(Carta abierta a los cubanos de Miami)
Por JORGE JORGE GONZÁLEZ
Para GUATINí, Estados Unidos y DESACATO, Brasil
Si bien, ya el concierto de Juanes en La Habana pasó, parece que algunos aun no comprenden dentro de Cuba y fuera de ella, pero en particular en Miami, Estados Unidos, qué estaba en juego el día 20 de septiembre del 2009 en la Plaza de la Revolución de la capital de todos los cubanos.
No se trataba de un simple espectáculo de música popular - uno de los mejores quizás que, en décadas, los residentes en esta Isla hemos tenido oportunidad de disfrutar a plenitud-, era también la ocasión propicia para limar asperezas en ambos "bandos", cuando al hablar de Nación dejáramos a un lado todo o una gran parte del lastre que nos ha hundido en discusiones con o sin sentido, pero al final escuchadas por sordos, como espuelas de gallos finos clavadas en los ojos y en la mente.
Podemos seguir insultándonos desde ambas orillas del mar hermoso y bravío que nos separa, podremos vociferar nuestras "verdades" creyendo, de esta manera, que nuestra razón ganará al final de la cruenta batalla, pero algo he aprendido en estos últimos cincuenta años y es que la razón casi siempre la tienen los que más bajo hablan, casi en susurros, entonces, ¿para qué seguir con los insultos?, ¿para qué desgastarnos con el dolor de los seres queridos muertos muy lejos de sus familiares más cercanos, si aun tenemos hijos, padres y madres que viven y quisieran que toda esta tragedia terminase de una vez y por siempre, ya que otros seres irán ingresando cada día a la familia y la nuestra, la cubana, es una gran unidad eterna y siempre - no de ahora - hemos tenido algunos de sus miembros viviendo en la distancia, más lejos aun, cuando sólo era posible comunicarse mediante cartas que tardaban meses, sino años , para llegar a su destino?.
Hoy, en segundos, podemos sentir la voz de alguien querido, la de los amigos, la de cualquier persona , aun cuando viva en los antípodas y sin embargo, seguimos insistiendo en ser sordos a cualquier proposición que se nos haga con buena voluntad, porque la terquedad muchas veces actúa por encima de la razón y así, jamás podremos entendernos.
No justifico los excesos en ninguno de los bandos en "pugna", ni los pasados, ni los actuales cuando de la familia cubana se trata, pero algo sé con certeza: no son los cubanos que viven en la Isla los que se niegan a la posibilidad de establecer un diálogo abierto, sin condiciones, con los compatriotas que viven más allá de la frontera; nos es este pueblo quien promueve atentados a turistas en otro sitio del planeta, quien bloquea la posibilidad de adquirir equipos médicos y medicinas para atender a nuestros enfermos, no es la Cuba comunista la que trata de robar impunemente a médicos, maestros, ingenieros, artistas, intelectuales de cualquier especialidad para quitarles a otros países su riqueza profesional, lograda a costa de enormes sacrificios y presupuesto , aunque sí es aquella que sabe ir con esos mismos recursos humanos al rincón más apartado del Orbe a brindar auxilio a otros más necesitados aun que nosotros y que no tienen a nadie que los ampare porque ningún país rico se interesa en ayudar a los pobres, debido a que es algo no rentable desde el punto de vista económico y para ellos, esas personas sólo dan pérdidas , por lo que su lugar debía estar en los cementerios; no es nuestro país quien prepara ejércitos nacionales para asesinar hermanos, el que organiza guerras de exterminio contra cualquier Estado que considere enemigo o lance virus sobre los campos para destruir la masa porcina, las cosechas y matar por hambre a todos por igual, sean comunistas o no, sean negros, blancos o mestizos, católicos, protestantes o abakuás o santeros, padres, hermanos, hijos, amigos, míos o tuyos, no importa, pues lo esencial es tratar de rendir la resistencia a sus designios.
José Martí decía que: "patria es humanidad", entonces por qué no nos acercamos a su prédica para ser más humanos y menos egoístas, para sacar del pecho tanta rabia acumulada, tantos rencores y desconfianza mutua ; por qué no aprendemos a vivir en paz entre nosotros, sin oír a aquellos pocos, de aquí y de allá que han hecho de la diáspora nacional un negocio bien lucrativo y lo mantendrán mientras existan quienes les sigan a pie juntillas, como alabarderos de la infamia contra nuestro pueblo que, al final, es el que sale más golpeado y herido en su integridad moral.
Esos que pretenden dividirnos mediante el chantaje, la calumnia, las mentiras, sólo existen porque muchos de nosotros no nos hemos detenido a analizar cuáles son realmente sus objetivos a corto, mediano y largo plazo, porque no nos hemos unido para decirles nuestras verdades con valentía a la cara, ya que el actuar en solitario nos hace débiles y esos y esas, no son precisamente nuestros amigos o amigas, ni quieren exista una apertura porque se les derrumbaría el trono de oro en que están sentados y que ha sido construido con el aporte de tus padres, tus hermanos, con el dinero del contribuyente norteamericano robado como se robaban los fondos sus parientes cuando eran los sacrosantos "padres" de la República antes de 1959, esos mismos que dejaron el Tesoro Nacional casi vacío al irse en estampida y que hoy , los que aun viven o sus herederos, después de invertir esos fondos en Estados Unidos y multiplicarlos, son los que más gritan porque no exista el diálogo entre nosotros, conocedores de que sus "verdades" penden de un hilo.
