dos argentinos inolvidables Ricardo Masetti y Ernesto Che Guevara
Carta de los Cinco al presidente Zelaya.
Querido compañero Manuel Zelaya, único y digno presidente constitucional de Honduras:
Con profunda indignación se han estremecido nuestras cinco celdas ante la brutal acción golpista en su patria, reminiscente de un pasado aún fresco en la memoria histórica centroamericana.
Pareciera que el siniestro esquema fracasado en Caracas y aplicado luego con éxito en Haití busca ahora, con su ensayo en Mesoamérica, revertir la inevitable tendencia histórica de nuestros pueblos hacia la superación de sus esquemas neocoloniales.
Hoy toca al pueblo de Honduras, bajo su digna conducción y en una América que ya no es la misma, el honroso reto de sepultar para siempre al gorilismo, como instrumento de trasnochadas oligarquías reaccionarias para las que patria es sinónimo de mezquinos privilegios.
Como usted, conocemos por experiencia propia de la brutalidad del despertar bajo asalto armado, de la extracción a medio vestir de nuestros hogares, de la mezquindad de usar el poder judicial para justificar el crimen, del empleo de la amenaza para exigir la claudicación, y del más descarnado uso de la mentira en función de perversos fines.
Conocemos también del ánimo que infunden la oportuna expresión combativa de una hija, o la incondicional adhesión de la familia, o el clamor de la solidaridad universal, o el cariño incomparable de todo un pueblo.
Identificados con su postura digna, reflejo de su superioridad moral sobre los usurpadores, le extendemos, desde las prisiones imperiales que en 10 años no han podido encerrar nunca nuestra dignidad de revolucionarios cubanos, las expresiones de nuestro incondicional apoyo y la seguridad de que su pueblo, armado de su decencia y de su amor a la justicia, también vencerá.
Un fuerte abrazo de los Cinco.
Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René.
miércoles, 1 de julio de 2009
Mónica Müller doctora y el virus del miedo gripe porcina colaboró en Cuba Existe es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston ex marido
Museo Che Guevara de CABA que la Dra. Mónica Müller contribuyó a crear sin proponérselo
El virus del miedo
Por Mónica Müller *
El virus A H1N1 nos ha trasladado desde el siglo XXI, con su cándida confianza en una ciencia todopoderosa, a la Edad Media, cuando la humanidad se sabía inerme frente al misterio de las enfermedades.
Las epidemias tienen efectos tan contagiosos y dramáticos sobre la mente como sobre el cuerpo. El temor arcaico que producen hace reaccionar a las personas y a las sociedades como chicos asustados.
El pensamiento mágico reemplaza a la razón y todos confiamos en el milagro que llegará por vía de los mayores, de los médicos, de los dioses o de las autoridades, que simbolizan lo mismo. Cuando la enfermedad se disemina y la muerte golpea, aparece primero la incredulidad y enseguida el reclamo iracundo a los que creíamos nuestros protectores omnipotentes.
Frente a la calamidad, simplificar y generalizar siempre es tranquilizante: concentra lo malo en un solo objeto para que todo lo restante pase a formar parte del universo de lo bueno.
Por eso, las sociedades infantilizadas por el miedo tienen la urgencia de señalar a un culpable.
Y el culpable siempre es el que piensa distinto, el diferente, el extranjero o el adversario.
Cuando en agosto de 1918 un nuevo virus de gripe comenzó a diseminarse por los Estados Unidos matando en pocos días a un enorme número de jóvenes sanos, la sociedad norteamericana señaló enseguida a los culpables.
Muchas personas dijeron haber visto una nube de humo negro y viscoso cargado de microbios saliendo por la chimenea de un barco de bandera alemana amarrado en el puerto de Boston. Otros vieron emerger de la torreta de un submarino alemán varios hombres con tubos de ensayo en la mano, que amparados en la oscuridad esparcieron el germen en lugares públicos de la ciudad.
Pero los periodistas mejor informados hacían recaer la sospecha sobre la firma alemana Bayer. Afirmaban –y la gente lo creía– que el laboratorio había contaminado con el germen las tabletas de aspirina para eliminar a toda la población de los Estados Unidos.
