jueves, 24 de julio de 2014

Caballito Rodolfo Diringuer SOS densidad urbana Buenos Aires saturación extrema IRSA destructora Chaubloqueo Museo Che Guevara CABA VEC1

Rodolfo escribió: "CABALLITO SOS Caballito insiste en poner un poco de raciocinio en el proyecto de cambio de zonificación de los terrenos ferroviarios de su barrio. La ONG que se batió tan bien con las torres pide algo realmente duro en esta ciudad gobernada por el macrismo: que se tengan en cuenta las necesidades reales de los vecinos y se haga, una vez en la vida, un plan de uso. Lo hacen porque ya casi no quedan terrenos semejantes en Buenos Aires y no queda ninguno en su centro geográfico, un punto de saturación extrema. Caballito es la demostración por la brutalidad de dónde nos lleva la doctrina falluta de la Máxima Densidad Urbana. Muchos profesionales de la arquitectura y el urbanismo proponen esto con voz engolada y argumentos supuestamente intelectuales o al menos técnicos, pero la realidad los pone en su lugar de voceros de la industria especulativa. La Máxima Densidad es en concreto la falta de límites para poner una torre al lado de la otra sin sujetarse aunque sea a la ley de Nueva York, donde se paga por la adaptación de la infraestructura urbana y el aumento de tránsito (estos yanquis, tan socialistas). Caballito tiene siete kilómetros cuadrados de superficie donde ya se apilan 180.000 personas, casi el doble que el promedio del resto de la ciudad. En esta década, le agregaron a este colmenar unos tres millones de metros cuadrados de construcción, lo que hace un metraje por superficie del barrio realmente notable. Sin embargo, la población de Caballito no varía de censo en censo, lo que muestra que lo que se construye son estacionamientos de dólares y no viviendas. Lo que sí se habilita son locales y más locales, lo que consolida la afluencia de tránsito a la zona. La situación respecto del verde es simplemente calamitosa, ya que el barrio tiene apenas un metro y medio por habitante, concentrados en un par de parques grandes, muy lejos de los diez metros recomendados. Este panorama se extiende hacia el oeste porteño, caracterizado por la falta de plazas y la saturación de transporte público y de automóviles. Lo que hizo SOS es enviarles una carta abierta a los legisladores porteños que tienen que tratar un proyecto de normas especiales oficialmente conocido como el Expediente 2513-J-2013 y agregado antecedente 1604-J-2011. Lo que piden es que se suspenda el tratamiento del proyecto y se averigüe cómo fue que terrenos de propiedad nacional fueron a parar a manos de la constructora IRSA, cosa hasta ahora casi secreta. Si no hay irregularidades en los títulos, los legisladores deberían insistir en un parque, dándoles a los privados una compensación no por medio de una expropiación sino por un convenio urbano por el que se cambia la obra en Caballito por otra u otras en lugares donde sí hagan falta estas inversiones. Sería fresquísimo ver que por una vez en la vida la Ciudad no sale perdiendo de uno de estos convenios, que siempre terminan con empresas tomando espacios públicos. Recuperar los terrenos permitiría crear un parque y dar espacio para cierta infraestructura que Caballito necesita mucho más que un shopping y más torres. Por ejemplo, se podrían hacer túneles o puentes conectores que eviten el absurdo macrista de los puentes en U, ridículos bodrios que se proyectan por ejemplo para la calle Federico García Lorca. También se podrían construir una escuela –ya que en Caballito también faltan aulas–, un centro de atención de salud y un espacio social para gente con necesidades sociales. Y verde, más verde. Como se ve, esto es usar el escaso espacio disponible en Buenos Aires con racionalidad y no con la lógica excluyente del dinero. Además, estos usos no traerían manadas de autos al barrio y solucionarían más de un problema a la vez. El PRO anunció recientemente un plan de lo más electoralero para crear más plazas y espacios verdes en la ciudad que malgobierna. Pero se cuidó muy mucho de mencionar Caballito. ¿Por qué será? Y eso que Mauricio Macri se debe haber enterado de que las Naciones Unidas publicaron su nueva guía de megaciudades y que Buenos Aires es una de las cuatro, apenas cuatro por suerte, que tiene Latinoamérica. México, Río y San Pablo completan el podio continental de las que tienen más de diez millones de habitantes, con lo que se entiende que al decir "Buenos Aires" quieren decir el AMBA, el conjunto real de todo el tejido urbano. De paso, la ONU descubrió que el proceso de apilamiento urbano aumenta rápidamente. En 1990 había apenas diez megaciudades, con 153.000.000 de personas, hoy hay 28 con 453.000.000. La fuga del campo a la ciudad es un hecho, con el 54 por ciento de los seres humanos viviendo en ciudades" - Responde a este mensaje para comentar la foto.

