Forwarded Conversation
Subject: OTRO DE INTERÉS
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TOTO,
SE PUBLICÓ EN LA JIRIBILLA EN JUNIO 2021. ES SOLO UNA ANÉCDOTA.
SE QUE SE ME TIENE ALGÚN RESPETO EN ESE MEDIO ACADÉMICO. EN 2006 ME
DECLARARON MIEMBRO HONORARIO DE LA HEMINGWAY SOCIETY DE LOS ESTADOS
UNIDOS. HONOR QUE COMPARTO CON LOS HIJOS DEL ESCRITOR. SOY LA ÚNICA
CUBANA QUE CUENTA CON ESE NOMBRAMIENTOS EN SU CORRICULUM VITAE. SOLO
ESO.
LO IMPORTANTE, LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE, FUE LOGRAR QUE EL EVENTO SE
HAYA MANTENIDO DURANTE TANTOS AÑOS Y A ÉL ASISTEN, A PESAR DE LOS
PESARES, ACADÉMICOS DE DIFERENTES PARTES DEL MUNDO. EEUU, ENTRE LOS MÁS
DESTACADOS.
UN ABRAZO,
GLADYS
CUBA: UN COLOQUIO SOBRE HEMINGWAY
Por Gladys Rodríguez Ferrero
Solo hablaré de los dos primeros. Lo haré porque vamos solo a conversar
del nacimiento del Coloquio Internacional Hemingway. Ya este año
arribará a la emisión número 14. Nunca he logrado explicarme por qué
sumaron los Coloquios nacionales que se habían celebrado con
anterioridad a los de carácter internacional. Por eso quiero definir
con claridad meridiana cuántos se han realizado.
Pero vale la pena recordar sus antecedentes, asentados en la
organización, por parte del Museo Ernest Hemingway, en los años 1986 y
1988, de dos Coloquios Nacionales a los que no fue posible dar
continuidad. Llegó la década de los 90 con las mil y una complicaciones
económicas que acarrearon al país la desaparición de la Unión Soviética
y el campo socialista.
El I Coloquio Internacional Hemingway tuvo lugar en julio de 1995, en la
Marina Hemingway, en el Hotel El viejo y el mar de este centro
turístico.
Claro está puede el lector suponer que la selección del sitio, Marina
Hemingway, se debe a la presencia del escritor norteamericano con el
lugar. Y fue así, en parte, pero no totalmente.
El colectivo de trabajadores del Museo Ernest Hemingway había pensado,
desde siempre, en el Hotel Ambos Mundos para la celebración de este
primigenio encuentro. Pero justo, en ese entonces, se encontraba en
restauración. Fue este el primer sitio que Hemingway conociera en La
Habana, el lugar donde se alojara, por breves horas, el 1 de abril de
1928. Y adonde se hospedará, recurrentemente, en todos los viajes que
realizará a nuestro país a partir de 1929 hasta la decisión de alquilar
Finca Vigía, en mayo de 1939. Sitio convertido en su residencia oficial,
a partir del 28 de diciembre de 1940, fecha en que la compra.
Sin lugar a dudas, ambos sitios resultan, de hecho, icónicos. Es en el
Residencial Barlovento, actual Marina Hemingway, donde tiene lugar el
único encuentro entre el Comandante en Jefe Fidel Castro y el escritor
norteamericano Ernest Hemingway, el 15 de mayo de 1960.
Pero volvamos atrás en el tiempo. ¿Por qué la creación de un evento
dedicado a Hemingway, en Cuba?
Por supuesto, estoy de acuerdo con el lector en que el escritor
norteamericano mantuvo su residencia, en Cuba, durante más de 21 años.
Radicada en Finca Vigía, en San Francisco de Paula, distante del centro
de La Habana, solo 12 y medio kilómetros. Como bien acotara Gabriel
García Márquez, fue Finca Vigía la única residencia estable que tuvo el
escritor en su vida. Allí pasó la mitad de sus años útiles como escritor
y escribió sus obras mayores, sus años menos conocidos, los más íntimos.
