miércoles, 29 de febrero de 2012

Defensora de la revolucion cubana durante 53 años Oshun Virgen de la Caridad del Cobre

El Cobre, Altar Mayor de Cuba.

Viernes, 12 de Septiembre de 2008 13:10 Historia - Artículos

Por: María C. Campistrous Pérez
(Artículo publicado en la Revista Verdad y Esperanza, publicación de la UCLAP-Cuba, enero 1998, actualizado en septiembre de 2008 por la autora).

Ocurrió en los albores de siglo XVII. En una pequeña canoa, tres obreros en busca de sal -dos indias y un niño negro y esclavo- surcaban las aguas de la oriental y norteña Bahía de Nipe. Estaban justo en el delta que por ese entonces formaba el río Mayan en su desembocadura (llamado en ese tiempo Cayo Francés y conocido hoy también como Cayo de la Virgen), cuando vieron flotar, entre la espuma de las suaves olas, un pequeño bulto blanquecino que se les antojó ser un ave; el día comenzaba a clarear y remaron a su encuentro.

Qué dulce sorpresa la de estos navegantes! La tenue luz de la aurora mostró ante sus ojos una imagen de María Santísima, ave de gracia llena. Arrimando la canoa, tomaron con premura la imagen y la introdujeron en ella: maravillados, vieron que, aunque era muy pequeña, traía un hermosísimo niño en la mano izquierda y una cruz en la derecha. Cuál no sería su asombro al comprobar que sus vestiduras estaban secas a pesar de navegar sobre una débil tablilla, en la cuaL unas grandes letras decían: YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD.

Con el alma llena de ferviente gozo continuaron Juan Moreno -el niño negro- y los hermanos Juan y Rodrigo de Hoyos -indios naturales del país- su viaje a la salina; regresaron luego a Cayo Francés para seguir por tierra hasta el Hato de Barajagua la Vieja, lugar de donde habían salido para buscar sal. La alegría de esta gente humilde y amante de María, con fe sencilla y profunda, no tenía límites: la Virgen había venido a su tierra!, y eran ellos, sus hijos, los dichosos en hallarla. Para andar entre ellos había escogido, si cabe, el más bello de los nombres -CARIDAD-, que es como la fuente de todas las caricias y ternezas de María. Así lo había leído Rodrigo en la tablita que traía por barca... Y fue esa apacible mañana manantial de gracia para la Isla. Con el día nació su estrella. Por el mar llegaba también la Madre del Amor, la que ellos, los humildes, podrían sentir suya, solidaria y cercana, e implorar su protección. Y desde la hora bendita de su aparición, Ella —la llena de gracia- comenzó a construir con su amor maternal un solo pueblo y un solo hogar para el pueblo en esperanza que sería después la República de Cuba.

Al llegar al hato todo fue regocijo entre los vecinos, y el Mayoral mandó de inmediato a construir en su propia casa un altar para la Virgen, al tiempo que enviaba a uno de los peones a comunicar la fausta nueva al administrador del Real de Minas del Cobre, en el poblado de Santiago del Prado (lugar de la jurisdicción de Santiago de Cuba y a cuatro leguas de la misma), el cual contestó ordenando que se le fabricase sin tardanza una ermita a la Santísima Virgen, y mandó una lámpara de cobre para que constantemente ardiera una luz ante su santa imagen. Todo se ejecutó con la rapidez a que impele el cariño: en el mismo batey se levantó la ermita con tablas de palma y guano, ¡como los bohíos de los indios tenía que ser la casa de la Madre que venía a vivir con sus hijos de Cuba para siempre! Una fiesta fue en el hato el traslado de la imagen a su primera casa, todo era devoción en aquel sencillo areíto, y junto al altar la lámpara —nunca podía faltar la luz a la Señora.- Para cuidar de Ella se nombró a un vecino de bien, Diego de Hoyos, de auténtica estirpe aborigen y hermano de los indios que la hallaron. ¡Cubana había de ser la sangre del primer celador de la Virgen del Cobre!

Ulteriormente, el administrador del Real de Minas mandó una comisión a Barajagua encabezada por el cura del pueblo para que, procesionalmente, llevase la imagen hasta el poblado. Preparadas las andas, la Virgen fue conducida en hombros hasta El Cobre, donde, entre cánticos y danzas, la colocaron en el altar mayor de la Iglesia.

Ya en el pueblo, María del Cobre empezó a derramar gracias y favores en él y su devoción comenzó a extenderse a lugares vecinos, según relataría a los 85 años, con la candidez propia de los humildes, el negro esclavo Juan Moreno -aquel que de niño encontrara a la Virgen sobre las aguas-, cuando le tomaron declaración solemne en 1687, tal como consta en el legajo que se conserva en el Archivo de Indias. Y si valiosa es la historicidad de este documento, maravilloso fue que en aquel tiempo, cuando los esclavos carecían de derechos, se le diese fuerza legal al testimonio de uno de ellos en un documento oficial. Otros datos -tomados de tradiciones orales y testimonios de los vecinos- los aporta el P. Onofre de Fonseca, primer Capellán de la Virgen, en su manuscrito “Historia de la aparición de la Virgen de la Caridad”, fechado en 1703 (veinte años después de haber iniciado su capellanía).

En la Iglesia del pueblo permaneció la imagen tres años, hasta que se le colocó con gran júbilo popular en la ermita edificada para Ella en lo alto de un cerro, cerca del sitio en que se le apareció un día a la niña Apolonia -según Onofre Fonseca-, y posteriormente pasó a otra iglesia mejor, sita en el lugar de la visión. Pero, al crecer la devoción, dicho templo resultó pequeño, y ese mismo capellán, con las limosnas de los vecinos de Santiago de Cuba, de Bayamo y de otros devotos, fabricó en el mismo lugar otro más suntuoso y amplio para dar cabida a los numerosos peregrinos que iban hasta allí a visitar a su Madre, la de la Caridad y los Remedios. Después se construiría, en los terrenos aledaños al santuario, una modesta hospedería para los que venían de muy lejos.

