martes, 8 de octubre de 2013

Tango en vereda celebrando recuperación presidenta Cristina Museo Che Guevara Toto Chaubloqueo Bagatela

o en Rojas 129, Capital, Buenos Aires
69 personas te tienen en círculos
Eladio González
 
El buen humor de la Presidenta tras la operación quirúrgica que sufrió nos estimuló y se cantó y bailó en la vereda de Rojas 129, casi Yerbal en CABA-llito.   Hubo poesía , baile, cuatro guitarras simultáneas y una rubia que cantó.
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  02/10/2013
 
Canta mi último hijo Manuel Emiliano González, el guitarrista no me acuerdo como se llama, la escupidera dentro dice "Carlos Menem" la paleta de frontón que cuelga atras del vocalista dice "Cristina o Braden".
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Aleida Guevara oye el Hasta Siempre coreado por los argentinos que la rodean en la Unión Cultural Armenia de Buenos Aires, en la pantalla finaliza el hermoso documental fotográfico de Mascaro, que mostró el trabajo sanitario humanitario e internacionalista que Cuba promovió dirigido por la hija del Che Guevara.
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  28/09/2013
 
Niños argentinos y madre cubana. Hija de Ernesto Che Guevara y Aleida March nos inyectó ejemplo tras ejemplo. En realidad fué extrayendo del fondo de nosotros con sabias palabras nuestros mejores sentimientos. Esos que nos cuesta tanto practicar.  Hoy con palabras hizo lo que su papá realizaba con hechos y palabras hace cincuenta años en Cuba, pero también en Africa, en Salta y en Bolivia.
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  28/09/2013
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  26/09/2013
 
Orgullosísimos de participar en la muestra Cuba Argentina de la Casa del Bicentenario. toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  25/09/2013
 
la bandera argentina que se ve atrás de la niña cubana quedó allí en Camaguey engalanando no solamente el hogar de mi amiga Carmen la Cubiteña, sino que ella la usa para exhibirla en todas las fiestas populares en las que participa como distinguida de la cultura Camagueyana.  Carmen es hacedora y creadora de MUÑECAS asombrosas.
Foto del perfil de Josefina Bosoms
Josefina Bosoms
26/09/2013
 
me encanta  CUBA pais hermano con generosidad
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  13/09/2013
 
parada militar, el pueblo disfruta los preparativos en Holguín Cuba.
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Bullying político.  Mi bella dama Irene no puede contenerse y larga su andanada de verdades a las bloqueadas e inocentes jovencitas cubanas con las que nos cruzamos dentro del Palacio de los Pioneros de Santiago de Cuba.  Yo filmo y grabo en mi corazón ese memorable momento.  fué en 2008.  
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  09/09/2013
 
Heroica Santiago de Cuba le canta al heroico guerrillero rosarino Ernesto Che Guevara, el argentino.   toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  09/09/2013
 
a su gusto, con paciencia y dulzura la esculpió hermosa y se la llevó entre aplausos de los presentes en la Plaza de Holguín. fue en el año 2008.  filmó Toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  09/09/2013
 
Este video muestra el porqué del odio que el Gobierno de Estados Unidos le tiene al pueblo cubano.  Unidos marchan, unidos disfrutan, unidos soportan el bloqueo de medio siglo. Crecen, estudian, trabajan, crean, inventan, ayudan interenacionalmente a pesar del yanqui opresor, amenzador y asesino.   Eladio González toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  09/09/2013
 
la mucura está en el suelo.... aay mamá no puedo con ella.  Se refiere a un recipiente con agua que es muy pesado.   letra que cantaba hace sesenta años una cubana que vivía en Argentina. Blanquita Amaro.  Esta que ves cantando es bien actual año 2008 y la cámara que filma es mía. toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  09/09/2013
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  08/09/2013
 
Directora bella, orquesta maravillosa, lugar la iglesia donde estudiaron Fidel y Raúl Castro.  cámara Eladio González toto
Foto del perfil de Yolanda Moreno
Yolanda Moreno
08/09/2013
 
EL 12 DE SEPTIEMBRE PLANTON
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  06/09/2013
 
Breve y contundente. Una escolar cubana de primaria nos cuenta a Irene y a mí que filmo como es su vida allí.  Cuando un mayor de dieciseis años introduce su voto, dos criaturas como algunas de las que ves en el video permanecen a ambos costados de la urna y colocándose la mano derecha sobre la sien gritan al unísono..... ¡¡ VOTÓÓÓ !!   Así la votación es una fiesta, donde el votante es aplaudido y las custodias de las urnas SON NIÑOS y nó policías o soldados.  Así se les enseña gradualmente a ser dueños de su PATRIA. Luego nadie los puede disminuir, YA SE HAN CONSTRUIDO COMO CUBANOS.  toto
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Eladio González

