el siglo XXI.

Realmente lo que uno puede sentir es su enorme preocupación o angustia, porque la tecnología que debía salvar y ayudar al hombre “para la vida, es utilizada para la muerte y la dominación”.

Se toma la cabeza entre las manos cuando habla de la depredación incansable del capitalismo que está destruyendo el Medio Ambiente, el hábitat del hombre. Y el hambre en el mundo parece dolerle en el pecho.

Entiende que hay un momento histórico único con posibilidades extraordinarias de transformación y liberación, pero también peligros inmensos.

“Tratan de llevar a una guerra cruel a países vecinos. Es gravísimo para el mundo lo que sucede entre Pakistán y la India”, comenta. Insiste en el peligro de estas “contrainsurgencias informativas”, que hacen su trabajo cotidiano sobre los pueblos, que paralizan y confunden, los dejan inermes y los llevan a participar en luchas estériles entre países y poblaciones que no son enemigas.

Como un hombre que ha vivido una de las experiencias más extraordinarias y creativas en el siglo pasado y lo que va de éste, sabe que se necesita la reflexión creadora, la unidad imprescindible de los pueblos. Miradas generalizadoras y fuertes, no aisla das solitarias e individualistas. Por eso Fidel Castro está analizando ahora cada detalle para cerrar bien los relatos de nuestra historia común.

“El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos. Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis.

Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo”, ha dicho no hace mucho tiempo.

Ahora se informa cada día de todo lo que pasa en el mundo y escribe como un soldado de las ideas, es decir, con el arma de la palabra.

Este tiempo de obligado sosiego le ha dado la enorme posibilidad de ser el único líder de una revolución y de una resistencia heroica y mítica contra un imperio brutal, que puede mirar en retrospectiva todo lo sucedido y abundar en detalles, como lo ha demostrado en el libro que recientemente escribió sobre Colombia; esos detalles que dan la verdadera luz a la historia universal.

Fidel Castro no descansa. En su retiro de trabajo nos entrega cada día un relato histórico, renovado y enriquecido para que los pueblos recuperen la memoria verdadera, sin subterfugios.

Afuera, el pueblo cubano se prepara para comenzar un año festejando la revolución que llegó hace medio siglo para quedarse. Este hombre que no ha dejado de luchar desde su adolescencia nos enseña que la humildad es un destello maravilloso de la vida en revolución.