De: Edgardo Esteban
Fecha: 30 de marzo de 2009 2:23:05 GMT-03:00
MALVINAS: HACERSE CARGO DE LA HISTORIA
Hay tantas miradas de Malvinas como protagonistas de esa guerra. Cada año se suman nuevos testimonios que ayudan a ir construyendo el relato que como argentinos necesitamos de nuestra propia historia.
Han pasado 27 años del inicio de la guerra pero parece que nada cambió para los responsables de la derrota de la guerra.
Durante el fin de semana pasado leí las declaraciones de Mario Benjamin Menéndez, quien fuera gobernador de Malvinas durante el conflicto bélico, y nuevamente su falta de autocrítica, me sigue sorprendiendo.
A pesar del tiempo transcurrido desde la guerra, jamás dió una explicación sobre su accionar como máxima autoridad en las Islas, jamás pidió perdón por los errores cometidos, por sus errores cometidos.
Siempre optó por justificarse en lugar de asumir su responsabilidad ante la historia.
Habla de su pelo engominado, su cara afeitada y sus borseguies lustrados en el final de la guerra, pero no aclara nada acerca de la falta de comida para la tropa o los castigos inhumanos a los soldados.
Parece omitir los injustificados malos tratos por parte de algunos superiores hacia sus soldados, que llegaron hasta los estaqueos en medio del frío y en la turba mojada, en su gran mayoría por robar comida que nos negaban, teníamos hambre.
A partir de las denuncias iniciadas en el año 2005 por soldados, hoy hay implicados 80 militares en causas penales por estaqueos, malos tratos y abuso de autoridad, delitos que fueron declarados de lesa humanidad por la justicia argentina. De esto, nunca habló.
¿Cuándo reconocerá el general Menendez que los errores tácticos de las tropas argentinas existieron y fueron innumerables, tanto a nivel estratégico nacional, que definieron la suerte de la guerra, como en lo operacional?.
¿Cuándo realizará una autocritica de lo que hizo como máximo responsable de la isla por esos días?. ¿Cuándo explicará las críticas formuladas en el informe elaborado por el Ejército, a cargo del general Benjamín Rattenbach en 1983, para la Comisión de Análisis y Evaluación Político Militar de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur, donde se calificó a la Guerra de Malvinas como una “aventura irresponsable”?.
Cada arma funcionaba por su cuenta, carecían de preparación y la conducción estuvo plagada de errores, según se describe en él. Con base en el informe, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas condenó a Leopoldo Fortunato Galtieri a 12 años de reclusión con accesoria de destitución, al almirante Jorge Isaac Anaya a 14 años de reclusión con accesoria de destitución, al brigadier Basilio Arturo Lami Dozo a 8 años de reclusión.
En la revisión en segunda instancia civil y federal de la condena a Galtieri y demás responsables militares de la Guerra de Malvinas, en 1988, un tribunal ratificó las condenas por los delitos cometidos unificándolas en 12 años solo para los tres máximos jefes militares. Finalmente fueron indultados.
No hubo justicia. Por otra parte, quedó absuelto por prescripción de los delitos, el gobernador de las islas, Mario Benjamín Menéndez.
Como sociedad no podemos callar los errores cometidos, debemos debatir y preguntarnos qué paso y qué se hizo mal. Una sociedad jamás será justa si no tiene memoria y esa es una batalla que exige una tarea cotidiana.
La experiencia que vivimos los argentinos en 1982, que desencadenó el conflicto armado con Gran Bretaña, debe ayudar a generar conciencia en la memoria colectiva, para que en el futuro nunca más asuman roles de defensores de la soberanía, aquellos que no respetan las voluntades populares y los DD.HH de los habitantes de nuestro país.
La memoria histórica es la recuperación de la verdad desde las experiencias de las víctimas directas y en este sentido en nuestro país sigue existiendo la lucha por la memoria de Malvinas.
foto Cementerio argentino en Darwin - Islas Malvinas
La experiencia de Malvinas, padecida por soldados y colectivamente por nuestra sociedad, debe servir de experiencia para realizar aportes en la reconstrucción de nuestra identidad.
El desafío es sobreponer la verdad ante la mentira, la justicia ante la impunidad, el reconocimiento ante el olvido y esforzarnos en la articulación de acciones para la recuperación definitiva de la soberanía en las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
El genocidio iniciado por los militares y sus apoyos civiles con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, continuó de algún modo en Malvinas. La misma crueldad, la misma incompetencia, el mismo desprecio por la vida ajena, la misma cobardía.
En Malvinas, los militares cometieron aberraciones progresivamente denunciadas por quienes las sufrieron en carne propia: tortura física y psicológica; traición. Con alguna otra excepción, como ejemplo, la valentía y capacidad técnica de los pilotos de la Fuerza Aérea, quedan fuera de estas calificaciones.
Las Fuerzas Armadas argentinas trataron a los jóvenes civiles bajo bandera, en el escenario bélico de las Islas Malvinas, en pleno combate y frente a la agresión enemiga, de las misma manera con que trataron, como gobierno dictatorial a los ciudadanos en territorio continental, con cárcel ilegítima, torturas, vejámenes, abuso de poder y muerte.
El camino de verdad y justicia debe profundizarse también en relación a la guerra de Malvinas. Los soldados de Malvinas fueron víctimas de la última dictadura militar.
Los actos de valor y de heroísmo existieron y es justo el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas que tiene nuestro país desde 1833, avasallado por la posesión colonial de Gran Bretaña, que por historia y derecho nos pertenecen.
Pero eso nada tiene que ver con el análisis descarnado de lo ocurrido en 1982.
foto: piloto José Leónidas Ardiles, caído en combate en Guerra de Malvinas
Durante mucho tiempo, salvo excepciones como la del General Martín Balza, se ha preferido eludir la autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo. Galtieri y el almirante Jorge Anaya murieron sin haber hablado y Mario Benjamin Menendez habla sin reconocer y sin enfrentar sus responsabilidades políticas y militares.
Nuestros muertos serán siempre héroes silenciosos, y una asignatura pendiente de una sociedad que se obstina en guardar bajo la alfombra lo que más le duele.
A pesar del tiempo transcurrido y sabiendo que esas heridas no cicatrizan fácilmente, reflexiono sobre los hechos ocurridos pero con la intención de que esta mirada sirva para caminar hacia adelante.
Debemos contarles a las generaciones venideras todas las miradas que tiene una misma historia, sus tensiones y diferencias y junto a ellos generar la fuerza necesaria para construir un país distinto, más justo, luchando por la paz, la verdad y la memoria.
Como dijo el poeta argentino, Juan Gelman: “solo con verdad y justicia podrán cerrarse las heridas abiertas en el pasado”.
EDGARDO ESTEBAN
Periodista y soldado ex combatiente de Malvinas