En la época de la aparición, el Cobre era el más importante enclave económico de la zona, pues la extracción de mineral de sus minas -al que debe su nombre- estaba en su apogeo. Por ello, era sitio obligado de comerciantes, lugar del “Camino de la Isla” entre Bayamo y Santiago, lo cual favoreció que se fuera extendiendo cada vez más lejos la devoción a la Virgen del Cobre, amén de que, con el correr del tiempo, aumentaban con creces los milagros que Ella hacía a su pueblo, y esto principalmente después de la epidemia de peste de 1695 y los terremotos de mediados del siglo XVIII. En Puerto Príncipe, Camagüey, comienzan a levantarse templos a la Caridad del Cobre desde las primeras décadas del siglo XVIII, después llega esta devoción a Sancti Spiritus, y un siglo después a La Habana. A fines del siglo XIX se conoce en toda la Isla, y puede hablarse, con certeza, de una devoción nacional, reforzada por la fuerte influencia de los mambises del Ejército Libertador cuando la Invasión a Occidente.

Desde que llegó para quedarse en las estribaciones de la Sierra Maestra, esta Virgen ha sido parte de la vida del pueblo cubano, compañera de sus luchas, acicate de deberes patrios, esperanza de futuro. No es de extrañar, pues, que fueran los esclavos de El Cobre los primeros de Cuba en obtener su libertad, como proclamara el Capellán de la Virgen al leer, el 19 de mayo de 1801 y frente a la ermita de la Virgen del Cobre, la Real Cédula en la cual el Rey de España se comprometía a respetar la libertad de los “cobreros” y el derecho que tenían éstos sobre sus tierras, cual elocuente mensaje de libertad y justicia que Maria de la Caridad enviaba a su pueblo oprimido y sufriente.

Esta devoción mariana crecía junto a las raíces de este pueblo, nación en ciernes, que iba fraguando su nacionalidad, y era tan propia del pueblo cubano, que llegó a ser característica de su patriotismo. No por otra causa las rogativas de las camagüeyanas, en 1851 (cuando el alzamiento encabezado por Joaquín Agüero y Agüero), y las misas votivas a Nuestra Señora de la Caridad, se consideraron —por la pasión del integrismo peninsular- como sediciosas. Y es que realmente impetraban la protección de Ella para los que conspiraban contra el poder colonial. Así también, el que las cubanas llevasen como adorno el azul y la medalla de María del Cobre, se interpretó como ostentación del nacionalismo cubano.

En 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes organizaba la primera gesta libertaria, tomó la tela azul para la bandera del dosel de una imagen familiar de la Virgen. Luego de la toma del poblado del Cobre, el 24 de noviembre de 1868, -en la que no hubo resistencia adecuada por la parte española-, Carlos Manuel anunció su visita al pueblo bajo el mando insurgente y se dispuso al efecto un cálido recibimiento. Ese día salieron a esperarle a la loma del Puerto, y por todo el camino le vitoreaban, soldados y negros. El homenaje al héroe era fastuoso, pero éste, al entrar al poblado, sólo atinó a preguntar si había algo preparado en la Iglesia, y al respondérsele que no, se adelantó el solo hacía la puerta principal del templo. Junto al cura que en ella se encontraba, se postró de rodillas ante el altar de la Virgen de la Caridad para orar en silencio. A sus pies puso el Padre de la Patria la justa lucha por él encabezada para el bien de sus compatriotas. Y esa mañana, ante el corazón conmovido de los bravos guerreros cubanos, la Virgen se volvió Mambisa.

Y en la manigua la tuvieron los mambises como protectora y aliada. En tomo a su sombrero tenían la cinta tricolor con la “medida” de la Virgen. El General Antonio Maceo llevaba siempre puesta la medalla de la Caridad, devoción que databa desde la infancia, pues su misma madre se la había inculcado. Un día, en que creyó haber salvado la vida gracias a su protección, dijo: “Todos debemos darle gracias a la Virgen de la Caridad del Cobre, porque Ella también está peleando en la manigua”.

Por tanto, no sorprende que después que los jefes de los ejércitos norteamericano y español firmaran el Acta de Capitulación en Santiago de Cuba, en ausencia del General Calixto García Iñiguez y su Estado Mayor -pues los cubanos no fueron invitados a la firma del Armisticio de la Guerra que con sangre y heroísmo habían ganado- el mismo General Calixto García Jefe del Ejército Oriental, envió a su Estado Mayor, al mando del General Agustín Cebreco, con instrucciones de que el día 8 de septiembre se “celebre el triunfo de Cuba sobre España en Misa Solemne con Te Deum a los pies de la imagen de la Virgen de la Caridad en el Cobre”.

Este gesto ha sido considerado como la “Declaración Mambisa de la Independencia del pueblo cubano”. Y el 8 de septiembre de 1898 se celebró en el Santuario del Cobre “la primera fiesta religiosa en Cuba libre e independiente”, a la que asistieron oficiales cubanos y norteamericanos. El sermón lo predicó un santiaguero de casta, el P. Desiderio Mesnier, sobre el tema: “El Pueblo Cristiano tiene en Maria una corredentora, los cubanos tienen en la Virgen de la Caridad una Madre que los enseñará a consolidar una República Cristiana”, que es todo un programa de consagración cubana a la Madre de Dios.

Años más tarde, el 24 de septiembre de 1915, un grupo de veteranos encabezado por el Mayor General Jesús Rabí y otros altos oficiales del Ejército Libertador Cubano, reunidos en El Cobre, solicitarían al Papa Benedicto XV “... que realice la más hermosa de nuestras esperanzas y la más justa de las aspiraciones del alma cubana, declarando Patrona de nuestra joven República a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre.., pues en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción y cubana porque así.., la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante Ella para la consecución de la victoria, y para la paz de nuestros muertos  olvidados...”. Al año siguiente, el Papa declara Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad. Por entonces la imagen se encontraba otra vez en la Iglesia parroquial del pueblo, trasladada allí en 1906 el cuando el derrumbe del antiguo Santuario.

