martes, 4 de marzo de 2008

Silvio Rodríguez y Raúl Castro, trova cubana, en El Salvador


Raúl Castro es el presidente, porque "es un revolucionario con trayectoria y capacidad", dice Silvio Rodríguez
Por Miguel Villela y Beatriz Menjívar
Redacción Diario Co Latino

Esa fue la primer frase que el trovador cubano dijo [...] ante la prensa, y con la que inició la conferencia que dio a su llegada a El Salvador.

Al preguntársele sobre la elección de Raúl Castro, como sustituto de Fidel contestó: "Nos pareció lógico, porque es un revolucionario con una trayectoria que lo faculta para ese cargo, por trayectoria y capacidad.

Es un hombre también que ha estado desde el triunfo de la revolución, ha desarrollado en la economía un trabajo, una persona muy capaz. Todo eso lo hace idóneo para ese cargo.

En Cuba se ha asumido como algo muy natural", dijo.

Rodríguez se presentó frente a un grupo de fotógrafos, redactores y locutores de diferentes medios salvadoreños. El cantautor cubano hizo su aparición pasadas las siete de la noche, para contestar las temerosas preguntas que se le fueron haciendo.

El legendario músico de la trova cubana se mostró preocupado al inicio porque las preguntas no afloraban. Sin embargo, aprovechó la ocasión para aclarar amablemente algunas versiones que sobre él se han vertido.

¿Por qué no habías venido a El Salvador?
Durante esta conferencia, que no se iba a hacer por el cansancio y la premura de la visita, Silvio confesó que no había venido antes al país porque sencillamente no se había dado la ocasión. "Desde el año pasado, como yo estaba viendo que no me iba a quedar muchos años más cantando, yo dije: tengo que ir a El Salvador de todas formas.

Y el año pasado yo iba a venir pero se nos tropezó con la época de lluvia y preferimos postergar la visita. Pero fui yo el que empujó para venir a El Salvador, porque sino me quedo sin venir".

De igual manera aclaró sobre las noticias surgidas en los medios guatemaltecos a cerca de su retiro, que "no iba a cantar durante mucho más tiempo, y que al final me iba a dedicar a componer, que es lo que más me gusta", al decir esto, el cantante se estaba refiriendo a que no estaba pensando hacerlo al finalizar la gira, pero que sí lo hará en unos pocos años.

La Trova Cubana ha sido por mucho tiempo criticada por su compromiso social, a ello Rodríguez se refirió retomando a Vallejos que: el arte viene del pueblo y va hacia el pueblo. "A mi realmente me han inspirado mucho los movimientos sociales, si luego esas canciones inspiran a algunos movimientos sociales… Uno está influido por todo lo que sucede y de allí salen las canciones, de allí salen las películas, de allí salen los libros… de allí sale todo, de las cosas que pasan".

Así compuse "El tiempo está a favor de los pequeños", era "lo que me provocaba la realidad de El Salvador, fue una forma de apoyar esa lucha de emancipación".

Al referirse a la realidad salvadoreña dice: "Yo sé que es un pueblo de nuestra América, yo se que es un pueblo que ha sufrido, que tuvo una guerra espantosa y que acordaron el resolver las cosas de la manera que lo resolvieron, y que aquí cayó mucha gente y que en muchos sentidos no se ha hecho justicia, pero son mis opiniones, ustedes son los que tienen que resolver esas cosas".

Tomado de http://silviocuba.blogspot.com/2008/03/ral-castro-es-el-presidente-porque-es.html

Lic. Rosa C. Báez

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"Unos más rápido y otros más lentos. Pero la victoria será nuestra y ahora"

Ecuador, presidente Rafael Correa según Fidel Castro, Colombia, José Martí Nuestra América


Rafael Correa

Recuerdo cuando nos visitó, meses antes de la campaña electoral donde pensaba presentarse como candidato a la Presidencia de Ecuador.

