jueves, 29 de septiembre de 2011

Che Guevara Cuba Encuentro Virgen Caridad del Cobre con Cristo de la Veracruz

De: Yudit Vidal Faife [mailto:yuditvidal@hero.cult.cu]
Enviado el: Jueves, 30 de Junio de 2011 04:22 a.m.

Asunto: 4-Encuentro de La V. de la Caridad con Cristo de la Veracruz

1-Encuentro de la Virgen de la Caridad con Cristo de la Veracruz en Trinidad Cuba de Fidel Castro y el Che Guevara

De: Yudit Vidal Faife [mailto:yuditvidal@hero.cult.cu]
Enviado el: Jueves, 30 de Junio de 2011 04:24 a.m.

1-Encuentro de La V. de la Caridad con Cristo de la Veracruz

 

 ¡ A Jesús por María, La Caridad nos Une   !

 

Luego de su peregrinar por los municipios y campos aledaños a Trinidad, regresa la Virgen Mambisa a Trinidad.

Hoy 29 de Junio a las 7:00 pm, la Virgen salió en procesión desde la calle de Rosario hacia Real donde se encontró con el venerado y amado por todos los trinitarios, El Cristo de la Veracruz.

 

Esta hermosa imagen tallada en España con destino a Veracruz, en su traslado y por diversas circunstancias se quedó por siempre en nuestra Villa de la Santísima Trinidad de Cuba desde 1713.

 

Luego de 50 años, salió a las calles trinitarias  nuevamente, en procesión, desde la Parroquial mayor Santísima Trinidad, bordeando La Plaza Mayor, hasta encontrarse frente a frente con su madre, la Virgen María, la Virgen de la caridad, La Virgen Mambisa, nuestra Patrona.

 

De ahí, subieron juntos a la Iglesia Mayor….

 

A todos nuestros hermanos…

 

 

 

 

 

 

El bloqueo según una octogenaria cubana Museo Che Guevara

 

En nombre de Eladio Gonzalez

 

Blanca Mercedes Mesa tiene 80 años, lleva 50 de ellos bloqueada.

Su poesía nos lo describe como es….. un genocidio.     Toto.     

 

   El     bloqueo  

                                                                                    Ese genocidio…

                                                                                                               Asamblea General de la ONU

 

El día que nos quiten el bloqueo

nos parecerá que caminamos por el aire

sin sujeción alguna.

Seremos cosmonautas ingrávidos sobre la simple tierra,

todo, todo transcurrirá liviano, transparente

pletórico de volutas de humo,

crepúsculos rosados,

atardeceres límpidos,

como telón de nubes rubicundas de arcángeles pictóricos del medioevo.

¿Será verdad, será verdad?

Una y otra vez nos pellizcaremos la mansa piel.

Creeremos realmente imposible

aquello que veamos, aquello que toquemos.

Debe ser solo un sueño

de descanso reposado,

de pesadillas dulces con sabor a vainilla.

El día que nos quiten el bloqueo

amanecerá a cualquier hora del día.

Tocarán, tocarán cercanas y lejanas campanas,

pero eso no será suficiente para nosotros.

Tocarán, tocarán inaudibles bocinas

y clamores de infinitos nombres,

himnos improvisados

y músicas, y tambores, y violines, y pianos en la sombra.

¿Pero acaso existirá la sombra?

El día que nos quiten el bloqueo

todo será pura luz y hasta la sombra.

Entonces, solamente entonces,

advendrán vítores, parabienes, indemnizaciones.

Los ciegos dejarán sus vendas,

los sordos, sus aparatos para oir,

los mudos hablarán

y los vociferantes guardarán amorosos silencios

y advendrán, advendrán

parabienes, indemnizaciones.

Sólo que los muertos ya serán cadáveres sepultos

y los vivos, momias buscando sus conjuros.

El día que nos quiten el bloqueo será sencillamente tarde, tarde, tarde…

 

 

__._,_.___

primer contacto Che Guevara museo argentino

De: nicolas habib [mailto:dobrasil10@hotmail.com]
Enviado el: Miércoles, 11 de Agosto de 2010 12:19 p.m.
Para: eladio
Asunto: primer contacto

 

Ola Eladio,
 
Que Tal??? Usted no vai recordarse de nosotros pero  las fotos van ayudarte.
Estamos de vuelta al trabajo, aca em Sao bernardo una ciudad cerca de san Pablo em Brasil. Mi Hermana vuelvo para Françia. Yo traduci el documiento sobre los franceses desaparecidos durante la dictadura. Ella vai ponerlo em la mediathèque de nuestra ciudad en el sur da françia. Es una manera de participar.
Nosotros fuemos en la casa de la  amistad argentino cubana y tuvemos el honor de conocer rapidamente una de las madre de la plaza de mayo.
Ahora estoy leendo el libro despacio porque es complicado de ler en una otra lengua pero mi gusta mucho.
Perdon para mi espanolito pero estoy tentando.
Un abraço muy grande y muchas gracias.
Nicolas el argelino
ps: yo havia enviado mas fotos pero su caja debe estar llena. Mandaré depues.

Che Guevara encuentro de Giraldo Mazola para Museos


Asunto: Encuentro con el Che Guevara de Giraldo Mazola para Museos Che en Argentina
 

El compañero cubano Giraldo Mazola Collazo nos aporta desinteresada y generosamente una serie de relatos, sobre su experiencia al encontrarse con el argentino Ernesto Che Guevara.    Muchas gracias a quien fuera a los 21 años Presidente del ICAP de la Habana.   Eladio González toto  

Mi primer encuentro con el Che

Muchos amigos me han sugerido, cuando he relatado alguna anécdota sobre el Che, que debía escribirlas. He acariciado esa idea varias veces durante las tres décadas que han transcurrido desde su desaparición física en Bolivia y cada año, alrededor de Octubre, he leído con avidez los relatos de sus compañeros más íntimos, de sus familiares y amigos, que nuestros medios masivos publican en el marco de las efemérides que lo unen más a Camilo en ese mes.

Leí también el profundo análisis de Carlos Tablada sobre el pensamiento económico del Che, las investigaciones de Froilán González en Bolivia relatando con un gran cúmulo de citas de prensa y declaraciones, la epopeya de la guerrilla que complementan el diario del Guerrillero Heroico. He visto varias veces la entrevista de Fidel con el periodista italiano Mina cuya versión documental con imágenes y fragmentos de documentales es sencillamente fabulosa e irrepetible.

Todas esas publicaciones, en vez de estimularme a dar el paso que en definitiva decidí dar hoy, me inhibían a hacerlo, pues me parecía que mis vivencias personales carecían de importancia y no revelaban nuevas facetas de su carismática, excepcional y relevante personalidad.

Oí mencionar al Che en términos nada halagüeños cuando citaban en las informaciones elaboradas por la tiranía su presencia entre los invasores del Granma. Luego, en los primeros meses de 1957, cuando el Comandante René Rodríguez bajo de la Sierra para dirigir los grupos de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, le escuché distintas referencias sobre ese médico argentino que se había unido a nosotros, había cambiado su botiquín por un rifle y comenzaba a forjar, en aquella etapa, su leyenda y realidad.

Estudiaba Medicina hasta que cerramos la Universidad a fines de 1956 y me había incorporado a los Grupos de Acción del 26 de Julio aunque seguía trabajando en la sala de ortopedia del Hospital Calixto García.

Me atrajo desde entonces la reedición en su persona de la hermosa historia de los centenares de extranjeros que habían participado en nuestras guerras de independencia. Admiraba desde muchacho a aquellos patriotas cuya consagración mambisa los convirtió en cubanos por derecho propio e intuía que de nuevo surgía una versión moderna del "inglesito" Reeve o del polaco Carlos Roloff.

Mi experiencia sobre el mundo que rodeaba nuestra isla era puramente libresca y no conocía a personas de otra nacionalidad si excluía un exiguo grupo de españoles, jamaicanos o haitianos "aplatanados" del barrio. Entonces tampoco tenía una cabal comprensión de las concepciones y principios internacionalistas que todo nuestro pueblo abrazó después y por tanto el prisma con el cual miraba la presencia suya entre nosotros tenía esas limitaciones.

Es cierto que se añadía como elemento de atracción que su profesión fuera la que yo pensaba ejercer y más tarde también sirvió como punto de interés conocer que le gustaba jugar ajedrez, mi entretenimiento favorito, bastante poco común entonces.

En vísperas de la victoria de Enero de 1959 ya el Che era un pilar de la guerra revolucionaria; estando en la cárcel, escuchaba por Radio Rebelde los relatos de sus acciones y combates, de la épica invasión a occidente, que formaban parte de la información cotidiana de nuestra emisora.

La prensa batistiana lo trataba con desprecio y con rabia calificándolo como extranjero y "comunista", incapaces de entender su desinteresado sacrificio por un país donde no nació. Por suerte ya entonces había superado bastante mis arraigadas ideas anticomunistas gracias a la paciencia de un grupo de experimentados dirigentes del Partido Socialista Popular que, en la propia cárcel, día tras día, contribuyeron a esclarecer las concepciones ideológicas de no pocos jóvenes allí detenidos, removiendo las confusiones que una sostenida campaña contra el marxismo, el socialismo y casi todos los "ismos", había logrado inculcarnos. Nos preparábamos sin saberlo para la necesaria unidad que Fidel preclaramente convirtió en la base futura de todo el proceso revolucionario.

Así, Mas Martín y José Felipe Carneado, por citar sólo algunos nombres en justo reconocimiento al rol político que jugaron, propiciaron o dicho de otro modo me hicieron ver que además de mi admiración y respeto por Fidel, Raúl, Camilo y el Che, como exponentes imbatibles de la lucha en que participaba, estuviera avalada por una coincidencia ideológica, al conocer por ellos como realmente pensaban, como las concepciones estratégicas e incluso tácticas de la lucha que librábamos estaban fundamentadas en concepciones marxistas, cuya teoría comenzaba yo a descubrir.   

No conocí personalmente al Che hasta principios de 1960. En el transcurso de 1959 a través de su incesante trabajo cotidiano que los medios masivos reproducían, de sus propios escritos sobre la guerra de guerrillas, tan gráficos y elocuentes de su dimensión y grandeza como de su sencillez, de los relatos de hombres de su columna, de los comentarios del propio Camilo, había logrado, como todo nuestro pueblo, conocer mejor al Che. Se había convertido en el transcurso de poco menos de un año en una figura sumamente conocida, querida, parte de nosotros mismos.

Quise volver a mis estudios de Medicina pero el ajetreo intenso de aquellos años hizo inevitable que asumiera otras responsabilidades y pospusiera por un breve plazo, que resulto ser hasta el día de hoy, lo que considere era mi vocación. Estaba en la dirección del 26 de Julio en la provincia de La Habana y acepté participar en la intervención de varios laboratorios farmacéuticos al mismo tiempo. Se comenzaron a producir conflictos laborales promovidos en cierto modo por las patronales de empresas norteamericanas e incluso nacionales cuyos propietarios no querían enfrentar y menos aun resolver.

La mayoría de estas entidades realmente se dedicaban a envasar las tabletas, pomadas o siropes que importaban a granel y desde luego no había en su gestión económica nada que se pareciese a un intento de transferencia tecnológica; otros, los menos, habían instalado una elemental base técnica para producir ámpulas, tabletas y pomadas con equipos ya obsoletos pero rentables en nuestro mercado y excepcionalmente uno de ellos, había recién adquirido un grupo de equipos sencillos pero más modernos que casi estaba listo para entrar en producción.

