miércoles, 14 de noviembre de 2012


 

ERNESTO   CHE   GUEVARA  COMANDANTE  DEL  ALBA   EL HOMBRE NUEVO  ARGENTINO  Y  CUBANO.
Y  UNIVERSAL.   Chaubloqueo.
 



 lun 29-oct-12, Martín Guedez  escribió:
 
*Pensar y vivir al Ché
Corriente Bolivariana Guevarista - www.aporrea.org
28/10/12 - www.aporrea.org/internacionales/a153219.html
*
 
  Pensar y vivir a Ernesto Che Guevara, el Comandante del Alba, supone
trascender el hombre mito, derrotar la operación ideológica desarrollada
por la industria cultural burguesa que a finales de los años sesenta, tras
la muerte del Comandante Guerrillero, fomentó su culto hasta convertirlo en
mercancía (nos es casual que hoy los jóvenes, revolucionarios o no, vistan
camisetas, porten relojes o gorras con la imagen del Che); con la intención
de desvanecer, ocultar y distorsionar la esencia de la vida, obra,
pensamiento y acción de uno de los personajes más importantes de la
historia de la revolución mundial.

¿Por qué aún hoy el sistema capitalista pretende imponer al Che como mito,
hombre idealista, aventurero, violento o rebelde sin causa? Incluso
compararlo con personajes históricos míticos como Robin Hood. Como escribió
Germán Sánchez Otero en Che sin enigmas: “El mito burgués tiene un factor
común: el miedo al Che”.

La importancia histórica del Che, sobre todo en la actualidad para la
juventud del mundo, radica en un elemento que el sistema ha tratado de
desvirtuar: su integralidad como ser humano, recordemos que el Che al igual
que Martí compartía la máxima de hacer haciendo, y es de esta manera como
se ha convertido en ejemplo de integralidad, de Hombre Nuevo.

Aquello de ser los primeros en los sacrificios y los últimos en los
privilegios, insuflado por el Che a su tropa y a los obreros en Cuba, es
uno de las características más importantes que todo revolucionario y
revolucionaria debe rescatar: ¿o somos con otros o no somos nada? Si no hay
un sacrificio personal para contribuir con la Revolución cualquier intento
es infructuoso y acomodaticio a los intereses pequeños burgueses.

Y esta premisa de ser los primeros en los sacrificios y los últimos en los
privilegios da al traste con los anti valores del sistema capitalista,
porque el capitalismo se fundamenta en la acumulación de riquezas de unos
pocos en perjuicio de la explotación y exclusión de las mayorías del mundo,
y para conquistar tal fin promueven antivalores como el individualismo, el
egoísmo, la lucha del más fuerte y por supuesto, la banalización de lo
importante en la sociedad.

No es casual que las series de televisión y películas dirigidas al público
joven legitimen cada día anti valores como el machismo, la promiscuidad, el
consumo de drogas y artículos que no satisfacen nuestras necesidades como
individuos de una sociedad; así como los prejuicios por el origen étnico,
sexualidad, inclinación religiosa o color de piel del semejante. Es la
lucha de clases disfrazada de una aparente vida cosmopolita y divertida.

Es por eso que hoy el Che es presentado como una imagen mítica, inconexa
con la realidad socio-histórica de América Latina. ¿Por qué lo estimamos
como ejemplo a seguir si somos los primeros en afirmar los antivalores del
capitalismo al creer que el Che era solo un hombre de armas y violencia
(revolucionaria, vale aclarar)? Recordemos que fue el Che, junto con Fidel
Castro y Salvador Allende uno de los exponentes más pertinaces y preclaros
a la hora denunciar y desmontar el problema del subdesarrollo en los
pueblos de América: si no había soberanía política y económica, los grandes
del mundo seguirían, como lo han hecho hasta entonces, expoliando a los
pueblos en nombre de la libertad.


Si ahondáramos en la vida y pensamiento del Che encontraríamos la raíz de
las luchas políticas actuales. ¿Cuál es su importancia hoy en Venezuela y
el mundo? Lejos de la maraña de actos proselitista y frases guevaristas
vale rescatar al Che virtuoso, al hombre que impulsó la conciencia del
deber social como vía inclaudicable para derrotar la cultura del
capitalismo.

La conciencia del deber social es la conciencia de pertenencia de la
sociedad, del querer resolver juntos, en colectivo, los problemas que nos
aquejan. Como escribió Toby Valderrama en su Grano de Maíz: "El
convencimiento de que la suerte de la sociedad depende del esfuerzo de cada
uno de sus hijos, y que la suerte de cada uno de los individuos depende de
la suerte de la sociedad toda...".

De ahí que el trabajo voluntario cobre más vigencia que nunca: es el camino
para romper con la cultura del egoísmo, es la manera más humana de expresar
nuestra solidaridad con nuestro semejante. Hoy en Venezuela, por ejemplo,
no solo se trata de construir viviendas y señalar que el Producto Interno
Bruto creció gracias a este programa de gobierno; si estas viviendas no son
fruto de la apropiación social de los trabajadores y pobladores no
estaríamos resolviendo un problema crucial que el Che avizoró: la
conciencia y la nueva cultura política, un Nuevo Hombre.

Tenía razón el Che. Hace falta un Hombre y una Mujer Nuevos. Eso significa
una cultura política nueva, alejada de la mercantilización de las
relaciones sociales, es decir, hay que hacer revolución y construir el
socialismo sobre valores éticos nuevos, que no sirvan de soporte al
individualismo y el egoísmo.

Es tarea de todo joven revolucionario descubrir la ética guevarista:
descubrir que los estímulos morales y la conciencia del deber social de los
que hablaba el Che, el sacrificio y el altruismo, el amor por el prójimo,
debe estar por encima del los estímulos materiales y la solución individual
y aislada de los problemas sociales.