Recién en 1997 se pudo identificar al verdadero responsable: un virus A (H1N1), de estructura molecular, composición y comportamiento hasta ahora idéntico al de la pandemia actual.
En 1918 la manipulación genética era un tópico que no aparecía ni en la ficción científica de Julio Verne.
Aquel virus fue resultado de la recombinación azarosa de uno aviar, uno porcino y uno humano, accidente biológico que se repite cíclicamente a causa del método tradicional de cría de aves y chanchos que se aplica en muchos lugares del mundo. No hay indicios de que el origen del virus actual sea diferente.
Hipótesis conspirativas de cabotaje que abarrotaron las casillas de entrada del correo electrónico desde el principio de esta epidemia aseguraban primero que el tal virus no existía y que el divulgador de la alarmante noticia era Donald Rumsfeld, accionista principal del laboratorio que elabora el fármaco oseltamivir (Tamiflu), de relativa efectividad si se lo toma al inicio de la infección.
Durante las primeras semanas, respetados especialistas argentinos minimizaron la gravedad potencial de la epidemia señalando que el virus no era más mortal que el de la gripe común. Ese dato todavía es incierto pero, en todo caso, una enfermedad capaz de contagiar a un tercio de la humanidad puede llevar a la tumba a varios millones de personas en pocas semanas aunque su mortalidad sea baja.
En paralelo con la curva ascendente de casos y muertes confirmados en México, la versión conspirativa cambió por “la creación de un nuevo virus en laboratorio, como fue la del VIH, con el objetivo de devastar a la población mundial”.
Un correo reciente da detalles más precisos sobre los diseñadores del virus y sus designios: “Un grupo que opera en los EE.UU. bajo la dirección de los banqueros internacionales que controlan la Reserva Federal, así como la OMS, la ONU y la OTAN” con el objetivo de “exterminar a la población de los Estados Unidos mediante la vacuna contra el mismo virus”.
En términos económicos parece una estrategia indigna de personajes tan inteligentes e inclinados al mal: no hace falta ser banquero para saber que si no hay personas se acaban los negocios.
Por cierto que la industria farmacéutica es capaz de poner en riesgo a toda la humanidad en su carrera frenética por la competencia y los beneficios económicos y que los gobiernos de Estados Unidos han recurrido más de una vez a armas biológicas para dirimir cuestiones políticas, pero hasta ahora los virus han demostrado ser más elusivos, inteligentes y malignos que la Big Pharma, los alemanes en 1918 y hasta que los funcionarios del gobierno de Bush.
Pese a la dinámica cíclica que desde hace por lo menos cinco años hacía previsible la pandemia actual, los medios nacionales despliegan hipótesis persecutorias tan disparatadas que si no fuera por el contexto en que se publican deberían merecer la atención de especialistas en psicosis paranoides.
Hemos oído decir que el gobierno nacional debería haber hecho algo más para evitar la rápida diseminación del virus y, al mismo tiempo, que exagera la gravedad de la epidemia con fines políticos.
Hemos leído que por esos mismos intereses se hace todo lo contrario: que se difunden cifras de casos y de muertes menores a las reales y que la verdadera magnitud de la situación se oculta por alguna razón de conveniencia política.
Sin embargo, un mínimo esfuerzo por informarse con objetividad permite saber que las autoridades sanitarias argentinas siguieron desde el principio las directivas de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a control, detección de casos y mitigación de la epidemia.
La única medida tomada en contra de las indicaciones de la OMS fue la cancelación de los vuelos a México en el intento de retrasar el inicio de la epidemia en el país, lo cual no fue una omisión sino un exceso de cuidado.
Los registros estadísticos nacionales surgen de las normas internacionales que contabilizan como positivos sólo los casos confirmados por laboratorio. Por eso no sólo acá sino en todo el mundo las cifras oficiales son inferiores o están retrasadas con respecto a las verdaderas.
Otra regla epidemiológica internacional indica que los hisopados para detectar el virus sólo se hacen de rutina a la primera o dos primeras centenas de enfermos. Después, se reservan para aquellos enfermos que presentan una presunta complicación por el virus. También responde a un consejo de la OMS la venta controlada de antivirales por parte del Estado.
