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museo interactivo. Fotos, posters, numismática, filatelia, escultura. Recupera al Che Guevara para inconsciente colectivo argentino. Promueve donación células Madre, sangre y órganos. Solidarios con dolor ajeno, prevención delito, violencia familiar, calle Rojas 129 y Yerbal, Caballito, CABA Bs As 1405 AAC Argentina - lunes a viernes 10 a 19 hs eladiogonzaleztoto@fibertel.com.ar tel 5 3720744 Gracias a "Bagatela" compraventa que nos subvenciona conexión internet y lugar de exposición.
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"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos.
Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente.
Nada grande se puede hacer con la tristeza."
ARTURO JAURETCHE
Fecha: 24 de abril de 2012
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Argentina Justa, Libre y Soberana.
25 de abril de 2012
El magnicidio fue un golpe de Estado por Gabriel Molina Franchossi
El crimen de Dallas, en el que aún se pretende involucrar a Cuba, fue en realidad la consumación del golpe de Estado que tramaban altos jefes militares de la CIA y otros ultraconservadores.
Este magnicidio no solo afectó a Estados Unidos, sino en una sorprendente medida a Cuba y a todo el orbe. A casi 50 años del asesinato de J. F. Kennedy, cuando la dramática relación cada día se hace más presente en el panorama mundial contemporáneo, la CIA pretende postergar otro cuarto de siglo la desclasificación de algunos documentos que aún esconde sobre el crimen del 22 de noviembre de 1963. Parte de esa estrategia la constituye el libro Los secretos de Castro, de Brian Latell, oficial para América Latina de la CIA de 1990 a 1994, quien tras participar en operaciones de la agencia contra la Isla desde los años sesenta, trata de disfrazar el más escandaloso complot del siglo XX.
Al día siguiente del magnicidio, el Presidente Fidel Castro fue probablemente el primero en denunciar el asesinato como una conjura, cuando compareció en la televisión cubana: "Nosotros podemos decir que hay elementos dentro de los Estados Unidos que defienden una política ultrarreaccionaria en todos los campos, tanto en el de la política internacional como en el de la política nacional. Y esos son los elementos llamados a beneficiarse de los sucesos que ocurrieron ayer en los Estados Unidos.
El líder cubano leyó uno de los primeros despachos noticiosos: "Dallas, noviembre 22, (UPI).—La policía detuvo hoy a Lee H. Oswald, identificado como el Presidente del "Comité del Juego Limpio con Cuba" como principal sospechoso en el asesinato del presidente Kennedy. Cuatro días después del asesinato, el 27 de noviembre, analizó la teoría de Oswald como tirador único, y sus alegadas simpatías "castristas" que en esos iniciales momentos nadie cuestionaba. Citó a Hubert Hammerer, campeón olímpico de tiro, quien declaró inverosímil que un tirador equipado con una carabina de repetición con teleobjetivo pueda dar en el blanco tres veces seguidas en el espacio de cinco segundos, cuando dispara contra un blanco que se desplaza a una distancia de 180 metros, a una velocidad de 15 kilómetros por hora". Basándose en sus experiencias en la Sierra Maestra, con fusiles de mirilla telescópica como el que dijeron usó Oswald, Fidel añadió: "Una vez que se dispara el blanco se pierde —por efecto del disparo— y es necesario volver a encontrarlo rápidamente (...) con ese tipo de arma es realmente muy difícil hacer tres disparos consecutivos. Pero sobre todo difícil dar así en el blanco. Casi imposible". (1)
Fidel analizó cómo Kennedy era empujado hacia la guerra por los círculos más reaccionarios con fuertes campañas, leyes y resoluciones en el Congreso, empujando al gobierno, por lo que ellos calificaron en 1961 como la debacle de Bahía de Cochinos, hasta poner al mundo al borde de una guerra nuclear, la Crisis de Octubre. El entonces Primer Ministro de Cuba se refirió también a las actitudes de Kennedy respecto a los derechos civiles, como la segregación y la discriminación racial, y a la política de coexistencia pacífica que avanzaba con Jruschov. Estas acciones desataban insospechadas fuerzas contra el Presidente e hizo pensar que el asesinato del presidente Kennedy era la obra de algunos de los elementos inconformes con su política, en particular respecto a Cuba que no consideraban suficientemente agresiva, pues se resistía a autorizar una intervención militar directa.