A diferencia de Robin Hood, personaje diseñado para ocultar las causas que
ocasionan las desigualdades de la sociedad, y quien robaba a los ricos para
repartir entre los pobres; el Che Guevara luchó por cambiar el sistema que
ocasionaba esas desigualdades.


No debemos caer en el altruismo misericordioso (dadivoso) que el sistema ha
tratado de imponer, sino la sociedad por la que luchó el Che.

Para la sociedad capitalista, para el sistema capitalista, el mayor peligro
no es reproducir cientos, miles y millones de imágenes del Che. Con el
Comandante del Alba sucede lo mismo que sucedió con la Revolución Cubana:
es un ejemplo a seguir y por eso es más temido que nunca.

!Hasta la Victoria Siempre¡

traslashuellasdeamerica@gmail.com

       

     

       
CHE  GUEVARA  BLOQUEADO  A  PESAR  DE  LA  ONU   Y  LOS  VOTOS  DEL  MUNDO  -   PALAU,  ISRAEL Y ESTADOS  UNIDOS   GANG   CRIMINAL

 

 
Por Cuba con emisiones periódicas le lleva la información del acontecer internacional relacionado con nuestro país y las batallas que libra por su pueblo y su soberanía; contiene espacios noticiosos y de opinión, seleccionados de medios de prensa internacional o generados desde nuestro país.  ISSN 1819-4044
 

 


 

Año 10 Número 94 | Fecha 2012-11-13
TITULARES
Noticias
Opinión
Noticias
La resolución que condena el bloqueo a Cuba fue aprobada con 188 votos a favor, tres en contra, y dos abstenciones -Islas Marshall y Micronesia-, según anunció el presidente de la Asamblea General, Vuk Jeremic, al término de un debate que se extendió por casi tres horas, en el que la comunidad internacional condenó las agresiones contra Cuba.

La enviada especial de teleSUR en los Estados Unidos, Karina Cartagena informó que la resolución A67L2 que fue aprobada este martes con 188 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones, no solo propone el levantamiento del bloqueo que mantiene los Estados Unidos sobre Cuba, sino que se respete la soberanía interna de cada país.

“Una vez que fue aprobada esta resolución que propone el lavantamiento del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, también propone que se reafirme la realidad soberana y que no hayan intervenciones internacionales a las decisiones internas de los países”.

Cartagena también explicó que “las tres naciones que se opusieron a la resolución que propone el levantamiento del bloqueo fueron los Estados Unidos, Israel y Palau. Todavía se desconoce cuáles fueron las dos naciones que se sumaron a la aprobación de la resolución A67L2 con respecto al año pasado”.

La resolución de condena al bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba ha sido aprobada en 21 oportunidades anteriores, la primera vez en 1992 con 59 votos a favor, 3 en contra y 71 abstenciones.

Además de solicitar la abrogación de esa medida, la resolución expresa preocupación porque continúan aplicándose nuevas regulaciones dirigidas a ampliar el bloqueo, con graves efectos sobre la población cubana y sus nacionales residentes en otros países.

En 2011, la Isla recibió apoyo de 186 países miembros de la ONU (de un total de 193) con los únicos votos en contra de Estados Unidos e Israel y las abstenciones de Islas Marshall, Micronesia y Palau.

Las votaciones comenzaron el 24 noviembre de 1992, cuando la 47ma sesión ordinaria de la Asamblea aprobó por 59 sufragios a favor, tres en contra y 71 abstenciones la primera resolución en ese sentido.

La República de Cuba ha recibido el respaldo unánime de las naciones del mundo en numerosos foros, en donde además de condenarse el bloqueo se ha demandado al Gobierno de Estados Unidos su inmediato levantamiento.

Antes del sufragio electrónico, unos veinte oradores expresaron su oposición al carácter unilateral del embargo y su contravención de la Carta de la ONU y del derecho internacional.

Al introducir el texto de la resolución, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, señaló que no existe ningún motivo legítimo o moral para mantener una medida anclada en la Guerra Fría.

“Es solo el arma de una minoría cada vez más exigua, aislada, violenta y soberbia que lucra electoralmente con ella, desprecia el reclamo de las mayorías y no se resigna ante la indoblegable determinación de los cubanos de decidir su propio destino”, dijo.

El canciller cubano reiteró la firme voluntad de Cuba de avanzar hacia la normalización de relaciones con Estados Unidos y propuso una agenda para un diálogo bilateral, sobre bases recíprocas y de igualdad soberana.

Según estimados de Cuba, el bloqueo impuesto en febrero de 1962, ha causado pérdidas a la economía de la isla caribeña que ya exceden el billón de dólares, logrando daños humanos incalculables a la población cubana.
Fuente: Cubadebate
Opinión
por Hugo Moldiz Mercado
La Organización de las Naciones Unidas se dispone a condenar este martes 13 de noviembre -por vigésima primera vez-, el criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba y a pedir que esta medida, sin precedentes en la historia, sea inmediatamente levantada por los Estados Unidos.


Este 13 de noviembre, ante la Asamblea de las Naciones Unidas, Cuba volverá a presentar una resolución condenatoria del criminal bloqueo económico, comercial y financiero que enfrenta desde 1959 -cuando se alzaba triunfante la primera revolución socialista en el continente-, y es completamente seguro, que como ha ocurrido durante veinte veces consecutivas, Estados Unidos se quede solo contra el mundo.

No hay ninguna razón, ni histórica ni ideológica-política, que justifique una medida de este tipo, en un contexto histórico de fracaso de los planes imperiales por reconquistar el dominio de Cuba y en un momento de creciente tendencia a construir un mundo multipolar.

El impacto de esta medida, iniciada formalmente por los Estados Unidos en 1961 al retirar su embajador de La Habana y consolidada en febrero de 1962 a través de la Proclama Presidencial 3447 firmada por John Kennedy, ha provocado grandes afectaciones para la población y para todos los sectores de la economía y la sociedad. A diciembre de 2011, según reporta el gobierno de ese país, la afectación de esta implacable agresión estadounidense alcanza a un billón 66 mil millones de dólares .

