viernes, 6 de julio de 2007

Michael Moore EEUU Sicko Sistema de Salud Perverso Inhumano














Sicko: un agujero en el sueño americano

Pueden ver el video en la Página : http://www.cubasi.cu/ de 4 de julio.


Por: Aday del Sol Reyes 03/07/2007

Desde su exhibición, en el pasado Festival de Cannes, Sicko ha estado en las principales titulares de la prensa internacional y no es para menos. Durante 124 minutos el más reciente documental de Michael Moore ataca de frente a las compañías de seguro médico y las industrias farmacéuticas, las dueñas absolutas del sistema de salud norteamericano.
La película, que ya fue exhibida con éxito en Nueva York y será proyectada en casi 300 salas de cine de todo Estados Unidos, pone en evidencia cómo 250 millones de norteamericanos, que pagan cobertura médica, son estafados por las industrias de seguros. Contrariamente a lo que se espera de ellas, estas instituciones niegan a sus contribuyentes el dinero necesario para tratamientos clínicos, cirugías y la atención médica de urgencia.
Para esas multimillonarias industrias, un buen médico es aquel que le ahorra dinero a la compañía. Según Sicko no solo son asesinos quienes, fuertemente armados y vestidos de camuflaje, sacrifican a civiles en Irak. Otro tanto hacen algunos profesionales de la salud, ataviados con su pulcro uniforme de batas blancas con sus coterráneos en las propias ciudades estadounidenses.
Así lo deja entrever en el documental la doctora Linda Peeno, antigua revisadora médica de la compañía de seguros Humana, quien abandonó su puesto y se presentó ante el congreso en mayo de 1996 para confesar su responsabilidad por la negación de una cirugía que le costó la vida a un hombre y a ella su ascenso inmediato a un puesto de ejecutiva. Peeno denuncia que su único objetivo como médico en este tipo de industria era trabajar para el beneficio financiero de una organización que te obligaba a manejar suciamente la salud, olvidar y matar gente.
Los ejemplos que corroboran la acusación de la doctora Peeno sobran en el logrado material del ganador del Oscar 2003 por Bowling for Columbine, quien también logra en Sicko de manera inteligente, irónica y hasta con humor, acusar al sistema de salud de Estados Unidos a través de los desgarradores testimonios de los “felices clientes asegurados” por Blue Shield, Horizon Blues Cross, BCS, Mega, Humana y otras compañías.
El aparato de salud, como todo el sistema, se mueve a través de la corrupción de sus políticos, quienes responden al único partido que gobierna la poderosa nación del norte: el dinero. Todos tienen un precio.
Al comparar el sistema de salud de los Estados Unidos con los de Francia, Gran Bretaña, Canadá y Cuba, Moore demuestra la superior calidad de vida de los ciudadanos de estos países. Algo lógico si tenemos en cuenta que esas instituciones centran su encomienda en la prevención de enfermedades y en curar el mayor número de personas sin tomar en cuenta su posición social. El estado es dueño de los hospitales, emplea a su personal médico y garantiza que las personas se sientan protegidas por un sistema de salud confiable y gratuito.
En busca de justicia, el director norteamericano capitanea un bote en el que viajan algunos de los trabajadores que participaron en el rescate del 11/9. Su destino es la base naval de Guantánamo, Cuba, donde, según la propaganda de la administración Bush, los terroristas allí recluidos, en vez de ser torturados, reciben todo tipo de atención sanitaria. Convencido que esa es el único territorio de Estados Unidos donde se practica la atención de salud universal, el capitán Moore reclama para sus tripulantes similares privilegios.
Desafiando las minas que resguardan la ilegal base, el documentalista anuncia por altavoz cuál es el propósito de su visita. Desde de las torres de vigilancia recibe como única respuesta el ruido de una sirena. A los desamparados náufragos del sistema de salud norteamericano no les queda otra alternativa que atracar en suelo cubano.
En la pequeña isla subdesarrollada que los Estados Unidos se empeñan en presentar como un peligro, los rescatadores del 11/9 reciben la mejor atención especializada.
Moore, en una de las entrevistas concedidas antes del estreno del filme en su país, afirmó: “Es un país pobre que me impresionó mucho porque lo poco que tienen lo utilizan en su sistema de atención sanitaria, terminan viviendo más que nosotros, tienen una tasa inferior de mortalidad infantil con respecto a Estados Unidos y además envían a muchos de los médicos que gradúan a ayudar a los países del Tercer Mundo que lo necesitan”.
Memorable en Sicko es la escena del encuentro de los héroes norteamericanos con un grupo de bomberos cubanos. Juntos brindan tributo a los caídos en el ataque del 11-S, comparten anécdotas, experiencias y se abrazan como hermanos. “Si esto es lo que pasa entre dos supuestos enemigos, si un enemigo te puede dar la mano y también curarte qué no será posible entonces”, se pregunta el director de Sicko.
El último documental de Michael Moore deja claro que la socialización de la medicina no es tan mala como han tratado de pintarla los medios de comunicación norteamericanos, sino todo lo contrario. ¿Dónde estaban ellos que no veían esto? La ceguera proviene de la ignorancia impuesta, nos dice Moore. Durante casi un siglo, Hollywood se ha encargado de hacerles y hacernos creer que en todas las esferas de la vida, los norteamericanos son superiores al resto de la humanidad.
Sicko, además de dejar al descubierto el deplorable sistema de salud estadounidense, es sobre todo un agujero en el mito del sueño americano. La enloquecedora pesadilla yanqui solo concluirá cuando, “vivamos en un mundo para el nosotros y no para el yo, cuando imitemos a los países que encontraron una mejor forma de cuidar a sus enfermos, de educar a sus hijos y de ser mejores con sus semejantes. Las fuerzas imperiales esperan que nunca lo hagamos y por ello Estados Unidos permanece como el único país sin cuidado de salud universal gratuito”, concluye Moore su película.