jueves, 5 de agosto de 2010

Periquita nos convoca al Parque de la Memoria dió la vida por los argentinos

 

 

Colombia y Cuba unidas por Angélica Nuria el ICAP Camagüey Radio Progreso y el Museo Che Guevara de Argentina

 

 

Compañeros del ICAP Camagüey:   Angélica es sensible, extraña su familia, su patria.  ¿Qué tal si la invitan a conocer a mi hermana camagüeyana esa que junto con vecinos de toda edad construyó para orgullo de su patria la Muñeca más larga del Mundo que merece el Récord Guinnes.

 

Ya imagino a Angélica aplicando sus conocimientos en esa casona de cultura muñequera donde todo es factible y posible.

Me la veo explicando como es una muñeca colombiana, me la imagino abrazada a mi hermana Carmen la cubiteña y bailando al ritmo del saxo, ó del cajón peruano de mi sobrina artista.  

 

Nuria Barbosa es una certera hacedora de hermandades indestructibles.  Gracias Nuria…. Alla vamos.

 

                                         Toto y Alicia Molinari que me motoriza en este momento a pesar de su indefensión.

 

 

De: Irene Perpiñal <irenecuba@hotmail.com>
CUBA...........".porqué te quiero tanto"
 


From: nuriab@enet.cu
To: irenecuba@hotmail.com
Subject: Hasta el final
Date: Sun, 18 Jul 2010

De Colombia a Cuba

Por Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba 

Este es un diálogo con una joven veinteañera, de acento latinoamericano y sueños palpitantes
Mi nombre es Angélica Sotelo Valbuena, vengo de Bogotá, Colombia. Mi ciudad es la capital del país y puede compararse con una metrópoli, es muy grande, tiene variedad de personas y de cultura.

¿Cómo te enteras de la existencia de una beca en Cuba?

, provengo de una familia que tuvo una militancia política muy activa. Ella fue quien me comentó de la posibilidad de una beca en Cuba antes de yo graduarme de bachiller. Vi que en Colombia no podía continuar mis estudios, si optaba por trabajar no sería rentable porque aún no tenía los 18 cumplidos y el que me contrataba lo hacía por la mitad del salario que le paga a un trabajador normal. O sea, el pago sería mínimo. Entonces le dije a mi mamá que  hiciéramos los trámites para la beca. Hicimos la petición y luego formalizamos los documentos, hasta que me salió la beca.


¿Por qué no podías continuar estudios en Colombia?


Mi familia es de un status de ingresos financieros muy bajo. Mi mamá es enfermera y hace más de dos años que está desempleada. Se dedica a realizar trabajos eventuales cuando la llaman. Mi papá trabaja en el campo y es agricultor de café. Somos tres hermanas hembras, yo soy la mayor, la que me sigue tuvo que pedir un préstamo a una institución para realizar estudios en un técnico. O sea, se pasa la petición a un Instituto de que quieres estudiar y comunicas las dificultades, ellos evalúan el caso. Lo aprueban, si le es conveniente. Ellos prestan un dinero que al terminar la carrera se tiene que pagar del salario devengado con altas sumas de intereses.  Mi otra hermana,  la más pequeña se quedó sin estudiar, ahora trabaja.  

¿Qué conocías de Cuba? 

Mi familia me habló bien de Cuba. Mi mamá viajó dos veces aquí invitada por la Federación de Mujeres Cubanas. Vino en la década de los 80 y quedó maravillada de este país. Ella si pudiera venir cada año lo hacía. También lo visitó en la década del noventa, su pensamiento y admiración es por Cuba. Mis papás, los dos me han inculcado esa mentalidad de amor por Cuba.  

¿Qué ocurrió en los primeros años de tu llegada a Cuba? 

Matriculo en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina). Para empezar no traía una buena base docente de Colombia. Me vine y fue un choque entre los estudios que realizaba allá y los que tuve que emprender aquí. También nunca estuve separada de la familia y eso repercutió en que me sintiera muy deprimida. Otros compañeros míos lo tomaron de otra forma pero a mí me influyó mucho.  

En vuelo hacia La Habana, qué pensaste que pudieras encontrar en Cuba? 

Lo que mi mamá me contó de su viaje, me imaginé un país muy parecido al paraíso. Todo estaba resuelto, no había dificultades y la economía era muy estable. Yo no conocía que los cubanos pasaron por un Período Especial tan fuerte y que el bloqueo hiciera tanto daño. Lo que se cuenta en Colombia de Cuba, es paisaje turístico, ron, tabaco y ya. Pero llegar aquí y convivir con el pueblo es conocer a mucha gente con buena formación. Saber que un trabajador de la calle pueda tener muchos títulos, como los pueda tener el gerente de cualquier empresa.  Esa igualdad de condiciones es lo que me gusta de Cuba. 

¿Qué te disgustó? 

Me chocó, estar lejos de mi familia y el cambio cultural. En tres horas de vuelo te encontrabas con un lugar totalmente diferente. 

¿Se nota la diferencia entre el nivel académico concluido allá y el que debía empezar? 

Mucho, considero que yo no estaba preparada para iniciar estudios superiores. Eso lo digo ahora, pero cuando llegué no podía darme cuenta. Tuve el apoyo de todos los profesores. Mira te pongo un ejemplo. Allá en Colombia el profesor llega, dicta su clase y se va. Nunca sabe si sus alumnos aprenden o no, si entendieron bien y, si no, no le importa. Aquí en Cuba el profesor te sigue, da consultas, repasos, puedes preguntarle duda a cualquier hora y en cualquier momento. Estaban ahí pendientes, te motivaban con la bibliografía y te hacían estudiar. Interesados porque los alumnos aprendan. 

Menciona algún grato recuerdo de la ELAM 

La convivencia con personas de muchos países. Eso nos enriqueció culturalmente. En un cuarto podemos vivir muchachas de varias nacionalidades. Ahí todos somos familia y sufrimos las mismas vicisitudes: estamos lejos de la casa, del país y entonces nos volvemos una familia. Nos apoyamos, convivimos, lloramos, reímos, corremos, hacemos deportes y estudiamos. Eso nos hizo unirnos a pesar de las diferencias. 

¿Cuál fue la asignatura que te causó problemas? 

Bioquímica 

Al conocer la noticia de no poder continuar en la ELAM por desaprobar una asignatura por qué decidiste quedarte en Cuba 

Sinceramente por mi familia y por mi sentimiento de superación. Regresar a Colombia sería buscar trabajo, nada más, sin tener conocimientos, ni título, ni carrera. 

¿Quién te ofreció quedarte en Cuba? 

En la misma ELAM nos propusieron varias especialidades vinculadas a la medicina. Más o menos unas 14 especialidades, puedo mencionarte optometría, estomatología, enfermería. Quedaba a decisión personal: regresar o intentar comenzar desde el principio en otra especialidad. Yo me quedé y ya concluí el segundo año de traumatología.  

¿Ahora donde estudias? 

En la facultad de Ciencias Médicas de Camagüey. Cuando nos dieron la posibilidad de continuar estudios nos distribuyeron en las distintas facultades de medicina en toda Cuba, atendiendo a la especialidad que iniciaríamos. A mí me tocó en Camagüey.  

¿Qué te parece la ciudad de Camagüey? 

Aquella ciudad me gusta porque es un lugar muy bonito. Te puedo hablar de su arquitectura y de la forma colonial en que están distribuidas sus calles y casas. Incluso te puedo asegurar que los precios de los productos son más baratos que en La Habana. 

¿Los camagüeyanos? 

Son gente muy amigable y solidaria. Pienso que es así todo el pueblo cubano. 

¿Por qué? 

Todos me dieron aliento cuando desaprobé en la ELAM. A mis profesores y tutores le importaba que yo continuara y no me desanimara. Por eso me quedé. A todo el mundo le importó. Nadie me dijo: "Usted no puede y se va". Sino que me hicieron ofertas para que continuara. Todos me aconsejaron y me apoyaron para que intentara nuevamente.  

¿Cuánto te costaría la misma carrera en Colombia? 

En este momento por el sistema gubernamental que existe allá y por la crisis no hay ninguna institución que preste dinero para estudios como ocurrió con mi hermana. Allá nada es gratuito y todo se tiene que pagar. Uno saca las cuentas y son millones y millones que tiene que invertir en educación. Un semestre de medicina saldría en siete millones de pesos colombianos que equivale a unos tres mil dólares cada semestre. Sólo en matrícula. No se incluyen los libros, ni el transporte, ni el hospedaje, ni la alimentación. En Cuba nada de eso se paga, solo el transporte. Mi beca (el lugar donde resido) queda en la misma facultad por lo que no necesito transporte para desplazarme y asistir a clase. Tampoco debo devolver dinero al finalizar mis estudios por deudas contraídas con alguna institución. 

¿Qué mensaje le enviarías al pueblo cubano y en especial a sus jóvenes? 

Le diría que aprovechen el país en el que están y lo que ofrece el estado. No es fácil tener un gobierno que se ocupe de la salud y la educación, a pesar de estar bloqueado y no tener acceso al mercado internacional. Esa incertidumbre que vivimos de no tener, hablo de dinero, no se vive en Cuba. Aquí todo está a la disposición de todos, entonces toca cuidarlo. 

¿Qué les dirías a los colombianos acerca de lo que has vivido en Cuba? 

Le diría todo. Hablaría de la paz y la tranquilidad que se vive aquí. A mí me sorprende mucho ver un niño jugando en la calle, feliz, sin miedo a un secuestro o a un problema donde él sería una víctima de una riña con bala u otra arma. Aquí la familia sabe al niño jugando y vive en total tranquilidad. Allá los niños juegan en la calle, pero la vigilancia es extrema y existe un temor muy grande al secuestro o al accidente provocado por peleas de delincuentes. Se vive stresados para que el niño no se pierda, y se le aconseja por las calles a tomar para no  ser víctimas de agresiones.  

