sábado, 8 de marzo de 2014

Jorge Lamadrid Mascaró un cubano en Argentina, dos cubanos en Cuba y tres héroes presos en EEUU Embajador cubano en Buenos Aires


 

foto - en su museo de Buenos Aires el Che Guevara muestra los 5 rostros de los héroes.5 Estrellas amarillas en el cabestrillo negro claman por la libertad de todos ellos.

Un reclamo de reparación histórica

 Por Jorge Lamadrid Mascaró *


El regreso a su Patria este viernes 28 de febrero de Fernando González Llort, uno de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos condenados arbitrariamente a largas penas de prisión en Estados Unidos, ha sido motivo de júbilo para sus familiares, su madre y esposa especialmente, sus compañeros de prisión, para las autoridades y para el pueblo cubanos y para todos los que han luchado porque se haga justicia, y pone de relieve al mismo tiempo la magnitud de la soberbia y el odio imperiales hacia Cuba y su invicta Revolución.

La alegría por su ejemplar y largamente esperado retorno, el cariño y la admiración que despierta su inclaudicable firmeza al enfrentarse, junto a sus cuatro compañeros, al brutal ensañamiento de las autoridades estadounidenses y a su obtusa y arbitraria “justicia”, viene acompañada por la indignación que provoca el haber cumplido 15 años, cinco meses y 15 días de ilegal encarcelamiento. La entereza de Fernando se puso de manifiesto a lo largo de esos largos años. Acusado de un supuesto delito menor, su abogado defensor le propuso deslindar su causa de la de sus compañeros, lo que fue rechazado de plano por Fernando. La ambivalencia del regreso fue expresada por él mismo, al afirmar que la felicidad completa llegará cuando los cinco estén libres en su Patria.

Los mundialmente conocidos Cinco Héroes cubanos, Gerardo Hernández Nordelo, Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert y Fernando González Llort fueron apresados por el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos el 12 de septiembre de 1998. Habían llegado al territorio del estado de la Florida con la tarea de infiltrarse en las organizaciones terroristas que pululaban y pululan allí, integradas por elementos recalcitrantes, agentes y ex agentes de la Agencia Central de Inteligencia, terroristas confesos, asesinos, torturadores, esbirros y sus descendientes, de la tiranía batistiana, que habían sido acogidos en 1959 por las autoridades estadounidenses, bajo cuya responsabilidad, con su participación directa o su complicidad manifiesta, se perpetraron cientos de actos terroristas contra Cuba, como consecuencia de los cuales más de cinco mil quinientas familias cubanas sufren la pérdida de 3478 seres queridos y 2099 familiares incapacitados.

La valiosa información recopilada por los cinco luchadores antiterroristas, que prevenía la ocurrencia de nuevas y muy serias acciones terroristas no sólo contra ciudadanos cubanos, sino de Estados Unidos también, que pusiera fin al baño de sangre impuesto, fue entregada oficial y oportunamente a las autoridades estadounidenses. La reacción de éstas, en una actitud que desnuda ante el mundo su vil condición, fue el aprisionamiento de los cinco cubanos, condenados en junio de 2001 a largas, arbitrarias e ilegales condenas, producto de un juicio amañado y violatorio de la propia Constitución de los Estados Unidos. Los terroristas y asesinos, confesos y no confesos, radicados en territorio estadounidense, nunca fueron tocados.

El regreso a la Patria de Fernando González, como antes, en mayo de 2013 de René González, también con el cumplimiento íntegro de la injusta condena impuesta, es un momento especial para agradecer a los miles de ciudadanos argentinos que han batallado y batallan a diario desde hace muchos años, agrupados en torno al Comité Argentino creado al efecto, y al Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba, exigiendo la inmediata liberación de los cinco luchadores antiterroristas cubanos. Esta justa causa, enarbolada por esos miles de argentinos de bien, junto a innumerables personas de buena voluntad en todo el mundo, avanza ahora con más ardor que antes, hasta lograr la liberación de los tres Héroes cubanos que aún guardan prisión. La reparación histórica, liberándolos, es prerrogativa del gobierno de los Estados Unidos. Es el momento de redoblar el reclamo porque la verdad y la justicia se abran paso.


* Embajador de Cuba en la República Argentina.

Carlos Mugica Alejandro Marmo Triple A Lopez Rega Angelelli, Carlos Ponce de León, Gabriel Longueville, Carlos de Dios Murias, Argentina criminal



Un homenaje al padre Mugica      Una escultura de hierro del sacerdote, similar a las de Evita en el edificio de Obras Públicas, se emplazará en 9 de Julio y Arroyo, mirando hacia la Villa 31.