Pero además, como sostiene el informe base de la resolución que será presentada en la Asamblea de las Naciones Unidas, “el bloqueo constituye una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo y califica como un acto de genocidio en virtud de la Convención de Ginebra de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Viola también los derechos constitucionales del pueblo norteamericano, al quebrantar su libertad de viajar a Cuba. Viola, además, los derechos soberanos de muchos otros Estados por su carácter extraterritorial”.

Los orígenes reales del bloqueo se remontan a 1959, pues la revolución, que se anticipaba como la más profunda de todo el continente, empieza a recibir bastante tempranamente amenazas de intervención de grupos armados y financiados por los Estados Unidos, así como represalias de carácter comercial asumidas por ejemplo, un año después con la suspensión de la compra de azúcar y tabaco cubanos.

Pero nada es, por lo general, un accidente histórico. Una lectura más o menos profunda de la historia latinoamericana desde el siglo XIX permite explicar los objetivos estratégicos –restringidos y amplios- del embargo económico, comercial y financiero contra Cuba y que se han ido modificando conforme también se ha ido consolidando esa revolución y de acuerdo a su grado de impacto en América Latina y el Caribe.

En primer lugar, lo que Estados Unidos ha buscado siempre es recuperar el control de un territorio al que siempre lo ha considerado como suyo. Bajo la cobertura política de la Doctrina Monroe de que América es de los Americanos , el secretario de Estado al que esa concepción geopolítica del naciente imperio le debe su nombre, en 1823 dirigió una carta al embajador estadounidense en España, en la que calificaba a Cuba y Puerto Rico como los “apéndices naturales” del continente norteamericano.

Cuando la independencia formal de Hispanoamérica era indetenible, los Estados Unidos y España “negociaron” los alcances de esas luchas anticoloniales para que sus efectos no arrastrasen a los territorios puertorriqueños y cubanos. De hecho, como ocurriría con el primero poco después, James Monroe sostuvo, en la materialización de ese “Destino Manifiesto”, que “es casi imposible resistirse a la convicción de que la anexión de Cuba a nuestra república federal será indispensable para la continuidad y la integridad de la Unión misma”. Más claro, imposible.

En segundo lugar, derrotar a la primera revolución socialista en América Latina y el Caribe, alimentó la obsesión estadounidense. Para la burguesía imperial siempre ha sido inaceptable que Cuba, que había pasado directamente del dominio español al dominio estadounidense, no solo marchara a contra-ruta del Destino Manifiesto , sino que además tomara, bajo el liderazgo indiscutible de Fidel Castro, un rumbo radicalmente distinto al modo capitalista de organización de la vida social. Ya la revolución socialista en la Rusia de 1917 significaba un proceso que alteraba sus planes hegemonistas en el mundo, pero que lo mismo ocurriese en su patio trasero era inimaginable e inaceptable.

Si bien Estados Unidos siempre ha intervenido activamente para desactivar olas revolucionarias en el continente, como ocurrió por ejemplo con su guerra imperialista contra Nicaragua, donde se enfrentó al “pequeño ejército loco” de Augusto Cesar Sandino en la década de los 30, y derrocó al gobierno nacionalista guatemalteco de Jacobo Arbenz en 1954, su obsesión histórica por Cuba no tiene precedentes.

Desde 1959, no ha habido pausa ni descanso para una revolución asediada por el imperialismo a través de todas las formas posibles. Entre las más importantes medidas, desarrolladas abierta y encubiertamente, destacan la invasión a Bahía de Cochinos en 1961, la expulsión de la OEA en 1962, cerca de 600 intentos de asesinato de su líder histórico, la voladura de un avión civil en pleno vuelo en 1976 y múltiples acciones de terrorismo dentro del territorio cubano, así como reiteradas formas de guerra bacteriológica.

Esta obsesión histórica se ha fortalecido en las clases dominantes estadounidenses –independientemente de su carácter republicano o demócrata-, en la medida que la revolución cubana se distanciaba del camino que siguieron los países miembros del ex-bloque socialista.

En tercer lugar, destruir el símbolo de ejemplo político y moral que la revolución cubana representa para los pueblos del mundo. Los hombres y mujeres de la mayor de las Antillas no solo han sido los protagonistas de la “primera derrota militar imperialista del siglo XX” como afirmó Fidel al hacer referencia al fracasado intento de Bahía de Cochinos en abril de 1961, sino que representan, a lo largo de estos 53 años de resistencia, la demostración de que otro mundo sí es posible .

Es evidente de que sin la revolución cubana, que en retrospectiva marca el inicio del tercer momento emancipador en Nuestra América, difícilmente se entendería el surgimiento y desarrollo de gobiernos de izquierda y progresistas, así como la posición de mayor autonomía frente a Estados Unidos que han asumido incluso varios gobiernos de derecha en los últimos años.

La posición cada vez más crítica ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y el nacimiento y desarrollo de foros políticos y mecanismos de integración alternativos como el ALBA, UNASUR y la CELAC, constituyen señales bastante fuertes de que la América Latina y el Caribe de hoy es distinta a la de hace al menos una década y la revolución cubana tiene mucho que ver.

Pero, desarrollados esos tres aspectos que explican las causas y objetivos del bloqueo contra Cuba, la pregunta es ¿será una fatal determinación histórica, inexorable en el tiempo?