Todas estas disposiciones responden a razones indiscutibles y claras de orden médico y en la Argentina se las ha respetado hasta hoy rigurosamente. Sin embargo, con absoluta indiferencia por la verdad, los medios han presentado cada una de esas medidas como maniobras eleccionarias, como hechos delictivos o como torpezas en el mejor de los casos.
No es extraño que los políticos y los periodistas, que sobre microbiología lo desconocen todo, aventuren cualquier origen y cualquier desenlace para esta epidemia y traten de capitalizarla para confirmar sus intereses o sus ideas.
Tampoco es raro que la gente asustada espere de las autoridades el milagro de aislar al país de la pandemia, de detener el aumento de casos o disminuir la mortalidad del virus.
Pero los médicos, una vez aprobada la materia Microbiología, deberíamos conocer la lógica viral, que se caracteriza por eludir casi toda estrategia terapéutica conocida.
Y en los momentos en que la sociedad nos necesita con urgencia tenemos la responsabilidad de desactivar nuestros propios dogmas y nuestra propia imaginación para poder razonar con objetividad y calma.
La deuda de las autoridades en materia de salud, alimentación, educación y vivienda, que afecta a muchos millones de argentinos, son responsabilidades históricas bastante graves sin necesidad de sumarles cargos falsos creados por el oportunismo o por el miedo.
Frente a esta amenaza que recién está empezando a mostrar su capacidad destructiva, es más útil volver la mirada al microscopio que buscar un culpable de fantasía. Los médicos tenemos derecho a tener miedo, pero también tenemos la obligación de tratar de entender cuál es el verdadero enemigo que tenemos enfrente.
Doctora Mónica Müller
* Médica clínica.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Todos los Derechos Reservados
El virus del miedo
Por Mónica Müller *
El virus A H1N1 nos ha trasladado desde el siglo XXI, con su cándida confianza en una ciencia todopoderosa, a la Edad Media, cuando la humanidad se sabía inerme frente al misterio de las enfermedades.
Las epidemias tienen efectos tan contagiosos y dramáticos sobre la mente como sobre el cuerpo. El temor arcaico que producen hace reaccionar a las personas y a las sociedades como chicos asustados.
El pensamiento mágico reemplaza a la razón y todos confiamos en el milagro que llegará por vía de los mayores, de los médicos, de los dioses o de las autoridades, que simbolizan lo mismo. Cuando la enfermedad se disemina y la muerte golpea, aparece primero la incredulidad y enseguida el reclamo iracundo a los que creíamos nuestros protectores omnipotentes.
Frente a la calamidad, simplificar y generalizar siempre es tranquilizante: concentra lo malo en un solo objeto para que todo lo restante pase a formar parte del universo de lo bueno.
Por eso, las sociedades infantilizadas por el miedo tienen la urgencia de señalar a un culpable.
Y el culpable siempre es el que piensa distinto, el diferente, el extranjero o el adversario.
Cuando en agosto de 1918 un nuevo virus de gripe comenzó a diseminarse por los Estados Unidos matando en pocos días a un enorme número de jóvenes sanos, la sociedad norteamericana señaló enseguida a los culpables.
Muchas personas dijeron haber visto una nube de humo negro y viscoso cargado de microbios saliendo por la chimenea de un barco de bandera alemana amarrado en el puerto de Boston. Otros vieron emerger de la torreta de un submarino alemán varios hombres con tubos de ensayo en la mano, que amparados en la oscuridad esparcieron el germen en lugares públicos de la ciudad.
Pero los periodistas mejor informados hacían recaer la sospecha sobre la firma alemana Bayer. Afirmaban –y la gente lo creía– que el laboratorio había contaminado con el germen las tabletas de aspirina para eliminar a toda la población de los Estados Unidos.
Recién en 1997 se pudo identificar al verdadero responsable: un virus A (H1N1), de estructura molecular, composición y comportamiento hasta ahora idéntico al de la pandemia actual.
En 1918 la manipulación genética era un tópico que no aparecía ni en la ficción científica de Julio Verne.
