viernes, 14 de septiembre de 2007
Cinco Héroes diez años presos y un gorro boliviano en Plaza Italia Sergio Ortiz
www.laarena.com.ar
editoriales
AYER SE CUMPLIERON NUEVE AÑOS DE TAN INJUSTAS DETENCIONES
En Estados Unidos hay cinco
cubanos presos por luchar
contra el terrorismo
"¿Se puede ser un luchador contra el terrorismo y estar preso condenado a severísimas penas de cárcel?; en Estados Unidos sí se puede", decía una solicitada publicada tiempo atrás en un diario estadounidense de gran tiraje.
EMILIO MARÍN
Esa es una de las grandes contradicciones con la que George Bush está finalizando su segundo mandato. Por un lado invocar un discurso contra el terrorismo, basado en lo que ocurrió en Nueva York en 2001. Y por la otra, mantener en prisión a cinco cubanos que vivían en Estados Unidos y monitoreaban, para Cuba, a los círculos terroristas de Miami. La contradicción se profundiza pues la Casa Blanca ordenó dejar en libertad en mayo último al terrorista de origen cubano, Luis Posada Carriles, autor del atentado contra el avión de Cubana abatido en octubre de 1976, y que costó 73 vidas. El sujeto había ingresado ilegalmente a territorio norteamericano en mayo de 2005, según probó el gobierno de Fidel Castro, que tiene aquella cuenta pendiente con Posada Carriles.
Bush no es ningún enemigo del terrorismo. En las ciudades del mundo adonde llega los manifestantes le gritan "Vos sos el terrorista", como en su gira latinoamericana de marzo de este año. Si su fuerza de ocupación asesinó a 650.000 iraquíes desde marzo de 2003, mal puede el texano ser un político no terrorista.
La historia del caso que nos ocupa es sencillo de relatar, aunque haya mucha gente que recién se entera pese a los nueve años transcurridos (dato revelador sobre cómo pueden censurar determinados medios ciertas noticias adversas al imperio).
Miami es el centro de la comunidad cubana que vive afuera de la isla; lamentablemente en su mayoría es pasto para las fieras de la Fundación Nacional Cubano Americana, el grupo terrorista fundado por Jorge Mas Canosa y presidido por su hijo Jorge Mas Santos. Allí la CIA reclutó a la mayoría de los invasores de Playa Girón en 1961 y, en las dos décadas posteriores, a los mercenarios de CORU, Alpha 66, Hermanos al Rescate y otras bandas capaces de asesinar diplomáticos cubanos. Así lo hicieron en 1976 con Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias en Buenos Aires, en el marco del "Plan Cóndor". O para poner bombas en hoteles de La Habana: en 1997 eso le costó la vida del turista italiano Fabio Di Celmo).
En los ´90 la actividad terrorista se incrementó porque la inteligencia norteamericana creía en el desmoronamiento de Cuba tras la debacle soviética. Andrés Oppenheimer escribió entonces su ridículo best seller "La hora final de Castro". Las bombas fueron financiadas por Mas Canosa para boicotear el turismo en la isla y "secar" de divisas a un gobierno asfixiado por el bloqueo.
Cinco en acción
En esas condiciones fue que cinco cubanos fueron a vivir a EE UU a infiltrarse en los círculos terroristas y poder avisar a su país de los planes que se urdían en La Florida por parte de esa mafia que los cubanos designan como "gusanera".
Ellos son Gerardo Hernández, licenciado en Relaciones Internacionales lo mismo que Fernando González; Ramón Labañino, economista; René González, piloto; Antonio Guerrero, ingeniero civil de aeropuertos y poeta.
Como "topos" reunieron mucha información sobre los círculos extremadamente violentos de aquel estado (donde incluso entrenan milicias armadas) y la enviaron a La Habana. Esa labor, hecha en la boca del león, permitió a Fidel Castro prevenir unos 170 atentados.
Al reunir tanta evidencia, en La Habana decidieron que era hora de discutir con Washington, para que no hubiera algún incidente grave que llevara la tirante relación bilateral a un punto de beligerancia de no retorno. Así fue comisionado Gabriel García Márquez para entregar un dossier en manos de William Clinton, que no lo recibió en persona (tenía cosas más importantes que hacer con Mónica Lewinsky en el Salón Oval). Luego un par de funcionarios del Departamento de Estado viajó a la isla para discutir en detalle la denuncia cubana.