El líder cubano se refirió a evidencias de que si Oswald "hubiese sido el verdadero asesino, estaría claro que los autores intelectuales del asesinato estuvieron preparando la coartada cuidadosamente. Enviaron a este individuo a solicitar visa de Cuba en México. Imaginen... que el Presidente de Estados Unidos resultara asesinado por ese individuo cuando acababa de regresar de la Unión Soviética, pasando por Cuba. Era la coartada ideal (...) para meterle en la cabeza a la opinión pública norteamericana la sospecha de que había sido un comunista o un agente de Cuba y de la Unión Soviética, como dirían ellos". (2)
En 1978 se demostró que Fidel tenía razón. El Comité Selecto del Congreso de Estados Unidos que investigó el asesinato, concluyó: "El Comité considera la posibilidad de que un impostor visitó la embajada soviética o el consulado de Cuba, durante uno o más de los contactos en los cuales Oswald fue identificado por la CIA en octubre de 1963". (3) El documento del Comité llega a la conclusión de que no tenía nada que ver con Oswald, porque mientras este era más bien pequeño y delgado, el individuo de la foto era de "complexión atlética, de 6 pies de estatura y medio calvo". (4)
La sospecha había comenzado en parte cuando el FBI presentó a la madre de Oswald Ia supuesta foto de su hijo. Ella declaró que no era de Lee, sino de Jack Ruby, el autor de su muerte. De hecho no había ninguna semejanza —agregaba el informe del Comité—, el hombre de la foto no era ni Oswald ni Ruby. El FBI también lo negó. En un memorándum al Servicio Secreto consignaba: "Estos agentes especiales (del FBI) son de la opinión que el individuo de referencia en la foto no es Lee Harvey Oswald".
Fidel tenía sobradas razones para alarmarse con las insinuaciones y acusaciones, típica estrategia de la CIA. Aun ahora, Latell trata de alejar las sospechas sobre los verdaderos responsables del crimen, intenta hacer renacer el infundio de la Compañía contra Cuba y de negar que hubo un complot de quienes "defienden una política ultrarreaccionaria". La teoría del tirador solitario es esgrimida no solo en el caso de Oswald en 1963, sino también en el de Sirhan H. Sirhan, presunto asesino de Robert Kennedy en 1968, en el propio momento en que fue elegido candidato contra Richard Nixon, ya sospechoso del magnicidio. La verdad ha ido develándose poco a poco desde entonces. Los últimos detalles fueron conocidos en el 2005 a través del libro del investigador David Talbot: Brothers. The hidden history of the Kennedy years (Hermanos. La escondida historia de los años de los Kennnedy), con su sensacional revelación de que Robert fue probablemente asesinado cuando admitió que de ser elegido presidente, lo cual estaba prácticamente cercano a conseguir, reabriría el amañado proceso.
Latell se refugia en la desprestigiada teoría del Asesino único de la Comisión Warren que creó Johnson para investigar el asesinato, al suceder a JFK en la presidencia. Una de las últimas y más contundentes refutaciones la constituye la nota enviada el 8 de noviembre de 1963, 15 días antes del atentado por Oswald a Howard L. Hunt, también sospechoso de participar en el magnicidio y famoso organizador del allanamiento de los "plomeros" del Watergate "Me gustaría que me diese información sobre mi posición. Lo estoy pidiendo solo por informarme. Sugiero que discutamos todo el asunto antes de que sea tomado cualquier paso por mí o por alguien más. Gracias a Ud. Firma, Lee Harvey Oswald. (5)
El investigador Paul Kangas explica que la carta de Oswald fue obtenida por el escritor y periodista Jack Anderson en Nueva Orleans, donde estaba viviendo el "tirador solitario" con Clay Shaw, los cubanos Félix Rodríguez, Bernard Barker y Frank Sturgis, también investigados por el Comité Especial del Congreso y el juez Jim Garrison. Anderson afirma en un video que Hunt y Shaw pidieron a Oswald reunirse con ellos para planear la posición que ocuparía en Dallas durante el atentado. Al no recibir respuesta de Hunt, Oswald dijo a James Hosty, agente del FBI que lo atendía que Hunt y un manojo de cubanos de la oficina CIA de Miami, estaban planeando matar a Kennedy en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. Según Kangas, Hosty envió un telex a Hoover, director del FBI para informarlo y este lo reenvió a sus agentes en el país.