Por lo que podemos aseverar que, ese fue su hogar y no otro.
Ya el Museo Hemingway de Cuba llevaba más de tres años abierto al
público cuando, en Estados Unidos, tuvo lugar la creación de la
Fundación Hemingway, el 29 noviembre de 1965. La Sociedad Hemingway
queda constituida, en 1980, y ha tenido al frente de la misma, hasta la
fecha, doce importantes estudiosos de la vida y la obra del escritor.
La Fundación Ernest Hemingway fue creada por Mary W. Hemingway, viuda
del escritor, para la promoción, ayuda y relación con los especialistas
interesados en los estudios relativos a la obra y la vida del autor
norteamericano.
En 1980, en la isla Thompson de la bahía de Harbor, tuvo lugar la
reunión de un grupo de especialistas para llevar a cabo una conferencia.
Esta tuvo lugar cerca de la Biblioteca y Museo Presidencial John F.
Kennedy, el repositorio principal de manuscritos y memorabilia
pertenecientes al dios de bronce de la literatura norteamericana. Es
este hecho el que marca la creación de la Sociedad Hemingway.
Después de la muerte de Mary W. Hemingway, en 1986, Patrick y John
Hemingway, hijos de Ernest, invitan a la Sociedad para que asuma los
recursos, deberes y funciones de la Fundación. A partir de esta fecha la
Fundación ha estado a cargo de la Sociedad que ha asumido el papel de
dirección en los avances contenidos en los estudios sobre Hemingway.
La Sociedad y Fundación Hemingway, es una organización no gubernamental,
de carácter internacional. Edita, además, importantes publicaciones
periódicas sobre el tema como Hemingway Review, dos veces al año, y
Hemingway Newsletter, con una publicación anual, que se distribuyen
entre la membresía nacional e internacional de la misma.
Desde sus inicios la organización lleva a cabo este tipo de evento cada
dos años. Se celebra, habitualmente, en los años pares. Estos han tenido
lugar en diferentes países: Austria, Francia, España, Suiza, Alemania,
Italia, Estados Unidos, entre otros. Sitios que, de un modo u otro, han
estado vinculados a la vida y la obra de Ernest Hemingway. Pero Cuba
nunca había sido tomada en cuenta, a pesar de haber pedido, por primera
vez, ser sede del evento internacional, en diciembre de1988.
Cuba solicitó la sede para este evento en diciembre de 1988 durante la
visita que efectuara a nuestro país el Dr. Robert Lewis, Presidente de
la Sociedad y Fundación Hemingway. La solicitud fue realizada por el
compañero Juan Blasco, director de Relaciones Internacionales del
Ministerio de Cultura, en la reunión en la que recibiera al Dr. Lewis.
Tanto Blasco como la autora de este trabajo, directora del Museo Ernest
Hemingway en aquel momento, le reiteraron al Dr. Robert Lewis se tuviera
en cuenta nuestro país para la realización de este tipo de evento.
El Dr. Lewis fue muy amable y receptivo y expresó le agradaba mucho esta
propuesta. Nos aseguró sometería la misma a consideración de la Junta.
Aclarándonos que la sede para la reunión 1990 ya había sido otorgada. A
partir de esa fecha Cuba esperó y reiteró su solicitud a lo largo de los
años.
En 1992, la autora de este trabajo, participó en la Reunión
Internacional Hemingway que, organizada por la Sociedad, tuvo lugar en
Pamplona, famosa por la celebración de los Sanfermines que Hemingway
perpetuara en su obra literaria.
El Dr. Lewis se mantenía al frente de la Sociedad por lo que, en un
aparte, volví a reiterarle la solicitud de Cuba como sede de esta
reunión internacional. Posteriormente, fui invitada a participar una
reunión con los miembros de la Junta.