A través del Ministerio del Trabajo, que designaba los administradores que debían dirigir estas unidades productivas en conflicto laboral no era posible encontrar la forma de organizar su producción y los técnicos cubanos que allí laboraban trataban afanosamente de buscar alternativas para producir medicamentos y no depender de reenvasar muchos de esos productos cuya existencia se agotaba.

Supe entonces que el compañero Mario Zorrilla había organizado lo que denominaba "Consolidado Químico" y agrupaba varias fábricas o empresas intervenidas; enfrentaban y trataban de resolver problemas similares a los que yo tenía y me vinculé, orgánicamente si se quiere, a tal institución. Le expliqué a Mario, que era muy entusiasta y emprendedor, lo que pensaba que podía hacerse en la producción de medicamentos si organizábamos todos los laboratorios intervenidos en una especie de agrupación dedicada a tal tipo de producción.

Realmente sabía muy poco o casi nada de organización de empresas, de producción de medicamentos y de ese sector en particular, pero el interés que había visto en tantos trabajadores de esas unidades queriendo hacer algo, luchando por no paralizarse, que veían en su acción un deber, su respuesta en sus puestos de trabajo al enardecido patriotismo que se templaba en aquellos días, me hacían sentir como si dominara esos temas.

Mario compartió mis inquietudes y apoyo mis criterios y eso me dio confianza para pulir mejor lo que pensaba cuando después lo discutía con diferentes técnicos como el Dr. Epifanio Selman, farmacéutico de los Laboratorios Abbott, que era uno de los que más me estimulaba a tratar de impulsar esas ideas. Recuerdo que Selman trataba de reproducir la fórmula de una famosa pomada contra las quemadas, “Picrato de Butesin", muy utilizada entonces, que se recibía, como casi todas, a granel. La descripción de sus componentes en la prescripción no tenía la precisión de las proporciones y evidentemente contenía algún excipiente que no consignaban y de ahí que fuera tan difícil elaborarla.

Un día en que le hable nuevamente del tema Zorrilla me dijo: "El Che esta a cargo del Departamento de Industrialización del INRA y yo veo con él todos los problemas de las unidades que atiendo. Ya empieza a organizarse toda la estructura necesaria para atender la producción industrial que tenemos. Vamos a ir a verlo y le explicas tus ideas. Te advierto que conozco que él esta pensando en una idea similar pero a partir de comprar un laboratorio que es propiedad de un brasileño, Elio Dutra, amigo suyo y una gente muy progresista". Así convenido, muy pocos días después Mario me llamó para decirme el día y la hora en que el Che nos recibiría.

Había estado insistiendo en hablar con alguien de estos planes pero no había pensado que esa persona iba a ser el Che; cuando hablamos de verlo tampoco pensé que sería tan rápido y cuando tuve que  prepararme para ese momento empezaba a encontrar posibles problemas y lagunas en el proyecto que me hacían dudar y tenía que volver a darme ánimo a mí mismo. Ya entonces había sido designado Secretario de Relaciones Exteriores del 26 de Julio y mi atención a estos laboratorios se complicaba. 

Ocurrió que en la víspera Mario me llamó pidiéndome que lo acompañara a la fábrica de botellas “Owen Illinois” de San José, en la provincia de La Habana; fuimos y la intervención se realizó instalando como interventores a un triunvirato provisional escogido entre los trabajadores más combativos y revolucionarios.

Al día siguiente cuando llegamos al despacho del Che en el edificio del INRA encontramos en una especie de antesala a un viejo amigo mío de la Escuela de Medicina, de la lucha y de la prisión, Alipio Zorrilla. El "negro Alipio", como siempre le dije cariñosamente, nos explicó que se estaba preparando para ser el administrador de una fábrica de tuercas y tornillos que se iba a construir pronto en Guantánamo y estudiaba allí los planos y otros materiales para familiarizarse con el proyecto.

Bromeamos un poco diciéndole que no sabía nada de fábricas ni de producción y él ripostando que menos sabía yo. Le presenté a su tocayo blanco y antes que el Che nos llamara a su oficina le dije a Mario que Alipio podía ser el hombre para administrar la Owen Illinois. Empecé a resaltar sus virtudes diciendo exactamente lo contrario que había dicho antes y Alipio se interesó en conocer los detalles de la intervención nocturna pues conocía la fábrica y tenía amigos allí. Advirtió que la idea le gustaba pero que cualquier decisión en su caso dependía del Che pues había sido asignado para trabajar donde él determinara, añadiendo con picardía que el proyecto que tenía se demoraba un poco y lo que nosotros pensábamos era algo para empezar ya.

Le dije a Alipio delante de Mario: "No te preocupes, Mario se lo plantea ahora cuando lo veamos". Mario enseguida atajó mis ímpetus y respondió: "No, le he pedido muchas cosas al Che y no puedo venir siempre a pedirle. Tú eres el que conoce a Alipio y después que plantees lo que vinimos a ver, trata de convencerlo de que lo preste; sugiérele que le servirá de entrenamiento práctico para la tarea que piensa darle que sin dudas se demorará unos meses en comenzar".

Nos llamaron y pasamos a la oficina del hombre que admiraba, respetaba y no conocía para plantearle un proyecto y además otra cuestión surgida de forma improvisada momentos antes.

Nos saludó cordialmente y nos invitó a sentarnos. Mario le hizo una introducción muy breve y concisa, recordándole el tema que queríamos tratar y del que evidentemente habían conversado antes por teléfono. El Che prendió lo que quedaba de un tabaco, se recostó y me invitó a explicarle. No era muy ducho entonces en exponer algo de forma concreta y convincente pero había pensado tanto en ese asunto que creo que no me salió mal. Recuerdo que me hizo un par de preguntas en medio de mi intervención para precisar algo y al final dijo que le parecía interesante. Indicó que le hiciera un informe con lo que le había explicado, incluyendo las características de todas las unidades y además que me mantuviera en contacto y en vinculación con Mario. Hasta ahí todo salió bien.

Entonces comenzó mi primer y nunca olvidado "patinazo" con el Che. Con cierto apresuramiento le expliqué la intervención de la fábrica de botellas y lo que hicimos, que se necesitaba designar un interventor y acababa de ver al entrar en su oficina, un compañero que podía ser el candidato apropiado durante unos meses hasta que se encontrara la persona idónea. Era Alipio Zorrilla, se preparaba para una misión en una fábrica que empezaba a construirse y podía servirle de entrenamiento práctico. Aunque mi explicación no fue suficientemente coherente el asunto le interesó y dijo dos veces: “Alipio Zorrilla” sin recordar quien era. Para ayudar a que identificara a mi amigo le mencioné varias características de Alipio: "Es un compañero alto, de los grupos de acción de La Habana, corpulento, "de color"... y no pude seguir. Me hice la idea que con esos datos lo había recordado pues se echó hacia adelante pero me dijo bajito mirándome a los ojos: "De color somos todos, blancos, amarillos, negros. Si es negro di que es negro o es que no llamas a las cosas como son."

Realmente me sorprendí y hasta molesté. Nunca me había referido al hablar de Alipio ni de otro negro de esa forma pero queriendo ser cuidadoso y fino me salió la condenada expresión. Me sentí abochornado, -como parece que quería que me sintiera- y traté de salir de ese entuerto explicando que fue una frase involuntaria que no acostumbraba a utilizar.  Como concluyendo y dirigiéndose más a Mario que a mí dijo que estaba de acuerdo y que lo podíamos utilizar en esa tarea. Nos despedimos, también cordialmente, y salimos.

Buscamos a Alipio en una oficina contigua y le dije que recogiera sus bártulos. Mario le comunicó la decisión del Che y le sugirió que se fuera con nosotros para ir directamente a su oficina y hacer los trámites de su designación y llevarlo después a la fábrica. En el camino le conté mi versión de lo sucedido: "Buena descarga me busqué por quererme referir de ti con tanta finura; siempre te he dicho el "negro Alipio" y se me ocurrió describirte como "de color" y este hombre no deja pasar una. Enseguida me corrigió. Bien me gané la reprimenda". Mario agregaba otros elementos y los dos Zorrilla se reían.

Toda historia tiene su moraleja. Removíamos los cimientos de la discriminación racial que se enraizó cuando éramos una neocolonia yanqui y para ello, además de hacer una verdadera y profunda revolución que la erradicara para siempre, era necesario enfrentar aquellas expresiones que tenían un cierto sentido racista. Yo no era racista, pero sin darme cuenta repetía frases de ese tipo. Nunca más le he dicho a un negro que es de color.

Alipio hizo un excelente trabajo allí. Por eso el Che, ya como Ministro de Industrias, lo promovió como administrador de la fábrica de níquel de Moa, donde también trabajó bien. Después devino diplomático, fue Embajador en varios países africanos y falleció recientemente.

Mario poco después fue seleccionado como Vice Ministro del naciente Ministerio de Industrias donde laboró muchos años.

Se constituyó después la Empresa de Productos Farmacéuticos con aquellos laboratorios y otros intervenidos o nacionalizados posteriormente y Selman pasó a trabajar allí donde todavía tiene una importante responsabilidad, aunque las empresas se llaman ahora Medicuba y Eron.

Yo presenté mi proyecto. En esos días me habían designado Secretario de Relaciones Exteriores del 26 de Julio y dos meses después me encargaron crear el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, ICAP, donde permanecí ocho años. Tuve que desvincularme de los proyectos de la producción farmacéutica que entre otras cosas me agradaban porque se relacionaban con mi vocación frustrada.

Muchas veces después, el Che bromeando y quizá hasta en serio, cuando nos veíamos en ocasión de una entrevista suya con una delegación extranjera, les decía refiriéndose a mí, que era un desertor de la producción y había preferido la actividad que realizaba a la concreta tarea de producir. Varias veces aclaré, -aunque él lo sabía,- que no fue una decisión mía, pero lo seguía repitiendo.

 

difunden: 1er. Museo Histórico Suramericano " Ernesto Che Guevara "  la  Escuela de  Solidaridad con  Cuba " Chaubloqueo " y el  Centro de  Registro de  Donantes  Voluntarios de  Células Madre -  Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local  Capital - AAC 1405 - Buenos Aires - República Argentina  telefax:  4- 903- 3285 Caballito

 

 

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¡Salven a los argentinos! "las ballenas"

Che Guevara y el Desertor cubano

Che Guevara y el Desertor cubano de la producción Giraldo 

Colegas de los Museos Che Guevara de Argentina:  reciban este aporte del compañero Giraldo Mazola Collazo, quien en Cuba tuvo contactos con Ernesto Guevara y los describe con calidez y  sinceridad admirables.  

                                                                                                                                       Eladio González   toto   director Buenos Aires

 

Desertor de la producción

Relaté antes porque no trabajé directamente subordinado al Che.

Al comenzar a dirigir el ICAP me vi ante tareas para las que no tenía suficiente experiencia y que por su contenido y características requerían que mantuviera permanente contacto con la mas alta dirección del país; era algo muy atractivo pero a la vez me ponía tenso y exigía un esfuerzo extraordinario para estar a la altura de la confianza depositada en un joven revolucionario y no defraudarla.

Tuve que aprender a dirigir y crear ese organismo sobre la marcha, vertiginosamente, con la mayor eficacia posible. Era un trabajo de una intensidad tremenda, que no dejaba tiempo para el descanso pero que me apasionó al igual que a los demás jóvenes que nos enfrascamos en esa interesante actividad.

Volví a ver al Che después de aquel primer encuentro ocurrido a principios de 1960 a finales de ese mismo año. Fue una tarde que recibió varias delegaciones latinoamericanas; había concertado cinco entrevistas sucesivamente. Yo llevé la primera delegación, participé en el encuentro y me quedé para las demás.

