jueves, 10 de diciembre de 2015

Argentina Salta 1963: EGP Jorge Massetti Comandante Segundo Martin Fierro Hermes Peña Museo Che Guevara CABA



De: Red Latina sin fronteras [mailto:redlatinasinfronteras@yahoo.es]
Enviado el: martes, 15 de noviembre de 2005 09:48 p.m.
Asunto: Argentina_Salta 1963: EGP (recopilación)

Argentina_El Ejército Guerrillero del Pueblo: Los primeros guevaristas
Por Lucho Soria
Trabajo extraído de laRevista Los ´70, N°7
“El guevarismo en la Argentina”

 En mayo de 1963, una treintena de jóvenes partió de Buenos Aires rumbo al norte argentino para lanzar allí la guerrilla rural. Los encabezaba Jorge Massetti, el “Comandante Segundo”, fundador de la agencia cubana de noticias Prensa Latina y ex combatiente en Argelia, quien había conocido a Fidel Castro y al Che Guevara en Sierra Maestra, cuando los entrevistó para Radio El Mundo, de Buenos Aires, y quedó convencido de la justicia de la causa revolucionaria del Che.

En el grupo que partió para Salta había ex miembros de la Federación Juvenil Comunista y militantes independientes, todos ellos convencidos de que las condiciones estaban dadas para lanzar la guerrilla rural como parte de una estrategia a largo plazo que la propia plana mayor de la Revolución Cubana había aprobado en una reunión en La Habana en la que estuvieron el Che, el general Manuel Piñero, Alberto Castellano, el capitán José María Martínez Tamayo, y el general Abelardo Colomé Ibarra, actual Ministro del Interior. Ellos y los argentinos Federico Méndez y Jorge Massetti, entre otros, decidieron que había llegado el momento de preparar el terreno para la implantación de la guerrilla en el sur de América Latina, decisión que tres años después llevaría al Che a Bolivia. Según el libro Secretos de generales del periodista cubano Luis Báez, publicado este año y en el que 41 oficiales superiores de las fuerzas armadas cubanas narran sus misiones internacionalistas en países de América y de África, le tocó a Colomé Ibarra, junto a Hermes Peña y Tamayo, preparar las condiciones de la misión en Argentina.

Cuando los guerrilleros estaban en el monte salteño, las urnas habían consagrado a Arturo Illía como Presidente de la Nación.

Según sus principales protagonistas, la incipiente organización y la soledad política que rodeó este primer intento de insurrección armada facilitaron el éxito de la “Operación Santa Rosa” que dirigieron el jefe de la Gendarmería, general Julio Alzogaray, y el mayor Héctor Báez, jefe de la Agrupación Salta de esa fuerza. En uno de los pocos combates librados por el EGP, mataron a Hermes Peña y a otros cuatro guerrilleros, detuvieron a 14 de ellos, entre otros a Héctor Jouvé, Federico Méndez y Henry Lerner, quienes fueron torturados cruelmente antes de someterlos a procesos judiciales que violaron todas las normas legales vigentes.

Once años después en el “Operativo Independencia”, a cargo del general Antonio Bussi, se fusiló en los montes de Tucumán a un hijo del general Julio Alzogaray que se había sumado con un destacamento de Montoneros a la Compañía del Monte Ramón Rosa Jiménez del PRT-ERP.

Jouvé y Méndez fueron condenados a cadena perpetua, el resto de los detenidos cumplieron condenas menores y nunca se pudo dar con los restos de Massetti.

Varios años después, el Terror de Estado implantado en la Argentina en 1976 se ensañaría no solo con quienes combatieron en el monte sino también con sus familiares. En abril de ese año, los militares tomaron la casa de los Lerner en Cosquín, Córdoba, y se llevaron a su padre, Jacobo, quien desde entonces permanece desaparecido. Pocas horas después, Henry también fue detenido hasta que, años después, pudo irse del país con su familia.

La compañera de Héctor Jouvé, Clara Zetner, fue detenida al presentarse a sellar su pasaporte para viajar a Europa junto con su familia. Minutos antes había hecho el trámite Héctor, quien la esperó en vano en un bar cercano. Pasarían más de cuatro años antes de que se reencontraran en Francia.

Semejante ensañamiento con quienes fundaron el EGP parece obedecer menos a su eficacia militar y política que al carácter simbólico de uno de los primeros intentos guerrilleros de la Argentina. Es que, en la memoria de miles de jóvenes que apenas sabían de lo sucedido en Salta, el EGP se ligaba estrechamente a la gesta del Che.

De allí que, dos días después de que Jouvé y Méndez recuperaran su libertad el 25 de mayo de 1973, fueron vitoreados junto a sus compañeros por una multitud en el estadio Atenas de Córdoba, donde el Sindicato de Luz y Fuerza, cuyo secretario general era Agustín Tosco, les había organizado un acto de bienvenida.
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26 de abril del 2004
El Ejército Guerrillero del Pueblo - Salta, 1963-1964
La vanguardia del Che en Argentina
Por Federico Carrizo y Gabriela Sánchez
Universidad Nacional de Salta

"Masetti, no aparece nunca, se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo, en algún lugar desconocido, el comandante segundo empuña un fusil herrumbrado, tenia al morir, treinta y cinco años"
Rodolfo Walsh

Entre los años 1963-1964 opero en la provincia de Salta, en la zona de San Ramón de la Nueva Oran, el ejercito guerrillero del pueblo - EGP-. La guerrilla rural en Salta es una parte de la historia argentina que ha quedado en el olvido tanto en los ámbitos académicos, como así también en las organizaciones políticas de izquierda. Próximo a cumplirse 40 años de la desaparición de Ricardo Masetti, el Comandante Segundo, y en un momento de agudización de la crisis capitalista, pero también de crisis de alternativa; se hace necesario indagar y rescatar del olvido la gesta histórica de los combatientes del combatientes del EGP, como así también su proyecto revolucionario de liberación.

El presente articulo enmarca la experiencia del EGP en un contexto nacional e internacional, y como parte de un proyecto de liberación continental impulsado por el Che a partir del triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Este análisis contrasta con algunos trabajos de investigación o artículos periodísticos que analizaron el tema como un "hecho aislado", "guerrilla improvisada" o desde la teoría del foquismo, que caracteriza a una organización foquista como aquella que sustituye la actividad revolucionaria de las masas por un foco militar de avanzada desligado de las masas y la clase obrera.

Contexto Internacional
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial los norteamericanos establecieron con el sistema interamericano la idea de proteger al continente del comunismo. En nombre de la solidaridad geográfica crean dos instrumento de control, uno militar- diplomático T.I.A.R (1947) y otro político OEA (1948).El triunfo de los rebeldes cubanos en 1959 agudizó las tensiones existentes e introduce a Latinoamérica con mas agresión en el conflicto Este- Oeste. Con la caída de Batista, el acercamiento de Cuba a la Unión Soviética y el carácter socialista que adopto la revolución, los norteamericanos pondrán a funcionar sus instituciones interamericanas para aislar a Cuba y frenar el "peligro comunista". Además con el objetivo de no permitir triunfos revolucionarios el Pentágono reorientará su política poniendo el acento en la seguridad interna, la misión de mantener el orden interno y combatir el comunismo será asumida por los ejércitos del continente quiénes entrenarán en actividades de contraguerrilla y actividades políticas, todo esto en el marco de la idea "contrainsurgencia", es necesario aclarar que "la estrategia de contrainsurgencia contempla medidas militares, paramilitares, económicas, psicológicas y cívicas tomadas para vencer la insurgencia subversiva" (alianza para el progreso). Desde esta perspectiva las fuerzas armadas se integrarán a un sistema militar dirigido por Estados Unidos a fin de perpetuar la dominación del capital extranjero.

En este clima de tensión y violencia, el Che y Masetti, acordaron abrir un frente de lucha armada en el norte de Argentina a fin de extender la revolución continentalmente, la derrota de los mercenarios financiados por la CIA en Playa Girón (1961), aumentará las simpatías de los revolucionarios latinoamericanos para quienes el compromiso con la Revolución Cubana significara luchar por construir el socialismo en sus propios países.

Contexto Nacional
¿Cuál era la situación política argentina en el momento que sé está gestando el proyecto revolucionario del EGP?. Para realizar una lectura del proceso histórico se hará una breve síntesis a partir del año 1959 cuando triunfa la Revolución Cubana. El presidente es Arturo Frondizi que un año antes se impuso en las elecciones nacionales con la proscripción del peronismo. Su plan económico sostenía que la inversión y no el aumento salarial cumplen la función de generar demanda, los recursos provendrían por un lado de la entrada de capitales, pero fundamentalmente de la compresión salarial, los salarios experimentaron una caída el 30%, frente a ello el movimiento obrero lanzó una ola de movilizaciones y protestas que terminó articulando un bloque unitario en defensa del programa de modernización capitalista, el mundo de los grandes negocios, jerarquías militares y políticas acordaron entre si a la hora de la confrontación.

Destituido Frondizi en 1963 asume José Maria Guido quien presionado por las fuerzas armadas, proscribió al peronismo, disolvió el Congreso e intervino las provincias. En una ofensiva contra el movimiento obrero anulo la Ley de Asociaciones Profesionales, inhabilitando a los sindicatos su capacidad de acción. El ministro de economía, capitán- ingeniero Álvaro Alzogaray, realizó un severo plan de ajuste económico que afectó a los sectores de menores ingresos, la idea era reinstalar los mecanismos de poder económico y la distribución de ingresos vigentes antes del peronismo, la economía se asienta entonces en el sector exportador y en los grupos comerciales y financieros vinculados al sector. En este contexto de ajuste económico y de restringida participación política de los sectores populares, la vía armada aparece como una opción válida y como una forma de resistencia y disputa al poder.

El sueño de la revolución continental
Cuando el Che se une a los revolucionarios cubanos le planteó a Fidel que una vez realizada la revolución, su objetivo era la lucha en Argentina. En Sierra Maestra conoció a Jorge Masetti quien viaja a Cuba para conocer a los rebeldes y entrevistar por radio El Mundo a Fidel Castro y Ernesto Guevara. Masetti quedará impresionado por la marcha del proceso revolucionario y establecerá un vinculo de compromiso con la causa y el pueblo cubano, al vinculo político se une un vinculo de amistad con el Che que perdurara para siempre. Apenas triunfa la revolución vuelve a Cuba y organiza la agencia de noticias PRENSA LATINA(PL.) donde ocupa el puesto de director, el objetivo era romper el cerco informativo de los monopolios y difundir los logros de la revolución. Hacia 1960 P.L. tiene desplegadas 26 corresponsalías en distintos países sin embargo la reacción no se hará esperar y los distintos gobiernos irán clausurando las corresponsalías y persiguiendo a sus periodistas. En Argentina mediante un decreto presidencial de Frondizi se clausura PL. porque "atentaba contra el prestigio y la paz de la nación" (decreto 15124-1960. En 1962 Masetti renuncia a su cargo de director y asume una tarea de mayor riesgo - el plan para iniciar la lucha armada en Argentina. En ese mismo año el Che avanza en conversaciones con revolucionarios peruanos para abrir un frente guerrillero en Perú que apoye el levantamiento campesino organizado por el dirigente trotskista Hugo Blanco, que había movilizado y sindicalizado a 300mil campesinos en la región de Cuzco. El plan de iniciar la lucha armada en Argentina es pensado por el Che con el objetivo de continentalizar la revolución a través de un movimiento armado que abarque Perú, Bolivia y Argentina, que seria el centro de operaciones.

Respaldados por Fidel Castro, el Che y Masetti retornan de Argelia para preparar la operación junto al Comandante Manuel "Barbaroja" Piñeiro Losada. En la organización del frente guerrillero en el norte de la provincia de Salta, el Che cuenta con el apoyo incondicional de sus hombres de mayor confianza. En Cuba el núcleo del EGP recibe instrucción militar a cargo de varios oficiales de experiencia guerrillera y luego completan su preparación militar en Argelia donde sé esta luchando contra la ocupación francesa que lleva más de 130 años, finalmente reciben la orden del Che de partir en grupos separados a la frontera argentina - boliviana. En mayo de 1963 el primer grupo del EGP se encuentra en la frontera, esta compuesto por Ricardo Masetti- el Comandante Segundo-, Hermes Peña- capitán y escolta personal del Che- Federico Méndez- armamentos e instrucción militar, Ciro Bustos- claves secretas y criptología y Leonardo Werthein- médico-. Allí reciben el apoyo logístico de algunos miembros de la Federación Juvenil Comunista boliviana, algunos de los cuales integrarán después la guerrilla del Che en Bolivia. Según el diario de guerra del capitán Hermes..."El 21 de junio de 1963 prestamos juramento como miembros del EGP y entramos al país..."

Laberintos
Instalados en la selva los miembros del EGP se dedican a recorrer el territorio con el objetivo de probar sus condiciones físicas y la operabilidad de sus equipos ¿la aparición del EGP será en un mal momento político?. Las elecciones nacionales habían proclamado a Arturo Illia como presidente, que asume solo con el 25% delos votos por estar proscrito el peronismo, esto producirá un debate en el interior del grupo que discute la posibilidad de detener la operación, finalmente resuelven continuar y el 9 de julio realizan la primera proclama "La Carta de los Rebeldes" publicada en el periódico " Compañeros" dirigido por Mario Valotta, allí denuncian lo que consideran una farsa electoral y piden al presidente que renuncie y convoque a elecciones verdaderas. En ese mismo mes se instala en Bolivia José "Papi "Tamayo Capitán del Ejército cubano que prepara junto a militantes de FJC boliviana una red de apoyo fronterizo. Al grupo inicial se va a unir el chofer del Che - Alberto Castellanos-, a su vez Ciro Bustos se traslada a la ciudad de Córdoba donde establece una red de enlaces y reclutamientos urbanos. En los primeros meses de 1964 el EGP esta compuesto por unos 30 guerrilleros, (un número importante de ellos viene de un proceso de ruptura con el Partido Comunista argentino), una red de enlaces y reclutamientos urbanos en Córdoba y Buenos Aires, una red de apoyo fronterizo, una red de apoyo en la ciudad de Salta y una comunicación constante con el Comandante Guevara. El primer objetivo militar era tomar el poblado de Yuto (Jujuy), en el mes de febrero realizan las últimas incorporaciones, al campamento llegan entre otros dos agentes infiltrados de la Policía Federal que tenían como misión incorporarse en las células del PC que disentían con la línea del partido y simpatizaban con la Revolución cubana, motivo por el cual en la provincia de Buenos Aires son incorporados a través de la red de reclutamientos urbanos que tenía el EGP.

Paralelamente Gendarmería, de acuerdo a los testimonios de algunos habitantes del lugar, tiene indicios que en la zona se encuentra algunas personas extrañas con uniforme verde y armados por lo que inician tareas de inteligencia. En mayo de 1964 cae el primer campamento ubicado en la localidad de Santa Rosa (Salta), a partir de allí Gendarmería establece un cerco por lo que la guerrilla sin alimentos y sin posibilidades de recibir apoyo se dispersa en la selva. En una emboscada tendida por gendarmería caen Hermes Peña y Jorge Guille, allí muere el gendarme Romero, cabe aclarar que en el Círculo de Suboficiales de gendarmería de la ciudad de Salta se levanta un busto en su honor, versa la placa "el primer mártir muerto por la subversión en Argentina". Acosado por las fuerzas de seguridad las condiciones físicas deterioradas, aislados y sin alimentos, algunos combatientes van a morir, en la selva, de hambre. Posteriormente serán capturados los sobrevivientes del núcleo guerrillero, Masetti en compañía de Atilio Altamirano, en un estado de debilidad y sin alimento se interna en la selva para no aparecer más.