¿Has tenido alguna vivencia negativa en Cuba? 

Cuando llegué a Cuba estaba acostumbrada a cubrirme toda para caminar. Digo tener la bolsa aprisionada y estar pendiente a quien te sigue o transita al lado tuyo. En Bogotá caminas con miedo porque cualquiera te puede meter la mano y sacarte el móvil, la plata (el dinero). Ahora estoy acostumbrada a caminar con libertad, con las manos libres y no sé si pueda volver a caminar como antes. Nunca me ha pasado nada. Te lo puedo afirmar. 

¿Cuándo te gradúes qué harás? 

Veo la graduación un poco lejos. Me faltan tres años, pero de lo que estoy segura es que regresaré a mi país a trabajar. Tomaré mis raíces. Intentaré servir a mi pueblo con esa voluntad solidaria adquirida en Cuba.

La vicerrectora académica, Midalys Castilla aseguró a la prensa que la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) de Cuba cumplió diez años y cuenta con una matrícula de 10.000 estudiantes con  cinco promociones (que concluyeron el programa de seis años) lo cual suma 7.248 egresados de 28 países.

En la actualidad estudian muchachos de 55 países -pues se incorporaron de naciones africanas y hasta de pequeñas islas del pacífico- y el 75% de ellos son hijos de obreros y campesinos; además de contar con la presencia de becarios de 104 comunidades originarias de América Latina.

Lo único que se les exige a los jóvenes (de entre 17 y 25 años) es que una vez recibidos regresen a sus localidades o barriadas humildes a ejercer allí y devolver lo aprendido.

Tal fue la situación creada a partir de los 34 graduados estadounidenses - actualmente hay 113- que obligó a la institución a obtener una acreditación de la Junta Médica de California.

En Cuba hay además 11.000 becarios del proyecto ALBA, el acuerdo de integración del Acuerdo Bolivariano de las Américas formado por Venezuela, Bolivia y Ecuador entre otros.

Inicialmente "hubo una gran resistencia en algunos países por parte de los Colegios Médicos", dijo la vicerrectora académica de la ELAM, pero la preocupación de las asociaciones de galenos fue disminuyendo en la medida en que descubrieron que estos colegas regresaban a sus poblados a donde realmente no les interesaba ir a los otros especialistas.

Incluso gobiernos de la región que miraron con desconfianza -solapada o no- el proyecto luego modificaron su percepción, dijo Castilla.

En lugares como Honduras, México, Brasil y Argentina los propios jóvenes tienen que batallar para que sus títulos sean revalidados. Sin embargo, poco a poco las universidades, las asociaciones médicas y los gobiernos ceden.

Las clases se iniciaron en febrero de 1999 con unos 1.900 jóvenes, especialmente de Centroamérica, ahora también se cuentan con facultades de medicina en otros países asesoradas y atendidas por personal cubano.

Si la historia fuera justa, remarcaría este aporte de Cuba a la humanidad

Clarin Buenos Aires EEUU doble moral Cinco héroes cubanos terrorismo

PC180220 (Large) (Medium).JPG confecciona prendas pero piensa en sus cinco hermanos presos en EEUU, es cubana.

 

Presidio de los cinco antiterroristas cubanos demuestra doble moral de EE.UU.
teleSUR - 4 de agosto

 

El presidio de los cinco antiterroristas cubanos hace más de diez años en una cárcel estadounidense demuestra la doble moral de este país en cuanto a la lucha contra el terrorismo, indicó este miércoles el abogado José Pertierra.

 

Las condenas a los cinco cubanos ''es algo que no le conviene a Estados Unidos (EE.UU.)  porque demuestra la doble moral'' de ese país ''en la  la lucha contra el  terrorismo'', dijo el jurista en una entrevista ofrecida a teleSUR.

 

Explicó que estas liberaciones serían convenientes para mejorar la política exterior de  Washington con Latinoamérica.

 

El letrado sostuvo que la comunidad internacional debe seguir insistiendo al  Gobierno de Barack Obama, para que libere a los cinco luchadores de la isla caribeña, algo que debió suceder hace mucho tiempo.

 

''Hay que seguir presionando para que el presidente (Barack) Obama haga lo que debieron haber hecho los otros" presidentes estadounidenses "soltar a los Cinco'', dijo.

 

Pertierra indicó que en todos los años que Gerardo Hernández ha estado preso en Estados Unidos no ha sufrido las penurias que ha experimentado en los últimos 12 días  en un celda donde el calor sobrepasa los 36 grados centígrados, además de otras incomodidades como sábanas sucias y condiciones de vida deplorables.

 

Añadió que el detenido cubano sufre de tensión alta y una infección bacteriana, pero debido a la precaria condición en la que se encuentra no  ha podido tomar sus medicinas.

 

El jurista comentó que no era coincidencia que justo cuando uno de los  abogados de Hérnandez, Leonard Weinglass, preparaba   la petición de un hábeas corpus, proceso que necesita de la participación del detenido, el prisionaero es confinado en una celda de castigo con el pretexto de ''hacer una investigación''.

 

''En estos momentos el abogado (de Hernández) está preparando un hábeas corpus (...) casualmente escogen este momento para aislarlo de la población''.

 

Pertierra mencionó otro recurso legal que podría ser usado en el caso de Hernández que es el de la clemencia ejecutiva, una atribución de los mandatarios norteaméricanos  de reducir ''la sentencia (del prisionero) al tiempo que el detenido ha estado preso''.

 

Desde el 12 de septiembre de 1998, Fernando González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González  se encuentran privados de su libertad en Estados Unidos (EE.UU.) acusados de informar a su país sobre acciones terroristas preparadas en la ciudad de Florida (sureste de EE.UU), contra La Habana.

 

Gerardo Hernández se encuentra detenido en la cárcel de Victorville, una prisión de máxima seguridad que está instalada en el desierto de California (costa suroeste).

 

Hace 12 días Hérnandez fue confinando en una celda de castigo, aislado de toda la población, pero gracias a una intensa campaña, Washington decidió sacarlo del aislamiento.

 

La reciente liberación que realizó el Gobierno cubano de unos 22 presos, ha aumentado las posibilidades de que estos cinco héroes caribeños sean regresados a su patria como un gesto de reciprocidad, tal como ha sucedido en ocasiones anteriores cuando Cuba liberó a cuatro agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1979 ante el gesto de Washington de excarcelar a cuatro independentistas  puertoriqueños por sugerencia de Fidel Castro, comentó Pertierra.

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Lanús Lezama Lima y Ernesto Che Guevara en Escuela Primaria EPB nº 21 Buenos Aires

 

 

De: jorge garcia [mailto:undersolar@hotmail.com]
Enviado el: Jueves, 05 de Agosto de 2010 08:36 p.m.
Para: museocheguevara@yahoo.com.ar
Asunto: RE: Lezama Lima y Pablo Neruda honran al Che Guevara compañero

 

Toto, gracias por los poemas sobre el CHE, te cuento que voy a poner a la vista el día 8 de octubre, si mal no recuerdo (corregime si me equivoco ) "dia del guerrillero heroico" el poema corto de Lezama Lima, en la escuela primaria de Lanús, EPB Nº 21 para que los claustros y las maestras se iluminen !

 


Gracias
 
 


From: museocheguevara@yahoo.com.ar
To: undersolar@hotmail.com
Subject: Lezama Lima y Pablo Neruda honran al Che Guevara compañero
Date: Sat, 3 Jul 2010 13:41:09 -0300

Pablo Neruda

 

De el se esperaban

todas las saetas de la posibilidad

y ahora se esperan

todos los principios de la ensoñación

 

Lezama Lima

Che: Una lección de coherencia en la vida y ante la  muerte.

                                                                                

Unos dicen que estas muerto de veras

Que te tienen al fin donde querían

 

Se equivocan más que nosotros figurándose

que eres un torso de absoluto mármol,

quieto en la historia donde todos puedan hallarte.

 

Cuando tu no fuiste nunca sino el fuego

sino la luz del aire,

sino la libertad de América soplando donde quiera

donde nunca jamás se lo imaginan

 

 

De: jorge garcia [mailto:undersolar@hotmail.com]
Enviado el: Jueves, 01 de Julio de 2010 10:17 p.m.
Para: museocheguevara@fibertel.com.ar
Asunto: si es posible

 

Me gustaría poner en la escuela alguna poesia que enaltezca a nuestro heroe de clase Ernesto Guevara De la Serna, usted que conoce, quizas me allane el camino y me manda algunas, si es posible.
                                          Gracias

Pergamino Impunidad para funcionario 007 "se busca Argentina humana pero no derecha

Donde el estado de derecho no llegó

 

por  Ricardo Ragendorfer      rragendorfer@miradasalsur.com

 

Pergamino es un paradigma de la impunidad. Como en otros puntos del país, hubo cómplices civiles de la dictadura. Tal es el caso del médico Jorge Ramella, que tiene prisión preventiva pero sigue atendiendo pacientes.

 

Dicen que el intendente de la ciudad de Pergamino, Héctor Cachi Gutiérrez, tenía una pequeña debilidad: las niñas púberes. Ello malogró en las elecciones legislativas de 2009 su candidatura a diputado nacional por el cobismo, luego de que la religiosa Marta Pelloni lo acusara de proteger la trata de personas en un prostíbulo de aquella zona, además de intimar allí con menores en situación de esclavitud.

 

Sin embargo, el polémico funcionario estaría ahora alejado de la pedofilia gracias al amor que le dispensa su nueva pareja, la señora Mariana Ramella.    Ella es hija del prestigioso médico Jorge Eduardo Ramella, principal accionista de la Clínica Pergamino y uno de los personajes más influyentes de dicha comunidad.

