sábado, 4 de febrero de 2017

Trump (por Miguel Mazzeo)

Carlos.    Esto fue escrito en Lanús Oeste  (Argentina profunda)  pero me llegó desde La Habana

enviado por una argentino española radicada en Cuba desde hace treinta años y que

es una bloguera consumada.

 

De: comite_internacional@googlegroups.com [mailto:comite_internacional@googlegroups.com] En nombre de Graciela Ramirez
Enviado el: viernes, 03 de febrero de 2017 12:53 a.m.
Para: Graciela Ramirez
Asunto: [Comité Internacional] Trump (por Miguel Mazzeo)

 

Resumen Latinoamericano

(Opinión) Trump (por Miguel Mazzeo)

 

 

Resumen Latinoamericano, 2 febrero 2017

Donald Trump no se caracteriza precisamente por sus rasgos de amable intrascendencia o de levedad. Trump exagera, se esfuerza por ser lo más bruto, cruel e impiadoso posible.

Con Trump adquiere visibilidad el Imperio invisible "establecido por encima de las formas de la democracia" del que hablaba el cándido presidente norteamericano Woodrow Wilson a comienzos del siglo XX. Por eso resulta inevitable el ejercicio de la grosería en todos los planos. Allí está el matón de Trump: con su desprecio por la igualdad y la fraternidad, con su exaltación del interés particular y el egoísmo, con sus miles de millones de dólares y sus prejuicios, con sus inagotables imprecaciones, con su peinado barroco y su mujer ornamental y robótica. Una verdadera unidad orgánica.

Esto, claro está, perturba a una buena parte de sus opositores y opositoras, dentro y fuera de los Estados Unidos. Sobre todo a esa extensa franja integrada por los y las que desean un capitalismo y un imperialismo que no se alejen demasiado de sus típicas formalidades y de sus relatos románticos, casi rosados. Un capitalismo "distribuidor de oportunidades", un imperialismo "medido" y en dosis "adecuadas", a tono con el hombre/mujer promedio que es uno de los fetiches tradicionales de la cultura política norteamericana.

Trump aparece como un sujeto desmesurado, un personaje indigerible tanto para el americano y la americana promedio como para el y la pro-yanqui promedio de cualquier rincón del planeta. Todas las personas que asumen, dentro y fuera de los Estados Unidos, la posición reaccionaria heterodoxa rechazan los recursos expresionistas de este reaccionario ortodoxo que es Trump, porque los mismos no hacen otra cosa que poner en evidencia –por la vía de la celebración abierta y descarada– los costados más aberrantes del sistema depredador en el que confían y al que defienden, al que no pueden o quieren criticar. ¿No será que, casi igual que en el psicoanálisis, en el capitalismo y en la democracia norteamericanos lo más auténtico se puede encontrar en las exageraciones?

Trump, con sus hipérboles, hace traslucida toda la farsa del sistema. No sólo lo despoja de escrúpulos sino, fundamentalmente, de sus falsos escrúpulos y las falsas concepciones. Trump ha llegado para poner a una parte importante de la sociedad norteamericana cara a cara con la verdad, para confrontarla con su propia identidad: el mundo como mercado es una representación tremendamente represiva; el horizonte de la acumulación ilimitada de propiedad privada atenta contra toda idea de comunidad y produce misántropos y asesinos; el sueño americano históricamente se ha sostenido en la opresión interna y externa, en la frustración colectiva, en la esclavitud y el racismo, en la guerra y el colonialismo; la democracia norteamericana es etnocéntrica y nada democrática. Son las elites y las clases dominantes las que escogen y deciden con exclusividad. Por cierto, Trump no fue elegido por una gran mayoría, ¡ni siquiera por una mayoría!

¿Ayudará el excesivo Trump a que millones de norteamericanos y norteamericanas logren hacerse de una buena vez una pregunta radical sobre el mundo? En ese caso podrán ver con claridad que el contraste no es tan estridente como indican algunas superficies y que, en realidad, comparten con Trump lo esencial, aunque no lo profesen. Podrán ver que, en el fondo, ellos y ellas también son fascistas en barbecho y que, a pesar de los buenos modales, practican a diario la antropofagia. Tal vez sientan culpa y vergüenza por haber ejercido la función reproductiva de seculares mecanismos de embrutecimiento; en fin, un primer atisbo de conciencia y de politización. Tal vez decidan abandonar las estructuras triviales en las que habitan para acercarse a quienes luchan desde la entrañas del monstruo a favor una democracia sustantiva y por un proyecto civilizatorio alternativo.

Trump es la barbarie en su punto más cercano al éxtasis. Sin mistificaciones. Es la representación más cabal de la prepotencia y la voracidad de todo un sistema sin el filtro de la hipocresía pseudodemocrática, incluyendo la fantasía de una sociedad "pos-racial", que ha servido para confundir, desviar y disimular innumerables elementos: la ausencia absoluta de pluralismo de la sociedad norteamericana (en realidad, su horror al pluralismo); las torturas en Abu Ghraib y Guantánamo; los asesinatos masivos perpetrados en Irak, Afganistán y Siria; el apoyo a los golpes de Estado en Honduras, en Paraguay y Brasil; el bloqueo a Cuba, la permanente desestabilización de la Revolución Bolivariana en Venezuela, tomando apenas algunos pocos ejemplos más recientes. La diferencia es que Trump reivindica este tipo de aberraciones, defiende explícitamente la tortura, etcétera… No recurre a argumentos morales para encubrir sus compromisos más abyectos. Es muy probable que a él nunca se le otorgue el premio Nóbel de la Paz como a su antecesor en la Casa Blanca.

Con Trump los elementos paranoicos de la sociedad y la política norteamericana tienen vía libre. Ya no necesitan disfrazarse. Nada mejor que una figura que hace gala de su omnipotencia para dar rienda suelta a las estructuras paranoides y antisociales. Al exacerbar sus peores rasgos, Trump amenaza con romper los equilibrios que tornaban previsible y controlable a un sistema de dominación y de control. Deslegitima, o por lo menos hace más complicada, la tarea de las instancias manipuladoras a gran escala y en serie de las conciencias y, en general, de todos los ámbitos encargados de instrumentar los desequilibrios de una sociedad paranoica y sádica, conformista y reprimida. Es por eso que Hollywood, la CNN y especies similares lo desaprueban. 

Lanús Oeste, Buenos Aires, enero de 2017.

 

en este link verás el video sobre nuestro museo.

https://www.youtube.com/watch?v=jGPLj1nGEsY

Argentina: El Che lives on! Get lost in Buenos Aires ...

www.youtube.com

Izquierdista entusiasta, y a su forma, compañero revolucionario Eladio Gonzalez muestra el contenido de su afamado museo Che Guevara en Caballito, Buenos Aires..

 

 

 

informó el Museo " ERNESTO CHE GUEVARA " de Caballito, CABA

calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires  (AAC 1405) Argentina

Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita

Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "

Registro donantes voluntarios de Células Madre  (INCUCAI)

Coordinador ex Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito

Tel.  4 903 3285   Irene Rosa Perpiñal  -  Eladio González (Toto)  

email -  museocheguevara@fibertel.com.ar      

Blog museo   http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/

Blog accidentes  -  http://nomuertesevitables.blogspot.com  protege a hijos y nietos

Facebook    https://www.facebook.com/museoernestocheguevara/# 

ó     https://www.facebook.com/eladio.gonzalez.376

Lea libro Cuba Existe, es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston en http://estudiolivingston.com.ar/libros/cubaexiste.php  y emocionate.

en Sao Paulo Brasil buscá  http://museuvirtualcheguevara.blogspot.com.br/"

Tango nuestro baile  https://www.facebook.com/manuel.gonzalezmeg?hc_ref=NEWSFEED

¡ Salven a los argentinos !.....   "las ballenas".      

"A veces quisiera preguntarle a Dios porque permite que haya tanto odio, violencia e injusticia en el mundo y que podría hacer al respecto.  Pero sé que él me haría la misma pregunta".     Anónimo

 

 

 




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Che Guevara y el plan Kennedy para con Cuba bloqueada Zulan Popa Museo Che Guevara Buenos Aires Eladio González toto

 

 

De: Pedro Martínez Pirez [mailto:pmpirez@rhc.cu]
Enviado el: sábado, 04 de febrero de 2017 11:59 a.m.
Para: destinatarios-no-revelados:
Asunto: El Che y el plan Kennedy

 

 

 

Cuba y el plan Kennedy (Cubadebate)

 

9 enero 2017 | +

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Descripción:
                                              el-che-guevaraSería muy largo enumerar en este artículo qué es Cuba y qué significa para América y por qué. Bástenos señalar que nosotros consideramos a Cuba como el reflejo americano del cambio cualitativo de fuerzas en el mundo y la expresión de la irreversibilidad absoluta de las revoluciones auténticamente populares en esta época de tránsito al socialismo. Pero, independientemente de la significación relativa de Cuba, en América tiene una significación absoluta que es el ejemplo vivo dado a todos los pueblos del hermanos; una revolución que habla español entre veinte Estados que hablan español o lenguas romances tiene una capacidad de enseñar con su ejemplo como ninguna otra. Lo didáctico de la Revolución cubana se nota en los miles de gentes de todas las ideologías que pasan por este país y llegan al suyo habiendo modificado sus conceptos sobre la lucha revolucionaria.

Estados Unidos, si no podía destruirnos de inmediato, tenía que tratar de aislarnos primero para destruirnos después. La reunión del Consejo Interamericano Económico Social (CIES) en Punta del Este (agosto de 1961) era la preparación de este aislamiento que iba a iniciarse con la demostración palpable de que con Cuba no se podía contar, que venía solamente a boicotear la conferencia y que estaba interesada, "siguiendo los dictados de Moscú", en impedir que los norteamericanos dieran su "generoso" préstamo a las naciones de América. La propaganda continental se centró sobre este punto.