Pese a las pruebas de la actividad criminal contra la patria de José Martí en La Florida, la administración Clinton no procedió en su contra. Al revés: siguiendo los hilos de aquellas pruebas, terminó desarticulando a quienes habían trabajado en su recolección. Los Cinco fueron apresados por el FBI el 12 de setiembre de 1998. Los que habían puesto la bomba y matado el año anterior a Di Celmo, podían seguir asesinando sin que se los molestara. Los que urdieron una buena parte de los 634 planes para matar a Fidel Castro, ídem.
Y esa última referencia no es una frase al aire. En noviembre de 2000, Posada Carriles y otros tres secuaces fueron detenidos en Panamá cuando se aprestaban a atentar contra el presidente cubano, de visita para la X Cumbre Iberoamericana. Hubieran muerto centenares de estudiantes y público en el paraninfo de la Universidad.
Los cargos no probados en el juicio hecho a los Cinco fueron conspiración para cometer espionaje y para Gerardo Hernández también conspiración para cometer asesinato. Le endosaron que Cuba, defendiendo su espacio aéreo, había derribado dos avionetas de "Hermanos al Rescate" luego de repetidas advertencias de que no toleraría nuevas violaciones.
La sede del juicio, una nueva irregularidad, fue Miami, la menos imparcial que se podría haber elegido para sentarlos en el banquillo de los acusados.
Penas arbitrarias y brutales
En 2001 los cinco muchachos fueron condenados a penas de una enormidad que salta a la vista: a Gerardo le dieron dos cadenas perpetuas y 15 años de prisión; a Ramón Labañino, perpetua; a Antonio, perpetua; a Fernando, 19 años de privación de libertad, y a René, a 15 años.
Luego de una modificación legal de 1994, a los condenados por espionaje a cadena perpetua les cabe cumplir íntegramente la pena, sin posibilidad de acortamiento por buena conducta u otra razón. Tres del grupo tienen esa pena de por vida, salvo que la presión de la comunidad internacional se haga sentir en mayor grado.
Han surgido más de 300 comités por la libertad de esos cinco prisioneros políticos, en diversas ciudades del planeta. Y nueve Premios Nóbel han reclamado su liberación: Wole Soyinka, Adolfo Pérez Esquivel, Nadine Gordimer, Desmond Tutu, Rigoberta Menchú, Zhores Alferov, Gunter Grass, José Saramago y Harold Pinter. Salvo el portugués, los demás no han manifestado simpatías comunistas.
Hasta ahora hubo tres vistas posteriores al amañado juicio: una en 2004, otra en 2006 y finalmente otra el 20 de agosto último, ante el 11 Tribunal de Atlanta. En esas audiencias, los defensores argumentaron ajustados a derecho en favor del quinteto de luchadores. Dejaron en claro que ellos no espiaban a la Casa Blanca, el Pentágono, la Nasa ni ningún otro objetivo político o militar estadounidense sino a la mafia anticubana de La Florida. Los abogados, entre ellos el conocido Leonard Weinglass, que defendió antes al "Pantera Negra" Mumia Abu Jamal, objetaron la sede del juicio, la mala conducta del fiscal, la inconsistencia de las pruebas sobre supuesta conspiración para espionaje y asesinato, la enormidad de las penas y otros asuntos hasta completar veintiséis.
Menos la sede, confirmada por un fallo de agosto de 2006, los defensores volvieron a la carga contra todo ese paquete.
Más de 30 juristas prestigiosos estuvieron en la audiencia del 20 de agosto, entre ellos el juez chileno Juan Guzmán que procesó al dictador Augusto Pinochet y es el actual rector de la Universidad de Chile, el ex fiscal general de EEUU Ramsay Clark, la ex congresista norteamericana Cynthia McKinney, el parlamentario alemán Norman Paech, etc.
Sobran razones para impugnar las condenas en lo jurídico pero también en lo político. Hablando en el Foro Social Latinoamericano reunido en agosto en Caracas, el titular del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, mostró el doble rasero de Bush: "A Leandro Aragocillo, un norteamericano de origen filipino condenado por espionaje, le ocuparon 733 documentos secretos de la Casa Blanca, el Pentágono, el Departamento de Defensa y de otros lugares. Lo condenaron a diez años de prisión. Tengo compatriotas míos condenados con cuatro cadenas perpetuas, sin haberle encontrado ni un pedacito de papel comprometedor".
Ayer y pese a la lluvia, amigos de Cuba en Buenos Aires le reclamaban al embajador Earl Wayne por la injusticia que padecen los Cinco. ¿Tomará nota?