 

El problema es que el doctor está procesado con prisión preventiva por un delito de lesa humanidad cometido durante la dictadura. Pero bajo el amparo de su yerno, circula por las calles de esa ciudad como si las leyes de la democracia no existieran para él.

 


El 11 de febrero de 1977, María Delia Leiva fue secuestrada por un grupo de tareas en la localidad de San Martín; ella estaba con su pequeño hijo, Gabriel Matías Cevasco, de apenas tres meses, fruto de su unión con Enrique Cevasco.

 

Cuatro semanas después, en Pergamino, una mujer policía entregó el niño al matrimonio formado por Roberto Duarte y Margarita Fernández, quienes –a sabiendas de su orígen– lo anotaron como propio; para ello contaron con la inestimable colaboración del doctor Ramella, quien –también a sabiendas de su orígen– suscribió un certificado de nacimiento apócrifo fechado el 13 de febrero de aquel año a nombre de Ramiro Hernán Duarte.

 

Con tal identidad –y la consiguiente nebulosa sobre su pasado– transcurrió durante 26 años la vida de Gabriel. Hasta que, sacudido por un presentimiento, acudió a las Abuelas de Plaza de Mayo; ellas lo acercaron a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), en donde pidió los estudios del Banco de Datos Genéticos.   El 20 de octubre de 2002, aquel bebé convertido en botín de guerra durante la larga noche de la última dictadura se convirtió en el nieto recuperado número 70.    Ello también fue el punto de partida de una compleja causa judicial que tendría al doctor Ramella como uno de sus más conspicuos protagonistas.

 


El 10 de abril de 2010, la Sala II de la Cámara Federal de San Martín ratificó su prisión preventiva, aunque con el beneficio del arresto domiciliario.


Sin embargo, los medios de esa ciudad no mencionaron el asunto, tal vez en razón de la jugosa pauta publicitaria que la Clínica Pergamino les otorga. En cambio, uno de éstos –el diario local La Opinión– efectuó el 21 de julio pasado una amplia cobertura sobre la inauguración de un servicio de hemodinamia en ese sanatorio, destacando la presencia del mismísimo doctor Ramella, quien, además –según el sitio web de la clínica–, atiende allí a sus pacientes todos los martes y jueves.


Tales publicaciones prueban de modo palmario la sistemática violación por parte de Ramella de su arresto domiciliario.
   Y su complemento: la tolerancia de las autoridades policiales, las cuales, según parece, no desean entrar en conflicto con el poderoso yerno del encausado, quien a todas luces sería el garante de su impunidad.


Lo cierto es que el doctor Ramella encarna un paradigma muy particular de la complicidad civil durante los años de plomo: pese a que él no perteneció de modo orgánico a la estructura represiva del Estado, sí cometió en su nombre un delito aberrante.
   Y su anclaje en el presente no es menos metafórico: tolerado por la mayoría silenciosa de una pequeña urbe en la que todos se conocen y con el sostén de un poder político cuya cabeza visible también ha rozado formas no menos aberrantes del delito, el ya anciano médico habita un territorio en el que la Justicia aún no llegó.


 

 

DEFORMANDO UNIFORMIDADES O UNIFORMANDO DEFORMIDADES


--- El jue 5-ago-10, Norberto Ganci <elclubdelapluma@gmail.com> escribió:


De: Norberto Ganci <elclubdelapluma@gmail.com>
Asunto: DEFORMANDO UNIFORMIDADES O UNIFORMANDO DEFORMIDADES
Para: "Abran sus ojos Idiotas" <elmovimientosensorialista@hotmail.com>
Fecha: jueves, 5 de agosto de 2010, 13:45

DEFORMANDO UNIFORMIDADES O UNIFORMANDO DEFORMIDADES

 

 Era niño y recibía, entre tantas, dos miradas de las realidades de aquella época, no muy diferente de la actual. 

 Siendo muy pequeño, andando con mis padres por las calles y al cruzarnos con un niño mendigando o un adulto vestido de "ciruja", recibía de quienes me llevaban de la mano, el comentario de ¡"cuidado"!... Diferente al pasar junto al denominado en esos tiempos "vigilante", el oficial de policía de la cuadra, me indicaban que le debía respetar y temer… 

 Debía cuidarme del necesitado, y respetar al uniformado… 

 El hambre estaba vestida de harapos, un uniforme corriente para la desconfianza por lo "diferente". 

 La posibilidad del autoritarismo deformaba la certeza del respeto que se pretendía "imponer". 

 La cita en los mediodías era frente a la mal llamada caja boba (la convirtieron en tal no habiendo nacido para ello…), frente a la imagen del estereotipo a imitar, por más que no se cuenten con los medios para lograrlo; el tema era al menos aparentar "pertenecer" al segmento opulento que disfrazaba su oprobiedad con perlas, maquillaje y "rositas rococó rosadas"… 

 Las mismas "muchachas" que diariamente hacían lo que sus "amos" no querían y cobraban por ello miserablemente, soñaban ser despertadas de la pesadilla del abuso por…por ejemplo "un taxista" con sentido de humanidad… 

 Aprendíamos, al menos en mi caso, que la mafia estaba en Italia, la guerra en un país lejano sin descifrar, el éxito fumando un cigarrillo y tantísimas estupideces más… 

 Teníamos como escape y conexión con algo de la vida, en el potrero de la cuadra, donde entre risas y picardías construíamos un mundo diferente, donde nosotros éramos los  policías y los ladrones, los enemigos de una guerra y luego terminábamos riéndonos de las payasadas actuadas…  

 Teníamos la posibilidad de construir lazos indestructibles, por ese contacto del día a día, cuerpo a cuerpo, cara a cara; adivinando tantas veces que al otro algo le pasaba con sólo mirarlo… 

 Alguna vez conté que mi vieja me recriminaba el asistir a alguien con determinada necesidad; me gritaba "¿qué te pensás, que sos el Che Guevara?" Al menos inconcientemente la vieja tenía un buen concepto del Héroe Revolucionario. Yo no sabía de qué me hablaba…Me hubiese gustado ser como el Che… 

 Recuerdo que, la maestra le escribía a mi madre contando sobre mis avances y retrocesos en la escuela; que la citaba y mi vieja iba; que actuábamos vestidos de granaderos ganando batallas Sanmartinianas…; que Ignacio Copani conquistaba compañeras cantando y tocando la guitarra; que en los cumpleaños repartíamos caramelos entre todos… 

 Recuerdo también que me hablaban de un tal Perón que vivía en Puerta de Hierro (¿), que había carteles en las calles que decían "la vida por Perón"…pero Perón estaba allá, en esa puerta… Y recuerdo que este hombre volvió y mucha gente moría cerca de Ezeiza… Y que después se murió y oí decir a varios "acá tiene que haber un golpe militar", "se viene la guerra civil", y… 

 El golpe vino, casi, casi como una guerra, despareja: los uniformes a los que debía tener respeto abusaban de las mujeres, asesinaban a jóvenes, secuestraban gente; muchos de los muertos también vestían harapos…  

  Sinceramente no se cómo viene a parar acá, a pesar de las deformadas uniformidades, creo que nos salvaba la inocencia de no ser devorados por la necedad vestida de aparente opulencia televisada… 

 Me parece bueno, de vez en cuando, rebobinar, ir hacia atrás, revisar nuestra memoria. ¿Y si entre todos lo ejercitamos para intentar reformar realidades? Que así sea. 

NORBERTO GANCI –DIRECTOR- El Club de la Pluma

elclubdelapluma@gmail.comelclubdelapluma@hotmail.com

 



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No comprenden lo que leen adolescentes argentinos al fracaso

Los que se pierden la película
27/07/10

Por Silvana Melo

 

(APe).- Tiene quince y los pantalones rotos por convicción. Una gorra hasta la nariz y unas zapatillas negras que le marcan el camino a la escuela donde se queda como de paso. Está al borde. Hace equilibrio por el cordón finito entre traspasar esa puerta o no aparecer más, que es apenas un detalle. Para él que tiene quince y para el sistema que no lo contiene ni lo seduce ni lo sale a buscar si no está.

 

El día de la película sólo espió las imágenes. Y después no pudo contar lo que vio. Es que no alcanzó a seguir los subtítulos. Pasaban demasiado rápido para él que no lee de corrido. Que llegó al Polimodal sin la fluidez de la lectura oral. Para él, que si se concentra en leer sin silabeo no comprende lo que dice, la película fue sólo una serie de fotografías rápidas, con bocas y gestos, pero sin palabras.

 

La educación le pasó como él por la escuela: un trámite. El es un trámite para el sistema. Un legajo incompleto, un papel que se pierde si él no ocupa el pupitre, un nombre que deserta y ya no es.

 

El informe de la Universidad de Cuyo, surgido de 200 alumnos entre 8 y 12 años no lo dejó solo en un futuro que lo condena a la retaguardia social: cuatro de cada diez chicos no comprenden lo que leen. “Se ha advertido que los sujetos muestran dificultades tanto en procesos de reconocimiento como de producción de palabras”, dice el estudio.

 

El, a los quince, milagrosamente incluido en el nivel Polimodal, es un analfabeto social. Tal vez la convicción de sus pantalones rotos y la gorra hasta la nariz sean un modo de asumirse afuera. De reconocerse trámite. Aunque aún no sepa que hay demasiada letra chica en la vida destinada a trampearlo, que habrá muchos subtítulos acelerados que le advierten de la estafa que nunca sabrá, que hay tanto para leer y comprender y analizar con juicio crítico para poder entrar en la jungla donde tanto monstruo ataca y muerde las yugulares de los pibes expulsados para dejarlos fuera de juego en el más crucial de los partidos.

 

Santiago del Estero, Misiones y Corrientes son los territorios que muestran los mayores índices de analfabetismo y deserción escolar.