Sin una genuina representación popular en sus gobiernos respectivos, la mayoría de las delegaciones dudaban sobre la forma de tratar al enemigo imperialista. Llenas de preocupación sobre la tarea del pueblo en la lucha (pensando, a veces, que este es un niño pequeño y obtuso al que hay que dirigir sabiamente; considerando, otras, que es un gigante astuto y peligroso al que hay que mantener siempre lejos del poder), las burguesías y pequeñoburguesías nacionales establecieron su lucha de principios e intereses con el imperialismo y con los latifundistas y las burguesías importadoras.

Las contradicciones llegaban al seno mismo de las delegaciones; era frecuente observar durante el trabajo de las comisiones un cambio en la posición asumida por un país, al remplazar, por cualquier motivo, un representante por otro en la mesa de discusiones.

Ocurrido el golpe militar en Brasil, después de la reunión del CIES, es bueno que se sepa que nuestra primera entrevista personal con el ministro de Finanzas y jefe de la delegación de aquel país, Mariani, fue negativa. El ministro Mariani adoptó una actitud casi insultante contra la delegación cubana con respecto a la libertad de expresión en Cuba. Después recibieron órdenes precisas del presidente Quadros y la delegación brasileña adoptó una actitud oficial favorable a Cuba aunque, personalmente, la jefatura de la misma estaba muy lejos de simpatizar con los postulados de la representación cubana. Es bueno recordar que el señor Mariani es un floreciente banquero de Brasil y que fue ministro de Finanzas en el gabinete espurio de Mazzilli.

Además de Brasil, hubo otros dos gobiernos que mantuvieron una digna actitud con respecto a Cuba. Uno fue Bolivia, donde se ha realizado una revolución democrático-burguesa en el seno de una población minera y campesina profundamente explotada; país mediterráneo, estrangulado por el gran capital de los países vecinos y ahogado, en última instancia, por el opresor común que es el imperialismo norteamericano. La delegación brasileña presentó el plan de desarrollo más concreto, excluido el presentado por Cuba, y tuvo una actitud general bastante positiva. En el léxico especial del titiriterismo de estas conferencias, se llamaba a los representantes bolivianos "los primos hermanos de Cuba", título semiofensivo, semiadministrativo que le adjudicaban los sumisos a ultranza.

El otro país fue Ecuador. El Ecuador posee características diferentes a las de Bolivia. En su gobierno tienen influencia los círculos patrióticos y democráticos del país, que apoyan activamente a la Revolución Cubana. La burguesía nacional ecuatoriana mantiene una posición más netamente antiimperialista que la de otros países latinoamericanos.

Hubo una serie de países que, por especiales circunstancias de equilibrio entre las fuerzas disímiles que componen los gobiernos, no podían desarrollar una política propia ni estaba totalmente en su ánimo plegarse gratuitamente a los dictados de Washington; fueron a buscar ventajas concretas y se convirtieron en simples observadores de la lucha ideológica, atentos solo a los intereses particulares de cada uno de ellos. Podría citarse aquí a Argentina y Chile, aunque no fueron los únicos.

Uruguay presentó la característica especial de que su delegación tenía, como ninguna, contradicciones internas violentísimas, no de carácter clasista, sino políticas, dado que la delegación, muy nutrida, abarcaba casi el total de la vida política de uruguaya. Era curioso observar cómo de un día para otro –y a veces en el mismo día-, al cambiar la representación uruguaya su delegado (cosa frecuente durante las largas horas de la conferencia), cambiaban el tono y la disposición de esa delegación, de tal manera que a veces se hacía conformista con la línea norteamericana y otras protestaba enérgicamente, en una actitud de rebeldía contra las imposiciones de algún documento.

Los demás países constituían el marco para esta reunión y algunos, como Perú, Guatemala y, a veces, Honduras, eran los caballos de batalla elegidos para dar la pelea contra Cuba. Es un viejo sistema imperialista en estas conferencias no decir las cosas por sí, sino referidas a la opinión de alguno de los lacayos dispuestos a seguir las órdenes del amo.

Cuba llegaba con veintinueve proposiciones para incluir en la declaración final y todas ellas eran de fondo y de peso.

La conferencia se inició con las plenarias donde se dicen las cosas habituales en este tipo de reuniones. Creemos sinceramente que solo hay cuatro discursos a los cuales se pudiera referir la atención de quienes siguen de cerca los acontecimientos latinoamericanos.

Uno fue pronunciado por el delegado de Bolivia, que arremetió contra el sistema imperialista con toda la dureza que permiten las relaciones de dependencia de ese país con Estados Unidos; dijo algunas verdades interesantes y anunció la decisión de tener una tasa de desarrollo neto per cápita del cinco por ciento en los próximos años.

Otro fue el discurso del delegado del Ecuador, que desde una posición muy sólida, criticó a Estados Unidos por la actitud anterior y llamó a contar a la delegación norteamericana en el momento actual.

El tercer discurso importante fue el de Dillon, que era el encargado de anunciar lo que se iba a dar. El discurso fue impreciso, cargado de vaguedades y, prácticamente, con un solo párrafo sustancioso:

Mirando hacia los años venideros y a todas las fuentes de financiamiento externo –entidades internacionales, Europa y Japón, así como Norteamérica, las nuevas inversiones privadas y las nuevas inversiones de fondos públicos-, si Latinoamérica toma las medidas internas necesarias, podrá lógicamente esperar (…) un flujo de capital del orden de por lo menos veinte mil millones de dólares en los próximos diez años, y la mayoría de estos fondos procederán de fuentes oficiales.

Como puede observarse, existe la condición previa expresada en la frase: "si Latinoamérica toma las medidas internas necesarias". Condición cuyas características no explica bien, de modo que su interpretación queda al arbitrio yanqui.

Había ciertas menciones a la reforma agraria (a la manera yanqui) y la intención expresa de estudiar la posibilidad de adquirir ciertos compromisos en productos como café o el estaño; el resto, palabrería.

El discurso de Dillon expresó, en cierto modo, una nueva tendencia en la política norteamericana: la tendencia a modificar el sistema de explotación de los pueblos latinoamericanos y trasladar las relaciones con las fuerzas feudales hacia distintos tipos de burguesía parasitaria, con el propósito de atenuar los descontentos internos de cada país de América sobre la base de conceder pequeños triunfos al pueblo y sacrificar a las clases más atrasadas de la sociedad en provecho de las burguesías nativas, bajo la condición expresa de la total sumisión a sus intereses y la renuncia a un desarrollo propio. Esta tendencia se ha reflejado en el llamado "Plan Kennedy", al que el propio presidente ha dado el pomposo título de "Alianza para el Progreso" y que fue presentado a las delegaciones latinoamericanas de Punta del Este como la única palabra de la política de Estados Unidos, aunque en realidad no representa ningún cambio en la tradicional esencia imperialista de tal política.

Sin embargo, no puede decirse que esta tendencia haya prevalecido por completo en la política de Estados Unidos con respecto a América Latina. Los monopolios yanquis consideran más seguro el viejo método de explotación que conocen bien y no se avienen fácilmente a la "innovación" que persigue la misma finalidad, pero trata de disfrazarla con la piel de cordero.

Es necesario precisar esto, porque, evidentemente, la conferencia de Punta del Este ha suscitado una expectación más grande que las anteriores y pudiera creerse que es algo nuevo o producto de una nueva orientación norteamericana. Todos sabemos que el imperialismo no puede cambiar, que en su naturaleza está el ser agresivo, el ser anárquico, contradictorio y hasta irreflexivo. Pero tiene que buscar nuevos caminos para encontrar la manera de sobrevivir en esta mitad del siglo XX, en el que la balanza que mide el poder relativo indica una inclinación en progresión geométrica y vertiginosa hacia el campo de los defensores de la paz. No obstante, está ensayando todas las posibilidades de maniobra, caminando al borde de una guerra mundial, guerra con la que sellaría su desaparición definitiva.

Naturalmente, en América no hay poderes militares que inquieten a los norteamericanos; lo que los inquieta es que surjan poderes populares y que adquieran tal categoría que puedan permitirse como en el caso de Cuba desafiar sus órdenes y realizar una política económica y social fuera de su control y, por lógica, mantener una política exterior que tampoco pueda ser dirigida por ellos. Por eso, los imperialistas tratan de buscar nuevos aliados, nuevos apoyos, pero sin renunciar a los viejos métodos de dominio económico y político.

La alianza del imperialismo yanqui con las burguesías nativas significa, en el terreno económico, que los "nuevos" métodos de explotación de los pueblos consisten, simplemente, en trasladar los capitales nacionales de la tierra a industrias complementarias de las de Estados Unidos, o en sustituir artículos de consumo importados por otros nacionales que dependan de la tecnología y las materias primas norteamericanas.

Hay otra fórmula en que la burguesía nacional se alía con intereses extranjeros: crean juntos, en el país dado, industrias nuevas, obtienen para estas industrias ventajas arancelarias de tal tipo que permitan excluir totalmente la competencia de otros países imperialistas y las ganancias así obtenidas pueden sacarse del país al amparo de negligentes regulaciones de cambio.

Mediante este sistema de explotación, novísimo y más inteligente, el propio país "nacionalista" se encarga de proteger los intereses de Estados Unidos promulgando tarifas arancelarias que permitan una ganancia extra (la que los mismos norteamericanos reexportarán a su país). Naturalmente, los precios de venta del artículo, sin competencia alguna, son fijados por los propios monopolios.

El cuarto acontecimiento de la sesión inaugural fue el discurso de la delegación cubana, en el que se enjuició la conferencia desde un punto de vista político.

La delegación cubana condenó severamente al régimen de Estados Unidos, historió las agresiones militares, económicas y diplomáticas sufridas en los últimos tiempos, manifestó una vez más la disposición de nuestro país a liquidar las desavenencias anteriores con Estados Unidos, poniendo como única condición previa el que no se nos impusiera condiciones; hizo un somero análisis de cada uno de los puntos, explicando lo que Cuba propondría, y anunció que, en veinte años, Cuba tendría un ingreso per cápita superior al que tiene Estados Unidos actualmente, mientras que el conjunto de los países de América, de hacerse ciertos los postulados de la "Alianza para el Progreso", tendrían apenas unos quinientos pesos por habitante. Llamó, además, a la competencia pacífica: "Y si no nos creen, perfecto; aquí estamos para la competencia, señores. Que nos dejen en paz, que nos dejen desarrollar y dentro de veinte años vengamos todos de nuevo, a ver si el canto de sirena era el de la Cuba revolucionaria o era otro".