Se ha compartido públicamente.  -  10:38
 
En vida el tucumano Marcos Perpiñal escribió la música de un tango canción "Mendrugos de Amor" y esa partitura se ve colgada (cuadro torcido) al lado del cartel amarillo. La dama que está de oscuro atenta al concierto casi junto al cordón de la vereda es la hija de ese compositor y bandoneonista y dueña de Bagatela Mercado de Pulgas. En la portada de la partitura se lee "A los señores Miguel Cacuri e Hipólito Arbizo dedico con mi mayor aprecio".  La letra es obra de Juan Pueblito y la Editorial Julio Korn.

Che Guevara en La Higuera Valle Grande Bolivia a 46 años del asesinato del héroe argentino cubano Chaubloqueo





La Higuera del Che
Cada año, cientos de personas de diferentes nacionalidades visitan el lugar donde el Guerrillero Heroico se convirtió en símbolo universal de lucha por las causas justas hace 46 años. Eddy de la Pera, camarógrafo de la Televisión cubana, anduvo de visita por aquellos parajes bolivianos
Monumento erigido al Che en La HigueraMonumento erigido al Che en La Higuera. Autor: Wikipedia

Varios Autores – Juventud Rebelde
8 de Octubre del 2013 0:36:02 CDT
A 2 160 metros sobre el nivel del mar, la luz de las fogatas se eleva por encima de los hombres, desafiando la oscuridad y el frío inclemente de la noche en La Higuera. Hay cientos de personas acampadas en carpitas móviles frente a la pequeña escuela donde hace más de cuatro décadas la historia permutó a leyenda.
Eddy está sentado en la tierra, sosteniendo la cámara de televisión sobre las piernas cruzadas. El sonido de los tambores del hombre brasileño, interpretando uno de sus ritos religiosos, le parece un sueño lejano. Él está pensando…
«Yo quería venir con mi hermana porque este era su mayor sueño, pero falleció hace unos días. Ojalá me esté mirando ahora y sepa que vine por las dos», le cuenta una joven paraguaya y entona un canto que, para Eddy, es el más triste del mundo. Él también hubiese querido que su hermana cubana viviera la experiencia.
Al principio intenta disimular las lágrimas, pero a su lado el editor que lo acompaña llora como un niño pequeño, y ya él no se resiste. Comprende entonces que en este sitio todos se quitan la coraza del pecho, se abren el corazón.
«Hermano, ¿no has comido nada? Toma esta barrita de chocolate», casi le implora una anciana española, en quien no había reparado. Hay argentinos, cubanos, chilenos, venezolanos, estadounidenses… También un iraní. Eddy se seca el rostro y sonríe: a lo lejos una monjita anglosajona intenta comunicarse con un roquero español. La Higuera acoge en su tierra a todo ser humano que quiera acercarse al Che.
De Vallegrande a La Higuera
El día 6 comenzó a subir la gente desde Vallegrande. Se necesitan más de dos horas para dominar los 60 kilómetros que separan el lugar donde encontraron sus restos y los de sus compañeros, del sitio en que el Che fue asesinado.
Algunos choferes se resisten a aventurarse por la carretera plagada de cruces pequeñas, porque el recorrido es sinuoso, como una serpiente cascabel en fuga hacia lo alto, donde el aire seco y polvoriento calienta los pulmones. Pero no es lo mismo subir en un transporte que hacerlo a la manera del Che: con infinitos sacrificios físicos, ahogándose por el esfuerzo… Normalmente las personas mayores se trasladan hasta Pucará, un pueblo instalado justo en la mitad del trayecto, con casitas de barro y yerba, embetunadas de rojo desértico, y un silencio arrasador. A partir de ahí, la mayoría hace el viaje a pie.
Eddy recuerda los días anteriores, mochila a la espalda y cámara en ristre, saludando a los compañeros de viaje, sintiéndose orgulloso cada vez que respondía que «sí, soy cubano», y los peregrinos lo colmaban de preguntas acerca de la Isla y de cuánto hizo el Che en Cuba.
«Esa es la Quebrada del Yuro», señala un boliviano apuntando hacia la formación rocosa tras los arbustos de espino.