Todo lo contrario. Hay demasiados elementos como para pensar de manera distinta. Por cuestión de síntesis podemos decir que hay tres razones que representan la negación de ese determinismo histórico que los Estados Unidos, al influjo del Destino Manifiesto, ha querido construir:

Primero, el consenso en los estados miembros de las Naciones Unidas de que Estados Unidos debe levantar el embargo económico, comercial y financiero contra Cuba. Una activa política exterior cubana, asentada en la fuerza que le da la historia y el principio de la autodeterminación, ha logrado durante veinte veces consecutivas que la Asamblea de las Naciones Unidas condene el bloqueo y pida su inmediato levantamiento a la administración estadounidense. A partir de 1992, de 59 votos a favor de levantar el bloqueo, la comunidad internacional, conformada en su mayoría por gobiernos de corte ideológico distinto al vigente en la tierra de los mambises y de Marti, ha sido parte de la cadena de victorias cubana en ese foro mundial al dejar cada vez más solo a los Estados Unidos: 179 en 2004, 183 en 2006, 184 en 2007, 185 en 2008, 187 en 2009 y 2010, y 186 en 2011.

Este martes 13 de octubre, se da por descontado que la resolución presentada por el gobierno cubano sea, por vigésima primera vez, plenamente respaldada. Un duro revés para el reciente reelecto presidente Barak Obama.

Segundo, por la unánime posición de los estados y gobiernos de América Latina y el Caribe que en la última cumbre de las Américas, en Cartagena de Indias, Colombia, en abril de este año, expresaron y concluyeron que no habrá otra cumbre sin la presencia de Cuba. Esta determinación también es el resultado de una tendencia creciente en los últimos años.

Es evidente que los gobiernos de Nuestra América, independientemente de su corte ideológico-político (centro, derecha e izquierda), no comparten una medida de intervención de este tipo y que es inaceptable en el siglo XXI.

Tercero, por la simple razón de que la medida colonial e imperial contra la revolución cubana ha fracasado. Los objetivos de doblegar a la revolución cubana, de dividir al pueblo de su gobierno, de impedir su ejemplo para otros pueblos y gobiernos del mundo, así como destruir su aporte a la teoría y práctica emancipadora, no solo han fracasado, sino que se han convertido más bien en un factor de cohesión interna dentro de Cuba y con efectos internacionales.

El bloqueo es inaceptable política y moralmente. Sus objetivos han sido derrotados y le ha correspondido al gobierno y pueblo cubano, bajo el liderazgo de Fidel Castro y ahora con Raúl Castro, cosechar victoria tras victoria. Esta medida criminal y genocida en pleno siglo XXI debe ser levantada.
Fuente: Telesur
Por estos días el mundo se apresta para un nuevo debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la necesidad de poner fin al ilegal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos.

Argumentos sobran para el foro del 13 de noviembre en Nueva York a la Cuba rebelde y solidaria, símbolo de resistencia y firmeza, sometida por más de medio siglo a sanciones que califican de acto de guerra y genocidio, según principios recogidos en normas internacionales.

Un billón 66 mil millones de dólares en daños económicos, afectaciones humanas invaluables y una feroz persecución de nuestras transacciones por todo el planeta, constituyen algunos de los impactos de una política que es hoy un serio obstáculo al desarrollo socio-económico del país caribeño.

A los cubanos en esta lucha por la justicia nos asiste la razón, acompañados de una inquebrantable resistencia y del respaldo de una comunidad internacional que en numerosos foros ha condenado el bloqueo y demandado al gobierno de los Estados Unidos su inmediato e incondicional levantamiento.

Recientemente, del 25 de septiembre al 1º de octubre, la Asamblea General de las Naciones Unidas acogió, en el marco de su 67º Período de Sesiones, un debate de alto nivel en el que presidentes, primeros ministros, cancilleres y otros altos funcionarios emitieron pronunciamientos contra el cerco de Washington.

A menos de dos meses del debate sobre el bloqueo en Nueva York, 45 países de los cinco continentes solicitaron a la Casa Blanca el fin de esta criminal política, reclamo amparado en los principios del Derecho Internacional, en el multilateralismo, en la libertad de comercio y navegación, la condena a las leyes extraterritoriales, la coexistencia pacífica y el derecho de los pueblos al desarrollo y a escoger su propio destino.

Es muy ilustrativo que el rechazo al bloqueo contra Cuba fuera uno de los seis temas más tratados en la Asamblea General de la ONU este año, y que a esa política agresiva impuesta por el gobierno de los Estados Unidos se le calificara de "bloqueo genocida, violatorio y fracasado", "anacronismo", "rémora de un pasado", "reliquia de la guerra fría" y "crimen de lesa humanidad".

Veintiún países hermanos de "Nuestra América", como la llamara el Apóstol, trece de África Subsahariana, siete naciones de Asia, dos de Europa e igual número del Medio Oriente, unieron sus voces solidarias para reclamar justicia y respeto para la nación cubana.

Entre las voces que se levantaron en apoyo a Cuba, se escuchó al primer ministro de Antigua y Barbuda, Winston Baldwin Spencer, quien acotó que desde su "establecimiento, el bloqueo ha causado un daño incalculable para el pueblo cubano, provocando escasez y sufrimiento innecesario a la población, limitado y restringido el de-sarrollo del país y provocando graves daños a la economía cubana. A pesar de todo esto, el pueblo cubano ha logrado preservar su soberanía, la independencia y el derecho a la libre determinación".

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, consideró imprescindible su eliminación para que Cuba avance en la actualización de su modelo económico, ante lo cual llamó a "poner fin a este anacronismo, que es condenado por la inmensa mayoría de los miembros de las Naciones Unidas".

Con profundo sentir, el mandatario boliviano, Evo Morales, cuestionó el irrespeto de los Estados Unidos ante las resoluciones de la ONU en contra del bloqueo y el carácter democrático de la Asamblea, y tras expresar sus respetos hacia el compañero Fidel, reiteró su condena a esta medida por "su carácter extraterritorial y violatorio de los derechos humanos".

A nombre de los bloques regionales, Chile en su condición de Presidente pro témpore de la naciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se unió al rechazo internacional en contra de tan obsoleta y condenada política estadounidense.