Después de analizar los cuatro puntos importantes en que se dividía la conferencia, Cuba anunció que explicaría más detalladamente por qué consideraba una reunión política esta reunión del CIES y por qué consideraba que tenía como objetivo final su aislamiento. Leyó entonces parte de dos documentos secretos que amigos nuestros nos habían hecho llegar, ya hoy difundidos por el mundo. Uno de estos documentos es casi interno, de trabajo; allí se refleja solo la disposición de las fuerzas imperialistas, el desprecio hacia nuestros gobiernos y a los "nativos".

El otro es un análisis oficial del Departamento de Estado sobre la situación en el continente americano después de la derrota de Playa Girón. Es bastante objetivo, como lo saben hacer los imperialistas, a veces, cuando trabajan en documentos secretos, y refleja algunas verdades importantes para el curso posterior de los acontecimientos. En el documento oficial del Departamento de Estado se decía que Cuba no podía ser agresora; incluso, descaradamente se hablaba de que los preparativos militares para su propia defensa, con vistas a otra invasión, eran de tal magnitud que no constituían ningún peligro para el exterior. El peligro lo constituye el ejemplo de Cuba, la habilidad de Castro para lograr demostrar la superioridad de su régimen. Hacen una advertencia muy importante:

Aun cuando Estados Unidos tuviera éxito-lo cual parece improbable- en persuadir a la mayoría de los Estados latinoamericanos a unirse en una cuarentena a Cuba, el intento no tendría un éxito total. De seguro México y Brasil rehusarían cooperar y servirían de canal para los viajes y otras comunicaciones entre la América Latina y Cuba.

La oposición mantenida por México durante mucho tiempo a la intervención de cualquier tipo no representaría un obstáculo insuperable a la acción colectiva de la OEA contra Cuba. La actitud de Brasil, sin embargo, que ejerce una fuerte influencia sobre sus vecinos sudamericanos, es decisiva para la cooperación hemisférica. Mientras el Brasil rehúse actuar contra Castro, es probable que un número de otras naciones, incluyendo Argentina y Chile, no tengan deseos de arriesgarse a repercusiones internas adversas por complacer a Estados Unidos.

Esto explica claramente la mecánica imperialista; el objetivo táctico de este momento es aislar totalmente a Cuba, porque lo que importa es el ejemplo cubano; obstáculos tácticos para esto: México y Brasil.

Muchas reflexiones trae la caída de un gobierno del más grande y poderoso país de América Latina que en su corta trayectoria fuera consecuente amigo de los cubanos, pero lo fundamental es que, en las condiciones actuales, es muy difícil para la burguesía industrial de un país determinado desarrollar su política propia en contradicción con los países imperialistas, a menos que cuente con una amplia y bien organizada base de masas y núcleos armados propios.

Así llegamos al fin de la plenaria inaugural y se inicia el tedioso improductivo trabajo de las discusiones a la luz pública, ya que todo lo importante se resolvía entre bambalinas y allí la voz de Cuba no solo no era escuchada, sino que su presencia era totalmente interdicta.

Las comisiones de trabajo eran cuatro. En la primera se trataría sobre el punto uno: desarrollo económico y social, y sobre el punto cuatro: examen anual del progreso económico y social. En la comisión dos se trataría sobre la integración económica de América Latina; en la tres, sobre los productos básicos de exportación, y en la cuatro; sobre la opinión pública y la "Alianza para el Progreso". Este último punto (el cinco del temario), que era un intento de establecer el control norteamericano sobre la opinión pública de América Latina, fue denunciado violentamente por Cuba y vetado por la mayoría de las delegaciones importantes.

Cuba presentó, a cada una de las comisiones, proyectos de fondo que no solamente pusieron en peligro la postura yanqui, sino que, a veces, también creaban peligrosas desazones entre los delegados. Es que el miedo a Cuba era total. Había veces que Cuba defendía una posición, surgían uno o dos países que, en alguna forma, veladamente, recogían la proposición de Cuba en la discusión, sin nombrarla, y un tercero se refería orondamente a la posición de los señores delegados de tal y cual país, olvidándose que Cuba era el proponente. Naturalmente, era útil, pues al final podía introducirse la proposición, o una parte, a condición de que no fuera Cuba quien la presentara. Por ejemplo, no se habla de viviendas en la llamada Carta de Punta del Este; y no se habla por la única proposición concreta fue la de Cuba y era inadmisible para la mentalidad colonial colocar un proyecto de este país dentro de las resoluciones de la "Alianza para el Progreso". En cada uno de los cuatro temas importantes, Cuba presentó sus propuestas con espíritu constructivo, tratando de obligar a definiciones del imperialismo.

En el punto uno del temario, el más importante, nuestra delegación presentó un proyecto sobre industrialización y desarrollo económico, en el cual se ponía énfasis en la importancia de la industrialización y de reservar de modo exclusivo a las empresas nacionales –privadas o públicas- el establecimiento y desarrollo de las industrias productoras de bienes de capital; naturalmente, no fue aprobada. Nuestra ponencia sobre reforma agraria y colonización, en la cual se preconizaba una reforma agraria profunda con interdicción de latifundios de todo tipo y de las posesiones extranjeras y el uso de la colonización solamente en último extremo, tampoco fue aprobada.

La ponencia sobre participación de los trabajadores del campo y las ciudades en la planificación del desarrollo económico y social, corrió la misma suerte. Otra sobre recursos naturales básicos para el desarrollo económico y social, en la cual se establecía la necesidad de preservar los recursos naturales y rescatarlos, en los casos en que los hubiera, de manos extranjeras, no fue tratada.

Dentro del temario se había dado importancia relativamente grande a la educación y nuestro país presentó varias proposiciones que, por ser de categoría menos conflictiva, se vieron reflejadas en la declaración final, al menos en parte. Un sistema nacional de educación gratuita y obligatoria de nueve años, propuesto, fue aceptado para seis. Una campaña movilizando todas las fuerzas populares, sugerida para liquidar el analfabetismo, no fue aceptada en su forma original.

De un proyecto sobre educación en general se recogió algo. La proposición para el establecimiento de sistemas de becas totales fue recogida en el documento final. La proposición para convertir los cuarteles y fortalezas militares en escuelas no solamente no fue aceptada, sino que, además, se colocó frente a nosotros, para discutir la procedencia de este punto, un militar peruano, que trató de demostrar, siguiendo orientaciones del general Decker, el instructor del Pentágono, la utilidad del ejército para realizar otro tipo de tareas, desde alfabetización de los campesinos hasta bienestar social, pasando por la defensa de la patria, de las "instituciones libres", etcétera, etcétera. Fue tan bochornoso el espectáculo de este militar que se hizo un silencio completo sobre su propuesta de dar una especie de felicitación oficial para el ejército y debió retirarla.

Otras proposiciones de Cuba fueron las de educación vocacional y preparación de técnicos; sobre asistencia técnica en materia de planificación del desarrollo económico y social; un proyecto sobre viviendas, el cual decía en su punto tercero: "Recomendar la adopción de medidas tendientes a eliminar la construcción de viviendas con fines de lucro"; un proyecto sobre nacionalización de la escuela privada basado en la necesidad de poner todos los recursos del país al servicio de la educación.

En cada comisión hubo que dar una batalla, pero lo curioso es que nunca, o casi nunca, esta era ideológica; había que luchar contra los reglamentos, contra la interpretación caprichosa de los mismos, contra los frecuentes "olvidos" en la transcripción de párrafos; tratar de que las comisiones no se reunieran con Cuba ausente; en fin, hablar y hablar sin descanso, sin tener competidores enfrente; simplemente se limitaban a oír y votar.

Frente a la conmoción de las veintinueve propuestas cubanas, la mayoría de las cuales eran irrefutables y muy convenientes para la economía de los países americanos, hubo que crear rápidamente propuestas sustitutivas que luego se combinarían con la cubana en el curso de las comisiones y comités de trabajo, hasta limar totalmente la fuerza de nuestros proyectos en caso de que algo perdurara. Sin embargo, en el curso de la conferencia, después de diez días de batalla continua, se lograron algunas cosas; se veía que los delegados hablaban en otro tono diferente al ya conocido.

La delegación norteamericana, simplemente, era espectadora de los debates que se realizaban entre nuestra delegación y algunas otras. Su participación directa era muy escasa y nunca constructiva, a veces nada más que para precisar que no se podía aprobar determinada cuestión.

Un día antes de la terminación de la conferencia se presentó el proyecto de la "Declaración de los Pueblos de América" de la Carta de Punta del Este. La declaración debía ser una especie de condensación donde se reflejaran sucintamente todas las medidas acordadas en el documento original. La delegación uruguaya presentó la moción de que fuera considerado documento principal el que contiene todas las resoluciones fundamentales aprobadas por la comisión y que esta declaración final debía ser, simplemente, un documento explicativo. Todos los países firmaron el documento de Punta del Este, menos Cuba, que se abstuvo.

Un breve análisis de la "Declaración de los Pueblos de América" puede mostrar alguna de las fallas fundamentales. Uno de sus párrafos dice:

"Mantener una política monetaria y fiscal que, sin las calamidades de la inflación o de la deflación, defienda el poder adquisitivo del mayor número, garantice la mayor estabilidad de los precios y sea base adecuada para la promoción de las economías".

Cuba lo objetó porque considera que el sistema monetario no es la base adecuada para la promoción de la economía, sino que es un reflejo de las relaciones de producción.

En otro decía: "Estimular la actividad privada para promover el desarrollo de los países de América Latina". Cuba lo objetó.