Según la justicia
En la causa Nº 56.903/63 a cargo del juez federal de Salta López Sanabria son sometidos a juicio: Federico Frontini, Fernando Álvarez, Miguel Colina, Alberto Korn, Jorge Paúl, Agustín Stachioti, Jorge Bellomo, Héctor Jouvet, Carlos Bandoni, Lázaro Lerner, Oscar del Hoyo, Raúl Dávila (Alberto Castellanos), Agustín Bollini Roca, Federico Méndez. Son juzgados por contrabando de armas, municiones y explosivos, homicidio y conspiración para la rebelión. Todos los acusados denunciaron las torturas físicas y psíquicas a las que fueron sometidos por gendarmería nacional durante sus detenciones e inclusive se tomaron como válidas y con valor probatorio las declaraciones hechas a gendarmería bajo tortura, a su vez el procurador fiscal fundamento su acusación y de acuerdo al expediente judicial de la siguiente forma: " los procesados (...) eran de ideas comunistas que querían cambiar el gobierno como solución para el país (...) la actuación de gendarmería fue de vital importancia, si se tiene en cuenta el origen de este movimiento, que esta basado en ideas comunistas, que repugnan a nuestra democracia (...) es increíble que jóvenes con instrucción universitaria hallan atentado contra su patria pretendiendo instalar un régimen de oprobio, olvidando que este país desde su nacimiento ha sido democrático..."

La justicia condena a todos los integrantes del EGP, las penas más duras cayeron sobre Héctor Jouvet y Federico Méndez por haber integrado el tribunal que juzgó y condenó de acuerdo al reglamento interno del EGP al fusilamiento de dos combatientes acusados de falta de moral revolucionaria, descuido de armas y materiales militares.

Reflexiones

La Revolución Cubana tuvo una influencia vital en la izquierda latinoamericana, la irrupción de la figura del Che y la idea de abrir un frente de lucha antiimperialista cuyo centro de operaciones sería Argentina permite considerar la experiencia del EGP como parte de una estrategia continental y no como un hecho aislado o guerrilla improvisada. Por supuesto el camino fue bastante escabroso y marcó posiciones políticas que se mantuvieron antagónicas, por un lado la posición del PC argentino, que en aquel momento rechazó la preocupación central del Che y se alineó al pensamiento estalinista de transición pacífica al socialismo; por otro lado el peronismo revolucionario y finalmente la línea guevarista que apostó a la lucha armada, si bien las dos primeras manifestaciones de lucha armada - Los uturuncos, primer núcleo guerrillero de origen peronista - y el EGP - como parte de la estrategia guevarista - fueron desarticulados rápidamente, abrieron un camino que siguieron varias organizaciones políticas unos años después.

Nuestro presente es producto de las acciones de los hombres y mujeres del pasado, de la evolución histórica, recuperar críticamente las gestas heroicas de quienes ofrendaron sus vidas por la construcción de un proyecto social basado en la justicia, la igualdad, es una tarea inmediata. Las promesas del neoliberalismo no se han cumplido y el panorama para los pueblos explotados tiene un horizonte de mayor miseria y explotación, por lo tanto el proyecto guevarista de continentalizar la revolución tiene más vigencia que nunca, precisamente, porque la superación histórica del capitalismo tiene carácter socialista.

El propósito fundamental de este artículo es recuperar un pedazo de nuestra historia y poner a discusión si en aquellas ideas, desechadas por utópicas e inviables, habían planteamientos que puedan ayudar a explicar y comprender nuestro presente, si por lo menos iniciamos el debate habrá puesto a la historia en su legitima función de " herramienta para la construcción del futuro".

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Guerrilla en el Norte y "Doctrina de la Seguridad Nacional"
Por Julio Carreras (h)

Texto extraído del capítulo II del libro
“Movimientos Revolucionarios
Armados en la Argentina”
 del mismo autor, hallable en la web:
www.polarmad.galeon.com

Los hombres del Ché

Diez hombres, supuestos diplomáticos de la República de Argelia, se instalaron muy cerca de la frontera boliviana con Salta, luego de llegar hasta allí en tren. Corrían los primeros días del mes de mayo de 1963; gobernaba el país José María Guido, quien fuera vicepresidente de Frondizi, ahora un títere civil impuesto por los militares.

Los "argelinos" eran en realidad el periodista porteño Jorge Massetti, de 34 años, y sus compañeros, entre otros el mendocino Ciro Bustos, pintor, el chaqueño Federico Méndez, mecánico, y los cubanos Hermes Peña, Alberto Castellanos y Abelardo Colomé Ibarra. Peña y Castellanos integraban la guardia personal del Ché Guevara; Colomé Ibarra era un agente de inteligencia del Ejército Cubano. Venían a crear un foco guerrillero en la Argentina.
La idea, surgida del comandante Ernesto Guevara, era crear en su propio país, la Argentina, el primer "Vietnam" que iniciara la resistencia revolucionaria latinoamericana al imperialismo estadounidense. El mismo Ché se sumaría a la lucha, una vez que terminara de ordenar el traspaso de sus compromisos como ministro de Industria cubano.

El año anterior había estallado el episodio más caliente de la Guerra Fría: Estados Unidos y la Unión Soviética habían estado a un paso de la confrontación nuclear, debido a los poderosos misiles instalados por los comunistas en Cuba.

Los hombres del Ché se instalaron cerca de Tarija, a 70 kilómetros de la frontera argentina, donde la inteligencia cubana había comprado la finca de Embororazá. Allí, el 21 de junio de 1963 se efectuó el juramento de fidelidad de los combatientes para con el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP): "Revolución o muerte", exclamó cada uno de los combatientes, luego de prometer acatar los códigos militares y éticos de la guerrilla revolucionaria. Estaban vestidos con ropa de combate, color verde oliva, y en sus gorras llevaban bordado un escudo con un sol rojo y negro.

Luego de algunos ejercicios, el grupo se filtró en territorio argentino para instalar su primer campamento. A esa zona, la palabra inhóspita le quedaba chica: montes con árboles espesos e interminables, arañas, alacranes, mosquitos, jejenes, garrapatas, víboras, pululaban y no eran precisamente amables hacia los visitantes humanos. Desde el medio de esa selva el comandante Segundo (Massetti) envió un delegado a Córdoba y buenos Aires para reclutar adherentes.
Ciro Bustos, responsable de esta tarea, tomó contacto con disidentes del Partido Comunista como el cordobés José Aricó, editor de la revista Pasado y Presente, y toda una red de intelectuales que resolvieron apoyar políticamente al EGP aunque con ciertas críticas. De estos contactos resultó la incorporación de un estudiante de Medicina cordobés y un estudiante de Bellas Artes porteño al contingente en la selva.

Mientras los guerrilleros luchaban para adaptarse a la dura naturaleza, el 7 de julio de 1963 los militares llamaron a elecciones, en las cuales triunfó el candidato de la Unión Cívica Radical, el médico Arturo Illia, gracias a la prohibición de participar al peronismo.
Debido a la incipiente apertura democrática que se insinuaba, Massetti decidió dar a conocer públicamente la existencia de su guerrilla, a través de una Carta Abierta al presidente Illia. La carta fue publicada en el periódico peronista Compañero; en uno de sus párrafos principales decía: "El pueblo argentino puede decirle sin equívoco: es usted producto del más escandaloso fraude electoral en toda la historia del país (...) Renuncie. Exija elecciones generales y libres en las cuales los argentinos no se vean coaccionados a votar sino puedan ejercer su derecho a elegir". Esta aguda observación de Massetti no era descabellada: Illia había llegado al gobierno sólo con el 15 % de los votos escrutados, por debajo de los votos en blanco, un 20 % del total.
La carta sólo sirvió para que los Servicios de Inteligencia de las fuerzas represivas argentinas detectaran al grupo revolucionario, ya que la escasa circulación del periódico y cierto entusiasmo entre los sectores políticos por la aparente democracia, hicieron pasar totalmente desapercibido el manifiesto guerrillero.

Luego de ir y volver constantemente a través de la frontera con Bolivia, el 21 de septiembre de 1963 los guerrilleros instalan su primer campamento argentino, 15 kilómetros al oeste de la localidad de Aguas Blancas, muy cerca del cauce principal del río Bermejo.
El entrenamiento militar que practicaban en las cercanías de Orán, conducidos por Massetti y los militares cubanos, era sumamente exigente. Efectuaban marchas forzadas, relevaban el terreno palmo a palmo, y trataban de fortalecerse al máximo ejercitando arriesgadas incursiones en las selvas o escalando laderas imposibles, caminando durante horas al borde de precipicios. Esta exigencia rigurosísima de los comandantes fue minando la resistencia de alguno de los adherentes. El primero en "quebrarse" fue el porteño "Pupi" Rotblat. Cayó en una situación desesperante. No soportaba el entrenamiento militar, que le producía desmayos; sufría ataques de asma que lo paralizaban, se perdía constantemente y sus compañeros debían regresar a buscarlo. Pronto comenzó a padecer crisis nerviosas. Finalmente solicitó regresar; y cuando los demás sospecharon que se escaparía, temieron el fracaso de toda la empresa por esa debilidad que podría llevarlo a delatar la operación guerrillera. Fue condenado a muerte. Uno de los combatientes lo mató de un tiro en la cabeza.

Pronto, otro de los guerrilleros sería fusilado. Se trataba de Bernardo Groswald, un ex empleado bancario cordobés. Débil y excedido de peso, tampoco soportó la instrucción militar y el acoso del clima terminaron con su resistencia nerviosa. Uno de sus compañeros cordobeses recordó muchos años después haberle advertido que no se incorporara a la guerrilla, pues no lo soportaría. "¿Sabes cómo es el infierno", recuerda que le dijo: "bueno, esto es diez veces peor". Según estas declaraciones publicadas por el diario La Nación, el "Gordo" Groswald constestó aquella vez, cuando se trataba su integración al grupo: "Sólo te pido que me lleves, es lo único que me importa en la vida". Sin embargo, luego de dos meses de adiestramiento militar, se convirtió en un gran estorbo. Se negaba a cumplir la disciplina militar, no se higienizaba, lloraba con frecuencia y se masturbaba varias veces por día. Entonces fue condenado a muerte.

Por fin el grupo recibió luz verde para iniciar las acciones guerrilleras. Su primera acción fue programada para el 18 de marzo de 1964, día en que se cumplían dos años del derrocamiento del presidente Frondizi por los militares. Los guerrilleros, ya suficientemente entrenados, tomarían por un día el pueblo de Yuto, ya en territorio de Jujuy. El Ché envió una nota en la que decía "espero ansioso el comienzo de las operaciones".

Nunca se supo exactamente la causa de que dos semanas antes del copamiento, fueran sorprendidos en el monte por la gendarmería. Se cree que hubo infiltraciones entre sus redes de apoyo ciudadano, y que las fuerzas represivas venían observándolos desde tiempo atrás. Luego de un intenso tiroteo, murieron seis guerrilleros, catorce cayeron presos. Los dos restantes, el comandante Massetti y un cordobés, desaparecieron para siempre. Se hicieron muchas conjeturas acerca de su destino. Algunos dijeron que habían sido alcanzados y aniquilados por la gendarmería, para quitarles una importante cantidad de dinero que Massetti llevaba con él. Pero lo más probable es que hayan sucumbido víctimas de la falta de víveres, las enfermedades y las dificultades que la naturaleza presenta, en medio de la montaña selvática.
Algunos de los 14 sobrevivientes estuvieron en la cárcel hasta el retorno del peronismo, en 1973. Otros lograron que les permitieran salir al extranjero. De ellos, el pintor Ciro Bustos se integraría a la guerrilla del Ché y hoy vive en Malmö, Suecia. Jorge Bellomo, otro de los sobrevivientes, moriría combatiendo, años más tarde, en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo.
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“Hacer de la Cordillera de Los Andes la Sierra Maestra de America Latina”

Trabajo extractado de la web
de la Universidad Complutense de Madrid
www.ucm.es/info/bas/utopia/html/bioche13.htm

Bolivia, la última batalla

Ernesto Che Guevara llega a Bolivia el 3 de noviembre de 1967 para iniciar su último intento guerrillero, en el marco de un ambicioso plan de liberación latinoamericana que pretendía un cambio en la relación de fuerzas en el subcontinente y el consiguiente desbloqueo de Cuba, único país socialista del área. Sin embargo, la campaña boliviana del Che comienza, en rigor, mucho antes, con el intento del periodista argentino Ricardo Masetti, el "Comandante Segundo", de instalar un foco guerrillero en el norte argentino. A mediados de 1966, después del fracaso del Congo, Guevara decide tomar las riendas del proyecto con un foco inicial en la selva boliviana. Luego de un período de entrenamiento en Cuba, llevará a sus mejores hombres al país mediterráneo, donde combatirá sin apoyo político y aislado de sus contactos urbanos durante 11 meses, hasta su captura el 8 de octubre de 1967. Al día siguiente será fusilado por orden del presidente René Barrientos. Ernesto Guevara había librado, y perdido, su última batalla.

Preludio en la Argentina

Cuando el Che concibe por primera vez la posibilidad de desarrollar una experiencia guerrillera fuera de las fronteras cubanas, su primer pensamiento se ubicará en la patria que lo vio nacer, Argentina. En la Cuba de los 60 vivía una considerable colonia de argentinos que, de una u otra manera, se habían puesto al servicio de la revolución cubana. El 25 de mayo de 1962, fecha en que los argentinos festejan el día de su independencia de España, en La Habana se produce un hecho inusual, un asado criollo "a la argentina" reúne a gran parte de la colectividad de inmigrantes argentinos -incluido John William Cooke, entonces delegado de Perón, que por aquellos días residía en la capital de la pequeña isla caribeña-. En esa oportunidad, el Che habla ante un público aproximado de 400 personas entre los que se encontraban los técnicos enviados por el Partido Comunista Argentino y una congregación muy variada conformada por artistas, escritores y científicos connacionales del Che.

El partido Comunista Argentino, que bregaba por una revolución pacífica, chocó desde un comienzo con los postulados revolucionarios de Guevara, que proclamaba a los cuatro vientos la revolución armada en todo el territorio del continente americano. La mala relación del Che con los comunistas argentinos era compartida, por aquel tiempo, por la mayoría de los miembros del gobierno de Cuba. La distancia entre el prosoviético Víctor Codovila y el Che era descomunal. Guevara propiciaba una guerra de guerrillas en la Argentina apoyada por toda la izquierda unificada del país y Codovila, que respondía a las orientaciones de Moscú, rechazaba al Che por su concepción foquista y la visión militarista para el accionar en la entonces llamada "lucha por la liberación de los pueblos en Latinoamérica".

El discurso que pronuncia el Che en la convocatoria al festejo de un nuevo aniversario de la independencia argentina, provoca una verdadera división de opiniones entre los presentes miembros del Partido Comunista Argentino (PCA). El Che hace un llamamiento a la unión y el accionar armado en Argentina: "Pensamos en que somos parte de un ejército que lucha en cada pedazo del mundo, y aprestémonos a celebrar otro 25 de mayo, no ya en esta tierra generosa, sino en tierra propia, y bajo símbolos nuevos, bajo el símbolo de la victoria, bajo el símbolo de la construcción del socialismo, bajo el símbolo del futuro".

La ruptura del PCA con Guevara no tomará estado público, solo algunos comentarios acusatorios contra las propuestas del Che, serán publicados por la prensa del partido comunista argentino. La ruptura se manifestará de otra manera, en el quite de apoyo a los planes del Che de desarrollar una guerrilla en el norte argentino. Guevara comprenderá lentamente que ha perdido el apoyo político indispensable para lanzarse a una aventura militar en su país natal, ya que los comunistas argentinos lo han dejado sin estructura política en la argentina.

