Le sigo llamando "Ernestito"
Adys M. Cupull Reyes — Froilán González
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Para los que aman, el relato del doctor Francisco Guevara Lynch, de la entrevista efectuada en Buenos Aires el 18 de diciembre de 1984.
Francisco nos recibió en su casa. Estaba fuerte y lúcido. Al hablar mostraba el placer de quien ama a un pequeño miembro de la familia, que sentía aún junto a él. Tenía los mismos apellidos de don Ernesto el padre del Che, y para esclarecer el parentezco comenzó el relato por esa interrogante:
Mi padre era hermano del abuelo paterno de Ernestito y mi madre era hermana de la abuela, es decir, que el padre de Ernestito y yo somos primos hermanos dobles y de ahí la gran afinidad de parentesco; además de eso, me liga un gran afecto y una gran amistad, también teníamos afinidad de carácter. Yo no he podido acostumbrarme a decirle Che y le sigo llamando Ernestito... tuve el gusto de visitarlos cuando vivían en Argüello, una población cercana a Córdoba, que era donde residían y allí los visité y conservo una foto de esa visita, se la voy a mostrar.
Ahí aparece Ernestito, cuando aún era una criatura, fue en ocasión de ir de excursión al observatorio de Alta Gracia. Después regresé a Buenos Aires y volví a verlo de forma esporádica. Cuando me casé, el viaje de luna de miel fuimos a pasarlo allá, al kilómetro 14, y el padre de Ernestito nos fue a buscar para llevarnos a Alta Gracia, donde ellos vivían... ya era más grandecito, pero seguía siendo aún niño.
Pasados unos años, la familia regresó para Buenos Aires y se radicaron en la calle Araoz, y entonces al chico, a quien veía muy circunstancialmente, lo comencé a ver con relativa frecuencia, porque él se decide a estudiar Medicina y, además, porque vivíamos muy cerca de ellos, unos cincuenta metros de la casa de mi madre, y aquí se pone de manifiesto una cualidad de este muchacho, muy particular, que demostraba un gran sentimiento humanitario, una gran sensibilidad y mentalidad para tratar todo tipo de gentes y con preferencia a las gentes grandes [mayores].
Mi madre era una mujer muy grande, murió de ochenta y pico de años, ella vivía sola con mi hermana menor; estaba lisiada, porque tuvo un problema medular y cuando yo iba a visitarla, casi a diario, muchas veces me encontraba a Ernestito. Me acuerdo verlo sentado allí en el sofá cama que había en el dormitorio, con esa cara que para mí nunca varió: una cara de chico travieso, medio despeinado, medio desgreñado, y allí estaba Ernestito conversando con mi madre, una señora mayor, pero demostrándole un infinito afecto.
Cuando murió la hermana de mi madre, Ana, que era abuela de Ernestito, él estuvo permanentemente a su lado, durante todo el tiempo que duró su enfermedad, la cuidó con amor, y su muerte fue uno de los motivos que más lo inclinó por el estudio de la Medicina.
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SU CARÁCTER, MEZCLA DE QUIJOTE
Cuando comenzó su carrera de Medicina lo veía mucho más, un día vino hasta el hospital donde yo trabajaba y me dice: "Pancho porque en familia a mí, así me dicen, yo quisiera venir al hospital para hacer historias clínicas".
"Cómo no — le dije —, venid cuando quieras, pues nos haces falta".
Pasaron unos días y no venía, hasta que lo encontré en el hall del hospital y le digo: "Bueno, decidme, Ernestito, ¿has cambiado de programa?"
"No — me dice —, he cambiado de rumbo".
"¿Vas a trabajar en otro hospital? ¿Has cambiado de especialidad?" — le pregunté,
"No, no, no, me voy de viaje en moto".
Ahí me entero de su proyecto de viajar en moto con un amigo.
Como ustedes saben, antes él había viajado por las provincias del norte argentino y en otra ocasión fue hasta el Brasil como enfermero o marino de un barco petrolero. También había realizado sus viajes en bicicleta a Córdoba, y los viajes con sus amigos por América Latina. Sus cartas pintan bien claramente su carácter, mezcla de Quijote, como él mismo dice; él narra a sus padres la aventura que empieza a programar y la describe con ironía, sin dejar de lado ese cariño que siente por sus padres. De manera que una de las características de su personalidad, que me llamó más la atención en ese chico, era la fase sentimental, lo que había dentro de él, porque dentro de las características de su personalidad nunca yo me lo imaginé y por ello me sorprendió grandemente en su condición de líder, porque era un joven más bien tímido en el trato con las gentes como nosotros, era más bien de carácter retraído.
Para su viaje en moto, llevó un elemento de defensa, un revólver que le había prestado un hermano mío, que fue marino. Después, él hace el viaje y, yo me entero de sus andanzas a través de sus padres, a los que veía con bastante frecuencia.
Cuando regresa y se recibe de médico, vuelvo a tener contactos con él, pero de inmediato decide irse nuevamente y a medida que va pasando el tiempo, él nos va asombrando a todos por sus acciones revolucionarias.
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SER PARIENTE DE ERNESTITO, ME TRAJO PROBLEMAS
Quiero contarles que esta vinculación como pariente de Ernestito me trajo problemas, problemas que nunca rechacé y nunca eludí. Soy médico y fui presidente de la Asociación de Médicos de un hospital. Nuestra misión fundamental era defender la existencia de éste contra la política oficialista establecida de destruir estos centros del país. Nosotros, por principio, sosteníamos que los hospitales debían ser igualitarios y gratuitos para todo el mundo, porque la salud del pueblo es uno de los patrimonios más importantes que un país debe tener, pero había fuerzas políticas poderosas que se oponían.
Se trataba entonces, que en las elecciones, el triunfo se volcara al oficialismo y la mejor manera que tenían para combatir la posición de los médicos que manteníamos el punto de vista de la gratuidad de la medicina, era a través de la difamación y la calumnia.
Al hablar de mi persona, decían: "Cómo van a votar por el doctor Guevara Lynch, si es oligarca, de doble apellido, es católico y antisemita", de manera tal que trataban de confundir al sector progresista. Si la conversación iba dirigida a los derechistas y reaccionarios, decían: "Cómo vas a votar por el doctor Guevara, si es bolchevique número uno, pariente del Che Guevara".
El hecho de ser pariente del Che me proporcionó algunos enemigos, pero también buenos y sinceros amigos; recuerdo en especial a la mamá de un médico, una señora sumamente capaz, muy inteligente, que nació en Rusia y vino para la Argentina cuando hubo una persecución de judíos en la época del zarismo y se instaló acá. Tenía una gran admiración por el Che y una colección de sus discursos, el de Punta del Este, cuando aniquiló prácticamente a los jerarcas norteamericanos, y el discurso con motivo del asesinato de Patricio Lumumba, que son piezas oratorias de contenido extraordinario. Los discursos de Ernestito son reconocidos por muchas gentes que a lo mejor no opinan políticamente de la misma forma. Al Che se le respeta por la dirección que asumió y el papel que desempeñó por la libertad de los Pueblos americanos.
viernes, 13 de abril de 2007
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