martes, 14 de julio de 2015

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CHE: CAPTURA Y ASESINATO.       Alberto Híjar.  

    La película Sacrifico: quién mató al Che Guevara de una televisora sueca, procura aclarar la supuesta delación de Ciro Bustos para ubicar al Che en Bolivia y las circunstancias concretas de su asesinato. Eric Gandini y Tarik Saleh, editaron 58 minutos de una producción que ubicó a los personajes en Bolivia, Suecia, Miami y Francia. Cerca de Malmo encontraron a Ciro Bustos con todo y la copia de los 20 retratos que dibujó para identificar  a los miembros de la guerrilla. Aclara que hizo esto a partir de identidades ya conocidas por el ejército boliviano y la CIA de modo que él sólo agregó dos rostros imaginarios de supuestos colaboradores en Argentina. Advierte que su identidad como Carlos Alberto Fructuoso tardó 20 días en ser descubierta como seudónimo, afirmación que en otra parte de la película niega el historiador Pierre Kalfon quien asegura que al segundo día la CIA supo del nombre Ciro Bustos, pintor argentino colaborador del Che. Queda claro el nexo del Che con Bustos quien fue uno de los participantes para organizar una columna guerrillera en Argentina sin precisar si se trata del operativo en Salta donde Jorge Massetti cayó con otros militantes cuando apenas se estaban organizando en 1966. El dato interesa porque da a entender que el proyecto del Che era para Argentina y no para Bolivia. 

    Uno de los personajes claves es Felix Rodríguez, comandante de la CIA y responsable principal del asesinato del Che encargado al sargento Mario Terán a la una y diez de la mañana del 9 de octubre de 1967, mientras el Che permanecía tirado con una herida en una pierna, y sin atención alguna, más que el intento del conocido como Ramos y de su captor el entonces capitán Gary Prado. Ramos-Rodríguez, cubano de origen fotografiado con uniforme del ejército boliviano en la última foto del Che vivo, muestra en el jardín de su casa en Miami la pistola con una pequeña esfera de plástico pegada a su costado con las cenizas del último tabaco consumido por el Che. Sacada de la espalda en además gangsteril, la pistola es mostrada como trofeo de guerra con semejante valor a una bandera roja de las FPL que ubica el criminal en Nicaragua, cuando en realidad es de El Salvador. En el tono prepotente característico de los criminales de estado, narra sus relaciones con Oliver Nord, personaje principal de la operación Irán-Contras donde el intercambio de droga, dólares y armas alimentó a la contrainsurgencia en Nicaragua y Honduras. Una toma de él como piloto de un helicóptero de guerra muestra su habilidad aprendida en Vietnam para operaciones de contraguerrilla. No falta en su voz la afirmación de que el Che todo lo hizo mal y no logró más adhesión campesina que la de un perro que terminó por irse, cuando no es así según narra el Che en la parte de su Diario en Bolivia conocida como El Cachorro. Los directores de la película procuran que la personalidad de los entrevistados no impida diluir el problema en cuestión: la captura y el asesinato del Che.  

    De 51 guerrilleros, treinta y siete murieron y cinco escaparon. Entre ellos Orlando Juárez Bazan, conocido como Camba a cuya familia entrevistan en Suecia para apropiarse de la certeza de que Camba no fue un delator como supuso el Che quien puso en su boca palabras que jamás dijo al ser capturado. Más bien la familia atribuye a un guerrillero llamado León la declaración de la presencia del Che en Bolivia, 5 días antes del asesinato en la escuelita de La Higuera. La tumba de Camba es elocuente  como indicio de una aclaración que ya nunca podrá darse. El que si pudo aclarar mucho fue Regis Debray a quien entrevistan en el bosque de un castillo de Normandía donde impartía un seminario. Debray niega toda respuesta, remite a los cineastas con Ciro Bustos y considera cerrado el capítulo de su vida incorporado a la película con tomas de su captura en Bolivia con Ciro Bustos y de su juicio en el que fueron condenados a treinta años de prisión finalmente reducidos a tres y a la expulsión de Bolivia, ante el clamor internacional que levantó la fama del escritor francés. Debray fue recibido como héroe por Salvador Allende en Chile mientras Bustos apenas mereció una entrevista de Jan Sandquist donde insistió en que él no entregó al Che. Esta afirmación remite al escritor Gustavo Sánchez en Bolivia porque publicó una carta de Debray a su abogado en la que le exige evitar la certeza del Che en Bolivia ante el compromiso del francés con el ejército boliviano para no repetir lo que había informado en su primer contacto como prisionero. La película menciona el nombre de Willy imposible de entrevistar y llega hasta el asesino Mario Terán quien repite la orden de Félix Rodríguez de dispararle al Che debajo de la cabeza para presentarlo como caído en combate. El asesino exige 15 mil dólares por la entrevista y los comentarios previos aparecen filmados por una cámara que no logró tomarle el rostro sino más bien el torso y las manos. Hay menciones a otros criminales de guerra como Quintanilla, imágenes terribles de las manos cortadas al Che por ejemplo, y de movilizaciones y grupos guerrilleros reivindicadores de sus lecciones político-militares. Por supuesto, no falta la entrevista con el entonces capitán Gary Prado quien narra la captura del grupo donde iba Camba y luego la del Che y Willy quienes infructuosamente intentaron trepar por una pared de la quebrada del Yuro. Queda a la imaginación el traslado del Che herido en una pantorrilla y con su arma inutilizada a la escuelita de la Higuera y sin más diálogo que el intentado por Félix Rodríguez y el ahora general Prado dirigente de los empresarios autonomistas de Santa Cruz Bolivia a la que quiere representar como diputado con todo y propaganda mercantil mostrada en la película.  

    El valioso documental fue exhibido en el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México 2006 que ahora exhibe una selección bajo la consigna de “todo lo que van a ver es verdad”, en una elegante sala para 50 espectadores cómodamente sentados que forma parte de un hotel sin propaganda comercial por su carácter suntuario y de gusto exquisito, instalado en una casona porfiriana de la colonia Condesa del Distrito Federal. El carácter privado de la exhibición fue extremo porque no fuimos más de diez espectadores quienes pudimos ver el excelente documento  que deberá servir para la conmemoración de los 40 años sin el Che en octubre próximo, cuando agregaremos a la cadena de mando de los criminales los nombres del aún vivo Henry Kissinger y del tercero en el poder del estado norteamericano, John Dimitri Negroponte con una trayectoria semejante a la de Félix Rodríguez pero con un rango superior y decisivo. 




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