No creía que pudiera acordarse de mí y me había propuesto recordarle en algún momento oportuno aquella primera entrevista y por qué estaba ahora en esta responsabilidad.

Cuando abrieron la puerta del salón de reuniones donde iba a recibirnos entré con el jefe de la delegación para presentárselo; estaba sonriente en la puerta y le fui introduciendo a los demás en la medida que iban pasando.

Antes que pasaran todos me preguntó quien yo era y le dije: "Mazola, el Director del ICAP". Me observó, no dijo nada y siguió saludando a los visitantes. No le dije lo que había planeado porque me pareció que no era el momento y además porque a pesar de haberme repetido muchas veces lo que iba a decirle, no me salió.

Nos sentamos y les dio la bienvenida. Les dijo que había sido informado de los lugares que habían visitado preguntando sus impresiones por alguno de ellos y dando las suyas en un diálogo muy informal y agradable. Luego les preguntaba por la situación de su país, precisando con cada uno que hablaba de donde era, a que se dedicaba, cual era su organización política, etc.  

Al rato parecía una charla entre viejos amigos. El Che mencionó los esfuerzos que hacíamos en ese momento en la transformación de la agricultura y les preguntó si ya habían visto a Fidel y ante la respuesta negativa añadió que no se extendería sobre eso pues seguramente él lo haría. Le hicieron muchas preguntas sobre su vinculación con los expedicionarios del Granma, su experiencia guerrillera, la situación política en Cuba y en América Latina y sus soluciones.

Sus respuestas pausadas, con sólidos argumentos, convincentes, parecían una conferencia magistral en una universidad.

El tiempo transcurría sin darnos cuenta y ya llevábamos más de dos horas; se suponía que yo debía estar al tanto de eso pero me había sumergido, junto a los interlocutores del Che, en sus reflexiones. Reaccioné y miré el reloj; ya la siguiente delegación debía estar esperando casi media hora.

Aproveché una pausa y se lo mencioné lo más discretamente posible. Asintió pero no me dijo que se lo debí haber advertido antes. Respondió otras dos preguntas y cortésmente les explica que no deseaba hacer esperar a los otros visitantes, bromeó con uno de ellos, se paró y ellos también mientras siguieron hablando animadamente.

De pronto me alude: "Yo estaría más tiempo con Ustedes. Quizá podamos vernos otra vez antes de que se vayan. Yo me ocuparé de localizarlos. "El" -y apuntó con un movimiento de la cabeza hacia mí,- organizó estas reuniones y no nos dio mucho tiempo".

"Es un desertor de la producción. Iba a trabajar en algo concreto vinculado a la producción de medicamentos pero decidió irse para, como se dice, ah, el ICAP, y dedicarse a darnos más tareas a los que trabajamos".

Me sorprendió el calificativo pero más aún que se acordara de mi cuando sólo habíamos tenido un contacto que yo no podía olvidar pero que no me parecía que él podía recordar.

Le dije con circunspección: "Comandante, Ud. debe saber que yo no decidí irme de ningún lugar, me dijeron que me ocupara de esto y eso hago."

Hizo un gesto de incredulidad, acompañado con ambas manos dirigido a los visitantes y se despidió de ellos en la puerta.

Allí avisé con un ayudante para que trajeran a la otra delegación y aproveché esa oportunidad para explicarle como fue el proceso de constitución del ICAP, mi designación, mi vocación por la medicina, lo interesante que era el plan con los laboratorios y también la importancia de esta ventana abierta que era el ICAP para defender y divulgar nuestros logros y realidades.

Parece que la delegación se demoró en llegar o que hablé muy rápido pero le "disparé" todo el discurso que había pensado y muchas otras cosas que se me ocurrieron que escuchó sin hacer comentarios.

Saludó a la nueva delegación, menos numerosa y comenzó otra interesante conversación con ellos. Al final, sin esperarlo tampoco, volvió a surgir mi calificativo de desertor de la producción como si no hubiera oído lo que le expliqué antes y también lo repitió de forma parecida en las siguientes entrevistas.

No hice más aclaraciones porque la historia se repetía con más perfección y detalles.

Debo confesar que al principio no me gustaba el mote y cuando hablaba del asunto ensayaba una sonrisa que debía ser similar a la de un perro comiendo calabaza caliente. Incluso pensé que la broma no era buena para la responsabilidad que tenía y para el nuevo organismo, pero en el transcurso de la tarde me fui dando cuenta que, por el contrario, usaba la anécdota para relacionarme de alguna forma con él y resaltar con sus chanzas la importancia del nuevo organismo creado por la revolución.

 

 



Murga uruguaya Agarrate Catalina en Cuba escolares pioneros que serán como el Che Guevara

 

Reina cubana de la Reforma agraria.

 

 

De: Eladio Gonzalez Toto [mailto:museocheguevara@fibertel.com.ar]
Enviado el: Martes, 01 de Junio de 2010

 

De: Eladio Gonzalez [mailto:museocheguevara@fibertel.com.ar]
Enviado el: Martes, 01 de Junio de 2010 04:50 p.m.
Asunto: Milagro cubano encontraron a Luisa la de Marianao cu1

 

Quedo muy agradecido a todos los hermanos cubanos a quienes les solicité ayuda para ubicar a la dama.  ¡ Ya se la encontró !

Y viene con premio porque fue "Reina" y hay fotos incluyendo a Armando Hart.   Una joya para la memoria.  Gracias Xarlo .

Ismael es el médico que resolvió el misterio.  (debe ser del servicio secreto cubano)   Eladio González  toto

 

De: Ismael [mailto:ismael@infomed.sld.cu]
Enviado el: Martes, 01 de Junio de 2010 12:35 a.m.
Para: Xarlo
CC: museocheguevara@fibertel.com.ar; rolitosch@hotmail.com; sarita@gmg.co.cu
Asunto: Re: Buscan a una señora cubana, Luisa Martin Edilla (Tenia 16 años en el 61)

 

Queridos amigos Xarlo y Toto (y lógicamente también a Rolando):

 

Como ven, he recibido vuestro mensaje tratando de localizar a Luisa (o mejor Luisita) y siguiendo la pista de la dirección donde vivía y la mención de otra compañera (María Antonia Benítez) he podido identificar a la misma, como una compañera de la escuela donde estudié y lo hizo ella, que incluso fue nuestra Reina de la Reforma Agraria en el año 1959. 

 

Hace muchos años que no la veo, pero averiguando y averiguando, me acordé que fue la cuñada de una muy buena amiga que me pondrá en contacto con ella para hacerle llegar su nueva solicitud de contacto.  No les adelanto de su vida, pues eso le corresponde a ella.  jajaja

Espero que siga siendo tan bonita de cuando fue nuestra "Reina" y adornó el tractor que donamos para la Reforma Agraria y como verán en unas fotos de la época que saco de la Memoria de nuestro curso que nos graduamos de bachilleres ese año.

 

En una de ellas pueden reconocer hablando al compañero Ogando (que fue nuestro Pdte de la Asoc. de Estudiantes y después fue Secretario del PCC en la Provincia de Las Tunas, Ministro, etc).  Delante de él, el Cro. Armando Hart, a la sazón Ministro de Educación. 

 

Lógicamente Luisita es la que aparece en el tractor.  En la misma página, como verán, (Historia es Historia) verán a Hart con Haydee Santamaría (de espalda) y hasta Raul con Vilma en unas visitas que también hicieron al colegio.  Nada, que los revolucionarios, siempre se encuentran. 

 

Afectos de siempre,

 

Ismael

 

                                                  Voy a dejar la Medicina para meterme a detective.  jajaja

 

 

difunden: 1er. Museo Histórico Suramericano " Ernesto Che Guevara "  la  Escuela de  Solidaridad con  Cuba " Chaubloqueo " y el  Centro de  Registro de  Donantes  Voluntarios de  Células Madre -  Irene Perpiñal y Eladio González - directores   calle Rojas 129  local  Capital - AAC 1405 - Buenos Aires - República Argentina  telefax:  4- 903- 3285 Caballito

 

 sonrisa total de frente sin boina

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Publicado por Eladio González Toto para Museo Ernesto Che Guevara Primer Museo Suramericano el 6/01/2010 12:58:00 PM

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Versión: 9.0.819 / Base de datos de virus: 271.1.1/2910 - Fecha de la versión: 06/01/10 03:25:00

Ernesto Che Guevara habla a los jóvenes

DISCURSO DE ERNESTO CHE GUEVARA EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA INTEGRACION DE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES REVOLUCIONARIAS DE CUBA

La juventud debe ser vanguardia

DISCURSO DE ERNESTO CHE GUEVARA EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA INTEGRACION DE LAS ORGANIZACIONES JUVENILES REVOLUCIONARIAS DE CUBA (20 de octubre de 1962)

La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse por una sola palabra: "Vanguardia". Ustedes, compañeros, deben ser la vanguardia de todos los movimientos, los primeros en estar dispuestos para los sacrificios que la Revolución demande, cualquiera que sea la índole de estos sacrificios; los primeros en el trabajo, los primeros en el estudio, los primeros en la defensa del país. Y plantearse esta tarea no solo como la expresión total de la juventud de Cuba, no solo como una tarea de grandes masas vertebradas en una institución, sino como las tareas diarias de cada uno de los integrantes de la Unión de Jóvenes Comunistas. Y para ello hay que plantearse tareas reales y concretas, tareas de trabajo cotidiano que no pueden admitirse el más mínimo desmayo...

... La organización es la clave que permite atenazar las iniciativas que surgen... Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia. Van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo...

Al mismo tiempo, todos y cada uno de ustedes deben plantearse que el ser Joven Comunista, el pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, no es una gracia que alguien les haga. Ni es una gracia que ustedes hagan al estado o a la Revolución. El pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas debe ser el más alto honor de un joven de la sociedad nueva. Debe ser el honor por el que luchen en cada momento de su existencia. Y además, el honor de mantenerse y mantener alto el nombre individual dentro del gran nombre de la Unión de Jóvenes Comunistas debe ser un empeño constante también...

Hoy la defensa del país sigue ocupando el primer lugar en nuestros desvelos. Pero no debemos olvidar que la consigna que guía a los Jóvenes Comunistas ["el estudio, el trabajo y el fusil"] está íntimamente unida entre sí, que no puede haber defensa del país solamente con el ejercicio de las armas, con estar prestos a la defensa. Que además debemos defender el país construyéndolo con nuestro trabajo y preparando los nuevos cuadros técnicos para acelerar mucho más su desarrollo en los años venideros... El estudio a todos los niveles es también hoy una tarea de la juventud; el estudio mezclado con el trabajo...

Pero es muy importante esta tarea, porque no es solamente la Unión de Jóvenes Comunistas, no son solo los Jóvenes Comunistas los que dan en esta tarea. Reciben, y en algunos casos reciben más de lo que dan. Reciben experiencias nuevas: una nueva experiencia del contacto humano, nuevas experiencias de cómo viven nuestros campesinos, de cómo es el trabajo y la vida en los lugares más apartados, de todo lo que hay que hacer para elevar aquellas regiones al mismo nivel que las ciudades y que los campos en los lugares más habitables. Reciben entonces experiencia y madurez revolucionaria... Y deben recibir siempre y recibir con respeto la voz de esa experiencia. Pero la juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es una anomalía realmente. Y a la Unión de Jóvenes Comunistas le ha faltado un poco de espíritu creador. Ha sido a través de su dirigencia demasiado dócil, demasiado respetuosa y poco decidida a plantearse problemas propios... Pero es que nosotros, y nuestra juventud con todos nosotros, está convaleciendo de una enfermedad que afortunadamente no fue muy larga pero que influyó mucho en el retraso del desarrollo de la profundización ideológica de nuestra revolución. Estamos todos convalecientes de ese mal llamado sectarismo. Y, ¿a qué condujo el sectarismo? Condujo a la copia mecánica: condujo a los análisis formales; condujo a la separación entre la dirigencia y las masas...