Aquel virus fue resultado de la recombinación azarosa de uno aviar, uno porcino y uno humano, accidente biológico que se repite cíclicamente a causa del método tradicional de cría de aves y chanchos que se aplica en muchos lugares del mundo. No hay indicios de que el origen del virus actual sea diferente.
Hipótesis conspirativas de cabotaje que abarrotaron las casillas de entrada del correo electrónico desde el principio de esta epidemia aseguraban primero que el tal virus no existía y que el divulgador de la alarmante noticia era Donald Rumsfeld, accionista principal del laboratorio que elabora el fármaco oseltamivir (Tamiflu), de relativa efectividad si se lo toma al inicio de la infección.
Durante las primeras semanas, respetados especialistas argentinos minimizaron la gravedad potencial de la epidemia señalando que el virus no era más mortal que el de la gripe común. Ese dato todavía es incierto pero, en todo caso, una enfermedad capaz de contagiar a un tercio de la humanidad puede llevar a la tumba a varios millones de personas en pocas semanas aunque su mortalidad sea baja.
En paralelo con la curva ascendente de casos y muertes confirmados en México, la versión conspirativa cambió por “la creación de un nuevo virus en laboratorio, como fue la del VIH, con el objetivo de devastar a la población mundial”.
Un correo reciente da detalles más precisos sobre los diseñadores del virus y sus designios: “Un grupo que opera en los EE.UU. bajo la dirección de los banqueros internacionales que controlan la Reserva Federal, así como la OMS, la ONU y la OTAN” con el objetivo de “exterminar a la población de los Estados Unidos mediante la vacuna contra el mismo virus”.
En términos económicos parece una estrategia indigna de personajes tan inteligentes e inclinados al mal: no hace falta ser banquero para saber que si no hay personas se acaban los negocios.
Por cierto que la industria farmacéutica es capaz de poner en riesgo a toda la humanidad en su carrera frenética por la competencia y los beneficios económicos y que los gobiernos de Estados Unidos han recurrido más de una vez a armas biológicas para dirimir cuestiones políticas, pero hasta ahora los virus han demostrado ser más elusivos, inteligentes y malignos que la Big Pharma, los alemanes en 1918 y hasta que los funcionarios del gobierno de Bush.
Pese a la dinámica cíclica que desde hace por lo menos cinco años hacía previsible la pandemia actual, los medios nacionales despliegan hipótesis persecutorias tan disparatadas que si no fuera por el contexto en que se publican deberían merecer la atención de especialistas en psicosis paranoides.
Hemos oído decir que el gobierno nacional debería haber hecho algo más para evitar la rápida diseminación del virus y, al mismo tiempo, que exagera la gravedad de la epidemia con fines políticos.
Hemos leído que por esos mismos intereses se hace todo lo contrario: que se difunden cifras de casos y de muertes menores a las reales y que la verdadera magnitud de la situación se oculta por alguna razón de conveniencia política.
Sin embargo, un mínimo esfuerzo por informarse con objetividad permite saber que las autoridades sanitarias argentinas siguieron desde el principio las directivas de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a control, detección de casos y mitigación de la epidemia.
La única medida tomada en contra de las indicaciones de la OMS fue la cancelación de los vuelos a México en el intento de retrasar el inicio de la epidemia en el país, lo cual no fue una omisión sino un exceso de cuidado.
Los registros estadísticos nacionales surgen de las normas internacionales que contabilizan como positivos sólo los casos confirmados por laboratorio. Por eso no sólo acá sino en todo el mundo las cifras oficiales son inferiores o están retrasadas con respecto a las verdaderas.
Otra regla epidemiológica internacional indica que los hisopados para detectar el virus sólo se hacen de rutina a la primera o dos primeras centenas de enfermos. Después, se reservan para aquellos enfermos que presentan una presunta complicación por el virus. También responde a un consejo de la OMS la venta controlada de antivirales por parte del Estado.
Todas estas disposiciones responden a razones indiscutibles y claras de orden médico y en la Argentina se las ha respetado hasta hoy rigurosamente. Sin embargo, con absoluta indiferencia por la verdad, los medios han presentado cada una de esas medidas como maniobras eleccionarias, como hechos delictivos o como torpezas en el mejor de los casos.
