domingo, 3 de agosto de 2014

Miami acuarelas presas de Antonio Guerrero héroe cubano antiterrorista “Yo me muero como viví” Che Guevara museo argentino Silvio Rodriguez Chaubloqueo capac4

"Yo me muero como viví": Exponen acuarelas de Tony Guerrero en Miami

 

huecoQuince acuarelas y poemas marcarán en Miami quince años del encarcelamiento de los Cinco cubanos en esa ciudad. Su autor, Antonio Guerrero, es uno de ellos, cuyo "delito" fue monitorear las actividades de grupos terroristas que operan allí contra Cuba.

La serie se llama "Yo me muero como viví", por un verso de la canción El necio de Silvio Rodríguez y recoge diecisiete meses de aislamiento en "El hueco" del Centro Federal de Detenciones de la Florida que impidieron el acceso de los Cinco a un proceso justo.

Uno de los presentadores será Richard Klug, uno de los abogados de Los Cinco.




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Marianna Florida expone arte entre rejas de Tony Guerrero héroe cubano reconocido por Museo Che Guevara argentino Gerardo Hernández Ramon Labañino capac

ART EXPO 2014 EN MARIANNA

 

8/1/2014 8:09:59 PM

 

Queridos amigos

 

Aqui les va esta breve resena que le prometi a algunos de ustedes y que se que todos leeran con interes.

ART EXPO 2014, asi se titulo la exposicion que tuvo lugar en esta prision de mediana seguridad de Marianna con variadas obras de arte de reclusos.

 

El martes 29 se mostro en el area de Recreacion para toda la poblacion penal y calcule que mas de 200 reclusos fueron a ver los trabajos.

El miercoles 30 y ayer jueves 31 se presento en el Salon de Visitas para la administracion y los oficiales de esta institucion. No tengo idea de cuantos de ellos se interesaron y pudieron pasar a verla.

Es el tercer ano consecutivo que se realiza este evento, que por primera vez en la historia de este centro penitenciario se organizo en el 2012 y tuvo un magnifico impacto.

La direccion del mismo corre a cargo del Departamento de Recreacion, aunque es mejor decir, a cargo de uno de los oficiales de esa area que esta a cargo de los programas de arte. Toda la preparacion y montaje esta en manos de nosotros los reclusos, mas bien, de unos pocos que trabajamos intensamente para lograr hacer la muestra con la mayor calidad posible.

En esta ocasion se lograron reunir 155 obras de arte, en las categorias de pintura acrilica, pastel, oleo, acuarela, grafico, tinta y carboncillo, superando la cantidad de obras del 2013 que fueron 144. Ademas, la calidad de los trabajos fue muy superior en esta presentacion, resultado del crecimiento artistico de algunos de los expositores. Pudimos montar en cuadros, un total de 105 pinturas o dibujos, lo cual fue tambien un gran logro.

 

Un total de 19 obras artesanales, fundamentalmente de tejidos con estambre, tambien formaron parte de la muestra.

Fuimos 36 artistas los expositores.

Algunos aislados criterios sobre la exposicion me fueron llegando ayer y hoy, tanto de reclusos como de algunos oficiales de la prision. Esta tarde, en mi dormitorio, se me acerco uno de los artistas y me dijo: "Tony, ni te imaginas lo que me sucedio hoy. Cuando sali del comedor me llamo la Directora de la Prision y me dijo que habia estado en la exposicion y que le habia parecido fabulosa, que ella no pensaba encontrarse trabajos con la calidad artistica de los que vio alli". Asi me conto esta persona hace un rato y me dio satisfaccion lo que me conto, porque no siempre llegamos a conocer el criterio de la direccion de la prision y saber que ellos valoran nuestro trabajo nos motiva a seguir superandonos y a captar nuevos reclusos, potenciales artistas que se incorporan a los programas de arte y llegan a hacer extraordinarios trabajos. Esa es la esencia principal, a mi modo de ver, de todo este esfuerzo.

 

En la muestra a los oficiales, como en las muestras anteriores, se llevo a cabo una votacion de las tres mejores obras por categorias. Hay cierta expectativa con el resultado. Creo que lo llegaremos a saber el domingo. Eso no es lo principal. En lo personal, no me agrada que exista esta votacion. Desde ya puedo decir que gano el arte, que gano la actividad sana y que gano el bien.

Cinco abrazos fuertes.

Antonio Guerrero Rodriguez.




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Obama dijo que PATRIOTAS DE VERDAD torturaron detenidos tras el 11-S presionados tal como el Proceso en Argentina Nobel a la Tortura

Obama admitió la tortura de detenidos tras el 11-S

El presidente de Estados Unidos se refirió al informe del senado de EEUU en el que se investigan los controvertidos procesos de interrogatorio llevados adelante por la CIA, durante la anterior administración republicana.

El presidente Barack Obama reconoció hoy que Estados Unidos torturó a detenidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, una polémica declaración que confirma estas prácticas ilegales que fueron ejecutadas durante la anterior Administración republicana.

"Torturamos a gente", afirmó Obama en la sala de prensa de la Casa Blanca al referirse al informe del Senado nortemaericano en el que se investiga el uso de controvertidos procesos de interrogatorio a detenidos, incluida la asfixia simulada, entre 2001 y 2009 por parte de la CIA.

Si bien ya se sabí­a de los abusos de la CIA en la era del presidente George W. Bush y no es la primera vez que Obama reconoce que los servicios de inteligencia se propasaron y torturaron a detenidos, hasta ahora el mandatario demócrata nunca habí­a hablado sobre el tema de de manera tan clara.

"Cruzamos la línea , hicimos cosas que van contra nuestros valores", agregó el mandatario, aunque señaló que hay que entender estas acciones en el contexto de los letales atentados del 11-S.

Según Obama, no hay que ser "ingenuos de manera retrospectiva sobre el trabajo" de los agentes de los servicios de inteligencia en esos momentos difí­ciles, tras el derribo de las Torres Gemelas en Nueva York, el atentado contra el Pentágono en Washington y el avión derribado en Pensilvania.

"Estaban trabajando bajo una enorme presión y son patriotas de verdad", indicó Obama ante los periodistas en una comparecencia que no estaba prevista en su agenda presidencial, informó la agencia de noticias EFE.

"Cruzamos la línea , hicimos cosas que van contra nuestros valores", dijo Obama.

Asimismo, precisó que "esto tiene que ser entendido y aceptado y como país debemos tomar responsabilidad por ello para que no lo volvamos a hacer en el futuro".

La polémica sobre el informe del Comité de Inteligencia del Senado resurgió esta semana después de que el director actual de la CIA, John Brennan, pidió disculpas a los congresistas al admitir que funcionarios de la agencia habí­an espiado las computadoras que pertenecientes a empleados del citado comité durante la investigación.




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Mujer Nobel de la Paz pide a Nobel negro liberar antiterroristas cubanos Mairead Maguire Gerardo Hernández Ramón Labañino Antonio Guerrero

Premio Nobel de la Paz pide a Obama liberar antiterroristas cubanos

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Mairead MaguireWashington, 1 ago (PL) La Premio Nobel de la Paz norirlandesa Mairead Maguire pidió al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que ponga fin al injusto encarcelamiento de tres antiterroristas cubanos, presos desde hace casi 16 años en penitenciarías federales, se informó hoy.

