lunes, 4 de mayo de 2009

Fidel Castro y la poesía de Stella Calloni la argentina amiga de Fayad Jamís Poeta Pintor amigo de exiliados Granma los 5 héroes prisioneros de EEUU




Reflexiones del compañero Fidel:

DARLO TODO por Fidel Castro Ruz

2009-05-04

El Primero de Mayo, todavía bajo la impresión del desfile, de los colores de nuestra bandera, que es hoy símbolo de solidaridad ante los ojos del mundo, y de las caras jóvenes, inteligentes y entusiastas de nuestros estudiantes, que cerraron el desfile de aquel río desbordado, me venían a la mente las palabras del poeta, tantas veces repetidas aquel día:

“¡Por esta libertad habrá que darlo todo!”

Sentí deseos de conocer más sobre la vida de Fayad Jamís. Apenas dos horas después de publicada aquella Reflexión el Día Internacional de los Trabajadores, me puse a leer algunos materiales.

Lo primero que vi fue, por azar, un mensaje de nuestra querida amiga Stella Calloni. Por ella conocemos detalladamente las conspiraciones, los horribles crímenes cometidos por gobiernos de Estados Unidos como promotores y aliados de las tiranías más sangrientas que han conocido los pueblos de este continente.

Pero en este caso concreto era para hablarnos de Fayad Jamís, autor del poema, y transmitirnos impresiones sobre realidades a veces amargas, sin que nada, a pesar de eso, pueda frenar su entusiasmo.

Transmito las palabras textuales del mensaje que tuve el honor de recibir aquella noche del Primero de Mayo.

“Querido Comandante:

“Me emocionó mucho que UD. citara a Fayad a quien conocí en México y al que me unió una bella amistad y compañerismo. Él era amigo de todos los exiliados.

Un gran poeta, pintor, un artista con gran amor por su tierra. Era agregado cultural entonces. Maravilloso en todo lo que hacía. Incluso le escribí un pequeño poema.

Pero lo que me pareció hermoso es que rescatara eso de ‘darlo todo’ porque hoy es tan necesario repetirlo, cuando nos invade la que llamo ‘atracción fatal’ de la incultura neoliberal que ha prosperado bastante.

Es patético el posmodernismo del subdesarrollo, que tanto daño ha hecho y tantos individualismos ayudó a justificar.

“El yo, yo, yo antes que el nosotros, el estar siempre viendo cómo le ganamos al otro, es algo muy lejano a ese darlo todo. Y ha avanzado como una pandemia que lo arrasa todo a su paso, viejas amistades y lealtades, caminos andados juntos.

Para hacerlo mejor también se recurre al cinismo de la burla para aquellos que mantienen sus principios, su fe en la humanidad, en el hombre, en la justicia, la dignidad.

“Cuba ha sido un ejemplo de darlo todo, incluso a quienes no pudieron verlo como la actitud más revolucionaria de la revolución ─valga la redundancia─, que es la solidaridad permanente, como una manta abrigadora de los otros.

“Me parece que estos son tiempos para recuperar la magia y la poesía, porque las revoluciones se hacen con todo eso. Si no fuera por todo eso, dígame cómo se hubieran embarcado ustedes en el Granma, por ejemplo. Cómo habría hecho Cuba para resistir y defenderse y a la vez crear cultura, educación, ballet, todo aquello que fue naciendo en los rescoldos de una Revolución verdadera.

Hasta ahora, cuando uno ve aquellos viejos documentales de los muchachos y muchachas yéndose a alfabetizar a los montes y sierras, era y es ese darlo todo, porque con ese espíritu iban y con ese espíritu van.

“Lo viví en la alfabetización en Nicaragua o en Bolivia, hace muy poco cuando, emocionada hasta las lágrimas, estuve ese día en que se declaró ese país libre de analfabetismo (y en este caso también en las lenguas originarias). ¿Quién hace eso si no tiene el espíritu de darlo todo?

“Y los ejemplos son tantos, pero a veces, como no se ven en conjunto, no se ven. Son noticias aisladas y frías. En un barrio en Venezuela vi a los médicos cubanos, y una mujer, que venía con sus niños para vacunarlos, me dijo ‘es que ellos lo dan todo aquí’. Y qué decirle de los Cinco. Todo lo han dado para cuidar a su patria. Lo demás es pequeño, pasajero, sin raíz.

“Un día le dije que además tenemos que escribir entre todos la historia de la solidaridad, porque ese día nos vamos a dar cuenta que el enemigo que aparece tan grande, tan inmenso, es sólo un cascarón vacío.

Los que saben lo que es ‘darlo todo’ son invencibles, porque siguen y siguen dando a través de los tiempos, echando luces como el amado CHE.

“Un abrazo inmenso y gracias porque ustedes siguen dándolo todo.

“Stella.”

¡Bellas palabras de Stella para los que quieran conocer la historia verdadera de nuestra época, que jamás podrá borrarse de un plumazo!

Fidel Castro Ruz

Mayo 4 de 2009

3 y 17 p.m.

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VIRTIN RED INFORMATIVA

" J U N T A R N O S como los dientes , como las manos "

por Eduardo Galeano (uruguayo)

Nuestra región es el reino de las paradojas. Brasil, pongamos por caso: paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol; y paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños. ***

O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.

Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.

-Quiero decirles estito –había dicho-. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro. Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:

-No sean bobos –les decía-. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos. *** Y cuánta razón tenía.

Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?

Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo. Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales.

Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.

Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear. ***

Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder:

-Ustedes –clamaba don Simón-, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?

Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos:

-No somos dueños de nosotros mismos –decía -. Somos independientes, pero no somos libres. ***

Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.

Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.

En guaraní, ñe'é significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra, traiciona el alma.

Si te doy mi palabra, me doy. *** Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.

Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. Él había dicho:

-Yo de aquí no salgo vivo.

En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.

Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Setiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común:

¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra? ***

Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.

Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen? ***

Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.

Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva, y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.

A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres, a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.

Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo: 1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.

Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.

Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.

¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda? Su tierra. Nuestra tierra del sur.

Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta. Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.

_Red Latina sin fronteras
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