Por Froilán González y Adys Cupull
El 25 de marzo de 1903 nació Julio Antonio Mella en la Ciudad de La Habana, líder estudiantil y fundador de la Federación Universitaria y del Primer Partido Comunista de Cuba. No había cumplido los 26 años cuando el 10 de enero de 1929 sicarios contratados por el dictador cubano Gerardo Machado lo asesinaron en la ciudad de México donde se encontraba exiliado.
En sus artículos, crónicas y comentarios se comprueba que fue un estudioso de José Martí y Simón Bolívar, defensor y continuador de sus ideas anticolonialistas e antiimperialistas.
Recordar su nacimiento evocando fragmentos de sus escritos sobre El Libertador es una forma de rendirle homenaje. En las cuarenta y siete crónicas íntimas que escribió en 1920 durante su primer viaje a México, se refirió a la necesaria unidad de los pueblos de América Latina, era su anhelo, verlos libres y unidos. Condenó la injusta expansión e injerencia de los Estados Unidos en los pueblos de Latinoamérica y El Caribe.
En ocasión de la Conferencia Panamericana realizada en Santiago de Chile en 1923 anotó: "Bolívar se encontró no vamos a decir frente a Washington, los soldados de la Libertad siempre son hermanos, se encontró frente a Rockefeller, y el triunfo no había que dudarlo, fue del genio de América.
"Otras veces el yankee había podido hacer sentir su hegemonía bárbara sobre los pueblos de la América Latina, en que entonces imperaba el caciquismo y la codicia de los mercaderes del gobierno; pero cuando todas las naciones se unieron en el ideal grandioso del Libertador, entonces el filibusterismo que inició Roosevelt ... tenía que salir derrotado.
[...]
"El yankee es poderoso; no debemos rebelarnos inútilmente, pero sí podemos protestar, escudados en nuestro derecho, de la violación de nuestra dignidad de pueblo soberano, no porque la protesta sea oída por lo que tiene de justa, los oídos de los mercaderes sólo perciben el ruido del oro, la eficacia de nuestra protesta estriba en que esos mismos mercaderes saben que la América virgen que anhelan para desarrollar su genio activo y emprendedor, llegará a odiarlos y a huirles, ante la repetición de los asesinatos de Haití, y Santo Domingo, ante las imposiciones vergonzosas al gobierno de nuestra nación, ante el estrangulamiento de la Federación Centro Americana y los robos de repúblicas, terrenos y petróleo que convierte al país que gobernara Lincoln en una vulgar Isla de las Tortugas, guarida de piratas [...]
"El ideal de Bolívar debe ser nuestra aspiración, el de Monroe es nuestra muerte.
"Los pueblos débiles de la América tenemos que escoger, entre caer en el seno de la gran constelación (?) del Norte atraídos e hipnotizados por su grandeza, o fusionémonos como pequeños asteroides en un nuevo Congreso de Panamá. Esta fusión no tiene que ser política y definitiva, como aspiraba el Libertador; nuestro atraso lo impide; pero mientras más unidos estemos los pueblos débiles del Continente, aunque sólo sea espiritualmente, más difícil le será al Corsario Rubio saquearnos y matarnos... "(1)
En un editorial de Juventud, correspondiente a noviembre y diciembre de 1923, escribió: "[...] vivimos una hora interesantísima en la historia de la humanidad, que hay una completa renovación de valores, que la historia espera nuevos Mirabeau, nuevos Dantón, nuevos Martí, nuevos Bolívar, que realicen nuevos ideales ya pensados y resueltos en las conciencias humanas por los precursores de la nueva era.
"Hay necesidad intensa de apóstoles, de héroes, de mártires para el triunfo de la causa, y esos apóstoles, héroes y mártires, están en la juventud universitaria de nuestra América.[...]
"El corcel de la batalla espera enjaezado, partamos, no miremos hacía atrás; al arcaico y estéril “Todo tiempo pasado fue mejor”, ha sustituido el “Todo tiempo futuro tiene que ser mejor”, demostración efectiva de acción, de lucha; no hemos cambiado el sueño en el pasado por el sueño en el futuro, sino la lucha en el presente para hacer el futuro mejor..." (2)
El 23 de agosto de 1924, acotó: "Como resumen para nuestro problema internacional, no vemos por ahora más solución que el estrechar los lazos con todos los soñadores idealistas de la América unida y justa, para luchar por la realización del viejo ideal de Bolívar adaptado al momento. Intelectuales honrados, estudiantes libres y obreros conscientes son los llamados a ejecutar estas ideas.
La unión batalladora de esos elementos dentro de cada país, y su solidaridad por encima de las fronteras, es lo único que puede impedir, en parte, la continua venta de las nacionalidades por los gobiernos de América Latina, auxiliados por una opinión pública corrompida o aletargada, y por los capitalistas, periodistas y burócratas interesados." (3)
El 23 de noviembre de 1924 indicó: "[...] La unión latinoamericana, que soñó Bolívar, fue hasta hoy utópica por la desconexión ideológica, espiritual de nuestra raza. Armonizándonos en una aspiración común de ideas, de progreso, de ideales, las repúblicas latinas de nuestro Continente responderán a una actitud compuesta y defensiva. Hasta hoy la política absorbente de Norteamérica fertilizó en nuestro suelo por la ignorancia y por la desorientación de los espíritus. La revolución universitaria despertará las almas. Y de la conmoción que a ese despertar sucede, surgirá, fúlgido como un sol, el provenir de nuestra América."(4)
El primero de mayo de 1925 escribió en Venezuela Libre: "Todos deben cooperar en la medida de sus entusiasmos a la renovación de la América en esta hora, que al decir justo de muchos es la hora más importante de su historia. Hay que luchar por crear nuevos Bolívar y nuevos Sucre, y nuevos Martí, porque los pueblos de la América necesitan otra vez de sus Carabobo, de sus Ayacucho, y de la obra gigantesca, aunque anónima, de las emigraciones revolucionarias."(5)
En un artículo publicado en diciembre de 1926 escribió: "(...) La principal característica del revolucionario es su comprensión absoluta y su identificación total con la causa que defiende. Las ideas que abrazan se convierten en dinamos generadores de una energía social. Los ignorantes acostumbran a calificarlos de “fanáticos” por esta razón. Los reaccionarios, llevados por el odio y el temor, sí colman de insultos al REVOLUCIONARIO."(6)
Desde los primeros meses de 1926, Mella trabajó en la redacción y administración de El Libertador, órgano oficial de todas las secciones de la Liga Antiimperialista de las Américas, escogido para rendir homenaje a Simón Bolívar.