Dentro del peronismo, John Cooke, que se radicaliza hacia el ala izquierda del partido de Perón, que se encuentra exiliado en España, no cuenta con el apoyo político suficiente como para apoyar una incursión armada en los montes del norte argentino. En Cooke prende la utopía del Che, e intentará por todos los medios crear las condiciones que permitan una aventura revolucionaria en territorio argentino. Las restantes fuerzas de la izquierda, escisiones del PCA, no generan movimientos de masas que puedan servir de apoyo a un intento foquista al estilo Guevara. Aquellos grupos guerrilleros que intentaron una acción armada sin apoyo de masas, fueron destruidos por el accionar de las fuerzas de seguridad de la Argentina.

El desprecio que el Partido Comunista Argentino demostró por el Che fue contagiado a otros partidos comunistas de Latinoamérica, que comenzaron a desconfiar de los postulados políticos guevaristas. Las desconfianzas no eran infundadas. Sobran ejemplos en intentos dirigidos desde Cuba, por círculos allegados al comandante argentino, para intentar infiltrar adictos en las estructuras de los PC latinoamericanos con vistas a copar sus direcciones y cambiar los rumbos pacíficos de sus planes, por propuestas cargadas de intenciones foquistas.

Jorge Castañeda, en su libro "La vida en rojo, una biografía del Che Guevara", cita: "Una carta privada escrita por 'amigos argentinos (comunistas)' a Alcira de la Peña, miembro del Buró Político del Partido Comunista Argentino, exiliada en Moscú, ilustra las tensiones existentes: 'Mis relaciones con nuestro compatriota -Ernesto Guevara-van de mal en peor, y todo esto por el hecho que tuvo y sigue teniendo que ver con nuestro querido partido. Yo agarré a sus amigos Cooke y Eguren y el grupo que estaba adiestrándose. Su defensor era Guevara; a través de él se financiaba esa actividad. Entre miembros de ese 'comando' se encontraba el grupo de trotskistas que decían que cuando apliquemos lo... que estamos estudiando no vamos a hacer ninguna diferencia entre 'gorilas' (militares antiperonistas) y 'comunistas stalinistas'. (...) El Che comienza a comprender que si se propone montar una guerrilla en la Argentina (...) se verá obligado a construirla solo, es decir, con reclutas individuales, apartados de las organizaciones existentes(...). Guevara tendrá que hacer su revolución latinoamericana (...) sin los Codovillas'".

El Che comprende que ni Perón, que conduce el movimiento de masas más importante de su país, ni el PCA lo apoyarán en una aventura revolucionaria en Argentina. Sin embargo, no perdía las esperanzas de lanzarse a la lucha en la precordillera argentina. Testimonios de su entorno en el Ministerio de Industrias dan cuenta del interés demostrado por el Che en el proyecto andino, ya que en varias oportunidades se lo ha visto al Che concentrado, con el mapa de la Argentina desplegado sobre su escritorio, estudiando la geografía de su país natal. Pero si Guevara había pensado alguna vez recibir como apoyo las estructuras de los partidos comunistas de Latinoamérica para lanzarse a la lucha armada en el continente, ahora tomaba serios recaudos antes de confesar sus intenciones a algún miembro de aquella organización política que, secretamente, ya había comenzado a solicitar a Moscú la utilización de la metodología de las presiones políticas que sirvieran para detener el intento cubano de exportar su revolución. Poco se sabe sobre los motivos que impulsan al Che a confiar, en su última experiencia guerrillera, en el Partido Comunista de Bolivia. Todo le indicaba que no compartirían su concepción sobre la guerra de guerrillas y el desarrollo del foco guerrillero. El Che parte a Bolivia enfurecido con la URSS y su estructura política a nivel mundial: los partidos comunistas. Guevara expulsa a Escalante, representante del PSP cubano, de las ORIs, después de desenmascarar las concepciones stalinistas del dirigente comunista. Guevara fue condenado por el PC Argentino, que lo denuncia ante Moscú. El Che es visto por los partidos comunistas latinoamericanos como un exaltado que pretende adelantarse a los acontecimientos provocando situaciones de guerra allí donde todavía las condiciones no han madurado lo suficiente, y con este panorama desalentador, el Che confía inexplicablemente en el apoyo logístico a la dirección del PC boliviano a cargo de Mario Monge, cuando emprende su campaña militar en Ñancahuazú. La historia constata que la logística y los cuadros prometidos por el PC de Bolivia estuvieron ausentes durante la campaña militar y la muerte del comandante guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara.

El periodista argentino Jorge Masetti, quien entrevistara al Che en la sierra en tiempos de la Guerra Revolucionaria, había entablado una profunda amistad con el médico argentino. Desde su comienzo, Masetti simpatiza con la causa de la revolución y cumple diferentes tareas en beneficio de la construcción de la Cuba socialista. Juntamente con el Che, Masetti fundará "Prensa Latina", la agencia oficial de noticias cubana, de la que se alejará en 1961, motivado por las disidencias planteadas en el trabajo periodístico con los miembros del Partido Comunista Argentino, con quienes Masetti compartía la difícil responsabilidad de la producción de noticias. La formación militar de Masetti se desarrollará en Argelia en tiempos posteriores a la invasión marroquí al flamante país conducido por Ben Bella, quien a su vez entabló una profunda relación de amistad con Guevara. Durante el conflicto marroquí-argelino por la posesión del Sahara Oriental, Masetti fue responsable del transporte de armas que el gobierno de Cuba enviara al FLN de Argelia.

El fallido intento de Guevara de realizar una reunión con el exiliado en Madrid, ex presidente de la Argentina general Juan Domingo Perón -gestión realizada por John W. Cooke-en un intento por contar con la participación del popular militar argentino como parte del impulso de la lucha armada en Argentina, el Che, aprovechando su visita a Argelia, donde se encontraba Masetti, se entrevistará con él y lo asigna como jefe de la guerrilla que intentará operar en la Argentina.

En 1962, el gobierno revolucionario de Cuba apuesta fuerte al desarrollo de la lucha armada en Latinoamérica y da un paso institucional de importancia, del que participa activamente el Che. Dependiente del Ministerio del Interior, las autoridades cubanas crean "Liberación". La responsabilidad sobre el ente recaería en Manuel Piñeiro, quien se pondría a disposición de las necesidades operativas dirigidas y orientadas por el Che, que tendrían como fin apoyar con todos los medios disponibles a los grupos de revolucionarios que estuviesen operando en América latina. El fin primero sería el ubicado geográficamente al pie de los Andes en el círculo fronterizo conformado por Argentina, Boliviana, Chile y Perú.

Para llevar adelante su plan continental de liberación, Guevara comienza a contactarse con los dirigentes revolucionarios de los países del círculo geoestratégico sudamericano ubicado en el norte argentino, desde donde se daría comienzo al accionar guerrillero foquista que, con el tiempo, según los pensamientos más íntimos de Guevara, se desarrollaría hasta culminar en la victoria insurreccional de toda Sudamérica.

Masetti enrolará entre la colonia argentina residente en Cuba a su grupo guerrillero, al que denominará Ejército Guerrillero del Pueblo. La mayoría de los reclutados habían pertenecido como miembros activos del Partido Comunista Argentino que, cansados de las políticas reformistas impulsadas por su partido, se encaminarán a probar la experiencia armada como método político de lucha. Además, la expedición será reforzada por un grupo de experimentados cubanos: Hermes Peña, Alberto Castellanos y José María Martínez Tamayo. La coordinación de la operación estaría a cargo del principal colaborador de Raúl Castro, Abelardo Colomé Ibarra. Por diferentes medios de transporte, los expedicionarios se trasladan a Bolivia desde donde ingresarán en 1964 a territorio argentino, utilizando el camino reverso que el Che emprende en su segundo viaje por América latina.

El accionar de la guerrilla de Masetti en Argentina es casi intranscendente, no logra penetrar en las masas ni ganar su simpatía. Los pocos enrolados en territorio argentino, no cuentan con la preparación militar suficiente como para operar en el desgastador movimiento de las guerrillas. Peña y Masetti perderán la vida en Salta, Alberto Castellanos pasará cuatro años de su vida encerrado en las cárceles argentinas. El intento de desarrollar una guerrilla en la norteña provincia argentina de Salta no prosperará.

La decisión de Guevara de enviar a la Argentina a su más estrecho grupo de colaboradores, que formaban parte de su escolta personal desde los tiempos del Escambray y a su amigo y compatriota Masetti, implicaría la intención del comandante de incorporarse a la lucha guerrillera en su país natal en cuanto las condiciones del desarrollo de la lucha en Argentina así lo permitieran. Masetti participó del proyecto guerrillero argentino que llevó la denominación de "Segundo Sombra" con el seudónimo de "comandante segundo", lo que indicaría que el periodista se mantenía a la espera de un supuesto "comandante primero", que se haría cargo de la dirección política y militar de la guerrilla en Argentina, en un tiempo no muy lejano. Todo indicaría que el puesto de "comandante primero" estaba reservado para el Che Guevara.
La expedición conducida por Masetti fue derrotada por las fuerzas de seguridad de Argentina en 1964.
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Comandante “Segundo"
Por Luis Hernández Serrano

Fragmentos del libro en preparación
“Guerrilla al Norte del Sur”,
publicados en la web de la
Juventud Rebelde de Cuba:
www.jrebelde.cubaweb.cu
el Miércoles 21 de Abril de 2004

El 21 de abril de 1964, hace hoy 40 años, Jorge Ricardo Masetti se perdió para siempre
en la selva argentina de Salta. Era el jefe del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y tenía la misión de esperar a “Martín Fierro”, seudónimo del Che en la Operación “Sombra”.

Ernesto Guevara Lynch recuerda al Comandante Segundo

El padre del Comandante Ernesto Che Guevara dio así su visión acerca de Jorge Ricardo Masetti:

"Contaba Masetti que cuando Ernesto entró en la habitación donde él estaba, lo trató como a un viejo amigo, y nos habló de él con gran entusiasmo, cariño y respeto, no disimulando la admiración que le tenía y dijo que se sentía plenamente identificado con su ideología y su modo de actuar".

Le había impresionado su sencillez, su inteligencia, su valentía. Masetti seguramente no se imaginó entonces que la influencia del Che iba a ser tan decisiva en su vida, que lo llevaría a abandonar su profesión de periodista para convertirse en un verdadero combatiente internacional. El destino que lo empujó hasta Argelia, donde combatió por la liberación de ese país, lo condujo posteriormente hasta el pie de la cordillera de los Andes, en su propia patria y dentro de los montes de Salta, donde se puso al frente, con el nombre de Comandante Segundo, de un núcleo de combatientes internacionalistas. Allí, derrotada finalmente su guerrilla por fuerzas muy superiores, desapareció en la selva, donde posiblemente sucumbió.

“Masetti explicó al Che los motivos de su viaje a la Sierra Maestra. Quería saber qué clase de revolución se estaba desarrollando en Cuba; a quién respondía y cómo era posible que se mantuviese tanto tiempo sin el apoyo de una potencia extranjera. Le dije que él había sentido de cerca el terror de las ciudades y metrallas en los bosques, y que se había quedado asombrado al ver a un guerrillero suicida tirarse sobre un soldado y quitarle el arma. Masetti aún no comprendía bien aquella moral y fervor de los guerrilleros revolucionarios y quería informarse a través del Che (...).”
"Masetti entrevistó a Fidel. Su entrevista se transmitió por la Radio Rebelde.”
“Terminada su misión de entrevistar al Che y a Fidel, inmediatamente regresó a La Habana. Su viaje de vuelta resultó peligrosísimo. Ahora el ejército sabía perfectamente quién era Masetti.”

"Consiguió burlar a la Policía y al ejército. A los dos días tomó un ómnibus que lo llevó para La Habana. Allí se enteró de que en sus cintas grabadas no se escuchaba la grabación. No dudó, y demostrando un coraje que enaltece su memoria, se puso de nuevo en camino y pocos días después regresaba a La Habana con las nuevas y completas grabaciones que fueron radiadas por Radio El Mundo, de Buenos Aires, y se transmitieron en cuatro programas. Tuvo un éxito completo. Por primera vez en la Argentina se conocían declaraciones de Fidel y del Che.”

"Tuve la feliz idea de hacerlas regrabar y gracias a esta precaución hoy se conservan dichas históricas declaraciones... porque la dirección de la emisora... temiendo a sus resonancias políticas, las mandó a destruir.”


"La visita de Jorge Ricardo Masetti a nuestra casa y aquella bendita cinta grabada por Ernesto saludando a nuestra familia, tuvieron la virtud de cambiar el estado de ánimo de todos nosotros”.

Carta desde la Selva
Un texto, aunque fragmentario y breve, permite conocer mejor aún su modo de pensar. Es la carta oportuna de Masetti al presidente argentino Illía, publicada, según el diario La Nación, el 9 de octubre de aquel año de 1963.

CARTA DE LOS REBELDES

“Al doctor Arturo Illía:

La trayectoria de su vida, indica que ha sido usted un hombre rebelde, aferrado a principios en los que creyó y de los que no se apartó jamás. Por lo tanto, nadie hasta este momento podía señalarlo como hombre susceptible de trocar honor por poder, ni dignidad por vanagloria. Nadie, hasta este momento, podía decir que era usted un hombre débil ante el chantaje o temeroso de la coacción. Nadie, hasta este momento, podía reprocharle lealmente su conducta cívica, ya que, equivocado o no, supo usted defender su criterio con altura.

Pero a partir de este momento, el pueblo argentino puede decirle sin equívoco: es usted el producto del más escandaloso fraude electoral, en toda la historia del país.
Dirá usted como ya lo declaró a una radio chilena, que el fraude es un “precio” que los argentinos debimos pagar.
¿Pagar a quién? ¿Y pagar por qué, doctor Illia?
¿Pagar a los golpistas su asalto al poder por el chantaje de la fuerza y que por la fuerza trituraron el país?
¿Pagar porque los militares chantajistas son los únicos dueños de las armas y nos amenazan permanentemente con ellas?
Leímos en una biografía suya, publicada en estos días, que usted no se doblegó ante Uriburu.
¿Es que considera que Uriburu fue peor que los gorilas, sea cual fuere el color de su pelambre?
No. Son los mismos eternos chantajistas, pistoleros con cañones, guardaespaldas artillados del imperialismo y la oligarquía.
Usted no cedió ante ellos en el año 30 y fue un ciudadano digno. Ud. cede ahora, pagó el precio que le exigieron, y no es otra cosa que un político fraudulento.

¿Dónde está su rebeldía? ¿Dónde está su valor? Si en el momento más importante de su vida cívica Ud. cede y públicamente admite haber tenido que pagar el precio de vencer sobre rivales proscriptos: el de hablar sobre rivales enmudecidos el de gritar sus consignas sobre quienes estaban condenados a la cárcel si sólo mencionaban un nombre; el de hacer libre uso de la maquinaria electoral de su partido, sobre organizaciones hechas pedazos por decretos represivos.

Ud. admite haber tenido que pagar ese “precio”, pero no llamó a la farsa en que resultó más votado, abominable fraude, como lo habría hecho en el año 30, cuando los enmudecidos y perseguidos eran los de su partido.

Ud. doctor Illia, es un argentino que ha admitido haber cedido, haberse rebajado. Lo repetimos: Ud. pagó con su honor el precio del chantaje.

Pero, colocándonos hipotéticamente en su ángulo y mirando desde allí al porvenir nacional, pagado al precio exigido por el chantajista, ¿podrá Ud. gobernar libremente? ¿Es que acaso el chantajista depuso sus armas y quedó satisfecho?