Si nosotros, también desorientados por el fenómeno del sectarismo, no alcanzábamos a recibir del pueblo su voz, que es la voz más sabia y más orientadora, si no alcanzábamos a recibir las palpitaciones del pueblo para poder transformarlas en ideas concretas, en directivas precisas, mal podíamos dar esas directivas a la Unión de Jóvenes Comunistas...

El compañero Fidel hizo serias críticas de extremismos y de expresiones, algunas tan conocidas por todos ustedes como "¡La ORI es candela!", como "¡Somos socialistas, palante y palante!" Todas aquellas cosas que criticara Fidel, y que ustedes conocen bien, eran reflejo del mal que gravaba nuestra revolución...

Y así debemos definir y analizar todos nuestros organismos objetivamente para seguir limpiando. Saber que todavía caminamos con pasos vacilantes para no caernos, para no tropezar e irnos al suelo; conocer nuestras debilidades para aprender a resolverlas; conocer nuestras flaquezas para liquidarlas y adquirir más fuerzas.

Esta falta de iniciativa propia se debe al desconocimiento durante un buen tiempo de la dialéctica que mueve los organismos de masas, el olvidarse que los organismos como la Unión de Jóvenes Comunistas no pueden ser un simple organismo de dirección, algo que mande directivas constantemente hacia las bases y que no reciba nada de ellas. Se pensaba que la Unión de Jóvenes Comunistas, o todas las organizaciones de Cuba, eran organizaciones de una sola línea, una sola línea que iba desde la cabeza hacia las bases, pero que no tenía un cable que retornara y trajera la comunicación de las bases...

...Y ahí hay que trabajar, porque deben ir formándose nuevas generaciones que tengan el interés máximo en trabajar y sepan encontrar en el trabajo una fuente permanente y constantemente cambiante de nuevas emociones: hacer del trabajo algo creador, algo nuevo.

Y eso es lo que hay que hacer; acordarse de que el trabajo es lo más importante. Perdónenme si insisto una y otra vez, pero es que sin trabajo no hay nada. Todas las riquezas del mundo, todos los valores que tiene la humanidad son nada más que trabajo acumulado. Sin eso no puede existir nada...

Yo creo que lo primero que debe caracterizar a un Joven Comunista es el honor que siente por ser Joven Comunista, ese honor que lo lleva a mostrar ante todo el mundo su condición de Joven Comunista, que no lo vuelca en la clandestinidad, que no lo reduce a fórmulas sino que lo expresa en cada momento, que le sale del espíritu, que tiene interés en demostrarlo porque es su timbre de orgullo. Junto a eso, un gran sentido del deber, un sentido del deber con nuestra sociedad que estamos construyendo, con nuestros semejantes como seres humanos y con todos los hombres del mundo.

Eso es algo que debe caracterizar al Joven Comunista. Al lado de eso, su gran sensibilidad ante todos los problemas, su sensibilidad frente a la injusticia, su espíritu inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho. [Aplausos] Plantearse todo lo que no se entienda, discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro, declararle la guerra al formalismo, a todos los tipos de formalismos. Estar siempre abiertos para recibir las nuevas experiencias, para conformar la gran experiencia de la humanidad que lleva muchos años avanzando por la senda del socialismo a las condiciones concretas de nuestro país, a las realidades que existen en Cuba. Y pensar todos y cada uno cómo ir cambiando la realidad, cómo ir mejorándola.

El Joven Comunista debe plantearse ser siempre el primero en todo, luchar por ser el primero, sentirse molesto cuando en algo se ocupa otro lugar, y luchar por mejorar, por ser el primero. Claro que no todos pueden ser los primeros. Pero sí entre los primeros, en el grupo de vanguardia. Eso debe ser ejemplo vivo, de ser el espejo donde se miren los compañeros que no pertenezcan a las Juventudes Comunistas, de ser el ejemplo donde se puedan mirar los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, que han perdido cierta fe en la vida y que frente al ejemplo reaccionan siempre bien. Esa es otra tarea de los Jóvenes Comunistas. Junto a eso, un gran espíritu de sacrificio, no solamente para las jornadas heroicas sino para todo momento, sacrificarse para ayudar al compañero en las pequeñas tareas, para que cumpla su trabajo, para que pueda hacer sus deberes en el colegio, en el estudio, para que pueda mejorar de cualquier manera. Estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea.

Es decir, hay algo que se plantea: la exigencia a todo Joven Comunista es ser esencialmente humano, y ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano. Que purifique lo mejor del hombre a través del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo. Que se desarrolle al máximo la sensibilidad para sentirse angustiado cuando se asesine un hombre en otro rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad. [Aplausos]

El Joven Comunista no puede estar limitado por las fronteras de un territorio. El Joven Comunista debe practicar el internacionalismo proletario y sentirlo como cosa propia y acordarse y acordarnos nosotros, Jóvenes Comunistas y aspirantes a comunistas aquí en Cuba, que somos un ejemplo real y palpable para toda Nuestra América. Y más aún que para Nuestra América, para otros países del mundo que luchan también en otros continentes por su libertad, contra el colonialismo, contra el neocolonialismo, contra el imperialismo, contra todas las formas de opresión de los sistemas injustos. Acordarse siempre de que somos una antorcha encendida, de que nosotros todos somos el mismo espejo que cada uno de nosotros individualmente es para el pueblo de Cuba, y somos ese espejo para que se miren en él los pueblos de América, los pueblos del mundo oprimido que luchan por su libertad. Y debemos de ser dignos de ese ejemplo. Y en todo momento y a toda hora debemos ser dignos de ese ejemplo. Eso es lo que nosotros pensamos que debe ser un Joven Comunista. Y si se nos dijera que somos unos románticos, que somos unos idealistas inveterados, que estamos pensando en cosas imposibles y arquetipo humano, nosotros le tenemos que contestar una y mil veces que sí, que sí se puede. Que estamos en lo cierto. Que todo el pueblo puede ir avanzando, ir liquidando las pequeñeces humanas como se han ido liquidando en Cuba en estos cuatro años de revolución, ir perfeccionándose como nos perfeccionamos todos día a día, liquidando intransigentemente a todos aquellos que se quedan atrás...

Y tiene que ser así, y debe ser así, y será así, compañeros. [Aplausos]

Será así porque ustedes son Jóvenes Comunistas, creadores de la sociedad perfecta, seres humanos destinados a vivir en un mundo nuevo, donde todo lo caduco, todo lo viejo, todo lo que represente la sociedad cuyas bases acaban de destruirse habrá desaparecido definitivamente. Para alcanzar eso, hay que trabajar todos los días, trabajar en el sentido interno de perfeccionarse, de aumentar los conocimientos, de aumentar la comprensión del mundo que nos rodea, de inquirir y averiguar, y conocer bien el porqué de las cosas y el plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como problemas propios.

Calientes las Minas de Frío en Cuba con el Che Guevara compañero

Foto:  cúspide monte San Bernardo de Salta.  El rostro de los cinco héroes ha hecho cumbre en manos del militante escalador. Toto no recuerda cuando tardó en ascender, pero cronometró 16 minutos en el descenso.  Eso sí transpiró y jadeó bastante. 

Discurso en la Escuela de Minas del Frío. 

1 de abril de 1960

Compañeros profesores y alumnos:

Al pasar por aquí cerca quisimos venir a este lugar que fue escenario de la primera escuela que fundó la Revolución en esta zona. Aquella escuela tenía motivos tácticos diferentes pero tenía el mismo espíritu que esta ahora. En aquella época no había mujeres, apenas un pequeño grupito de compañeros. Por aquí aprendieron los hombres que tuvieron que hacer una de las marchas más difíciles de la Revolución…la columna invasora tuvo su prueba de fuego precisamente en este lugar. Ya ha desaparecido la mayoría de los primeros edificios que construimos, era muy distinto a como está esto ahora. En aquella época hacíamos al revés que ahora. Ahora tratamos de mostrar con todo orgullo este centro a todo el mundo y no nos preocupa y más bien nos alegra que se vea desde el aire. En aquella época la aviación del enemigo dominaba los aires de Cuba.
 
La primera construcción se hizo en la zona que tienen ustedes en frente, en aquella zona, donde ahora creo que hay la planta eléctrica…Había más árboles… pero el enemigo nos descubrió a los quince días de construido. De allí en adelante todos los días, mañanas y tardes durante tres meses sufrimos bombardeos diarios y esa fue la prueba de fuego que tuvo nuestra columna. Allí también los muchachos aprendían las primeras letras. En nuestra columna había un maestro cuyo nombre de guerra era Moisés pero que se llamaba Pablo, estaba ahí en nuestro Ejército, fue con nosotros en la columna y daba las primeras letras a los campesinos.
 
Nuestra columna tenía un noventa por ciento de analfabetos cuando salió de Las Mercedes para Las Villas. Entre la tarea educacional, la tarea de educación política y las bombas, nos educamos para la victoria.
 
Aquí todos nos forjamos, aprendimos a despreciar al enemigo por lo débil que era a pesar de su fuerza. Comprendimos que había cosas más importantes que las armas, había fuerzas más grandes que las fuerzas de las armas y que la victoria sería del pueblo, nuestra moral crecía todos los días, no había comida tampoco…
 
Ustedes tienen una comida de campaña, una comida que los prepara para una vida de abnegación.
 
Aquellas épocas eran mucho peores, cuando había, era una lata de leche condensada de frijoles negros a veces sin sal. Así pasamos varios meses. El Ejército llegó justamente hasta aquí, tomó esta escuela.
 
La línea defensiva pasaba por aquellas lomas todas las cuales las conozco en cada una de ellas prácticamente hemos tenido que combatir. Y allí murió la ofensiva del Ejército la Minas del Frío fue el último punto que tomó el Ejército en su última ofensiva también. LA tuvo en sus manos veinte días y se retiró sin combatir porque había sido ya rodeado en una zona que se llama Gaviro que es por aquí atrás, y en otra zona, Las Vegas de Jibacoa. Se retiraron entonces a Las Mercedes.
 
De allí en adelante se prepararon muchos grupos de combatientes y de aquí surgió la gran fuerza ideológica del Ejército Rebelde. Ejército que tenía su propia fuerza, la desarrollaba en el combate, las privaciones, pero que la metodizó aquí.
 
Aquí se hicieron también, conjuntamente con las obras que hacía el compañero Raúl en el Segundo Frente, las primeras cartillas que enseñaban a los combatientes cuáles eran nuestras aspiraciones.
 
Hoy cuando volvemos aquí vemos un espectáculo distinto. Si se entornan lo ojos, cada una de estas lomas traen un recuerdo de acciones de guerra, cada una de estas, todas fue recorrida muchas veces por nosotros. Casi conocíamos cada árbol.
 
Todos los días teníamos nuestros propios lugares para venir a escondernos cuando venían aviones enemigos. Sin embargo el espectáculo es totalmente distinto. Hay una juventud nueva, hay toda una construcción. Es la Revolución en marcha, que está en las mismas lomas con los mismos propósitos, pero está preparándose para una tarea mucho más linda, mucho más hermosa que aquella tarea de matar , con todo lo que tuviera de significación, porque hay que matar para logar la victoria. Hoy la victoria es nuestra. Hoy tenemos un Ejército que consolida la victoria, pero sin embargo tenemos que consolidarla en el plano cultural y ustedes serán los encargados de eso. Y serán en la mejor forma posible.
 