 

En un país donde se declama una educación igualitaria, que coloque a todos en la misma fila de largada, con las mismas oportunidades para llegar a la misma meta. Pero son demasiados los que inician la carrera desde kilómetros atrás. Con huesos y músculos débiles para aguantar. Con herramientas exiguas porque no les tocó en suerte en esta feria arbitraria el mejor de los entrenamientos.

 

Dice el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) que 720.000 chicos quedan fuera del sistema escolar. Y unos 730.000 mayores de quince años no saben leer ni escribir.

 

El, con sus zapatillas negras y su gorra hasta la nariz, es un privilegiado: llegó al Polimodal. Fue hasta la escuela todos los días suficientes como para ser un alumno regular. Es decir, que se ciñe a las reglas. Pero nadie le habló de la reciprocidad. Y de que él tiene el derecho de que su escuela también sea regular. En cualquier ciudad del interior quince cuadras de distancia descomprometen y descualifican. La educación es desigual en los arrabales y en el centro. Y rechaza al que intenta dejar el margen escolar para acceder a la calidad de los incluidos.

En Buenos Aires va a clase el 89,3 por ciento de los chicos en condiciones de cursar los primeros dos años de la escuela media obligatoria. En Misiones, el 56,4 por ciento; en Santiago del Estero, el 58,7 por ciento. Las diferencias son abismales. En calificación y en cuantía. De ese poco más de la mitad de pibes que logra llegar a la escuela media en Misiones, un gran porcentaje no comprenderá la película.

 

No sabrá leer los subtítulos. No accederá a la letra chica. Será estafado de por vida. Sojuzgado. Marginado.

 

El CONICET extrae de los archivos cifras para abonar la inequidad: el 75% de los jóvenes de entre 15 y 21 años se encuentra en situación de riesgo educativo. Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones tienen el flaco privilegio del porcentaje general más alto de inasistencia escolar entre adolescentes: 28,29%. Pero este número se va al cielo cuando se trata de los más pobres: más del 43%.

 

En capital, en cambio, donde dicen que atiende Dios pero con oficinas estratégicas en el centro, la inasistencia oscila entre el 10,9% entre los adolescentes no pobres y el 25,9% de los pibes pertenecientes a hogares bajo la línea de pobreza.

 

Al que le tocó nacer en Jujuy y engordar las anchas filas de los desventurados, tal vez hasta le hayan impuesto el reclutamiento en la policía infantil ideada en 1999 para resguardarlos de “la deserción escolar, las fugas del hogar, la integración de pandillas, la maternidad y paternidad precoz, el alcoholismo, la drogadicción, la vagancia y la mendicidad de menores”.

 

Escuadrones de chicos de entre 5 y 16 años cargados al hombro del autoritarismo y jamás de la conciencia de un país al que hay que construir generoso con las mismas y luminosas parcelas para todos.

 

Ninguno de ellos, finalmente, entenderá la película. Ninguno logrará atrapar los subtítulos antes de que otro personaje irrumpa. Es que finalmente se perderán la historia. Su historia. La historia de todos.

Fuente de datos:
Diario MDZ, Mendoza 16-07-10 - Taringa! - El liberal, Santiago del Estero - Cippec.

 

 

 

 

Derechos del trabajador en caso de enfermedad Telefonogramas en vez de telegrama Argentina progresa

 

 

De: EL PACTO PRODUCCIONES [mailto:el_pacto@hotmail.com]
Enviado el: Jueves, 05 de Agosto de 2010 06:13 p.m.
Para: museocheguevara@yahoo.com.ar
Asunto: [MUNDO DIGIT@L] CAMBIARAN LOS TELEFONOGRAMAS POR LOS TELEGRAMAS EN LA NOTIFIC...

 

 

Compañeros/as: El Decreto 1028/2010 (B.O. del 23/07/2010), modifica el Dec. 150/96 y autoriza que el trabajador, en caso de enfermedad (de él o de familiar a cargo), o de fallecimiento de familiar directo, pueda usar el servicio de telefonograma para notificar a su empleador (art. 1º). Es decir que no necesita ir hasta el Correo para enviar el telegrama gratuito, ya que lo hace por teléfono llamando al 0810-444-2677.

Recordar que en la L.C.T. hay licencia por fallecimiento del cónyuge, concubina/o, hijos, padres (3 días corridos)( y hermanos (1 día), pero no hay licencia por enfermedad de familiar, sin perjuicio de lo que pueda disponer cada Convenio Colectivo sobre el tema.
Decreto 1028/2010. Telegramas laborales. Modifica el decreto n°150/96.
SERVICIOS POSTALES
Bs. As., 19/07/2010
Fecha de publicación: B.O. 23/07/2010

VISTO las Leyes Nros. 20.744 y sus modificatorias, 23.789 y 24.487, y
CONSIDERANDO:
Que la Cámara de Diputados de la Nación aprobó una declaración en cuanto a que vería con agrado que el PODER EJECUTIVO NACIONAL, por intermedio del MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, modificara el Decreto Nº 150/96 que reglamenta el servicio de telegrama Iaboral.
Que dicha declaración se orienta a la inclusión de la modalidad de telefonograma para notificaciones en ausencia justificada por causa de enfermedad del trabajador o persona a su cargo y fallecimiento de familiar directo.
Que entre las razones que sustentan tal solicitud se encuentra la necesidad de que el trabajador cuente con una forma fehaciente de comunicar su inasistencia a efectos de dar cumplimiento a lo establecido en el artículo 209 de la Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744 y sus modificatorias.
Que ante situaciones en que el trabajador no se encuentre en condiciones físicas de realizar el trámite requerido por la Ley Nº 23.789 se considera pertinente la utilización del telefonograma como comunicación fehaciente con carácter de instrumento fedatario similar al servicio postal de telegrama previsto en las Leyes Nº 23.789 y 24.487.
Que a los fines descriptos en los párrafos precedentes, resulta necesario modificar el Decreto Nº 150/96.
Que este Decreto se dicta en virtud de las atribuciones conferidas por el artículo 99, inciso 2 de la CONSTITUCION NACIONAL.
Por ello,
LA PRESIDENTA
DE LA NACION ARGENTINA
DECRETO 1028/2010. TELEGRAMAS LABORALES. MODIFICA EL DECRETO N°150/96.
Fecha : 19/07/2010
Publicación en Boletín Oficial: 23/07/2010
Se modifica el Decreto Nº 150/96, reglamentario del Servicio de Telegrama y Carta Documento previsto por la Ley 23.789.
DECRETA:
Artículo 1º — Agréguese como segundo párrafo del punto I del Anexo I del Decreto Nº 150/96, la siguiente expresión:
"En el caso de enfermedad del trabajador o persona a su cargo, así como en caso de fallecimiento de familiar directo el servicio postal de telegrama previsto en las Leyes Nº 23.789 y Nº 24.487 podrá ser suplido por un telefonograma.".
Art. 2º — Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del registro Oficial y archívese.
— FERNANDEZ DE KIRCHNER. — Aníbal D. Fernández. — Carlos A. Tomada.
--
www.sintrasup.blogspot.com
Tras el eslabon perdido de la dignidad mercantil



Publicado por EL PACTO PRODUCCIONES para MUNDO DIGIT@L el 8/05/2010 06:09:00 PM

[Diálogo2000] Haití, una crisis vigente en América Latina, Debate

 

De: dialogo-2000-ar@googlegroups.com [mailto:dialogo-2000-ar@googlegroups.com] En nombre de Diálogo 2000
Enviado el: Jueves, 05 de Agosto de 2010 06:30 p.m.
Para: dialogo-2000-ar@googlegroups.com
Asunto: [Diálogo2000] Haití, una crisis vigente en América Latina, Debate

 

"Haití, una crisis vigente en América Latina"

Relatos a 6 meses del terremoto.

 

Viernes 6 de Agosto – A las 18:00 horas

En Salón de Médicos del Mundo en calle Alberti 36 (Primer Piso por escalera / Ciudad de Buenos Aires)

 

Película Crónica de una catástrofe anunciada”

 

Panel de Debate:

  • Por Asociación civil El Agora – Dra. Graciela Uriburu, Consultora de OPS/OMS en Haití.
  • Por Médicos del Mundo Argentina – Lic. Gonzalo Basile, Presidente Médicos del Mundo Argentina y Responsable de Misión de Post-Emergencia en Haití.
  • Por Comité de Solidaridad con Haití en Argentina  – Gladys Jarazo (Diálogo 2000-Servicio de Paz y Justicia/SERPAJ)
  • Por Comité Democrático Haitiano (Haití) – Coordinador Prof. Henry Boisrolin

Coordina: Dr. Mario Rovere (Coordinación General Adj. – Asociación Latinoamericana de Medicina Social/ALAMES)

 


Actividad con Inscripción previa -  Capacidad limitada:

Enviar Nombre Completo /Institución al E-mail: comunicacion@mdm.org.ar


Diálogo 2000

Piedras 730

1070 Buenos Aires, Argentina

+5411-43071867

 

 

 

 

 



Morón recibe a Cuba revolucionaria

Viernes 6 de Agosto entrada libre.  A las 19  horas

 

En el local de SUTEBA  calle Republica Oriental del Uruguay nº 47   de Morón, Pvcia. De Buenos Aires.

 

El Profesor Dr. Felipe de Jesús Pérez Cruz  cubano Presidente de Historiadores de Cuba dará una conferencia popular que resultará inolvidable y aleccionadora.