No es extraño que los políticos y los periodistas, que sobre microbiología lo desconocen todo, aventuren cualquier origen y cualquier desenlace para esta epidemia y traten de capitalizarla para confirmar sus intereses o sus ideas.
Tampoco es raro que la gente asustada espere de las autoridades el milagro de aislar al país de la pandemia, de detener el aumento de casos o disminuir la mortalidad del virus.
Pero los médicos, una vez aprobada la materia Microbiología, deberíamos conocer la lógica viral, que se caracteriza por eludir casi toda estrategia terapéutica conocida.
Y en los momentos en que la sociedad nos necesita con urgencia tenemos la responsabilidad de desactivar nuestros propios dogmas y nuestra propia imaginación para poder razonar con objetividad y calma.
La deuda de las autoridades en materia de salud, alimentación, educación y vivienda, que afecta a muchos millones de argentinos, son responsabilidades históricas bastante graves sin necesidad de sumarles cargos falsos creados por el oportunismo o por el miedo.
Frente a esta amenaza que recién está empezando a mostrar su capacidad destructiva, es más útil volver la mirada al microscopio que buscar un culpable de fantasía. Los médicos tenemos derecho a tener miedo, pero también tenemos la obligación de tratar de entender cuál es el verdadero enemigo que tenemos enfrente.
Doctora Mónica Müller
* Médica clínica.
© 2000-2009 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Todos los Derechos Reservados
Resumen Latinoamericano Carlos Aznárez Museo Che Guevara Chaubloqueo Cumbre de Américas ALBA Obama hipócrita Guantánamo está en Cuba La Habana Eladio
una llave para la escultura del Che Guevara calle Rojas 129 Eladio González director
Después de la Cumbre de las Américas
Una nueva batalla ganada por Cuba y el “frente del rechazo” del ALBA
Por Carlos Aznárez *
Sin dudas, mal que le pese al Imperio y a su nuevo rostro representado por Barak Obama, la gran estrella de la reciente Cumbre de las Américas ha sido la primera revolución socialista del continente y sus compañeros alineados en el ALBA.
Después de 50 años de batallar por la independencia y la soberanía de su propio país, Cuba ha logrado una victoria espectacular, al poner contra las cuerdas, una vez más, al imperialismo norteamericano y generar el mayor concenso de solidaridad con su posición en cuanto al levantamiento del bloqueo criminal que EEUU, y todos sus aliados occidentales, aplican contra la Isla desde hace más de cuatro décadas.
Esto que ahora ocurre no es un milagro ni una casualidad, sino que tiene que ver con la resistencia consecuente que Cuba siempre ha planteado en los duros momentos que le ha tocado vivir como reflejo de la política genocida de las distintas administraciones que han venido gobernando desde Washington.
El pueblo cubano sabe muy bien lo que han sido estos años en cuanto a dignidad y conciencia para superar las carencias que impone el bloqueo, y es por eso, que justamente ahora, en que toda Latinoamérica se ha puesto de pie para acompañar a Cuba en su exigencia, de nada valen los guiños hipócritas que pudieran inferirse del comportamiento del presidente Obama si, desde luego, no van acompañados de hechos contundentes.
El otro viento fresco que invadió la Cumbre por todos sus flancos, es que los países que integran el ALBA pesaron con mucha contundencia, demostrando que en ese aspecto sí, las cosas han cambiado para bien en el continente.
Es en ese marco, es que hay que analizar si realmente, como nos quiere hacer creer la avalancha mediática, Obama representa un cambio real o se trata de una sutil e inteligente estrategia del imperio para pasar de la fracasada política del palo y el garrote a la del palo y la zanahoria.
EEUU llegó a la Cumbre de las Américas sabiendo que el “frente del rechazo” representado por los países que integran el ALBA, no estaban dispuestos a retroceder un milímetro en sus posiciones de crítica severa a los males que ha impuesto el capitalismo salvaje, ni tampoco a admitir que la política injerencista norteamericana siga imaginando al continente como su patio trasero.
De hecho, ya se había planteado el primer gran choque cuando se rechazó enfáticamente el proyecto de declaración de la Cumbre, lo que llevó a que finalmente muchos países no lo firmaran, “por representar un abierto retroceso” a lo ganado en la Cumbre de Mar del Plata cuando se enterró al ALCA.