No llegarán como maestros dentro de algunos años solamente a verter en sus alumnos la experiencia lograda en los libros. La Historia de los mártires, de los héroes de la Revolución, los que forjaron la nacionalidad aprendida en lo libros. Ustedes conocerán una parte viva de esta última etapa sucedida en la historia. Conocerán del sacrificio, conocerán del contacto con el pueblo, conocerán el contacto con las privaciones de los campesinos que todavía hoy subsisten en esta zona aunque no es ni siquiera un reflejo de lo que ocurría en aquella época. Ustedes serán verdaderos maestros revolucionarios, conscientes de su tarea, conscientes de la importancia que tiene esta tarea, conscientes de que ustedes, miembros de la sociedad, se deben a ella y deben darle lo más puro de su ser a todos esos alumnos pequeños, que tendrán a su cargo dentro de algunos años. Probablemente en aquella época ya deben haber desaparecido las huellas de todos esos catarros que me están saludando aquí por todos lados, pero se acordarán siempre de esta experiencia. Siempre se acordarán de esta época de Minas del Frío, así como nosotros nos acordamos siempre y cada vez que andamos cerca de la Sierra no podemos resistir la tentación de volver a ver aquellos lugares donde casi podría decirse que soñábamos simplemente, porque la correlación de fuerzas era tan grande en contra nuestra que parecía sólo un sueño el de la victoria y el de la Revolución socialista.
 
Todo eso se ha logrado, sin embargo, volvemos aquí. Y este va a ser un lugar al que volverán dentro de algunos años. Reconocerán también, como yo reconozco hoy, cada uno de estos montes que ustedes habrán caminado ya muchas veces y reconocerán en este lugar el lugar donde se ha formado lo mejor de su ser, lo más puro, aquello que tiene nombre, que lo incita a darse para la sociedad a darse para los demás, y trabajar por ser más perfectos y por comunicar todo su saber, todos sus anhelos a otros hombres, a otros seres humanos.
 
Por eso tendrá tanta significación para ustedes, estoy seguro de que no lo olvidarán, cuando vuelvan de aquí a algunos años tendrán ya a lo mejor mucha experiencia, habrán pasado por sus manos muchos alumnos. Sin embargo volverán a sentir una emoción nueva que hoy quizás no puedan conocer ni puedan palpar esa es para el futuro cuando uno madura un poquito más, porque uno va un madurando todos los días y después ustedes llegará un momento en que sientan la necesidad de recordar alguna de las cosas.
 
Tengo que decirles que su tarea, y por tanto sus recuerdos, serán todavía más lindos que los que pueda sentir uno. Ustedes serán constructores de un mundo nuevo, verán salir de sus manos a los hombres que van a construir el comunismo, verán surgir a lo hombres que van a hacer desaparecer las clases de Cuba y con ello la lucha de clases, que van a hacer desaparecer todas las lacras del pasado. Será apenas un recuerdo del pasado todo esto que hoy estamos viviendo, incluso las agresiones de los imperialistas y entonces podrán decir como nosotros hoy que por lo menos una parte, una etapa de la gran tarea ha sido construida. Pero no tendrán deseos de detenerse porque siempre habrá más tareas, siempre habrá nuevas cosas que hacer y junto con ello habrá que superarse más, seguir adelante.
 
Muchos serán solamente maestros, otros seguirán estudiando, se perfeccionarán en la universidad. Seguirán estas mismas carreras relacionadas con la Pedagogía, otros pasarán a otras carreras. La consigna del momento para toda nuestra juventud es no detenerse un minuto en la tarea de la cultura, seguir siempre adelante, aprender siempre algo nuevo , y estar siempre dispuesto a dar eso nuevo que hemos aprendido en beneficio de todos. Y todo eso lo lograrán porque ha habido una Revolución que triunfó, una Revolución cuyo jefe Fidel Castro una vez, por aquí, cuando tenía apenas un grupito de hombres a su mando, supo ver y supo soñar con ella, y supo casi predecirla en cada una de sus etapas. Y lo tendrán también porque ustedes han pasado por esta escuela de sacrificios y se han forjado como hombres y mujeres nuevos.
 
Eso es todo lo que quería decirles (Aplausos)…acuérdense compañeros que dentro de las necesidades del hombre está el comer, ustedes tienen que comer…tienen que estudiar, tienen que dormir y tienen que levantarse mañana dispuestos de nuevo a otra jornada ¿estamos de acuerdo? De modo que  yo le comunicaré al compañero Fidel el deseo que tienen de verlo aquí entre ustedes… y espero que cuando él llegue lo reciban con el mismo… no, con el mismo no, con muchísimo más entusiasmo, pero con un poquito más de disciplina, para que no lo ahoguen, porque a mí casi me ahogaron ahí en el pantano…bien compañeros yo me tengo que retirar, ustedes tienen que seguir en sus quehaceres, de modo que Hasta Siempre, Patria o Muerte
 
Venceremos (Aplausos)        Ernesto Che Guevara  

 

(argentino prácticamente desconocido en su propia patria)

 

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Martin Fierro y Segundo Sombra Jorge Ricardo Masetti y Rodolfo Walsh: la revolución más allá de la pluma.

Foto: Jorge Ricardo Masetti de corbata, el Che Guevara de barba.

 

Especial a 25 años del secuestro y desaparición de Rodolfo Walsh 

Jorge  Ricardo Masetti y Rodolfo Walsh: la revolución más allá de la pluma. 

El 25 de marzo se cumplirán 30 años del secuestro y desaparición de Rodolfo Walsh. Casi doce años antes en Salta, lugar en el que comandaba un grupo guerrillero, desaparecía Jorge Ricardo Masetti (se tomó como fecha de su desaparición el 21 de abril de 1964). 

Masetti y Walsh fueron y son sin duda nuestros maestros. Son espejos en los que debemos mirarnos siempre quienes tenemos la pretensión (tal vez ilusa, tal vez estúpida, tal vez ingenua) de revolucionar este mundo y elegimos la comunicación como una de las trincheras vitales, necesarias en esta lucha. Ambos empuñaron la palabra como metralla para deshacer el arsenal de mentiras de los poderosos de ayer y de siempre.  

¿Cómo olvidar el espectacular reportaje en Sierra Maestra reflejado en “Los que luchan y los que lloran” de Jorge Masetti? ¿Cómo olvidar “Operación Masacre” o la carta a la junta militar de Rodolfo Walsh? Son referencias inevitables para todos los que eligieron “el violento oficio de escribir”. Mas Jorge y Rodolfo, al margen de lo valioso de sus obras, no se quedaron allí, no fueron sólo eso. No hablamos sólo de periodistas y/o escritores valientes, que... ¿como negarlo? lo fueron hasta la muerte. 

Los dos supieron de la necesidad de la organización para romper con la mentira mediática. Rodolfo desde el semanario de la CGT de los Argentinos, desde la inteligencia montonera, desde ANCLA y Cadena Informativa. Masetti desde la Agencia Prensa Latina por él fundada y de la que también participó Rodolfo. 

Tamaño legado, inmenso desafío el que Walsh y Masetti nos dejaron. ¿Cuáles son las herramientas de comunicación, que debemos crear hoy para aportar al cambio, para subvertir este país, este mundo? No se trata sólo de escribir bien, o de hacer buenas denuncias (con todo lo valioso que esto puede resultar) ¿Cómo hacer para enfrentar el secuestro informativo de las multiempresas del poder? ¿Cómo hacer para que las voces que pugnan por salir desde los socavones, emerjan? Sin duda que la respuesta es parte de la construcción colectiva del pueblo. Desde la Agencia Rodolfo Walsh sólo intentamos dar un pequeño aporte que justifique el por qué de nuestro nombre. 

Sentir cada injusticia como propia, dijo alguna vez el inolvidable y querido CHE Guevara. Jorge y Rodolfo lo hicieron. Ambos llevaron su aporte solidario a países hermanos. Cuba y Argelia lo tuvieron a Masetti como protagonista. Walsh, en Cuba fue el genio que descifró el mensaje que anticipó la invasión yanqui a Bahía de Cochinos. 

Walsh y Masetti ejemplos de coherencia. Los dos murieron armas en mano defendiendo y empuñando hasta el final la dignidad de las palabras. 

Rodolfo Grinberg

Colectivo Agencia Rodolfo Walsh 

 

Masetti, un guerrillero

Especial para MARCHA, por Rodolfo J. Walsh (1965)  

Un recuerdo atenuado de Masetti perdura en la calle Corrientes, en el Café La Paz; en el hall del Nuevo Teatro unas letras de metal dicen su nombre, perdido entre otros, porque hace años estrenó una obra; el único libro que escribió resulta ahora inencontrable.

Y eso es todo.  Masetti podía seguir derivando en el olvido. Había otra historia que no acababa de juntarse con la suya. Era la historia de esos muchachos que hace un año se hicieron guerrilleros en Salta, y están algunos presos y otros muertos, y otros fugitivos. Los diarios que contaron el incidente que permitió descubrirlos, rodearlos, capturarlos, mientras su jefe, el Comandante Segundo, se internaba en la selva.

Los que conocían a Masetti se inquietaron. No hubo viajero en La Habana, que en los últimos meses no llevara una pregunta, que siempre volvía duplicada y sin respuesta. Ha pasado un año.  Se puede decir ahora que Masetti está muerto, y que Masetti, por supuesto, era el comandante Segundo.

La historia de esa guerrilla se escribirá, tal vez, cuando desaparezcan las instancias judiciales que obligan al silencio; cuando los presos salgan y se pueda hablar de esa aventura atroz, escondida, incomprensible para muchos.

Yo sólo quiero recordar a Masetti como era en la isla lejana y cercada, en la agencia de noticias que fundó y de alguna manera ayudó a destruir, en la pasión casi juguetona que lo devoraba, en la tormenta de sus confusos amores, en el humor grueso y eficaz del suburbio porteño, en el coraje recatado.

Decir que Masetti era un gran periodista, exige aclaraciones. Tenía dificultades con la sintaxis, a lo mejor no sabía lo que es un “lead”,  quizá le faltaba sutileza literaria. Y sin embargo se puede decir;  Masetti fue uno de los más grandes periodistas que tuvimos, porque a cambio de esos defectos le sobraba lo mero principal, Masetti se metía, y llegaba antes, y volvía con la justa.

Su reportaje a Fidel en la Sierra, casi al mismo tiempo que Herbert Matthews, es la hazaña más importante - y más desconocida-  del periodismo argentino.  Matthews tenía alrededor una aureola que venía de la Guerra Civil Española; llevaba consigo el prestigio imponente del New York Times.  Masetti, no tenía nada, Masetti era un oscuro cronista de radio El Mundo cuando en 1958 se mete por la libre en el laberinto batistiano, llega a través de oscuros canales a ese  pedacito de manigua en que doscientos barbudos famélicos están cambiando la historia y descubre esa fantástica gale-ría de héroes risueños y terrenos, Camilo, Barbarroja, el Che, Ramirito, que tanto lo impresionaron y a cuya imagen y semejanza quiso modelar, y modeló su vida. Masetti es otro hombre cuando de ese Olimpo candoroso y brutal baja a la perturbada sofisticación de La Habana, donde se entera que nadie ha recibido sus reportajes trasmitidos por la emisora rebelde. Se interna nuevamente en la Sierra, repite todo el trabajo, y cuando sale por segunda vez ha visto la acción, ha empuñado el fusil y tiene el grado de teniente (1) del ejército revolucionario. El libro que enseguida escribió, “Los que luchan y los que lloran”, es el testimonio apasionante de esa hazaña y de un momento crucial en la vida de los cubanos.