Expuse la fundamentación de la solicitud como sede recordando que
Hemingway había vivido mucho más tiempo en Cuba que en cualquier otro
sitio del mundo. Que había legado Finca Vigía al pueblo cubano. Y que
con el apoyo del Consejo Nacional de Cultura y el gobierno cubano Finca
Vigía se había convertido en el Museo Ernest Hemingway, el 21 de julio
de 1962, fecha en la que el escritor hubiera cumplido 63 años. Fue esta
la primera institución creada, en el mundo, para promover, estudiar y
divulgar la obra y la vida de Hemingway.
Hubo un breve intercambio de impresiones entre ellos. Recuerdo la
presencia de la Dra. Susan Beegel, quien fuera la editora de The
Hemingway Review durante muchos años. La respuesta me llegó abrupta.
Provino del Dr. Allen Josephs, importante especialista en la obra de
Hemingway y con varios libros publicados al respecto.
Con una sonrisa en los labios me expresó que comprendían mi solicitud y
los argumentos dados pero que mientras Castro se mantuviera en el poder,
no se llevaría a cabo una reunión de la Sociedad Hemingway en Cuba.
Procuré que la ira no nublara mi respuesta. Así que respondí que si
Castro ostentaba el poder en Cuba por más de 30 años era un asunto que
solamente incumbía a los cubanos, no a la Junta directiva de la
Fundación y Sociedad Hemingway de los Estados Unidos.
Sin embargo, no podía dejar de expresarle lo sorprendida que me sentía.
Justo el día anterior, el Gobernador de Navarra había recibido a los
participantes al evento en la sede del gobierno. El Dr. Josephs tuvo la
gentileza de presentarme ante el señor gobernador, comentándole que yo
era la dueña de Finca Vigía. A lo que respondí, sonriendo, que era solo
"casi" la dueña. El verdadero dueño era el pueblo cubano.
El gobernador, en sus palabras de bienvenida comentó que su Partido
llevaba diez años en el poder. Y a mí me pareció algo normal. Era una
decisión de los ciudadanos de Navarra. Pero al Dr. Josephs le debió
haber pasado lo mismo que a mi, porque no le oí argumento alguno en
contra de la situación política de Navarra.
Entonces, me dirigí al Dr. Allen Josephs y le recordé la anécdota del
día anterior. De inmediato pregunté, "…si no le preocupaba por qué ese
partido estaba en el poder, en Navarra desde hacía diez años, por qué le
molestaba que Fidel se mantuviera en el poder el tiempo que se
considerara oportuno. A fin de cuentas, era esa una decisión soberana
del pueblo de Cuba, de nadie más."
Subrayé que estaba solicitando para Cuba, la sede para la celebración de
una Reunión Internacional Hemingway, de las que habitualmente organiza
la Fundación y Sociedad Hemingway de los Estados Unidos. Y consideraba
que, histórica y moralmente, Cuba debía haber sido considerada como tal
por cuanto fue el hogar de Ernest Hemingway, durante más de 21 años,
porque nunca tuvo ninguno otro como ese.
Aseveré, estaba segura que, entre otras cosas, me refería a una reunión
de carácter cultural donde, por primera vez, podríamos, intercambiar
conocimientos los especialistas cubanos y norteamericanos. Donde
podríamos hablar de la importancia que tuvo Cuba en la vida y la obra
del escritor, ignorada aún en esa fecha por los especialistas foráneos.
Confieso haber estado anonadada al comprobar cómo era posible se
interpusiese el diferendo político existente entre los gobiernos de
ambos países ante una verdad histórica, cultural y literaria
irrebatible.
Al salir de la reunión con la Junta, el Dr. Robert Lewis me pidió
disculpas por la intervención del Dr. Allen Josephs y me expresó que la
sede de la próxima, la de 1994, sería París, ya había sido decidida. Le
solicité mantuviera la solicitud de Cuba para la de 1996.
Y fuimos a París, pero allí siquiera tuve la posibilidad de reunirme con
la Junta. El Dr. Robert Lewis no era ya el Presidente de la Sociedad.