Había sido Ministro de Economía del gobierno de Alfredo Palacio, médico cirujano con prestigio profesional, que también nos había visitado en su condición de Vicepresidente, antes de acceder a la presidencia, por situaciones imprevistas que se dieron en Ecuador.

Este había sido receptivo a un programa de operaciones oftalmológicas que le ofrecimos como forma de cooperación. Existían buenas relaciones entre ambos gobiernos.

Correa, no hacía mucho, había renunciado al Ministerio de Economía. Estaba inconforme con lo que calificó de corrupción administrativa promovida por Oxy, empresa extranjera que exploró e invirtió importantes sumas, pero que se quedaba con cuatro de cada cinco barriles de petróleo extraído.

No habló de nacionalizar, sino de cobrarle elevados impuestos que asignaba de antemano a inversiones sociales pormenorizadas. Ya había aprobado las medidas y un juez las declaró válidas.

Como no mencionaba la palabra nacionalizar, pensé que experimentaba temor al concepto. No me extrañaba, porque era economista graduado con grandes reconocimientos por una conocida universidad de Estados Unidos.

No me ocupé mucho en profundizar, lo acosaba con preguntas del arsenal acumulado en la lucha contra la deuda externa de América Latina en 1985 y de la propia experiencia cubana.

Existen inversiones de riesgo sumamente altas y de sofisticada tecnología, que ningún país pequeño como Cuba y Ecuador podría asumir.


Como estábamos ya en el año 2006 decididos a impulsar la revolución energética, que fuimos el primer país del planeta en proclamar como cuestión vital para la humanidad, le había abordado el tema con especial énfasis. Me detuve, había comprendido una de sus razones.

Le conté la conversación que hacía poco había sostenido con el presidente de la empresa española REPSOL. La misma, asociada a otras empresas internacionales, acometería una operación costosa para perforar en el fondo del mar, a más de 2 000 metros de profundidad, con empleo de sofisticadas tecnologías, dentro de las aguas jurisdiccionales de Cuba.

Dije al jefe de la empresa española: ¿Cuánto vale un pozo exploratorio? Le hago la pregunta porque queremos participar aunque sea en el uno por ciento del costo, deseamos saber lo que ustedes quieren hacer con nuestro petróleo.

Correa, por su parte, me había contado que de cada cien dólares que extraían las compañías, solamente veinte iban para el país; ni siquiera entraban en el presupuesto, expresó, se dejaban en un fondo aparte para cualquier cosa menos para mejorar las condiciones de vida del pueblo.

Yo derogué el fondo, me dijo, y asigné 40 por ciento para educación y salud, desarrollo tecnológico y vial, el resto para recomprar la deuda si el precio de la misma nos favorecía, o de lo contrario invertirlo en otra cosa más útil. Antes teníamos que comprar cada año una parte de esa deuda que se encarecía.

En el caso del Ecuador —me añadió— la política petrolera rayaba en traición a la patria. ¿Por qué lo hacen?, le pregunto. ¿Por miedo a los yanquis o presión insoportable? Me responde: Si tienen un Ministro de Economía que les dice que privatizando mejora la eficiencia, usted puede imaginarse. Yo no hice eso.

Lo estimulo a seguir y me explica con calma. La compañía extranjera Oxy es una empresa que ha roto su contrato y de acuerdo con la ley ecuatoriana se requiere la caducidad. Significa que el campo operado por esa empresa tiene que pasar al Estado, pero por presiones de los yanquis el gobierno no se atreve a ocuparlo, se crea una situación no contemplada por la legislación. La ley dice caducidad y nada más.

El juez de primera instancia, que era presidente de PETROECUADOR, lo hizo así. Yo era miembro de PETROECUADOR y nos llamaron de urgencia a una reunión para expulsarlo del cargo. Yo no asistí y no pudieron despedirlo. El juez declaró la caducidad.