La historia de nuestro país es frondosa en ejemplos. Los chantajistas siempre exigen más y más, hasta dejar exhausta a la víctima. Entonces le liquidan y recomienzan con otro candidato débil que caiga en sus redes.

No, doctor Illia. Los argentinos no debemos pagar el precio que usted predica como fatal. Los argentinos no debemos doblegarnos, sino rebelarnos.

Su fatalismo, no nos contagiará a todos, porque los que no aceptamos el fraude, los que no admitimos el chantaje, los que queremos ver a nuestra patria libre para siempre de la coyunda imperialista y de los cancerberos entorchados que se la uncen, nos negamos a pagar otro precio que no sea el de nuestra vida, entregada en pelea, con las armas en las manos, contra los que, cerrándonos todas las vías pacíficas, nos quieren condenar a vivir en la opresión, bajo su censura y su látigo, bajo sus cañones y sus tanques, sus aviones y sus bombas.

Contra la fuerza de las armas servidoras de la oligarquía y el imperialismo, opondremos la fuerza de las armas esgrimidas por el pueblo y alimentadas por su causa.

Subimos a las montañas, armados y organizados, y no bajaremos de allí, sino para dar batalla.
Somos los únicos hombres libres en esta oprimida República y ya jamás dejaremos de serlo.
Este ejército nuestro es el de los rebeldes, el de los que no se doblegan, el de los que repudian las negociaciones fraudulentas de políticos fraudulentos en colegios electorales fraudulentos. El de los que no pagan atemorizados a los chantajistas, sino que los combaten con tenacidad y firmeza. Y sólo dejaremos nuestras armas para regresar a nuestras herramientas, cuando haya en el país un gobierno que no sea producto del fraude y la coacción y un ejército compuesto por los militares dignos, los que se sientan parte del pueblo y se consideren servidores del mismo.

Usted doctor Illia, aún puede rectificar y hacer un gran bien a nuestra Nación. Renuncie a ser presidente fraudulento, denuncie el fraude por su nombre y exija elecciones verdaderas, generales y libres, en las cuales los argentinos no se vean coaccionados a votar, sino que puedan ejercer su derecho a elegir.
Vuelva a ser rebelde. Exija y no conceda. Piense que recibirá Ud. el poder luego de una monstruosa farsa comicial, organizada por quienes situaron a nuestro país en el nivel más bajo de su dignidad y en el más alto de su vergüenza.
Piense que ha transigido, pagado chantaje y por lo tanto fortalecido, a quienes consumaron la entrega más abyecta de nuestra soberanía. Piense que acaba usted de ceder y por lo tanto de fortalecer a quienes convirtieron a nuestros diplomáticos en permanentes “yesmen” del imperialismo en todas las conferencias internacionales y colocado a nuestras Fuerzas Armadas en el rol del Departamento de Defensa norteamericano. Piense que acaba usted no de hallar una salida para nuestros problemas nacionales, sino de convalidar el fraude de los responsables de la postración de nuestra economía, con su secuela de hambre y desocupación, desesperación y miseria, cárcel, tortura y persecución de los dirigentes obreros, estudiantes, periodistas, profesionales y militares dignos. Piense que acaba Ud. de doblegarse y de apoyar a los usufructuarios del privilegio, la casta engordada, vestida y equipada por el sudor de la masa a la que oprimen y desprecian.

Piense en la cantidad de muertos, torturados, civiles y militares, que por no pagar el precio que usted pagó, cayeron por el pueblo, por defender sus intereses y sus derechos.
Piense en que ellos, como usted hablaron de libertad política y gremial, de defensa de nuestro petróleo, de revisión de los contratos eléctricos. Todos ellos fueron víctimas, por decir lo que usted proclama, de los mismos ante quienes usted se resignó a pagar el precio del fraude.

Golpes de Estado, cacerías salvajes de hombres, pactos secretos con el extranjero, conciliábulos militares en Panamá, regidos y dictados por Estados Unidos, rupturas diplomáticas serviles, restricción de nuestro comercio, hasta, donde y cuando lo disponga el Departamento de Estado y miles de desocupados, ocupados que no cobran, hambre, cárcel y torturas para el pueblo. Todo eterno producto de los que ahora sumaron a la lista de dolores que infligieron a la patria, los fraudulentos y humillantes comicios en que usted, uno de los no censurados, resultó con más votos.

Volvemos a preguntarle, doctor Illia: llegado el momento de enfrentar a la oligarquía y enfrentarse al imperialismo –si es que persiste en algunos puntos de su programa, ¿con qué fuerza lo hará? ¿Qué fuerza podrá oponer a los que hoy le facilitan por la fuerza su acceso al poder? ¿Daría usted armas al pueblo? Los obreros de Y.P.F., por ejemplo, ¿serán los artilleros que defenderán su empresa contra los generales del imperialismo?

Aún en el remoto caso que conteste usted afirmativamente –lo cual no puede hacer seriamente porque ni llegaría a asumir-, ¿podrá convencer a los obreros de que quien una vez decidió pagar y transigió, de que un presidente fraudulento no los traicionará? Piense, doctor Illia, en que no ha pagado todo el precio, sino una primera cuota. Cuando no pueda o no quiera pagar las siguientes exigencias de los que le vendieron el sillón presidencial, se lo quitarán por la fuerza.

Y en ese caso, no ocurrirá con usted como con su antiguo jefe y guía, el presidente Irigoyen a quien pasearon su cama por las calles, pero no pudieron manosear su honor.

Porque él no lo empeñó pagando precios de ningún tipo para llegar al poder. El no se “dobló” –como reza una vieja consigna de su partido.

Denuncie el fraude. Reclame elecciones libres para todos los argentinos y entonces sí, dignamente, sin sentirnos humillados por la tutela de los chantajistas de tanque y cañón, ni la sonrisa triunfante del imperialismo trabajaremos juntos, el pueblo todo, por los intereses de la patria.

Mientras tanto, los que no nos doblegamos, ni pagamos cuotas de dignidad, seguiremos construyendo en nuestras montañas, la patria justa con que soñamos, únicos auténticamente libres entre todos los argentinos, defendiendo nuestra obra y nuestra libertad de las armas de los enemigos del pueblo, con nuestras propias armas.


No somos aventureros. No se nos trate de encasillar en la nomenclatura del argot imperial. Simplemente somos trabajadores dignos, que de las páginas de la historia de nuestra desdichada nación, hemos aprendido que la oligarquía no entrega sus privilegios sin cruel pelea, ni cede una partícula de polvo sin ensayar antes, para retenerla, toda la fuerza de los aparatos represivos que de ella viven.

También hemos aprendido, que del fraude no puede destilarse otro jugo, que el ácido del odio, que corroe y divide.

En sus manos, doctor Illia, está la decisión. Nosotros ya hemos expuesto la nuestra y la mantendremos con la tenacidad que imponen el patrimonio y el honor y por sobre todo, el amor a nuestro tantas veces humillado y escarnecido pueblo.

Doctor Illia, queremos creer que ha cometido usted el grave error de suponer que soportando junto a su hasta ahora limpio apellido el calificativo de fraudulento, favorecía el encuentro de una salida. Que creyó ver una puerta, donde sólo hay una trampa.
Esperamos con sinceridad, que el antiguo ciudadano digno aún viva puro en usted.
Ahorraría así a nuestra querida patria, el calvario sangriento de nuevos años de violencia.”

Campamento 'Augusto César Sandino',
9 de julio de 1963.
Revolución o Muerte.
Por el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP),
Segundo Comandante.
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Mensaje al Campesino
En un texto que se denominó Documento del Ejército Guerrillero del Pueblo a los campesinos, se aprecia también su pensamiento:

CARTA DEL E.G.P. A LOS CAMPESINOS TUCUMANOS

“Compañero campesino:
Te escribimos esta carta para que la leas varias veces. Y para que se la leas también a todos los arrenderos, peones y obrajeros que no saben leer.

Es importante que todos ustedes nos escuchen y piensen en estas cosas de que ahora vamos a hablar, porque estamos seguros que después de meditarlo, van a estar de acuerdo con nosotros.

¿Y quiénes somos nosotros? Nosotros somos trabajadores como ustedes, de distintos oficios y profesiones, a quienes nos explotaban en las ciudades y los pueblos, los mismos que los explotaban a ustedes en el ingenio, o en los montes o en los campos.

Eso sí. Nosotros les llevamos una ventaja y es la que nos hemos unido y organizado. Ahora, los invitamos a ustedes a unirse y organizarse.

¿Para qué? Nosotros comprendimos que hasta ahora sufríamos injusticia, porque no teníamos fuerza para terminar con ella. Nadie sufre porque quiere, sino porque no puede evitarlo. Nadie recibe un golpe o una patada o deja que le roben, sin defenderse. Salvo cuando no tiene con qué hacer frente al explotador que está armado.

A ustedes los echan de sus tierras, o los obligan a servir en el ingenio y los maltratan, como a nosotros nos echan de las fábricas, o no nos pagan nuestro trabajo o nos encarcelan o todo eso junto.

Y todo eso sucede hasta ahora porque los ricos, los dueños de las tierras, los dueños de las fábricas, son también dueños de las armas, tienen la fuerza de su parte.

Esto es fácil de ver.

¿De qué lado se pone la gendarmería, o el ejército, o la policía, cuando hay algún problema?

¿Del lado del peón, del arrendero, del pequeño contratista, del obrajero, del cañero? ¿O se pone del lado del patrón, del lado del rico, del lado del amo de la tierra?

Cuando hay huelgas o protestas porque los patronos no pagan o pagan salarios de hambre ¿a quién golpea la gendarmería o la policía? ¿Al patrón que no paga y roba, o al peón que reclama lo que es suyo?
¿Alguna vez viste que un policía o un gendarme defendieran a un pobre contra un rico?
No. Nunca. Porque la gendarmería, la policía y el ejército fueron creados para defender los intereses de los ricos, no de los pobres.
Si la gendarmería, la policía y el ejército estuvieran compuestos y dirigidos por los trabajadores, los ricos no podrían usarlos en contra de los pobres.
Si todos los arrenderos, peones, obrajeros, pequeños propietarios y contratistas tuvieran un arma, los ricos no los explotarían.

Y si los ricos no explotasen a los pobres, sencillamente no habría ricos, porque si nadie explota a nadie todo el mundo tendría que trabajar para vivir.
La tierra sería del que la trabaja. Las fábricas de sus obreros.
Si todos trabajasen parejo los beneficios serían parejos para todos.
Habría viviendas decentes para todos. Escuelas para todos. Ropa y zapatos y comida para todos. Hospitales y remedios para todos los que lo necesiten.

Los changuitos, por ejemplo, tendrían oportunidad de estudiar, de hacerse técnicos, abogados, médicos, artistas, ingenieros. Todos los hijos de los obreros y los campesinos podrían vestirse bien y estar bien alimentados, tener atención médica, y un porvenir seguro.
Todos por igual, porque serían todos hijos de trabajadores.
En cambio, ahora, los que tienen todo eso son los que no trabajan. Viven bien, los que no se esfuerzan.

Pasean, educan a sus hijos, tienen más casas que la necesaria para vivir y muchos más trajes de los necesarios para vestir. Son los dueños de la tierra, de fábricas, de automóviles, de barcos y hasta de aviones, los que viven del trabajo ajeno. Cada vez que en la casa del pobre nace un ternero, Patrón Costa o Manero o cualquiera de ellos, se presenta a cobrar.
Cada árbol de naranjas que da fruto, les da plata a ellos.
De cada cosecha, ellos exigen, roban, los beneficios.
¿Es que acaso ellos cuidaron la vaca parida o sembraron el pasto para alimentarla, o plantaron y podaron los naranjos?
¿Acaso ellos siembran bajo el sol, desayunan en medio de la lluvia, persiguen a los bichos del monte, ahuyentan a los loros, luchan contra la peste?
¿Es que alguna vez en su vida se doblaron sobre la tierra para hacer un surco o plantar un árbol?

¿Acaso alguna vez sus manos empuñaron un hacha para voltear un tronco o metieron sus pies desnudos en la selva plagada de víboras?

Ellos, los que mejor comen, jamás sembraron.
Los que tienen los más lujosos muebles, jamás cortaron un árbol.
Y los que siembran, los que hachan, sólo comen maíz y ni tienen ni una mesa ni una cama propia.
Es fácil ver cómo viven ellos, los que no trabajan y cómo viven ustedes, los que se matan trabajando.
Y cómo viven los hijos de ellos, los hijos de los ricos y cómo viven los hijos de ustedes, los hijos nuestros, los hijos de los pobres.

Los hijos de los Patrón Costa, nacen tan desnudos como los nuestros. Y sin embargo, jamás en su vida le faltarán ropas y ni zapatos aunque nunca trabajan.

A los nuestros siempre les faltará algo o les faltará todo, aunque trabajen desde niños.

Los hijos de los Patrón Costa, no nacen ilustrados. Nacen sin saber leer ni escribir. Y sin embargo ninguno de ellos quedará sin aprender y podrán seguir, si quieren, la carrera que prefieren.

Muchos de nuestros hijos, en cambio, jamás podrán tener tiempo para aprender, ni nosotros podremos mandarlos a los colegios de las ciudades, ni siquiera comprarles lápices y cuadernos. Y si alguno quisiera ser médico, o ingeniero, o marino o aviador, nunca podría llegar a serlo porque los Patrón Costa, Maner, Condutti, Vacareza y sus compadres, los mandarán siempre hambreados, para servirse de ellos, como se sirven de nosotros y se sirvieron de nuestros padres.

Y si los hijos de los ricos se enferman, no uno, sino diez médicos los atienden.

¿Cuántos médicos suben hasta nuestros ranchos?

Ni vendiendo todo lo que tenemos nos alcanzaría para pagar el viaje de uno. Nuestros cementerios guardan pocos viejos. Nuestros muertos son changuitos y hombres y mujeres jóvenes, que se murieron, más que de otra cosa, de pobres.

Así es nuestra vida. Y así es la de ellos.

Nosotros trabajando para morir pobres.

Ellos explotándonos para vivir ricos.

Se dicen amos de la tierra y dueños de la provincia. Y también se creen dueños del cielo, porque cuando el tiempo es bueno y hace la cosecha abundante, ellos exigen más, como si nos hubieran alquilado la lluvia y arrendado el sol.

Compañero campesino:
Nosotros hemos pensado en todo esto, y queremos que vos también pensés. Porque nosotros llegamos a la conclusión de que con todo esto hay que acabar. Pero que para que las cosas cambien, sólo queda el camino de la pelea.

Oponerle a sus armas, nuestras armas, a sus fuerzas, nuestras fuerzas.

Debemos quitarles los fusiles de las manos y empuñarlos nosotros. Unirnos y organizarnos. Y pronto seremos miles. Nosotros peleando en los montes y cerros. Los obreros en los ingenios y las fábricas.

El patrón es uno. Los trabajadores son miles.

Los millonarios un grupito. Los pobres millones.

Patrón Costa tiene en sus manos el porvenir de miles de hombres. ¿Es que los hombres de estas familias, no son suficientemente hombres para rebelarse?

Es cierto que ahora, ellos, los ricos, tienen las armas.
Pero para eso hemos llegado nosotros, para eso organizamos el Ejército Guerrillero del Pueblo. Para, junto con ustedes, quitarles las armas y ponerlas en manos del pueblo.