Sumo mi voz a la de muchos que le piden a usted (Obama) hacer todo lo que esté a su alcance para terminar con los sufrimientos ocasionados por esta situación, dijo la activista en una carta dirigida al mandatario estadounidense y que difundió este viernes un grupo de solidaridad.

Maguire reiteró al gobernante que le escribía "nuevamente, en el contexto de las acciones en todo el mundo que se llevan a cabo el día 5 de cada mes en solidaridad" con Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, los tres integrantes del grupo de Los Cinco que continúan en cautiverio.

"La asistencia y amplio interés en la reciente jornada en Washington (del 4 al 11 de junio) es un buen indicador de la creciente inquietud internacional que existe" sobre el caso, expresó Maguire.

Según la carta, que divulgó el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco, existen motivos reales de preocupación sobre las condenas y sentencias impuestas a Hernández, Labañino y Guerrero, así como a Fernando González y René González, quienes abandonaron la prisión tras cumplir la totalidad de sus condenas.

Maguire (Belfast, 27 de enero de 1944) cuestionó, en particular, los cargos contra Gerardo Hernández, sentenciado a dos cadenas perpetuas más 15 años, y subrayó que para ella "existen muchas preguntas y dudas razonables en ese sentido".

Los Cinco, como se les conoce en las campañas mundiales por su liberación, fueron arrestados el 12 de septiembre de 1998 en Miami mientras daban seguimiento a organizaciones violentas de origen cubano dedicadas a planificar desde territorio de Estados Unidos acciones terroristas contra el país caribeño.

Mairead Maguire, cofundadora del movimiento Gente por la Paz, recibió el Nobel de la Paz en 1976 compartido con Betty Williams por su lucha en defensa de una solución no violenta al conflicto de Irlanda del Norte.

Como ella, una decena de Premios Nobel le han solicitado a Obama, quien también ostenta la alta distinción desde 2009, actuar en consecuencia, porque "justicia demorada es justicia denegada y ha habido suficiente denegación y retraso hasta la fecha", concluyó.







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Frondizi y Che Guevara en Vicente López Buenos Aires Argentina Cuba CIES Uruguay Lois Perez Leira Chaubloqueo Museo Che Guevara

Entrevista de Ernesto “Che” Guevara con Frondizi.  

 

Escrito por  Lois Pérez Leira

 

      Arturo Frondizi y Ernesto Guevara

 

La entrevista del presidente argentino Arturo Frondizi con Ernesto Guevara, fue uno de los detonantes del golpe de Estado del 29 de marzo de 1962.

Ernesto Guevara y su comitiva oficial llegan al Uruguay el 5 de agosto de 1961  para participar del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de la Organización de Estados Americanos, celebrado en Punta del Este.

          Su llegada a este país tiene una gran repercusión internacional y es la figura del evento. La prensa acreditada y los delegados presentes intentaban saludar o hablar con el ya mítico guerrillero argentino. Para los planes estadounidenses este encuentro de países latinoamericanos era muy importante, ya que intentaban promocionar su famosa Alianza para el Progreso. La presencia del Che y la influencia en otros países de la revolución cubana, podían afectar este proyecto norteamericano. En aquel histórico evento, Ernesto Guevara  habló de la lucha anticolonialista de Cuba, de su revolución y señaló:

“Es una revolución que ha reafirmado la soberanía nacional y, por primera vez, ha planteado para sí y para todos los pueblos de América, y para todos los pueblos del mundo, la reivindicación de los territorios injustamente ocupados por otras potencias. Es una revolución que tiene una política exterior independiente, que viene aquí a esta reunión de Estados Americanos, como uno más entre los latinoamericanos; que va a la reunión de los países no alineados como uno de sus miembros importantes y que se sienta en las deliberaciones con los países socialistas, y que éstos le consideran un país hermano. Es, pues, una revolución con características humanistas. Es solidaria con todos los pueblos oprimidos del mundo; solidaria, señor Presidente, porque también decía Martí: «Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.» Y cada vez que una potencia imperial avasalla a un territorio, les está dando una bofetada a todos los habitantes de ese territorio. Por eso nosotros luchamos por la independencia de los países, luchamos por la reivindicación de los territorios ocupados. Apoyamos a Panamá, que tiene un pedazo de su territorio ocupado por los Estados Unidos. Llamamos Islas Malvinas, y no Falkland, a las del sur de Argentina, y llamamos Isla del Cisne a la que Estados Unidos arrebató a Honduras y desde donde nos está agrediendo por medios telegráficos y radiales. Luchamos constantemente aquí, en América, por la independencia de las Guayanas y de las Antillas Británicas, donde aceptamos el hecho de Belice independiente, porque Guatemala ya ha renunciado a su soberanía sobre ese pedazo de su territorio; y luchamos también en el África, en el Asia, en cualquier lugar del mundo donde el poderoso oprime al débil para que el débil alcance su independencia, su autodeterminación y su derecho a dirigirse como estado soberano.”

          Los países más importantes de la región, Brasil y Argentina, estaban soportando presiones constantes de los militares, los cuales  intentaban navegar en medio de la “Guerra Fría”. Con el fin de demostrar al mundo la autonomía  política del gobierno del Brasil, el presidente Janio Cuadros, cursa una invitación oficial a Ernesto Guevara.

          Mientras tanto, Jorge Carretoni, integrante de la delegación argentina y destacado militante del partido gobernante la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), enterado de la invitación brasilera, comienza a mover sus hilos diplomáticos para hacer lo mismo, a pesar de que la situación de Frondizi era sumamente precaria.

          Ricardo Rojo uno de los amigos de los últimos años del Che, se traslada también a Punta del Este, para estar cerca de Guevara.  En su libro  “Mi amigo el Che”, Rojo nos cuenta lo sucedido en aquel encuentro: “Al poco de llegar, fui interceptado en un pasillo por un antiguo conocido que todavía pertenecía al Partido Radical Intransigente del presidente Frondizi, y que después de desempeñarse como diputado colaboraba con el gobierno en negociaciones especiales. Me pidió que le presentara a Guevara, rogándome que lo planteara en privado con él. Cuando trasmití a Guevara este pedido, quiso que  le anticipara el interés real que podía encontrar en una entrevista como esa. Eran muchos los argentinos que se tropezaban en las antesalas para estrecharle la mano al Che. Le expliqué al solicitante que debería suministrar mayor información si quería ser atendido, y entonces me contestó:

–Realizo una misión confidencial por cuenta de Frondizi.

          La entrevista tuvo lugar al día siguiente, en la habitación de Guevara, con la asistencia del gestor del presidente Frondizi, Jorge Carretoni, y yo. Fue durante largo rato una cordial conversación de amigos, con el mate en la mano, y una pava con agua caliente…”. Carretoni quedó muy impresionado con Guevara. El dirigente de la UCRI, que era parte de una corriente  progresista dentro del partido, consideraba que la visita de Guevara podría darle una perspectiva más de izquierda a su gobierno, inclinado ostensiblemente hacia la derecha.

