martes, 8 de mayo de 2007

Poema - Andrés Eloy Blanco





Tal vez lo esté reiterando, pero este poema es el que hubiera querido escribir, de haber tenido talento y compartirlo a Uds. mis familiares, compañeros, amigos trabajadores. A los pequeños que están trabajando de estudiantes; a las que trabajan en quehaceres domésticos, que sirven para ayudar a vivir a otros; a los cartoner@s y reciclador@s, que hacen vida de lo que otros llaman basura; a los que trabajan de curas y monjas y de verdad andan cuidándonos; a los que trabajan de educadores y con auténtica iluminación, buscan educarse cada día; a los que trabajan de abogados, y no desisten de buscar la justicia; a los que trabajan de médico y andan tratando de prevenir primero y cuando nos hallan rotos, nos reparan, consuelan y acompañan; a los carpinteros, que de una tabla hacen una cuna, una mesa y un féretro; a l@s campesin@s, que cultivan el pan, la lechuga, la manzana y la cereza que nos alimentan y deleitan; a los que hacen vino, milagro incomparable; a los pintores, bailarines, músicos, poetas y actores, que nos regalan nada menos que un destello de belleza; a l@s periodistas, siempre perseguidos entre la coima y la amenaza; y a todos los que hacen posible con su trabajo que se puedan ejercer cada uno de los más simples a los más complejos de nuestro actos cotidianos, el desarrollo real de nuestra historia en este mundo; pero ante y sobre todo, a los desconocidos, siempre en sombras, trabajadores golondrina, golondrina sin alas, sin trabajo fijo, trabajadores remunerados sin justicia, trabajadores esclavos -¡ay, en mi tierra!- que sudan su juventud y marchan a la vejez inexorable, sin resguardo ni amparo; a los que sin poesía, se endilgan sin pudor, títulos para nombrar “lo que no tiene nombre”: desocupado, excluido, indigente, careciente. Sobre todo a ellos -¡hijo mío, hermano mío!- presento mi saludo en este día. Tal vez mañana, lograremos el mundo que debe ser y será este un día de recordación, pero con fiesta. Delia 1/5/2007

Coloquio bajo la palma
Lo que hay que ser es mejor
y no decir que se es bueno
ni que se es malo,
lo que hay que hacer es amar
lo libre en el ser humano,
lo que hay que hacer es saber,
alumbrarse ojos y manos
y corazón y cabeza
y después, ir alumbrando.
Lo que hay que hacer es dar más
sin decir lo que se ha dado,
lo que hay que dar es un modo
de no tener demasiado
y un modo de que otros tengan
su modo de tener algo,
trabajo es lo que hay que dar
y su valor al trabajo
y al que trabaja en la fábrica
y al que trabaja en el campo,
y al que trabaja en la mina
y al que trabaja en el barco,
lo que hay que darles es todo,
luz y sangre, voz y manos,
y la paz y la alegría
que han de tener aquí abajo,
que para las de allá arriba,
no hay porque apurarse tanto,
si ha de ser disposición
de Dios para el hombre honrado
darle tierra al darlo a luz,
darle luz al enterrarlo.
Por eso quiero, hijo mío,
que te des a tus hermanos,
que para su bien pelees
y nunca te estés aislado;
bruto y amado del mundo
te prefiero a solo y sabio.
A Dios, que me dé tormentos,
a Dios que me dé quebrantos,
pero que no me dé un hijo
de corazón solitario.

Andrés Eloy Blanco