Por supuesto, ya la nueva sede había sido decidida. Cuba no estaba en la
línea de preferencias. Pero su nueva presidenta, la Dra. Linda
Wagner-Martin, me posibilitaría una grata sorpresa solo un año después.
A mi regreso, reclamé al Ministerio de Cultura, a través de la dirección
Provincial de Cultura de Ciudad Habana y el Centro Provincial de
Patrimonio Cultual, la necesidad que teníamos de crear nuestro propio
evento internacional. Cuba no tenía por qué estar mendigando el derecho
ganado tantos años atrás.
Fue La Habana el sitio escogido por Hemingway para sus visitas
frecuentes a nuestro archipiélago. Fue Finca Vigía, en el pueblo de San
Francisco de Paula, el sitio que Martha Gellhorn, su tercera esposa
descubriera en mayo de 1939, y que él decidiera, a partir del 28 de
diciembre de 1940, convertir en su hogar.
Lega Finca Vigía y la mayor parte de sus colecciones al pueblo de Cuba.
Es el gobierno cubano quien aprueba el presupuesto que se requiere para
la conservación de esta institución museal, el pago de sus trabajadores,
la apertura al público, el montaje de exposiciones transitorias.
Argumenté, además, por si todo esto fuera poco, que también debíamos
pensar que la conservación durante más de 30 años del legado cubano de
Hemingway nos otorgaba el derecho a convocar una reunión internacional,
pero esta vez, lo haríamos desde Cuba.
Y fue así como se aprobó la realización del I Coloquio Internacional
Hemingway. Sería auto sustentado. No contaría con un presupuesto
especial para su realización. Decidimos tuviera lugar los años impares
teniendo en cuenta que la Fundación y Sociedad Hemingway llevaban a cabo
sus reuniones los años impares. Así no coincidirían nuestros eventos.
Nunca habíamos llevado a cabo algo como eso. Pero como decía mi abuela
paterna, cortando trajes… se aprende a ser sastre. Y sí, se logró. Y sí,
tuvo éxito. Y sí, dejó alguna ganancia, no fue mucho, pero algo nos
quedó.
¿Ayuda? Hacía falta mucha ayuda y la recibí. Asistieron más de 40
especialistas Hemingway de Estados Unidos, Checoslovaquia, Francia,
México. Por la parte cubana estuvieron presentes los compañeros de la
Cátedra Hemingway del Instituto Pedagógico José Martí, de Camagüey, los
especialistas del Museo Ernest Hemingway.
Sostuve una reunión con Abel Prieto, presidente de la UNEAC en esa
fecha. La Unión posibilitó la asistencia al mismo de personalidades como
Miguel Barnet, Luis Suardíaz, Armando Cristóbal, Enrique Cirules, Dra.
Mary Cruz entre otros. Miguel Comas Paret presentó su libro La agonía
del pez volador. Francisco López Sacha, presidente de la Asociación de
Escritores, fue quien tuvo a su cargo las conclusiones del Coloquio.
Aquella Sociedad Hemingway, de la que había recibido tan ríspida
respuesta en 1992, colaboró con la realización del I Coloquio. Y lo digo
sinceramente. El Dr. Bickford Sylvester fue designado por la Junta
directiva para que me contactara y ayudara. Estoy convencida que la Dra.
Wagner-Martin mucho tuvo que ver en esta decisión.
Juntos trabajamos en la preparación del Coloquio. Todas las noches, el
Dr. Sylvester me llamaba a la casa y despachábamos acerca de quiénes
participarían, fundamentalmente, por la parte norteamericana. Me dictaba
los títulos de las conferencias que impartirían y pequeñas síntesis
biográficas que, me dedicaba a teclear, en una máquina de escribir, al
día siguiente. El Museo Hemingway no tenía computadora.
Mientras tanto, acá en La Habana el Coloquio se organizaba en bicicleta.