          El propio Jorge Carretoni nos cuenta: “La idea de traer a Guevara nace de un intento por recuperar ciertos valores doctrinarios nuestros, queríamos colocar al gobierno en una actitud menos derechizante de la que lo habían colocado. Lo pensamos en su momento para meter una cuña entre Frondizi y Frigerio. Yo negocié las condiciones en las que vendría Guevara: burlar a los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, como sucedió, que ni Cuba ni el bloque soviético debían tener noticias del hecho, agenda abierta y garantías para entrar y salir de la Argentina.”

          Informado Frondizi -por parte de Carretoni-  de que Guevara había aceptado la invitación, comienza a  dar las oportunas órdenes.  La entrevista se debía realizar  de forma discreta, secreta y con el máximo de garantías, ya que el ambiente militar estaba muy caldeado.

17 de agosto.

          Aquel día el Presidente se comunicó con su grupo de seguridad personal, a eso de las once y media de la noche. La pregunta era si estaban en condiciones técnicas de darle seguridad física al Ministro de Industrias de Cuba. Frondizi le dijo a su guardia de seguridad personal:

–Él va a llegar a la Argentina en un aerotaxi a Don Torcuato, alrededor de las 8 o 9 de la mañana, preparen todo. A partir de ahora las órdenes las voy a dar por teléfono.

–A sus órdenes Señor Presidente – le responde su jefe de seguridad.

          La orden oficial fue que  se garantizara la seguridad del Ministro Ernesto Guevara por 24 horas, aunque los planes de ambos políticos era que la presencia  del argentino cubano sólo  duraría algunas horas. Su permanencia por más de 24 horas en el país, requeriría dar parte a la Policía Federal.

          Las dos personas encargadas de escoltar a Guevara serían los Tenientes de Fragata de la custodia presidencial Emilio Filipich y Fernando García Parra.

18 de agosto de 1961

          Ernesto Guevara, acompañado por el diplomático cubano Ajax Castro y el diputado Jorge Carrettoni  parten en el Aerotaxi Bonanza del aeropuerto Ángel S. Adami del barrio de Melilla en las afueras de Montevideo.

          El Teniente de Fragata Fernando García, uno de los encargados de su seguridad, refiere cómo fueron los preparativos para recibir a Guevara en las afueras de Buenos Aires: “nos fuimos a Don Torcuato, donde llegamos de noche. Hablamos con el jefe del aeropuerto que, por supuesto, quería saber a quién íbamos a buscar. Bueno, la respuesta fue “ahora, no le podemos decir… no le vamos a decir ahora a quién venimos a buscar, pero cuando llegue el avión usted se va a dar cuenta, primero, porque no estamos respondiendo y luego, comprenderá en ese instante.

          Nos  sentamos a tomar un café, pasó el tiempo y el avión se demoraba. Se hizo de día, y a eso de las nueve y media, diez menos cuarto… el avión no había llegado y dice “bueno, ¿ahora que hacemos?”. Llámalo al Doctor Frondizi -porque no había otro interlocutor en el medio-. Bueno, lo llama por teléfono y le dice:

–Doctor, no ha llegado el avión todavía. ¿Debemos seguir esperando?

El Dr. Frondizi responde:

–El avión va a venir; yo les aseguro que viene. Pero, si antes de las doce -no, antes de la una-, no está en la residencia, a la una y cuarenta cinco lo llevan a Casa de Gobierno.

          A los pocos minutos llegó el avión y  los escoltas se  acercaron  adonde había terminado su carreteo. Tras las presentaciones y saludos son invitados a subir a los autos. “La imagen, cuando baja el ministro Guevara del avión, su vestimenta era ropa de combate - nos relata Fernando García-. Cuando baja le informamos que el Presidente nos había designado para acompañarlo. Yo le dije que yo le iba a dar custodia personal, él venía con Ajax Castro, el ministro de Asuntos Latinoamericanos de Cuba. Como estábamos retrasados yo creo que fuimos como a 120, desde Don Torcuato hasta Olivos. Una menos cinco entramos, con lo cual estábamos en tiempo.”

          Durante el viaje en coche lo acompañaba Fernando García. Pocos fueron los diálogos. Guevara miraba por la ventanilla los lugares que iban recorriendo. Muchos de aquellos paisajes urbanos  le eran conocidos, desde muy niño. Según cuenta el periodista Hugo Ganbini al pasar por San Isidro, el Che quiso saber:

–¿Cómo anda el SIC?

El chofer sólo atinó a decir: — ¿Cómo anda quién, señor?

Guevara se dio cuenta entonces de que el rugby no era el fuerte de los tripulantes del auto y cambió de deporte:

–Quiero decir Rosario Central, ¿cómo anda...?

Guevara llega a Olivos.

 

          El destino de la comitiva era la Quinta presidencial de Olivos, en el Partido de Vicente López. Los coches fueron avanzando por la avenida Libertador hasta llegar a la entrada principal de la Quinta. Los guardias de la entrada estaban atentos a la llegada de una visita importante. Después de recorrer varios metros, los coches se detienen frente a la histórica mansión, donde son saludados militarmente por los soldados que prestan la guardia y por el personal de protocolo. Así como Guevara entra en la residencia presidencial, sale el Presidente Arturo Frondizi a darle la bienvenida.

          Fernando García está junto a Guevara. Relata cómo vivió aquel encuentro: “Se abren las puertas del escritorio, y Frondizi lo invita a pasar a Guevara y, detrás de él, fue Ajax Castro, el Ministro de Asuntos Latinoamericanos. Pero en el momento en que se propone entrar se cierran las puertas, y queda con nosotros, del otro lado el Ministro Guevara. Frondizi prefería que la reunión fuera totalmente a solas”.

          Años después el propio Arturo Frondizi  le cuenta a la periodista Emilia Menotti, su versión de la entrevista con Ernesto Guevara:

“Llevado a mi presencia, tuvimos una charla absolutamente a solas, que duró aproximadamente unos setenta minutos. Cuando abordamos el tema de la posibilidad de elaborar algún tipo de status de convivencia con Estados Unidos, me hizo notar que lo consideraba improbable por la resistencia de los grupos más duros del país del Norte; pero que, de todas maneras, si yo lo consideraba conveniente, explorara la posibilidad, pues él estaba de acuerdo en buscar, en la medida de lo posible, alguna salida al aislamiento. Si el statu quo entre los Estados Unidos se acordaba a través de la gestión de América latina, Cuba permanecería en el sistema interamericano. De lo contrario deberían los Estados Unidos negociarlo con la Unión Soviética, y Cuba integraría entonces el sistema del Pacto de Varsovia, como efectivamente sucedió. Mi interlocutor opinaba no obstante que el camino de América pasaría en algún momento por un enfrentamiento total con Estados Unidos. Creía que en pocos años América latina se transformaría en un gigantesco Vietnam. Nosotros expusimos nuestra tesis sobre la integración y el desarrollo. Guevara aparecía algo desencantado con respecto al curso de la revolución cubana, sobre todo porque descreía ya de las posibilidades de una industrialización acelerada por falta de medios de financiamiento. Cuando salió de la entrevista, en un comentario marginal que hizo en el reducido grupo de los que habían participado del trámite, confesó risueñamente que habían tenido que “encañonar” a los rusos para que les financiaran una acería con capacidad para 700.000 toneladas. Nunca más lo volví a ver. Pocos meses después yo sería derrocado; él encontraría la muerte, años más tarde, en la selva boliviana, empeñado en el estéril intento de “fabricar” una revolución en un medio que desconocía y ante un pueblo sufrido que, como todos los del mundo, aspira a su rendición pero para hacerla por sí mismo, con sus formas propias de participación y movilización.”

