martes, 14 de julio de 2009

CADAL SO fraticidio Fernando Ruiz Doctora Hilda Molina gatillo fácil Silvina Walger Nair Mostafa Natalia Melman Cuba Sebrelli María Saenz Quesada


ningún niño duerme en las calles de Cuba, doscientos millones lo hacen en el mundo.


28 de Setiembre de 2004.

" Derechos y Humanos hasta decir basta "

Un flaquito de 15 años dijo " basta " y con la pistola 45 mm de su papá (miembro de fuerzas armadas) se fué como todos los días a su escuela en la sureña ciudad de Carmen de Patagones, en la Argentina del intelectual Marcos Aguinis.

Con sus compañeros ya sentados, entró al aula y comenzó a disparar al techo y a las paredes, cuando todos se arrojaron al piso, comenzó a seleccionar blancos humanos, tres chicos murieron otros cinco quedaron internados en un hospital de la patria del sociólogo argentino Juan Jose Sebreli.

Luego el joven "emergente" se fué caminando hacia la calle mientras continuaba disparando a diestra y siniestra y a poco andar se quedó parado, estático hasta que vino la policía del país de la historiadora argentina María Saenz Quesada y lo apresó.

Cualquier semejanza de lo ocurrido con la realidad norteamericana, se puede abribuir a la basura que desde hace cuatro décadas consumimos en la televisión, las revistas, diarios, el cine, los cybers, radios, cable, videos, juguetes, libros, que en un 99.95 por ciento son y están al servicio del monstruo yanqui, del que escribieran Gabriela Mistral* y José Martí.**

Han decretado dos días de duelo nacional, veremos para que sirven. Esta tragedia debería marcar un antes y un después en la sociedad argentina que integra la periodista Silvina Walger.

Pero ¿ saben que ? ¡ somos tan mediocres !. Ojala me equivoque y surja un debate y una reorganización social, que tal vez CADAL-so encabeze.

Para que el periodista Fernando Ruiz denuncie la desaparición forzada de la Cultura Argentina, repudiando la saturación enfermiza de la violencia, que lo foráneo induce a nuestros niños.

Lo que pagamos consumiendo eso asciende a cientos de miles de millones de dólares, que sustentan a la deshumanizada sociedad norteamericana y sería ingenuo suponer que se resignarán a que sus plomeros pierdan el buen standard de vida que supieron conseguir.

Nuestros niños seguirán sentados 2 horas diarias frente a un monitor, disparando metralletas o rifles de alto poder cuyo gatillo es el mouse de la computadora, los blancos son seres humanos que muchas veces son " negros "
ó " árabes ".

El juego consiste en " matar " y el estímulo es el puntaje.

Luego mientras cenan o después de, podrán ver al actual gobernador de California el inefable Arnold, haciendo pasar a mejor vida a setenta ó noventa enemigos, durante las 2 horas que dura la película.

¡Cuanto miedo hay en estos adolescentes argentinos !, tanto que algunos llegan a un límite y lo cruzan, asesinando a quien tengan delante ó quitándose la vida.

Los sobrevivientes de la masacre en la escuela del sur argentino, por una fracción de segundo habrán deseado salir de ese thriller en el que eran protagonistas, y fué solamente la " Ruleta Argentina " (no la Rusa) la que no los eligió como víctimas.

Mientras tanto los otros, los responsables, los niños grandes de 30, 50, 70 años, hacemos como que no. " Todo está bien ", no pasa nada.

Actuamos como Marcos Aguinis, Juan José Sebreli, María Saénz Quesada, Silvina Walger y Fernando Ruiz denunciando una fabulada violencia en Cuba para no ver el Apocalípsis argentino, del que son sus Cinco Jinetes incoherentes.

CADAL-so no olvida a "TODOS TUS MUERTOS" (no es un grupo musical) sino los tuyos ciudadano argentino. Algunos de tus muertos son: Miguel Bru, Sajón, Walsh, Haroldo Conti, los chicos de la Noche de los Lápices.

Tampoco olvida a Jimena Hernández, Maria Soledad, Natalia Melman, Nair Mostafa, Teresa Rodríguez, las tres decenas de mujeres despedazadas ó asesinadas en la Ciudad Feliz de Mar del Plata.

Mantiene viva la memoria del soldado Carrasco, Walter Bulacio, Christian, Maxi y Adrián (los fusilados de Floresta) y de los dos hijos de Blumberg asesinados uno por policías en una comisaría de Mendoza y el otro por sus secuestradores.