El juez Garrison narra que Waggoner Carr, fiscal general de Texas, entregó a la Comisión Warren en una sesión secreta celebrada el 22 de enero de 1964 pruebas de que Oswald era el informante secreto del FBI No. 179, con un salario de 200 dólares al mes, desde 1962. Las pruebas fueron entregadas a Carr por Allan Sweat, jefe de la división criminal de la oficina del sheriff de Dallas y publicadas por el Philadelphia Inquirer, el Houston Post, yThe Nation, pero la Comisión Warren no citó a declarar ni a Sweat ni a los periodistas que redactaron las noticias. Garrison admite que si Oswald era informante del FBI en Dallas y Nueva Orleans, se puede creer que su trabajo consistía en introducirse en organizaciones como Juego Limpio para Cuba y el aparato de Guy Bannister para matar al presidente. "La pregunta que me atormentaba y que tal vez atormentó a Oswald era: si la policía de Dallas, la oficina del sheriff, el Servicio secreto, el FBI y la CIA estaban potencialmente implicados en la conspiracion, ¿quiénes eran las autoridades adecuadas?" (6)
Cuando Robert Blakey, jefe de los investigadores del Comité Selecto de la Cámara, montó en cólera al saber en 1990 que el recién fallecido George Joannides (oficial de la CIA que fue asignado por la agencia para informarlo sobre el asesinato de Kennedy), le ocultó que había trabajado estrechamente en Nueva Orleans desde antes del crimen con Oswald y con el grupo terrorista denominado Directorio Revolucionario Estudiantil, lo consideró una obstruccción de la justicia y ahora no cree nada de lo que dijo la CIA al Comité.
No es raro que la Comisión Warren eludiera buscar la verdad; no en balde la presidía el congresista Ed Ford, un hombre de Nixon, también sospechoso. Allen Dulles, el omnipotente jefe de la CIA, manipulaba a los miembros nombrados por Lyndon Johnson, nuevo Presidente por obra y gracia del original golpe de Estado que fue en la práctica el asesinato de los hermanos Kennedy.
(1) Diario Revolución. 28 de noviembre de 1963.
(2) Ibidem.
(3) The Final Assasinations Report of The Select Committee on U:S House of Representatives. Bantam Book. New York. 1979, p.320
(4) Ibidem.
(5) Granma, 13 de abril de 2012, p. 9.
(6) Jim Garrison. JFK Tras la pista de los asesinos. Ediciones B. Barcelona, 1988, pp. 296 a 301
NOTA:
Hoy se publicará en las redes sociales de HERMES, una entrevista especial con el periodista cubano residente en los Estados Unidos de América, Andrés Gómez, director de la Revista Areito, miembro fundador de la Brigada Antonio Maceo, miembro del Comité Internacional Técnico Asesor del Proyecto HERMES y destacado activista social.
Nuestro Servicio de InfoCom tratará de hacer un envío especial -por esta vía- con dicha entrevista, a todos los suscriptores del Boletín
Roberto Domínguez Lima
Coordinador General del Proyecto HERMES
http://www.auto-hermes-sxxi.net/index.html
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EMILIO MARÍN
El rey Juan Carlos atraviesa una racha negativa, de la que no puede echarle la culpa al azar, sólo a sí mismo.
Primero, se le ocurrió ir a cazar elefantes a un país africano, Botswana, justo en medio de la más brutal crisis económica de España. Su ejército de desocupados supera los cinco millones de personas y se acerca al triste récord argentino (menemista, para más datos) de 25 por ciento sin empleo.
Eso y decir "a mí qué me importa" lo que pase al pueblo que me paga un generoso estipendio anual y me mantiene como un verdadero zángano, con toda la parentela, era lo mismo. La suya no fue una expedición modesta ni ecológica.
Modesta no, porque supone un gasto de 40.000 euros, lo que un científico que le dirigió una carta abierta de tono crítico percibe en dos años de trabajo.