La segunda empresa de Masetti es aun más importante.  A comienzos de 1959, llamado por la revolución triunfante, crea la primera agencia lati-oamericana de noticias que consigue inquietar a los monopolios informativos.  Masetti no sabía nada de agencias.  Prensa Latina es una pura creación suya, hecha a golpes casi geniales de intuición.  Recuerdo el asombro que sentí cuando en julio de ese año llegué a La Habana a incorporarme al equipo periodístico y vi las teletipos funcionando mientras en cada país de América surgía una sucursal. El crecimiento de PL es el más vertiginoso en  la historia del periodismo. A dieciocho meses de su creación tenía filiales en cada capital americana, en Londres, en París, en Ginebra, en Praga;  convenios firmados con Tass, CTK, Hsin Sua, las agencias egipcias e indonesa, le daban un ámbito mundial. Como negociador, Masetti mostraba una insuperable flexibilidad: conseguía que los norteamericanos le abrieran canales de teletipo (cuyo alquiler nunca llegó a pagar) con Buenos Aires, Santiago, Río, Caracas, Washington, Nueva York; que los rusos le prestaran equipos de detección y escucha; que los chinos le construyeran una planta transmisora;  que  “L Express”  de París y el “New Statesman” de Londres cedieran todos sus derechos latinoamericanos por ínfimas sumas. Más de cien clientes en América Latina y muchos centenares en los países socialistas;  un volumen noticioso comparable al de las agencias norteamericanas; colaboradores regulares de la talla de Sartre, Waldo Frank, Wright Mills; todo esto era realidad a mediados de 1960.

Un año después ese meteórico imperio se había desmoronado. En cada país de América, la ruptura diplomática impuesta por Estados Unidos fue precedida por el cierre de la agencia.  Una lucha interna asestó a PL el golpe definitivo. Afiliados comunistas montaron en el seno de la agencia una verdadera conspiración anti-Masetti, disfrazándola de lucha ideológica. Masetti contemporizó mientras pudo; al fin, les hizo frente. Se dice que debió intervenir el ejército rebelde para impedir que la diferencia se resolviera a tiros. No me consta, pero de algún modo encaja con la imagen que conservo de Masetti.

Por esa época dejé de verlo. Habíamos sido amigos. Creo que esa amistad no duró hasta el fin, por motivos que ahora resultan triviales. Cuando lo sacaron de PL, se fue a Argelia. De tanto en tanto tuve noticias suyas: estaba en Moscú, estaba alfabetizando en la Sierra, estaba otra vez en el Ejército Rebelde. Que haya aparecido en Salta como el Comandante Segundo (obvia referencia a un esperado Comandante Primero) no me asombra.  Durante largas noches en La Habana habíamos hablado de la revolución en la Argentina.  El ignominioso gobierno de Frondizi parecía justificarla, volverla posible.

El destiempo, la deshora presidieron el destino turbulento de Masetti. Cuando viene a vestir el uniforme de guerrillero, el país es otro, los argumentos más obvios para una acción revolucionaria se han esfumado. Tiene un día de mala suerte;  ése en que se despeña de un barranco salteño y queda malherido. Tal vez sin ese accidente absurdo, este hombre que ya había hecho cosas imposibles pudo repetir la hazaña que lo alucinó cuando era un simple reportero?  No sé.  De sus heridas se recupera lo suficiente para poder caminar, para que no lo tomen prisionero.  (Esa perspectiva, recuerdo, lo obsesionaba: “Imaginate, que te agarren, que te hagan cantar, qué vergüenza viejo”). Cuando todo está perdido, cuando el furor de la selva ha aniquilado prácticamente a su grupo, Masetti llena su mochila y se interna en la espesura, monte arriba.

No vuelve, todo el mundo sabe que no puede volver. 

1-  Masetti no bajó teniente ni con ningún otro grado de  Sierra Maestra. (Aclaración de la familia de Masetti).-

 

AGENCIA DE COMUNICACIÓN  RODOLFO WALSH

 

 

Prologo a los que luchan y los que lloran

 