Quien escribe estas memorias, aunque sabía montarla, nunca aprendió a
manejar ni sacó licencia de conducción porque le tiene terror al
tráfico. Pero había llegado la bicicleta a Cuba, en medio de nuestro
inicial Período Especial. El lector puede imaginarse el pedal que hay
que dar para trasladarse desde San Francisco de Paula hasta la Marina
Hemingway.
Me acompañaba Milagros Villamil, la administradora del Museo Hemingway.
Pero en los primeros viajes nos demorábamos una eternidad porque tan
pronto yo sentía el ruido de un vehículo, arrimaba la bicicleta al
contén y me detenía. Repito mi terror al tráfico no me permitía tomar
otra decisión. Cuando fuimos a hacer el tercer o cuarto recorrido, la
administradora tomó un cojín, lo puso en la parrilla de su bicicleta y,
conminatoriamente, me ordenó: Te sientas ahí y vas emparrillada hasta la
Marina, la provincia y donde haya que ir. No tengo paciencia para volver
a hacer el viaje contigo, montando tú en otra bicicleta.
En febrero de 1995, entregaron un Yigulí, de cuatro puertas, al Museo
Hemingway. En él terminamos de preparar el Coloquio, las exposiciones
que se montaron y las mil y una vueltas y trámites que hay que llevar a
cabo para la realización de un evento de esta magnitud. En él se
trasladaban los trabajadores del Museo el día que tenían sesión en el
evento. El resto debía mantener abierta al público la institución
museal.
Por supuesto, Bickford estuvo presente todo el tiempo que duró el
Coloquio, en La Habana. Pero se hizo acompañar también de otras
personalidades, investigadores y conocedores de la vida y la obra de
Ernest Hemingway. Y viajó el profesor de la Sorbonne de París, Roger
Asselineau, considerado como el americanista más importante de Francia.
Para mi sorpresa, Bickford trajo consigo a Gregory Hemingway, el hijo
menor del escritor, quien viajó en compañía de su esposa Ida. Al
encontrarnos en el aeropuerto, era la primera vez que nos veíamos, me
presentó a Gregory Hemingway, el hijo menor del escritor. Y me confesó
que hacía ya varios días que él sabía que Gregory viajaría a La Habana
para participar en el I Coloquio Internacional Hemingway pero que no me
lo había comunicado porque quería darme la sorpresa. También logró
formara parte de la comitiva Carl Sandford, sobrino de Hemingway, hijo
de su hermana Marcelline. Sí que me dio tremenda sorpresa.
Entre los especialistas norteamericanos participantes en este I Coloquio
se encontraban H.R. Stoneback, Donald Junkins, Scott Donaldson, Robert
E. Gajdusek, Sandra Spanier, Ann Putnam, Joe Defalco, Joe Haldeman,
entre otros.
Una noche, el Dr. Armando Hart Dávalos, Ministro de Cultura, recibió a
los invitados extranjeros, en uno de los salones de la Casa de las
Américas. Allí les explicó acerca de la cultura cubana y su desarrollo.
Mucho tiempo después de haber tenido lugar el Coloquio recibí una carta
del Dr. Lewis. Él era profesor de la Universidad de North Dakota.
Dirigió durante años, creo que, hasta su muerte, la Revista NDQ North
Dakota Quaterly. En la misiva me felicitaba por la feliz idea de llevar
a cabo un evento internacional Recuerdo muy bien que al final de la
misma me decía: No era necesario esperar por nadie, para la celebración
en Cuba de un evento internacional sobre Hemingway.
Pero el gran tropiezo surgió el primer día. Justo en el receso de la
sesión de la mañana. El Dr. Bickford Sylvester se me acercó muy
alarmado. Me dijo que los especialistas norteamericanos no querían
continuar con las sesiones como se habían planificado. Juro no entendí a
qué se refería.