¿Qué querían los yanquis?, pregunto. Querían una multa, explica él rápido. Escuchándolo comprendí que lo había subestimado.

Yo estaba apurado por multitud de compromisos. Lo invité a presenciar el encuentro con un numeroso grupo de profesionales cubanos altamente calificados que partirían para Bolivia, a fin de integrarse a la Brigada Médica; esta cuenta con personal para más de 30 hospitales, entre otras actividades 19 posiciones quirúrgicas que pueden realizar más de 130 mil operaciones oftalmológicas por año; todo bajo forma de cooperación gratuita. Ecuador dispone de tres centros similares con seis posiciones oftalmológicas.

La cena con el economista ecuatoriano fue ya entrada la madrugada del 9 de febrero de 2006. Apenas hubo puntos de vista que yo no abordara. Le hablé hasta del mercurio tan dañino que las industrias modernas esparcen por los mares del planeta.

El consumismo fue por supuesto un tema enfatizado por mí; el alto costo del kiloWatt/hora en las termoeléctricas; las diferencias entre las formas de distribución socialista y comunista, el papel del dinero, el millón de millones que se gasta en publicidad sufragado forzosamente por los pueblos en los precios de las mercancías, y los estudios realizados por brigadas sociales universitarias que descubrieron, entre los 500 mil núcleos de la capital, el número de personas ancianas que vivían solas. Expliqué la etapa de universalización de los estudios universitarios en que estábamos envueltos.

Quedamos muy amigos, aunque tal vez se llevara la imagen de que yo era autosuficiente. Si eso ocurrió, fue realmente involuntario por mi parte.

Desde entonces observé cada uno de sus pasos: proceso electoral, enfoque de los problemas concretos de los ecuatorianos, y victoria popular sobre la oligarquía.
En la historia de ambos pueblos hay muchas cosas que nos unen.

Sucre fue siempre una figura extraordinariamente admirada junto a la de El Libertador Bolívar, quien para Martí, lo que no hizo en América está por hacer todavía, y como exclamó Neruda, despierta cada cien años.

El imperialismo acaba de cometer un monstruoso crimen en Ecuador. Bombas mortíferas fueron lanzadas en la madrugada contra un grupo de hombres y mujeres que, casi sin excepción, dormían. Eso se deduce de todos los partes oficiales emitidos desde el primer instante. Las acusaciones concretas contra ese grupo de seres humanos no justifican la acción. Fueron bombas yanquis, guiadas por satélites yanquis.

A sangre fría nadie absolutamente tiene derecho a matar. Si aceptamos ese método imperial de guerra y barbarie, bombas yanquis dirigidas por satélites pueden caer sobre cualquier grupo de hombres y mujeres latinoamericanos, en el territorio de cualquier país, haya o no guerra. El hecho de que se produjera en tierra probadamente ecuatoriana es un agravante.

No somos enemigos de Colombia. Las anteriores reflexiones e intercambios demuestran cuánto nos hemos esforzado, tanto el actual Presidente del Consejo de Estado de Cuba como yo, de atenernos a una política declarada de principios y de paz, proclamada desde hace años en nuestras relaciones con los demás Estados de América Latina.

Hoy que todo está en riesgo, no nos convierte en beligerantes. Somos decididos partidarios de la unidad entre los pueblos de lo que Martí llamó Nuestra América.
Guardar silencio nos haría cómplices.

Hoy a nuestro amigo, el economista y presidente del Ecuador Rafael Correa, quieren sentarlo en el banquillo de los acusados, algo que no podíamos siquiera concebir aquella madrugada del 9 de febrero de 2006. Parecía entonces que mi imaginación era capaz de abarcar sueños y riesgos de todo tipo, menos algo parecido a lo que ocurrió la madrugada del sábado 1º de marzo de 2008.