Este Ejército nuestro es el de los pobres. El de los humildes. Pero es el Ejército de los más, que derrotará a los menos.
Somos más, muchos más los pobres que los ricos.
Es claro que nuestra lucha será larga. Y será dura.
Pero nosotros estaremos peleando en nuestro suelo y por nuestra tierra. Aprovechando para la guerra, cada río, cada arroyo, cada senda y cada quebrada, que conocemos tanto, como los confines que llevan a nuestros ranchos.

Ellos tendrán que venir de afuera y se encontrarán con que todo es su enemigo, que todos los combaten, con que nadie los ayuda.

Con que hasta el mosquito y la víbora y el tigre estarán con el pobre y en contra de ellos.

Y muchos de los gendarmes y soldados que movilicen contra nosotros, pobres como nosotros, comprenderían que están peleando contra su propio suelo, contra sí mismos. En favor de sus propios enemigos.

¿O podemos pensar que un Patrón Costa es amigo de un gendarme o un policía? Simplemente los usan, los arriendan. Y ellos ya se irán dando cuenta de qué lado está el enemigo.

Te decíamos que esta lucha va a ser dura y larga.

Los ricos pondrán en práctica todos los recursos para aplastarnos, porque nos tienen miedo.

Y usarán desde aviones, cañones y ametralladoras, hasta delatores.

Esos son nuestros peores enemigos, los traidores que se fingen nuestros amigos para delatarnos luego.

Con éstos hay que ser y seremos implacables.

Los asesinos como Pérez Puentes y Pereira, y todos los que cumplen el mismo papel que ellos, que se preparen. Ninguno podrá seguir explotando y asesinando. Y los que le sirven seguirán el mismo destino de ellos.

Esta será una guerra de hombres, una guerra de vida o muerte, hasta que derrotemos a los amos de la tierra, hasta que la tierra esté en manos de los que la trabajan, ya sean coyas, criollos o matacos, sean de la raza que sean.

Pensá arrendero que el monte es tierra arada, porque vos sudaste.

Pensá arrendero que el fruto madura porque vos sudaste, que la selva es riqueza porque vos sudaste. ¿Hasta cuándo vas a pagar por cada gota de sudor como si tu trabajo fuera un pecado?

¿Y cuántos pesos ganados voleando el machete vuelven a las áreas del ingenio, que te esclaviza con vales y deudas?

Pensá obrajero que cada día que sigas volteando árboles será para hacer más lujosa la casa del que debe meses de tu mísero sueldo. ¿Cuándo podrás cortar las maderas para tu propia casa?

Ha llegado el momento de rebelarse.

No seremos los primeros en hacerlo. Ya en otros países se alzaron juntos los campesinos y los obreros y unidos vencieron a los amos de las fábricas y las entregaron a los trabajadores.

Terminaron los explotadores.

Aquí debe hacerse lo mismo.

Pensá en todo esto. Pensá en la fuerza de todo el pueblo unido. En el formidable ejército que formarán todos los campesinos y los obreros en armas. En las columnas de campesinos, criollos o indios, defendiendo juntos su derecho a la tierra.

Pensá en que cuando cada hombre del pueblo tenga su arma, se acabarán las policías bravas. Pensá que ellos sólo aflojan cuando se les golpea. Y que hay que golpearlos con todas nuestras fuerzas unidas. Que miles de puños juntos les caigan encima. Que miles de dedos juntos aprieten el gatillo a la vez.

La única salida para nosotros es la rebelión.

En las elecciones, obligan a votar sólo a los que los ricos quieren. Y entonces ganan los gobiernos que sirven a los ricos.

Y si los gobiernos quisieran hacer algo contra los ricos, no podrían. Porque los ricos tienen las armas de su parte.

Y así, cambian los gobiernos, pero los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres.

Esa es una ley que imponen los ricos, porque tienen la fuerza de su parte.

¿Qué han de hacer entonces? Unirnos. Unirnos todos los pobres. Tomar las armas nosotros y tener la fuerza de parte nuestra.

El gobierno nada hará por nosotros. Porque esto no lo arreglan los gobiernos puestos por los ricos y sostenidos por las mismas armas que defienden a los ricos.

Esto lo arreglará el pueblo. Esto lo arreglaremos nosotros. Y vos, compañero, junto con nosotros cuando juremos
REVOLUCIÓN O MUERTE
Recibe un saludo de hermano.
Montañas de Salta, Enero de 1964.
Por el Ejército Guerrillero del Pueblo
Comandante Segundo”
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La guerrilla en Salta, la insurgencia en Latinoamérica
Las confesiones de un general

Material publicado
el viernes 14 de marzo de 1997
en Clarín digital:
www.clarin.com

El libro "Secretos de generales", que acaba de ser publicado en La Habana, incluye un capítulo dedicado especialmente a la acción de oficiales cubanos en la Argentina de la década de los años 60.

Abelardo Colomé Ibarra, el único general de cuerpo de ejército en las fuerzas armadas cubanas, llamado "Furry" por sus amigos, detalla su intervención en la Argentina para apoyar a la incipiente guerrilla comandada por el periodista Ricardo Massetti, el "Comandante Segundo".

Colomé Ibarra es miembro del buró político, del Consejo de Estado, ministro del Interior y lleva en su pecho la estrella de "héroe de la república".

De 57 años y padre de seis hijos, tiene en su foja el haber actuado en Angola.
Esta es una síntesis del texto, cedido por la agencia Prensa Latina:

"...En 1962, partí a cumplir misión internacionalista en Bolivia y Argentina".

-¿Con qué finalidad?

-Preparar las condiciones para un alzamiento guerrillero en Argentina que estaría encabezado por el periodista Jorge Ricardo Massetti, quien había hecho una buena afinidad con su compatriota Ernesto Che Guevara. En esos momentos tenía veintidós años.

-¿Con qué nacionalidad entró a Sudamérica?

-Argelina. En diferentes ocasiones visité Argelia. Los argelinos habían obtenido su independencia hacía muy poco tiempo y sus principales dirigentes se portaron muy solidarios con nosotros. Nos dieron pasaportes argelinos y nos dijeron que si teníamos algún tropiezo nos reclamarían como ciudadanos de ese país.

-¿Cuál era su responsabilidad?

-Buscar una ubicación para crear una base de apoyo y hacerme de una fachada para recibir el personal, las armas y pasarlos para Argentina. Con la cooperación de un profesor de Cochabamba compré una finca de cuatro hectáreas en Emborozu, sitio ubicado al sur de Tarija, muy cerca de la frontera con Argentina.

Estábamos tan apartados que hasta al patio de la casa llegaban los monos. Un moro llamado Jandan nos alquilaba un tractor. Contábamos con un jeep Willys y otro Toyota. La comida, la gasolina y el petróleo lo adquiríamos en la frontera.

En aquellos años no se pensaba en guerrillas. Los vecinos de la localidad estaban convencidos de que me dedicaba al tráfico de drogas. Con el transcurso de los meses, logramos documentos bolivianos.

-¿Cómo supo de la situación de Massetti?

-Al regresar de Argentina, José María Tamayo (Papi) me informó que Massetti se había quedado estancado en un lugar de las montañas de Salta. En unión de Coco Peredo saqué unos pasajes de avión y nos fuimos a Argentina para tratar de hacer contacto con Massetti.

- ¿Adónde llegaron? 

-A la casa de uno que le decían "el cordobés", que se encontraba alzado con Masetti. Al llegar, la esposa nos comunicó que la Gendarmería lo había llevado preso ese mismo día cuando iba con suministros para Jorge Ricardo.
-Según su información, ¿qué fue realmente lo que pasó?
-Massetti mandó a Hermes Peña y un argentino a casa de un campesino a buscar alimentos y le dejaron el dinero con el compromiso de recoger los víveres. El hombre se asustó y los denunció. Cuando salieron con los brazos llenos de paquetes, los dos fueron acribillados.
Pienso que Jorge Ricardo, en su intento de huir, se internó en la selva y murió. A ciencia cierta nunca se ha podido saber realmente qué le ocurrió. En 1964 regresé a Cuba.

Ciro Bustos: El sueño revolucionario del Che era Argentina
Entrevista hecha por Jaime Padilla,
periodista boliviano
radicado en Malmö, Suecia,
lugar donde será realizada la entrevista
en octubre de 1997.
 Publicado en Internet por Rebelión:
www.rebelión.org

Ciro Bustos, de 65 años de edad, distanciado tantas veces en las publicaciones posteriores a la muerte del Che Guevara en Bolivia, octubre de 1967, rompe hoy su silencio.
No con la repetición de los hechos, sino revelando antecedentes poco o nunca antes conocidos, del proyecto revolucionario que concibieran sus principales gestores, después del triunfo de la revolución cubana. Argentina sería el objetivo con una base de desplazamiento desde Bolivia.
El guerrillero: "Laureano", "Pelao", " Mauricio", "Marcelo" o "Carlos", nombres de combate de Ciro Bustos, reasume su lugar en la historia. Queda claro que es imprescindible hoy encarar su protagonismo desde el surgimiento del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) en la Argentina, y a partir de ello, su inquebrantable convicción personal.

Tras su dramática liberación en 1970, Bustos ha estado viviendo una especie de autoexilio, en el más absoluto hermetismo para no comprometer -dice- a la red de contactos y grupos de apoyo existentes en su país. Se supone que hablar de la acción insurgente era también para él activar, en épocas de las sucesivas dictaduras en Argentina, una nueva ola represiva.

Conviene ahora observar que como consecuencia implícita de los hechos comprobados, en los años recientes, historiadores y biógrafos del Che han aportado elementos que legitiman el rol que a Bustos le tocó desempeñar al lado de su jefe el comandante Che Guevara.

Hoy por hoy la incidencia histórica de éste diálogo está en las respuestas de nuestro entrevistado.
Ciro Bustos: (...)El 26 de julio, fiesta aniversario del Moncada, se celebraría en Santiago. Granados me anuncia que el Che quiere conocerme. Pero el encuentro se posterga por enfermedad mía. No puedo viajar a Santiago pero el deja una orden de pasaje para La Habana en el avión de cubana y voy unos días más tarde.

La oportunidad de charlar más libremente, en casa de Alberto, comiendo el asadito planeado, se había perdido y el Che ya estaba sumido en su ritmo habitual. Me llevaron a su oficina del Ministerio de Industria a las dos o tres de la mañana y en una pausa me explicó que no tenía tiempo para una conversación conmigo pero que alguien lo haría en su nombre. Un par de días después fui llevado a la casa de Masetti.

El plan era preparar un grupo, bien entrenado militarmente, que entraría en Argentina a instalar una base guerrillera eventualmente al mando de Masetti como comandante "Segundo", hasta la llegada del Che que se produciría ni bien se consolidará el grupo como vanguardia.

Jaime Padilla: ¿Coincidió Ud. con tales planes?

Si, claro. Había muchos interrogantes, mucho a discutir. Pero también un acuerdo básico de hecho: sí se trataba de un plan del Che con él incluido, ahí quería estar yo. Una vez aceptada la propuesta, debía regresar a Holguín a desligarme de mis responsabilidades allí.

El Che arregló la cosa mediante una - supuesta - beca inmediata del Ministerio de Industria para ir a especializarme en cerámica a Checoslovaquia y debía viajar en cuestión de días. El único que supo la verdad fue Granados, de quien me despedí, por última vez en Santiago, antes de regresar a La Habana.

¿Había otra gente trabajando en esto? 

Si, me encontré con todo el grupo en una mansión abandonada por sus dueños, huidos a Miami, en uno de los barrios más elegantes de Cuba, Marianao. La casa podía alojar a una compañía, rodeada de un inmenso parque que la separaba de otras casas iguales, también abandonadas.
Pero nuestro ejército cabía en una sola habitación. Eramos seis, sumados nuestro comandante Segundo, y la tropa. Esta se componía de dos chaqueños importados directamente desde el Chaco en un viaje de exploración que había realizado Granados un par de meses antes a la Argentina; de un médico porteño que trabajaba como tal desde hacia más de un año en La Habana donde hizo amistad con Masetti; de un guajiro auténtico, jefe de la escolta del Che, que venía luchando a su lado desde los primeros tiempos de la Sierra Maestra, la invasión, el Escambray, Santa Clara, La Cabaña. Su nombre: Hermes Peña, muerto en combate en Oran, Salta. Y yo.

¿Preferían una mansión y no un cuartel?

No, claro. La idea era utilizarla como lugar de concentración y aislamiento para todo tipo de cursos - excepto las prácticas de tiro que hacíamos en polígonos reservados del ejército rebelde - y que resultaba muy adecuada para las visitas nocturnas del Che que solía aparecer a las tres o cuatro de la mañana. De ninguna manera se trataba de vivir en el Sheraton.

¿Quienes participaban en la preparación del grupo?

Había un grupo de gente, oficiales de la Sierra, al mando del capitán Olo Pantoja, muerto en La Higuera, y bajo la supervisión general del colorado, "Barbarroja"; Cte. Manuel Piñeiro, viceministro del interior, y jefe del aparato de seguridad del Estado, que se ocupaban de nosotros en materia de cursos, traslados, prácticas etc. y una serie de especialistas que nos transferían sus conocimientos y experiencias militares y técnicas. Entre ellos, el actual jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Ulises Rosales del Toro. También otro comandante, que luego supimos, nos acompañaría para hacerse cargo de nuestra base estratégica. En esos tiempos tenía un cargo asombroso para su edad: era el jefe de la policía de La Habana.

Hoy él es el general de más alto rango en Cuba, héroe de la guerra en Angola, actualmente Ministro del Interior, Gral. de Ejército Abelardo Colomé Ibarra. El comandante Furry. En su jeep de la policía, dando órdenes o evacuando consultas de sus subordinados mediante la radio de microondas en conexión permanente con la central de policía, Furry nos acompañaba en marchas de quince o veinte kilómetros, con equipo completo, mochila y armas, por los caminos de la periferia de La Habana. Teniendo en cuenta que eran momentos muy duros en Cuba, con intentos casi cotidianos de infiltración y sabotajes, para andar de noche con esos equipos, era recomendable la protección de por lo menos el jefe de policía.

Las cosas se aceleraron por culpa de la crisis de Octubre -la crisis de los cohetes- que estuvo a punto de echar todo a pique. Hubo movilización general y el Che se hizo cargo de su puesto de comandante del ejército de Occidente y nos llevó con él a Pinar del Río. Ya se sabe lo que pasó. Cuando amainó la tormenta, el Che planteó, irrefutablemente, que, a nosotros nos quería afuera.

Debíamos apresurar el aprendizaje pendiente para salir en el primer vuelo disponible.

¿En que consistían los cursos?

En ese corto periodo, hicimos de todo, todo el día y casi toda la noche, sin parar. A mi me destinaron a los cursos de inteligencia y seguridad que implicaba trabajar todo el tiempo con claves, cifrados y descifrados, chequeos y seguimientos, tintas invisibles y embutidos [zulos].

Parte importante de la formación, eran los cursos de contra-inteligencia y desinformación. Se hacía hincapié permanentemente, en lo que había que estar dispuesto a sacrificar: desde la familia, pasando por el orgullo personal, hasta todos los honores y la vida, de ser necesario.

Escuché relatos minuciosos de héroes anónimos que debieron renunciar a todo ello, quizá para siempre, dejando en la ruina moral de la ignorancia a sus seres queridos, para poder fabricarles una cobertura sólida que les permitiera infiltrarlos en los grupos contrarevolucionarios de Miami y asentarse allí indefinidamente trabajando para la seguridad cubana. Aprendí, con la sensación de que enfrentar esta posibilidad era casi peor que la muerte.

¿Y cuando salen de La Habana?