El nombre de Cuba resonó también en dicho encuentro a partir de otros temas que reconocieron su labor solidaria internacional, su lucha por la liberación de los Cinco y su contribución al proceso de paz en Colombia. De igual forma, se demandó la exclusión de la Isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo, emitida cada año por los Estados Unidos.

Poco más de un siglo después, como deseara El Maestro, Cuba y sus líderes han sabido ganarse el respeto del mundo, por el prestigio de su proyecto social, y por su contribución infinita con las causas más justas y nobles. Cuba, a pesar del genocida bloqueo que ya dura más de medio siglo, hoy siembra saber y salud en los más remotos rincones, con sus valerosos profesionales, muchos nacidos bajo el bloqueo, y crecidos con el principio solidario de compartir cuanto tenemos, no aquello que nos sobra.

El pueblo cubano y su Revolución agradecen el llamado de ese inmenso y compacto número de líderes en la Asamblea General de la ONU de poner fin al bloqueo, con el compromiso de continuar luchando por un mundo mejor, y de fomentar aún más la hermandad entre nuestros pueblos, porque, como también nos enseñara nuestro José Martí, "Patria es humanidad".
Fuente: Granma
por Leyde E. Rodríguez Hernández
En ningún otro momento de la historia de la nación estadounidense el denominado voto hispano influyó tanto en la reelección de un presidente, beneficiando, en la ya histórica jornada electoral del 6 de noviembre de 2012 y por cuatro años en adelante, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

El hecho de que el voto hispano haya sido uno de los factores principales para garantizar el segundo mandato de Obama, por el amplio resultado de un 75 %, que optó por la reelección del presidente, frente al 23 % que respaldó al candidato republicano Mitt Romney, evidencia un contundente llamado de atención de la población latina hacia la dirigencia demócrata alojada en la Casa Blanca, pues al menos 12 millones de latinos ejercieron el voto, lo que significa un acontecimiento sin precedentes para los registros de una elección presidencial estadounidense.

En esta elección, la trascendencia del voto latino pudiera constituir un nuevo compromiso moral y un sólido incentivo político para que, en su último periodo en la Oficina Oval, Obama despliegue una reforma migratoria que mejore la situación de los hispanos residentes en los Estados Unidos. Esta ilusión permanece en las mentes de millones de personas como una de las promesas incumplidas durante el primer mandato de Obama. A partir de ahora, sobre este espinoso tema para la clase política estadounidense, Obama volverá a tener una segunda oportunidad.

Por otra parte, entre la amplia gama de intereses de los latinos, no podría subestimarse el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba hace ya más de 50 años, el cual es un verdadero rezago de la “guerra fría” y paraliza a la política exterior estadounidense en el peor espíritu de la confrontación política, ideológica y diplomática de aquel periodo de máxima tensión en la política internacional.

Por eso, algunos plantean que como reconocimiento al apoyo recibido de los latinos emigrados a los Estados Unidos, el presidente Obama debiera examinar la posibilidad de suspender – más temprano que tarde - el vetusto bloqueo contra Cuba.

Al sur del continente, una de las más preclaras voces ha sido la del presidente boliviano, Evo Morales, quien, refiriéndose a Obama, expresó: “Gracias a los latinos es presidente reelecto. Por lo menos yo diría (Evo) que levante o acabe con el bloqueo a Cuba. Es lo mejor que puede hacer si reconoce al voto de los latinoamericanos en Estados Unidos”. Por lo que aquí radica uno de los desafíos morales de Obama ante su electorado latino, incluyendo además al vasto segmento que le dio un decisivo espaldarazo en el disputado estado de la Florida, donde radica la más amplia y diversa comunidad de origen cubano en esa nación, cuya mayoría se opone a las injustas sanciones económicas contra la Isla, porque perjudican, en primer lugar, a sus familiares del otro lado del estrecho.

El líder boliviano no ha hecho más que recordar el reclamo de la gran mayoría de las naciones reunidas en la Asamblea General de la ONU y en varios escenarios multilaterales, sobre la necesidad de poner fin a la guerra económica, financiera y comercial contra Cuba.

Las señales que Obama debiera visualizar

Al interior de los Estados Unidos también existen reconocidas instituciones académicas, científicas y personalidades políticas que se oponen franca y abiertamente a la política de bloqueo contra Cuba.

Mencionaré en estas notas algunos sobresalientes ejemplos: el Consejo para Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental fundada en 1975 para “alentar la formulación de políticas racionales y constructivas de los Estados Unidos hacia América Latina”, situada no muy lejos de la Casa Blanca, por encontrarse su sede en Washington, ha reiterado en múltiples ocasiones que el bloqueo contra Cuba es uno de los errores más graves de los sucesivos gobiernos estadounidenses en cuanto a política exterior.

El COHA ha criticado con no menos intensidad la subordinación de la política externa de los Estados Unidos a sectores minoritarios caracterizados por una conducta de extrema derecha y una postura anticubana que no representa a los intereses reales de las mayorías sociales de la Florida. Asimismo, ha valorado de positivas las propuestas del presidente Raúl Castro para entablar un diálogo respetuoso con los Estados Unidos, en condiciones de mutua igualdad.

Para Alexander Frye, investigador asociado del COHA, Washington continua con su apoyo irracional e imprudente a una política que ha demostrado ser un fracaso inequívoco. Claro está que los Estados Unidos, tanto en prestigio internacional como en oportunidades comerciales, están notoriamente perdiendo posicionamiento ante el irreversible proceso de transformaciones y apertura económica en marcha en la Isla. En este sentido, ¿Cabría esperar un giro hacia una política más novedosa, emprendedora y racional hacia Cuba en el transcurso del segundo mandato de Obama?.

Algunos observadores consideran que eso sería mucho pedir para un establishment bien imbuido en las arcaicas mentalidades de la “guerra fría” y del enemigo a destruir. En el más intacto maniqueísmo de la confrontación ideológica que no deja el más mínimo resquicio a la cooperación entre los pueblos y los estados.