Correa tiene en sus manos los pocos sobrevivientes y el resto de los cadáveres. Los dos que faltan demuestran que el territorio de Ecuador fue ocupado por tropas que cruzaron la frontera. Puede exclamar ahora como Emilio Zola: ¡Yo acuso!

Fidel Castro Ruz
Marzo 3 de 2008
8 y 36 p.m.

Che Guevara, novio, el amor, su única, esposo, sus 5 hijos, sus cartas, Argentina, Cuba Museo Che Guevara






Aleida March, viuda del 'Che': Escribe su romance por primera vez

A 40 años de la muerte de Ernesto Che Guevara, su viuda, Aleida March, se sentó por fin a escribir. Evocación narra pasajes inéditos del guerrillero y le rinde, así, un homenaje al hombre, al amante y al padre. A Chile no ha llegado, pero ya circula por las librerías italianas.


Por: Ana María Barra Suplemento Mujer 1296, La Tercera, Chile

'Compartir la vida con un hombre que aparte de ser mi compañero poseía cualidades excepcionales -cosa que nadie, más allá de convicciones y juicios personales, puede poner en duda- requirióuna decisión que, debo reconocer, me costó un poco'. Así comienza Aleida March este recorrido por su historia, la de Cuba y la de su vida junto al Che. Ambas imposibles de separar para esta mujer que hasta sus actuales 71 años ha cultivado el bajo perfil. 'Mis experiencias personales se incrustarán en una causa mayor. Renuncié conscientemente a una vida solo mía'.


Aleida no da entrevistas, ni las dará. Así lo especifica uno de sus cercanos allá en La Habana. Quizás por eso decidió escribir y contar, de esa manera, lo que fue su vida junto al revolucionario. En su libro Evocación, la mujer que llevó uniforme durante la dictadura de Fulgencio Batista publicó cartas, reflexiones, postales, poemas y otros documentos que compartió en privado con Guevara. El retrato íntimo novelado comenzó a circular en mayo pasado y en él quedaron plasmados pasajes inéditos de sus ocho años juntos y de sus cuatro hijos. Pese a haber sido escrita en español, resulta curioso que, por ahora, la obra sólo esté disponible en librerías italianas bajo el título Evocación: La Mia Vita a Fianco del Che (Editorial Bompiani Overlok).

Criada en el seno de una familia campesina, fue la menor de cinco hermanos y vivió de cerca los abusos y la violencia que azotaba a los de su clase. El impacto de perder a un hermano por falta de atención médica le generóla inquietud por luchar para que las cosas cambiaran. Terminada la escuela básica tuvo que seguir los estudios en la ciudad, en Santa Clara, al sur de La Habana, donde años más tarde se trasladó su familia.

En marzo de 1952, para el golpe de estado de Fulgencio Batista, tuvo su primer choque con la política. El segundo llegaría de la mano del abogado Fidel Castro y su bullado asalto al cuartel Moncada en 1953. La osadía de arremeter contra la segunda fortaleza militar del país de esos tiempos para así conseguir armas para el pueblo, la tocó. 'La vida de los cubanos fue removida por la aparición en escena del nombre de Fidel Castro (...) Sentí la necesidad de saber más, sobre todo, de aquel hombre capaz de revivir con determinación las ideas de José Martí, que nos habían señalado el camino a seguir a los que habíamos vivido en carne propia las injusticias y los abusos del poder'.


Ese mismo año comenzó a estudiar pedagogía en la Universidad Central de Las Villas, donde ebullía la conciencia política. 'El año 1956 fue decisivo. Leí con pasión La Historia me Absolverá, la narración que Fidel hizo sobre su duro proceso después de la condena por el asalto a Moncada. En esas páginas vi claramente la ruta a seguir para restituir la dignidad a nuestra patria'. Siguiendo ese impulso, por intermedio de un amigo de la iglesia presbiteriana a la que asistía, Aleida ingresó al Movimiento 26 de Julio, creado por Fidel Castro en 1953 para derrotar a Batista. Eso la llevó directo a la acción clandestina, a la lucha armada. 'Delante de mis ojos se encendióun mundo nuevo, inimaginable. Ahora que lo pienso, fue una de las etapas más plenas y felices de mi vida'. Nacía así la combatiente.