En el mismo momento en que Obama repartía sonrisas y se prodigaba en gestos simpáticos hacia los mandatarios que lo saludaban en Trinidad-Tobago, sus aviones de guerra seguían bombardeando Pakistán (asesinando a una docena de civiles, entre ellos varios niños y niñas), y otros similares uniformados masacraban civiles en el Iraq ocupado y resistente,
Esa es la esencial fundamental y dramática de los “cambios” que representa Obama, más allá de sus coqueteos mentirosos.
Pero por supuesto, hay más.
Para el mandatario norteamericano, “el pueblo de Cuba no es libre”, “no hay libertad de opinión ni religión” y, por supuesto”, “sus cárceles están llenas de presos políticos”.
De esta simple y tergiversada manera de entender la realidad, el “gringo bueno” sugiere que el bloqueo no se levantará y que a lo sumo, estaría dispuesto a discutir algunas concesiones.
Lo dice suelto de cuerpo el mismo jefe de Estado cuyo gobierno ha venido cercenando la libertad y la soberanía de decenas de países y cuyos militares continúan aterrorizando a miles de pobladores en Medio Oriente.
Lo afirma el mayor aliado de la política genocida sionista contra el pueblo palestino, y el representante político de las trasnacionales voraces que mantienen cautivos a cientos de países del Tercer Mundo, o el correveidile de los fabricantes de armas que abastecen el arsenal bélico de policías y ejércitos del planeta.
De qué cambios habla mister Obama, cuando sus recetas económicas sólo buscan relanzar experiencias como la del FMI y el Banco Mundial, que tanta hambre, miseria y dependencia han generado con su actuación. O acaso, alguien ha escuchado que abrirá las cárceles de su país donde se hacinan decenas de miles de latinos, mujeres y hombres afrodesendientes (como el propio Obama). O que serán liberados y devueltos a Cuba los 5 héroes detenidos por luchar contra el terrorismo ¿Y Mumia Abu-Jamal, y Leonard Peltier, y los revolucionarios puertorriqueños que hace casi 40 años están pudriéndose en las prisiones de EEUU?
¿Habrá dicho algo Obama de la situación de ocupación ilegal que soportan Puerto Rico y Guantánamo? ¿Ustedes escucharon alguna palabra sobre la situación de mantener decenas de bases de ocupación e intervención militar en todo el planeta, cercenando la soberanía de los pueblos?
¿Cambios de qué? ¿De maquillaje? Porque en cuanto a la expoliación, la injerencia y la ocupación ilegal de territorios, poco parece haber remitido.
De todas maneras, si bien hubo presidentes (y presidentas) que en Trinidad-Tobago conectaron plenamente con la Obamanía y terminaron jugando el triste papel de intermediarios entre el Imperio y los países con discurso más radicalizado (por tener a su frente gobiernos revolucionarios y no simplemente “progresistas”), lo cierto es que el mandatario estadounidense tuvo que conformarse con recibir un trato educado y cordial, pero no logró horadar la disciplina que llevó a la reunión el Bloque ALBA.
Escuchó severas críticas al imperialismo por parte del nicaragüense Daniel Ortega, o el digno alegato del presidente Evo Morales cuando explicó con lujo de detalles la connivencia entre el gobierno norteamericano y su embajada en La Paz y la oposición fascista que recientemente ha intentado asesinarlo.
Y por si faltaba algo, no pudo más que sonreir con cara de despistado, cuando Hugo Chávez le obsequió, “para que se instruya sobre el Imperio”, el imprescindible libro de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”.
Repetimos: los grandes vencedores de esta nueva batalla, han sido quienes desde sus pueblos y gobiernos, han mantenido en alto las banderas de la resistencia al imperialismo y a sus oligarquías locales, los que acorralan con sus movilizaciones e iniciativas de solidaridad entre naciones, al capitalismo y sus laderos.
Esta actitud y no otra, es la que han obligado a EEUU a tener que cambiar de estrategia y disfrazar al lobo de cordero para intentar revertir una situación, que como bien dijo el comandante Fidel Castro en su última visita a Argentina, “llevará al Imperio a su desaparición antes que termine este siglo”.