          El periodista Hugo Gambini en su biografia "El Che Guevara” recuerda también la versión que Frondizi dio de aquella entrevista. "(...) Guevara me escuchó y accedió a examinar el problema sobre la base, que yo le propuse, de que Cuba no insistiera en querer exportar su revolución a otras naciones del hemisferio. Sin embargo me dio su opinión sobre América Latina afirmando que, aún sin influencia o injerencia cubana, la revolución era inevitable pues estaban cerrados los caminos de la evolución pacífica".

Al terminar la entrevista Frondizi se acerca a García y le indica:

–Teniente, usted me va a garantizar la salida de este señor del país. Va a contar con cinco minutos para ver a una tía, él le va a indicar dónde queda. ¿Comprendido?  Lo llama al brigadier Rojas Silveira, y le dice que deje salir el avión. Que después va a ir todo el permiso judicial, de parte de él.

          Ernesto Guevara ya había estado reunido con su familia y amigos en Punta del Este y solo le faltaba saludar a su tía María Luisa Guevara Lynch, que estaba muy enferma y vivía en San Isidro.

          A los pocos minutos de que Frondizi se retirara para trasladarse a la Casa Rosada, el Che se queda dialogando con los presentes. Fue en ese momento que se presentó la esposa del Dr. Frondizi, la señora Elena Faggionato y su hija, para saludar al visitante.

La mujer del presidente de forma amable y campechana le dice a Guevara:

  –Comandante, ¿usted comió?

Guevara no pudo ocultar su apetito:

–La verdad, señora, que apenas tomé unos mates a las seis de la mañana, antes de salir para acá.

El Che miró al resto de la comitiva intentando aseverar su respuesta. Mientras tanto Elena Faggionato continúa con su invitación:

–¿Y no quiere que le haga preparar un churrasco bien jugoso? Es que los quería invitar a comer algo, por la hora que es. Supongo que tendrán hambre.

Ella le pregunta si tendrían algunos problemas en retrasarse unos minutos. Guevara le contesta, después de pensar unos segundos:

–En realidad ya no sé, me parece que a todos lados donde vamos, trae algún problema.

Mientras Elena le responde:

–¡No! ¡esto no! Comer no trae problemas. Les voy enviar a  preparar  un almuerzo informal. Un bife, una ensalada y una fruta… por la hora.

El Che con cara de satisfacción y agradecimiento le dice. 

–Bueno, ¿quién le dice que no a un pedazo de carne argentina?

El propio García refiere: “Así que, nos quedamos a almorzar. Después de hablar durante un rato nos invitaron a pasar al comedor. Durante la comida Guevara nos habló sobre el desarrollo de China.”

García aprovechó para contarle su visita a Cuba en su viaje de instrucción como cadete, su visita a Tropicana y le  preguntó por las carreras de galgos, que se corrían en Cuba. La comida fue muy amena, con anécdotas que suscitaron las risas de los comensales. Guevara comía con placer  elogiando el bife de chorizo. A los pocos minutos la comitiva salió de Olivos para visitar a su tía María Luisa Guevara Lynch. En el coche, ya distendido y de forma amena, les comentaba a los acompañantes:

–Como ha progresado esto. Acá es donde tomaba el colectivo para ir al SIC. 

          Las siglas mencionadas eran de su equipo de rugby San Isidro Club. Luego hizo referencia a que este deporte le servía como terapia para su asma.

En medio de la conversación preguntó si le daría tiempo para llegar a la casa de su tía María Luisa, contestándole García:

–Por supuesto, pero me tiene que decir dónde queda.

–Acá, a tres cuadras en la calle Gelly y Obes.

Al doblar en la calle señalada expresa con gesto de reconocer el lugar:

–¡Es por acá!

          El Che había vivido en aquel barrio durante algún tiempo en la calle Leandro N. Alem. Fue cuando su familia se trasladó desde la provincia de Misiones a Buenos Aires. Por ese entonces don Ernesto pone en sociedad con Germán Frers un astillero en la localidad de San Fernando. La empresa quedaba muy cerca de San Isidro, donde vivía su hermana María Luisa con su marido Martínez Castro. El propio Don Ernesto Guevara nos cuenta esta etapa:”…Para mayor comodidad alquilé una pequeña casa a mi cuñado Martínez Castro. Los fondos de mi casa daban a los fondos de su casa, a la que se consideraba como una reliquia colonial, donde había un frondoso parque. Nosotros teníamos la ventaja de poder usar como nuestro ese gran jardín arbolado donde diariamente jugaban mis hijos en compañía de otros chicos, y donde bajo un gigantesco pino jugaba todos los días Ernestito, a quien cuidaba Carmen Arias…”

          En los minutos que tardó en llegar el Ministro Guevara a la casa de la tía, por su memoria habrán pasado muchos recuerdos de su infancia: Las tardes bañándose en el rio de la Plata con su madre, el inicio de su asma crónica…

          Al llegar a la casona, Guevara se bajó con los acompañantes. Era una casa antigua, - nos comenta Fernando García- una casa al frente, con rejas. La entrada de la casa estaba detrás de la reja. Tenía un jardín bastante grande, es decir, un parque. En el  mismo había un jardinero. Era un hombre delgado, canoso, medio barba, apoyado en una guadaña. Al ver a Ernesto quedó asombrado. El Che entra y abre la puerta. Mira hacia adentro y dice:

–Sí, sí, es acá.

García le responde:

–¿Por qué no tocamos timbre?

 

Guevara sin dudar dice:

 –No, no, no, es acá, es acá.

 

Y se metió en la casa, sin esperar.

 

          La casa era alargada, de esas antiguas tipo chorizo, con las habitaciones a los costados y el hall cerrado. Al escuchar las voces salió su tío Martínez Castro,  caminando lentamente.  Al verlo exclamó:

 –Uy Ernestito…! –Y se abrazaron con emoción.

 

          Juntos caminaron, hasta llegar a la habitación de la tía. Cuentan los testigos presenciales que entró, la saludó, se besaron y recordaron viejas épocas y situaciones familiares. Ernesto le preguntó por su salud. Inclusive le hizo alguna broma diciéndole que el único problema que tenía eran los años.

Con voz casi quebrada Guevara se despide de su tía:

–Bueno tía, me alegro de haberla visto. Ha sido lo mejor de mi visita.

Se abrazaron largamente, se besaron y salió de la habitación.