Problemas con la traducción
Me explicó consideraban que se perdía mucho tiempo en la interpretación
de las ponencias. Como no había equipos para la interpretación
simultánea, por supuesto la interpretación resultaba lenta. El
intérprete estaba sentado en la mesa, junto al ponente e iba
traduciendo. De acuerdo a la ubicación de los participantes en la sesión
algunos oían bien, otros no.
Bickford me habló de la traducción simultánea y la utilización de
audífonos. Pero yo no tenía dinero para pagar esos servicios. La
recaudación no daba para tanto. Y le expliqué. Nada. Que no querían
entender. Hasta se me propuso no utilizar al intérprete. Pero ahí se
agotó mi paciencia.
Serenamente le expresé a mi maravilloso e ilustre Bickford: si a los
colegas norteamericanos les disgusta tanto la traducción, podemos
prescindir de ella. Realmente, la mayor parte de los cubanos que están
participando entiende el inglés. Tal vez pierdan algo del contenido de
la conferencia, pero la comprenderán. Los colegas norteamericanos, casi
en su totalidad, no hablan español. Cuando sean los cubanos quienes
estén leyendo sus trabajos, serán ellos los que se quedarán sin
comprender a qué se están refiriendo mis colegas en sus investigaciones.
Perderemos el sentido de este encuentro. Pero, usted decide qué hacemos.
Tal como el lector lo habrá imaginado, continuamos utilizando a nuestros
geniales intérpretes que, entre otras cosas, hicieron su trabajo
totalmente voluntario. No cobraron un centavo por sus servicios. Por
ejemplo, los colegas del Instituto Superior Pedagógico José Martí de
Camagüey participaron como ponentes. Cuando no estaban en ese rol,
llevaban a cabo la traducción e interpretación.
Elija la carpeta que más le guste
Pero hubo más anécdotas. Todos los eventos las tienen. Por ejemplo,
Jesús Franco, conocido cono J.F., se enteró tarde de la celebración del
Coloquio. No obstante, donó al Comité organizador unas carpetas
plásticas que contenderían los materiales que se entregarían a los
participantes. Pero estas no alcanzaban para todos. Así que se decidió
entregar esas a los visitantes extranjeros y reservar para los cubanos,
unas carpetas muy bien hechas, con cartulina y pegamoide, y la
identificación del Coloquio para los cubanos. Fue un maravilloso trabajo
que realizaron los trabajadores de la Imprenta de la dirección
provincial de Cultura, con su directora, Pompeya Casabona, al frente.
Fue un regalo de estos trabajadores de la imprenta al colectivo del
Museo. Laboraron en sus horas de descanso para lograrlo.
De repente se me acercó el Dr. Bickford Sylvester para preguntarme por
qué había dos tipos de carpetas. Le respondí lo que realmente había
sucedido. Súbitamente, muchos de los participantes norteamericanos
querían una carpeta igual a la de los cubanos. Pero, yo no tenía más que
las que había entregado. Propuse, entonces al Dr. Sylvester que si
cubanos y norteamericanos aceptaban intercambiarse las carpetas yo no
tenía nada en contra. A fin de cuentas, todas contenían los mismos
materiales.
Pero me picó la curiosidad y comencé a indagar. Sucede que nuestras
carpetas estaban hechas a mano. He ahí el atractivo de las mismas.
La piscina de El viejo y el mar
Luego, bueno, luego ocurrió algo que me molestó mucho. Pero eran otros
tiempos y era así como funcionaban algunas cosas, en aquella etapa. A la
hora de almuerzo, unos cuantos participantes cubanos, se quitaron la
ropa y quedaron en trusa, para darse un chapuzón en la piscina. Pero, de
inmediato, me llamaron de la gerencia del hotel para pedirles que se
retiraran de la alberca. Esta era solo para uso de los huéspedes.
Ninguno de nosotros era huésped del hotel.