La mudanza de la venerada imagen a su nueva casa marcó un hito entre las emociones cobreras. Esa mañana del 8 de septiembre de 1927, como nunca antes, demostró el pueblo cubano su amor a María; desde los más remotos rincones de la Isla habían llegado peregrinos, manifestando así la importancia concedida a su Patrona. La Virgen fue sacada de la Iglesia parroquial en hombros de los prelados, pero al llegar a la puerta la cargaron los veteranos, y en sus manos llegó al nuevo Santuario en un trono de rosas blancas. El cariño filial con que la llevaron estos hombres, curtidos por los avatares de la guerra, es prueba fehaciente de que, desde el nacimiento mismo de nuestra nacionalidad, la Virgen del Cobre ha estado íntimamente vinculada al destino del pueblo cubano.

Pero faltaba aún la realización de una quimera patria, de una dulce utopía: coronar a la Reina. Y esa ilusión fue realidad el 20 de diciembre de 1936, a orillas de la bahía santiaguera -escenario histórico de ataques piratas y luchas libertarias, regada por la sangre generosa de varias gene raciones de cubanos-. Ella fue desde su altar del Cobre a la ciudad heroica —saliendo de su pueblo por primera vez- para bendecir a sus hijos que, llegados de todos los confines de la Isla, esperaban allí anhelosos de aclamarla como Madre, como Patrona, como Reina. Esa mañana magnífica el calor de su amor superaba al del cálido invierno santiaguero. Una gigantesca Bandera Nacional, llevada procesionalmente desde el Centro del Consejo Territorial de la Independencia por los mismos veteranos, ondeaba en el Campo Eucarístico.

Monseñor Valentín Zubizarreta, Arzobispo de Santiago y Primado de Cuba -autorizado por expresa delegación papal- coronó al Niño y a la Virgen cuando cesaron las notas del Himno Nacional. Y mientras se llevaba a efecto la coronación, repicaban las campanas de todas las Iglesias de la ciudad, los morteros disparaban, y un avión esparcía flores por toda la Alameda convertida ese día en templo solemne. Las coronas las regaló el pueblo cubano, la de la Virgen llevaba una inscripción que dice, en latín: “Caminó sobre las aguas del mar la Madre de Dios, la Virgen de la Caridad”

Pero, ¿cómo es esa Madre que así la aman sus hijos? Es pequeña y ligera, de rostro moreno y transparente —color de todas las razas de -su pueblo - ojos vivos, mirar profundo y suave, sonrisa inabarcable, sabrosa dulcedumbre que acoge y fortifica. ¿Cómo ser cubano y no amarla, si Ella es símbolo de cubanía, la Madre de todos, la única capaz de convocar a su pueblo a la unidad?

Llegar a su Santuario es sentir en el alma un vuelco distinto, acercarse a la concha que entre agrestes montañas guarda de Cuba la perla. Un cielo siempre azul, verde vegetación, palmas altivas y flores campestres forman el paisaje del remanso de paz. Sobre lo alto del altar mayor espera Ella, la Virgen de los cubanos. Por detrás queda su camarín, la alcoba íntima a donde van sus hijos a confiarle secretos del alma desde bien cerca, para sentir mejor su protección de madre, llevarle flores y cantarle amores. Visitar ese lugar es conocer el amor que le profesa el pueblo y sentirse inundado por él, es saber de ideales consagrados y vidas ofrendadas, es sentirse cubano.

Conocer a María del Cobre es haber visto ante su altar a un hombre recio, golpeado por la vida, ofrendándole flores como a una doncella y, postrado a sus pies, orando entre suspiros; o a una joven pareja que llega ante su trono para dejar en él ilusiones y plegarias junto al ramo de novia. Adentrarse en el misterio de su Santuario es descubrir que un hombre ha velado a sus puertas toda la noche sin atreverse a entrar “porque no sabía rezar”. Sentir la hondura de su cubanía es vibrar de emoción con aquel anciano ciego quien, absorto ante su imagen, improvisó unas décimas que decían: “...aunque estén lejos de mí esta Virgen y Martí viven en mi corazón”.

Al comenzar la Misión Nacional con la Virgen (1951-1952), el Presidente de los Veteranos de Oriente cursó órdenes para que todos los centros de su circunscripción recibieran a la Virgen Mambisa con honores como de Generala y, cerrado el arco de su peregrinar por la Isla, llegó hasta el Cacahual para encontrarse con el Mayor General Antonio de la Caridad Maceo y Grajales. Allí la esperaba en su nombre el presidente de los veteranos, Coronel Alfredo Lima. Viejos hombres guerreros, temblando al peso de la emoción, de los laureles y de los años, la cargaron en andas y la colocaron sobre la misma tumba del Titán de Bronce...

Sonaron los acordes del Himno de Bayamo, después habló con orgullo el Coronel Lima: “Durante 47 años, los Veteranos no hemos consentido en que se colocara sobre esta tumba ninguna ofrenda. Pero hoy, sí: se trata de La Caridad, la Patrona de los mambises, a la que amaba tanto el propio General que descansa bajo estas lápidas...” El simbolismo desborda toda emoción: sobre las reliquias del Héroe de la Patria reinaba la Caridad, la Madre y Patrona de Cuba.

Esa Misión Nacional tuvo su clímax el 20 de mayo de 1952, cuando la antigua y venerada imagen del Cobre voló hasta La Habana para celebrar con su pueblo el cincuentenario de la República.