Al salir,  su tío Martín Martínez Castro, quien fuera el presidente del San Isidro Club,  SIC famoso equipo de rugby de San Isidro le recuerda:

 

–Ernestito, ¿te acordás de esta habitación? Acá es donde vos dormías con tu hermano. Jugaban….

En el camino hacia la puerta, Guevara se despide muy emocionado:

–Bueno tío yo creo que esta es la última vez que nos vamos a ver. No creo que tenga posibilidad de volver a la Argentina, pero la he pasado muy bien… fue una gran alegría haberte visto.

          Los dos se abrazaron. Los presentes recuerdan que cayeron algunas lágrimas.Para romper la emoción, el Che, haciendo esfuerzos con su voz quebrada, dio órdenes de partir. La comitiva se subió a los dos autos y tomaron rumbo para Don Torcuato. En el camino, después de algunos minutos de silencio, Guevara comentó que su tía no estaba tan mal como había pensado, que tenía los achaques lógicos de su edad.

          Al llegar al aeropuerto el piloto esperaba a la comitiva. Tanto García como Emilio Filipich lo acompañaron hasta el pie del avión. Guevara tuvo palabras de agradecimientos para sus dos custodios. Pocos minutos después atravesaban el Rio de la Plata. Sería la última vez que pisaría territorio argentino. En Uruguay lo estaba esperaba el avión cubano que lo trasladaría a Brasil para entrevistarse con el presidente Janio Cuadros.

          El presidente Arturo Frondizi fue desplazado del gobierno por un golpe de Estado poco tiempo después, el 29 de marzo de 1962. 

 

 

Bibliografía Consultada.

Menotti Emilia, Testimonio de Arturo Frondizi. Editorial Planeta, Buenos Aires, 1998.

Barcelona Eduardo, Detengan al Che. Editorial Caras y Caretas. Buenos Aires, 2009.

Anderson, Jon Lee (1997). Che Guevara. Una vida revolucionaria. Barcelona: Anagrama. 

Castañeda, Jorge G. (1997). Compañero: vida y muerte del Che Guevara. Buenos Aires. Espasa. 

Constenla, Julia (2006). Che Guevara. La vida en juego. Buenos Aires: Edhesa. 

Guevara Lynch, Ernesto (1988). Mi hijo el "Che". La Habana: Ed. Arte y Literatura.

Taibo II, Paco Ignacio (1996). Ernesto Guevara, también conocido como el Che. México, Planeta/Joaquín Mortiz.

Rojo Ricardo, Mi amigo el Che. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1996.

Modificado por última vez en Domingo, 27 Abril 2014 19:58

 


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Che Guevara en Sierra Maestra Valle de la Mesa Maria Mercedes Sánchez Dotres Carmencita Ramiro Valdes El Cubano Libre mimeografo Pablo Neruda



EL  VALLE  DE  LA  MESA  por  María Mercedes Sánchez Dotres. (Carmencita).
La Habana, junio de 1997.                     
 A los pocos días salí para el campamento de La Mesa. El Che me mandó a buscar con un hombre bajito, que se nombraba Mendoza; y al que, además, le servía la capa de agua que yo traía. Como en las montañas de la Sierra Maestra llueve casi todo el tiempo: en las tarde, y en las noches, tan pronto como Mendoza descubrió mi capa de agua trató de que yo se la diera. Alegó que aquella capa resultaba excelente para hacer las guardias.
 foto - de rodillas la autora Mercedes Sanchez Dotres.
El que Mendoza me pidiera la capa, me molestó; y como no se la dí, cuando el Che preguntó qué cuánto yo había tardado en llegar del campamento de la 34 a El Hombrito, Mendoza le dijo que doce horas.
Me quedé consternada, de que Mendoza fuera capaz de multiplicar las horas de camino por dos, pero no fue sólo eso, sino que también, de inmediato, sentí que de todas mis pertenencias, era esa capa de agua, con la que yo subía a la Sierra, la que empezaba a ser deseada, como en secreto, por todos los hombres de pequeña y mediana estatura que estaban en la guerrilla. Observaban mi capa de manera codiciosa, y comprendí que aquel era un asunto perdido.
Che, como si no se diera cuenta, resolvió este asunto con una sola frase:
-Es que vos no haces guardia.
Desde entonces la capa pasó a ser utilizada por los hombres que tenían que permanecer de guardia, casi siempre bajo la lluvia.
En aquel primer día, con Mendoza, sólo llegué al campamento de El Hombrito. Fueron  realmente  unas  seis  horas  lo  que demoré  en  llegar,  por  esos  trillos  y  atajos y desrriscos de la montaña. Faltaba todavía un buen tramo para que pudiera llegar a La Pata de La Mesa, donde estaba la Comandancia del Che.
En El Hombrito se encontraba por entonces el campamento del capitán Camilo Cienfuegos. El campamento estaba en la cima de la loma. El Hombrito fue el sitio del primer campamento del Che en esta zona, pero ahora El Hombrito venía a ser como un puesto de avanzada de la Columna No. 4, ocupado por el pelotón de Camilo Cienfuegos.
Esa noche dormí en el campamento de Camilo. En El Hombrito había una sola casa, donde todo el pelotón colgaba sus hamacas, a excepción de los guerrilleros que estaban de guardia.
foto - en el extremo izquierdo la autora Mercedes Sanchez Dotres
La cocina del campamento se encontraba al aire libre, no lejos de la casa; aunque lo que por esos días se comía en el pelotón de Camilo eran alimentos en latas que llegaban a la Sierra desde el llano, a través de las redes clandestinas de abastecimientos.
Che era muy previsor, y en el campamento de La Mesa había organizado un grupo de instalaciones que eran de suma utilidad para la guerrilla. En general, su Columna, en diciembre de 1957, estaba organizada de la siguiente manera:   En las estribaciones de la Sierra, en la zona de San Pablo del Yao, la escuadra del teniente Alcibeades Bermúdez, con una tropita siempre en movimiento. En Pico Verde, entre El Hombrito y La Mesa, el grupo guerrillero de Ramonín. En El Hombrito el pelotón de Camilo Cienfuegos. Este era el pelotón de la vanguardia; y ya dentro del valle, dislocados, en distintos grupos, el resto de la tropa.
Allí, en el valle, se encontraba también la Comandancia, integrada por una decena de guerrilleros, donde estaba el Che. Estaba además el hospital, protegido por una escuadra rebelde, al mando de Idelfonso Figueredo ("el chino" Figueredo); y la zapatería, donde se hacían los zapatos y las botas para los combatientes, y algunos otros objetos de cuero, útiles para la guerra. Esta escuadra de zapateros, cuando se daba el caso, también solía pelear.