Los automovilistas que transiten la autopista Illia hacia el centro de la ciudad se encontrarán, dentro de dos meses, con una imagen inesperada. En la esquina de 9 de Julio y Arroyo los recibirá una figura de hierro de tres metros, montada sobre una base de hormigón: en rigor, un rostro fácilmente reconocible, con la mirada dirigida hacia la cercana Villa 31 de Retiro y el clergyman que suelen usar los sacerdotes. El monumento, tallado por el artista Alejandro Marmo junto a un grupo de trabajadores metalúrgicos, representará al cura villero Carlos Mugica, de cuyo asesinato por la Triple A se cumplirán 40 años el próximo 11 de mayo.
El reconocimiento a Mugica a través de una obra de arte que pasará a formar parte del patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires, surgió de una iniciativa personal de la presidenta de la Nación. La propia Cristina Fernández, a través del secretario general de la Presidencia, hizo llegar una propuesta a los legisladores porteños del Frente para la Victoria. La iniciativa pretende rendir un homenaje permanente al cura que, proveniente de una familia adinerada, se comprometió con los más pobres, asumió el peronismo con convicción y terminó asesinado por la banda paramilitar que había creado el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega.
La idea debía concretarse en una donación del Estado nacional a la administración porteña. Pero de acuerdo a lo que determina la Constitución local, cualquier donación que reciba la comuna, sea de un particular o provenga de otra jurisdicción, debe ser aprobada en la Legislatura. Y eso fue lo que sucedió ayer, luego de que la titular de la bancada del FPV, Gabriela Alegre, presentara en el recinto el proyecto de ley 3004/2013. Aprobado por 52 votos a favor, ninguna abstención y tres en contra, acepta el donativo, autoriza el emplazamiento de la estatua "en el cantero central de la Avenida 9 de Julio con la intersección de la calle Arroyo", y el cumplimiento en un plazo breve del "procedimiento de doble lectura", que consiste en la realización de una audiencia pública para que opinen los ciudadanos.
El debate en el recinto mostró una coincidencia casi generalizada, con pocas excepciones. La conveniencia de que la ciudad incluya en su patrimonio urbano un reconocimiento a Mugica fue compartida por casi todos los bloques. Sólo votaron en contra los legisladores de izquierda Alejandro Bodart (MST) y Marcelo Ramal (PO), más Pablo Bergel, del bloque Verde Alameda. Plantearon que la mejor reivindicación de Mugica sería la de urbanizar las villas de la ciudad, y que hasta que eso no se concrete, no debería haber homenaje alguno. La respuesta a ese argumento partió, entre otros, de Alegre y del ex canciller Jorge Taiana (ambos del FPV). "Los monumentos nos comprometen con la memoria de la persona homenajeada. Y este homenaje a Mugica nos compromete a trabajar por el derecho a la vivienda y por condiciones dignas de vida para todos los habitantes de las villas de la ciudad", aseguró Alegre en diálogo con Tiempo Argentino. Taiana, quien en su juventud conoció al sacerdote –fue el consejero espiritual de su hermana mayor y su cuñado–, destacó la justicia del reconocimiento. "Es posible que Carlos rechazara el homenaje si estuviera vivo, pero sería un error. Carlos era desprendido, sólo veía su tarea, pero nosotros, como legisladores, sí tenemos la obligación de rescatar su figura, su ejemplo de vida y su compromiso. Tenemos el derecho, y hasta diría el deber, de rescatar su historia para nuestra sociedad y las generaciones futuras", argumentó Taiana en su breve discurso.
El ex canciller recordó cuando visitó al cura villero en la casilla de madera que se había construido en la terraza del departamento familiar de los Mugica, en la Recoleta, y cuando lo llevó a la 31. "No nos olvidemos que tuvo un paso por la función pública. A comienzos del '73, Carlos participa y se va del gobierno porque se pelea con López Rega, una de las razones por las que perdió la vida. Según las investigaciones, lo mataron el comisario (Rodolfo) Almirón y el comisario (Juan Ramón) Morales, que eran los jefes de las Tres A", subrayó Taiana. Consultado por este diario, Marmo, el escultor a cargo de la obra, explicó que "este trabajo, al igual que los murales de Evita en las fachadas del Ministerio de Desarrollo Social, forma parte del movimiento cultural 'Arte en la fábrica', que empecé en los '90, cuando las fábricas se estaban desmantelando: como artista, fui integrando a obreros metalúrgicos que eran expulsados de su empleo. Son trabajadores de fábricas recuperadas construyen, o participan en la construcción, de los íconos del Bicentenario Argentino, de personalidades destacadas por su compromiso social y su trabajo pastoral, como Carlos Mugica", evaluó Marmo. En los últimos años, el escultor trabajó junto a metalúrgicos de las cooperativas de trabajo ex SIAM, ex Coventry y Los Constituyentes.

El asesinato
A 40 años
El escultor Alejandro Marmo, a cargo de la obra, explicó que será inaugurada el 11 de mayo próximo, en ocasión de cumplirse 40 años del crimen de Mugica por la Triple A.