Los defensores del monarca, esos que consumen líneas de "Hola" y otras yerbas, adujeron que el Borbón no había puesto un euro porque había sido invitado de ejecutivos de varias multinacionales y bancos. En la supuesta lista de cazadores VIP figuran directivos del Deutsche Bundesbank, Dresdner Bank, VW Group, la BMW y Krauss Maffey. La defensa monárquica asegura que el raid de fusilería no implicó gasto a España, pero al dar esos nombres de los acompañantes el rey quedó más complicado políticamente. La invitación a Botswana fue de Mohamed Eyad Kayali, el representante de la corona saudita. Los españoles de a pie sufrían la crisis y él se iba con empresarios Top que fueron algunos de los que provocaron ese drama.
Ecológica tampoco fue la escapada, pues las fotografías del rey con un fusil en la mano, con otro acompañante también armado del mismo modo, con un elefante atrás que ha estirado la pata, es cualquier cosa menos ecológica.
Encima se nota que el hombre ya está viejo para estas actividades, pues se lesionó la cadera y tuvo que ser trasladado vía aérea para su curación. Más gastos que uno puede adivinar a qué caja fue imputada: la de la corona española. Ésta, igual que la de Isabel II del Reino Unido, por ejemplo, son modelos de parasitismo, y todo el mundo sabe que son sostenidas por la población.
Se estima que la corte de Juan Carlos recibe del presupuesto estatal casi 10 millones de euros para el sostén de su poca agitada vida, al menos en lo que tiene que ver con representar algún papel positivo en la vida política. Ya se verá que este monarca, tan elogiado en años anteriores, no juega a favor de la democracia, la economía, los recursos naturales, la ecología, etc., ni en la península ni en el resto del mundo. Y sino, se puede preguntarles a los elefantes africanos…
Lo que sí parece ser muy agitada, pese a su edad, es su actividad amorosa. Hasta la CNN mencionó que una de sus tantas amantes, presente en el safari, era la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein. En el colmo de las exageraciones, dijeron que Juanito había tenido 1.500 amantes a lo largo de su reinado. ¿Tantas mujeres? Debe ser un chiste de gallegos.
Ni elefantes ni osos ni nada
El rey español fue apremiado por las críticas del espectro social. Algunos representantes recomenzaron con antiguas proposiciones de que abdicara y otros, más democráticos, replantearon que haya una república: basta de palacio de la Zarzuela, por un lado, y de la Moncloa, por el otro. Que los Borbones se vuelvan a París, si los reciben, y que doña Sofía regrese a Grecia, si puede y si la dejan.
En ese momento, cascoteado por su vagancia y tiroteos contra especies protegidas en África, el monarca pidió perdón a la audiencia. "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir" expresó. Sólo los tontos admitirían esa liviana autocrítica, "pour la galerie" (léase para la tribuna).
Es que este señor ha cazado osos atontados con alcohol y miel en Rusia, otros nueve ejemplares en Rumania y así de seguido en otras expediciones. Pero la culpa no es del chancho rey sino del español medio que le da de comer. Es que recién ahora, luego del caso de África, han salido a recoger firmas, dicen que en días obtuvieron 40.000, para pedir que la ambientalista WWF España (la sección española de World Wildlife Found) separe al rey. Aún hoy el gilipollas con fusil es el presidente de honor de esta organización de conservación de la naturaleza.
Después de tantas escapadas para matar elefantes y otros animales, el que le crea que será la última vez a los tiros suena tan estúpido como si su esposa Sofía le creyera que será el fin de la colocación de cuernos.
A propósito, la institución de la monarquía demuestre también en este aspecto lo fosilizado y cínico que es. Es que si entre Juan Carlos y Sofía hubiera un matrimonio común y corriente, se habrían podido separar civilizadamente hace mucho tiempo, sin tantas mentiras ni corsé monárquico.
Claro que un grave inconveniente, incluso en ese hipotético divorcio normal, habría sido la forma de distribución del patrimonio. Cuando hay mucho dinero en juego, todo resulta más complicado. Y en este caso hay bastante: 1.790 millones de euros, que ubican al monarca como uno de los cien mayores millonarios de Europa, según la revista Forbes. Euro Business pone al monarca entre los seis reyes más ricos del viejo Continente.