Se habla de los veinte mil millones de dólares, de los cuales Estados Unidos proporcionará la mayor parte (como una obligación norteamericana), pero se insiste en que la mayoría serán fondos públicos (no la totalidad, como propusimos), de tal manera que se producirán menos inversiones directas de Estados Unidos y quizás tengan el tratamiento de "préstamos". Algún país de América se verá obligado a pagar a Estados Unidos una refinería de petróleo hecha por la Esso y con la cual se extrae dinero a los habitantes de ese país, se convierte en dólares y se envía a los mismos Estados Unidos, de tal manera que el negocio es completo, porque le pagan por el préstamo y tiene derecho a los intereses de la inversión.

En el documento se habla, además, de que en los doce meses contados a partir del 13 de marzo de 1961, es decir, antes del 13 de marzo de 1962, Estados Unidos proveerá fondos públicos por más de mil millones de dólares para contribuir de inmediato al progreso económico y social de la América Latina. Pero allí mismo se precisa que las demandas deberán ser presentadas sesenta días después de firmada el acta de la "Alianza para el Progreso", lo que indica que ya se conocen los beneficiarios o que no piensan dar casi nada, pues nadie puede acabar un proyecto de envergadura en tan poco tiempo.

Un ejemplo de cómo se trabaja en esas conferencias es el párrafo sobre la reforma agraria de la "Declaración de los Pueblos de América", que dice:

Impulsar, dentro de las particularidades de cada país, programas de reforma agraria integral, orientada a la efectiva transformación, donde así se requiera, de las estructuras e injustos sistemas de tenencia y explotación de la tierra, con miras a sustituir el régimen del latifundio y minifundio por un sistema justo de propiedad, de tal manera que, mediante el complemento del crédito oportuno y adecuado, la asistencia técnica y la comercialización y distribución de los productos, la tierra constituya, para el hombre que la trabaja, base de su estabilidad económica, fundamento de su progresivo bienestar y garantía de su libertad y dignidad.

Aparentemente, es una declaración progresista para América Latina; sin embargo, está limada por fallas fundamentales. Dice: "dentro de las particularidades de cada país", y después: "donde así se requiera", de tal manera que prácticamente cada país podrá decidir "de acuerdo con sus peculiaridades" sobre el tema; es decir, la reforma agraria no significa aspiración fundamental de los pueblos de América. Además, al régimen del latifundio y al minifundio se les da el mismo valor de tenencia injusta de la tierra, sin referirse en ningún momento a las lacras del latifundio.

En la plenaria final, la delegación cubana se abstuvo de votar el bloque de documentos definitivos y pidió la palabra para exponer las razones que la obligaban a ello. Explicó que Cuba no estaba de acuerdo con la política "monetarista" ni con la libre empresa; que en el documento final no se atacaba los monopolios imperialistas, causantes de nuestros males, ni se condenaba la agresión. Además, a todas las preguntas sobre si Cuba podía o no participar, contestaba el silencio, que era interpretado como negativa, por lo que la delegación cubana manifestó que no podía participar en una Alianza que no significaba nada para nuestro pueblo. Sin embargo, nuestra delegación expresó que había algo positivo; se refirió al párrafo catorce del título tercero del documento, "Sobre la integración económica de América Latina", donde textualmente se dice así:

A los efectos del proceso de integración y desarrollo económico que se persigue, es fundamental la participación activa del sector privado y, excepto en los países donde no existe el régimen de la libre empresa, la programación del desarrollo por los organismos públicos nacionales competentes, lejos de obstaculizar esa participación, puede facilitarla y encauzarla abriéndose nuevas perspectivas de beneficio social.

Cuba citó este párrafo expresando que era una victoria para la coexistencia pacífica, que expresaba la posibilidad de que existieran dos regímenes de diferente organización social, y la anotó como una de las cosas positivas de la conferencia. (Aunque más tarde el delegado norteamericano lo impugnó violentamente, negando el reconocimiento de nuestro Gobierno).

Se preguntó después qué pasaría si fracasaba la "Alianza para el Progreso" que, en el diagnóstico, Cuba ha condenado al fracaso y planteó la disyuntiva entre afrontar el descontento popular o cambiar los sistemas de comercio exterior, ampliándolo y diversificándolo; explicó que para esto se necesitaba una serie de condiciones especiales y la avenencia de las oligarquías castrenses.

Cuba, además, explicaba que si se seguía el camino de afrontar el descontento popular, los gobiernos caerían ante una votación popular o serían sujetos a fuertes presiones por parte de los elementos progresistas que quisieran cambiar el régimen de gobierno, y que todo esto era el germen de continuos problemas sociales en América, de los cuales Cuba no se siente culpable sino en la medida de ser ejemplo de rebeldía.

Hasta aquí el desarrollo de la conferencia. Ahora bien, ¿cómo puede considerar Cuba los resultados de esta conferencia y qué espera para América? Cuba no se debe sentir del todo insatisfecha, aunque tampoco podemos afirmar que haya sido una gran victoria de los pueblos latinoamericanos. El imperialismo tenía que demostrar la incapacidad de Cuba para vivir en paz con los otros países de América y su renuncia a intercambiar opiniones, en el marco de la OEA, con los demás países. No lo logró, y desde ese punto de vista, perdió una batalla. Del análisis de los documentos secretos leídos por nuestra delegación se desprende que el imperialismo no pensaba convencer a Brasil de que cambiara su actitud frente a Cuba.

Sin embargo, hay un punto en el cual debemos anotarle alguna ventaja al imperialismo. A pesar de las manifestaciones nuevas de rebeldía que hubo, Estados Unidos pudo manejar la situación de tal manera que la declaración final hace creer que se ha concedido una gran dádiva para nosotros los latinoamericanos, aunque las reglas para hacerla efectiva están llenas de cláusulas que la hacen sin valor; es decir, que sin comprometerse oficialmente a nada, Estados Unidos ha quedado como el suministrador de veinte millones de dólares en los próximos diez años y ha podido mantener su fortaleza americana más o menos estable, a nivel de gobiernos, se entiende, pues el pueblo continuamente crece en conciencia política, que es como decir en la conciencia de la necesidad de liquidar el imperialismo. Las proposiciones cubanas eran derrotadas, la mayoría de las veces, por veinte votos contra uno.

¿Qué importancia podemos derivar nosotros, para el futuro, de esta conferencia? Debemos considerar objetivamente que la "Alianza para el Progreso", en el remoto caso de que pudiera llevarse a cabo en su magnitud anunciada de veinte mil millones de dólares, se haría evidentemente para financiar una buena cantidad de empresas imperialistas que desarrollan sus actividades en todos los ámbitos de América Latina, ya sea actuando directamente como empresas extranjeras o en forma mixta, y que continuarán su ciclo de ganancias fabulosas. Además, seguirán bajando, con toda probabilidad, los precios de las materias primas, vendidas fundamentalmente a Estados Unidos. Y estas bajas pueden vaticinarse sin incurrir en ligereza, solo con observar que para las materias primas que produce América (café, algodón, estaño, etcétera), hay menos demanda que oferta en el mercado mundial, y que la tendencia es a desarrollar nuevas áreas (caso del café en África).

Como las ganancias de los monopolios norteamericanos significan exportación de dólares hacia el exterior y las bajas del precio de las materias primas significan menos entrada de dólares, habrá un deterioro más o menos serio en la balanza de pagos de casi todos los países de América. Y la tendencia es a aumentar la diferencia entre las inversiones y las extracciones.

Esto se traducirá en una falta de desarrollo y creará, cada año que pase, más desempleo y más competencia por los mercados, competencia que, sobre todo en época de crisis, se hace muy violenta.

De aquí en adelante, a la primera oportunidad en que las maltrechas economías necesiten auxilio de fondos internacionales, intervendrá el Fondo Monetario Internacional, dirá su palabra "sabia y orientadora" y comprometerá más la economía del país de que se trate, cortando el crédito interno y reglando la vida económica de acuerdo a los intereses de los monopolios. Realmente, este momento se produce en América, en uno u otro país, antes o después.

La disyuntiva es precisa: para salvarse del desastre, las burguesías nacionales de nuestros países deben cambiar abruptamente su política comercial exterior, pero al hacerlo deben acondicionar su diplomacia a estos cambios. Además, tendrían que desarrollarse al máximo las posibilidades del capitalismo nacional, en los países donde existen las condiciones, para tratar de atenuar las contradicciones actuantes en la sociedad, al menos durante algún tiempo. En estos casos, sin embargo, hay un factor de gran consideración, cuya importancia se ha demostrado en el caso de Brasil, posteriormente a la conferencia del CIES. Esta fuerza es el ejército de cado uno de los países de América. Como instrumento de las viejas oligarquías feudales o de las burguesías importadoras, el ejército se resiste a que las nuevas capas de la burguesía nacional industrial tomen el gobierno y desarrollen una política propia, haciendo acto de presencia represiva inmediatamente. Los ejércitos actuales de casi todos nuestros países son hostiles a las manifestaciones de independencia, porque están ciegamente ligados a lo más tenebroso de la reacción en América y a los intereses monopolistas norteamericanos.

Lo que sí es evidente es que para desarrollar una política progresista en cuanto a diplomacia y comercio exterior, las burguesías nacionales deben establecer medidas internas de liberación de su política y aumento, al menos aparente, del nivel de vida que les permita contar con el pueblo. Pero necesitan algo más aún: contar, al menos con la neutralidad del ejército.

¿Cuál es el otro camino para los gobiernos semicoloniales? Pues, simplemente, seguir los dictados del Fondo Monetario Internacional, establecer controles cada vez más rígidos que ahoguen el crédito, aumenten la desocupación y coloquen al país en una situación de estancamiento o retroceso…y afrontar las iras populares.

También vemos dos salidas a ese camino. Una es la de algunos países que son obedientes a Estados Unidos, pero también a ciertas reglas de la institucionalidad burguesa y que, mediante elecciones libres, se avienen a entregar el gobierno a sus sucesores. Naturalmente que el sucesor habrá hablado durante su campaña como el presidente Quadros lo hiciera; habrá prometido algo y tratará de cumplirlo.

Pero ¿qué pasará? Una vez más estaremos frente al dilema: o se suprime el ejército opresor o no se puede desarrollar una política independiente en América. Y para cambiar el ejército, desgraciadamente, nos parece que habrá que luchar, pues tiene las armas. Representa clases condenadas históricamente, pero que no quieren abandonar sus prerrogativas sin intentar la lucha.