Pero, sigamos. Otra voz no menos influyente en el partido demócrata ha llegado todavía más lejos en sus pronunciamientos. Se trata del político Jeff Bingaman, presidente del Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado, quien ha afirmado que “es Estados Unidos el que está desfasado en su política exterior hacia Cuba y que, a su juicio, es hora de restablecer las relaciones diplomáticas con la Isla”.

En la visión de Bingaman “ya es hora de que establezcamos (los estadounidenses) relaciones diplomáticas con Cuba y de poner fin a nuestro embargo (bloqueo), a la venta de bienes y servicios a Cuba, y a comprar productos de Cuba”. En su opinión, los líderes norteamericanos “han permitido que la política hacia Cuba sea dictada por la comunidad cubanoamericana, en vez de que la dicten los intereses nacionales de los Estados Unidos”.

Bingaman, que también preside un subcomité sobre comercio internacional, al igual que muchos otros partidarios del levantamiento del bloqueo contra Cuba, incluyendo el expresidente demócrata James Carter, ha insistido que en aras del interés nacional el gobierno de Washington debe cambiar su política hacia la mayor de las Antillas, recayendo así esta retadora responsabilidad histórica en el recién reelecto presidente Barack Obama, su líder y correligionario partidista.

Al margen de las relaciones políticas de poder que ejerce una superpotencia en el escenario internacional y de sus apetencias geopolíticas de dominación y control de sus llamadas zonas de influencias periféricas, los Estados Unidos y Cuba, por su vecindad, problemas similares y la existencia de familias en ambos lados, deben cooperar, sabiendo Obama y el liderazgo en Washington que ha sido el pueblo cubano el más perjudicado por las sanciones económicas, comerciales y financieras, cuyos daños, solo durante el 2011, ascendieron a más de 3 mil 553 millones de dólares, lo que representa un incremento del 15 % respecto a los registrados en el 2010.

En el mismo periodo, el monto de las afectaciones por la imposibilidad de utilizar el dólar estadounidense en las transacciones externas de Cuba aumentó en más del 57 %, así como crecieron los perjuicios resultantes de fondos retenidos, ruptura de contratos y litigios.

Hasta aquí las señales que Obama debiera visualizar en esta hora crucial para dos naciones colindantes, pero con sus relaciones paralizadas en el tiempo histórico del siglo XX. Un tiempo cuyas características para ambas partes sigue presente en el siglo XXI y que se me antoja conjugar - ¿por qué no?- con el llamado voto hispano o latino y esa rancia política de bloqueo contra Cuba, en un sistema-mundo que no ha cesado de transformarse.
Fuente: Otras Visiones Políticas
por Salim Lamrani
Desde 1996, la Unión Europea impone una Posición Común a Cuba, oficialmente a causa de la situación de los derechos humanos. El último informe de Amnistía Internacional ilustra el carácter discriminatorio e ilegítimo de dicha política.

Desde 1996, la Unión Europea impone una Posición Común – la única en el continente americano– desde 1996 al Gobierno cubano. Ésta limita los intercambios políticos, diplomáticos y culturales por la situación de “los derechos humanos y de las libertades fundamentales”. La Posición Común constituye el pilar de la política exterior de Bruselas respecto a La Habana y representa el principal obstáculo para la normalización de las relaciones bilaterales.

En efecto, Estados Unidos justifica oficialmente la imposición de las sanciones económicas, en vigor desde julio de 1960 y que afectan a todos los sectores de la sociedad cubana, en particular a las más vulnerables, por las violaciones de los derechos humanos. De 1960 a 1991, Washington explicó que la alianza con la Unión Soviética era la razón de su hostilidad hacia Cuba. Desde el desmoronamiento del bloque del Este las diferentes administraciones, desde Georges H. W. Bush hasta Barack Obama, han utilizado la retórica de los derechos humanos para explicar el estado de sitio anacrónico, el cual lejos de afectar a los dirigentes del país, hace pagar el precio de las divergencias políticas entre las dos naciones a los ancianos, las mujeres y los niños.

Una Posición Común discriminatoria e ilegítima

La Posición Común, que oficialmente se justifica por la situación de los derechos humanos, es discriminatoria en la medida en que el único país del continente americano, desde Canadá hasta Argentina, que la Unión Europea estigmatiza de este modo es Cuba. No obstante, según el último informe de Amnistía Internacional (AI), la Isla del Caribe se encuentra lejos de ser el peor alumno del hemisferio en términos de violación de los derechos fundamentales.

La Posición Común es también ilegítima. En efecto, Amnistía Internacional presenta un balance severo y sin concesiones sobre la situación de los derechos humanos en el Viejo Continente. Así, para Cuba, y contrariamente a los países miembros de la Unión Europea, Amnistía Internacional no señala ningún caso:

