viernes, 1 de junio de 2007

La baja más importante para Estados Unidos en la Guerra de Irak Cindy Sheenan tras tres años dijo "no more" basta













CINDY SHEENAN: BAJO FUEGO CRUZADO por Jorge Gómez Barata



Con un mensaje patético, honesto y profundamente revelador, Cindy Sheenan, la norteamericana madre de un soldado muerto en Irak, que durante tres años fue el rostro de las manifestaciones pacifistas en Estados Unidos, se ha descartado del activismo político.

En carta a sus amigos, la Sheenan da cuenta de su agotamiento físico y moral, del sacrificio de la vida familiar, y abunda en las razones de su decepción, confesando haber descubierto que se necesita más que una mujer decidida y una madre sufrida para confrontar a la elite de poder e influir en el pensamiento del pueblo norteamericano.

La historia comenzó en 2005 cuando Sheenan emplazó a Bush para que le explicara las razones por las que su hijo Casey, un soldado de 24 años, murió en Irak. Ante la negativa, acampó frente al rancho presidencial en Crawfort, Texas transformándose en el resto del movimiento anti bélico.

Por ser una humilde ama de casa, no iniciada en la política, la señora Sheenan creyó que bastaban argumentos morales y sentimientos legítimos para conmover a la opinión pública norteamericana e influir en su clase política; ingenuamente apostó a que el Partido Demócrata era diferente y pagó la novatada.

Al realizar sus apelaciones y denuncias, la sufrida madre, no podía prever el potencial de su actitud, cosa percibida por fuerzas políticas más avezadas y militantes que la sumaron, la absorbieron y finalmente la agotaron. Es casi una regla que las fuerzas políticas tradicionales, se inserten o penetran los movimientos sociales y los manipulen, utilizándolos para fines ajenos a aquellos que los originaron, exactamente como hizo con ella la maquinaria del Partido Demócrata.

La notoriedad adquirida por la realización de acciones cada vez más significativas la convirtieron en una figura pública, cosa que en Estados Unidos implica asumir costos y tensiones equivalentes. Fue criticada por la administración y la prensa, sus motivaciones fueron cuestionadas por familiares de otros caídos que ven las cosas de modo diferente y su vida privada y familiar sometidas a un escrutinio que resultó insoportable.

Aunque la última decepción de Sheenan fue motivada por la actitud complaciente del Partido Demócrata, que depuso la exigencia de un calendario para la retirada de Irak y aprobó los créditos solicitados por Bush, ninguno de sus argumentos tiene tanto calado psicológico, moral y humano como la afirmación de que: “Casey, (su hijo) murió por un país al que le importa más quien será el próximo “American Idol” que saber cuántas personas morirán en los próximos meses.”
En fin, ella pudo percibir que aquello que desde fuera se percibe como un “movimiento pacifista de oposición a la guerra”, de alguna manera es parte del engranaje del sistema, una reacción defensiva proveniente de la derrota y no de la convicción.

Para no dejar ningún cabo suelto, entre sus motivos, Sheenan alude a la erosión de sus finanzas. De este modo algunos se enterarán de que en Estados Unidos, el activismo político, cuando es genuino, de matriz honesta y reta a la reacción, cuesta más de lo que aporta. Ella no es la primera en pagar ese precio, al que suelen acompañar riesgos de seguridad propios y familiares, tensiones afectivas y otros costos no pecuniarios.

Aunque nos gustaría poder decir otra cosa, lo cierto es que el pacifismo no es una de las virtudes que adornan al pueblo norteamericano que, obviamente forma parte del imperio americano y, en términos generales secunda y respalda las metas trazadas por su elite política. Las críticas a Bush no aluden a una guerra injusta, inmoral y de rapiña, sino a su incompetencia para ganarla.

La desmovilización de Sheenan es un rudo golpe al movimiento popular de oposición a la guerra en Irak, que se había articulado en torno a su figura y su mensaje que instaba a la administración a llevar a casa a los jóvenes que exponen su vida por una causa que no merece semejante sacrificio.

Al regresar al seno del hogar del que una guerra injusta y estúpida la apartó, Cindy Sheenan merece el reconocimiento por su esfuerzo y capacidad de sacrificio. Buena suerte.