Con respecto a la otra posible situación, se trata, simplemente, de burlar la voluntad popular, establecer una nueva dictadura castrense o acentuar la que ya existe, aumentar la explotación del hombre por el hombre y la expoliación de las burguesías nacionales y de las capas inferiores del pueblo por los monopolios extranjeros, y reprimir, reprimir hasta lo infinito. Los trabajadores de cada país de América sujetos a este régimen aumentarán día a día sus deseos de liberarse drásticamente de la opresión. Verán a lo lejos el ejemplo de Cuba; verán más lejos, más luminosos, más importantes aún, los grandes ejemplos de todos los países socialistas y principalmente de la Unión Soviética, que dio el primer paso en la liberación del hombre. Irán cargándose de odio, calladamente, hasta que, un día, en algún lugar, brote la chispa y nazca una nueva llama revolucionaria en América.

Fatalmente, caminando con los rápidos pies que la historia tiene en estos momentos convulsos de la humanidad, ese día se acerca para la América entera.

(Tomado de Che en la Revolución Cubana. Tomo I. Escritos y cartas. Compilador Orlando Borrego, Editorial José Martí, La Habana, p.67-82. Publicado en el blog Dialogar, Dialogar)

 

 

Zulan Popa Danel

Segunda Jefa de Misión

Embajada de la República de Cuba

Cra 9na No.92-54, Chicó, Bogotá

Cel: 314 356 1940

 

 

 

 

 




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defensa de Fidel Castro y refutación a trotskistas argentinos por Sergio Ortiz del Partido de la Liberación Museo Che Guevara Caballito

 


defensa de Fidel Castro y refutación a trotskistas argentinos por Sergio Ortiz del Partido de la Liberación Museo Che Guevara Caballito

 

De: Sergio Ortiz [mailto:ortizserg@gmail.com]

Posición del PARTIDO DE LA LIBERACIÓN (PL) de Argentina

En defensa de Fidel Castro y refutación de los trotskistas

Leyendo las declaraciones de los dirigentes trotskistas de Argentina tras la muerte de Fidel Castro queda claro que para ellos fue un líder "pequeño burgués" patriótico hasta mediados de la década del '60 y luego devino en un "burócrata stalinista y bonapartista" que restauró el capitalismo en Cuba, desde entonces hasta su muerte. Esto en números concretos significaría un buen Fidel durante los primeros seis años de revolución y un Fidel pro-capitalista los restantes 51 años. Se trata de un enfoque típicamente trotskista y contrarrevolucionario, ajeno a la realidad que mostró a Fidel y Cuba como una misma cosa, socialista hasta la médula.

Voy a refutar las calumnias trotskistas pero quiero marcar que ni siquiera a la hora de la muerte, cuando el cuerpo de Fidel aún estaba tibio, el 26 de noviembre pasado, los trotskistas de Argentina se privaron de someterlo a todo tipo de críticas. Esas críticas son absolutamente incorrectas, pero además sus autores ni siquiera tuvieron una mínima contemplación con el líder fallecido.

Por ejemplo, el ex candidato a presidente por el FIT Nicolás del Caño, del PTS, puso en Twitter ese 26 de noviembre: "Murió Fidel. A pesar de nuestras diferencias llamamos a todos los jóvenes a estudiar su legado". O sea, enumeró y puso en primer término sus diferencias. El orden de los factores en política altera el producto, señores trotskistas.

En esa misma línea de enfatizar las críticas, la dirigente del Nuevo MAS, Manuela Castañeira, tuiteó: "Murió Fidel Castro. Lamentablemente no llevó a Cuba al socialismo. Eso se logrará sólo con los de abajo en el poder". Otra vez el cuestionamiento a Fidel como la prioridad, apenas abordado el tema de su fallecimiento.

Otros en este punto fueron algo más eclécticos, como Néstor Pitrola, del Partido Obrero, quien declaró: "Fidel encarna la resistencia de 50 años al bloqueo imperialista, pero también la burocratización del partido único. Un balance ineludible". A pesar de la oportunista mención a Fidel y la resistencia al bloqueo, ese diputado puso en el mismo plano, y seguramente superior si se analiza toda la posición del PO, ahora y en las décadas anteriores, la crítica al fidelismo. Ellos lo llaman "castrismo", igual que se refiere el imperialismo.

En ese enfoque se nota la pérdida de valores leninistas que padecen los dirigentes trotskistas. Lenin, al referirse a la muerte de Rosa Luxemburgo, con quien había tenido diferencias al interior del marxismo y la revolución, dijo que esa mujer volaba alto, como las águilas, aunque a veces, con ciertos errores, su vuelo fuera bajo; pero era una águila y no una gallina, que no puede volar.

Para los trotskistas Fidel no era un águila. Para el Partido de la Liberación sí, y aún después de muerto, sigue volando muy alto.

 

Etapas de la revolución

¿Por qué tanto énfasis del trotskismo en criticar a Fidel y la revolución cubana?

Los motivos son varios. Quizás el principal sea que aquél encabezó una revolución nacional-democrática y popular en Cuba y la llevó a la victoria contra la dictadura de Fulgencio Batista. Y luego, inmediatamente, siguió profundizando esa revolución hasta proclamar en abril de 1961 su carácter socialista, que los trotskistas ponen entre comillas, "socialista", asegurando que nunca fue tal.

De ese modo Fidel daba al traste con los enfoques seudo teóricos del trotskismo y la "revolución permanente", que supuestamente debe ser socialista desde el inicio y sin etapas. En rigor todas las revoluciones tuvieron etapas, la rusa tuvo una democrática entre 1905 y febrero de 1917 para luego plantearse "todo el poder a los soviets" en octubre de ese año. Por eso Lenin escribió y fundamentó en 1905 "Las dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática". La revolución china también tuvo esa fase desde 1921 hasta 1949, cuando fue anti feudal y antiimperialista, para pasar al socialismo proclamado por Mao Tsé tung el 1 de octubre de ese último año, en la tribuna de Tiananmen. ¿Por qué no habría de tener etapas el proceso revolucionario cubano?

Otro motivo de inquina es que en Cuba hubo un método guerrillero, desde el intento de asalto al Cuartel Moncada hasta la lucha armada en Sierra Maestra y el triunfo de "los barbudos" sobre la dictadura proyanqui. Y los trotskistas, en particular los argentinos, son electoralistas al máximo. Nunca tiraron ni una piedra contra el sistema capitalista dependiente; sólo palabras, discursos y votos. No lucharon ahora ni en la década del '70, en el tiempo de Cordobazos y guerrillas. De allí su particular discordancia con Fidel, todo un símbolo de la violencia revolucionaria como partera de la historia, del guerrillero que con apenas mil hombres derrotó al ejército batistiano de 40.000 soldados.

 

Fidel contra el trotskismo

Hay otras razones que pueden explicar la tirria trosca contra el comandante en jefe. En una nota firmada por Facundo Aguirre, del PTS, en Izquierda Diario, se dice: "En 1962 Fidel ordena la disolución de todas las tendencias revolucionarias en el Partido Unido de la Revolución Socialista, que en 1965 se transformara en el Partido Comunista de Cuba. Los trotskistas cubanos son detenidos a partir de 1962 y en 1965 su organización, el POR (T), es obligada a disolverse".

Lo que oculta Aguirre son las razones por las que sus correligionarios cubanos fueron detenidos en 1962 y finalmente disueltos. Cuando en abril de 1961 el pueblo cubano bajo la dirección política y militar de Fidel abortó la invasión mercenaria de Bahía Cochinos, y luego en octubre de 1962, cuando la crisis de los misiles, cuando EE UU estuvo a punto de bombardear la isla, esos grupos trotskistas cubanos agitaron al pueblo para marchar y ocupar Guantánamo. Era una provocación que los yanquis esperaban poder bombardear o invadir, y tratar de vengarse de la derrota humillante sufrida en Playa Girón.

Las campañas denigratorias del trotskismo contra Fidel vienen de los años '60. Y el comandante los refutó en el discurso de clausura de la Primera Conferencia de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina, pronunciado el 15 de Enero de 1966 en el Teatro "Chaplin" de La Habana (Cuba Socialista, Nº 54, Febrero de 1966, pág 88-97).

Allí sostuvo Fidel: "En el número de octubre de 1965, el periódico Batalla, de los trotskistas españoles, declara que el misterio que rodea el caso del Che Guevara debe ser aclarado. Dice que amigos del Che suponen que la carta leída por Castro es falsa y se pregunta si la Dirección Cubana se oriente hacia una sumisión a la burocracia del Kremlin.

Por la misma fecha, aproximadamente, el órgano oficial trotskista de Argentina publica un articulo en el que asegura que el Che está muerto o preso en Cuba. Dice que "entró en conflicto con Fidel Castro por el funcionamiento de los sindicatos y la organización de las milicias". Agrega que "el Che se oponía a la integración del CC con los favoritos de Castro, especialmente oficiales del ejercito, seguidores del ala derecha de Moscú".

El título de este trabajo de Fidel lo dice todo: "El trotskismo: instrumento vulgar del imperialismo y la reacción". Allí refuta la campaña mundial del trotskismo que lo acusaba de haber apartado y hasta asesinado al Che. En este punto el trotskismo coincide con las afirmaciones de Otto Vargas, dirigente del PCR, quien en su libro "¿Ha muerto el comunismo?" sostuvo que Tania la guerrillera era una agente de los servicios secretos de la Alemania Democrática y la KGB, y que llevó al Che a Bolivia para que lo asesinara la CIA yanqui.

En verdad Guevara había partido en 1965 a luchar contra el imperialismo y el colonialismo en el Congo, sin éxito, y estaba por volver a Cuba para reemprender otro viaje, esta vez hacia Bolivia. Lejos de abandonarlo, Fidel dio apoyo a esas campañas guevaristas, cumpliendo la promesa que le hiciera al Che cuando éste se incorporó al Movimiento 26 de Julio en México: él quería estar libre de regresar a luchar en Argentina, luego de una victoria en Cuba que sólo ellos dos y un puñado de revolucionarios juzgaba viable en 1956.