 

 

 

 

difunden: 1er. Museo Histórico Suramericano " Ernesto Che Guevara "  la  Escuela de  Solidaridad con  Cuba " Chaubloqueo " y el  Centro de  Registro de  Donantes  Voluntarios de  Células Madre -  Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local  Capital - AAC 1405 - Buenos Aires - República Argentina  telefax:  4- 903- 3285 Caballito

 

 sonrisa total de frente sin boina

email: museocheguevara@fibertel.com.ar
http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"

 

Fidel Castro autobiografía prólogo a la Victoria Estratégica Cuba bloggrupos

La autobiografía de Fidel en "La victoria estratégica" (+ Fotos y documentos)

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En exclusiva para Cubadebate, publicamos el ensayo autobiográfico que inicia "La victoria estratégica", el libro del Comandante en Jefe Fidel Castro. La obra fue presenta este lunes por su autor en La Habana, ante un auditorio encabezado por un grupo de guerrilleros que lo acompañaron en la Sierra Maestra.

Introducción

Dudé sobre el nombre que le pondría a esta narración, no sabía si llamarla "La última ofensiva de Batista" o "Cómo 300 derrotaron a 10 000, que parece un cuento de Las mil y una noches. Me veo obligado, por ello, a incluir una pequeña autobiografía de la primera etapa de mi vida, sin la cual no se comprendería su sentido. No deseaba esperar que se publicaran un día las respuestas a incontables preguntas que me hicieran sobre la niñez, la adolescencia y la juventud, etapas que me convirtieron en revolucionario y combatiente armado.

Nací el 13 de agosto de 1926. El asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, se produjo tres años después que me gradué en la Universidad de La Habana. Fue nuestro primer enfrentamiento militar con el Ejército de Cuba, al servicio de la tiranía del general Fulgencio Batista.

La institución armada en Cuba, creada por los Estados Unidos después de su intervención en la isla durante la segunda Guerra de Independencia, iniciada por José Martí en 1895, era un instrumento de las empresas norteamericanas, y la alta burguesía cubana.

La gran crisis económica desatada en los Estados Unidos, durante los primeros años de la década de 1930, implicó altos niveles de sacrificio para nuestro país, al que los acuerdos comerciales impuestos por aquella potencia hicieron totalmente dependiente de los productos de su industria y de su agricultura desarrolladas. La capacidad adquisitiva del azúcar se había reducido casi a cero. No éramos independientes ni teníamos derecho al desarrollo. Difícilmente podían darse peores condiciones en un país de América Latina.

A medida que el poder del imperio crecía hasta convertirse en la más poderosa potencia mundial, hacer una Revolución en Cuba se tornaba una tarea bien difícil. Unos pocos hombres fuimos capaces de soñarla, pero nadie podría atribuirse méritos individuales en una proeza que fue mezcla de ideas, hechos y sacrificios de muchas personas, a lo largo de muchos años, en muchas partes del mundo.

Con esos ingredientes se pudo conquistar la independencia plena de Cuba, y una revolución social que ha resistido con honor más de 50 años de agresiones y el bloqueo de los Estados Unidos.

En mi caso concreto, sin duda por puro azar, a esta altura de la vida puedo ofrecer testimonio de hechos que, si tiene algún valor para las nuevas generaciones, se debe al esfuerzo de investigadores rigurosos y serios, cuyo trabajo durante decenas de años, reunió datos que me ayudaron a reconstruir gran parte del contenido de este libro, al que decidí poner el título La Victoria Estratégica.

Las circunstancias que me llevaron a tales acciones bélicas las guardo imborrablemente en mi mente. No deja de ser satisfactorio para mí recordarlas, porque de otra forma no me explicaría por qué llegué a las convicciones que al fin y al cabo determinaron el curso de mi existencia.

No nací político, aunque desde muy niño observé hechos que, grabados en mi mente, me ayudaron a comprender las realidades del mundo.

En mi Birán natal, solo había dos instalaciones que no pertenecían a mi familia: el telégrafo y la escuelita pública. Allí me sentaban en la primera fila porque no había, ni podía haber, algo parecido a un círculo infantil. Forzosamente aprendí a leer y a escribir. En el año 1933, cuando no había cumplido todavía siete años, la maestra, que no recibía siquiera el sueldo que le debía el gobierno, pretextando la hipotética inteligencia del niño, me llevó para Santiago de Cuba, donde residía su familia, en una vivienda pobre y casi sin muebles, que se filtraba por todas partes cuando llovía. En aquella ciudad, no me enviaron siquiera a una escuela pública como la de Birán.

Después de muchos meses sin recibir clases, ni hacer algo como no fuera escuchar en un viejo piano la práctica de solfeo de la hermana de la maestra, profesora de música sin empleo; aprendí a sumar, restar, multiplicar y dividir, gracias a las tablas impresas en el forro rojo de una libreta que me entregaron para practicar la caligrafía, y que nadie dictó ni revisó nunca.

En la vieja casa donde inicialmente me albergaron, de una cantina que llevaban una vez al día, nos alimentábamos siete personas, entre ellas, la hermana y el padre de la maestra. Conocí el hambre creyendo que era apetito, con la punta de uno de los dientes del pequeño tenedor pescaba el último granito de arroz, y con hilo de coser arreglaba mis propios zapatos.

Al frente de la modesta casa de madera donde vivíamos, un Instituto de Bachillerato permanecía ocupado por el Ejército; vi soldados golpeando con las culatas de sus fusiles a otras personas. Podría escribir un libro con aquellos recuerdos. Fue la institución infantil a donde me condujo aquella humilde maestra, en una sociedad en la que el dinero reinaba de forma absoluta.

Mi familia había sido engañada, y yo ni siquiera podía percatarme de aquella situación; el engaño me hizo perder tiempo, pero me enseñó mucho sobre los factores que la determinaron. Después de varios episodios, cumplidos los ocho años, fui matriculado en enero de 1935 en el primer grado de una escuela de los Hermanos La Salle, muy próxima a la primera catedral que los conquistadores españoles habían erigido en Cuba. Otro rico y nuevo aprendizaje comenzaba.

Ingresé en aquella escuela como alumno externo, residía en una nueva vivienda, muy próximo a la mencionada anteriormente, a donde se mudó la profesora de música, hermana de la maestra de Birán. Llegamos a ser tres hermanos los que vivíamos con aquella familia: Angelita, Ramón y yo, por cada uno de los cuales se pagaba una pensión. El padre de ellas había muerto el año anterior. Ya no existía hambre física, aunque seguí todavía un tiempo obligado a repasar hasta el cansancio las conocidas reglas aritméticas. Aún así, yo estaba harto de aquella casa y me rebelé de manera consciente por primera vez en mi vida; rehusé comer algunos vegetales desabridos que a veces me imponían y rompí todas las normas de educación formal, sagradas en aquella casa de familia de exquisita cultura francesa, adquirida en la propia Santiago de Cuba. En la familia se había insertado el cónsul de Haití, por la vía del matrimonio. Pero tan insoportable se volvió mi rebelión que me enviaron de cabeza como interno a la escuela. Me habían amenazado con eso más de una vez para imponerme disciplina; no sabían que era precisamente lo que yo quería. Lo que para otros niños era duro, para mí significaba la libertad. ¡Si nunca me llevaron ni siquiera a un cine! Disfrutaría de las delicias de un alumno interno. Fue el primer premio que recibí en mi vida. Estaba feliz.

Mis problemas desde entonces serían otros. Había llegado a Santiago con dos años de adelanto, y entré a la escuela de los Hermanos La Salle con unos de retraso. Cursé fácilmente el primero y segundo grados. Aquel centro era una maravilla. Como norma íbamos a Birán tres veces al año: Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano, donde Ramón y yo éramos totalmente libres.

Del tercer grado en la escuela La Salle pasé al quinto como premio por mis notas, así recuperé el tiempo perdido. Durante el primer trimestre todo iba bien: buenas notas y excelentes relaciones con los nuevos compañeros de clases. Recibía el boletín blanco que se daba cada semana a los alumnos por conducta correcta, con los problemas normales de cualquier discípulo. Sucedió entonces un percance con uno de los miembros de la congregación, inspector de los alumnos internos.

La escuela disponía de un amplio terreno al otro lado de la bahía de Santiago, llamado Renté. Era un lugar de retiro y descanso de la congregación. Allí llevaban a los alumnos internos los jueves y domingos, días en que no se realizaba actividad escolar. Había un buen campo deportivo. Además, hacía deportes, nadaba, pescaba, exploraba. No lejos de la entrada de la bahía se observaban los rastros de la Batalla Naval de Santiago, en forma de grandes proyectiles que adornaban la entrada de las edificaciones. Un domingo después del regreso, tuve un pleito intrascendente con otro de los alumnos internos cuando viajábamos en la lancha El Cateto, de Renté al muelle de Santiago. Apenas llegamos a la escuela terminamos de zanjarlo; debido a ello, aquel autoritario hermano de la orden religiosa me golpeó en la cara con las manos abiertas y con toda la fuerza de sus brazos. Era una persona joven y fuerte. Quedé aturdido, con los golpes zumbándome en los oídos. Antes, me había llamado aparte, ya casi de noche. No me dejó siquiera explicar. En el largo corredor por donde me llevó nadie nos veía. Transcurridas dos o tres semanas, intentó de nuevo humillarme con un pequeño coscorrón en la cabeza por hablar en filas. En esa segunda ocasión yo iba entre los primeros al salir del desayuno porque los discípulos tratábamos siempre de ocupar un primer lugar en las filas, para jugar con pelotas de goma, un rato antes de las clases. Un pan con mantequilla que llevaba en la mano, otra costumbre de los alumnos cuando salíamos del comedor después de ingerir precipitadamente los primeros alimentos del día, se lo lancé al rostro al inspector, y luego lo embestí con manos y pies de tal forma, delante de los alumnos internos y externos, que su autoridad y sus métodos abusivos quedaron muy desprestigiados. Fue un hecho que se recordó en esa escuela durante bastante tiempo.

Yo tenía entonces 11 años, y me acuerdo bien de sus nombres. No deseo, sin embargo, repetirlos. De él no supe nada, desde hace más de 70 años. No le guardo rencor. Del alumno que motivó el incidente, conocí muchos años después del triunfo revolucionario, que mantuvo una conducta intachable y seria.