Kosteki, Santillán y Cisneros son apellidos que como los y las nombradas antes, laceran el inconsciente colectivo argentino.

Argentina la tierra con todos los climas, el granero del mundo. No desaparecieron y mataron a 30.000 personas solamente, también hicieron desaparecer nuestra condición de seres humanos dignos, la de los 38 millones de argentinos.

La droga que antes estaba " de tránsito " por Argentina ***, se encariñó con nuestra juventud y los amplios bolsillos de nuestros " inversores " (carne y uña con los narcopolíticos y la narcopolicía) y la adoptamos para consumo.

La impunidad feudal en las provincias, permitió y permite sacrificar en el altar de los perversos a jovencitas o no tan, que regularmente aparecen asesinadas, violadas ó directamente son secuestradas como la niña Fernanda Aguirre en Entre Rios y se pierden en la nebulosa de la prostitución global, que no se atrevió a denunciar en Polonia el presidente de CADAL-so, Gabriel Salvia.

Las marchas con velas encendidas que ya son costumbre, seguramente harán innecesaria la iluminación vial en las ciudades, se marcha con una vela en la mano por la aparición de los secuestrados, se marcha con una antorcha para pedir la desaparición de los secuestros, se marcha con la foto del niño ó joven muerto, por policías ó ladrones, para repudiar los asesinatos.

Quienes no participan en esas marchas del silencio, pueden reenviar infinidad de mails, que llegan escritos por madres desesperadas que llevan un año, seis ó dos meses buscando a sus hijos desaparecidos.

Tal vez Aguinis y Sebreli sugieran se los busque en Cuba.

Para ahorrarles trabajo a los inquisitivos y apasionados María Saénz Quesada, Silvina Walger y Fernando Ruiz les confirmo que ninguno de los seiscientos treinta torturados** en las mazmorras norteamericanas en Guantánamo (territorio usurpado al pueblo cubano) se llama Fernanda Aguirre(como la niña secuestrada en la patria del argentino Gabriel Salvia, presidente de CADAL-so).

Cuando el pico de tensión en un grupo animal o humano alcanza límites intolerables, tanto unos como otros se agreden a muerte ó autodestruyen.

Como argentinos nos ufanamos de tener el mayor " per capita " de metros cuadrados en rejas divisorias del mundo. Alrededor de los parques, de plazas, de monumentos, de árboles, de plantas, alrededor del Palacio del Congreso de la Nación, alrededor de la Casa Presidencial (Rosada ó no se si ruborizada), en el 80 por ciento de las puertas, portones, ventanas, palieres privados, de edificios y de las casas, en el 90 % de las vidrieras de mi país.

Rejas dividiendo en dos la Plaza Mayor*****donde se repite el intento de Reconquista de Santa María de los Buenos Aires******, balas, palos, piedras, gases, entre los criollos (vienen del barro y se parapetan en el Cabildo) y los ingleses (estos resisten del lado del fuerte que está contra el río).

Eso sí nosotros los inteligentes, los superiores miramos otro país, ese de Mónica y Mascetti reporteando al mayordomo de Lady Di.

¡ Good bye !

Eladio González Toto

* Gabriela Mistral - chilena, Premio Nóbel de Literatura. (1923)

** José Martí - cubano - Cónsul argentino en Nueva York - escribía para
el diario La Nación hasta que dijo la verdad sobre Estados Unidos.(1890)

*** Nos paso como profetizó Brecht: " Ayer no nos preocupamos, pues eran
los extranjeros quienes usaban la droga que pasaba por Argentina, hoy la
droga duerme en casa ".

**** Entre ellos hay tres niños de 14 años, encapuchados, sometidos a todo lo que sabemos que practica la soldadesca norteamericana.

***** También llamada "de Mayo" ó " de las Madres de los desaparecidos ".

****** También llamada " Ciudad Autónoma ".

Weyler Cuba española País Vasco Floren Aoiz independencia Paz del Zanjón Antonio Maceo Xarlo Che Guevara Fidel Castro Raúl Camilo Cienfuegos Zapatero

hermanitos del alma el Fuhrer Franco y el Generalísimo Hitler


2008 febrero- 09

www.gara.net > Idatzia > Gaurkoa
FLOREN AOIZ ESCRITOR

Me parece oír gritar ¡viva Weyler!, ¡viva Cuba española!