Acá en la Isla Verde muchos sabemos que en Miami hay mucha gente buena y honesta que ha hecho su fortuna a base de trabajo y sacrificio, sin haberle robado nada a nadie; conocemos a infinidad de gente humilde que no es rica, que vive de un salario o dos o tres, para poder pagar los alquileres, alimentar a sus hijos y también enviar remesas a sus familiares aquí; que hay algunos que viven por debajo del nivel de pobreza , también lo imaginamos
pero son precisamente todos ellos y ellas los que pueden romper la inercia, personas que muchas veces para conservar su empleo o evitar que les suceda algo grave a sus familias o sus negocios, han tenido que adoptar determinado compromiso o participar de las farsas de los poderosos barones y baronesas del exilio cubano.
No quisiera con esto que nadie me acusara de alentar una insubordinación civil en la calle 8, ni de intromisión en los asuntos internos de los Estados Unidos porque no califica como tal, simplemente estoy llamando a mis hermanos de la emigración que todavía se resisten a la idea de que exista una posibilidad de dialogar, seria y francamente entre todos los que tenemos la misma nacionalidad o a aquellos que nacieron allí pero podrían obtenerla un día, a que piensen por sí mismos , que no se dejen engañar más por los que cada día les mienten desde las emisoras de radio o televisión, desde los periódicos, en la calle o en un centro comercial; que no pido a nadie renunciar a sus principios, ni claudicar, ni convertirse en revolucionarios - aunque no me asombraría si alguno se pasa a nuestro bando cuando conozcan de cerca también nuestras verdades, pues experiencias hay suficientes para hacer una enciclopedia -, simplemente les señalo un camino que, a mi entender pudiera rendir frutos muy provechosos a corto plazo.
Por convicción defiendo el socialismo de nuestro país y sus conquistas sociales y haría todo lo que estuviera a mi alcance por mejorar lo que aun no funciona como debe ser, de la misma manera en que critico en el mismo sentido a aquellas personas que quieren acá seguir viviendo sin producir, que se corrompen cuando tienen recursos que el Estado les pone en sus manos con un fin determinado y lo administran como suyo propio, lucran en el mercado negro con esos bienes y dañan la imagen del sistema.
Esas cosas es necesario cambiarlas aquí dentro si queremos que los jóvenes sigan adelante junto a la dirección histórica de la Revolución; no es posible pedir a nuestros hijos sacrificios que nosotros no somos capaces de acometer con la entereza necesaria y no sólo se puede acudir a los llamados internos para buscar la unidad, porque únicamente estaremos juntos cuando marchemos como pueblo compacto, los de allá y los de acá, en este tren por la vida de las presentes y futuras generaciones.
El sentimiento de cubanía no es un privilegio de nadie en específico, ha sido forjado durante siglos de mezclar muchas cosas y de ese ajiaco, ha salido lo que somos todos y por eso lo defendemos cada uno a nuestro modo y sentimos nostalgia cuando estamos lejos del olor a la hierba recién cortada que nos recuerda los años de infancia en algún lugar del campo o la ciudad, sin poder definir cómo es posible que el mismo aroma no seamos capaces de descubrirlo en algún otro sitio de la Tierra, ni el frijol negro nos sabe igual con otras especias, ni la yuca y su mojo pueden despertarnos el apetito de la misma manera cuando se prepara fuera del terruño que nos vió nacer.
Cuántos de nosotros, sin saber música, ha escuchado una tumbadora y reconoce que no está siendo golpeada por un cubano , mas, cuando el timbre nos recuerda algo cercano, salimos disparados como un relámpago buscando de donde viene aquel sonido que usualmente ni siquiera nos interesaba en algún momento, porque allí hay algo que es propiedad de todos y somos capaces de reconocernos inmediatamente
a mi me ha sucedido en otros países y un escalofrío me ha recorrido el cuerpo, al punto que querer estar de vuelta con los míos cuanto antes.
Esos sentimientos, esos signos que nos recuerdan de donde venimos, son los que deben ayudar a acercarnos, aunque parezca que estoy diciendo una tontería, porque las diferencias políticas e ideológicas de muchos de nosotros y que han estado orbitando sobre nuestras cabezas durante tantos años, pudieran ser más fuertes si el análisis no va más allá del mero hecho de considerarnos enemigos.
Pero ¿enemigos de qué y de quiénes? .¿de nosotros mismos? Así sería imposible comenzar el diálogo, pues cada uno estaría atrincherado en sus ideas preconcebidas y no dejaríamos hablar al OTRO ; si buscamos la paz y el amor entre nuestro pueblo desperdigado por el mundo, la única manera de ponernos de acuerdo es que dejemos a un lado nuestra condición de gallo fino, de Changó guerrero, para tomar los girasoles de Caridad - Ochún y su abanico de plumas de pavorreal - creyentes o no -, para esperar y esta vez SÍ, que con amor y buena voluntad podamos hacer realidad aquella frase martiana de "con todos y para el bien de todos".
No perdamos la oportunidad que nos regala la Historia.
por Jorge Jorge González (artista plástico, muralista, profesor de Bellas Artes,
albañil, electricista, herrero, pintor, soldador, y fundador del Taller "Coloreando mi Barrio" en La Lisa, Habana, Cuba, al que asisten gratuitamente trescientos niños a dibujar, pintar y expresarse.
La Habana, septiembre del 2009