Sin embargo, el hecho tuvo consecuencias para mí. El incidente había ocurrido semanas antes de la Navidad, en que tendríamos dos semanas y media de vacaciones. Él seguía como inspector, y yo como alumno; ambos nos ignorábamos totalmente. Por elemental dignidad mi conducta fue intachable. Al venir nuestros padres a buscarnos, evidentemente citados por ellos, les ocultaron la verdad, acusaron a mis dos hermanos y a mí de pésimo comportamiento. "Sus tres hijos, son los tres bandidos más grandes que pasaron por esta escuela", le dijeron a mi padre. Lo supe por lo que contó entristecido a otros agricultores amigos que a fines de año lo visitaban. Raúl tenía apenas seis años, Ramón siempre se caracterizó por su bondad, y yo no era un bandido.

Trabajo me costó que me enviaran de nuevo a Santiago para estudiar; Ramón y Raúl, que nada tenían que ver con el problema, permanecieron el resto de ese curso en Birán. Me matricularon en enero de 1938 como alumno externo en el Colegio Dolores, regido por la Orden de los Jesuitas, mucho más exigente y rigurosa en materia de estudios, pero más de clase alta y rica que su rival de los Hermanos  La Salle.

En esta ocasión me tocó residir en la casa de un comerciante español amigo de mi padre; allí, desde luego, no pasé ningún tipo de penuria material, pero en aquella casa, donde residí hasta finalizar el quinto grado, era un extraño.

Al inicio del verano, Angelita, la hermana mayor, llegó también a esa casa con el propósito de preparar su ingreso en el bachillerato. Para darle clases se contrató a una profesora negra, quien se guiaba por un enorme libro donde estaba el contenido de la materia a impartir para el examen de ingreso. Yo asistía a sus clases. Era la mejor profesora y, quizás, una de las mejores personas que conocí en mi vida. Se le ocurrió la idea de que estudiara a la vez el material de ingreso y el primer año del bachillerato, con el fin de examinarme tan pronto alcanzara la edad pertinente para el ingreso en el bachillerato, un año después. Despertó en mí un enorme interés por el estudio. Habría sido la única razón por la que estaba dispuesto a soportar la casa del comerciante español en ese período vacacional, tras finalizar el quinto grado como externo en Dolores.

Enfermé a fines de ese verano, y estuve ingresado alrededor de tres meses en el hospital de la Colonia Española de Santiago de Cuba. No hubo vacaciones de verano ese año. En aquel hospital mutualista, por dos pesos mensuales, equivalentes a dos dólares, una persona tenía derecho a los servicios médicos. Muy pocos, sin embargo, podían cubrir ese gasto. Me habían operado del apéndice, y a los 10 días la herida externa se infestó. Hubo que olvidarse de los planes de estudio concebidos por la profesora. A fines de ese mismo año, 1938, los tres hermanos nos volvimos a reunir, como alumnos internos en el Colegio Dolores.

En el sexto grado, con varias semanas de clases perdidas, debí esforzarme para ponerme al día. Una etapa nueva se iniciaba. Profundizaba los conocimientos en Geografía, Astronomía, Aritmética, Historia, Gramática e Inglés.

Se me ocurrió escribirle una carta al presidente de los  Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, que con su silla de ruedas, su tono de voz y su rostro amable despertaba mis simpatías. Gran expectación, una mañana las autoridades en la escuela anunciaron el gran suceso: "Fidel se cartea con el presidente de los Estados Unidos".

Roosevelt había respondido mi carta. Eso creíamos. Lo que llegó fue realmente una comunicación de la embajada informando que la habían recibido, dando las gracias. ¡Qué gran hombre, ya teníamos un amigo: el presidente de los Estados Unidos! A pesar de todo lo que aprendí después, y tal vez por ello, pienso que Franklin Delano Roosevelt, quien luchó contra la adversidad personal y adoptó una posición correcta frente al fascismo, no era capaz de ordenar el asesinato de un adversario, y por lo que se conoce de él, es muy probable que no hubiese lanzado las bombas atómicas contra dos ciudades indefensas de Japón ni desatado la Guerra Fría, dos hechos absolutamente innecesarios y torpes.

En aquel colegio de la rancia burguesía en la provincia mayor y más oriental de Cuba, había más rigor académico y disciplina que en La Salle. Eran jesuitas, casi en su totalidad de origen español, ungidos como sacerdotes en una etapa avanzada de su formación, en la que debían ejercer como miembros de la Orden en alguna tarea o responsabilidad. El prefecto de la escuela era el Padre García, un hombre recto, pero amable y accesible que  compartía con los alumnos.

Mis vacaciones, mientras transité desde el primer grado de primaria hasta el último de bachillerato, fueron siempre en Birán, zona de llanos, mesetas y alturas de hasta casi 1 000 metros, bosques naturales, pinares, corrientes y pozas de agua; allí conocí de cerca la naturaleza, y fui libre de los controles que me imponían en las escuelas, las casas de las familias donde me alojé en Santiago o en la mía de Birán; aunque siempre defendido por mi madre y con la tutela tolerante de mi padre, a medida que era ya estudiante con más de seis grados, y por ello disfrutaba de creciente prestigio en la familia.

Pero este no es el lugar para hablar del tema, solo el mínimo indispensable para comprender el asunto que abordo en este libro.

Del Colegio Dolores, yo mismo tomé la decisión de trasladarme al Colegio Belén, en la capital de Cuba. Allí, a la inversa de lo que ocurrió en el Colegio La Salle de Santiago de Cuba, el responsable más directo de los alumnos internos -más de 100-, el Padre Llorente, no era una persona autoritaria, y lejos de ser un enemigo se convirtió en un amigo. Español de nacimiento, como casi todos los jesuitas de aquel colegio, estaba en la etapa previa a la investidura como sacerdote. Un hermano suyo, mayor que él, ejercía el sacerdocio entre los esquimales de Alaska, y bajo el título de En el país de los eternos hielos, escribía narraciones sobre la vida, las costumbres y las actividades de aquel pueblo indoamericano en una naturaleza virgen, que a los alumnos nos llenaba de asombro.

Llorente había sido sanitario en la Guerra Civil Española; él contaba la dramática historia de los prisioneros fusilados al concluir aquella contienda. Su tarea, junto a otros que hacían la misma función, era certificar que estaban muertos antes de proceder a darles sepultura. El Padre Llorente no hablaba de política, ni recuerdo haberlo escuchado nunca opinar sobre el tema. Era un jesuita orgulloso de su orden religiosa. Estimulaba las actividades que ponían a prueba el espíritu de sacrificio y el carácter de sus alumnos. Ambos estuvimos planificando una cacería de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, donde había miles de ellos; y en 1945, durante las últimas vacaciones de verano, organizamos un plan para escalar el Turquino. La goleta que debía llevarnos por mar, desde Santiago de Cuba hasta Ocujal, no pudo arrancar en toda la noche y no había otro camino. Hubo que suspender el plan. Recuerdo que llevaba una de las escopetas automáticas calibre 12 que tomé de mi casa. ¡Cómo me habría ayudado más tarde aquella excursión cuando me convertí en combatiente guerrillero, cuyo reducto principal radicaba precisamente en esa zona!

Al graduarme de bachiller en Letras, a los 18 años, era deportista, explorador, escalador de montañas, bastante aficionado a las armas -cuyo uso aprendí con las de mi padre-, y buen estudiante de las materias impartidas en el colegio donde estudiaba.

Me designaron el mejor atleta de la escuela el año que me gradué, y jefe de los exploradores con el más alto grado otorgado allí. Mi madre se sintió complacida con los aplausos de todos los asistentes aquella noche de la graduación. Por primera vez en su vida se había confeccionado un traje de gala para ir a una ceremonia. Ella fue una de las personas que más me ayudó en el propósito de estudiar.

En el anuario de la escuela, correspondiente al curso en que me gradué, aparece una foto mía con las siguientes palabras:

Fidel Castro (1942-1945). Se distinguió en todas las asignaturas relacionadas con las letras. Excelencia y congregante, fue un verdadero atleta, defendiendo siempre con valor y orgullo la bandera del colegio. Ha sabido ganarse la admiración y el cariño de todos. Cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista.

En realidad, debo decir que yo era mejor en Matemática que en Gramática. La encontraba más lógica, más exacta. Estudié Derecho porque discutía mucho, y todos afirmaban que yo iba a ser abogado. No tuve orientación vocacional.

El hecho real es que las escuelas de élite lanzaban a la calle oleadas de bachilleres carentes de conocimientos políticos elementales. Sobre un tema fundamental como la historia de la humanidad, nos narraban en primer lugar las consabidas aventuras bélicas de nuestra especie, desde la época de los persas hasta la Segunda Guerra Mundial, historias que tanto cautivan a niños y jóvenes varones.

El negocio de la producción y venta de juguetes de guerra hoy día es casi tan grande como el comercio de armas. Del sistema social que conduce a tales locuras y a las propias guerras no se nos enseñó una palabra.

Nos ilustraban sobre la historia de Grecia y Roma, pero civilizaciones tan antiguas como las de India y China, apenas se mencionaban, como no fuese para contarnos las aventuras bélicas de Alejandro Magno y los viajes de Marco Polo. Sin ambos países, hoy resulta imposible escribir la historia. No podría siquiera soñarse que nos hablaran entonces de las civilizaciones maya y aimara-quechua, del colonialismo y del imperialismo.