Refugio, protección y guía, fue también Ella para los jóvenes de aquella generación valerosa, que, cual nuevos mambises, escalaron la Sierra buscando restaurar la amada patria. Junto a sus pechos viriles llevaban su medalla. Después del triunfo miles de cubanos peregrinaron hasta el altar del Cobre para agradecer a la Madre la paz alcanzada.

En noviembre de 1959 volvería la Virgen de Nipe a volar hacia la capital, esta vez para presidir el 1 Congreso Católico Nacional y la Misa de Clausura. Esa noche, a despecho del frío y la lluvia pertinaz, cerca de un millón de cubanos -incluyendo a las más altas autoridades del Gobierno Revolucionario- se congregaron en la Plaza Cívica “José Martí”; cientos de miles de fieles estaban allí para testimoniar su amor.

Fue esa presencia viva, entrañable, de la Virgen del Cobre en el corazón y la historia del pueblo cubano, la que movió al Papa Pablo VI a proclamar Basílica Menor el hasta entonces Santuario Nacional. Monseñor Bernardín Gantín, un Cardenal africano, vino como delegado suyo portando la Bula Papal. El 30 de diciembre de 1977 se consagró el templo-hogar de los cubanos como Basílica. Durante la ceremonia se tocó el Himno Nacional y, en ese momento, manos y corazones se unieron en un aplauso unánime mientras las lágrimas corrían desde el fondo del alma de los prelados y fieles; los difíciles momentos que vivía la Iglesia en la Isla quedaron ese día allí, a los pies de la Virgen.

Bajo su amparo nuestra Iglesia crecía hacia dentro y hacia fuera. Milagro y realidad, don y tarea. Otro sueño largamente acariciado se haría realidad: el Papa Juan Pablo II visitaría la Isla, vendría a Santiago a coronar con sus manos la imagen morena de María del Cobre. Y nuevamente peregrina, como Estrella de la Evangelización,  la Virgen prepararía el camino del Mensajero de la Verdad y la Esperanza.

El 24 de enero de 1998 la imagen centenaria salió por cuarta vez de su altar cobrero, iba a Santiago a encontrarse con el Vicario de su Hijo. Ese día, al despuntar por el Oriente de la Isla, el sol admiró una Plaza engalanada de fe y cubanía. Desafiando los vientos –de doquiera soplasen– se alzaba en lo alto la cruz del altar de campaña, a su derecha ondeaban a la par las banderas de Cuba y de la Iglesia. Detrás, esperando a su Madre de la Caridad, gigante en brioso corcel que parecía salir de las entrañas mismas de la tierra que lo vio nacer, el General Antonio señalaba a su pueblo la senda del Papa que venía a coronar a la Virgen de los cubanos. Miles de personas esperaban al que venía de allende los mares para traer un mensaje de amor y unidad a los cubanos de dentro y de fuera de la Isla, al que vendría a coronar a su Madre.


Durante la Misa, después de la profesión de fe, llegó el momento tan querido y esperado por todos: la coronación de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre como Reina de Cuba. El Papa bendijo las coronas del Niño y de la Virgen, y ante él fue llevada en andas su santa imagen. En las manos temblorosas de Su Santidad se alzaba la corona de la Reina de los cubanos. Con infinita dulzura, cual si su amor hacia Ella aunara las penas y ansias del suelo que pisara, coronó por sí mismo a nuestra Madre y Patrona, dejando entre sus manos, como recuerdo, un rosario de perlas a la Perla de Cuba. Allí, en la Plaza santiaguera, junto al Titán que le llevara en su pecho a la manigua, quiso ser coronada «Cachita»... Detrás, cual coloso paladín ecuestre, el General Antonio, con silente elocuencia, extendía el brazo convocando a su pueblo: al de aquí y al de allá. Al fondo, las agrestes montañas que escogió por morada María del Cobre, y el turquí de un cielo limpio y sereno, azul como las aguas de la oriental bahía por donde llegó para siempre la Virgen de la Caridad, fueron testigos de un sueño que se hacía realidad. Las voces se quebraban al cantar: «¡Virgen Mambisa, que seamos hermanos!».

Ese hermoso gesto hacia nuestro pueblo, la ternura con que el Papa coronó a la Reina de Cuba, fue el encuentro cercano de la Iglesia y la Patria, las dos madres que anhelan la unidad de sus hijos. A los pies de la Virgen quedaron esa mañana los sueños y amores, esperanzas y temores de sus hijos. Ese día, ante el sucesor de Pedro, la Virgen y la Patria se unieron en beso intangible... Aquí, en Santiago, sin lugar a dudas, el Papa encontró, ardiente y desnuda, el alma de Cuba.

Desde hace cuatro siglos, viene la Virgen de la Caridad prodigando su aliento maternal sobre el pueblo cubano, en todas sus horas, en todos sus hijos, en todas las dimensiones de su vida. Por eso, no importa el idioma que resuene en las calles ni la devoción mariana del lugar: María del Cobre seguirá siendo la Reina en cualquier punto del orbe donde se alce un hogar cubano, como símbolo vivo de la Patria lejana y querida, de los sueños perennes. Ante Ella arde el corazón, así en días de dolor como en horas de bonanza. Ante Ella se mezclan en demanda de protección la voz balbuciente del niño y la trémula del anciano. Ante Ella, padres e hijos cruzarán plegarias y dejarán añoranzas, porque Ella es la Madre común, la de la Esperanza.

Allí, en el Cobre, en cualquier sitio, en el templo, en su gente, en las piedras, en la mina cercana o en el pico alejado, se siente el hálito de la Madre, se revive su historia de siglos de amor a esta Patria. El Cobre, por derecho propio, es el Altar Mayor de Cuba.