-de asesinato cometido por las fuerzas del orden (Austria, Bulgaria, Francia, Italia, Reino Unido, Suecia),
-de asesinato de menores por las fuerzas del orden (Grecia),
-de asesinatos de niños que padecen enfermedades mentales (Bulgaria),
-de responsabilidad en un genocidio (Bélgica),
-de actos de tortura y tratos inhumanos o degradantes por las autoridades (Alemania, Austria, Bélgica, Eslovaquia, España, Francia, Grecia, Italia, Portugal, Rumania, Reino Unido),
-de actos de tortura y tratos inhumanos o degradantes por las autoridades contra menores (Bélgica, Bulgaria, Dinamarca),
-de actos de tortura por las autoridades con el apoyo al más alto nivel del Estado (Reino Unido),
-de impunidad para las fuerzas del orden culpables de asesinato (Bulgaria, Francia, Suecia),
-de impunidad para las fuerzas del orden culpables de tortura y otros malos tratos (Alemania, Bélgica, España),
-de uso de pruebas conseguidas bajo la tortura (Rumania),
-de obstáculo a la justicia y a las indemnizaciones para las víctimas de tortura y de malos tratos cometidos por las fuerzas del orden (Alemania),
-de expulsión de personas, incluso de menores, hacia países que practican la tortura o donde hay riesgos de persecución (Alemania, Austria, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, España, Italia, Malta, Países Bajos, Reino Unido, Suecia),
-de represión violenta de manifestaciones por parte de las fuerzas del orden (Alemania, Bélgica, Grecia),
-de brutalidades policiales con carácter racista contra extranjeros y miembros de las minorías étnicas (Austria),
-de detención secreta de presos y de transferencia hacia países que practican la tortura (Alemania, Bélgica, Lituania, Romania),
-de tráfico de seres humanos y de esclavitud (Chipre, España, Grecia, Italia, Reino Unido),
-de trabajos forzosos (Chipre)
-de suicidio de menores en prisión (Austria),
-de falta de asistencia médica, social o jurídica para los solicitantes de asilo (Bélgica),
-de discriminación legal hacia las minorías étnicas (Bélgica, España),
-de discriminación generalizada contra las minorías (Bulgaria, Dinamarca, Grecia, Hungría),
-de discriminación por parte de los tribunales de justicia hacia las minorías (Bélgica),
-de expulsión por la fuerza de miembros de minorías étnicas así como de destrucción de su vivienda por las autoridades (Bulgaria, Grecia, Romania),
-de agresiones racistas generalizadas (Bulgaria),
-de agresiones recurrentes contra las minorías sexuales (Bulgaria, Eslovaquia, Italia),
-de no reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales por las autoridades (Chipre),
-de apoyo de las fuerzas del orden a movimientos de extrema derecha en manifestaciones (Chipre),
-de violencia recurrente contra las mujeres (Dinamarca, España, Finlandia, Malta, Portugal, Suecia),
-de violencia recurrente contra chicas y niñas (España, Finlandia, Portugal),
-de castigos físicos contra niños en los centros especializados para los menores (España),
-de impunidad jurídica para los responsables de violencias sexuales contra mujeres (Dinamarca, Finlandia, Suecia),
-de detención de menores en prisiones para adultos (Dinamarca),
-de detención de menores que solicitan el asilo (Finlandia, Países Bajos),
-de detenciones secretas (España),
-de prohibición de investigar crímenes de derecho internacional (España),
-de violación de la libertad religiosa de las mujeres (España, Francia, Países Bajos),
-de estigmatización de las minorías étnicas por parte del presidente de la República (Francia, Rumania),
-de discursos políticos discriminatorios por parte de las autoridades (Eslovenia, Francia, Hungría, Italia, Romania),
-de discriminación racial contra las minorías (Eslovenia, Italia, Portugal),
-de no acceso a la educación y a una vivienda decente para las minorías étnicas (Francia, Italia, Portugal),
-de condiciones de detención inhumanas (Grecia, Irlanda, Italia),
-de violencias con carácter racista (Grecia, Hungría, República Checa),
-de agresión de periodistas por las autoridades (Grecia),
-de violencias por las autoridades hacia las minorías y solicitantes de asilo (Grecia),
-de segregación racial en la enseñanza y de exclusión de niños de las minorías étnicas del sistema educativo (Eslovaquia, Eslovenia, Grecia, Hungría, Italia, República Checa, Romania),
-de escolarización de los niños procedentes de las minorías en instituciones para enfermos mentales (República Checa),
-de segregación racial en el acceso a la salud (Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Italia, Romania),
-de crímenes con carácter racista (Hungría, República Checa),
-de impunidad para los responsables de crímenes con carácter racista (Hungría),
-de crímenes con carácter antisemita (Hungría),
-de crímenes contra las minorías sexuales (Hungría),
-de violación de los derechos de los niños (Irlanda),
-de malos tratos contra niños (Irlanda),
-de fallecimientos de niños confiados a los servicios públicos de protección de la infancia por falta de atención médica (Irlanda),
-de no respeto de los derechos de las minorías sexuales (Irlanda),
-de violación de los derechos de los solicitantes de asilo (Irlanda),
-de condiciones de vida “totalmente inaceptables e inhumanas” en los hospitales (Irlanda),
-de violación del derecho al aborto (Irlanda),
-de prohibición legal del aborto (Malta),
-de negación de inscribir la tortura entre los crímenes sancionados por el Código Penal (Italia),
-de disposiciones legislativas discriminatorias hacia las minorías sexuales con una penalización de la homosexualidad (Lituania),
-de políticas y prácticas gubernamentales discriminatorias según el origen étnico (Países Bajos),
-de esterilización forzosa de mujeres procedentes de las minorías (Eslovaquia, República Checa),
-de personas eliminadas arbitrariamente de los registros de la población (Eslovenia).

Conclusión

Al ver los informes de Amnistía Internacional, resulta difícil para la Unión Europea pretender que la Posición Común de 1996, todavía vigente, se justifique por la situación de los derechos humanos en Cuba. En efecto, las principales naciones del Viejo Continente presentan también graves violaciones de los derechos humanos, a menudo peores que las que se comenten en Cuba. Así, la autoridad moral de Bruselas se vuelve discutible.

La Europa de los 27 debe normalizar las relaciones con La Habana y demostrar que su política exterior no es tributaria de la de la Casa Blanca. Al abrogar la Posición Común y al adoptar una postura racional, constructiva e independiente, la UE dará un paso en la dirección adecuada. Bruselas entenderá la especificidad de la idiosincrasia cubana. En efecto, el gobierno de la Isla está dispuesto a todo -menos la negociación de la soberanía y de la identidad nacional– cuando las relaciones se basan en el diálogo, el respeto y la reciprocidad –como lo ha demostrado el acuerdo con la Iglesia Católica y España que ha desembocado en la liberación de todos los prisioneros llamados “políticos”. En cambio, se muestra resueltamente inflexible –sólo basta ver el estado de las relaciones entre Washington y La Habana desde hace medio siglo– cuando el lenguaje de la fuerza, de la amenaza o de la coacción toma el paso sobre la diplomacia convencional.