Cuando desde los países del ALBA se apunta a que la única forma de salir de la actual crisis intercapitalista es avanzar hacia la construcción del socialismo, se está exponiendo un camino sin retorno, que a mediano plazo generará –nadie lo dude- enfrentamientos de mayor calado con la política imperial de los Obama o de sus sucesores.
Creer lo contrario, y caer en el jueguito astuto de Obama y su comparsa, puede resultar atrayente para la camada de mandatarios “progresistas”, que tanto lo alabaron en Trinidad-Tobago, pero para quienes se plantean un cambio estructural en el continente, queda meridianamente claro que como decía el Che, “al imperialismo no hay que darle ni un tantito así de confianza”.
Carlos Aznárez
*Director de “Resumen Latinoamericano”
Después de la Cumbre de las Américas
Una nueva batalla ganada por Cuba y el “frente del rechazo” del ALBA
Por Carlos Aznárez *
Sin dudas, mal que le pese al Imperio y a su nuevo rostro representado por Barak Obama, la gran estrella de la reciente Cumbre de las Américas ha sido la primera revolución socialista del continente y sus compañeros alineados en el ALBA.
Después de 50 años de batallar por la independencia y la soberanía de su propio país, Cuba ha logrado una victoria espectacular, al poner contra las cuerdas, una vez más, al imperialismo norteamericano y generar el mayor concenso de solidaridad con su posición en cuanto al levantamiento del bloqueo criminal que EEUU, y todos sus aliados occidentales, aplican contra la Isla desde hace más de cuatro décadas.
Esto que ahora ocurre no es un milagro ni una casualidad, sino que tiene que ver con la resistencia consecuente que Cuba siempre ha planteado en los duros momentos que le ha tocado vivir como reflejo de la política genocida de las distintas administraciones que han venido gobernando desde Washington.
El pueblo cubano sabe muy bien lo que han sido estos años en cuanto a dignidad y conciencia para superar las carencias que impone el bloqueo, y es por eso, que justamente ahora, en que toda Latinoamérica se ha puesto de pie para acompañar a Cuba en su exigencia, de nada valen los guiños hipócritas que pudieran inferirse del comportamiento del presidente Obama si, desde luego, no van acompañados de hechos contundentes.
El otro viento fresco que invadió la Cumbre por todos sus flancos, es que los países que integran el ALBA pesaron con mucha contundencia, demostrando que en ese aspecto sí, las cosas han cambiado para bien en el continente.
Es en ese marco, es que hay que analizar si realmente, como nos quiere hacer creer la avalancha mediática, Obama representa un cambio real o se trata de una sutil e inteligente estrategia del imperio para pasar de la fracasada política del palo y el garrote a la del palo y la zanahoria.
EEUU llegó a la Cumbre de las Américas sabiendo que el “frente del rechazo” representado por los países que integran el ALBA, no estaban dispuestos a retroceder un milímetro en sus posiciones de crítica severa a los males que ha impuesto el capitalismo salvaje, ni tampoco a admitir que la política injerencista norteamericana siga imaginando al continente como su patio trasero.
De hecho, ya se había planteado el primer gran choque cuando se rechazó enfáticamente el proyecto de declaración de la Cumbre, lo que llevó a que finalmente muchos países no lo firmaran, “por representar un abierto retroceso” a lo ganado en la Cumbre de Mar del Plata cuando se enterró al ALCA.
En el mismo momento en que Obama repartía sonrisas y se prodigaba en gestos simpáticos hacia los mandatarios que lo saludaban en Trinidad-Tobago, sus aviones de guerra seguían bombardeando Pakistán (asesinando a una docena de civiles, entre ellos varios niños y niñas), y otros similares uniformados masacraban civiles en el Iraq ocupado y resistente,
Esa es la esencial fundamental y dramática de los “cambios” que representa Obama, más allá de sus coqueteos mentirosos.
Pero por supuesto, hay más.
Para el mandatario norteamericano, “el pueblo de Cuba no es libre”, “no hay libertad de opinión ni religión” y, por supuesto”, “sus cárceles están llenas de presos políticos”.