 

difunden: 1er. Museo Histórico Suramericano " Ernesto Che Guevara "  la  Escuela de  Solidaridad con  Cuba " Chaubloqueo " y el  Centro de  Registro de  Donantes  Voluntarios de  Células Madre -  Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local  Capital - AAC 1405 - Buenos Aires - República Argentina  telefax:  4- 903- 3285 Caballito

 

 

email: museocheguevara@fibertel.com.ar   http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
doná sangre, doná órganos, doná células madre, sé solidario, SÉ VOS.
¡Salven a los argentinos! "las ballenas"  -  Cinco Héroes Cubanos llevan 12 años presos en

Estados Unidos que chantajea asi moralmente a Cuba,  enterate ingresando a 

 www.argentinaporlos5.blogspot.com   

 

 

 

"Yo, si Puedo", LUZ DEL ALBA Misiones Cubanas en Argentina

Frente Internacional [mailto:frenteinternacional@yosipuedo.com.ar]
Miércoles, 29 de Febrero de 2012 04:25 p.m.

"Yo, si Puedo", LUZ DEL ALBA Misiones Cubanas en Argentina
 

 

Moa Holguin Cuba al presidente Hugo Chavez de Venezuela

Fecha:

Wed, 29 Feb 2012

De:

UNI Melaneo Maden Betancourt <cceac@cubaniquel.moa.minbas.cu>

Para:

ludovico (haciendoalmas) <haciendoalmas@cubarte.cult.cu>

 

Saludos Ludovico.

 Para su publicación.

 Gracias.

 Saludos cordiales,

 M. Sc. Melaneo Maden Betancourt

          Coordinador y relaciones

          comunitarias del Centro Cultural de

          Educación Ambiental Comunitario de CUBANIQUEL.

          Carretera Moa-Sagua, Km. 1 1/2, Moa, Holguín, Cuba, TEL. (53) (024) 60 2156, 60 8283 Fax. (53)(024) 60 2201

 '' Mi oficio es contar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande''.

 José Martí Pérez.

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A ti querido presidente.

Es la segunda ocasión

En que del lejano oriente

Te deseo presidente

Pronta recuperación

Pido a dios que en el salón

Al   lado del cirujano

Esté guiando su mano

De nuevo en esta ocasión

Te digo sin vacilación

Que al igual que este cubano

Millones de seres humanos

Desean tu curación

Miraba con emoción

Cuando el pueblo te despedía

Mezclando dolor, alegría

Es fruto de revolución

Que se aparten a un rincón

Los que desean el mal

Son necios, huevos sin sal

Traidores sin corazón

Tendrán que pedir perdón

Si tienen algo de humano

Tu pueblo venezolano

Les cobrará esta acción

No quiero hacerme ilusión

Si esto llega a tus manos

La petición de Marciano

Es, que nunca vuelvas al salón

Irás de vuelta al timón

De tu gran pueblo hermano

Se despide de ti Marciano

Viva la revolución.

 

Solo quiero que puedas salir totalmente recuperado, pues tu pueblo, el mío y los demás pueblos del continente, te necesitamos con mucha salud, se despide de usted con todo el sentir revolucionario, Marciano Ortiz Matos, trabajador de la Empresa de Níquel Comandante Ernesto Che Guevara del municipio Moa, provincia Holguín Cuba, Teléfono. 615211.

e-mail: MOMatos@ecg.moa.minbas.cu

Fidel Castro Declaración de Habana 1962 La humanidad ha dicho basta, ha echado a andar y no se detendrá

                                          GRUPO DE APOYO CUBA5 - OSLO

                                                          REENVIAR

---------- Mensaje reenviado ----------

De: Graciela Ramirez <trebol@enet.cu>
Fecha: 3 de febrero de 2012 11:35
Asunto: [Comité Internacional] II Declaración de La Habana 1962: La humanidad ha dicho basta, ha echado a andar y no se detendrá
 
II Declaración de La Habana 1962

La humanidad ha dicho basta, ha echado a andar y no se detendrá

Caracas, 02 Feb. AVN.- Un millón de personas agitaban el aire de La Habana. El comandante Fidel Castro observaba por encima de la multitud, con el cuerpo arqueado, una característica en los momentos en que pronunciaba sus discursos. Junto a él había más gente que la reunida en la Plaza de la Revolución, porque en toda Cuba la movilización era permanente en los primeros años tras el triunfo del Ejército Rebelde en 1959.

Ese 4 de febrero de 1962, Fidel pronunciaba un discurso extenso y abarcador. Se conocía de esta forma la Segunda Declaración de La Habana, apenas unos días después que los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), con excepción de México, se habían confabulado para evitar la voz de Cuba en el organismo, el 31 de enero durante una reunión en Punta del Este, Uruguay. Detrás de esta decisión, la sombra de Washington que ya había intentado derrocar al gobierno revolucionario durante la invasión mercenaria a Playa Girón, un año antes. La razón esgrimida por la Casa Blanca de la salida de Cuba: el avance del comunismo y la profundización de la guerra fría que Estados Unidos mantenía con la entonces Unión Soviética.

Pero Fidel simplificaba este hecho con pocas palabras: "Ahora se puede ver con toda claridad que los pactos militares suscritos por el Gobierno de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos, pactos secretos muchas veces y siempre a espaldas de los pueblos, invocando hipotéticos peligros exteriores que nadie vio nunca por ninguna parte, tenían el único y exclusivo objetivo de prevenir la lucha de los pueblos; eran pactos contra los pueblos, contra el único peligro, el peligro interior del movimiento de liberación que pusiera en riesgo los intereses yanquis".

En la Segunda Declaración de la Habana, el líder revolucionario resumió la historia de América Latina desde la conquista española hasta esos días, explicó el surgimiento del capitalismo como sistema, el nacimiento de la Revolución Rusa, la Segunda Guerra Mundial y denunció la injerencia que Washington expandió por el sur del Río Bravo hasta la Patagonia para obtener sus riquezas y coartar los procesos de liberación.