Terminamos el programa acordado al tiempo que preparábamos nuestra salida. Fueron los primeros días de noviembre del 62. Días febriles. El grupo, al que se sumaba de partida Furry, esperaría en Checoslovaquia que se completarán tareas de infraestructura que estaban diseñadas pero no resueltas: sobre todo, la base estratégica de Bolivia. Eramos siete, incluidos Segundo y Furry. Y una amplia apoyatura de la seguridad, vía embajada Cubana. Otro comandante, Papito Sergera, se movía por allí como bisagra entre nosotros, Cuba y los Checos.

En principio, fuimos alojados en un hotel de turismo en el Lago Slapi. Era ya pleno invierno, noviembre, y el hotel casi aislado por la nieve, estaba vacío. Nos permitió mantener un programa de entrenamiento físico mucho más fuerte: mientras desayunábamos cada mañana, muy temprano, elegíamos un poblado en el mapa, a diez, quince o veinte km. Del hotel y hacia allí partíamos, con la nieve a media pierna, cortando camino por los campos dormidos bajo el hielo, hasta dar con el pueblito campesino, nunca más de media docena de casas-granjas, pero siempre con una excelente taberna donde comíamos formidables guisos regados por la mejor cerveza del mundo. Luego, a regresar ahítos y muertos de cansancio.

Estas maniobras cotidianas, despertaron la suspicacias de los checos y con el fin de no destapar el manto -eramos un grupo de becados-, nos trasladamos a Praga.

Cambiaron el campo por la ciudad.

Claro, perdíamos lo duro de las caminatas sobre la nieve y además nos dividimos, Segundo en un hotel céntrico y nosotros en el Hotel Internacional. Pero la comida seguía siendo estupenda. De todas maneras, cuidábamos de mantenernos en forma.

Lo que pasó, fue que empezamos a sentirnos retenidos en una trampa. El tiempo pasaba y no se concretaban nuestros planes. Segundo se salía de la vaina y los contactos cubanos miraban al cielo silbando. Yo estaba a cargo de la seguridad del grupo y Segundo ya había establecido la costumbre de discutir -en realidad monologar- todo conmigo. Mis horas de sueño se reducían gracias a esto notablemente, pero me permitía participar de las decisiones.

En una noche en su hotel, hacia la madrugada, tomó la determinación de viajar, sin más trámites, a buscar ayuda alternativa de sus amigos argelinos Ben Bella y Boumedien, jefes triunfantes, recientemente instalados en el poder en Argelia. Al ponerse en marcha la mañana, hicimos los trámites de su pasaje y antes del mediodía ya estaba él en vuelo.

¿Masetti, ya era una figura conocida internacionalmente?

Si, vale la pena aclarar esto. Después de haber puesto en marcha en La Habana las oficinas y una estructura mínima pero completa de nexos internacionales de la agencia de noticias Prensa Latina, de la que fue su fundador en anuencia con el Che, Masetti realizó lo que constituyó la toma de contacto entre Cuba y los revolucionarios argelinos que luchaban por su liberación sepultados bajo la propaganda francesa. Las condiciones de increíble salvajismo conque el ejército colonialista francés trataba de apagar el heroísmo de los combatientes, habían resquebrajado el muro de silencio y el mundo progresista se preguntaba ya de qué se trataba.

La política cubana en ese momento, de enfrentamiento desigual con el imperialismo, era la de descubrir aliados potenciales, al menos en la actitud de lucha, de praxis armada contra los poderes coloniales. La idea de ir a ver cómo era la cosa encontró inmediato apoyo, y Masetti partió con esa misión. Deambuló por los países limítrofes de Argelia hasta que finalmente logró un contacto en Túnez. Entró en relación con miembros del Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLNA), que terminaron por proponerle una visita directa a la comandancia rebelde, tras las líneas francesas, en las montañas entre Túnez y Constantina. De esa forma, en una zona atacada por la aviación francesa, llegó hasta el jefe militar de la rebelión Houari Boumedienne. Este episodio, que lo retrotraía a Masetti en el tiempo (había hecho lo mismo en la Sierra Maestra, con Fidel y con el Che), colocó a Masetti en una situación de simpatías mutuas y por su parte, de entrega sin reservas. En nombre de la revolución cubana preguntó cómo se podía ayudar, y Boumedienne respondió "con armas".

Segundo hizo el camino a la inversa, llegó a La Habana, se encontró con el Che y con Fidel y después de un largo informe, al alba casi, Fidel le dice -"hay un vuelo de Cubana a Europa hoy por la mañana, lo tomas y regresas a verlo al Boumedien y le preguntas donde le ponemos las armas. Mientras, nosotros alistamos el barco y partirá con armas para un batallón con ese rumbo, ya tú le puedes radiar el destino..."- Así lo hizo Segundo, sin dormir y casi sin respirar.

Los lazos de amistad y respeto mutuo estaban vigentes y Segundo volvió a Praga con una oferta de ayuda abierta y sin condiciones para todo el grupo en menos de 48 horas.

Hay que decir, sí es que no lo hice ya, que Masetti pertenecía a esa clase de hombres especiales, como el Che había escrito hablando de Frank Pais. No por nada eran amigos.

(...) desde Santa Cruz, junto a Segundo, apareció otro boliviano cedido por el PC para colaborarnos: el Loro, Jorge Vázquez Viaña, asesinado en Ñancahuazú. Junto a ellos continué el viaje.
Segundo estaba en plan de inversionista en tierras.

Esta generosa relación, la había arreglado Papi, Martínez Tamayo, antes de nuestra llegada, con un sector del partido.

La finca - nuestra base -, estaba estupendamente ubicada, en el triángulo que forma Tarija entrando en Salta, entre los ríos Bermejo y Pilcomayo. Zona selvática y montañosa, casi deshabitada, tenía un solo sendero que unía la finca, situada justo en el medio del triángulo, saliendo a conectarse con el camino Tarija - Bermejo que bajaba paralelo al río Bermejo, en el extremo noroeste del triángulo.

Había una casa de piedra, con una sala grande, una pequeña pieza, una cocina grande con salida trasera, directamente al monte. Frente a la casa, por donde llegaba el sendero, una plantación de cítricos y paltas, donde, haciendo guardias interminables, me hartaba de pomelos deliciosos.

Nos ocupamos, durante unos días, de la tarea de desembalar los equipos e inventariarlos. Aparte de las armas, que eran las pedidas por Segundo y buenas, el resto del aporte cubano dejaba mucho que desear o era pésimo. Uniformes de Boy Scout, de nylon, mal confeccionados, que no resistirían ni una espina, cartucheras tipo Tom Mix, con estrellitas, de falso cuero, etc.

Pero nosotros traíamos excelentes uniformes completos y toda la parafernalia militar de campaña, lo que nos permitía sonreír de costado.

Armamos nuestras mochilas, bastante cómodas, tratando de no sobrepasar los 30 kilos, cosa imposible por culpa del peso del radiotransmisor, generador y trípode, que le tocaba llevar a Leonardo en su doble carácter de médico radiólogo, pero que implicaba repartir su exceso de carga. Quedamos en torno a los 35 - 37 kilos, lo que significaba un disparate.

El aparato, era norteamericano, de los que la CIA arrojaba sobre Cuba para la contra y que la seguridad, los muchachones de Barbarroja, a decir de Segundo, cosechaba siempre.
Completamente blindado en goma, como el generador, se podían sacar del barro y ponerlos a funcionar.
Otro motivo de peso, era el parque. Segundo quiso que lleváramos una dotación de 200 tiros per capita, lo que representa varios kilos, contando el arma. Había que llevar comida para un tiempo prolongado además de la ropa, hamaca, frazada, medicamentos, etc. Teníamos que penetrar en el país, sin hacer contactos hasta alejarnos de la frontera. De sólo pensar en ello, me dan ganas de empezar a tachar cosas.

Furry con Federico, fueron los encargados del relevamiento topográfico de la zona, buscando un vado para pasar el Bermejo. Mientras más al norte, menos agua. Pero no resultó lo más conveniente. Por fin, una noche, cargamos las mochilas en el jeep y, ya vestidos y armados, el pequeño ejército loco, se puso en marcha.

El objetivo es Argentina, con base de apoyo en territorio boliviano. Completando esta primera etapa, ¿cómo y bajo que circunstancias se produce el ingreso al territorio argentino?

El cruce se efectuó sin problemas, ya sin luna, sobre las tres de la madrugada. Furry metió el jeep lo más que pudo en el vado, descargamos y nos pusimos las mochilas y tras una simple despedida, terminamos de pasar el río y nos sumergimos en la selva, subiendo por el cauce de un arroyo, argentino, como sus titilantes aguas.

Entrábamos a un territorio de 2.790.000 km. cuadrados de superficie, por un costado ignoto, sin que nadie nos llamara y sin que nadie nos esperara. Sólo el rumor cantarino y fantástico del agua, que llegaría a ser nuestra sinfonía predilecta, y el crujir obsceno de la selva, mezcla de placer y amenaza, nos recibía.

La columna, mejor dicho, el encolumnado de la marcha, era así: Hermes a la vanguardia, yo, Segundo, Leonardo, y Federico de retaguardia. Este orden se mantuvo en la primera etapa, y servía para fraccionar el grupo sí había que explorar; los dos primeros o los dos últimos.
Acampamos al atardecer, bajo la dirección de Hermes, que ejercía su autoridad de experto sin contemplaciones. Aunque deslumbrado por la magnitud de lo que nos rodeaba, empezó a moverse como si hubiera nacido allí. Un día, al acampar casi de noche, medio perdidos porque la realidad no se ajustaba a la carta geográfica militar de que disponíamos, Segundo ordenó una exploración que nos situara en el mapa. Salimos con Hermes ya de noche, después de comer un arroz con sardinas en aceite (dos latitas para los cinco). Hermes empezó a caminar en medio del monte como si fuera por el trillo de su batey, en Oriente.

Al cabo de dos horas, yo podía seguirlo solo porque veía la luz verde fosforescente del cuadrante de su Rolex, pero no tenía ni la menor idea de la dirección que llevábamos, ni de donde habían quedado el resto de los compañeros. Subimos y bajamos lomas, cruzamos arroyos, hasta que se paró y dijo -" ajá, volvamos"-. En dos horas más, hacia las dos, estábamos de regreso, justo para hacerme cargo de mi turno de posta.

El problema fue que entramos por una zona que no tenía salida en dirección sur, nuestro destino. El monte allí se topa y sube las altas montañas de Iruya, que descienden hasta caer al Bermejo, cerrando la zona con una barrera de farallones imposibles de pasar.

Unos días después, bajamos por un afluente del Bermejo y un par de km. antes de salir a él, Segundo me manda a mi a buscar un paso y, eventualmente, comida. Me cambié el uniforme por arrugadas ropas civiles, y acompañado por Hermes hasta cierto punto, donde se queda a esperarme, sigo hasta la desembocadura. Me encuentro con un excelente vado; el Bermejo muy bajo, deja piedras al aire por las que se puede pasar saltando, sin tocar el agua. Eso hago, justamente, y estoy de vuelta en Bolivia. Me decido por caminar hacia la derecha, a favor del río, y acierto. A unos dos o tres km., hay un ensanche en el camino, para facilitar el paso de camiones que se topan de frente, y allí, gracias al otro Hermes, el dios griego, había un kiosco, una casilla de chapas, que ofrecía en venta a los motorizados viajeros, algunas frutas, pan y vino, chorizos, mortadelas y latas; de leche condensada, de carne, de pescado; harina, arroz, charqui y hasta papas y cebollas. Un colla de los que viven del contrabando hormiga desde Argentina, tenía allí su emporio.

Era como un espejismo, una alucinación, difícil de creer a pesar de verlo, de probarlo ya con un vasito de vino caliente en una mano y un chorizo grasiento en la otra.

Mi cara de náufrago de la selva, no le impedía hacer negocios. Me llenó un saco de yute con toda la comida que calculé podía cargar, incluida una garrafa de dos litros de vino, le saqué alguna información y emprendí el camino de vuelta. Crucé el vado a duras penas por el peso del saco que se bamboleaba en mi hombro y subiendo ya más tranquilo, al atardecer, me salió Hermes al paso, con cara de felicidad, no se si por verme a mi, o al bulto que traía.
El relato de mi expedición, decidió a Segundo a salir él ahora y tratar de llegar a la finca. Nos emboscamos frente al vado, con el camino a la vista, y luego de recuperar su rol de terrateniente, partió Segundo. Volvería con Furry en un plazo elástico de algunos días, de noche, haciendo señas con las luces del jeep, a responder con linterna.

Así sucedió. Me armó una tremenda bronca, porque el vado no era el mismo de la entrada y debió caminar más del doble, como si yo pudiera reconocer de día, un lugar que había pasado de noche, y que los topógrafos exploradores, habían considerado el único vado. No sólo no era el único, sino que éste era mejor.

En todo caso, Segundo había tomado la decisión de retornar todos a la finca por unos días, mientras se encontraba un paso más al sur de los farallones.

Pero ocurrió algo que nos cambiaba la perspectiva política, y por ende, nuestros planes inmediatos.
Mientras se hacían nuevas exploraciones, se producen las elecciones presidenciales en Argentina, totalmente fraudulentas, pero que, sorpresivamente, gana un candidato puesto para perder por los radicales: el Dr. Arturo Illia, un viejo médico cordobés, pan de Dios, famoso por su honradez sin tacha. Illia ganaba por un porcentaje mínimo en relación con una nevada de más del 60% de votos en blanco peronistas, que habían sido excluidos del acto electoral. Los militares anunciaban que respetaban el resultado y se preparaba el retorno a la normalidad civil. (Guido, ex presidente del Senado, radical, había servido de testaferro presidencial de los militares que derrocaron a Frondizi, pero el poder era de ellos.) El clima de euforia y buenas intenciones políticas, dominaban los noticieros radiales y nos sumía en un desconcierto total.

En esa disyuntiva, Segundo resuelve suspender la operación. Manda a Federico a sus pagos, Resistencia (Chaco) a frenar al Loro que debía hacer unos contactos partidarios allí a nuestro beneficio, y a Furry a La Paz para comunicar la decisión al Che. Nosotros nos quedamos rumiando nuestra incertidumbre.

Una noche, me llama a su lado: -"Pelado, somos unos comemierdas. Las elecciones son una farsa, una trampa del sistema. Nada a cambiado. Seguimos adelante. Te vas ha parar a Federico y seguís viaje a Bs.As. Córdoba, Mendoza."-.

Con apenas tres días de diferencia, partí detrás de Federico. En esa parte del país, el transporte no es fácil y menos hacia el Chaco. Podía, quizá, llegar antes que él a Resistencia. Conseguí plaza en una avioneta solitaria que regresaba a Formosa, y al día siguiente, en tren, llegué a destino.

Encontré a Fede en su casa, clandestino. Hicimos juntos el contacto con el Loro; debían volver ambos a la base, y yo seguí, con un documento que me consiguió el Loro. El relato de mi entrada ilegal, lo guardo para otra ocasión.

Me olvidaba de señalar que, simultáneamente, habíamos perdido una quinta parte de nuestras fuerzas. El medecin pidió su baja por enfermedad. De paso por Bs.As., para retornar a Cuba vía Europa, hizo un par de contactos que se tradujeron en nuevos reclutas.


¿Cómo se desarrollan los contactos y la formación de la red urbana?


Yo pensé en una familia amiga en Córdoba. Habían sido mis más entusiastas colaboradores en el 61, cuando me iba a Cuba, y confiaba en ellos.

Ademar y Clelia vivían en Bell Ville, una hermosa ciudad provinciana. Aparecí de noche reclamando silencio en torno a mi persona y exponiendo mis necesidades de contactos seguros y de nivel político. No podía haber arribado a mejor puerto. Me alojaron en su casa, me rodearon de atenciones y resolvieron todo.