Los troscos son incorregibles. Si Fidel aparentemente abandonaba al Che, lo daban por cierto y lo criticaban por eso. Pero si luego se sabía que el Che estaba liderando una guerrilla en otro país, con apoyo de Fidel, entonces los trotskistas tildaban a Fidel y el Che de aventureros y "foquistas" y les imputaban llevar al fracaso la revolución en el mundo.

El otro motivo de arrastre de las campañas trotskistas contra Fidel fue que en su momento permitió que viviera en Cuba Ramón Mercader, el comunista barcelonés y gran luchador de la Guerra Civil Española, que había matado a Trotsky en 1940 en México. Para los trotskistas, Mercader era un vulgar asesino. En realidad lo mató cuando ya había estallado la II Guerra Mundial y era inminente la invasión nazi a la Unión Soviética, concretada en junio de 1941. Desde 1935 Stalin venía llamando a formar un Frente Unido Antifascista para enfrentar al nazismo, y los aliados eran renuentes a dicha alianza, peor aún, pacto de Munich de por medio (1939) empujaban a Hitler contra la Unión Soviética.

En esos años y sobre todo a partir de la creación de la IV Internacional trotskista, su dirigente exiliado en México se oponía a defender la URSS de la agresión hitlerista. Él y los grupos trotskistas planteaban que primero había que derrocar a la "burocracia stalinista" en la URSS como condición previa y necesaria para luego oponerse a Alemania.

En otras palabras, operaba como quintacolumnista que favorecía la agresión del III Reich contra la única patria socialista de entonces, la URSS.

Mercader mató a Trotsky, estuvo 20 años preso en México y recién salió en 1960, viviendo en forma alternada entre Moscú y La Habana, donde murió de cáncer en 1978. Que Fidel lo autorizara a vivir en la isla fue un gravísimo pecado para el trotskismo y eso que el líder cubano fue de los menos partidarios del stalinismo, según se puede leer en varias opiniones suyas, entre otros en el recordado reportaje de Ignacio Ramonet "Cien horas con Fidel". El Che Guevara, en cambio, fue muy admirador de Stalin. En este punto el Partido de la Liberación tiene más afinidad con el punto de vista guevarista.

Cuba es socialista

Fidel encabezó una revolución agraria, democrática y antiimperialista en su primera etapa. Esto fue y es todo un sacrilegio para el dogma trotskista de la "revolución permanente". La errónea apreciación de esa fase de la revolución queda patentizada cuando los trotskistas afirman que la esencia del programa del Moncada era la democratización y la vuelta a la Constitución de 1940. Falso. Las cinco leyes que Fidel enuncia en su defensa "La historia me absolverá" tienen como núcleo la cuestión agraria, el poner límites a las grandes propiedades para mejorar la vida de los campesinos pobres, y en aumentar los ingresos de los trabajadores con una distribución de las ganacias de las empresas. Ahí apuntaba Fidel, a las masas campesinas y laboriosas, a las que quería poner en marcha como el "motor grande" del pueblo, mediante el "motor pequeño" del Movimiento 26 de Julio.

Y después de derrotar la agresión militar de abril de 1961, organizada por el imperialismo yanqui, recién entonces se proclamó la condición socialista de Cuba. Y ese socialismo se ha mantenido hasta hoy a pesar del impiadoso bloqueo norteamericano y las duras consecuencias de la caída de la Unión Soviética en 1991.

A propósito, los trotskistas argentinos le reprochan a Fidel haberse apoyado en la Unión Soviética, cuando ésta proveyó los 3 millones de toneladas anuales de petróleo que de golpe Estados Unidos se negó a refinar, como parte del bloqueo. ¿Estuvo mal que Cuba obtuviera ese apoyo moscovita? Estuvo muy bien en solicitarla y también la URSS en darle esa facilidad. Para los troscos, estuvieron mal. Claro, ellos no vivían en Cuba ni tenían esas necesidades apremiantes de una isla bloqueada.

Jorge Altamira, del PO, también ha cuestionado a Fidel en forma artera y brutal. Conviene detenerse en un punto de sus veleidades cuando reivindica haber sido el primero a nivel mundial en prever la crisis y caída de la URSS, en presunta contraposición con Fidel. En el campamento de verano de la UJS en Ramallo, en febrero de 2016, Altamira se ufanó: "el Partido Obrero se destacó como el único, no en la Argentina, sino en el mundo, en mostrar con quince años de anticipación cómo se gestaba la restauración capitalista en China y en la Unión Soviética. Con qué instrumentos había que combatir esa restauración capitalista".

Otra falsedad. En 1987, en su discurso al cumplirse los 20 años de la caída en combate del Che en Bolivia, Fidel Castro dijo a sus compatriotas que si un día se levantaban y resultaba que la URSS había caído, Cuba iba a seguir existiendo y construyendo el socialismo. Para él no fue ninguna sorpresa la implosión de la URSS.

En cambio el miope de Altamira, cuando cayó el Muro de Berlín y era visible que se iba a desmoronar la URSS, calificó esos sucesos tan negativos de "revolución obrera". Supuestamente venía algo mejor, revolucionario, un socialismo con democracia, en lugar del "estalinismo". En ese marco de esos años '90, el dirigente del PO se pronunció por la salida y renuncia de Fidel Castro, por la liquidación del "régimen burocrático de partido único", por la fundación de otros partidos y sindicatos en Cuba, etc. Quedó a la vista lo que vino: una contrarrevolución con Ronald Reagan, George H. Bush, Margaret Thatcher, Juan Pablo II, el imperialismo, el capitalismo, el neoliberalismo, la CIA, las invasiones, la liquidación de conquistas sociales, los gobiernos ultrarreaccionarios en Europa oriental, etc.

Altamira tituló "Fidel Castro: esbozo de crítica a un legado" su artículo publicado en Télam y Prensa Obrera el 28 de noviembre de 2016. También puso la crítica a Fidel por sobre cualquier otra consideración. De movida nomás sostuvo: "Fidel deja una herencia política contradictoria. De un lado, porque Cuba se encuentra empeñada en repetir la experiencia de restauración capitalista de China, en un lugar más inadecuado y en peores condiciones económicas internacionales".

Para los trotskistas es un restaurador del capitalismo. Para la abrumadora mayoría de los 11 millones de cubanos y buena parte del mundo progresista, Fidel es sinónimo de socialismo. El socialismo cubano es el régimen político obrero y popular que garantizó una sociedad muy justa e igualitaria, con elevado nivel cultural y educacional para las masas de la población, con medicina para todos, con vacunas y una mortalidad infantil del 4.2 por mil nacidos vivos y una mortalidad materna con mejores índices continentales, con internacionalismo y ayuda desinteresada a otros pueblos. La patria de José Martí hizo todo eso a pesar del bloqueo yanqui, calificado como genocidio; la mayoría de países ha votado 25 veces a favor de Cuba en la Asamblea General de la ONU.

Así lo valora la humanidad a Fidel, el mismo que en la Cumbre Eco-Río '92 hizo un llamado a salvar el planeta y el hombre.

La dolorida despedida de millones de cubanos en estos días, acompañados de la congoja internacional y los gobiernos progresistas del mundo, reiteran lo obvio. Los cubanos son fidelistas y socialistas, por cultura política, afinidad, logros obtenidos, sentimientos, gratitud y dignidad, todo ello junto. En cambio los trotskistas, a miles de kilómetros y sin análisis concretos, sostienen que no hubo ni hay nada de socialismo, ni un ápice.

Desde su punto de vista, el imperialismo "admite" que en la mayor de las Antillas hay socialismo, cuando sigue tratando de socavar y vencer al gobierno cubano. Antes con Barack Obama con métodos más sibilinos y seguramente con Donald Trump en forma más fascista, lo cierto es que el imperialismo yanqui admite que Cuba es socialista y quiere destruirla.

En cambio para los trotskistas argentinos Cuba no lo es. Leyendo las declaraciones de Nicolás del Caño y Myriam Bregman del PTS, de Néstor Pitrola y Jorge Altamira del PO, de Juan Carlos Giordano de Izquierda Socialista (los tres partidos integrantes del FIT) y de Alejandro Bodart (MST) y Manuela Castañeira (Nuevo MAS), ellos lo califican como un país donde se ha restaurado el capitalismo por una burocracia estalinista con régimen de partido único. Y peor aún, consideran que allí hay que hacer una verdadera revolución contra "el castrismo", un tema que seguramente sería de interés de Donald Trump y la CIA.

Altamira se mete en enredos teóricos porque en la citada conferencia de Ramallo admitió que en la isla se tomaron medidas económicas y políticas propias del socialismo. Pero no lo son, según él, porque para ser tales tendrían que haber sido decididas por una dirección obrera que Fidel no representó nunca, pues el suyo fue y es un "régimen bonapartista" como si arbitrara entre capas de la burguesía. Y añadió que tampoco expropió en el marco de la "revolución obrera mundial", de la que Cuba tampoco sería parte, siempre según el dirigente del PO.

"El carácter de una revolución dirigida por la pequeña burguesía avanzada, que expropia al capital, debe ser colocado en términos condicionales. Su verdadera naturaleza va a ser determinada por el curso interior de la revolución", pontificó en contra de quienes creen que la isla es socialista. A propósito, el directivo del PO fue disertante invitado en la exclusiva Universidad estadounidense de Harvard en marzo de 2015, cuando aseguró que él era más liberal que los liberales norteamericanos, menospreció también las expropiaciones de 3.000 empresas llevadas a cabo por Hugo Chávez.

En esa ocasión Altamira fue como precandidato presidencial del PO, posición que perdió luego a manos del novato trotskista Nicolás del Caño, que no debía haber leído ni "Historia de la revolución rusa" de su autor semimenchevique, o sea Trotsky.

Otro trotskista, Giordano (IS), directamente acusó a Chávez de hambrear al pueblo venezolano. Textualmente, sostuvo: "El chavismo mantuvo la estructura capitalista, creó las empresas mixtas en petróleo pactando con las multinacionales, como Chevron, Total o Repsol, fomentado una boliburguesía, criminalizando la protesta y hambreando al pueblo venezolano".

