lunes, 12 de agosto de 2013

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Queridos Eladio e Irene. A ustedes no podemos negarles la foto del Comandante Ernesto Che Guevara con  Felima Archer,  azafata irlandesa que le sirvió de traductora en su escala en Dublín.  Será una manera  de rendir homenaje  a  Bernie, quien la encontró y conversó con ella.   
También al Primer Museo dedicado al Comandante Guevara en Suramérica.  La institución que han creado con tanto amor, es fuente de inspiración para los que han vencido  grandes obstáculos, incomprensiones, intentos de desconocimientos, incluso riesgos.
Desde ahí  ustedes están luchando por  las causas justas. Haciendo en cada momento lo que debe hacerse, desde hace casi quince años exigiendo al gobierno de Estados Unidos la libertad de  Ramón, Fernando, Antonio y  Gerardo  presos injustamente en cárceles de ese país.
Cada vez que recibimos sus mensajes los comparamos como un canto a la vida y la libertad y recordamos a José Martí y José Joaquín  Palma, el patriota y poeta cubano,  que cuando  estalló la guerra por la independencia  se incorporó a la lucha, fue ayudante de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria y vivió exiliado en  Guatemala.
Allí se encontró con José Martí y se forjó una profunda amistad, ambos fueron víctimas de intrigas, calumnias y difamaciones estimuladas por funcionarios españoles y presiones  sobre las autoridades de ese país, para que tomaran medidas contra ellos. 

A esos funcionarios se unieron algunos adversarios ideológicos y otros acompañados de envidias, temores, celos profesionales, discriminación, falsos conceptos de nacionalismo, provincianismo o regionalismo,  opositores, colonizados culturalmente y todos juntos no vacilaron en desatar  campañas de desprestigio y persecuciones.
Martí escribió  el prólogo  al libro  de  Palma  titulado  "Poesía",  donde le aconseja  metafóricamente que cuando le hirieran cantara, cuando lo desconocieran cantara, que cantara  cuando le llamaran errante y vagabundo, que ese vagar no era pereza, sino desdén, que cantara siempre, y cuando muriera, para seguir probablemente lejos de allí  cantando, le dejara la lira a su hijo.   
Esa lira también la están dejando ustedes.       
Un fuerte abrazo desde esta Cuba bloqueada, agredida, perseguida, insultada, calumniada. 
Pero que como martiana, canta, seguirá cantando y preparando su lira para  aquellos que la acepten y defienden.  
Ustedes, nosotros y los millones de justos y dignos en todo el mundo cantaremos y dejaremos las liras a nuestros hijos y nietos para que sigan cantando, que es decir: luchando por la libertad, soberanía e independencia. 
                                                                                      Adys Cupull y Froilán González