"América Latina es además abastecedora de materias primas baratas y compradora de artículos elaborados caros. Como los primeros conquistadores españoles, que cambiaban a los indios espejos y baratijas por oro y plata, así comercian con América Latina los Estados Unidos. Conservar ese torrente de riqueza, apoderarse cada vez más de los recursos de América y explotar a sus pueblos sufridos: he ahí lo que se ocultaba tras los pactos militares, las misiones castrenses y los cabildos diplomáticos de Washington", expresaba Fidel.

El líder cubano también resumía la exclusión de la isla de la OEA: "En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas".

A cincuenta años de la Segunda Declaración de La Habana, el actual embajador de Cuba en Venezuela, Rogelio Polanco, afirma que el discurso de Fidel "tiene una vigencia plena", porque describía y denunciaba "un momento de la historia de este continente en el cual Estados Unidos imponía su hegemonía y designio contra América Latina, y especialmente contra Cuba que, con el triunfo de la Revolución, se erigía en un ejemplo contrahegemónico, revolucionario y de liberación ante los pueblos".

Consultado por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), el diplomático recuerda que la expulsión de Cuba de la OEA se debió a que el gobierno revolucionario había comenzado a aplicar su programa donde se contempló la ley de reforma agraria y las nacionalizaciones de grandes empresas extranjeras, en su mayoría norteamericanas.

Después de estas medidas, "se produjeron de inmediato los ataques terroristas contra Cuba, la invasión mercenaria de Playa Girón y lo que se llamó el Plan Mangosta, que fue el más completo programa de subversión con que se haya conocido contra un país en el continente latinoamericano y que incluía todo tipo de acciones terroristas financiadas y ejecutadas por la CIA", señala Polanco.

Antes de que una ovación tomara La Habana, Fidel pronunciaba sus últimas palabras, donde remarcó que "esta gran humanidad ha dicho: '¡Basta!' y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente". Una idea y una realidad que en la actualidad recorre los caminos del continente latinoamericano.

Leandro Albani AVN 02/02/2012 17:42



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Manuel Belgrano sus banderas y Manifiesto de Marx Che Guevara rosarino

Las banderas de Belgrano
 

por Carlos del Frade

 

Parece que fue una gran persona e hizo mucho por el país…Lo que pasa es todo parece muy lejano y para nuestro presente, Belgrano, ni fu ni fa…-dicen con sinceridad dos chicas y un pibe, estudiantes de una escuela técnica del norte rosarino, en cuyas barrancas, hace doscientos años, el principal ideólogo de la revolución de Mayo y la independencia de América del Sur inventara una bandera para darle alguna esperanza a los mil quinientos desesperados que lo seguían sin entender semejante pasión por la construcción de un país que, por entonces, no existía.


Manuel Belgrano, famoso y desconocido, no solamente es el creador de la bandera sino también el impulsor de sueños colectivos inconclusos como la igualdad, la democratización de la tierra, el respeto por los pueblos originarios, la educación para todas las hijas e hijos del país y la defensa de la naturaleza.

 

Banderas revolucionarias que deberían ser tenidas en cuenta este 27 de febrero.

 

Esas son las banderas que las mayorías argentinas deberían enarbolar, de una vez y por todas, en la realidad del presente.

 

Principios por los cuales aquel brillante abogado y dirigente político dejó de lado sus comodidades materiales y personales y consagró su existencia hasta morir en la pobreza y el silenciamiento, condenas concretas impuestas por las élites que jamás le perdonaron sus decisiones a favor del gauchaje, las comunidades indias y en contra de las clases dominantes.

 

"Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario", Manuel Belgrano, en "La Gaceta", del primero de setiembre de 1813, treinta y cinco años antes del "Manifiesto Comunista", de Carlos Marx.

 

Las banderas de Belgrano cuestionan el presente de las provincias donde tuvo activa participación en pos de una independencia que generase la felicidad del pueblo, el objetivo de la revolución y la política, según sus propias palabras.

 

La distribución de tierras que plantea en el Reglamento para los 30 pueblos misiones de diciembre de 1810 es el exacto contraste al latifundio que hoy se impone no solamente en aquella provincia sino en otras.

 

Su alianza con Martín Miguel de Güemes y el impulso del llamado fuero gaucho que liberaba al trabajador rural de las demandas de sus patrones, le costó la traición de las clases acaudaladas de Jujuy, Tucumán y Salta pero, en forma paralela, introdujo a las masas de los pueblos originarios y explotados por generaciones a la lucha por la independencia que fue lograda por aquellas medidas de Don Manuel.

 

Los hechos y las ideas de Belgrano en relación directa con el presente de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Rosario, Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, marcan el profundo desconocimiento de su prédica y los efectos de una forma de difundir la historia ajena a las urgencias del presente.

 

Hay que celebrar el primero y último símbolo de identidad que es la bandera, pero también es preciso pensar, discutir y hacer visibles las otras banderas de Belgrano, aquel revolucionario cuyas ideas sirven para el presente y el futuro, no solamente para pensar lo sucedido.

 

A pesar de haber sido acusado de insubordinación, juzgado en dos oportunidades más por supuesta impericia y perseguido por la indiferencia de Buenos Aires, Belgrano siguió ocho año más bregando por el nuevo país imaginado y soñado en las febriles jornadas de mayo de 1810.

 

La osadía de haber creado la bandera lo exilió en forma definitiva de los intereses del puerto en relaciones carnales ya con Gran Bretaña.

 

Su ardiente pasión sería usada para terminar la guerra de la independencia pero sus ideas políticas económicas fueron sepultadas bajo la falsificación histórica y su suerte individual disuelta en la pobreza.

 

Mitre, sesenta años después, alzaría el pedestal de un Belgrano vacío de contenido, saqueado de sus proyectos y deseos.

 

Ese es el Belgrano que hay que continuar para que haya futuro en la Argentina.