Cuba, año 1878. Ya había prendido la llama de la insurrección independentista tras muchos años de insensibilidad y arrogancia de la metrópoli. Sin embargo, había problemas y divisiones en las filas de los alzados en armas y la correlación de fuerzas militares era favorable a los colonialistas españoles, que lograron imponer una salida que cerraba las puertas a la independencia de la isla.

Se llegó a un acuerdo conocido como la Paz del Zanjón, en el que los rebeldes capitulaban, renunciaban a la independencia, aceptaban la autoridad española sobre la isla y la libertad para los esclavos se limitaba a los combatientes. Muchos creyeron ver finiquitado el independentismo cubano: la paz parecía haberse logrado sin pagar «precio político».

Nada más lejos de la realidad. 20 años más tarde Cuba se sacudía el yugo español, y el otrora invencible imperio recibía un varapalo tan formidable que todavía hoy se conoce como «El Desastre del 98». La Paz del Zanjón no logró sus objetivos. Ni siquiera la claudicación de una parte del movimiento rebelde impidió que renaciera y tomara nuevos bríos el sueño de libertad de la Isla. No fueron, digan lo que digan los historiadores españolistas, ni las enfermedades, ni el clima, ni la intervención de los EEUU al final de la guerra las razones del desenlace. Lo determinante fue la decisión de los cubanos de ser libres.

Una determinación en la que pesaron mucho los errores, abusos y horripilantes crímenes de guerra cometidos por los españoles.
Cuando vio que la Paz del Zanjón ni era paz ni era nada, el Gobierno de Madrid envió a Cuba a Weyler, un precursor de la moderna guerra de exterminio, que se aplicó a fondo creando campos de concentración, prohibiendo la zafra y ejecutando el desplazamiento forzado masivo de campesinos. En cierta ocasión, un alcalde le hizo ver que las poblaciones desplazadas sufrían hambre. Y él, entonces, contestó: «Dice usted que los reconcentrados mueren de hambre, pues precisamente para eso hice la reconcentración».

Hubo, claro está, quien celebró los éxitos de esta estrategia, y juzgó inminente el final del movimiento independentista. Todo valía para acabar con el «terrorismo» de los insurgentes. Creían que aquellas atrocidades dejarían sin agua al pez rebelde, pero en realidad, los crímenes -ejecutados por Weyler siguiendo órdenes del Gobierno español, no lo olvidemos- no sólo no sirvieron para frenar al independentismo, sino que contribuyeron a hacerlo tan fuerte que terminó por vencer.

Significativamente, quien aconsejó que se enviara a Cuba a Weyler fue su antecesor, Martínez Campos, al que se atribuye un talante conciliador. El propuso que se hiciera una guerra de exterminio, y se hizo. Era el mismo que auspiciara años antes la Paz del Zanjón. Guerra total y operaciones liquidacionistas no eran, por tanto, sino las dos caras de la misma moneda: todo menos aceptar que Cuba fuera independiente. Como dijera Cánovas en 1896: «Es una guerra de conservación de nuestro territorio, es una guerra de integridad de la Patria».

Por aquellos años, mientras los campesinos cubanos eran masacrados por el Ejército español, una periodista y escritora española, Eva Canel, escribía desde Cuba lo siguiente: «Cubanas son las mujeres que en La Habana obsequian a nuestros soldados con entusiasmo arrojándoles flores y palomas, y gritando: ¡viva Weyler!, ¡viva Cuba española!, formando así contraste con aquellas que, titulándose `hijas de Cuba', recogen dinero que se emplea en la dinamita que sirve para destruir la riqueza del suelo donde nacieron y para volar trenes llenos de mujeres y niños...».

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con las medidas represivas contra ANV, EHAK y la izquierda independentista vasca en general? Para quien no quiera verlo, nada, por supuesto. Para quien prefiera abrir los ojos, una invitación a no dejarse atrapar por el marketing represivo.

Las medidas que se están adoptando contra el independentismo vasco desde diferentes frentes han arrojado al suelo y pisoteado el escenario de cartón piedra del estado de derecho. Han quemado a Montesquieu en la hoguera de las furias inquisitoriales desatadas, y nada importan ya las formas. ¿División de poderes? ¿Igualdad ante la ley? ¿Presunción de inocencia? ¿Libertad de expresión? Por favor, basta ya de ingenuidad. Esto es el Reino de España y el jefe del estado fue designado por Francisco Franco, que llegó al poder tras un golpe de estado fallido que desencadenó un baño de sangre gracias a la ayuda de Hitler y Musolini. Basta con escarbar un poco, y bajo la falacia del patriotismo constitucional brillan yugos y flechas, cabalgan Pelayo y el Cid y se proyecta la una grande y libre. Todo ello bajo la bendición de Santiago Matamoros o la Conferencia Episcopal, que no es lo mismo pero es igual.