Este septuagenario tampoco hizo la plata trabajando, diría Luisito Barrionuevo. Y su preocupación por dar una imagen familiera y honesta se da de bruces con el escándalo de su hija, la infanta Cristina y su esposo Iñaki Urdangarín. Este último está acusado en la causa Nóos, un instituto sin fines de lucro que habría servido para colectar fondos de entidades estatales y privadas derivadas a empresas y cuentas bancarias propias, por varios millones de dólares.
Juan Carlos decidió en diciembre último que Iñaki no aparecería en fotos oficiales de familia pues su conducta parecía "no ejemplar". Entonces él tampoco debería aparecer.
¿Por qué no te vas?
Como los reyes tienen coronita, Iñaki fue procesado pero la infanta Cristina no. Y por supuesto, hasta que un movimiento social y político como el que puso a Luis XVI ante la hoja afilada no ponga al Borbón ante una opción de renuncia y fuga, tampoco éste será citado a la justicia.
Y en estos años bien que hubo motivos para que compareciera. Sin ir más lejos los escándalos empresarios de Rumasa y Banesto fueron causados por empresarios como Mario Conde, en el segundo caso, que tenían públicas relaciones con el monarca, habiendo aportado a su caja.
Se considera probado que en 1977 el Borbón no tuvo empacho en dirigir una carta al ultrarreaccionario Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, pidiendo una contribución de diez millones de dólares para sostener su naciente reinado. Y que los recibió, como para seguir empobreciendo a la población iraní (por algo al año siguiente hubo una revolución islámica).
También se reprocha a la corona haber recibido cien millones de dólares de la monarquía kuwaití, durante la agresión norteamericana contra Irak. Habría sido el precio puesto por la Zarzuela para que los aviones de EE UU usaran a voluntad los aeropuertos y bases en la península.
Incluso sus iniciativas políticas y diplomáticas, como las Cumbres Iberoamericanas comenzadas en 1992 en Guadalajara, México, no tuvieron ni pizca de bondad. Eran la cobertura para la mesa de negocios de Banco Santander, Telefónica, Repsol, BBV y otros pulpos, que los argentinos han sufrido en carne y patrimonio propio.
La reciente iniciativa argentina para recuperar el 51 por ciento de manos de Repsol se fundamentó, entre otras razones, en el giro del grueso de las utilidades a Madrid por parte de una petrolera que aquí no invertía más que pequeñas cantidades. Y con los dólares ganados en Argentina, el titular de la compañía, Antonio Brufau, invertía en Brasil, Libia, Marruecos, Golfo de México, Colombia, etc.
De ese saqueo era parte el rey de España, el bonachón que acudía a las citas a hacer vida social y, ahora se sabe mejor, a escaparse de la que juzgaba como aburrida Sofía. Sin embargo, aún en esas ocasiones, no todo fueron fotos y palabras amables. La crisis mundial metió la cola en esas cumbres y en una de ellas, en Santiago de Chile, el rey se desubicó y gritó, tan reaccionario como es, frente a palabras certeras y educadas que iba hilvanando Hugo Chávez.
El venezolano estaba criticando al fascista José María Aznar y su complicidad frente al golpe de Estado en Caracas, en abril de 2002, cuando el Borbón no aguantó más y le gritó "¿por qué no te callas?".
Fue en la XVII Cumbre Iberoamericana, el 10 de noviembre de 2007, y comprobó que, con tal de defender a los fascistas y por elevación al mismísimo Francisco Franco al que le debe su trono, el rey no trepidaba en violar las pautas de la diplomacia. Le disparó al presidente venezolano con odio de clase, y munición gruesa e irrespetuosa, igual que al elefante de Botswana.
Bush, Reagan, Carter, Ford, Nixon
cinco culpables de vejar al mundo libres de culpa y cargo,
Mantienen a cinco héroes cubanos presos en las cárceles
de su país colonialista. ¡¡ Liberen a los presos en Guantánamo
dejen de torturarlos y DEVUELVAN GUANTANAMO A SUS
ORIGINALES DUEÑOS el revolucionario Pueblo Cubano.