\ El primer encuentro...

Corría 1958, un año de alta actividad política en toda Cuba. Después de la huelga del 9 de abril, la represión llegó. Un primo de Aleida y el hijo de éste fueron torturados y asesinados. Pese a su profundo dolor, no pudo detenerse en él por mucho tiempo: en ese momento la joven era confirmada como coordinadora de provincia. 'Debía mantener el contacto con grupos guerrilleros alejados y en una de esas misiones estuve en mi primer bombardeo. Muerta de miedo, debo reconocer'.

A fines de ese año, el comandante 'Che' Guevara constituyó un frente único para entrar finalmente a Santa Clara. 'Con la noticia de su llegada, yo y mi compañero de misiones Diego Paneque nos apuramos en llegar al campamento. Ahí se produjo mi primer encuentro con el legendario comandante (...)'. Aleida tenía entonces 22 años. 'Pasamos la noche en la misma casa y me tocó el catre junto a él. Nunca podré olvidar sus saltos: era como si también en el sueño continuara combatiendo contra el enemigo. Me fue literalmente imposible cerrar un ojo'.

Después vino una arriesgada misión: la joven rebelde tuvo que llevar dinero a Escambray (un pueblo cercano a Santa Clara) para las actividades guerrilleras. 'Me había amarrado el dinero al busto con grandes vendas y al atardecer llegué al lugar donde se encontraba el comandante. Ahí estaban las tropas del famoso Ejército Rebelde (...) Yo fui la última a la que (Ernesto) le dirigió la palabra. Lo vi como un hombre maduro y apenas pude hablarle, le expliqué el motivo de mi presencia. Le confesé que las vendas me estaban torturando, que no veía la hora de librarme de aquel suplicio'. Bastó entonces una orden de la máxima jerarquía para que varios voluntarios corrieran a ayudarla.

Las misiones que desde entonces le encomendaría el mismísimo Che Guevara a March, fueron pequeñas. Algo que no le pareció del todo bien y que le hizo saber a su comandante: con tan menudos encargos, ella no se veía futuro como guerrillera. Sólo logró entender la decisión de dejarla en Escambray cuando se enteró de que en su contra recaía un mandato de captura'.

Poco a poco comenzó el acercamiento entre ambos. 'Estaba sentada con mi pequeño equipaje cuando el Che pasó delante de mí y me pidió que lo acompañara. ‘Vamos a dar un paseo juntos’, dijo. Salimos en el jeep y sin que lo hubiésemos advertido, ninguno tuvo el tiempo para pensar en las consecuencias de mi constante presencia a su lado'. Aleida se refiere al sacrificio que implicaría toda la historia de amor.

March cuenta que en tiempos de revolución la tensión en el ambiente era palpable, 'pero eso no le impedía al Che dejar salir sus sentimientos, refugiándose en la poesía; sólo más tarde entendería que ése era uno de sus modos más íntimos de expresarse. Una vez, mientras hablaba con unos compañeros, me recitó algunos versos (...). Creo que quería hacerme sentir la presencia del hombre y no del jefe'. Los relatos sobre tan intensos momentos fluyen por los párrafos de Evocación. 'Una vez que volvía al campamento me encontré con la sorpresa de que (Ernesto) tenía el brazo roto. Se lo había fracturado saltando desde un techo. Le di un pañuelo de seda negro, que siempre llevaba conmigo, para que se amarrase el brazo al cuello. Ese pañuelo se transformó para nosotros en un verdadero talismán y fue recordado en una de las páginas más lindas e intensas del Che en el cuento La Piedra, escrito años después durante su estadía en el Congo, mientras lideraba el movimiento de liberación de los países del Tercer Mundo . '‘El pañuelo de seda (...) se convirtió en un lazo amoroso’', escribió el guerrillero.