Que su nombre siga casi tan ignorado en su país como el pedazo de selva que esconde sus huesos era previsible para Jorge Masetti. Periodista, sabía cómo se construyen renombres y se tejen olvidos. Guerrillero, pudo presumir que si era derrotado el enemigo sería el dueño momentáneo de su historia. Masetti, desde luego, era un rebelde integral. La guerrilla de Salta, su presencia en Argelia y en Playa Girón, Prensa Latina, este libro, son eslabones de una misma cadena de admirable coherencia. Entre 1958 y 1964 vivió para la revolución latinoamericana cuya semilla está en Cuba y la revolución vivió tempestuosamente en él. Hubo sin duda un proceso cuya génesis atestiguan estas páginas. Masetti era reportero de radio “El Mundo” cuando en 1958 decidió ir a ver qué sucedía en Cuba. Sus contactos eran débiles, sus medios escasos, su objetivo -Fidel en la Sierra- desmesurado. La medida del peligro está dada, sin énfasis, en su propio relato: de los dos periodistas extranjeros que Masetti encontró en la Sierra, uno fue asesinado, al descender, por la policía de Batista; al otro lo torturaron y “cantó”. Mortales esperas, escondites, marchas imposibles a pie y en mula, la confianza jugada a cara o cruz en cada instante, lo acercaron a los grandes protagonistas de su historia. En el camino iban quedando el pueblo cubano, sus campesinos ametrallados, sus aldeas arrasadas con NAPALM. Masetti, que confesaba no haber tirado nunca un tiro, se encontraba de golpe bajo el fuego de las ametralladoras 50 con que un avión rociaba en la meseta lo único que daba señales de vida: él y su guía. Una campesina le entregaba un revólver 22 no para defenderse, sino para suicidarse si se topaba con los guardias. Cambiaba él mismo su ropa oscura de porteño con aires de compadrito por la guayabera del campesino, por el uniforme del ejército rebelde. Pero en ese ilusionismo de periodista ingenioso había como un oscuro rito, una transformación auténtica. Había ido lleno de dudas, prevenciones, sutilezas y se lo tragaba la insuperable experiencia colectiva de un pueblo en revolución. Los reportajes a Fidel y al Che, transmitidos por Masetti desde la radio rebelde, fueron importantes en la propia isla: era la primera vez que el pueblo cubano escuchaba a sus líderes. En aquel momento la revolución -agraria, popular, antiimperialista- no se definía aún públicamente por el socialismo. Eso llegaría después. “Mucho de lo que estábamos haciendo ni lo habíamos soñado”, declaraba Guevara: Los combatientes se volvían revolucionarios en la lucha misma, sacudían sus ataduras mentales, sus prejuicios, sus lazos con el pasado. Pero al mismo tiempo procuraban no alarmar más de lo indispensable al enemigo verdadero que se ocultaba tras la dictadura de Batista: conocían ya el NAPALM y el fósforo vivo de fabricación norteamericana que regaban los aviones. Los amigos de la revolución libraban una dura batalla dentro de los propios Estados Unidos para contener esos embarques de armas que antes y después han masacrado pueblos enteros. Que Fidel Castro hablara de elecciones, que otros dirigentes eludieran una definición sobre el comunismo, que la revolución no alejara a sus momentáneos aliados de la burguesía, eran necesidades implacables en la guerra. Las decisiones, en todo caso, surgirían del pueblo en armas. Cuando Masetti regresa a La Habana, está marcado. Las radios del Caribe retransmiten todavía su reportaje, el país entero ha escuchado su voz, la policía conoce su cara. Los únicos que parecen ignorar su hazaña son sus jefes en Buenos Aires. Un angustioso cambio de telegramas le confirma que no han recibido nada. Entonces hace algo que requiere un coraje excepcional: vuelve a la Sierra y graba por segunda vez su reportaje. Las tretas que usa para sortear el cerco represivo lo pintan a Masetti. Turista alemán, viajante italiano o presunto esposo de una campesina gorda, no pierde en mitad del peligro su agudo sentido de lo cómico. Mucho menos esa mirada fotográfica del periodista nato, capaz de dar en cuatro líneas lo esencial de cualquier situación. Los pequeños retratos de la pequeña gente brillan con luz propia junto a los héroes mayores del Olimpo. Santiago a oscuras, la carretera desierta, “el sonido de fondo” que acompaña su reportaje a Guevara, son estampas memorables en un relato sin pausas. Este reportaje es, en mi opinión, la mayor hazaña individual del periodismo argentino. Al salir de Cuba con un pasaporte rudimentariamente falsificado, Masetti tuvo la sensación de que desertaba, de que volvía al mundo de los que lloran y dejaba atrás el mundo de los que luchan. Esa tajante división iba a decidir su vida, precipitar su muerte. La revolución triunfante eligió a Masetti para una tarea más difícil que su reportaje en Sierra Maestra. A comienzos de 1959, crea la primera agencia latinoamericana de que consigue inquietar a los monopolios informativos yanquis. La deformación por la prensa internacional de las noticias cubanas había empezado mucho antes de la caída de Batista, cuya larga permanencia en el poder profetizaba la revista Time en su primer número de 1959, cuando ya el régimen se había desplomado...La campaña contra el gobierno revolucionario alcanzó una intensidad jamás vista en la historia. United Press y Associated Press, las agencias que monopolizan el mercado mundial de noticias, pusieron en marcha esa catarata de basura informativa que dura hasta hoy, preparando el terreno para la cadena de agresiones que iba a culminar en Playa Girón. Para contrarrestar en lo posible ese ataque incesante y despiadado, nació Prensa Latina. La empresa pudo parecer utópica. Los monopolios informativos reaccionaron ante la competencia como todos los monopolios. La guerra desatada contra Prensa Latina invocó el pretexto de que era una agencia oficial. PL era, por supuesto, tan oficial como United Press, Reuter o France Presse: no hay en el mundo una agencia que no responda a los intereses de un estado nacional, o de un grupo monopolista estrechamente vinculado a ese estado. La diferencia consiste en que los países dominantes del mundo occidental prohíben ese lujo a los países dependientes. Las tentativas realizadas en Argentina y Brasil durante los gobiernos de Perón y Quadros fracasaron ante la embestida de las agencias norteamericanas que contaron como aliados a los grandes diarios comerciales de ambos países, para quienes el periodismo estatal es un crimen cuando se trata del estado nacional, y no lo es cuando detrás se oculta el poder extranjero. En el caso de Prensa Latina había otra diferencia, más “criminal” aún. Todos los periodistas que trabajaron en ella eran latinoamericanos. Plinio Mendoza y Gabriel García Márquez en Colombia, Mario Gil en México, Díaz Rancel en Venezuela, Teddy Córdova en Bolivia, Aroldo Wall en Brasil, García Lupo en Ecuador y Chile, Onetti en Uruguay, Tríveri en Estados Unidos, Ángel Boan en cualquier parte, demostraron que una agencia no era algo tan misterioso como pretendían los viejos amos del periodismo. Dondequiera hubo que pelear por la noticia en igualdad de condiciones, llegaron antes y la escribieron mejor. Como testigo de esa competencia pude comprobar que el periodista norteamericano es profesionalmente mediocre, apegado a la rutina, desprovisto de curiosidad y de amor por lo que hace. Al tener que competir con nosotros, con un conocimiento del medio local que no excedía los despachos ministeriales o el lobby de los grandes hoteles, se encontraban en una impresionante desventaja. Esa prueba no les gustaba para nada, y aunque mejoraron momentáneamente su servicio, acentuaron la campaña de desprestigio y la presión sobre los dóciles gobiernos. Tuve una idea de lo que esa presión significaba en mayo de 1959, cuando en ruta a La Habana debí hacer escala en Río de Janeiro por 48 horas que se convirtieron en 48 días. Se trataba de tomar una oficina, arrendar un canal de teletipo y designar un jefe de corresponsales brasileño, tres cosas sencillas para las que no existían obstáculos legales. Las dificultades que surgieron eran tan absurdas que no tenían explicación dentro del marco idílico de la libertad de prensa, la libre competencia y otras fantasías. Ese año la United Press confesaba para su filial en Río una pérdida de un millón de dólares lo que sin duda revelaba sus buenos sentimientos. Inmovilizar un expediente en el ministerio de Viaçao, era mucho más barato. La burocracia brasileña es la más imaginativa que he conocido: siempre faltaba algo, una coma, un “carimbo”, hasta un análisis de orina y una muestra de sangre. La maquinaria gubernamental chorreaba corrupción y demora en proporciones kafkianas. Téngase en cuenta que las relaciones entre Cuba y los países americanos, incluidos los Estados Unidos, eran todavía “normales”. La agresión contra PL era por supuesto una partícula de la agresión global que se gestaba. Los tropiezos que menciono se reprodujeron en las veinte filiales latinoamericanas de PL. Que hayan podido superarse, bien o mal, es un tributo al genio de Masetti. Un año después de creada PL tenía además sucursales en Washington, New York, Londres, París, Ginebra, Praga. Convenios firmados con TASS, CTK, Tanjug, Hsian Hua, y agencias egipcias, indonesa y japonesa le daban un ámbito mundial. L’Express de París y el New Statesman de Londres habían cedido sus derechos latinoamericanos por ínfimas sumas; The Nation y The New Republic, de Estados Unidos, los daban gratis. Más de cien clientes en América Latina y muchos centenares en los países socialistas, un volumen noticioso comparable al de las agencias norteamericanas, colaboradores regulares de la talla de Sastre, Waldo Frank, Wright Mills: todo esto era realidad a mediados de 1960. La cobertura de ciertos episodios latinoamericanos como los terremotos de Chile, el primer golpe militar contra Frondizi o la revolución de Castro León en Venezuela, fue excepcional. Pero también se dieron algunos buenos “palos”, como decían los cubanos, en territorio enemigo: Ángel Boan (que después murió en Argelia) fue el único en conseguir un reportaje a Chessman doce horas antes de su ejecución. El mismo Boan le sonsacó una divertida entrevista a Trujillo (no teníamos corresponsal en Santo Domingo, por supuesto) mediante el simple expediente de llamarlo por teléfono en nombre de una agencia rival, mientras un colega argentino conseguía en Madrid la primera declaración de Perón favorable a Fidel Castro. Una noche, en el aeropuerto de La Habana, hice el reportaje más corto de mi vida. Era Ernest Hemingway, que decía: “Vamos a ganar. Nosotros los cubanos vamos a ganar”. Y agregaba: “I’m not a yankee, you know”. Algunas veces excedíamos los límites habituales del periodismo. Fue PL quien señaló con meses de anticipación el lugar exacto en Guatemala -la hacienda de Retalhuleu- donde la CIA preparaba la invasión a Cuba, y la islita de Swan donde los norteamericanos habían centralizado la propaganda radial por cuenta de los exiliados. Vivíamos, puede decirse, al pie de la teletipo, pero no recuerdo un trabajo que se hiciera con tanta felicidad. Masetti era incansable, un temperamento meridional, lleno de recóndito humor. Un tabaco y una guayabera que alternaba con el traje oscuro y la corbata negra, le bastaban para sentirse “aplatanado” sin abandonar una sola inflexión de su lenguaje porteño. Era pintoresco verlo irrumpir en la redacción donde predominaban los cubanos y gritar sus órdenes tratando a todo el mundo de vos. Se casó, por segunda vez, con su secretaria cubana. De madrugada, cuando cerraban los últimos canales, había tiempo para reunirse en su oficina donde circulaba un mate y un tocadiscos pasaba un tango. Alguna vez la presencia de un centinela guajiro en la puerta cerrada indicaba la presencia del Che. La amistad que los unía llevaba el sello indisoluble de la Sierra. La suerte de Prensa Latina estaba ligada a la revolución cubana. La SIP, regenteada entonces por el coronel Dubois, dictó el úkase definitivo prohibiendo a sus miembros usar los servicios de PL. Una noche, en una callejuela de Costa Rica, la casualidad deparó a Masetti el placer de decirle en tres palabras lo que pensaba de él. Dubois se hizo el sordo pero ya las puertas de los diarios estaban cerradas. Es conocida la presión implacable que llevó a los gobiernos latinoamericanos a romper con Cuba. En cada caso la ruptura por precedida por el cierre de PL. Masetti lo había previsto con mucha anticipación. Cuando llegó el momento la agencia contaba con equipos de escucha capaces de suplir en parte el vacío, y la construcción de una potente emisora llegaba a su fin. Cuba no podía quedar aislada en el campo de la información, y no quedó aislada. PL sigue hasta hoy dando al pueblo cubano las noticias del mundo, e informando a los que quieran o puedan escucharla, lo que pasa en Cuba. Esa es la obra de Masetti. En marzo de 1961, Masetti renunció a Prensa Latina. Su alejamiento tiene que ver con el auge momentáneo del sectarismo, pero sobre todo con su deseo de ocupar un puesto de más riesgo en la tarea revolucionaria a la que ya estaba entregado por completo. Esa oportunidad se dio en seguida, en Playa Girón. Masetti retomó el comando de la agencia y vio sucumbir bajo el fuego de las milicias las últimas tentativas norteamericanas por reimplantar su dominio en la isla. Después marchó a Argelia, donde se combatía aún. Era el intermedio necesario antes de acometer su última empresa, la guerrilla de Salta. La idea de traer la lucha armada a la Argentina no era nueva en Masetti. Nació en la misma Sierra, la meditó largamente en La Habana. Puede discutirse, se discute, si el momento elegido era el apropiado, si la teoría del foco es o no correcta, si la lucha armada puede entablarse sin el respaldo de una sólida organización política. La honestidad de Masetti, la coherencia consigo mismo, la fidelidad al precedente cubano, están fuera de la discusión. Pertenece a esa lista ya larga de hombres que en América Latina vivieron sus ideas hasta el sacrificio: De la Puente Ojeda, Lobatón, Camilo Torres, Ernesto Guevara. Sabía que la victoria final de la revolución está amasada con los fracasos anteriores. El triunfo fulminante de los cubanos en enero de 1959 no basta para borrar las derrotas que lo precedieron, ni aun la más memorable de esas derrotas: el asalto al Moncada. Dentro de esa perspectiva no hay quizá victorias ni fracasos individuales, aunque haya experiencias que recoger y asimilar. En los campos de Argelia, Masetti volvió a tomar contacto con la guerrilla. A fines de 1962 estaba de regreso en Cuba, alcanzó a conocer a su hija recién nacida, después se alejó para siempre. Cuando reaparece en la provincia de Salta, el pequeño grupo de rebeldes que lo acompaña lo conoce solamente por su nombre de guerra: Segundo. La elección está explicada en una carta de Federico Méndez y Juan Jouvé, sobrevivientes de la guerrilla encarcelados hasta hoy: “Al ingresar en el EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo) cada miembro adoptaba un nombre de guerra, y Masetti eligió el de Segundo por el siguiente motivo: el Che, que en ese momento realizaba tareas imprescindibles para la Revolución Cubana, pertenecía en forma honoraria al EGP, conociéndosele a ese fin por el nombre clave de Martín Fierro...Masetti eligió el de otro gaucho famoso, Segundo Sombra...Luego Masetti fue conocido simplemente por Segundo, aunque fue realmente nuestro primer y único comandante.” Otro sobreviviente recuerda: “Nunca hablaba de su vida personal. Sabíamos que tenía mujer e hijos porque una vez los mencionó. En cierta oportunidad, él mismo habló de Masetti en tercera persona. Pero yo ignoraba que fuese él, y las fotos que después me mostraron tenían poco que ver. Cuando lo conocía tenía una gran barba negra, casi azul. Costaba tutearlo, era imponente.” A comienzos de 1962 Masetti escribía a su mujer: “Ya van cuatro meses y medio que aguardamos, con ansias controladas pero que nos devoran, el momento de rendir “nuestra materia”. Siempre presentes, las primeras palabras de la carta de Martí a Mercado que constituyen también las iniciales de la Segunda Declaración de La Habana: “Ya puedo escribir... Ya estoy todos los días en disposición de dar la vida por la patria”, y agregaba: “La Revolución ya no es un hecho a observar, un hecho histórico a criticar, sino que la Revolución somos nosotros mismos... es nuestra conciencia, la que nos juzga y nos critica y nos exige.” Se sentía fuerte y optimista, a pesar de las dificultades de la vida en el monte. Adiestraba a su gente, se movía sin cesar eludiendo cualquier choque. No había perdido su buen humor, su ácido espíritu de broma. Cargaba la mochila más pesada, a pesar de una dolorosa desviación de columna vertebral que lo hacía sufrir bastante. A fines de 1963 dice en una nueva carta a su mujer: “Ahora llevamos recorridos más de un centenar de kilómetros en el mapa, aunque en realidad son muchísimos más. Nuestro contacto con el pueblo es desde todo punto de vista positivo. De los coyas aprendimos muchas cosas, y los ayudamos en todo lo posible. Pero lo más importante es que quieren pelear... Es ésta una región en que la miseria y las enfermedades alcanzan el máximo posible, lo superan. Impera una economía feudal... quien venga aquí y no se indigne, quien venga aquí y no se alce, quien pueda ayudar de cualquier manera y no lo haga, es un canalla...” A comienzos de 1964 los diarios publican las primeras noticias de la guerrilla, cuyos días estaban contados. En marzo los servicios de informaciones consiguen infiltrar dos hombres que promueven un incidente donde resulta herido el guerrillero Diego. La gendarmería captura un campamento con cuatro hombres, donde estaban todas las provisiones. El hambre acosa ahora a la guerrilla: la zona está desprovista de caza, incluso de pájaros. El guerrillero Antonio muere despeñado. El 18 de abril es sorprendido un nuevo grupo. Días después en un confuso choque con la gendarmería resultan muertos Hermes (Hermes Peña, cubano) y Jorge. Diego, César y Marcos mueren de hambre. Los dispersos van cayendo en grupos de dos o tres. Masetti no aparece nunca. Se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo. En algún lugar desconocido el cadáver del comandante Segundo empuña un fusil herrumbrado. Tenía al morir 35 años, había nacido en Avellaneda.

 

Rodolfo Walsh, Marzo de 1969

 

Aclaración: Masetti murió a los 34 años, no a los 35; tampoco se casó por segunda vez como señala en el texto Walsh sino que tuvo una segunda mujer (su secretaria cubana). Masetti nunca se divorció de su esposa argentina ni hizo una separación legal, lo que en aquel momento, hubiese sido posible. . (Aclaración de la familia de Masetti).-

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

 

 

Jorge Masetti y Rodolfo Walsh: Nuestros hombres en La Habana

 

Por: Hugo Montero (Fragmento de la nota publicada por Sudestada Nº 34 de noviembre de 2004)

 

Uno era el responsable de la mayor hazaña del periodismo argentino en su historia, según el otro. El otro era el periodista capaz de desenredar la madeja de conspiraciones políticas y policiales con un talento inédito. Los dos confluyeron en La Habana, cuando una revolución florecía y el vértigo se adueñaba de la isla. Los dos ayudaron a crear la agencia Prensa Latina y a mostrar la verdadera cara de la revolución cubana. Jorge Ricardo Masetti y Rodolfo Walsh enseñaron los secretos de una profesión, pero aprendieron las dificultades de una revolución en formación, que exige siempre el compromiso histórico de vencer o morir, y así lo entendieron hasta el final.