Estaba además la casa de Polo Torres, el dueño de la finca La Mesa. La función de Polo Torres era atender los sembrados y el cuidado de los animales, con los que se abastecía la tropa. En la casa de Polo y Juanita también se atendía a Fidel, cada vez que el Jefe de la Revolución, por algún imperativo de la guerra, tenía que llegar o pasar por aquel lugar. Allí también se atendían a otros muchos compañeros cuando visitaban el campamento del Che.
Lo cierto es que cuando el Che descubrió aquel valle de La Mesa, hacia ya mucho tiempo que allí se encontraba el campesino Polo Torres.

foto de la autora en su juventud
Polo tenía su finca totalmente cultivada; tanto que, era capaz de sostener y alimentar a toda una guerrilla. Se dice, y es cierto, que cuando el Che se encontró por primera vez con el capitán descalzo, que así le decían a Polo en la guerrilla, ya este campesino hacía varios años que había ocupado aquel lugar. Se dice también que, en aquella primera conversación, Polo le dijo al Che que hacía diez años que lo estaba esperando, y que por eso tenía todas esas caballerías sembradas, en su espera, para alimentar a su tropa.
La finca de Polo se encontraba sembrada con plátanos, malangas, yucas, boniatos y café, y poseía colmenas, y un poco de caña, y muchos animales de carne y leche, ovejos y aves de corral. En diez años, Polo nunca sacó del valle de La Mesa un quintal de viandas, para venderlo en los pueblos o ciudades cercanas.
La otra instalación, la armería, nadie sabía realmente en que sitio del valle se encontraba, excepto el Che. La armería contaba con dos guerrilleros armeros, y la esposa de uno de ellos.
La casa de Tranquilino, donde vivía Luis Orlando Rodriguez, quien era director de uno de los periódicos más importantes de Cuba. Luis Orlando hacía algún tiempo que se encontraba alzado. Estaba además el pelotón de la retaguardia, que nunca se sabía ciertamente dónde se encontraba situado, por lo menos yo nunca lo supe. Pienso que se trataba de una fuerza móvil, y tengo la impresión de que lo dirigía Ramiro Valdes, quien era el segundo jefe de la Columna.

Ramiro Valdés era un asaltante del Cuartel Moncada que había venido en el yate Granma con Fidel. Fue uno de los hombres que sobrevivieron a la derrota de Alegría de Pío, y uno de los doce que se agrupó de nuevo con el Jefe de la Revolución Cubana.
Ramiro era delgado, muy ágil. Hombre tenido por todos como un combatiente en extremo valeroso. Era poseedor de un gran valor personal y al mismo tiempo solía dar la apariencia de ser muy apacible. Ramiro, inteligente, muy estudioso. Por esos días, en la Sierra, aprendía por su cuenta el francés, con la ayuda de un diccionario; y siempre andaba y tenía muy buena presencia. 