Compartamos el almuerzo… un cuello de botella
Pero digo más, los participantes extranjeros almorzaban en el restorán
del hotel. Para los cubanos logramos un espacio muy agradable: claro,
bien montado, con todos los requerimientos de una buena mesa: manteles,
cubiertos, vasos, copas. Solo que el menú, que era muy bueno, era
dirigido. Nuestros colegas extranjeros nos veían almorzar en el sitio.
Y, de inmediato, vinieron a pedirme se les permitiera almorzar junto con
sus cofrades cubanos.
Y ahí se crea, un cuello de botella. Los alimentos que consumíamos
nosotros, los proporcionaba la dirección provincial de Cultura y los
platos eran confeccionados por el hotel. Menú que ellos, incluso,
mejoraban con ensaladas y al que llegaron añadir postres. Pero yo no
podía decidir que los otros colegas almorzaran con nosotros.
Me senté con el gerente del hotel. Le expliqué cuál era la situación.
Finalmente, se decidió que los participantes extranjeros almorzaran
donde ellos decidieran. Los cubanos continuamos haciéndolo en nuestro
bello comedor. Informé a mis colegas que, si los invitaban a almorzar,
por favor, se sintieran libres de hacerlo.
El cóctel de despedida
Se llevó a cabo en la piscina del hotel: Participó el Dr. Armando Hart,
Ministro de Cultura y representantes del gobierno de la capital, el
ministerio de Cultura y la dirección provincial. Confieso que estuve
físicamente en el lugar, pero poca atención presté a su desarrollo una
vez comenzado.
El Dr. Sylvester me presentó a Stephen Plotkin. Este era que el Curador
de la colección Hemingway en la Biblioteca y Museo Presidencial John. F.
Kennedy. Y nos mantuvimos todo el tiempo conversando acerca de las
necesidades de preservación del legado cubano de Hemingway y las
dificultades materiales que, para la misma, afrontaba la institución
museal.
Pero este es un tema que se abordó en los antecedentes del Acuerdo
Hemingway. Firmado en noviembre de 2002 entre el Social Science Research
Council, de los Estados Unidos y el Consejo Nacional de Patrimonio
Cultural, de la República de Cuba.
Y celebramos el II Coloquio
Para la realización del II Coloquio también tuvimos que encontrar otro
espacio. La restauración del ansiado Hotel Ambos Mundos demoraba y fue
necesaria otra opción. Podíamos haber repetido la Marina Hemingway, pero
estábamos escasos de combustible y debíamos garantizar el movimiento de
los especialistas cubanos para su participación y presencia en el mismo.
Este último se llevó a cabo en la Villa Panamericana, en julio de 1997,
por las razones apuntadas en el párrafo anterior. El evento fue acogido
con beneplácito por parte de esa Villa y sus trabajadores. Además, los
participantes extranjeros podían trasladarse, previo el servicio de
taxis a su disposición, al centro de La Habana, a San Francisco de
Paula. Lograban conocer no solo los sitios frecuentados por el escritor
sino también la ciudad.
Para la ejecución de este contamos, una vez más, con el apoyo del
inestimable Dr. Bickford Sylvester y del Dr. Larry Grimes. Había
resultado difícil el servicio de traducción que utilizáramos en el I
Coloquio.
Pero el Dr. Sylvester quería la traducción simultánea con la utilización
de traductores y equipos. Yo también. Pero el Museo no contaba con
presupuesto alguno para ese pago. Así que, no sé cómo Bickford me pidió
sacara las cuentas y ellos asumieron el pago de esos servicios. El
evento resultó espléndido, fluido.
Las conclusiones del Coloquio corrieron, nuevamente, a cargo de
Francisco López Sacha, presidente de la Asociación de Escritores de la
UNEAC.
La visita a Cayo Guillermo
Al concluir el Coloquio habíamos organizado un viaje a Cayo Guillermo,
en la provincia Ciego de Ávila. A la llegada realizamos una breve pero
amena excursión y para la misma contamos con la presencia del
Historiador de Morón quien no solo nos acompañó sino también transmitió
a los participantes un mayor conocimiento del sitio que Hemingway
describiera en Islas en el Golfo.