Salim Lamrani Dr. Profesor universitario, investigador, escritor, especialista en relaciones Cuba-EE.UU.
Fuente: Operamundi.com
por Wilkie Delgado Correa
Vamos a ver hasta cuándo resistirán el repudio y la condena del mundo

Todos saben que Obama recibió, al ocupar su cargo de presidente de Estados Unidos en su primer período,  la herencia genocida del bloqueo y de la ley Helms-Burton contra Cuba, y era esperable que, siguiendo los dictados de su consigna y política de su “yes, we can change”, algún cambio significativo ocurriera con la medida de política exterior estadounidense más repudiada y condenada en la ONU. Sin embargo, lo presumible con cierta lógica y con juicio cuerdo, no ocurrió durante su primer mandato. Y una vez más se ha demostrado que los presidentes de EE.UU no tienen en cuenta los principios democráticos en los asuntos en controversia en la arena internacional. En el asunto del bloqueo han ido recibiendo la condena casi unánime de las naciones del mundo, excepto Israel últimamente, en maridaje ridículo y sumiso.

La evolución de los resultados de la votación en la ONU de la Resolución contra el bloqueo refleja que la comunidad internacional ha ido tomando conciencia del carácter injerencista y dañino para Cuba y el resto de los países del mundo..

El bloqueo tiene muchos más años que su condena en la ONU y fue entronizado hace más de cincuenta años.  Durante este lapso ha causado sufrimientos infinitos al pueblo cubano, pues ya desde el año 1960 había sido calificado por funcionarios del gobierno norteamericano como “guerra económica”. Desde el punto de vista financiero ha provocado daños invaluables, con afectaciones reales a todas las ramas de la economía y con repercusión negativa en todas las esferas sociales.

Es conveniente señalar, sin embargo, que esta práctica genocida contra el pueblo cubano,  involucra y afecta también a todas las naciones que sostienen relaciones con Cuba o la pretendan establecer. Es decir, que el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba implica la injerencia en las decisiones soberanas de los estados en lo que respecta a sus relaciones con otro estado soberano denominado Cuba, al cual se ha pretendido asfixiar por todas las vías posibles.

Por estas razones, lo mismo que ha ocurrido en la ONU, ha sucedido, desde mucho antes, en múltiples foros de carácter internacional.

El bloqueo es, pues, un viejo problema de las relaciones de Estados Unidos con Cuba que hubo  de heredar Obama y que, ya que en su primer mandato fue de cierto modo omiso y ambivalente, salvo la aprobación de algunas medidas que introdujeron ciertos cambios a las existentes en la era Bush, debería retomar, pues las verdaderas acciones sustanciales están aún pendientes de analizar y adoptar por Obama, si pretendiera pasar a la historia por un abordaje diferente a este tema. Ya sabemos que el mismo ha merecido la atención, en varias ocasiones, del Congreso de los Estados Unidos, al discutirse enmiendas introducidas por legisladores de esa nación, tratando de eliminar determinadas medidas establecidas por el complejo entramado que constituye el llamado idílico embargo -como lo califica el gobierno norteamericano-, a pesar de tratarse, realmente, de un cruel y despiadado bloqueo a nivel planetario y un acto flagrante de genocidio según el derecho internacional.

La legislación más abarcadora del bloqueo lo constituye la Ley Helms-Burton, que se ha convertido en la práctica en una ley extraterritorial con alcance de intromisión, de sanción y de violación de los actos soberanos de comercio y de relaciones comerciales de todos los países del mundo. Esta ley, además, arrebató facultades tradicionales del Presidente y las subordinó al Congreso, en el afán de éste de impedir la fácil reversibilidad de algunas o muchas de las disposiciones legales contenidas en dicha ley.

La Ley Helms-Burton fue promulgada y bendecida por el Presidente William Clinton el 12 de marzo de 1996, en una decisión que fue inconsecuente por una serie de razones. Esta es, por lo tanto, una herencia del mandato de Clinton que Obama ha tenido tiempo para escudriñar y sobre la cual debería pronunciarse durante su segundo mandato en dos sentidos: dejarla vigente sin modificación, lo cual sería nefasto y erróneo, o proponer su derogación o modificación por el Congreso. Lo justo y más conveniente para los intereses legítimos del pueblo norteamericano sería derogarla y, con ello, el bloqueo, pues ya se ha comprobado en Naciones Unidas que el mundo entero reclama el cese del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba. Y hay que añadir, contra cuantos países mantengan relaciones comerciales con Cuba.

¿Cómo sería posible que Barack Obama en su segundo mandato, abanderado de cambios esenciales para la existencia del pueblo norteamericano, que incluyen su moral y su prestigio, vaya a deslizarse hacia el mismo abismo que todos los presidentes anteriores, y dejar inalterable e intacta la política irracional del bloqueo que, a la larga, es tan antinorteamericana como anticubana, como antinacionales son sus efectos sobre los otros países del mundo?

Esta vez, al igual que en otros años, Estados Unidos perderá todo asidero y quedará huérfano de argumentos y confirmado como contumaz violador del derecho internacional. Y Cuba estará allí y aquí dispuesta a resistir y a luchar, y el mundo brindará su solidaridad al país agredido y  condenará  al agresor, lleno de soberbia y prepotencia, que también lo ignora, desafía, ofende y agrede.

Vamos a ver hasta cuando resistirán el repudio y la condena del mundo el presidente y los congresistas del imperio. El tiempo y la historia están contra ellos indefectiblemente.
Fuente: Adital

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Cubarte, 2008.