Denigrando a Cuba, Bodart, del MST, concluyó así su declaración de prensa: "Lamentablemente, hoy Cuba vive una profunda crisis económica y su dirección política ha virado el rumbo hacia un acuerdo con los EEUU y la apertura capitalista de la isla, un camino que no compartimos y nos llena de tristeza". Este dirigente estuvo coqueteando en 2014 con la idea de participar del MASCUBA de Argentina, a lo que el Partido de la Liberación (PL) se opuso de plano. Ese movimiento solidario es amplio, pero tiene un límite: sus integrantes deben adherir a la defensa de la revolución cubana, a su socialismo y a la dirección política de Fidel y Raúl Castro. Bodart quedó afuera, merecidamente, porque no compartía ninguna de esas tres definiciones básicas del MASCUBA.

 

El capital extranjero

Uno de los caballitos de batalla del trotskismo contra el liderazgo de Fidel y Raúl Castro es que en los últimos años propiciaron la inversión extranjera, como si ese fuera un horrible delito.

¿En qué manual del marxismo-leninismo está escrito que un pequeño país socialista, bloqueado, que viene de la pobreza y el poco desarrollo por la anteriior dependencia del imperialismo, una vez que se libera del mismo no puede atraer inversión extranjera, protegiendo su soberanía?

No hay tal manual, pero además los maestros fundadores -como Federico Engels- aclararon que "el marxismo no es un dogma sino una guía para la acción".

La historia enseña que Lenin entre 1918 y 1921 aplicó la Nueva Política Económica (NEP) y favoreció acuerdos con empresas extranjeras y su radicación en la naciente URSS que había sido bloqueada y agredida por catorce potencias imperiales. En el socialismo soviético había entonces y varios años después todavía seguía habiendo distintos tipos de propiedad: estatal, privada, cooperativa, mixta y extranjera. Y eso estuvo bien, siendo la URSS un país atrasado dentro de los de economía capitalista, al momento del triunfo de la revolución. Si hasta 1930 tenía pocos miles de tractores. ¿Cómo iba a negarse a hacer negocios y tomar inversiones foráneas?

La gran diferencia es que la URSS de Lenin y Stalin, así como la Cuba de Fidel y Raúl, reciben capital extranjero pero con una economía de mayoría estatal y una dictadura democrático popular de la clase obrera. No son un gobierno de burgueses corruptos y entreguistas como Carlos Menem y Mauricio Macri, por ejemplo.

En el socialismo cubano hay preponderancia, que también existe en la China socialista de hoy, de las empresas estatales y bancos públicos, con la tierra como propiedad del Estado. Y si bien se abren ciertos renglones de la economía, hay otros que están vedados al capital de afuera, léase el área de la Defensa y otros considerados estratégicos.

En el VII Congreso del PCC, en abril pasado, Raúl Castro enfatizó que en Cuba socialista y soberana la propiedad de todo el pueblo sobre los principales medios de producción es y seguirá siendo la principal forma de propiedad y que constituye la base del poder real de los trabajadores.

Además, no hay que magnificar el tema de las inversiones extranjeras. Cuba las fomenta en energía, turismo y producción agroalimentaria. En ese mismo Congreso se puntualizó: "las inversiones extranjeras han registrado un modesto incremento, con unos 40 nuevos negocios desde la emisión de la nueva Ley de Inversión Extranjera en marzo de 2014 y los ingresos por este concepto en el pasado año se sitúan en un estimado de 350 millones de dólares".

Para los trotskistas argentinos, en cambio, China y Cuba son países donde se restauró el capitalismo. En todo caso, para dar pie a una afirmación tan grave tendrían que demostrar no la existencia de tal o cual empresa extranjera, que como acabamos de mostrar no es un factor tan relevante ni definitorio, sino probar que el sistema político y militar ha cambiado a favor de la burguesía, perdiendo su naturaleza socialista. Esa contrarrevolución no ha ocurrido. Justamente las honras fúnebres a Fidel, con millones de cubanos en la calle y juramentados en su compromiso de apoyo a la revolución socialista, son demostrativas de que el trotskismo miente en forma descarada.

 

Fidel y Argentina

Juan Carlos Giordano declaró: "También en estos años Fidel y la conducción cubana avalaron los falsos 'gobiernos progresistas' de Lula y Dilma en Brasil, Evo Morales y los Kirchner que aplicaron ajustes contra sus pueblos. Y al interior de Cuba, se fueron liquidando con el paso de los años las conquistas de la revolución".

Ya refutamos que se fueran liquidando en la isla las conquistas de la revolución. Ahora analizaremos el resto de las afirmaciones del trotskista (IS-FIT), con énfasis en Argentina. Es poco serio poner en pie de igualdad a Evo Morales, que nacionalizó los hidrocarburos en mayo de 2006, apenas asumido, con el gobierno de Lula, que protegió a Petrobras frente a esas expropiaciones en Bolivia.

Por supuesto que Cuba tomó nota positiva de los cambios comenzados en Argentina en mayo de 2003 con Néstor Kirchner. El clima de reformas que se avecinaba pudo ser palpado por Fidel porque estuvo de visita y habló en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la UBA ante decenas de miles de personas. Obviamente los trotskistas no fueron a escucharlo...

Esa apreciación favorable del comandante tenia que ver con la comparación que él hacía respecto a los gobiernos anteriores de Menem y De la Rúa, al que en 2000 llamó "lamebotas yanqui". ¿Cómo no iba a establecer diferencias y simpatías con el ciclo kirchnerista abierto en 2003 y seguido en 2007 por Cristina Fernández de Kirchner? Esos gobiernos K no fueron de ajuste, como miente Giordano. Fueron de cambios positivos, bien que limitados por la condición de clase gran burguesa nacional de los Kirchner.

La postura del gobierno de Argentina, que junto a los de Venezuela y Brasil tiraron abajo el proyecto yanqui del ALCA en Mar del Plata, reafirmó esa táctica amistosa de Fidel con los Kirchner. Y eso luego avanzó más, hacia la formación de la Unasur y formalmente en 2012 de la CELAC, donde Argentina tuvo un buen papel.

En cambio los críticos trotskistas de Fidel fueron capaces de hacerle cinco paros generales al gobierno de CFK siendo furgones de cola de la burocracia sindical más podrida y pro-capitalista. Ellos, los puros del obrerismo, estuvieron al servicio de "los Gordos" de las CGT, operando para debilitar al gobierno de Cristina y pavimentar el camino que llevaba a Macri y el PRO a la Casa Rosada.

Nicolás del Caño, puesto ante el balotaje de noviembre de 2015, dijo que tanto Macri como Scioli eran lo mismo y llamó a votar en blanco. Altamira no lo hubiera hecho mejor porque venía de no apoyar la ley de medios n° 26.522 con el argumento de que el monopolio Clarín era igual que el monopolio K, e incluso que el monopolio estatal es peor que el privado, o sea que Clarín de Héctor Magnetto era "el mal menor".

El PL apoyó en forma crítica muchas de las buenas gestiones de los doce años transcurridos entre 2003 y 2015, sobre todo en Derechos Humanos, inclusión social, ley de medios y la integración latinoamericana.

Y en algunos puntos el PL fue crítico de Kirchner y Cristina, y en cambio los troscos tuvieron una rara coincidencia en un caso con ellos. Fue a raíz del planteo del entonces presidente Kirchner y su canciller Rafael Bielsa, con el apoyo de CFK, de inmiscuirse en los asuntos internos de Cuba y presionar a Fidel para que la gusana médica Hilda Molina pudiera venir a vivir a la Argentina. Eso ocurrió en 2006 y casi frustra la venida del comandante como invitado a la cumbre del Mercosur en Córdoba en julio de ese año. Cuando finalizó el acto en el campus de la Ciudad Universitaria donde habían hablado Fidel y Chávez, recogí un volante del piso de un partido trotskista que reclamaba a Cuba y le exigía dejar salir a la ex médica como si su caso la isla estuviera violando los derechos humanos.

Fue una extraña coincidencia entre el trotskismo local y Kirchner-Cristina. Ya se sabe qué nefasto papel cumplió Molina (alias "abuelita de Heidi") en Argentina y su delincuente hijo Roberto Quiñones, atacando a Cuba en presentaciones de libros anticubanos y conferencias ultra gusanas con CADAL, el sello de la embajada yanqui y fundaciones alemanas en Buenos Aires.

 

El "partido único"

La crítica al "partido único" es otro de los cargos que hace la cúpula trotskista a Fidel; en otros temas están muy divididos, pero en esta campaña contra el PCC se unifican como nunca.

La teoría marxista, que no es dogma, siempre planteó la necesidad de un gobierno revolucionario dirigido por la clase obrera a través de su partido de clase y de vanguardia, una organización comunista. Eso está justificado a través de la historia, por los muchos reveses y fracasos revolucionarios en el mundo antes o después de la toma del poder, por la inexistencia de ese partido o bien por su degeneración. La Generación del '70 en la Argentina, entre muchos otros factores de su derrota en 1976, padeció de esa carencia. Y aún países que habían logrado la victoria socialista, como la URSS, terminaron derrumbándose bajo el empuje de las campañas imperialistas pero también por la degeneración revisionista que empezó con Nikita Kruschev y tuvo su punto más alto con Mijail Gorbachov y su "perestroika" y "glasnot".

En esto también el trotskismo orina fuera del tarro. Acusa de la degeneración de la URSS al stalinismo, cuando los hechos prueban que ese proceso tuvo luz verde luego de la muerte de José Stalin en marzo de 1953, o sea con los kruschovistas que a partir del XX Congreso del PCUS en 1956 hicieron liquidacionismo de ese período socialista dirigido por aquel gran revolucionario, aún con algunos errores serios que cometió. Para los troscos, en cambio, Stalin tiene la culpa de todo, de la derrota en España, de los fracasos iniciales de la revolución china (1927), de la falta de revolución en Francia e Italia tras el fin de la II Guerra Mundial, etc. Del mismo modo hoy Fidel tendría la culpa del golpe pinochetista en Chile en 1973 y de "derrotas" que no son tales en Venezuela, Nicaragua y otros interesantes procesos latinoamericanos que avanzaron con el ALBA (diciembre de 2004).