Tiempo después de ese accidente, ella se convertiría en su secretaria personal, siempre a su lado. 'Una tarde, de forma imprevisible, el Che empezó a hablarme de su vida. Era la primera vez. Me contó que se había casado con una economista peruana, Hilda Gadea. Me habló de su hija, Hildita y agregó que se había separado antes de dejar México (...). Para él esa conversación fue la manera de hacerme saber que estaba libre para compartir conmigo parte de su vida; pero yo era demasiado ingenua y poco maliciosa para entenderlo y lo tomé como un simple desahogo'. Con el éxito de la revolución ad portas, ambos partieron rumbo a La Habana, viendo pasar los camiones que llevaban a los rebeldes hacia la capital.

El matrimonio se realizó el 2 de junio de 1959.


\ El compromiso...


'Todas las veces que recuerdo el viaje a La Habana aparecen en mi mente una serie de episodios confusos, fruto del cansancio acumulado, pero sobre todo de las emociones de esos días inolvidables (...). Al atardecer nos detuvimos en Los Arabos y nunca habría sospechado que ahí ocurriría algo que marcaría para siempre mi existencia: la declaración de amor del Che. Aprovechó un momento en que nos quedamos solos en el jeep y me dijo que se había dado cuenta de que me amaba el día cuando nos encontramos en una emboscada en Santa Clara y había temido por mi vida (...). Es probable que esperara una señal o una pregunta, pero de mi boca no salió ninguna palabra. Cansada y adormilada como estaba, preferí hacer como si nada hubiera pasado'.

Ya en la capital cubana, venía la parte más difícil: hacer de la revolución algo concreto. 'Nos comportábamos como dos enamorados cualquiera, felices. Todavía no era su mujer pero me pedía que le arreglara el cuello de la camisa (...). Otras veces me pedía que lo peinara (...) Era una manera de hacerme sentir importante y obtener una caricia. Así llenábamos nuestra vidas'.

Luego del triunfo de la revolución, los primeros objetivos fueron formar el Ejército Rebelde y escuelas de alfabetización y seguimiento, entre otros. Se instituyeron los Tribunales Revolucionarios y comenzaron los juicios contra los representantes de la dictadura. El Che le asignó a su compañera un trabajo 'enorme': ocuparse de los problemas de los soldados y hacer de filtro entre él y cuanto político o periodista quisieran acercársele. 'Eso me hizo ganar la fama injusta de mujer celosa y posesiva'.

Otra de sus labores consistía en leer la correspondencia personal de Guevara. 'Recuerdo cuando me hizo leer una carta para Hilda. En ella le comunicaba oficialmente la decisión de separarse, porque había decidido desposar a una joven cubana, una compañera de lucha revolucionaria. Cuando le pregunté quién era esa joven, me dijo que yo (...) Nada volvió a ser como antes. Un día de enero que viajábamos a San Antonio de los Baños, él me tomó la mano por primera vez, sin decir una palabra. Sentí que el corazón se me salía del pecho, no sabía qué hacer ni qué decir, pero entendí que estaba perdidamente enamorada'.

La pareja no se casó inmediatamente. El comandante tuvo que superar primero un enfisema pulmonar y luego debieron afrontar la pérdida de su primer hijo. A eso se sumaron los primeros acercamientos a la colaboración con los movimientos de liberación nacional y las fuerzas progresistas del mundo. Recién el 2 de junio de 1959 lograron casarse, cuatro meses después de que el Che le declarara su amor a la joven campesina. 'Terminada la ceremonia volvimos a Santiago de las Vegas a nuestra primera casa de esposos, donde pasamos la luna de miel.'