Eladio González toto director Museo Ernesto Che Guevara.
24 de abril de 2012
George H. W. Bush y Richard Nixon estaban en Dallas el día del asesinato de John F. Kennedy (JFK), un año después de la Crisis de los cohetes. Sin embargo lo niegan o "no recuerdan."... Pero Paul Kangas y otros investigadores han revelado evidencias de que ambos estaban en esa ciudad de Texas aquel día. Y que conocían del magnicidio
Por Gabriel Molina -George H. W. Bush y Richard Nixon estaban en Dallas el día del asesinato de John F. Kennedy (JFK), un año después de la Crisis de los cohetes. Sin embargo lo niegan o “no recuerdan.”
Brian Latell, alto oficial de la CIA, publicó en estos días el libro The Castro secrets, para dar pie en el Miami Herald a un insidioso título de Glenn Garvin ¿Sabía Castro que iban a matar a Kennedy? Medios como Life y Le Monde Magazine lo reproducen.
Ni Latell ni Garvin preguntaron dónde estaban Nixon y Bush el 22 de noviembre de 1963. Otros sí lo han hecho y ambos políticos contestaron que no recuerdan. Pero Paul Kangas y otros investigadores han revelado evidencias de que ambos estaban en esa ciudad de Texas aquel día. Y que conocían del magnicidio.
Una de las evidencias es un memorándum de Edgar Hoover, director del FBI, donde se revela que George Bush, oficial de la CIA, informó el 23 de noviembre de 1963 cómo estaban reaccionando contra Kennedy los exiliados cubanos. Bush alegó que era otro oficial con el mismo nombre, pero dejó la impresión de que el FBI sabía lo que estaba diciendo. Fletcher Prouty, exoficial de enlace de la CIA, declaró que Bush —ya alto oficial de la agencia en 1960 aunque también lo negaba— tuvo a su cargo la organización de la invasión de Bahía de Cochinos y se ocupó de reclutar los cubanos después sospechosos para el Comité investigador del Congreso de Estados Unidos por el asesinato de JFK.
Ver: Asesinato de Kennedy o Golpe de Estado Encubierto
Carl Freund, del diario Dallas Morning News, entrevistó a Nixon el propio día del magnicidio. El autor intelectual del famoso Watergate aseguró allí que Kennedy excluiría a Lyndon Johnson como Vice de la candidatura en 1964 y arremetió contra el Presidente por las demostraciones raciales: “ofreció más de lo que puede realizar”, dijo. El diario agregó que Nixon asistía allí a una reunión de la compañía Pepsi Cola y se hospedó en el hotel Baker. The Dallas Times Herald publicó la víspera del magnicidio una foto tomada en Dallas de Nixon y Donald Kendall, presidente de la Pepsi Cola. Ante las pruebas documentales, Nixon admitió que estuvo allí invitado por Kendall. Kangas refuta que Nixon haya abandonado esa ciudad antes, pues “los documentos del Aeropuerto muestran que se marchó después del asesinato”. (1)
En 1991, el agente CIA Chauncey Holt dijo a la revista Newsweek que Kendall era considerado por la agencia como sus ojos y oídos en el Caribe. La CIA es la clave de esa estrecha relación entre el empresario y el político. En Cuba, la Pepsi tenía una fábrica y una plantación que fueron nacionalizadas.
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El investigador Carl Oglesby ubica a Nixon junto al vicepresidente Johnson en una fiesta en Dallas la víspera del crimen, conceptuada como coordinación final del magnicidio. En círculos del gobierno y de íntimos de los Kennedy se conocían en 1963 los crecientes enfrentamientos con Johnson. Se aseguraba que iban a denunciar sus corruptas conexiones y dejarlo fuera de la candidatura para los comicios de 1964. Se hablaba también de procesarlo.