De esta simple y tergiversada manera de entender la realidad, el “gringo bueno” sugiere que el bloqueo no se levantará y que a lo sumo, estaría dispuesto a discutir algunas concesiones.
Lo dice suelto de cuerpo el mismo jefe de Estado cuyo gobierno ha venido cercenando la libertad y la soberanía de decenas de países y cuyos militares continúan aterrorizando a miles de pobladores en Medio Oriente.
Lo afirma el mayor aliado de la política genocida sionista contra el pueblo palestino, y el representante político de las trasnacionales voraces que mantienen cautivos a cientos de países del Tercer Mundo, o el correveidile de los fabricantes de armas que abastecen el arsenal bélico de policías y ejércitos del planeta.
De qué cambios habla mister Obama, cuando sus recetas económicas sólo buscan relanzar experiencias como la del FMI y el Banco Mundial, que tanta hambre, miseria y dependencia han generado con su actuación. O acaso, alguien ha escuchado que abrirá las cárceles de su país donde se hacinan decenas de miles de latinos, mujeres y hombres afrodesendientes (como el propio Obama). O que serán liberados y devueltos a Cuba los 5 héroes detenidos por luchar contra el terrorismo ¿Y Mumia Abu-Jamal, y Leonard Peltier, y los revolucionarios puertorriqueños que hace casi 40 años están pudriéndose en las prisiones de EEUU?
¿Habrá dicho algo Obama de la situación de ocupación ilegal que soportan Puerto Rico y Guantánamo? ¿Ustedes escucharon alguna palabra sobre la situación de mantener decenas de bases de ocupación e intervención militar en todo el planeta, cercenando la soberanía de los pueblos?
¿Cambios de qué? ¿De maquillaje? Porque en cuanto a la expoliación, la injerencia y la ocupación ilegal de territorios, poco parece haber remitido.
De todas maneras, si bien hubo presidentes (y presidentas) que en Trinidad-Tobago conectaron plenamente con la Obamanía y terminaron jugando el triste papel de intermediarios entre el Imperio y los países con discurso más radicalizado (por tener a su frente gobiernos revolucionarios y no simplemente “progresistas”), lo cierto es que el mandatario estadounidense tuvo que conformarse con recibir un trato educado y cordial, pero no logró horadar la disciplina que llevó a la reunión el Bloque ALBA.
Escuchó severas críticas al imperialismo por parte del nicaragüense Daniel Ortega, o el digno alegato del presidente Evo Morales cuando explicó con lujo de detalles la connivencia entre el gobierno norteamericano y su embajada en La Paz y la oposición fascista que recientemente ha intentado asesinarlo.
Y por si faltaba algo, no pudo más que sonreir con cara de despistado, cuando Hugo Chávez le obsequió, “para que se instruya sobre el Imperio”, el imprescindible libro de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”.
Repetimos: los grandes vencedores de esta nueva batalla, han sido quienes desde sus pueblos y gobiernos, han mantenido en alto las banderas de la resistencia al imperialismo y a sus oligarquías locales, los que acorralan con sus movilizaciones e iniciativas de solidaridad entre naciones, al capitalismo y sus laderos.
Esta actitud y no otra, es la que han obligado a EEUU a tener que cambiar de estrategia y disfrazar al lobo de cordero para intentar revertir una situación, que como bien dijo el comandante Fidel Castro en su última visita a Argentina, “llevará al Imperio a su desaparición antes que termine este siglo”.
Cuando desde los países del ALBA se apunta a que la única forma de salir de la actual crisis intercapitalista es avanzar hacia la construcción del socialismo, se está exponiendo un camino sin retorno, que a mediano plazo generará –nadie lo dude- enfrentamientos de mayor calado con la política imperial de los Obama o de sus sucesores.
Creer lo contrario, y caer en el jueguito astuto de Obama y su comparsa, puede resultar atrayente para la camada de mandatarios “progresistas”, que tanto lo alabaron en Trinidad-Tobago, pero para quienes se plantean un cambio estructural en el continente, queda meridianamente claro que como decía el Che, “al imperialismo no hay que darle ni un tantito así de confianza”.
Carlos Aznárez
*Director de “Resumen Latinoamericano”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)