 

El ascensor abrió sus puertas en el quinto piso y el Che comenzó a recorrer el camino que iba a llevarlo ante la oficina de la dirección general, justo en el otro extremo del pasillo. Antes de llegar saludó con sonrisas y sonoras palmadas en los hombros a la multitud de redactores que se fueron agolpando a su paso, entre sorprendidos y felices por la inesperada visita del comandante. Eran ya las dos de la mañana en la sede de la agencia de noticias Prensa Latina, pero el ritmo de trabajo continuaba con el vértigo habitual. Había que apurar, había que picar cables y salir corriendo a los teletipos, había que llamar a los corresponsales y confirmar con urgencia datos y cifras, había que eludir el sueño y matar el cansancio con la charla y el trabajo arduo, interminable. Sin embargo, la llegada del Che rompía los esquemas con esa sonrisa plena que apenas dejaba adivinar la fatiga de un largo día en el Ministerio de Industrias, de donde había logrado escaparse hacía unos minutos. El Che aprovechaba entonces y se pegaba una vuelta por la agencia para saludar a un amigo.

 

En ese hervidero en que se había transformado la redacción, la aparición repentina de tanto ruido extrañó al jefe del Departamento de Servicios Especiales de la agencia. De modo que asomó sus lentes por la puerta de su oficina para develar la razón de tanto bullicio en plena madrugada. Era la primera vez que Rodolfo Walsh veía al Che Guevara a corta distancia, perdido entre brazos y voces que lo iban empujando hacia el final del pasillo. Y Walsh, siempre cauto, siempre racional, no pudo más que emocionarse un instante ante semejante oportunidad. De todos modos, la conmoción le duró el tiempo que tardó en recordar la cantidad enorme de trabajo acumulado en su escritorio y volvió a su labor.

 

Del otro lado de aquella puerta donde el pasillo de la redacción terminaba, otro argentino escuchaba los ruidos y sonreía. La puerta no tardó en abrirse y la voz de Guevara en estallar, irónica y socarrona, en la penumbra de la oficina: -“¿Cómo le va al director de la mejor agencia de noticias de América Latina?”, bromeó.

 

El director en cuestión, el periodista Jorge Ricardo Masetti, saludó al Che con una sonrisa y con un mate recién cebado. La puerta se cerró y la redacción de Prensa Latina volvió a transformarse en un hervidero. Mucho había que apurar, todavía.

 

“Llamen a Masetti”

 

Apenas nueve días después de la entrada triunfal de las tropas rebeldes comandadas por Fidel Castro a La Habana, el avión que trae a Jorge Masetti (que viaja parado, porque no quedaban asientos disponibles) aterriza en Rancho Boyeros. Otra vez la brisa caribeña engorda la camisa del periodista argentino, de regreso al país que lo marcó para siempre, pero esta vez con una invitación urgente de su amigo, Ernesto Guevara.

 

La Habana era festejos, gritos, abrazos y un manojo de sueños volando por cada barriada, el pueblo en las calles y el dictador de viaje, rumbo a Miami. La revolución de los barbudos había triunfado en las narices del imperio más poderoso del mundo y todo el pueblo expresaba su cariño por aquel puñado de guerrilleros que bajaron de la sierra para cambiarlo todo. Pero las agencias noticiosas de todo el mundo no hablaban de festejos ni de las multitudes marchando. Mentían, tergiversaban, ocultaban la información y el mundo dudaba ante este estallido rebelde en una isla del Caribe, y dudaba más aún de sus dirigentes. Algo había que hacer, y rápido, pensó la comandancia de la revolución. Y allí nació la Operación Verdad, una maniobra del flamante gobierno rebelde para difundir la realidad sin intermediarios, reuniendo en La Habana a una multitud de cronistas honestos de todo el mundo para mostrarles a un pueblo que paría su revolución y que la iba a defender hasta la muerte, de ser necesario. Con el objetivo de planificar la Operación Verdad es que Masetti retorna a Cuba, un año después de su anterior visita. Y a su llegada lo aguarda el Che con noticias frescas.

 

El 21 de enero, cerca de 400 periodistas de todo el mundo (aunque la mayoría de América Latina) se dan cita en el Hotel Habana Riviera para asistir a la Operación Verdad organizada por Masetti, el periodista uruguayo Carlos María Gutiérrez y Celia Sánchez, miembro del 26 de Julio. “A ustedes, los periodistas latinoamericanos, no les queda más remedio que adoptar lo que les diga el cable que no es latinoamericano. La prensa de América Latina debiera estar en posesión de medios que le permitan conocer la verdad, y no ser víctimas de las mentiras de los monopolios”, afirma un exultante Fidel Castro ante su auditorio, y luego agita con mayor fervor: “Hay que crear una agencia de noticias latinoamericana para contrarrestar las informaciones desvirtuadas”. Los aplausos cierran el discurso de Fidel y la mayoría de los periodistas allí presentes se van conformes, pero dudando de las posibilidades de una alternativa a los monstruos informativos del sistema: United Press y Associated Press. Pero hubo unos pocos que sabían que allí estaba su trabajo, que allí comenzaba su verdadero compromiso con la revolución. Y Masetti era uno de ellos, el principal responsable de llevar esta quimera hacia adelante, de convertir la fantasía del Che en realidad. Había que hacerlo, y hacerlo ahora.

 

La rata de los papeles

 

“Hay un fusilado que vive”, escuchó una vez, como al pasar, Rodolfo Walsh, y esa confesión cambió su vida para siempre. Fue el comienzo de una ardua investigación que desencadenó en el libro Operación masacre, publicado por primera vez en diciembre de 1957. Eran tiempos furtivos para el periodista que había desnudado los oscuros mecanismos de la violencia parapolicial en Argentina, tiempos de agitadas reuniones en los cafetines porteños donde las noticias iban y venían por cada mesa. Y en una de esas mesas, Walsh escuchó como al pasar, otra vez, la historia de una revolución imparable, la crónica de un dictador en caída libre y la decisión de un pueblo que, fusil en mano, se disponía a escribir una página inédita para el continente. Y ese rumor lo conmovió.

 

Por eso, tiempo después y apenas recibió la invitación desde La Habana de Jorge Masetti (que conocía apenas por haber compartido una fugaz experiencia en la Alianza Nacionalista), aceptó sin titubeos la oferta de participar de una nueva agencia de noticias bautizada como Prensa Latina. Walsh armó las valijas con premura, convenció a su mujer y partió con rumbo a aquella revolución que por entonces lo representaba en tanto popular y antiimperialista.

 

Para cuando el calor agobiante recibe a Walsh en La Habana, Prensa Latina ya es algo más que un proyecto en marcha. Es una realidad asombrosa. A partir del trabajo incansable de Masetti, aquello que se asemejaba más a un sueño daba sus primeros pasos. “Las dos cualidades esenciales del periodista que trabaja en una agencia informativa son exactitud y rapidez”, escribe Masetti en el primer boletín interno de la agencia que lleva su firma. “Es necesario que siempre se tenga presente que el dar exactamente una noticia y antes que todos los demás competidores, constituyen el crédito y por ende el éxito de una empresa informativa”, señala en la minuta, para después agregar que “el periodista en la calle no es otra cosa que una extensión de la agencia hacia el lugar en donde se produce la información, un nervio que hará vibrar, al contacto con la noticia, a toda la organización”. El carácter didáctico de los primeros comunicados de Masetti descansaba en una razón lógica: la redacción estaba compuesta por jóvenes periodistas cubanos, sin ninguna experiencia en el trabajo de agencia. Con este panorama se enfrentó Masetti a principios de 1959, y en este escenario desembarca Rodolfo Walsh meses después.

 

Sin embargo, Walsh no sale de su asombro los primeros días al observar los avances extraordinarios que logra Masetti al frente de Prensa Latina: los 400 despachos diarios son reproducidos por cerca de 1200 medios en todo el mundo y traducidos a once lenguas (según Walsh, “un volumen noticioso comparable al de las agencias norteamericanas). Al mismo tiempo, se instalan oficinas de corresponsalía en 26 países de América Latina y en ciudades como Washington, New York, Londres, París, Ginebra y Praga; se cierran convenios con las agencias TASS de la URSS, la checa CTK, la china HSINHV y otras de Indonesia, Egipto y Japón, y se cuenta con colaboradores internacionales de la talla de Gabriel García Márquez en Colombia, Juan Carlos Onetti en Uruguay, Rogelio García Lupo en Ecuador y Chile, Waldo Frank en Estados Unidos y Jean Paul Sartre en Francia. Prensa Latina ya era una realidad, mérito de Masetti, que siempre repetía “hay que ser objetivos, pero no imparciales” y no sesgaba en su afán de instalar a la agencia entre las más importantes del planeta. “Masetti convirtió a Prensa Latina, a la que no pocos dieron de vida a lo sumo un mes, en una verdadera escuela de periodismo revolucionario y latinoamericano”, recuerda Juan Marrero, hoy presidente de la Unión de Periodistas de Cuba.

 

Así, rápidamente, Prensa Latina se fue anotando varios impactos periodísticos, uno tras otro. Al decir de Walsh: “La cobertura de ciertos episodios latinoamericanos como los terremotos en Chile, el primer golpe militar contra Frondizi o la revolución de Castro de León en Venezuela, fue excepcional. Pero también se dieron algunos buenos palos, como decían lo cubanos, en territorio enemigo: Angel Boan (...) fue el único en conseguir un reportaje a Chessman doce horas antes de su ejecución. El mismo Boan le sonsacó una divertida entrevista a Trujillo (...) mediante el simple expediente de llamarlo por teléfono en nombre de una agencia rival, mientras un colega argentino conseguía en Madrid la primera declaración de Perón favorable a Fidel Castro. Una noche en el aeropuerto de La Habana, hice el reportaje más corto de mi vida. Era Ernest Hemingway, que decía: ‘Vamos a ganar. Nosotros los cubanos vamos a ganar’. Y agregaba: ‘I’not a yankee, you know?’”.

 

En medio de este vértigo es que Walsh ocupa, por orden de Masetti, la jefatura del Departamento de Servicios Especiales, una suerte de oficina independiente que se ocupaba de desarrollar informes de mayor profundidad sobre ciertos temas clave del continente. Walsh es el hombre que elige Masetti para esa tarea, conocedor de sus antecedentes en el periodismo de investigación y de su capacidad docente, que desarrolló con muchos de los redactores. “Masetti tenía una gran confianza en Walsh que era, de todos los jefes, el que se comportaba con mayor seguridad en sí mismo. Consideraba que no tenía que preguntarle casi nada a Masetti. Él decidía y actuaba, y Masetti lo respaldaba, más que a cualquier otro, pero no porque era argentino, sino porque reconocía que Walsh sabía mucho y podía descansar en su criterio”, señala Rafael Pérez Pereyra, entonces miembro de aquella juvenil redacción...

 

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

 

“LOS VIOLENTOS NO SON LOS QUE LUCHAN, SINO LOS QUE NOS OPRIMEN

NO A LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL.”

 

LIBERTAD A LOS 5 HEROES CUBANOS,

PRESOS EN LAS CARCELES YANQUIS

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Actividad reciente:

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Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba
www.amigosdecuba.com.ar

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