Al concluir, pudieron disfrutar de la playa, la piscina. Delectaron una
cena agradable e informal. Unos se quedaron conversando. Otros fueron al
bar o a un cabaret cercano, del que no recuerdo el nombre.
La excursión en yate
Para la tarde del día siguiente se había planificado una excursión en
yate en la que se podría completar la información dada por el
Historiador y comparar los sitios con las descripciones dadas por
Hemingway en su obra. Contábamos con la participación del escritor
Enrique Cirules que había investigado a profundidad sobre el tema y con
su ensayo Hemingway en la cayería de Romano, había logrado Mención en el
Premio Casa de las Américas.
Pero sucedió lo inimaginable. Los extranjeros todos estaban autorizados
a abordar la embarcación por el MININT, pero los cubanos que habíamos
organizado y llevado a cabo el Coloquio, no teníamos autorización para
participar en la excursión preparada, expresamente, a partir de lo
sitios descritos por el escritor norteamericano, en su novela Islas en
el Golfo.
Todas las gestiones realizadas, en La Habana, por el compañero Blanco,
representante de Paraíso, fueron baldías. Antes de salir hacia Cayo
Guillermo, Blanco chequeó. Le informaron que enviarían los permisos para
Morón. Pero estos nunca llegaron.
La respuesta fue tajante: los cubanos no podíamos abordar la
embarcación. Solicitamos, incluso, que autorizaran a Enrique Cirules y
al equipo del ICAIC que se encontraba filmando el desarrollo del
Coloquio. Al frente del equipo fílmico se encontraba Aaron Vega. Yo
fingiría algún malestar, pero llevaríamos a cabo la expedición marítima.
Todo fue en vano.
Solo se me ocurrió, con Blanco a mi lado como apoyo, la excusa de que
los servicios meteorológicos habían anunciado una severa tormenta de
verano y no nos permitían hacernos a la mar. Razones de seguridad para
las personas. Pero la tarde estaba espléndida, el sol desmentía mis
argumentos. Bickford Sylvester poseía una embarcación, practicaba la
pesca. Y no creía en ninguno de mis argumentos.
Internamente pedía a gritos por una tormenta, clamaba porque cayeran
raíles de punta. Pero para nada, el sol continuaba burlándose de mí. De
repente el cielo comenzó a nublarse, se desató un viento fortísimo, la
tormenta eléctrica fue violenta. Y mis amigos norteamericanos se
convencieron de la veracidad de los pronósticos meteorológicos. Y no es
que ponga en duda la veracidad de los nuestros, pero, juro al lector,
que nunca he disfrutado tanto de una de nuestras típicas y tropicales
tormentas de verano.
A la mañana siguiente, en el aeropuerto mientras esperábamos para
abordar el vuelo de regreso a La Habana, se me acercó Aarón Vega y me
susurró al oído: ¡Flaca, se te fue la mano pidiendo la tormenta de ayer!
Primer Museo Suramericano de Buenos Aires,
"Comandante Ernesto Che Guevara"
calle Rojas 129, esquina Yerbal, barrio Caballito (1405),
CABA - República Argentina
teléfono 5 3720744 móvil 15 38204473
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face - Eladio González
Doná sangre, células madre y órganos. Se de los que AMAN y CONSTRUYEN. No seas de los que ODIAN y DESTRUYEN. (José Martí, cubano, fué Cónsul de Argentina en Nueva York y corresponsal de nuestro argentino diario "La Nación". Denunciá el bloqueo genocida a Cuba, son once millones de seres humanos sufriendo. El museo funciona actualmente en Las Jarillas de Guandacol, Municipio Felipe Varela, calle Moreno sin número, provincia de La Rioja. Sus directores son los profesores Marisín De Lisi 54 9 11 5635 5341 y Ricardo Aguilar 54 9 11 6886 0792 , difundilo, gracias.