miércoles, 6 de mayo de 2009

Alberto Granado amigo del Che Guevara reporteado n su hogar

foto: Alberto Granado y la autora del reportaje en La Habana








Pedro Martínez Pírez
To: casalasamericas@prw.net
Sent: Wednesday, May 06, 2009 12:19 PM

Hablar del Che

“Sólo una vez sentí que la figura del Che no era la más inmensa, y fue el día en que por primera vez me reuní con él y con Fidel”

Oír de primera mano las vivencias de un hombre que desde ya forma parte de la Historia de la gran Patria Nuestroamericana, es un regalo que esta cubana nunca esperó recibir.

Un hombre todo energía, todo alegría, es hoy por hoy un argentino que es figura conocida para la inmensa mayoría de los cubanos: les hablo de Alberto Granados, el amigo del Che, a quien visitáramos en días pasados, en compañía algunos de sus compatriotas…

“Al principio, me visitaban sobre todo viejos arrepentidos, pero ahora, cada vez más vienen jóvenes a visitarme”, nos dice con alegría y una chispita maliciosa en sus vivaces ojos, mientras saborea feliz el infaltable mate, que cebara casi como si ofreciera una ofrenda uno de sus compatriotas.

“Luego del triunfo de la Revolución, y tras escribirnos durante algún tiempo, me di cuenta que ya no estaba tratando con Ernesto, si no con el Comandante Guevara. Y me vine a Cuba. Ya lo había esperado 8 años, era hora de reunirnos”.

“Cuando vine a Cuba, ya tenía una familia creada. Y cuando decidí que la Revolución era aquello que había buscado, tuve el apoyo de Delia, mi esposa, con la que compartí vida y luchas. ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera seguido mis sueños, incondicionalmente?” Y una mirada enamorada, en los ojos de este hombre casi nonagenario, da fe de la eternidad del amor…

“Hay tres cosas que marcaron mi vida: Ernesto, Fidel y la Revolución. Sólo una vez sentí que la figura del Che no era la más inmensa, y fue el día en que por primera vez me reuní con él y con Fidel”.

“Al principio, me molestaba ver por doquier la figura del Che en remeras, porque pensaba que llevaban su figura sin saber quién era, pero luego me di cuenta que el Che había trascendido su imagen y que al usarla sobre si, los jóvenes iban más allá del mito, más allá de la moda, y se apropiaban de ella como de un símbolo de lucha”.

Así, durante más de una hora, escuchamos sus anécdotas, reímos junto con él –es un hombre de un fino humor, simpático y un si es no es pícaro y juguetón-, hablamos de amigos comunes, como el cineasta Alejandro Arroz o el fundador del Primer Museo del Che, Eladio González –Toto-, de su Córdoba querida; le oímos valorar a la Revolución, al momento que atraviesan hoy los pueblos de América, repetir la importancia de mantener viva la lucha y a la importancia que concede a la revolución cubana y a Fidel, que calificó de “Hombre del Siglo”

Ya casi al final, le trasmití a Granados una petición de mi hijo: quería que me retratara junto a él.

“Pues venga, a retratarnos, cómo no!” dijo mientras sonriente se dejaba abrazar.

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‘Parece que habían visto muchas películas de James Bond’

Conversación telefónica con Gerardo Hernández — Parte II

por Saul Landau
23 de abril de 2009
Tomado de Progreso Semanal

Saul Landau: ¿Y Usted personalmente conocía a algunos de estos terroristas?, como usted los llamaba.

Gerardo Hernández: No. Vi a algunos. Pero no tuve contacto. Se acusa a algunos de nosotros [los cinco] de haber sido oficiales ilegales. En el caso mío, yo tenía una identidad falsa. Yo era Manuel Viramontes. Yo recopilaba información que me daban los agentes que mantuvieron sus propias identidades, como en el caso de Rene González. El mantuvo su propio nombre. El robó un avión de Cuba. Alguien así cuenta con la confianza como para poder acercarse a una organización. En el caso mío no, porque soy una persona que ni siquiera tengo una historia verídica. Mi función era recopilar la información que ellos me daban y enviarla para Cuba.

Landau: ¿Usted trabajo durante el día como diseñador grafico, no?

Hernández: Era más bien trabajo por cuenta propia. Al menos era mi historia, ¿no? Llegue a hacer algunas ilustraciones para algún periódico, pero era básicamente una historia para salvar la imagen.