El libro El último testigo recoge las confesiones de Billie Sol Estes, un millonario financiero ligado al político texano, sancionado por los tribunales después de ser investigado por Robert Kennedy, entonces Fiscal General. Estes dijo que Johnson le obligó a silenciar los negocios sucios que hacía para ambos. “Según Madeleine Brown, íntima amiga de Johnson, el Vicepresidente asistió con ella el 21 de noviembre a la soirée privada en casa de Clint Murchinson, magnate petrolero de Dallas, donde pronunció una frase enigmática: ‘A partir de mañana esos malditos Kennedy no serán más un problema’”. (2)
Oglesby denuncia en The Yankee Cowboy War la presencia en esa fiesta, además de Johnson y Nixon, de J. Edgar Hoover, director del FBI; Allen Dulles, exdirector de la CIA; el millonario petrolero H.L. Hunt; John Connally, exgobernador de Texas; el general Charles Cabell y su hermano Earl, personajes que odiaban a JFK.
El Presidente había cesanteado el 1ro. de febrero de 1962 a Cabell como subdirector de la CIA. El general había tratado de obligar a Kennedy el 19 de abril de 1961 a autorizar el empleo de los cazas de un portaviones estacionado cerca de Cuba que, según él, podían cambiar el curso de la invasión de Girón en unos minutos. Los jefes del Pentágono, encabezados por Lemnitzer y Walker y los de la CIA, en especial Dulles y Cabell, prácticamente se insubordinaron y siguieron tratando de provocar una intervención militar directa contra Cuba. Por esas razones fue muy sospechosa la decisión del hermano del general Cabell, quien en su condición de alcalde de Dallas desvió el tránsito de la caravana del Presidente, que venía por la calle Mayor hacia el centro de la Plaza Dealey para seguir hacia la autopista Stemmons, como estaba previsto en el plan original. “En la calle Mayor, continuando por el prado abierto no hubieran podido alcanzarle (los disparos)… en el último momento cambiaron la ruta prevista del presidente de Estados Unidos para hacerla pasar por donde está el almacén”. (3) Por ese cambio que introdujo Cabell, doblaron hacia abajo en la calle Houston para hacer un giro de 120 grados que obligó a reducir la velocidad hasta unos 15 kilómetros por hora y tomar hacia la calle Elm, donde se encuentra el almacén y un montículo de hierba. Este dramático giro facilitó la tarea a los asesinos de Kennedy allí emboscados.
Latell y Garvin debieron formular esa pregunta sobre todo a George H. W. Bush, uno de los pocos sospechosos sobrevivientes del crimen. La infatigable labor de los investigadores ha dado lugar a nuevos hallazgos que involucran en el complot del magnicidio a Nixon y también a Lyndon Johnson, sustituto de JFK, la persona más beneficiada con el asesinato.
Tras el asesinato de Robert Kennedy en 1968, Nixon fue elegido Presidente y continuó con sus tretas que le ganaron el mote de Dirty Dick (Ricardito el sucio). Un grupo de agentes y oficiales de la CIA, disfrazados de plomeros, se introdujeron, por encargo de Nixon, en el local del partido demócrata en el edificio Watergate, enclavado en Washington. En principio se pensó que el objetivo era buscar información para perjudicar a George McGovern, quien aspiraba a la presidencia, pero en realidad el asunto era mucho más grave y sucio. El 23 de junio de 1972 el Presidente Nixon trataba de atajar la investigación del Watergate a cargo de oficiales del FBI como Mark Felt, quien recientemente resultó ser “Garganta Profunda”, el informante secreto del diario The Washington Post, que contribuyó a esclarecer los hechos.
En los primeros días del escándalo, Nixon hizo que su ayudante John Ehrlichman llamase a la Casa Blanca a Patrick Gray, director del FBI en sustitución de Edgar Hoover y le advirtiese que seis files escritos por Hunt en poder del FBI eran dinamita política y no deberían ver la luz del día. Gray se llevó los seis files a su casa y los quemó. Eso mismo hizo John Dean, consejero del presidente, con el diario de Hunt. Pero las grabaciones de los diálogos en la Casa Blanca, revelaban la causa del desvelo de Nixon por la detención de Hunt y el resto de los implicados. Trataba de esconder que la operación expondría la conexión con el asesinato de Kennedy y accedió a que entregasen a Hunt un millón de dólares. Temeroso por las posibles consecuencias de la trampa, Nixon exigía a su jefe de personal, H.R. Haldeman, presionar a sus compinches de la CIA George Bush, Richard Helms y Vernon Walters: “Mira, el problema es que esto abrirá el agujero completo de la Bahía de Cochinos”. (4) “Nosotros protegimos a Helms en un montón de cosas —expresaba Nixon—. Bush hará cualquier cosa por nuestra causa”. (5)
La apasionada agitación con que reaccionó Helms, gritando que no tenía nada que ver con la Bahía de Cochinos, llenó de asombro a Haldeman. El hombre de confianza del Presidente realizó la tarea encomendada, pero el escándalo había avanzado demasiado por las revelaciones de las grabaciones en La Casa Blanca y se vio obligado a informar a Nixon que ya no podían hacer nada.
