martes, 24 de marzo de 2009
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El guión de la realidad
Por Eduardo Aliverti
Las movidas ajedrecísticas en el Tablero Electoral pusieron una pausa de última hora que será solamente eso, una pausa, en el curso de una Sociedad que a través de la acción Multimediática ya venía en campaña desde el retorno veraniego.
Las especulaciones, las críticas de unos y otros, las lupas más precisas sobre los Candidatos Potenciales serán un suspiro al cabo del cual, salvo por un algún imprevisto, se volverá a unos escasos ejes temáticos que retomarán el dominio de la escena.
¿Qué cuenta hay que sacar cuando se habla nada más que de unos pocos temas muy puntuales? Sencillísimo: La de cuáles otros se ignoran. ¿Así de fácil? No, por lo visto o por lo que se intuye. Que cada quien conteste preguntas como las siguientes: ¿Por qué será que no se lee ni escucha a experto alguno respecto de la ola de inseguridad que viven los Porteños y los habitantes del Conurbano Bonaerense?
¿Por qué será que quienes lideran lo que dice sobre el punto la “opinión pública” son Susana Giménez, Marcelo Tinelli, Sandro, Moria Casán, Mike Amigorena y, caramba, ¿Luis Alberto Spinetta? ¿No hay ningún artista ni figura de renombre que piense lo contrario? ¿Ninguno?
¿Puede ser que absolutamente ninguno? ¿Puede ser que nadie, pero nadie, se acuerde de que durante los largos meses del pico conflictivo con “el campo” desaparecieron de los medios todos los asesinatos habidos y por haber? ¿Y es probable que tras haberse destapado la conexión entre laboratorios farmacéuticos y “ruta de la efedrina”, y entre mafias policiales y un ¿secuestro? resonante, la policía aparezca repentinamente como víctima casi principal del estado de las cosas? ¿Sí? ¿Es probable?
¿Y es fehaciente como casualidad que el asentamiento de este clima denso, muy denso, se dé justo cuando por fin se decidió presentar el Proyecto de una Ley de Radio y Televisión que acabe con la pornografía de estar regidos por la sancionada en la Dictadura? ¿Es concebible que no haya un solo periodista, un solo intelectual, un solo analista, casi ni siquiera para disimular que hay alguito de honestidad profesional, capaz de rebatir técnicamente la propuesta?
¿Ni uno solo hay, como para que todo se remita a ponerles altoparlante a Gerardo Morales, Patricia Bullrich y Federico Pinedo, entre otros connotados especialistas en el área? ¿Ni uno solo hay en ninguno de los diarios, radios, canales abiertos, canales de cable, portales, de todos los medios de las grandes Corporaciones? ¿Y es verosímil que se haya producido sólo por esas cosas de la vida la aparición del Secretario del Episcopado, para afirmar que la corrupción está “institucionalizada”? ¿Justo ahora tiene el Monseñor la ocurrencia de aparecer para decir eso?
Esta Sociedad tiene claro que el ridículo debate sobre la pena de muerte no lo puede conducir Cacho Castaña. De si entiende que asustarse y sufrir por los delitos no se arregla con salir a ajusticiar con sangre y fuego a cualquier morocho que ande por ahí. De que la policía es parte del problema y no de la solución, como elemento constitutivo de la represión de clase y de la corrupción que ignoran los Obispos.
Los medios han logrado legitimar un discurso, mediante el cual ocultan que, además o en lugar de reflejar la realidad, la producen. Lo hacen a través de una construcción de sentidos por la que, sin ir más lejos, uno mismo se pone a escribir para retrucar a esa bajada de línea hegemónica, que no es otra cosa que la lógica de la dominación porque los medios no son otra cosa que el poder mismo. ¿Cuántos y quiénes reparan en eso?
Hay un chiste que de tal no tiene nada, adjudicado a diversas fuentes según la navegación y recepción por Internet que cada quien escoja. Resulta que Evo Morales y Bush (a este último habría que cambiarle el nombre pero no el simbolismo) se quieren juntar a solas. Lo hacen en un bote en un lago Sudamericano, pero los medios se enteran y miles de periodistas de todo el mundo se ubican en la orilla.
A Bush se le vuela el sombrero texano y Evo salta del bote, camina sobre el agua, recupera el sombrero, vuelve –siempre caminando sobre el agua– y se lo entrega. ¿Qué titulan los diarios y los noticieros?:
“Evo no sabe nadar”.