Landau: ¿Entonces tú supervisabas a los demás que habían infiltrado a los grupos? Explique como se hace.

Hernández: No es muy conveniente dar muchos detalles, ¿no? En los récords del caso esta documentado que habían todo una serie de agentes que tenían acceso a determinadas organizaciones [terroristas]. Su función era precisamente proteger a Cuba determinando de antemano los planes [terroristas] de estas organizaciones, y previniendo a Cuba.

Rene por ejemplo estaba en Hermanos de Rescate, se enteraba, Basulto hizo un comentario de que tienen un arma listo para probar con unos blancos en los Everglades. Lo están disparando y tiene una buena efectividad. Y el plan es buscar un lugar en Cuba donde se pueden descargar. Me avisaba por un sistema de comunicación que teníamos previamente acordado, digamos un beeper. Yo atendía a su llamada, acordábamos en vernos también con un lenguaje previamente acordado. Nos veíamos en un lugar después de tomar todo una serie de medidas y el me decía, “Mira esta pasando esto, están probando un arma que quieren introducir en Cuba.” O “Alfa 66 esta planeando una expedición. Se quieren acercar a las costas de Cuba otra vez a disparar.” O “Están pensando poner una bomba en un avión que viaje de Centroamérica a Cuba para afectar el turismo.” ¡No estoy inventando nada! Entonces les instruía en como buscar más información sin tomar riesgos innecesarios. Y mandaba información para Cuba y Cuba me respondía, “Es necesario hacer esto, hacer lo otro, buscar información por esta vía, por la otra.” Básicamente ese era el trabajo.

Landau: ¿Me puede describir en detalle el día que fue arrestado por el FBI?

Hernández: Bueno, fue un sábado [12 de Septiembre, 1998]. Yo estaba durmiendo. Eran aproximadamente las 6 de la mañana. Yo vivía en un apartamento, en un edificio, era bastante pequeño, de un cuarto. Mi cama estaba bastante cerca de la puerta, precisamente por ser pequeño. Recuerdo haber escuchado que alguien estaba forzando la cerradura, dentro del sueño. Apenas me dio tiempo de reaccionar porque sentí un estreno bien grande porque tumbaron la puerta. Era un team SWAT. Prácticamente eso no me dio tiempo ni de sentarme en la cama y estaba rodeado por personas con ametralladoras y con sus cascos, y todo se ha visto en las películas. Me arrestaron, me levantaron de la cama, me esposaron, me revisaron la boca. Parece que habían visto muchas películas de James Bond y pensaron que yo iba a tener cianuro en la boca. Me revisaron la boca para ver si no me iba a envenenar. Les pregunte porque me estaban arrestando, y me dijeron, “Tu sabes porque.” Me montaron en un carro y me llevaron para el cuartel del General del FBI en el Sur de la Florida que esta en la Avenida 163, allí en Miami. Allí comenzó el interrogatorio. Pero el arresto fue así como le digo.

Landau: ¿Y te pusieron en “la caja”?

Hernández: En el cuartel del FBI estuvimos un tiempo cada uno en oficinas separadas. Me sentaron en una oficina, me esposaron las manos a la pared. Allí me interrogaron. Tuve el “honor” de que viniera a verme Héctor Pesquera. El era el director del FBI del Sur de la Florida, y era Puertorriqueño. Y la identidad que yo tenía era de Puertorriqueño también; Manuel Viramonte era supuestamente Puertorriqueño también. Le dije que era de Puerto Rico y el me empezó a hacer preguntas sobre Puerto Rico. Todo tipo de pregunta. ¿Quien era el gobernador en este año? ¿Donde tú vivías? ¿Que guagua tu cogías para ir para á la escuela? ¿Por donde cogías? Y cuando el vio que yo se las respondía, se molesto bastante. Le dio un puño a la mesa y dijo, “Se que eres cubano y que te vas a podrir en una prisión porque Cuba no va a hacer nada por ti.” Entonces, no el específicamente, pero ya los otros que tomaron parte en el interrogatorio empezaron a hacer todo tipo de oferta. Me decían, “Tú sabes como es este negocio. Tú sabes que eres oficial ilegal, y lo que dice el libro es que Cuba no va a reconocer que ellos te mandaron para acá con un pasaporte falso. Cuba no va a poder hacer eso, así te vas a podrir en una prisión. Lo mejor que tu haces es cooperar con nosotros te ofrecemos lo que tu quieras. Te cambiamos la identidad, cuentas en el banco...” Lo que uno quiera, para que traicionara. Me decían, “Aquí esta el teléfono. Llama a tu Cónsul.” Todo tipo de estrategia para que uno traicionara. Eso paso a “los Cinco” cada uno por separado. Posteriormente nos llevaron a la prisión, al Centro de Detención Federal, en Miami, y donde nos ponen en lo llamado “el Hueco.”