Carlos del Frade (APE)

 

 

CHILE Victor Jara preso, torturado asesinado vivo en nosotros Pinochet Salvador Allende Che Guevara

Gracias a: Carlos Settembrini [mailto:csettembrini2000@yahoo.com.ar]
Miércoles, 29 de Febrero de 2012
 

¡¡¡A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!!!.-

 

Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600 profesores

y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la nuca y a punta de

bayonetas y culatazos al Estadio Chile la tarde del Miércoles 12 de Septiembre de
1973. Era el día siguiente del Golpe fascista. El día antes, el 11, Víctor
debía cantar en el Acto que se realizaría en la UTE, donde nuestro Rector
Enrique Kirberg recibiría al Presidente Allende, quien anunciaría el llamado
a Plebiscito al pueblo de Chile. ..... Sin embargo, la voz de Allende fue
apagada en la Moneda en llamas y la guitarra de Víctor quedaría allí,
destrozada por la bota militar en el bombardeo de la UTE, como testimonio
más de la barbarie fascista.-
?A ESE HIJO DE PUTA ME LO TRAEN PARA ACA!. Repitió iracundo el oficial..
Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta al hombro, granada al
pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo tensado y prepotente
sobre sus botas negras..
A ESE HUEVON!. ?A ESE!!. El soldado lo empuja sacándolo de la fila.
? NO ME LO TRATEN COMO SEÑORITA, CARAJO! Ante la orden, el soldado levanta
su fusil y le da un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Víctor cae de
bruces, casi a los pies del Oficial.
?CH'E TU MADRE!. VOS SOY EL VICTOR JARA HUEVON. EL CANTOR MARXISTA, ?EL
CANTOR DE PURA MIERDA!. Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos,
tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de
protegerse la cara con sus manos, -ese rostro que cada vez que lo levanta
esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte-. Esa misma
sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución.-
YO TE ENSEÑARE HIJO DE PUTA A CANTAR CANCIONES CHILENAS, ?NO COMUNISTAS!.
....El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás.... El
oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y
patea. La bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros,
apuntados por los fusiles contemplamos con horror la tortura de nuestro
querido trovador y pese a la orden de avanzar nos quedamos transidos frente
al horror. Víctor yace en el suelo. Y no se queja. Ni pide clemencia. Sólo
mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este se desespera. Y de
improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la descerrajará
sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con el cañón del arma, una y otra vez.
Grita e increpa. Es histeria fascista. Y, entonces, la sangre de Víctor
comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos......... Y la
expresión de su rostro ensangrentado se nos quedaría grabada para siempre en
nuestras retinas........
El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y
advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan
con espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera.
??QUE PASA HUEVONES?!. ?QUE AVANCEN ESTAS MIERDAS!!. Y A ESTE CABRON, se
dirige a un soldado, ME LO PONES EN ESE PASILLO Y AL MENOR MOVIMIENTO, LO
MATAS, ?LO MATAS!, ?ENTENDISTES, CARAJO?!.
El Estadio Chile se iba llenando rápidamente con prisioneros políticos.
Primero, 2 mil, luego seríamos más de 5.000.- Trabajadores heridos,
ensangrentados, descalzos, con su ropa hecho jirones, bestialmente golpeados
y humillados. El golpe fascista tuvo allí, como en todas partes, una
bestialidad jamás vista. Las voces de los oficiales azuzando a los soldados
a golpear, a patear, a humillar esta "escoria humana" a la "cloaca marxista",
como lo espetan. -Hasta hoy día la gente nos pregunta si los miles de
prisioneros del Estadio presenciaron estas torturas de Víctor y la respuesta
es que, sólo unos pocos, sus compañeros de la UTE y los más cercanos, ya que
el destino y la vida de cada uno estaba en juego- y, además, el ESTADIO
CHILE era un MULTIESCENARIO DEL HORROR, de la bestialidad más despiadada.
.....Allí arriba un oficial le cortaba la oreja con su corvo a un estudiante
peruano, acusándolo por su piel morena de ser cubano. Allá, un niño de unos
12 años, de repente se levanta de su asiento y llamando a su padre corre enloquecido entre los
prisioneros y un soldado le descargaba su ametralladora. De pronto un
soldado tropieza en las graderías con el pie de un obrero viejo y "El
Príncipe", que así se hacía llamar uno de los oficiales a cargo, desde lo
alto de los reflectores que nos enceguecían, le ordena que le golpee y el
soldado toma el fusil por su cañón y quiebra su culata en la cabeza del
trabajador, que se desangra hasta morir. Un grito de espanto nos sobrecoge.
Desde lo alto de la gradería, un trabajador enloquecido se lanza al vacío al
grito de ?VIVA ALLENDE! y su cuerpo estalla en sangre en la cancha del
estadio. Enceguecidos por los reflectores y bajo los cañones de las
ametralladoras llamadas "las sierras de Hitler" siguen llegando nuevos
prisioneros.
VICTOR, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los
pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición
de moverse. Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese
mismo Estadio que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer
Festival de la Nueva Canción Chilena, con su