Obispos, sacerdotes, monjas y laicos asesinados  

Entre los religiosos católicos, también hubo víctimas del terrorismo de Estado

·          

Memoria Verdad y Justicia - TélamLa Masacre de San Patricio, los asesinatos de los obispos de La Rioja, Enrique Angelelli, y de San Nicolás, Carlos Ponce de León, y del padre Carlos Mugica, y los sacerdotes conocidos como "mártires de El Chamical", son algunos ejemplos de la persecución del gobierno militar a aquellos religiosos católicos que trabajaban para la gente humilde.

Si bien la jerarquía de la Iglesia católica fue cómplice del régimen militar hubo una minoría llamados los “curas rojos” o comunistas que luchó contra las atrocidades que se cometieron. Este grupo se caracterizó por la expresa condena a las violaciones de los derechos humanos, la participación en manifestaciones, cartas y homilías públicas contra el accionar represivo, las denuncias al exterior y el acompañamiento a los familiares de desaparecidos.

Según el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, al menos dieciocho sacerdotes fueron asesinados o figuran como desaparecidos, otros diez curas estuvieron presos en la dictadura; treinta fueron secuestrados y derivados a los centros clandestinos de detención y luego liberados; once seminaristas fueron asesinados o figuran como desaparecidos y se cree que son más de medio centenar los católicos laicos víctimas de la represión ilegal.
  
El primer religioso asesinado fue el padre Carlos Mugica quien fue ametrallado el 11 de mayo de 1974 en esta Ciudad, todavía durante el gobierno de Estela Martinez de Perón, y cuando la Triple A realizaba la persecución para eliminar a la “guerrilla”.

Ya bajo la dictadura militar, las primeras víctimas de la Iglesia aparecieron en la provincia de La Rioja. El 18 de julio de 1976, el párroco francés Gabriel Longueville y el sacerdote Carlos de Dios Murias fueron secuestrados en la parroquia El Salvador, de El Chamical, y sus cuerpos fusilados, con los ojos vendados, aparecieron en un descampado al sur de la ciudad. Hoy el sitio se denomina "Los Mártires" y un oratorio honra sus memorias.

El ex titular del tercer cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, es uno de los principales imputados en la causa por el asesinato de los sacerdotes Murias y Longueville, cuyo juicio iba a comenzar el 15 de marzo y fue postergado. Paralelamente, se instruye también en el Juzgado Federal de La Rioja la investigación por la muerte, en un accidente automovilístico confuso, del obispo de La Rioja monseñor Enrique Angelelli, ocurrida el 4 de agosto también de 1976. Angelelli viajaba a Buenos Aires en una camioneta con la denuncia sobre el secuestro y homicidio de los dos sacerdotes. El obispo riojano no desconocía su situación, por lo que en más de una oportunidad puso a disposición de las más altas
autoridades eclesiástica su renuncia.

“Es hora de que la Iglesia de Cristo en la Argentina discierna a nivel nacional nuestra misión y no guarde silencio ante hechos graves que se vienen sucediendo”, decía Angelelli en una carta a su confidente, Monseñor Zaspe, en abril de 1976. Y agregaba: “O nos respaldamos en serio o que se busque otro pastor para esta diócesis”.

Los religiosos palotinos Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, fueron asesinados en la madrugada del 4 de julio de 1976 por un grupo de tareas que ingresó por la fuerza a la iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano. Los religiosos fueron sorprendidos mientras dormían, atados y golpeados y luego ejecutados por la espalda. Unas horas más
tarde, un hombre que cada domingo tocaba el órgano durante la misa halló los cadáveres acribillados -algunos habían recibido más de 60 balazos- junto a la leyenda "Esto les pasa por envenenar la mente de la juventud". La conocida como "Masacre de San Patricio" nunca fue esclarecida, aunque algunos testigos coincidieron en que los autores pertenecían a un grupo de tareas de la ESMA, el principal centro de detención y torturas de la dictadura.
  
En tanto, monseñor Carlos Ponce de León, obispo de San Nicolás de los Arroyos, también fue asesinado en un supuesto accidente el 11 de julio de 1977. Aquel día se dirigía a la Capital Federal para entregar a la nunciatura documentación relativa a la represión ilegal implementada en la provincia de Santa Fe.
La documentación desapareció luego del supuesto accidente y según el relato de un colaborador del obispo, en una reunión luego del entierro de Angelelli, Ponce de León había comentado: “Ahora me toca a mí”.

Uno de los casos que tomó más trascendencia a nivel internacional fue el de las monjas francesas de las Misiones Extranjeras, Alice Domon y Léonie Duquet, cuya desaparición ocurrió en diciembre de 1977, junto a denominado grupo de la Iglesia de la Santa Cruz que integraban las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.  Por la desaparición de las Domon y Duquet, antes de que se anularan las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en la Argentina, la Justicia francesa condenó a cadena perpetua al represor de la Armada Alfredo Astiz, quien por estos crímenes hoy sí es juzgado en nuestro país.
  
Hasta ahora, el único miembro de la Iglesia que fue sentenciado en firme por violaciones a los derechos humanos, es el ex capellán de la policía bonaerense, Christian Von Wernich.