foto -  Mercedes Sanchez Dotres
        la autora de la crónica
Recuerdo que años después, cuando vi la fotografía de Felix Edmundovich Derchinski, enseguia me vino a la memoria la estampa de Ramiro.
En la tropa se decía (se rumoraba) que aquel pelotón de la retaguardia, con Ramiro, en ocasiones se movía hacia donde se encontraba la Comandancia General del Ejército Rebelde, la Columna No. 1, bajo las órdenes directas de Fidel.
El valle de La Mesa (donde se encontraba el campamento del Che) era y es uno de los sitios más hermosos del mundo. Aquel valle intramontano, de difícil acceso, atravesado por el río La Mesa. Río de aguas limpias y claras, del que se puede beber sin miedo a sufrir ninguna enfermedad. Este valle está dominado por un microclima muy especial, dada su misma altura, y las características de su posición geográfica, en lo más intrincado de la cadena de montañas de la Sierra Maestra. En el valle, en general, de día había una temperatura entre los 14 y 17 grados; y por las noches, el clima se comporta entre los 8 y los 12 grados.
La Mesa estaba siempre llena de verdores; y cuando el sol se hace notar, aparece alto y brillante, como una luz que alumbra, pero no calienta. De tan intrincado que es este lugar, hasta hoy se mantiene como uno de los pocos territorios de Cuba que no posee ni caminos de accesos para los equipos motorizados, a pesar de la técnica moderna. Ni siquiera los helicópteros pueden aterrizar en La Mesa. La vegetación dominante en el valle lo impide. No podrían hacerlo ni en las márgenes del río, ya que las márgenes de este río están llenas de grandes piedras, independientes unas de otras; y cuando uno desea o necesita cruzar el río, hay que subir y bajar por estas piedras, hasta de tres o cuatro metros de alto.
El valle escogido por el Che era (y es) un lugar verdaderamente inaccesible, al que sólo se puede llegar a pie, o en mulos, o sobre caballos que sean muy diestros, pues para entrar en aquel paraje hay que deslizarse por las laderas de las montañas, o internándose por el centro del río. En este valle de La Mesa, el campamento del Che nunca pudo ser ni tomado ni atacado por fuerzas enemigas. Este pequeño y hermoso valle intramontano, nunca pudo ser asediado por las tropas de la tiranía, además de que, cuando Che decide instalarse allí, la guerrilla ya podía defenderse y hacer de aquel campamento un sitio inexpugnable.
Este fue el valle escogido por el Che para establecer su Comandancia. Antes, cuando su campamento se encontraba en El Hombrito, Che llegó a construir allí hasta una panadería. Ordenó incluso colocar una enorme asta y alzó una gigantesca bandera del Movimiento 26 de Julio, para que desde todos los sitios cercanos de la Sierra, incluso desde las zonas del llano, el ejército supiera el lugar de su permanencia, y se sintiera incitado, retado, para venir a atacarlo, a combatirlo.
Es decir que, después, cuando el Che selecciona el valle de La Mesa para establecer su campamento, no lo hace con el objetivo de que el enemigo desconociera en qué lugar de aquel territorio se encontraban sus tropas, sino para incitarlo a que saliera en su busca, y sufriera, antes de chocar con las tropas rebeldes, todos los rigores que imponían aquellas agrestes y peligrosas montañas.
En el análisis histórico, no hay que despreciar las operaciones de guerra que realizó por entonces el ejército de la dictadura, con el apoyo logístico de Estados Unidos. En muchas ocasiones fueron a la búsqueda del Che; aunque su principal arma, la más peligrosa, la más insistente, la más destructiva y temible, fueron los constantes bombardeos y ametrallamientos de la aviación. Las ondas expansivas de las bombas que los combatientes rebeldes tuvimos que soportar, en nuestras zonas de operaciones, además del peligro de muerte, afectó la salud de muchos de nosotros.
Los abastecimientos que llegaban al valle de La Mesa eran traídos desde los alrededores de Bayamo, por tropas especiales dirigidas por sabios y expertos guerrilleros, que no eran más que campesinos de la zona, hábiles y diestros en burlar cuarteles, cercos y puntos de control del enemigo. Hombres que estaban acompañados de un inmenso valor personal.
La logística de la tropa del Che tenía como función garantizar comida, sal, azúcar, tabacos y cigarros, pilas para radios, papel para el periódico, instrumentos de carpintería, zapatería, labranza; ropa y botas para la tropa, frazadas y abrigos (estas redes de abastecimientos estaban dirigidas por un hombre al que todos conocían como "El Rey del Condumio", y cuyo nombre es realmente Aristides Guerra); pero el más importante de todos los abastecimientos, era lo que suministraban las redes de información. En cada momento, saber dónde y cómo se encontraban las tropas de la tiranía. El nombre y las características de sus principales jefes, y el estado moral de esas tropas. Saber si el enemigo se dedicaba a beber y a jugar gallos; y qué familias de los pobladitos que rodeaban nuestros territorios hacían amistad con la tropa batistiana.
Estas familias que hacían amistad con el ejército estaban divididas en dos bandos. Los que deseaban la amistad de la tropa enemiga, y las que iban en busca de información sobre las tropas batistianas.
Desde luego, el Che fue siempre un jefe valiente, inteligente, organizado. En todo momento trató de enfrentarse en el plano militar con el ejército de la dictadura. Para ello elaboró toda una estrategía. Su libro ­La guerra de guerrillas­ refleja esa estrategia. Esta experiencia y estos conocimientos fueron obtenidos por el Che en los largos meses que permaneció al lado de Fidel.
Luego el Che organizó la tropa que Fidel le asignó, siguiendo el patrón de la Columna No. 1; y, como era lógico, introdujo algunas modificaciones, de acuerdo al territorio en el que tenía que operar, y al enemigo que debía enfrentarse. Las armas, como todos sabemos, siguiendo las enseñanzas de Fidel, había que arrebatárselas al enemigo en combate. Aunque de vez en vez llegaba alguna ayuda del movimiento clandestino 26 de Julio.
La fuerza combativa de la tropa del Che, estaba dada por la misma capacidad de enfrentamiento al enemigo. Hay que señalar que todos los hombres que acompañaban al Che, absolutamente todos, eran seres en extremo aguerridos.
En los largos meses de lucha, el mismo entendimiento le hizo comprender al Che, que no se trataba de una lucha solamente en el plano militar; sino que se trataba de una lucha ideológica. Es por ello que, orientado por Fidel, desarrolla un gran esfuerzo para la obtención de una planta eléctrica, con la idea de instalar una Estación de radio. También hizo traer un mimeógrafo, donde se tiraba el periódico. Esfuerzos enormes para contar con medios de comunicación con el pueblo cubano, para que, a través de todos estos medios, se pudiera conocer no sólo la presencia de Fidel en la Sierra, sino su programa revolucionario.
Para entender esta época, es imprecindible remitirse al libro ­La historia me absolvera­, libro que escribió Fidel, y que contiene un importante y rico programa social que la Revolución triunfante ha cumplido ampliamente.
Pasado un tiempo, Che me dio también la tarea de ir para la casa donde se imprimía el periódico "El Cubano Libre". El Che solía visitar a menudo esta casa, de día o de noche. Allí se editaba el periódico, y esta casa comenzó a llamarse la casa de "El Cubano Libre". La casa del periódico estaba atendida por dos estudiantes universitarios, y dos mujeres, una de las cuales era yo, la maestra.
Se trataba de una casa de madera y techo de zinc (la mejor vivienda que existía en todo el valle de La Mesa), que tenía un portal, y una habitación grande, una especie de sala grande, con el piso de madera; toda ella de madera; y montada sobre tocones, a la orilla del río, casi a la salida del campamento.
La cocina se encontraba detrás de la casa. Estaba en un rancho con piso de tierra, que poseía un fogón grande. Era un rancho sin paredes. Lo que se dice un techo de guano sostenido por cuatro horcones; pero con una buena cobija, y detrás del rancho que hacía de cocina había un arroyo, que nos abastecía de agua.
La casa había sido abandonada antes de ser ocupada por nosotros. Estaba en las cercanías de la finca de Polo Torres, y seguramente su dueño decidió alejarse de aquel lugar cuando toda aquella zona se convirtió en campamento guerrillero. En esta casa viviamos Geonel Rodríguez y Ricardo Medina, dos jóvenes estudiantes universitarios que hacían algunos meses se encontraban alzados. Geonel era de ideas muy avanzadas. Había leído mucho y pertenecía a la Juventud Socialista; y estaba también Miriam, una muchacha que llegó a la Sierra para quedarse y formar parte del grupo que por entonces confeccionaba y tiraba el periódico "El Cubano Libre".
El Che, que siempre ponía sumo cuidado en todo, mantenía una especial atención y dedicación hacia "El Cubano Libre". Costaba mucho esfuerzo y era muy riegoso subir a la Sierra todo lo que la guerrilla necesitaba; y esto era válido también para los recursos con los que se debía tirar este periódico. A lomo de mulo hubo que subir a la Sierra un mimeógrafo y una máquina de escribir, y sobre todo la constante demanda de papel. El Che apreciaba tanto el papel con el que se confeccionaba "El Cubano Libre", y el sacrificio que costaba subir este papel hasta la zona montañosa de La Mesa que, un día, cuando fue hacia el sitio que utilizábamos como baño, cruzando el río, entre unos matorrales; y se dio cuenta que alguien había utilizado los papeles del periódico para necesidades propias, montó en cólera.