Organizaron un encuentro con un miembro de la dirección de " Pasado y Presente", una cotizada publicación teórica de marxismo, que se editaba en Córdoba. La revista nucleaba en su entorno, el grueso de la disidencia izquierdista y revolucionaria, que ya se había enfrentado a la dirección del PC, y estaba produciendo rupturas considerables en todo el país. Oscar del Barco escuchó lo que constituía mi discurso, muy simple y muy concreto, y se fue para organizar una reunión ampliada. En un par de días, me buscaron para llevarme a Córdoba y allí encontré a toda la dirección de la revista. Me sentí un poco ingenuo frente a tan relevantes pensadores, pero a medida que hablaba, iba cobrando confianza al tiempo que el aire parecía electrizarse. El as en la manga, era la jefatura del Che y yo lo puse arriba de la mesa en el momento culminante. Pancho Aricó, respondió en nombre de todos, aceptando participar en la tarea de facilitarme contactos para construir lo que sería la red urbana del EGP.

Me dieron el primer contacto en Bs.As., un joven filósofo escindido ya del PC, de gran arrastre en los medios intelectuales: Juan Carlos. El me puso en relación con el sector que ya había sido expulsado del partido. A partir de allí, todo caminaría sobre ruedas.

Jorge Bellomo acompañaría hasta la base a los dos primeros aspirantes porteños, "El Grillo" y "Pupi".

Desde Córdoba iba un grupo mayor, entre ellos Héctor Jouvet a cargo de todos. Cuando yo regreso a la finca, luego de viajar a Mendoza, nuestras fuerzas eran más del doble que las originales.
Un grupo grande, de los primeros en comenzar a trabajar con nosotros en Capital Federal, fue el de la facultad de filosofía, el grupo de Ana María, Diego y Cesar.

En Mendoza quedó también funcionando un grupo. Como en el caso de Bell Ville, pensé también en un amigo, Ramón, a quien antes que nada le pedí me alojara poniéndome a salvo de encuentros familiares.

Para mis hermanos, no existí hasta caer preso en el 67. Ramón y el "Cholo", se ocuparon de organizar el EGP en Mendoza.

Destinamos unas semanas en acostumbrar mínimamente a los reclutas, a las dificultades y durezas de la vida guerrillera, poniéndolos a vivir directamente en el monte y haciendo marchas diarias con uno de nosotros. Ellos dirían después, que cuando me tocaba a mi, era como el día de descanso.

En septiembre, el crecido germen del EGP, tras juramentarse luchar por la revolución en una Argentina desproporcionadamente grande en relación a nuestras fuerzas, pero no a nuestro amor, volvió a penetrar al territorio nacional.



¿Y cuando ingresaría el Che?


Alberto Castellanos, otro miembro de la escolta del Che, que había llegado para empezar a preparar las condiciones para la difícil operación del eventual ingreso del Che, entró con nosotros.
La llegada del Che seguía dependiendo de que nuestra avanzada se consolidara. La columna avanzó hasta un punto cercano a Oran, desde donde Segundo me ordenó viajar nuevamente a las ciudades a consolidar las redes y organizar el envío regular de abastecimientos y nuevos reclutas. Esta pasó a ser tarea fundamental para mi y debí traspasar responsabilidades militares a Héctor. Compramos una camioneta y creamos una base logística permanente en Salta. Bs.As. y Córdoba crecían sin parar aportando el grueso de la gente. Yo bajaba y subía cada mes. Furry vino a una visita y subió conmigo.

Estábamos haciendo tiempo en Salta planeando ir al cine y paseábamos por la ciudad. A mitad de una cuadra, al borde de la acera, se da vuelta a mirarme haciendo una mueca con el dedo en alto y tartamudeando algo ininteligible; yo le digo que se deje de bromas y el se desploma redondo al suelo: un ataque. Sin pensarlo ni un minuto, lo levanto en brazos y cruzando la calle, me zampo adentro de un Hotel que había enfrente. El conserje, inquieto quiere llamar un médico, pero le explico que es inútil. Se trata de un ataque de epilepsia y lo único que se puede hacer es ponerlo en una cama a dormir, argumento. Me da las llaves de una fresca habitación y acuesto al dormido Furry, que en efecto, dormirá varias horas.

Con un pretexto cualquiera, salgo a contactar con una familia amiga, que aceptan alojarlo.
Regreso al Hotel, espero que despierte, y salimos normalmente. Al día siguiente, vamos en autobús a Orán y nos adentramos caminando por la senda que se mete al monte hasta encontrar la camioneta en el punto previsto. "El Gringo" Canello, médico Cordobés a cargo del vehículo, traía un montón de gente, cuatro porteños y dos cordobeses, que armaban un escándalo tratando de cruzar el río crecido por las tormentas. Cuando logramos seguir, al otro día, en otro río, más ancho y caudaloso, cargados de provisiones, pasábamos de dos en dos; en la mitad del río, con el agua al pecho, Furry que va delante mío, a un metro, no más, alcanza a volverse con el dedo otra vez en alto, intentando avisarme de un nuevo ataque, y se desploma hundiéndose en las aguas. No se cómo, ni con qué fuerzas, lo saqué a flote y con mochila y todo, logré arrastrarlo hasta la orilla, en que ya me ayudaban los compañeros.

El susto fue grande, pero ya habíamos encontrado a Henry y la gente que venía a buscarnos y no era cuestión de exponer a todos. Decidí quedarme con Furry, mientras dormía, emboscados próximo al agua, mientras Henry se iba con todos. A l día siguiente, caminamos hasta mitad de camino antes de encontrarnos con Hermes que venía por nosotros.

Furry había venido a coordinar una próxima entrega de material militar, que por su riesgo, debía estar planeada en sus mínimos detalles. La misión de llevar a cabo esta operación, me la dio Segundo a mi, con todo mi grupo. Con parte de él, acababa de llegar, retrasado por las tormentas, de un viaje a un caserío a establecer una vía de aprovisionamiento.

Estábamos agotados, con los pies deshechos de tanto caminar en el agua, pero debimos salir nuevamente, luego de comer algo. Había que retroceder todo lo andado hasta llegar a nuestro punto de entrada, en la banda del Bermejo. Era una caminata de una semana, como mínimo, y contra reloj. Héctor, que no participó de la anterior caminata, fue capaz de encontrar los senderos de la montañosa selva, los recónditos lugares por los que habíamos pasado meses antes, y conducirnos al punto justo, ante unas farallas del Bermejo, en que el jeep de Furry aparecería la misma noche de llegar nosotros.

De paso, hay que decir que el río no era el mismo de los suaves vados de invierno. Estaba ahora convertido en una masa de agua torrentosa, que delataba su profundidad en la calma lisa de superficie espumosa.

Era una importante cantidad de armas, incluidas un par de lanza-granadas chinas, con sus proyectiles etc.

Papi era el belicoso rey mago y entró para ayudarnos a trasladar el regalo hasta el campamento, en la zona del Río Pescado.

La guerrilla, ahora bien armada y con excedentes en reserva, alcanzaba ya la treintena de hombres.
Habíamos recorrido una extensa región y empezábamos a dominarla en su difícil geografía. Pero la base social era mísera y escasa, inútil políticamente. Se veía claramente ya, que la fuerza dominante, fervorosa, y que en la práctica, pugnaba casi por integrarse a nosotros, era la clase media, obrera y estudiantil, ciudadana. Nada raro en un país en que el 83 % de la población, vivía en las ciudades. No éramos un país campesino, no eran campesinos los pobres seres marginados, refugiados, arrumbados en la selva, que habíamos encontrado hasta ahora.

Debíamos trasladar la zona de operaciones, aproximándonos a los cultivos cañeros, donde la explotación, era científicamente inhumana, capaz de generar conciencia.

Pero no nos enfrentábamos sólo a esta orfandad social hacia afuera. También hacia adentro. La meta de la revolución colocada por encima de todo, como tótem sobre cualquier otro valor, incluso, el de la vida humana, hizo escarnio de nuestros principios, de nuestro sentido básico de la solidaridad. Hubo dos fusilamientos y no fuimos capaces de oponernos a ellos, aún estando en contra.

Por esas fechas, se organizó una visita de la Dirección Nacional Urbana llamados por Segundo a sostener una conferencia. Subieron Pancho y Armando, pero este último no pudo llegar al campamento; demasiado esfuerzo para su edad.

De la reunión, resultó una estructuración bastante definitiva del aparato de apoyo a nivel nacional, sus normas de seguridad y funcionamiento, autonomías y vinculaciones políticas, bajo el mando único de Segundo, quedando yo como cadena de transmisión de la hegemonía y mando de la guerrilla, sobre la ciudad.

Sí la red de contactos bajo su coordinación era tan numerosa, ¿cómo podía Ud. controlarla?

Es difícil sintetizar dado que, aparte de las visitas mensuales a los centros básicos, Bs.As., Córdoba y Mendoza, establecí contactos activos con grupos y personas sueltos o ligados a otras organizaciones o fracciones, en La Plata, Tucumán, Santa Fe, etc. Periodistas, sindicalistas, líderes políticos, iban armando un tejido de relaciones que exigían un cuidado extra de la seguridad; nadie sabía nunca con quién hablarían, sólo que con un oficial de la guerrilla: Laureano.

Pero ya las fuerzas oscuras estaban interesadas.

El Partido Comunista boliviano, había avisado al dirigente uruguayo, Arismendi, de que estaban prestando apoyo logístico a un grupo argentino vinculado a los cubanos. Arismendi lo comunicó a Codovilla. Los campesinos y habitantes de la región por donde nuestra camioneta se movía, habían comunicado a la gendarmería sus sospechas de una vía de contrabando en la zona.

Una pareja de militantes comunistas de una célula de Matanzas, Pcia. de Bs.As., buscaba integrarse. Los muchachos de Rafael, responsable de reclutamiento, enfriaban el contacto porque la orden era no relacionarse orgánicamente, ni chuparle gentes al PC. Uno de los postulantes, se presentaba a si mismo como un regalo del cielo: era pedicuro. Afortunadamente, la compartimentación era absoluta y las citas, siempre callejeras. Nunca conocieron ni un nombre, ni una casa.

Finalmente, la tentación del pedicuro propio se impuso; se les comunicó que subirían a corto plazo. Y partieron. No sabíamos entonces que estaba ocurriendo una notable coincidencia: tanto el PC argentino, como Coordinación de la Policía Federal habían decidido infiltrarnos. Lo más notable de la coincidencia, es que usaban las mismas personas.

Yo bajé a encontrar a Furry en Bs.As. y conducirlo arriba. En Córdoba, lo alojamos en una casa de seguridad mientras yo lo hacía en otra, a pasar la noche. Por la mañana, subo a un autobús para ir en su búsqueda y compro un diario. En primera plana salía la noticia del descubrimiento y captura de un grupo guerrillero en Oran, Salta.

En resumen, "El pedicuro" y su amigo no tenían más órdenes que tomar el tren al norte. No pudieron hacer otra cosa. Mientras, sus jefes de Coordinación, de la que eran miembros, les organizaban una cobertura de seguimiento desde el mismo Bs.As.

Pero al salir ya el nuevo grupo desde Salta, la camioneta hace maniobras de despiste, y la policía pierde el contacto con sus agentes, que, al adentrarse en la selva, se la empiezan a ver negra. Paralelamente, pero sin ninguna vinculación, la gendarmería decide investigar las denuncias de contrabandistas. Cuando el nuevo grupo ya se ha encontrado con Diego y otros compañeros que han esperado la camioneta y caminan de regreso al campamento central, dejando en el número uno el grupo a cargo de Alberto Castellanos, "El pedicuro" comprende que deben salir entonces o nunca. En una pausa, se interesa por las armas de los guerrilleros y al tener una para mirarla, le dispara a Diego atravesándole el muslo, y logra someter a los demás.

Diego lo convence de que su única chance es abandonarlos a ellos y salir rápidamente de la zona antes de que otros compañeros vengan tras el disparo. Así lo hacen. Dejándolos sin armas y mal amarrados, "El pedicuro" y su pareja regresan tratando de encontrar el rumbo.

Pero lo que se encuentran, después de andar perdidos varias horas sin hallar la salida, es una patrulla de la gendarmería que ya ha tomado el campamento uno y rastrilla el área. Los gendarmes detienen a los policías y les entran a palos, sin creer sus verdaderas identidades. Presos llegan a Salta.

El desarrollo de los acontecimientos posteriores es un tanto confuso para mi memoria. Diego envía a alguien intentando alertar a Castellanos, pero encuentran la base tomada por gendarmes. Ya en el campamento central, Segundo manda a Hermes con Jorgito a evaluar la situación. Hermes choca con los gendarmes y hay un combate en el que mueren ambos después de matar un gendarme.

En los dos meses siguientes, todo ha terminado. La dependencia del exterior para abastecerse de comida, el total aislamiento y las condiciones del terreno, resultaron una trampa mortal. La gendarmería, en la práctica, salvó la vida de los que fue deteniendo. El resto, murió de hambre. De Segundo y su único acompañante, no se supo más.
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Prólogo de Rodolfo Walsh al libro de Jorge Ricardo Masetti "Los que luchan y los que lloran"

Que su nombre siga casi tan ignorado en su país como el pedazo de selva que esconde sus huesos era previsible para Jorge Masetti. Periodista, sabía cómo se construyen renombres y se tejen olvidos. Guerrillero, pudo presumir que si era derrotado el enemigo sería el dueño momentáneo de su historia.

Masetti, desde luego, era un rebelde integral. La guerrilla de Salta, su presencia en Argelia y en Playa Girón, Prensa Latina, este libro, son eslabones de una misma cadena  de admirable coherencia. Entre 1958 y 1964 vivió para la revolución latinoamericana cuya semilla está en Cuba y la revolución vivió tempestuosamente en él..

Hubo sin duda un proceso cuya génesis atestiguan estas páginas. Masetti era reportero de radio “El Mundo” cuando en 1958 decidió ir a ver que sucedía en Cuba. Sus contactos eran débiles, sus medios escasos, su objetivo -Fidel en la Sierra- desmesurado.

La medida del peligro está dada, sin énfasis, en su propio relato: de los dos periodistas extranjeros que Masetti encontró en la Sierra, uno fue asesinado, al descender, por la policía de Batista; al otro lo torturaron y “cantó”.

Mortales esperas, escondites, marchas imposibles a pie y en mula, la confianza jugada a cara o cruz en cada instante, lo acercaron a los grandes protagonistas de su historia. En el camino iba quedando el pueblo cubano, sus campesinos ametrallados, sus aldeas arrasadas con napalm. Masetti, que confesaba no haber tirado nunca un tiro, se encontraba de golpe bajo el fuego de las ametralladoras 50 con que un avión rociaba en la meseta lo único que daba señales de vida: él y su guía. Una campesina le entregaba un revólver 22 no para defenderse, sino para suicidarse si topaba con los guardias. Cambiaba él mismo su ropa oscura de porteño con aires de compadrito por la guayabera del campesino, por el uniforme del ejército rebelde. Pero en ese ilusionismo de periodista ingenioso había como un oscuro rito, una transformación auténtica. Había ido lleno de dudas, prevenciones, sutilezas y se lo tragaba la insuperable experiencia colectiva de un pueblo en revolución.

Los reportajes a Fidel y al Che, transmitidos por Masetti desde la radio rebelde, fueron importantes en la propia isla: era la primera vez que el pueblo cubano escuchaba a sus líderes. En aquel momento la revolución - agraria, popular, antiimperialista- no se definía aún públicamente por el socialismo. Eso llegaría después. “Mucho de lo que estábamos haciendo ni lo habíamos soñado”, declaraba Guevara.