Cuando me gradué de bachiller en Letras, no existía más que una universidad, la de La Habana, a ella íbamos a parar los estudiantes con nuestra ausencia de conoci­mientos políticos. Salvo excepciones, casi todos los alumnos procedían de familias de la pequeña burguesía, que afanosamente deseaban mejor destino para sus hijos. Pocos pertenecían a la clase alta, y casi ninguno a los sectores pobres de la sociedad. Muchos de los de familia pudiente realizaban sus estudios superiores en los Estados Unidos, si es que no lo hacían desde el bachillerato. No se trataba de culpabilidades individuales, era una herencia de clase. La incorporación de la gran mayoría de los estudiantes universitarios a la Revolución en Cuba, es una prueba del valor de la educación y la conciencia en el ser humano.

Quizás algunas cosas de las hasta aquí referidas ayuden a comprender lo que vino después.

No asistí a la universidad desde el primer día, pues rechazaba las humillantes prácticas de las llamadas novatadas, consistentes en rapar a la fuerza a los recién llegados. Pedí que me pelaran bien bajito para identificarme como alumno nuevo.

Después de resolver el complejo problema del alojamiento, me fui al estadio universitario, buscando cómo incorporarme a los deportes. Había básquet, pelota, campo y pista, todo lo que me gustaba. Trabajo me costó liberarme del compromiso con el manager de básquet de Belén. Hacía tiempo había acordado proseguir como discípulo suyo en ese deporte, pero él era entrenador de un club aristocrático. Le expliqué que no podía ser estudiante de la universidad y jugar en otro equipo contra esta. No entendió y rompí con él. Comencé a entrenar en el equipo universitario de básquet. También la escuela reclamó que jugara pelota por mi facultad y le dije que sí.

Los líderes de la facultad de Derecho solicitaron que fuera candidato a delegado por una asignatura, y no tuve objeción.

Me veía obligado a realizar muchas cosas en un día, y residía en un reparto distante, donde Lidia, la hermana mayor por parte de padre, siempre atenta y afectuosa con nosotros, decidió vivir al trasladarse de Santiago de Cuba a La Habana cuando inicié mis estudios universitarios.

Un día descubrí que no me alcanzaba el tiempo ni para respirar. Sacrifiqué los deportes y decidí cumplir la tarea que me solicitaron los líderes de la escuela. Luché duro por obtener la representación, como delegado, de la asignatura de Antropología, lo cual requería especial esfuerzo. En la tarea me enfrentaba a un antiguo cuadro, para quien un cargo en la dirección de la escuela significaba una profesión política. Así comenzó mi actividad en esa esfera.

No había imaginado hasta qué punto la politiquería, la simulación y las mentiras prevalecían en nuestro país. Pero no lo supe desde el primer día. Cuando se realizó la elección, obtuve más de cinco votos por cada uno del adversario, y pude contribuir así al triunfo de los candidatos de nuestra tendencia en otras asignaturas. Fue de esa forma como, en pocos meses, por el número de votos obtenidos, me convertí en el representante de los estudiantes del primer curso, en una de las escuelas más numerosas de la Universidad de La Habana. Ello me otorgó determinada importancia, pero era muy pronto. No tenía siquiera idea de los intereses que se movían alrededor de aquella Universidad.

A medida que me familiarizaba con ella, iba conociendo también su rica historia. Había sido una de las primeras fundadas en la época de las colonias. Las ilustres personalidades de la cultura y la ciencia eran recordadas en figuras de bronce y mármol a las que se rendía tributo, o al bautizar con sus nombres las plazas, edificios e instituciones universitarias.

Especial admiración se sentía por los ocho estudiantes de Medicina, fusilados el 27 de noviembre de 1871 por los voluntarios españoles, al ser acusados de profanar la tumba de un periodista reaccionario que servía al régimen colonial, un hecho que según se comprobó después, ni siquiera ocurrió.

Junto a mi escuela, un pequeño parque llamado Lídice -aldea checoslovaca donde los nazis perpetraron una atroz matanza-, añadía elementos de internacionalismo.

Los nombres de Martí, Maceo, Céspedes, Agramonte y otros, aparecían por todas partes y suscitaban la admiración y el interés de muchos de nosotros, sin que importara su origen social. No era la atmósfera que se respiraba en la escuela privada de élite donde estudié el bachillerato, cuyos profesores procedían y se educaban en España, donde se engendró parte importante de nuestra cultura, pero también la esclavitud y el coloniaje.

En esa etapa, después de las elecciones del 44, el país era presidido por un profesor de Fisiología, que emergió de la universidad en los años 30, cuando en medio de la gran crisis económica mundial, fue derrocada la tiranía de Machado, y se creó, por breves meses, un gobierno provisional revolucionario. En aquel proceso, dentro del marco de una independencia limitada por la Enmienda Platt, los estudiantes, junto a la combativa clase obrera cubana y el pueblo en general, desempeñaron un papel fundamental. El profesor de Fisiología, Ramón Grau San Martín, fue designado presidente del gobierno en 1933. Un joven revolucionario antimperialista, Antonio Guiteras, representante de otras fuerzas populares, designado ministro de Gobernación, fue la figura más destacada de aquellos meses, por las medidas valientes y antimperialistas que adoptó.

Fulgencio Batista, procedente del sector militar revolucionario de los sargentos y soldados profesionales, ascendido a jefe del Ejército, captado más tarde por los sectores reaccionarios y la propia embajada de los Estados Unidos, derrocó aquel gobierno radical que duró apenas 100 días.

En la caída de Gerardo Machado había sido  decisiva la clase obrera. La huelga general revolucionaria, organizada fundamentalmente por el pequeño partido de los comunistas, bajo la dirección brillante y vibrante del poeta revolucionario Rubén Martínez Villena, inició la batalla por el derrocamiento de la tiranía de Machado. Conviene recordarlo porque la idea de una huelga general revolucionaria estuvo asociada a nuestra posterior lucha, desde el ataque al cuartel Moncada. Fue el arma fundamental utilizada tras la ofensiva final exitosa del Ejército Rebelde, que lo condujo a la victoria total del pueblo el 1ro. de enero de 1959.

En los años 40 había emergido con fuerza el anticomunismo, la siembra de reflejos y el control de las mentes a través de los medios de comunicación masiva. Se habían creado las bases para el dominio militar y político del mundo. Muy poco quedaba ya en nuestra alta casa de estudios del espíritu revolucionario de los años 30.

El partido creado por el profesor, que lo llevó a la presidencia en virtud de pasadas glorias, tomó el nombre que utilizó Martí para organizar la última Guerra de Independencia: Partido Revolucionario Cubano, al que añadieron el calificativo de "Auténtico".

Cuando los escándalos comenzaron a estallar por todas partes, un senador prestigioso de ese mismo partido, Eduardo Chibás, encabezó la denuncia al gobierno. Era de cuna rica, pero incuestionablemente honrado, algo no habitual en los partidos tradicionales de Cuba. Disponía de media hora cada domingo, a las 8:00 de la noche, en la emisora radial más oída de toda la nación. Fue el primer caso en nuestra patria de la promoción inusitada que podía significar ese medio de divulgación masiva. Se conocía su nombre en todos los rincones del país. No existía todavía en Cuba la televisión. De ese modo, a pesar del analfabetismo reinante, surgió un movimiento político de potencial masividad entre los trabajadores de la ciudad y el campo, los profesionales y la pequeña burguesía.

Entre los obreros industriales más avanzados e intelectuales destacados, las ideas marxistas se abrían paso con más facilidad. Rubén Martínez Villena murió joven, víctima de la tuberculosis, poco tiempo después de su más gloriosa obra, el derrocamiento de la tiranía machadista. Quedaron sus poemas, que continúan recordándose y repitiéndose. Pero los prejuicios anticomunistas, emanados siempre de los sectores privilegiados y dominantes de la sociedad cubana, continuaron multiplicándose, desde los días brillantes en que Julio Antonio Mella creó la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), y junto a Baliño -compañero de José Martí en su lucha por la independencia- fundó el primer Partido Comunista de Cuba.

El gobierno corrupto de Grau San Martín era caótico, irresponsable, cínico. Le interesaba controlar la universidad y los escasos institutos públicos donde se estudiaba el bachillerato. Su instrumento fundamental no era la represión, sino la corrupción. La universidad dependía de los fondos del Estado.

Un sujeto sin escrúpulo resultó designado ministro de Educación. Muchos millones de dólares fueron malversados. Nada parecido a un programa de alfabetización se llevó a cabo.

La reforma agraria y otras medidas promulgadas por la Constitución de 1940 pasaron al olvido. Batista se había marchado del país repleto de dinero para residir en la Florida. Dejó en Cuba a las Fuerzas Armadas llenas de ascensos y privilegios, y a un número no desdeñable de seguidores directamente beneficiados con cargos de elección en el Congreso, los municipios, y empleos en el aparato burocrático de instituciones sociales y empresas privadas.

Lo peor de todo fue el lastre pseudorrevolucionario que llegó al poder en Cuba junto con Grau San Martín. Eran gente que de una u otra forma habían sido antimachadistas y antibatistianos. Se consideraban, por tanto, revolucionarios. Al peor grupo de estos le asignaron cargos importantes en la policía represiva, como el Buró de Investigaciones, la Secreta, la Motorizada y otros cuerpos de esa institución. Se mantuvieron los tribunales de urgencia, con la facultad de arrestar a un ciudadano sin derecho alguno a la libertad provisional. En fin, todo el aparato represivo de Batista permaneció inalterable.

Con distintos nombres surgieron una serie de organizaciones formadas por personas que tuvieron relaciones con Guiteras y otros prestigiosos líderes de la lucha contra Machado y Batista. En las filas de aquella pseudorrevolución existían personas serias y valientes, consideradas a sí mismas como revolucionarias, una idea y un título que siempre atrajeron en Cuba a los jóvenes. Los órganos de prensa les asignaban con todo rigor ese calificativo, cuando en realidad lo transcurrido era una dramática etapa de revolución frustrada. No había programa social serio, y menos aún objetivos que condujeran a la independencia del país. El único programa verdaderamente revolucionario y antimperialista era el del partido fundado por Mella y Baliño, y luego dirigido por Rubén Martínez Villena. Este joven y valioso líder, lleno de pasión, proclamó en un poema: "Hace falta una carga para matar bribones, /para acabar la obra de las revoluciones (…)". Pero el Partido Comunista de Cuba estaba aislado.