«Yo también llevo en mi pecho una “polera” con el Che, como tú, cubano», le dice un señor señalándole el pulóver. A la luz de las fogatas parece un hombre común que ha venido, como el resto, a conocer de cerca la magnitud del argentino universal. Pero no es verdad. «Yo luché contra él sin saber quién era en realidad. Después supe que fue un gigante, sin embargo, los pobres de Bolivia no estábamos preparados para entenderlo». Y entonces admite que fue miembro del ejército que combatió contra la guerrilla de Guevara. Eddy se queda perplejo, admirado por la grandeza de un hombre que, aun después de muerto, da una lección de honor a sus enemigos de antaño.
Los vecinos de La Higuera también aseguran que desconocían quién era el Che hasta algún tiempo después de su muerte. Cuentan que el poblado apareció en los mapas luego del 8 de octubre de 1967. Allí casi todo está intacto. Unas 30 casas sirven de morada a un centenar de aldeanos, en medio de un ambiente místico, surcado por la devoción con que las personas fraguan sus rezos al «San Ernesto» que murió en una de las piezas de la escuelita local, convertida hoy en museo.
«Que Dios los bendiga y el almita del Che los acompañe», dicen los paisanos al caminante. «Perdone, buscamos la casa de Julia Cortés, la maestra que le dio al Che su último alimento, una sopa de maní», le dicen a la señora que sale a su encuentro. «Ya ella murió», responde la mujer sin parpadear; pero luego conoce que son cubanos los que quieren saber cómo fueron los últimos minutos de vida del guerrillero. Los invita a entrar en la pieza donde siempre tiene encendida una vela para él. Y acepta al fin: «Yo soy Julia».
Eddy estudia el rostro de la maestra mientras cuenta cómo aquel prisionero desgarbado, con el pelo largo y rebelde, y a sabiendas de que planeaban asesinarle, tuvo temple para corregirle un error ortográfico en la pizarra: «a la palabra Ángulos le falta la tilde sobre la mayúscula, maestra». Y antes de que se esfumara aquel 9 de octubre de 1967, dos ráfagas sentenciaban al Comandante. Era la una y diez de la tarde.
San Ernesto
«Tu ejemplo alumbra un nuevo amanecer». Así dice la inscripción ribeteada en rojo y blanco sobre la piedra inmensa que eleva un busto del Che a tres metros de altura, en la entrada misma de La Higuera.
«¿Cómo habrá llegado hasta aquí esa estructura colosal, si es la única de este tipo en medio del paisaje?», se pregunta Eddy siempre que llega hasta aquí, y Paula, una de las ancianas más antiguas del lugar, le cuenta: «Los dioses otorgaron poderes para trasladarla, porque pasarían muchos soles y mucha lluvia, y vendría un hombre a hacer el bien, moriría, y sobre esa piedra descansaría su imagen, de frente al sol». Eddy no sabe si creerle o no. Pero la piedra está allí y el busto pétreo también. Enciende la cámara y filma al Che, a la gente aproximándose, a los pobladores y a los niños que salen a su encuentro.
Entre diálogos y cantatas, la vigilia de los peregrinos va terminando junto a la noche del 8 de octubre. Amanece. La gente hace ondear las banderas en una tribuna improvisada y cada cual expresa sus sentimientos como sabe: besan la tierra, ponen velas en el busto, dicen poemas, rezan, cantan o leen discursos. Siempre existe alguien que intenta traducir para que entienda el resto. Pero si hay alguna lengua demasiado desconocida, nadie interrumpe ni pregunta: todos escuchan en silencio.
«Ya se va a nublar el sol», corren la voz quienes, como Eddy, han venido más de una vez a La Higuera. Muchos no creen que suceda, porque no hay nubes y es apenas la una de la tarde. Pero de pronto, una gran neblina se cierne sobre La Higuera y acalla los cantos de los visitantes.
Al unísono, como hipnotizados, todos se van sentando sobre la tierra, en el silencio más puro que hayan percibido desde la llegada, y prenden sus velas. Así, bajo el parpadear de los «fueguitos», permanece La Higuera durante diez largos minutos, hasta que otra vez va apareciendo, poco a poco, el brillo del sol como un regalo misterioso y divino. «Su espíritu está aquí», dicen los más viejos, mientras los visitantes se arrodillan frente a la estatua para cumplir con la misión personal que los ha conducido, desde diversos puntos del planeta, hasta La Higuera del Che.