Sin embargo, el revolucionario debió seguir poniendo a punto el proyecto que a fines de mayo le había presentado a Fidel. Se trataba de un viaje a las capitales del pacto de Bandung, formado para permitir la descolonización. 'Ésa fue una experiencia difícil. El Che partió de Cuba el 12 de junio, casi al otro día de nuestro matrimonio, y volvió recién en septiembre. Cuando le pedí que me llevara como su secretaria me dio un ‘no’ rotundo. Ahí empecé a conocerlo de verdad. Me dijo que además de ser su secretaria era su mujer, y que mi presencia a su lado habría sido vista como un intolerable privilegio por parte de aquellos que no podían viajar con los suyos'.

De este modo la mujer adivinó que tendría que estar dispuesta a sacrificarse por la pasión y el compromiso de su compañero, que era construir un mundo mejor. Pese a la distancia, el constante epistolario fue crucial para la salud de la relación. Desde cada lugar que pisaba, Guevara le enviaba una carta a su esposa. Hoy son su mejor legado. 'París, 1965. Estoy definitivamente poniéndome viejo, estoy cada vez más enamorado de ti y cada vez más atraído por la casa, por los niños, por todo ese mundo que me limito a imaginar, dado que no me es posible vivirlo', escribía el guerrillero.

Después de ese primer viaje en adelante, las responsabilidades políticas y los nombramientos del Che en cargos de importancia en Cuba fueron cosa habitual y parte de una vida que los obligaría a vivir lejos el uno del otro. Entre tanto, la llegada de sus cuatro hijos -Aleida, Camilo, Celia y Ernesto- llenó la vida y las horas de la señora del revolucionario. Ello, pese a su constante deseo de estar a su lado, el mismo que lo movía a él: 'Tanzania, 1965: Cuando vivía en mi cueva burócrata soñaba con esto que empecé; ahora y por todo el tiempo que me queda, soñaré contigo y con los niños que están creciendo inexorablemente', le decía el hombre en el papel.

\ La despedida...

'Sabiendo que Cuba había logrado constituir una revolución auténtica y que el país podía contar con un líder de la estatura de Fidel, amado y admirado por todo el pueblo, el Che había decidido unirse a la fuerza revolucionaria activa en los países menos desarrollados (...)'.

Aleida aprovecha sus memorias para desmentir uno de los grandes mitos en torno al comandante: sus desacuerdos con Fidel no tuvieron que ver con su partida definitiva de la isla. En octubre de 1966, el Che salió rumbo a Bolivia caracterizado como el viejo Ramón. Quiso despedirse de sus hijos, pero lo hizo presentándose como 'un amigo uruguayo del papá' que quería conocerlos. 'Para los dos fue un momento muy difícil. Aleidita, corriendo a saludarlo, se cayó y se pegó en la cabeza. El Che se precipitó a darle ayuda en forma tan preocupada que mi hija se me acercó y me dijo: ‘Mamá, este hombre está enamorado de mí’. (...) Antes de partir, me escribió una poesía que, está de más decir, es uno de los tesoros más preciados que me dejó: ‘Adiós mi única. Que no te haga temblar el hambre de los lobos ni el frío estepario de la ausencia: te llevo en mi pecho en el lugar del corazón e iremos juntos hasta que la calle se divida’'.

En octubre de 1967, Ernesto Che Guevara fue asesinado en Bolivia.

Aleida siguió adelante con su vida, criando a sus hijos y trabajando arduamente en la recuperación y conservación del pensamiento de quien había sido su marido. Las cartas, los ensayos y los discursos que le dejócomo legado, sirvieron para mantener intacta la memoria histórica. Una que con el tiempo adquirió un nombre. El Centro de Estudios Che Guevara. \\

Foto tomada por el Che frente a un tren blindado. Estaban en medio de una misión.

Durante una visita a Cuba del estadista soviético Anastas Mikoyan, en una casa de protocolo.

Aleida March con sus hijos ya grandes, Celia, Aleidita y Camilo. El Che ya había muerto.