Entre los muchos miles de estudiantes de la universidad que conocí, el número de antimperialistas conscientes y comunistas militantes no pasaban de 50 ó 60, del total de matriculados, que ascendían a más de 12 000. Yo mismo, un entusiasta de las protestas contra aquel gobierno, me sentía impulsado por otros valores que más adelante comprendí que estaban todavía distantes de la conciencia revolucionaria que adquirí después.

Eran miles los estudiantes que repudiaban la corrupción reinante, los abusos de poder y los males de la sociedad. Muy pocos pertenecían a la alta burguesía. Las veces que tuvimos necesidad de salir a la calle, no vacilaron en hacerlo.

Nuestra universidad sostenía relaciones con los exilados dominicanos en lucha contra Trujillo, con quienes  se solidarizaba plenamente. También los puertorriqueños que demandaban la independencia, bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, contaban con su apoyo. Eran elementos de una conciencia internacionalista presentes entre nuestros jóvenes, y que también me movían entonces a mí, a quien habían asignado la presidencia del Comité Pro Democracia Dominicana y el Comité Pro Independencia de Puerto Rico.

Una etapa de mis estudios universitarios ayudaría a comprender lo que allí viví. Cuando inicié el segundo año de la carrera, en 1946, conocía mucho más de nuestra universidad y nuestro país. Nadie tuvo que invitarme a participar en las elecciones de la escuela de Derecho. Yo mismo persuadí a un estudiante activo e inteligente, Baudilio Castellanos, que iniciaba su carrera, para que se postulara por la misma asignatura que yo lo había hecho el año anterior. Lo conocía bien porque éramos de la misma zona oriental; él había estudiado el bachillerato en una escuela regida por religiosos protestantes. Su padre era farmacéutico en el pequeño poblado del central Marcané, propiedad de una transnacional norteamericana, a cuatro kilómetros de mi casa en Birán.

Seleccionamos entre los estudiantes del primer curso a los más activos y entusiastas para integrar la candidatura. Contaba con el apoyo total del segundo curso, donde los adversarios ni siquiera pudieron nuclear alumnos suficientes para formar una candidatura contra mí. Aplicamos la misma línea del año anterior y, en las elecciones, nuestra tendencia obtuvo una aplastante victoria. Contábamos ya con amplia mayoría entre los estudiantes de la escuela de Derecho, y podíamos decidir quién sería el presidente de los estudiantes de la facultad, una de las más numerosas de la Universidad de La Habana. Los del quinto y último año no eran muchos, los del cuarto se correspondían con el año en que el bachillerato se elevó de cuatro a cinco años, y eran muy pocos los que habían ingresado en ese curso. No teníamos la mayoría de los delegados, pero sí la inmensa mayoría de los estudiantes.

En ese tiempo entramos en contacto con el Partido Ortodoxo y, también, con militantes de la Juventud Comunista, como Raúl Valdés Vivó, Alfredo Guevara y otros. Conocí a Flavio Bravo, una persona inteligente y capaz, que dirigía a la Juventud Comunista de Cuba.

Pude dejar las cosas como estaban y esperar un año más. Al fin y al cabo mis relaciones no eran malas con los delegados de los cursos superiores, políticamente neutros. Pero pudo más en mí el espíritu competitivo y quizás la autosuficiencia y la vanidad que suele acompañar a muchos jóvenes, aún en nuestra época.

Esto no significa que yo habría tenido una nueva oportunidad para esperar un tercer curso normal. Los compromisos ya contraídos me llevaron por otros caminos. Pero antes debo señalar que viví los mayores peligros de perder la vida con apenas 20 años, sin provecho alguno para la causa verdaderamente noble que descubrí después.

De hecho, nuestra actividad y fuerza llamaron prematuramente la atención de los dueños de la única universidad del país. Nuestro alto centro de estudios había adquirido especial importancia por su raíz histórica y su papel dentro de la república disminuida, que nació de la imposición de la Enmienda Platt a la nación cubana cuando se liberó de España. La nueva presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios estaba por decidirse, ya que el anterior presidente había pasado a ocupar un alto cargo en el gobierno de Grau.

Dado mi carácter rebelde, le hice frente al poderoso grupo que controlaba la universidad. Así pasaron días, en realidad semanas, sin otra compañía que la solidaridad de mis compañeros de primero y segundo cursos de la escuela de Derecho. Hubo ocasiones en que salí de la universidad escoltado por grupos de estudiantes que se apretaban alrededor de mí. Pero yo, a pesar de eso, iba todos los días a las clases y las actividades, hasta que un día declararon que no me permitirían entrar más a ese recinto.

He contado alguna vez que, al día siguiente, un domingo, me fui a una playa con la novia, y acostado boca abajo lloré porque estaba decidido a desafiar aquella prohibición, y comprendía lo que ello significaba. Sabía que el enemigo había llegado al límite de su tolerancia. En mi mente quijotesca no cabía otra alternativa que desafiar la amenaza. Podía obtener un arma, y la llevaría conmigo.

Un amigo militante del Partido Ortodoxo, al que conocí porque le gustaban los deportes y visitaba con frecuencia la universidad, me contaba las experiencias del enfrentamiento a las dictaduras de Machado y Batista, conversaba mucho conmigo, y conocía nuestras luchas, al tener noticias de la situación creada, y la decisión adoptada por mí, movió cielo y tierra para evitar lo peor.

Después de esto tuvieron lugar innumerables sucesos que he narrado en distintas oportunidades, y no deseo añadir a lo que aquí expongo, ya de por sí extenso; pero siento la necesidad de expresar que desde entonces estuve decidido a todo y empuñé un arma. Las experiencias de mi vida universitaria me sirvieron para la larga y difícil lucha que emprendería poco tiempo después como martiano y revolucionario cubano. Mi pensamiento maduró aceleradamente. Apenas transcurridos tres años de mi graduación, asaltaba con mis compañeros de ideal la segunda plaza militar del país. Fue el reinicio de la insurrección armada del pueblo de Cuba por su plena independencia y por la república de justicia soñada por nuestro Héroe Nacional José Martí.

Tras el triunfo del 1ro. de enero, conocidos e incansables historiadores, encabezados por Pedro Álvarez Tabío, y gracias a la iniciativa de Celia Sánchez, que estuvo presente y cumplió importantes misiones en la defensa de aquel baluarte revolucionario, recorrieron cada rincón de la Sierra Maestra, donde se desarrollaron los acontecimientos, y recogieron información fresca de las personas en cada vivienda y lugar donde estuvimos, archivando datos sin los cuales nadie y, por supuesto, tampoco yo, podría responsabilizarse con cada detalle que da total veracidad a lo que aquí expongo.

Por otro lado, solo alguien que fuera conductor y jefe de aquella fuerza de combatientes bisoños podría responsabilizarse con una historia rigurosa de los acontecimientos en los 74 días de combate, en que desesperadamente los revolucionarios logramos destrozar los planes de las Fuerzas Armadas de entonces, asesoradas y equipadas por los Estados Unidos, y convertimos lo imposible en posible. No existe otra forma de honrar a los caídos en aquella gesta. De una contienda así no teníamos antecedentes en nuestra patria. Las gloriosas luchas por la independencia habían concluido casi medio siglo antes. Las armas, las comunicaciones, eran todas muy diferentes en otra época; no existían los tanques, los aviones, las bombas de hasta 500 kilogramos de TNT. Fue necesario comenzar de cero. Disponía ya desde que me gradué de bachiller, y a pesar de mi origen, de una concepción marxista-leninista de nuestra sociedad y una convicción profunda de la justicia.

De la excelente prosa del historiador Álvarez Tabío recogí lo mejor y depuré lo innecesario. El cartógrafo Otto Hernández Garcini, expertos militares y diseñadores elaboraron, por su parte, los mapas que contiene este libro, donde tales planos se requerían para el análisis del tema por los profesionales de las armas. Aún faltaría por explicar cómo, después de la última ofensiva enemiga que quebró el espinazo de la tiranía, al decir del Che, de la Sierra Maestra trasladamos al llano nuestras concepciones de lucha, y en solo cinco meses destrozamos la fuerza total de 100 000 hombres armados que defendían al régimen y les ocupamos todas las armas.

Este libro, La Victoria Estratégica, es el preámbulo de ese otro, aún sin escribir, sobre la rápida y contundente contraofensiva rebelde que nos llevó a las puertas de Santiago de Cuba y al triunfo definitivo de la Revolución Cubana.

Pliego fotográfico

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Fidel cruza un río de la Sierra. Página 390

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En un alto de la guerra, el comandante Fidel Castro recibe a niñas campesinas que fueron a saludarlo. Página 373

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Fidel y el comandante Juan Almeida Bosque. Página 377

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Rául, Fidel y René Ramos Latour (Daniel). Página 377

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Fidel conversa mientras lo pelan, en una improvisada barbería en El Naranjo, Sierra Maestra. Página 382

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Celia, Fidel y Haydée, sentados en un secadero de café, abril de 1958. Página 393

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Fidel y sus botas de eterno guerrillero. Página 415

Documentos y mapas

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Fragmento de la extensa carta enviada por Fidel a Celia después del bombardeo enemigo a la casa del campesino Mario Sariol, en Minas de Frío. Los cohetes lanzados tenían inscripción "Made in USA", 5 de junio de 1958. Página 431

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En la página final del mensaje al capitán Paz, Fidel dibuja un croquis de la zona. Página 452

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Mapa de la reagrupación estratégica del Ejército Rebelde

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