A ningún demócrata le puede extrañar que un estado que no ha encausado ni a una sola persona por los crímenes de una dictadura de cuarenta años, persiga con esta saña a los independentistas vascos. Es lógico. Si los jueces españoles persiguieran a los que fueron parte del aparato del estado franquista, ¡tendrían que perseguirse a sí mismos o a sus compañeros, a policías, militares y políticos!

¿Cómo van a escandalizarse ante la caza del independentista vasco quienes tragaron con la asombrosa metamorfosis del franquismo en monarquía parlamentaria? Si la transición postfranquista fue modélica, si el en su día secretario general del Movimiento Adolfo Suárez es el paradigma del demócrata, si Fraga es un entrañable político maduro, si los GAL fueron cosa de unos pocos policías y políticos corruptos, ¿quién a va rasgarse las vestiduras por la ilegalización de un partido ya demonizado por los grandes medios de comunicación y la clase política?
Yo no perdería el tiempo esperando gestos de dignidad por parte de los cómplices de esta sinrazón. Creo más conveniente analizar las razones de esta nueva escalada represiva y centrarnos en la cuestión de su eficacia. Estoy convencido de que este es el barrizal en el que se va a hundir.

La maquinaria represiva golpea y anuncia nuevos empentones porque como en Cuba, aquí no ha funcionado la Paz del Zanjón.

Lo hace porque no ha colado y el Gobierno de Rodríguez Espartero, perdón, Zapatero, no ha logrado envolver en su abrazo del oso a la izquierda abertzale. Porque no ha sido capaz de hipnotizarla con unas cuantas promesas indefinidas sin compromiso alguno. Al presidente del Gobierno español no lo van a nombrar Duque de la Victoria.

La gloria se le ha escapado de entre las manos.
Volvamos otra vez a la Cuba del siglo XIX. No todos los independentistas aceptaron de buen grado la Paz del Zanjón. Uno de ellos, Antonio Maceo, llegó a reunirse con Martínez Campos, que pretendía lograr que desistiera y se sumara al pacto. Maceo fue muy claro: «No estamos de acuerdo con lo pactado en el Zanjón; no creemos que las condiciones allí estipuladas justifiquen la rendición después del rudo batallar por una idea durante diez años y deseo evitarle la molestia de que continúe sus explicaciones porque aquí no se aceptan». Ante esta firmeza, Martínez Campos, bastante enojado, le preguntó: «Entonces, ¿no nos entendemos?», y Maceo respondió: «¡No, no nos entendemos!».

Pronto se cumplirán 130 años de aquel encuentro, y todavía en Cuba se recuerda la frase. Aquello se conoce como la Protesta de Baraguá, Maceo es uno de los héroes de la independencia, y nadie grita ¡viva Cuba española!

O quizás sí. Cuando escucho las noticias sobre suspensiones, ilegalizaciones, prohibiciones, detenciones, encarcelamientos y nuevas amenazas, siento que todas estas medidas, que pretenden aparentar la fortaleza del Estado español, suenan a vivas a la Cuba española. Creerán estar inventando la fórmula definitiva para acabar con el independentismo vasco, seguro, porque lo han creído todos los que embarrancaron en los mismos arrecifes antes que ellos, pero se repiten sin originalidad.

Ahora, como en aquella Cuba, y volviendo sobre las palabras de Cánovas del Castillo, está sobre la mesa la integridad de lo que los nacionalistas españoles llaman su patria. Que incluía a Cuba hace 130 años. O, como decía la Constitución de Cádiz de 1812, era «la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Pero no se puede encerrar a la fuerza eternamente a un pueblo en un estado que le niega el derecho a ser y decidir. Los imperios nacen y mueren, y el español hace mucho que ha quedado reducido a una mínima parte de lo que un día fue.

Se ha perdido una magnífica ocasión para encarrilar este conflicto por vías pacíficas y democráticas. Lo que pudo ser un proceso resolutivo que trajera la paz ha sido un fiasco decepcionante. Pero cuando una puerta se cierra quienes quieren soluciones buscan el modo de abrir otras. Y la sociedad vasca las encontrará y las abrirá. Seguro.