Ese día se puso muy molesto, y pensó que éramos nosotras, las mujeres, las que habíamos utilizado aquel papel, y trató de averiguar, de que le dijeramos quién era el que había utilizado aquel papel. Lo cierto es que nunca se supo quién fue el culpable. Luego el Che trató aquel asunto con mucha delicadeza, y nos hizo saber lo complicado que resultaba para la clandestinidad garantizar los envíos de papel desde el llano, y el esfuerzo tan enorme que tenía que hacer la red de suministros de la Columna para llevarlo hasta La Mesa. Que yo sepa nunca nadie más utilizó de aquel papel para ir al baño.
Lo normal era que el Che llegara a la casa de "El Cubano Libre" dos veces por semana. Llegaba al mediodía, y no se iba hasta el otro día después del almuerzo. Durante la semana Che enviaba los trabajos para publicar, me imagino que revisados y en muchas ocasiones redactados por el propio Fidel.
Era lógico, por que Che era el segundo comandante de la Sierra, y todo lo consultaba con Fidel. Él venía, y le agradaba ver como Gionel picaba y preparaba los stensils para la impresión. El Che era una persona muy meticulosa para cualquier trabajo. Era algo que siempre demostraba a cada momento. Revisaba cada stensil. Lo medía. Lo calculaba. Lo revisaba, y después se quedaba en la casa del periódico hasta el otro día por la mañana, por que como en aquella casa no había luz de noche, era por la mañana cuando se comenzaba a imprimir el periódico; y hasta que no estaba listo y tirado el primer número, y Él lo leía, no se marchaba.
El Che era quien tenía la responsabilidad del contenido del periódico, por lo menos eso me parecía a mí. Gionel y Ricardo lo hacían; y Miriam y yo lo doblábamos, lo acomodábamos, lo presillábamos, lo contábamos y lo apilábamos, cosa que hacía fundamentalmente Miriam.
Miriam era una muchacha oriental, de la zona de Victoria de Las Tunas, que llegó a la Sierra con la difunta Oniria Gutiérrez, fundadora también de la Columna No. 1 y del III Frente Oriental "Mario Muñoz Monroy". Ellas vinieron hasta la Sierra Maestra (según me dijeron) acompañando al doctor Armando Hart y a Felipe Pazos; pero cuando ellos iban a salir de nuevo hacia el llano, Oniria se las arregló para quedarse ingresada en la tropa rebelde. Hay que decir que en aquel momento habíamos cuatro mujeres incorporadas a la guerrilla del Che, sino contamos a Juanita. Creo que yo hice la sexta mujer que ingresó en la tropa rebelde, en la Sierra Maestra.
Luego conocí a "Teté" Puebla (que ya estaba alzada hacía varios meses) cuando la tropa de Fidel llegó de visita al campamento de La Mesa. "Teté" era una muchacha muy linda, con una forma de hablar muy peculiar, que me recordaba a mis tías, allá en la finca "Dos Ríos". "Teté" poseía un pelo muy negro, muy brillante, y era muy pulcra, y andaba siempre con un revólver a la cintura. Le pregunté que edad tenía, y me dijo que 17 años, y que era de Media Luna, allá en la comarca de Manzanillo; y calculé que era la segunda o tercera mujer que había ingresado permanentemente en la tropa rebelde. Ella ha sido, entre nosotras, la única mujer que ha alcanzado los grados de general; y por su valor, en medio de la Gran Ofensiva, a nombre del Ejército Rebelde, fue ella la designada para parlamentar una tregua o la rendición de una tropa del ejército de Batista que se encontraba cercada. Esto, sin dudas, desmoralizó al enemigo.
Che solía hablar mucho con Gionel y Ricardo, mientras Miriam y yo escuchábamos. Hablaban de la guerra, de historia, de política, de economía, de temas culturales...; y como era tan exigente, también solía pedirle cuenta a los muchachos por el buen estado del mimeógrafo, de la máquina de escribir, y del buen cuidado que debían observar con los libros que Él tenía depositados en la casa, sobre todo aquellos dos apreciados tomos de ­El capital­, de Carlos Marx.
En una ocasión, como Gionel ni Ricardo nunca me habían explicado nada sobre Carlos Marx, le dije:
-Che ¿quién es ese tal Carlos Marx?
Le brillaron los ojos, y sonrió, muy pícaro, y dijo:
-Se trata de un amigo mío.
Sentí que en sus palabras había algo de broma, quizá con un tono cargadito de burla, y me ofendí. Decidí no abrir nunca aquellos grandes tomos empastados en carátulas oscuras, y no enterarme de lo que pudiera decir aquel amigo del Che.
Pero eso no se iba a quedar así: en una de esas ocasiones en que el Che vino hasta la casa del periódico, un poco para molestarlo, agarré aquellos dos gruesos libros del amigo del Che, los coloqué uno encima del otro, y me senté encima de ellos.
Se puso muy bravo, nunca lo había visto tan bravo, ni cuando los papeles del periódico.
En la casita del periódico, el Che solía hablar con cada uno de nosotros. En lo relativo a mi persona, se interesaba por saber cuál de los alumnos que me había asignado hacía más resistencia para aprender a leer y a escribir; y que si los muchachos me molestaban mucho pidiéndome que les hiciera cartas para algún familiar o para algún amigo.
De mi parte, me quejaba mucho con la actitud de Rodolfo Vázquez, quien no hacía ningún esfuerzo por aprender a leer ni a escribir; y también de Juanita, la mujer de Polo Torres, que no dejaba que Polo aprendiera. De Joel, le dije que era un muchacho que sabía mucha historia de Cuba. Era Emiliano Reyes (quien después murió peleando) el que le enseñaba a Joel las matemáticas; y que yo a Joel, le repasaba la lectura, y que Joel leía muy despacito pero muy bien. Que Cristino Naranjo era un buen alumno, y que los niños campesinos se ponían muy contentos cada vez que venían hasta el campamento para dar clases. Que en cuanto a las cartas que los combatientes me pedían que les hiciera, todas eran cartas de amor, dirigidas a sus novias, en los pueblos cercanos; y que estos muchachos también solían enviar recados verbales a la tropa de Fidel. Esto lo hacían con El Rápido.
Los Rápidos eran hombres que se les llamaban así, por que eran capaces de correr, sin detenerse un instante, desde La Plata al valle de La Mesa, en unas pocas horas. Este era el sistema de comunicaciones establecidos entre las tropas de Fidel y el Che. Casi nadie conocía el nombre de estos guerrilleros, por lo que todos los llamaban genericamente El Rápido.
Por lo general, Los Rápidos eran hombres analfabetos. Llevaban los recados verbales, y solamente por escrito las comunicaciones entre Fidel y el Che. Al parecer, la orden era de que, en caso de peligro de caer en manos del enemigo, se comieran el mensaje cuyo contenido ellos desconocían, por no saber leer.
Cada vez que el Che venía hasta la casa del periódico, nunca traía su hamaca. Llegaba con su pistola y su carabina, y su viejo uniforme; venía siempre solo, con su aparatico del asma y su bombilla de mate, y los versos de Neruda, con los cuales solía cerrar siempre la tertulia de la noche.
Miriam y yo le prestábamos nuestra cama. Esa noche, ella y yo dormíamos en nuestras hamacas. Recuerdo que Miriam siempre quería recitar ­los zapaticos de rosa­. Miriam era una muchacha muy sensible, muy espiritual, y cantaba muy bonito, En realidad, en aquella casa, iluminados por la luz de un candil, los que nos reuníamos éramos simplemente tres jóvenes y dos muchachas (esa es la sensación que tengo ahora); y asistir a esas tertulias, con el Che tomando mate, y nosotros café serrano, resultaba encantador, por el hecho de poder pasar un rato hablando de literatura entre aquellas montañas.
Frente a la casita del periódico se hacían las prácticas de tiro de todo el campamento. Estas prácticas las dirigía el “Chino” Figueredo. En las tertulias también se hablaba de las prácticas de tiro y sobre otras cuestiones que tenían una relación con las armas que poseía el ejército de Batista.
Cada vez que el Che estaba por llegar a la casita del periódico, Geonel ya lo sabía de antemano. Sabía el día y la hora en que iba a llegar, pues en estas ocasiones siempre le decía a Miriam que se pusiera a cocinar. Era ella la que cocinaba; y cuando el Che estaba por llegar, se esmeraba más todavía, para que la comida quedara mejor.
Ahora lamento no haber estado siempre, cada vez que el Che llegaba a la casita del periódico; pero es que yo, con frecuencia, tenía que quedarme en el hospital. No sólo para darle clase de lectura a los combatientes, sino para ayudar al doctor Sergio del Valle. En el hospital, con los heridos, también se hacían tertulias, con lecturas de textos y todo; y era el doctor del Valle quien le imprimía a las lecturas una especial significación. Poseía un bello tono de voz, y cada vez que se ponía a leerle algo a los heridos, su buena dicción me recordaba a los afamados lectores de tabaquería. Sergio también leía los poemas muy bien. Lo hacía casi tan bien como "El Tigre", mi padre, quien había militado con Guiteras, en la Revolución del 30, y con el que tantas historias y leyendas yo había aprendido.    

María Mercedes Sánchez Dotres.
      (Carmencita).
La Habana, junio de 1997.