En su posterior libro Los Fines del Poder, Haldeman confiesa que Nixon siempre que se refería al magnicidio lo disfrazaba como el asunto de la Bahía de Cochinos. Las grabaciones están llenas de esas referencias. Uno de los ladrones disfrazados de plomeros, Frank Sturgis, confesó cinco años después cuál era la motivación tan poderosa que inquietaba a Nixon: “la razón para penetrar en el hotel Watergate era las fotos sobre nuestro papel cuando el asesinato de Kennedy”. (6) Los “plomeros”, todos oficiales y agentes de la CIA, eran E. Howard Hunt, quien encabezaba el grupo; James W. McCord Jr. y los cubanos Virgilio R. González, Bernard L. Barker y Eugenio Martínez, participaron de un modo u otro en la invasión por Girón. Y salvo McCord, fueron investigados por el magnicidio.
En sus memorias, Espía Americano, Hunt manifiesta que William Harvey, colocado por la CIA a la cabeza de la Fuerza de Tarea W, a fin de dirigir los complots para asesinar a Fidel, pudo haber jugado con David Morales, el más reconocido asesino dentro de la CIA, el rol principal en organizar el asesinato de Kennedy. En el año 2004 Hunt dictó otras revelaciones en un video a su hijo St. John, quien se lo había pedido cuando sintió cercano el deceso de su padre por un cáncer. Hunt manifestó que Frank Sturgis, uno de los “plomeros” de Watergate, lo invitó a una reunión clandestina de la CIA en la cual estaba presente Morales y discutieron sobre el gran evento, que después supo era un complot para asesinar a Kennedy. Hunt admitió crípticamente que participó, pero “como un jugador de reemplazo”, pues tenía reparos.
El diario Nuevo Herald, al comentar el libro de Latell, trató de exonerar a la CIA y los grupos mafiosos y otros intereses espúreos por la invasión de 1961, la Crisis de los cohetes en 1962 y el asesinato de Kennedy, acontecimientos ligados como vasos comunicantes.
La tesis principal de Latell es la del asesino único: Lee Harvey Oswald, ligado a Cuba. Este fue precisamente la primera prueba de que hubo una conspiración oficial. Ese complot merece otro análisis.
Notas
(1) The Realist No.117, verano de 1991, p.7.
(2) William Reymond. JFK, Le dernier temoin. Editions Flammarion. París. 2003. pp 259
(3) Jim Garrison. JFK Tras la pista de los asesinos Ediciones B S.A. Barcelona1992, p. 145
(4) Stanley I. Kutler (ed.) Abuse of Power Simon and Schuster, New York. 1997), pp. 67-69
(5) San Francisco Chronicle, mayo 7 de 1977.
(6) Ibid.
Fuente Contrainformación
NOTAS:
-El Servicio de InfoCom en su Boletín Internacional ha comenzado a transmitir la Sección "Podcasts recomendados"; la primera recomendación corresponde al Programa "Así de simple" de la Radio del Sur (Venezuela), que conduce el amigo Jean Araud, miembro fundador de "Trincheras amigas", con quienes estabelcimos -desde hace algún tiempo-, una alianza estratégica
-Complaciendo solicutudes de algunos suscriptores del Boletín Internacional, hemos reincorporado -con dificultades- las transmisiones del Programa de Venezolana de Televisión "Dossier", que conduce ese extraordinario comunicador, Walter Martínez.
Saludos
Roberto Domínguez Lima
Coordinador General del Proyecto HERMES
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De: Diario EL VIGÍA [mailto:avellaneda@agenciaelvigia.com.ar]
Enviado el: Martes, 24 de Abril de 2012 10:41 p.m.
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