Eso sí, de las victorias populares que tanto tuvieron que ver con la ayuda cubana, como en Angola y Sudáfrica, de eso no dicen nada estos canallas. Nelson Mandela fue a Cuba a agradecer la ayuda prestada para la derrota de los racistas sudafricanos en la batalla de Cuito Cuanavale, para liquidar el apartheid, y cómo eso incidió para su propia libertad.

En Haití ha sido tanta la ayuda cubana, sobre todo en misiones médicas, que según el amigo haitiano Henry Boisrolin, del Comité Democrático Haitiano, en el pueblo de ese país se dice: "después de Dios, los médicos cubanos".

Chávez, Correa, Morales y Ortega, entre otros líderes antiimperialistas de nuestra América, siempre expresaron agradecimiento con Fidel y lo consideraron su padre. Para Altamira y émulos, el líder cubano sería un verdugo y un padre abandónico.

En varios países socialistas como la URSS y China hubo un partido mayor, sino único, en el PC, como fundador del socialismo; también en Vietnam con el liderazgo de Ho Chi minh y Albania con Enver Hoxha. Otros partidos democráticos tienen su lugar en consejos asesores de China, pero no dirigen el Estado y eso tuvo que ver con la historia, las correlaciones de fuerzas y el rol de cada agrupación en la lucha revolucionaria primero y la construcción del socialismo después.

Los trotskistas no hicieron la revolución en ningún país y desde un altillo pedante y dogmático juzgan a las revoluciones reales y sus partidos dirigentes. Pues que hagan una revolución y construyan varios partidos, si les parece mejor. En tal caso seguramente estallarían mil disputas entre ellos, como la crisis de un año que paralizó al FIT hasta el reciente acto en Atlanta, según dijo el Partido Obrero en reproche al PTS.

Además de la teoría marxista y por encima de ella, en el caso cubano el partido único tiene que ver con la doctrina y práctica de la revolución anticolonialista encabezada por el héroe nacional José Martí. Él creó el Partido Revolucionario Cubano y encareció en 1892 la importancia de contar con un solo partido, para evitar las divisiones en la lucha contra la dominación española. Y eso fue retomado por Fidel y sus compañeros del M-26 de Julio, que luego del triunfo de la revolución se unieron a otros sectores en las ORI, Organizaciones Revolucionarias Integradas, más tarde convertidas en el PURS, Partido Unido de la Revolución Socialista y desde 1965 en el Partido Comunista Cubano.

En el VII Congreso de ese partido, en abril pasado, Raúl lo volvió a explicar: "tenemos un Partido único, que representa y garantiza la unidad, arma con la que se ha contado siempre para defender la obra de la Revolución. Por ello no es nada casual que se nos ataque desde casi todas las partes del planeta para debilitarnos en varios partidos en nombre de la democracia burguesa".

Entre esos ataques, sobre todo imperialistas, también participan los grupos trotskistas que cuestionan al sistema de "partido único".

Importa subrayar que ese PCC tiene una relación muy estrecha con las masas cubanas, afiliadas y no afiliadas a la organización y a la Unión de Jóvenes Comunistas, como se demuestra en las consultas y reformas con que se elaboraron los 313 "Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución" que orientaron el VI Congreso del PCC en el 2011 y que se convirtieron en 274 en el VII Congreso en 2016, luego de cumplirse muchos de ellos y reformularse otros, teniendo en cuenta las opiniones de las bases populares y los mil delegados al evento partidario. Importa subrayar que el Partido cubano no propone candidatos sino que los propios ciudadanos lo hacen en sus asambleas barriales, desde abajo hacia arriba, y luego en las urnas se eligen a los diputados o delegados del poder local, provincial y la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La crítica trotskista al partido único de los cubanos tiene un notable parecido, palabras al margen, con la descalificación que hace el imperialismo norteamericano de "la dictadura de los Castro". Por eso alertamos contra su condición de funcionales al imperialismo, incluso ahora con Trump.

Es al revés de lo que opinan esos enemigos de Cuba. Fidel Castro y el PCC fueron factores decisivos para mantener durante 57 años la revolución cubana, en pugna con el bloqueo de una superpotencia a 90 millas de sus costas. Si tras la caída del bloque socialista en el Este no cayó también la isla fue, entre otros elementos importantes, porque estaban el comandante en jefe y el Partido, que educaron a su pueblo en los valores del socialismo. ¿Qué hubiera pasado si en el durísimo período especial de los años '90, con tantas carencias y pérdida repentina del 30 por ciento del PBI, no hubieran estado ambos factores? Por suerte estaban allí, alertas contra la "perestroika" y la restauración del capitalismo, y Cuba siguió su camino socialista.

Defender fervorosamente el legado socialista de Cuba y Fidel no significa negar que allí se hayan cometido errores. Hubo cierto voluntarismo en planes económicos que no se cumplieron como la zafra de los 10 millones de toneladas (hoy la zafra es de 1.9 millones de toneladas, no de la mitad de esta cifra como mintió Giordano). Se promovieron focos guerrilleros en los '60 que no encajaron con la lucha de las masas. Hubo demasiada relación con la URSS y quizás por eso se mantuvo el monocultivo y se descuidó la construcción de una industria propia. El socialismo tuvo desviaciones igualitaristas que desembocaron en poca productividad e indisciplina laboral. Hubo varios casos de corrupción gubernamental, aunque en la mayoría de los casos se los enjuició y castigó, etc.

Fidel fue un gran estadista, pero no era perfecto. Para dar un solo ejemplo, en 2010 pronosticó que comenzaría la Tercera Guerra Mundial durante el campeonato mundial de fútbol en Sudáfrica, afirmación que me atreví a contradecir. "Coincidimos con Fidel en que el peligro de guerra imperialista es real y mayor que antes. Modestamente no creemos que vaya a comenzar el 11 de julio de 2010. El riesgo debe servir para poner en marcha a los trabajadores y pueblos en la formación de un ancho movimiento en defensa de la paz mundial, en especial en defensa de Irán y Corea del Norte, enlazando a la causa de la paz con todas las reivindicaciones obreras y populares contra la crisis capitalista e imperialista", firmé mi nota en LIBERACIÓN N° 261 de julio de 2010. Unas líneas antes, yo había puntualizado: "el estadista cubano predijo que la agresión se iniciaría en Corea y luego cambió por Irán. Predijo que la guerra comenzaría con los cuartos de final de fútbol en Sudáfrica y eso no ocurrió".

Nadie es perfecto. Pero Fidel Castro tuvo razón en el 98 por ciento de las afirmaciones que hizo y, lo que es más importante, que llevó a la práctica, poniendo el cuerpo y la cara ante su pueblo y los demás pueblos del mundo.

Por eso indigna que quienes nunca hicieron una revolución, como los trotskistas, y en particular sus sectas argentinas, lo cuestionaran desde un pedestal que nunca construyeron con militancia. Para poner un ejemplo: Giordano y Bodart, y sus partidos IS y MST, igual que el PCR, apoyaron el lock out patronal sojero y destituyente en 2008 de la Sociedad Rural oligárquica contra el gobierno democrático de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Ellos se atreven a enjuiciar el valor revolucionario de Fidel?

El Partido de la Liberación (PL) defiende el legado y ejemplo revolucionario de Fidel, e inclina sus banderas de lucha en homenaje a tan grande líder comunista de Cuba, la región y el mundo. Esa defensa incluye la protección del legado marxista-leninista de Fidel y la verdad revolucionaria, frente a las calumnias del trotskismo, que fue una corriente degenerada del marxismo a finales de los años '20 del siglo pasado y luego se convirtió en una fuerza contrarrevolucionaria. Lo que han dicho y hecho contra Fidel en estos años y en estos días comprueban que nuestra acusación es cierta.

Denigrar a un revolucionario es algo muy grave. Hacerlo con un revolucionario que acaba de morir es aún más deleznable. Y reiterarlo, cuando millones de cubanos y de seres humanos del mundo aún lo estamos llorando, es una coincidencia objetiva con la gusanería de Miami a la que, dicho sea de paso, la mayoría de los trotskistas no ha condenado pese a su obsceno festejo de "viva la muerte".

SERGIO ORTIZ

Secretario General del Partido de la Liberación (PL) de Argentina

www.partidoliberacion.org

1 de diciembre de 2016



Sergio Ortiz
facebook.com/sergio.ortiz.906
twitter: @Sergioortizpl

 

 

en este link verás el video sobre nuestro museo.

https://www.youtube.com/watch?v=jGPLj1nGEsY

Argentina: El Che lives on! Get lost in Buenos Aires ...

www.youtube.com

Izquierdista entusiasta, y a su forma, compañero revolucionario Eladio Gonzalez muestra el contenido de su afamado museo Che Guevara en Caballito, Buenos Aires..

 

 

 

informó el Museo " ERNESTO CHE GUEVARA " de Caballito, CABA

calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires  (AAC 1405) Argentina

Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita

Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "

Registro donantes voluntarios de Células Madre  (INCUCAI)

Coordinador ex Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito

Tel.  4 903 3285   Irene Rosa Perpiñal  -  Eladio González (Toto)  

email -  museocheguevara@fibertel.com.ar      

Blog museo   http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/

Blog accidentes  -  http://nomuertesevitables.blogspot.com  protege a hijos y nietos

Facebook    https://www.facebook.com/museoernestocheguevara/# 

ó     https://www.facebook.com/eladio.gonzalez.376

Lea libro Cuba Existe, es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston en http://estudiolivingston.com.ar/libros/cubaexiste.php  y emocionate.

en Sao Paulo Brasil buscá  http://museuvirtualcheguevara.blogspot.com.br/"

Tango nuestro baile  https://www.facebook.com/manuel.gonzalezmeg?hc_ref=NEWSFEED

¡ Salven a los argentinos !.....   "las ballenas".

 

 

 


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