Los combatientes se volvían revolucionarios en la lucha misma, sacudían sus ataduras mentales, sus prejuicios, sus lazos con el pasado. Pero al mismo tiempo procuraban no alarmar más de lo indispensable al enemigo verdadero que se ocultaba tras la dictadura de Batista: conocían ya el napalm y el fósforo vivo de fabricación norteamericana que regaban los aviones. Los amigos de la revolución libraban una dura batalla dentro de los propios Estados Unidos para contener esos embarques de armas que antes y después han masacrados pueblos enteros. Que Fidel Castro hablara de elecciones, que otros dirigentes eludieran una definición sobre el comunismo, que la revolución no alejara a sus momentáneos aliados de la burguesía, eran necesidades implacables en la guerra. Las decisiones, en todo caso, surgirían del pueblo en armas.

Cuando Masetti regresa a La Habana, está marcado. Las radios del Caribe retransmiten todavía su reportaje, el país entero ha escuchado su voz, la policía conoce su cara. Los únicos que parecen ignorar su hazaña son sus jefes en Buenos Aires. Un angustioso cambio de telegramas le confirma que no han recibido nada. Entonces hace algo que requiere un coraje excepcional: vuelve a la Sierra y graba por segunda vez su reportaje.

Las tretas que usa para sortear el cerco represivo lo pintan a Masetti. Turista alemán, viajante italiano o presunto esposo de una campesina gorda, no pierde en mitad del peligro su agudo sentido de lo cómico. Mucho menos esa mirada fotográfica del periodista nato, capaz de dar en cuatro líneas lo esencial de cualquier situación. Los pequeños retratos de la pequeña gente brillan con luz propia junto a los héroes mayores del Olimpo. Santiago a oscuras, la carretera desierta, “el sonido de fondo” que acompaña su reportaje a Guevara, son estampas memorables en un relato sin pausas.

Este reportaje es, en mi opinión, la mayor hazaña individual del periodismo argentino.

Al salir de Cuba con su pasaporte rudimentariamente falsificado, Masetti tuvo la sensación de que desertaba, de que volvía al mundo de los que lloran y dejaba atrás el mundo de los que luchan. Esa tajante división iba a decidir su vida, precipitar su muerte.

La revolución triunfante eligió a Masetti para una tarea más difícil que su reportaje en Sierra Maestra. A comienzos de 1959, crea la primera agencia latinoamericana que consigue inquietar a los monopolios informativos yanquis. La deformación por la prensa internacional de las noticias cubanas había empezado mucho antes de la caída de Batista, cuya larga permanencia en el poder profetizaba la revista Times en su primer número de 1959, cuando ya el régimen se había desplomado... La campaña contra el gobierno revolucionario alcanzó una intensidad jamás vista en la historia. United Press y Associated Press, las agencias que monopolizan el mercado mundial de noticias, pusieron en marcha esa catarata de basura informativa que dura hasta hoy, preparando el terreno para la cadena de agresiones que iba a culminar en Playa Girón. Para contrarrestar en lo posible ese ataque incesante y despiadado, nació Prensa latina.

La empresa pudo parecer utópica. Los monopolios informativos reaccionaron ante la competencia como todos los monopolios. La guerra desatada contra Prensa Latina invocó el pretexto de que era una agencia oficial. PL era, por supuesto, tan oficial como United Press, Reuter o France Presse: no hay en el mundo una agencia que no responda a los intereses de un estado nacional, o de un grupo monopolista estrechamente vinculado a ese estado. La diferencia consiste en que los países dominantes del mundo occidental prohíben ese lujo a los países dependientes. Las tentativas realizadas en Argentina y Brasil durante los gobiernos de Perón y Quadros fracasaron ante la embestida de las agencias norteamericanas que contaron como aliados a los grandes diarios comerciales de ambos países, para quienes el periodismo estatal es un crimen cuando se trata del estado nacional, y no lo es cuando detrás se oculta el poder extranjero.

En el caso de Prensa Latina había otra diferencia, más “criminal” aún. Todos los periodistas que trabajaron en ellas eran latinoamericanos. Plinio Mendoza y Gabriel García Márquez en Colombia, Mario Gil en México, Díaz Rangel en Venezuela, Teddy Córdova en Bolivia, Aroldo Wall en Brasil, García Lupo en Ecuador y Chile, Onetti en Uruguay, Tríveri en Estados Unidos, Angel Boan en cualquier parte, demostraron que una agencia no era algo tan misterioso como pretendían los viejos amos del periodismo. Dondequiera hubo que pelear por la noticia en igualdad de condiciones, llegaron antes y la escribieron mejor. Como testigo de esa competencia pude comprobar que el periodista norteamericano es profesionalmente mediocre, apegado a la rutina, desprovisto de curiosidad y de amor por lo que hace. Al tener que competir con nosotros, con un conocimiento del medio local que no excedía los despachos ministeriales o el lobby de los grandes hoteles, se encontraban en una impresionante desventaja. Esa prueba no les gustaba para nada, y aunque mejoraron momentáneamente su servicio, acentuaron la campaña de desprestigio y la presión sobre los dóciles gobiernos.

Tuve una idea de lo que esa presión significaba en mayo de 1959, cuando en ruta a La Habana debí hacer escala en Río de Janeiro por 48 horas que se convirtieron en 48 días. Se trataba de tomar una oficina, arrendar un canal de teletipo y designar un jefe de corresponsales brasileño, tres cosas sencillas para las que no existían obstáculos legales. Las dificultades que surgieron eran tan absurdas que no tenían explicación dentro del marco idílico de la libertad de prensa, la libre competencia y otras fantasías. Ese año la United Press confesaba para su filial en Río una pérdida de un millón de dólares lo que sin duda revelaba sus buenos sentimientos. Inmovilizar un expediente en el ministerio de Viaçao, era mucho más barato. La burocracia brasileña es la más imaginativa que he conocido: siempre faltaba algo, una coma, un “carimbo”, hasta un análisis de orina y una muestra de sangre. La maquinaria gubernamental chorreaba corrupción y demora en proporciones kafkianas.

Téngase en cuenta que las relaciones entre Cuba y los países americanos, incluidos los Estados Unidos, eran todavía “normales”. La agresión contra PL era por supuesto una partícula de la agresión global que se gestaba. Los tropiezos que menciono se reprodujeron en las veinte filiales latinoamericanas de PL. Que hayan podido superarse, bien o mal, es un tributo al genio de Masetti. Un año después de creada PL tenía además sucursales en Washington, New York, Londres, París, Ginebra, Praga. Convenios firmados con Tass, CTK, Tanjug, Hsin Hua, y agencias egipcia, indonesia y japonesa le daban un ámbito mundial. L’Express de París y el New Statesman de Londres habían cedido sus derechos latinoamericanos por ínfimas sumas; The Nation y The New Republic, de Estados Unidos, los daban gratis. Más de cien clientes en América Latina y muchos centenares en los países socialistas, un volumen noticioso comparable al de las agencias norteamericanas, colaboradores regulares de la talla de Sartre, Waldo Frank, Wright Mills: todo esto era realidad a mediados de 1960.

La cobertura de ciertos episodios latinoamericanos como los terremotos de Chile, el primer golpe militar contra Frondizi o la revolución de Castro León en Venezuela, fue excepcional. Pero también se dieron algunos buenos “palos”, como decían los cubanos, en territorio enemigo: Angel Boan ( que después murió en Argelia) fue el único en conseguir un reportaje a Chessman doce horas antes de su ejecución. El mismo Boan le sonsacó una divertida entrevista a Trujillo ( no teníamos corresponsal en Santo Domingo, por supuesto) mediante el simple expediente de llamarlo por teléfono en nombre de una agencia rival, mientras un colega argentino conseguía en Madrid la primera declaración de Perón favorable a Fidel Castro. Una noche, en el aeropuerto de La Habana, hice el reportaje más corto de mi vida. Era Ernest Hemingway, que decía: “Vamos a ganar. Nosotros los cubanos vamos a ganar”. Y agregaba : “I’m not a yankee, you know”.

Algunas veces excedíamos los límites habituales del periodismo. Fue PL quien señaló con meses de anticipación el lugar exacto en Guatemala - la hacienda de Retalhuleu - donde la CIA preparaba la invasión a Cuba, y la isla de Swan donde los norteamericanos habían centralizado la propaganda radial por cuenta de los exiliados.

Vivíamos, puede decirse, al pie de la teletipo, pero no recuerdo un trabajo que se hiciera con tanta felicidad. Masetti era incansable, un temperamento meridional, lleno de recóndito humor. Un tabaco y una guayabera que alternaba con el traje oscuro y la corbata negra, le bastaba para sentirse “aplatanado” sin abandonar una sola inflexión de su lenguaje porteño. Era pintoresco verlo irrumpir en la redacción donde predominaban los cubanos y gritar sus órdenes tratando a todo el mundo de vos. Se casó, por segunda vez, con su secretaria cubana. De madrugada, cuando cerraban los últimos canales, había tiempo para reunirse en su oficina donde circulaba un mate y un tocadiscos pasaba un tango. Alguna vez la presencia de un centinela guajiro en la puerta cerrada indicaba la presencia del Che. La amistad que los unía llevaba el sello indisoluble de la Sierra.

La suerte de Prensa Latina estaba ligada a la revolución cubana. La SIP, regenteada entonces por el coronel Dubois, dictó el úkase definitivo prohibiendo a sus miembros usar los servicios de PL. Una noche, en una callejuela de Costa Rica, la casualidad deparó a Masetti el placer de decirle en tres palabras lo que pensaba de él. Dubois se hizo el sordo pero ya las puertas de los diarios estaban cerradas.

Es conocida la presión implacable que llevó a los gobiernos latinoamericanos a romper con Cuba. En cada caso la ruptura fue precedida por el cierre de PL. Masetti lo había previsto con mucha anticipación. Cuando llegó el momento la agencia contaba con equipos de escucha capaces de suplir en parte el vacío, y la construcción de una potente emisora llegaba a su fin. Cuba no podía quedar aislada. PL sigue hasta hoy dando al pueblo cubano las noticias del mundo, e informando a los que quieran o puedan escucharla, lo que pasa en Cuba. Esa es la obra de Masetti.

En marzo de 1961, Masetti renunció a Prensa Latina. Su alejamiento tiene que ver con el auge momentáneo del sectarismo, pero por sobre todo con su deseo de ocupar un puesto de más riesgo en la tarea revolucionaria a la que ya estaba entregado por completo. Esa oportunidad se dio en seguida, en Playa Girón. Masetti retomó el comando de la agencia y vio sucumbir bajo el fuego de las milicias las últimas tentativas norteamericanas por reimplantar su dominio en la isla.

Después marchó a Argelia, donde se combatía aún. Era el intermedio necesario antes de acometer su última empresa, la guerrilla de Salta.

La idea de traer la lucha armada a la Argentina no era nueva en Masetti. Nació en la misma Sierra, la meditó largamente en La Habana. Puede discutirse, se discute, si el momento elegido era el apropiado, si la teoría del foco es o no correcta, si la lucha armada puede entablarse sin el respaldo de una sólida organización política. La honestidad de Masetti, la coherencia consigo mismo, la fidelidad al precedente cubano, están fuera de la discusión. Pertenece a esa lista ya larga de hombres que en América Latina vivieron sus ideas hasta el sacrificio:De la Puente Ojeda, Lobatón, Camilo Torres, Ernesto Guevara. Sabía que la victoria final de la revolución está amasada con los fracasos anteriores. El triunfo fulminante de los cubanos en enero de 1959 no basta para borrar las derrotas que lo precedieron, ni aún la más memorable de esas derrotas: el asalto al Moncada. Dentro de esa perspectiva no hay quizá victorias ni fracasos individuales, aunque haya experiencias que recoger y asimilar.

En los campos de Argelia, Masetti volvió a tomar contacto con la guerrilla. A fines de 1962 estaba de regreso en Cuba, alcanzó a conocer a su hija recién nacida, después se alejó para siempre. Cuando reaparece en la provincia de Salta, el pequeño grupo de rebeldes que lo acompaña lo conoce solamente por su nombre de guerra: Segundo. La elección está explicada en una carta a Federico Méndez y Juan Jouvé, sobrevivientes de la guerrilla encarcelados hasta hoy:

“Al ingresar en el EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo) cada miembro adoptaba un nombre de guerra, y Masetti eligió el de Segundo por el siguiente motivo: el Che, que en ese momento realizaba tareas imprescindibles para la Revolución Cubana, pertenecía en forma honoraria al EGP, conociéndosele a ese fin por el nombre clave de Martín fierro... Masetti eligió el de otro gaucho famoso, Segundo Sombra... Luego Masetti fue conocido simplemente por Segundo, aunque fue realmente nuestro primer y único comandante.”[1]

Otro sobreviviente recuerda:

“Nunca hablaba de su vida personal. Sabíamos que tenía mujer e hijos porque una vez los mencionó. En cierta oportunidad, él mismo habló de Masetti en tercera persona. Pero yo ignoraba que fuese él, y las fotos que después me mostraron tenían poco que ver. Cuando lo conocí tenía una gran barba negra, casi azul. Costaba tutearlo: era imponente.”

A comienzos de 1962 Masetti escribía a su mujer: “ Ya van cuatro meses y medio que aguardamos, con ansias controladas pero que nos devoran, el momento de rendir “nuestra materia”. Siempre presentes, las primeras palabras de la carta de Martí a Mercado que constituyen también las iniciales de la Segunda Declaración de La Habana: “Ya puedo escribir... Ya estoy todos los días en disposición de dar la vida por la patria””, y agregaba: “La Revolución ya no es un hecho a observar, un hecho histórico a criticar, sino que la Revolución somos nosotros mismos... es nuestra conciencia, la que nos juzga y nos critica y nos exige.”

Se sentía fuerte y optimista, a pesar de las dificultades de la vida en el monte. Adiestraba a su gente, se movía sin cesar eludiendo cualquier choque. No había perdido su buen humor, su ácido espíritu de broma. Cargaba la mochila más pesada, a pesar de una dolorosa desviación de columna vertebral que lo hacía sufrir bastante. A fines de 1963 dice en una nueva carta a su mujer: “Ahora llevamos recorridos más de un centenar de kilómetros en el mapa, aunque en realidad son muchísimos más. Nuestro contacto con el pueblo es desde todo punto de vista positivo. De los coyas aprendimos muchas cosas, y los ayudamos en todo lo posible. Pero lo más importante es que quieren pelear... Es ésta una región en que la miseria y las enfermedades alcanzan el máximo posible, lo superan. Impera una economía feudal... Quién venga aquí y no se indigne, quien venga aquí y no se alce, quien pueda ayudar de cualquier manera y no lo haga, es un canalla...”

A comienzos de 1964 los diarios publican las primeras noticias de la guerrilla, cuyos días estaban contados. En marzo los servicios de informaciones consiguen infiltrar dos hombres que promueven un incidente donde resulta herido el guerrillero Diego. La gendarmería captura un campamento con cuatro hombres, donde estaban todas las provisiones. El hambre acosa ahora a la guerrilla: la zona está desprovista de caza, incluso de pájaros. El guerrillero Antonio muere despeñado. El 18 de abril es sorprendido un nuevo grupo. Días después en un confuso choque con la gendarmería resultan muertos Hermes (Hermes Peña, cubano) y Jorge. Diego, César y Marcos mueren de hambre. Los dispersos van cayendo en grupos de dos o tres.

Masetti no aparece nunca. Se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo. En algún lugar desconocido el cadáver del comandante Segundo empuña un fusil herrumbrado. Tenía al morir 35 años, había nacido en Avellaneda.
Rodolfo Walsh
Marzo de 1969
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