Landau: ¿Por cuanto tiempo?

Hernández: Diecisiete meses. Los primeros cinco meses fueron bastante difíciles para “los Cinco,” por supuesto. Los que teníamos identidad falsa no teníamos nadie a quien escribir, ni nada quien nos escribiera, ni nadie a quien llamar por teléfono. A cada cierto tiempo nos tocaba una llamada telefónica y los guardias venían y abrían una ventanilla en la puerta y ponían el teléfono allí. ¿“No vas a llamar? ¿A familia allá en Puerto Rico?”

“No,” decía yo, “No voy a llamar a nadie.”

¿“Pero porque no llamas?” me decían para mortificar, porque ellos sabían que uno no era Puertorriqueño y que no iba a usar el teléfono. Fueron meses bastante duros.

Landau: ¿Describe el Hueco?”

Hernández: Es un área que tiene cada prisión, para disciplinar a los presos, o en casos de protección cuando no pueden estar con el resto de la población. En Miami era un piso; el piso 12. Son celdas de 2 personas, aunque hay quien esta de manera individual. Nosotros, los primeros 6 meses, estuvimos solos, cada uno en una celda individual-sin contacto ninguno. Posteriormente nuestros abogados tomaron algunas medidas legales para que se nos permitiera vernos de dos en dos. Pero esos primeros 6 meses estuvimos en “solitario,” con unas duchitas dentro de la celda para bañarse cuando quisiera. Pero así te mojas toda la celda cuando te banas. Allí uno pasa las 23 horas del día. Y hay una hora diaria de recreación en la que lo sacan a uno de la celda y lo llevan para otro lugar. En Miami era prácticamente otra celda, pero un poco mas grande y con unas rejillas, que se podía ver un poco del cielo. Sabias si era de día o de noche, y entraba aire fresco. Esa era la llamada “recreación”. Muchas de las veces no íbamos porque tomaba mucho tiempo en lo que esposara a uno, lo revisen, que le revisen a su celda, que lo lleven. A veces estuvimos todos juntos en la misma celda y podíamos conversar. El régimen era muy estricto. Se usa para disciplinar a los presos, como castigo por haber cometido una indisciplina grave. Estábamos 23, a veces 24 horas del día dentro de cuatro paredes bastante pequeñas y sin nada que hacer. Es bastante difícil del punto de vista humano. Muchas personas no podían resistir. Veías como perdían sus mentes, dando gritos.

Landau: ¿Usted hizo algo malo?

Hernández: Para allí fuimos desde el principio. Ellos dijeron que era para protegernos del resto de la población. Pero en mi opinión, tiene que ver con intentos de que nosotros cambiáramos de “orilla,” que traicionáramos. Cuando no funciono el miedo ni la intimidación, pensaron, “Bueno, vamos a ponerlos unos cuantos meses allí en solitario a ver si no cambian de opinión.”

Lo único que se podía leer era la Biblia, y había que hacer una solicitud por escrito al chaplain. Hice la solicitud, para tener algo que leer y pedí una Biblia. Cuando me la traen -- no se si era una gran casualidad o no -- pero tenia adentro algunas tarjetas, entre ellas con los teléfonos del FBI. Por si acaso que se me había olvidado, ¿no? Como diciendo, “Bueno, si este hombre que es Comunista esta pidiendo una Biblia… es porque esta de a punto de virarse. Me imagino que haya sido la forma en que ellos estaban pensaban, en el medio de su esquema, de su prejuicio.

Saul Landau está realizando actualmente (con Jack Willis) un filme acerca de los Cinco de Cuba. Sus otros filmes están disponibles en DVD por medio de roundworldproductions@gmail.com. Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política.