" PLEGARIA DE UN LABRADOR!:
Levántate
Y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
Junto iremos unidos en la sangre
Hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la hora
de nuestra muerte, amen (fragmento)
Allí es obligado a permanecer la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves
13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias
costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro
ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido
como trofeo por el Oficial superior y por "el Príncipe" ante las
delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de ellos
hace escarnio del cantor.
La tarde del Jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la
Población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos
presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan
un poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio.
Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos
agua. Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y
las "punto 50", nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de
Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre
los miles. Un viejo carpintero de la UTE le regala su chaquetón azul para
cubrir su camisa campesina. Con un cortauñas le cortamos un poco su pelo
ensortijado. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para el
traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos
con su nombre completo: VICTOR LIDIO JARA MARTINEZ. Pensábamos, con
angustia, que si llegábamos con Víctor al "Nacional", y escapábamos de la
bestialidad fascista del "Chile", podríamos, tal vez, salvar su vida.
Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento
para Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero mas tarde aparece
con un huevo crudo, lo único que pudo conseguir y Víctor toma el huevo y lo
perfora con un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice,
recuperando un tanto su risa y su alegría, "en mi tierra de Lonquén así
aprendí a comer los huevos". Y duerme con nosotros la noche del Jueves,
entre el calor de sus compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos
que haría él, un cantor popular, un artista comprometido, un militante
revolucionario, ahora en Dictadura y su rostro se ensombrece previendo,
quizás, la muerte. Hace recuerdos de su compañera, Joan, de Amanda y
Manuela, sus hijas y del Presidente Allende, muerto en la Moneda, de su
amado pueblo, de su partido, de nuestro Rector y de sus compañeros artistas.
Su humanidad se desborda aquella fría noche de Septiembre.
El Viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen
haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos
en alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una
balacera nos vuelve a las graderías.
Y llegamos al fatídico SABADO 15 DE SEPTIEMBRE DE 1973. Cerca del mediodía
tenemos noticias que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE.
Frenéticos empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres,
diciéndoles solamente que estábamos vivos. Víctor sentado entre nosotros me
pide lápiz y papel. Yo le alcanzo esta libreta, cuyas tapas aún conservo. Y
Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y
escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos
soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del
Estadio, donde su ubica un palco, gradería norte. El oficial llamado el
Príncipe tenía visitas, oficiales de la Marina. Y desde lejos vemos como uno
de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de
puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus
cancerberos.- Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia
a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. 2 Veces alcanza a levantarse Víctor,
herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que
vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus ojos se posan por última vez,
sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.
Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del
Estadio Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin
vida están botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, Director de
Prisiones del Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el
pecho perforado a balazos de nuestro querido VICTOR JARA. 42 balas. La
brutalidad fascista había concluído su criminal faena. Era la noche del
Sábado 15 de Septiembre. Al día siguiente su cadáver ensangrentado, junto a
otros, sería arrojado cerca del Cementerio Metropolitano.
Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio
Nacional.- .......Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero,
recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo:
Yo no canto por cantar
Ni por tener buena voz
Canto porque la guitarra
Tiene sentido y razón.
Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas

Te recuerdo Amanda
la calle mojada
donde trabajaba Manuel
Manuel
fragmentos)
Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja
para escribir, me encontré en mi Libreta, no con una carta, sino con los
últimos versos de Víctor, que escribió unas horas antes de morir y que el
mismo tituló "ESTADIO CHILE", conteniendo todo el horror y el espanto de
aquellas horas. Inmediatamente acordamos guardar este poema. Un zapatero
abrió la suela de mi zapato y allí escondimos las dos hojas del poema.
Antes, yo hice dos copias de él, y junto al ex Senador Ernesto Araneda,
también preso, se las entregamos a un estudiante y a un médico que saldrían
en libertad.
Sin embargo, el joven es chequeado por los militares en la puerta de salida
y le descubren los versos de Víctor. Lo regresan y bajo tortura obtienen el
origen del poema. Llegan a mí y me llevan al Velódromo, transformado en
recinto de torturas e interrogatorio.
Me entregan a la FACH y tan pronto me arrojan de un culatazo a la pieza de
tortura, el oficial me ordena sacarme el zapato donde oculto los versos.
?Ese zapato, cabrón!!! Grita furibundo. Su brutalidad se me viene encima.
Golpea el zapato hasta hacer salir las hojas escritas. Mi suerte estaba
echada. Y comienzan las torturas, patadas, culatazos y la corriente
horadando las entrañas, torturas destinadas a saber si existían más copias
del poema. Y ?por qué a los fascistas les interesaba el poema? Porque a 5
días del golpe fascista en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba su
voz levantando las figuras y los nombres señeros de SALVADOR ALLENDE y
VICTOR JARA y, en consecuencia, sus versos de denuncia, escritos antes del
asesinato, había que sepultarlos.-
Pero, quedaba otra copia con los versos de Víctor, que esa noche debía salir
del estadio.
Entonces, se trataba de aguantar el dolor de la tortura. De la sangre. Yo
sabía que cada minuto que soportara las flagelaciones en mi cuerpo, era el
tiempo necesario para que el poema de Víctor atravesara las barreras del
fascismo. Y, con orgullo debo decir que los torturadores no lograron lo que
querían. Y una de las copias atravesó las alambradas y voló a la libertad y
aquí están los versos de Víctor, de su último poema,:

 "ESTADIO CHILE":
(fragmento)
Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
?Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
?Cuanta humanidad
hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!.
Somos diez mil manos menos
que no producen
?Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
CANTO QUE MAL ME SALES
CUANDO TENGO QUE CANTAR ESPANTO
ESPANTO COMO EL QUE VIVO
COMO EL QUE MUERO, ESPANTO.
Estos versos recorrieron todo el planeta. Y las canciones de Víctor, de amor
y rebeldía, de denuncia y compromiso, siguen conquistando a los jóvenes de
todos los rincones de la tierra.
El oficial fascista que ordenó acribillarlo debió quedar contento con su
crimen, pensando que había silenciado la voz del cantor, sin saber que hay
poetas y cantores como VICTOR JARA, que no mueren, que mueren para vivir, y
que su voz y su canto seguirán vivos para siempre en el corazón de los
pueblos.-
Este es mi testimonio y a ustedes se lo entrego queridos compañeros.-
Boris Navia


(Boris Navia Pérez, Abogado. Casado, 3 hijos. Fue detenido el 12 de
Septiembre de 1973 en la Universidad Técnica del Estado, junto con Víctor
Jara y cientos de profesores y estudiantes. Estuvo detenido en el Estadio
Chile, Estadio Nacional, Chacabuco y Tres Alamos. Recuperó su libertad
después de más de un año como prisionero político y al recuperar su libertad
se dedicó a la defensa de los derechos humanos. Hoy preside el Club de
Amigos de Radio Nuevo Mundo y ejerce su profesión, asesora a la
Confederación Campesina Ranquil, exonerados políticos y otros gremios).-


 

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