   

 

   

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Rodolfo Diringuer

23 de julio a la(s) 23:00

 

CABALLITO SOS Caballito insiste en poner un poco de raciocinio en el proyecto de cambio de zonificación de los terrenos ferroviarios de su barrio. La ONG que se batió tan bien con las torres pide algo realmente duro en esta ciudad gobernada por el macrismo: que se tengan en cuenta las necesidades reales de los vecinos y se haga, una vez en la vida, un plan de uso. Lo hacen porque ya casi no quedan terrenos semejantes en Buenos Aires y no queda ninguno en su centro geográfico, un punto de saturación extrema. Caballito es la demostración por la brutalidad de dónde nos lleva la doctrina falluta de la Máxima Densidad Urbana. Muchos profesionales de la arquitectura y el urbanismo proponen esto con voz engolada y argumentos supuestamente intelectuales o al menos técnicos, pero la realidad los pone en su lugar de voceros de la industria especulativa. La Máxima Densidad es en concreto la falta de límites para poner una torre al lado de la otra sin sujetarse aunque sea a la ley de Nueva York, donde se paga por la adaptación de la infraestructura urbana y el aumento de tránsito (estos yanquis, tan socialistas). Caballito tiene siete kilómetros cuadrados de superficie donde ya se apilan 180.000 personas, casi el doble que el promedio del resto de la ciudad. En esta década, le agregaron a este colmenar unos tres millones de metros cuadrados de construcción, lo que hace un metraje por superficie del barrio realmente notable. Sin embargo, la población de Caballito no varía de censo en censo, lo que muestra que lo que se construye son estacionamientos de dólares y no viviendas. Lo que sí se habilita son locales y más locales, lo que consolida la afluencia de tránsito a la zona. La situación respecto del verde es simplemente calamitosa, ya que el barrio tiene apenas un metro y medio por habitante, concentrados en un par de parques grandes, muy lejos de los diez metros recomendados. Este panorama se extiende hacia el oeste porteño, caracterizado por la falta de plazas y la saturación de transporte público y de automóviles. Lo que hizo SOS es enviarles una carta abierta a los legisladores porteños que tienen que tratar un proyecto de normas especiales oficialmente conocido como el Expediente 2513-J-2013 y agregado antecedente 1604-J-2011. Lo que piden es que se suspenda el tratamiento del proyecto y se averigüe cómo fue que terrenos de propiedad nacional fueron a parar a manos de la constructora IRSA, cosa hasta ahora casi secreta. Si no hay irregularidades en los títulos, los legisladores deberían insistir en un parque, dándoles a los privados una compensación no por medio de una expropiación sino por un convenio urbano por el que se cambia la obra en Caballito por otra u otras en lugares donde sí hagan falta estas inversiones. Sería fresquísimo ver que por una vez en la vida la Ciudad no sale perdiendo de uno de estos convenios, que siempre terminan con empresas tomando espacios públicos. Recuperar los terrenos permitiría crear un parque y dar espacio para cierta infraestructura que Caballito necesita mucho más que un shopping y más torres. Por ejemplo, se podrían hacer túneles o puentes conectores que eviten el absurdo macrista de los puentes en U, ridículos bodrios que se proyectan por ejemplo para la calle Federico García Lorca. También se podrían construir una escuela –ya que en Caballito también faltan aulas–, un centro de atención de salud y un espacio social para gente con necesidades sociales. Y verde, más verde. Como se ve, esto es usar el escaso espacio disponible en Buenos Aires con racionalidad y no con la lógica excluyente del dinero. Además, estos usos no traerían manadas de autos al barrio y solucionarían más de un problema a la vez. El PRO anunció recientemente un plan de lo más electoralero para crear más plazas y espacios verdes en la ciudad que malgobierna. Pero se cuidó muy mucho de mencionar Caballito. ¿Por qué será? Y eso que Mauricio Macri se debe haber enterado de que las Naciones Unidas publicaron su nueva guía de megaciudades y que Buenos Aires es una de las cuatro, apenas cuatro por suerte, que tiene Latinoamérica. México, Río y San Pablo completan el podio continental de las que tienen más de diez millones de habitantes, con lo que se entiende que al decir "Buenos Aires" quieren decir el AMBA, el conjunto real de todo el tejido urbano. De paso, la ONU descubrió que el proceso de apilamiento urbano aumenta rápidamente. En 1990 había apenas diez megaciudades, con 153.000.000 de personas, hoy hay 28 con 453.000.000. La fuga del campo a la ciudad es un hecho, con el 54 por ciento de los seres humanos viviendo en ciudades

 

 

   

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