miércoles, 26 de agosto de 2009

MADRES DE SIBYLA LA CHILENA Y DE ERNESTO CHE GUEVARA EL ARGENTINO FROILAN GONZÁLEZ ESCRITOR Y PERIODISTA CUBANO NOS EMOCIONA

Historia de dos madres, ambas desgarradas por la ausencia de la hija Sibyla y el hijo Ernesto.   
 
Sostenidas por el tremendo orgullo de la estatura moral, social y política de sus vástagos, que conocieron prisión.
 
Sibyla la hija chilena, durante catorce años tras las rejas en el Perú de su esposo José María Arguedas. 
 
Y Ernesto el hijo argentino, durante veinte horas en el aula de una escuelita de La Higuera, Valle Grande, Bolivia. 
 
Celia de la Serna argentina, la madre del Che Guevara falleció cuando el luchaba en Africa, para terminar con el apartheid.
 
Matilde Ladrón de Guevara chilena, la madre de Sibyla Arredondo ha fallecido a sus 99 años en este Agosto de 2009 enormemente feliz de ver a su niña LIBRE, tras catorce años de encierro.
 
A Ernesto Che Guevara asesinado sin juicio en 1967 estamos los argentinos tratando de descubrirlo, conocerlo, entenderlo, leerlo, comprenderlo y emularlo.
 
Los multimedios de comunicación argentinos, hacen lo imposible para evitar que el ejemplo humano, ético, político, militar y profesional del gigante nacido en Rosario se conozca en su patria de nacimiento. 
 
Aquí conocimos a la madre del héroe y ustedes saben:  de tal astilla "semejante palo".
 
                                                Eladio González  toto  director Museo Che Guevara
 
Matilde:  amiga del sur.  

 

                                                                             Por Froilán González.

 

Las agencias de noticias informaron  el 23 de agosto  del presente año  el fallecimiento de  la eminente escritora chilena Matilde Ladrón de Guevara, a la edad de  99 años.

 

Tuve el  privilegio de entrevistarla y conversar con ella más de una vez. Eran los años en que  sentía y sufría la inmensa pena por el  cruel encarcelamiento de su hija Sibyla. La admiramos como escritora eminente y madre insuperable, luchando siempre para lograr la libertad de su hija. 

    

Las relaciones comenzaron en  Santiago de Chile en el año 1992, cuando investigabamos para el  libro sobre la madre del Comandante Ernesto Che Guevara, titulado Canto Inconcluso.

 

Llegué desde la ciudad argentina de Mendoza, siguiendo la Ruta de los Libertadores, que atraviesa la cordillera andina y esto le impresionó, dijo, que esa Ruta también la realizó la madre del Che y sus hijos Celia y Juan Martín  cuando regresaron de La Habana.

 

El embajador de Cuba en Santiago, Aramis Fuente,  el Corresponsal de Prensa Latina,  Ramón Lafforte y Gladys Marín, Secretaria General del Partido Comunista de Chile  me concertaron la entrevista.

 

Matilde conservaba la belleza  de aquella joven  muy hermosa, que  fue Miss Chile o finalista de ese concurso  y nos sorprendió al solicitarnos  una espera de cuatro horas para maquillarse y poder recibirnos como mereciamos los cubanos.

 

Era una mujer cautivadora. Su apartamento muy lujoso en una de las zonas exclusivas de Santiago fue testigo de aquel memorable encuentro, que duró desde el medio día hasta altas horas de la madugada y selló una profunda y mutua simpatía.

 

Había estudiado Sociología, Filosofía y Literatura Política en La Sorbona de París. Explicó que  residió en las principales capitales del mundo y  había visitado el Polo Norte. 

 

El motivo de la visita era conocer  su testimonio sobre la madre del Che. Se conocieron cuando Celia  de la Serna regresó de Cuba, después de ver a su hijo, tras el triunfo de la Revolución Cubana. Viajaba  junto a sus  hijos  Celia  y Juan Martín. Regresaron en el vapor  "Reina  del Mar", con escala en Jamaica, Curazao, en el Puerto de la  Guaira, en Venezuela y a Cartagena de India en Colombia, cruzó  el  Canal de Panamá hasta el puerto de Callao en Perú,  para continuar hasta Arica y Valparaíso, en  Chile, a donde llegó el 4 de marzo de 1959. Se trasladaron hasta Santiago de Chile para tomar el tren rumbo a Mendoza y Buenos Aires.

 

Matilde y su hermana Lucia le organizaron un homenaje al que asistieron varios intelectuales. Celia habló de sus experiencias de la Revolución, de su hijo y de la esperanza que representaba Cuba  para todos los latinoamericanos.

 

Matilde presidía  la Asociación de Escritores  y estableció una estrecha amistad con Celia  que perduró en el tiempo. Fue escritora, cronista,  novelista, poeta, corresponsal de la revista chilena Ecrán en Hollywoord  y personalidad destacada en la vida cultural de su país. Estaba casada con el General Arredondo de la fuerza aérea chilena.

 

Entre sus obras se encuentran el poemario "Amarras de Luz", "Mi patria fue música",  "Adios al Cañaveral", "Madre soltera", "La Cienaga",  "Y va a caer", donde condena el Golpe Militar de Pinochet y los crímenes comitido por esa dictadura. Otros de sus libros son "Sybila en canto general",  "Leona de invierno" y la antología poética "Desnuda", prologada por Pablo Neruda quien la catalogó como  "perfil de espuma".

 

En  la contraportada del libro se puede leer: "La metáfora puede resultar extraña a primera vista, pero cuando se conoce a la autora, cuando se descubre o comparte su constante actitud de oleaje, de energía sin reposo, se descubre el por qué de la frase, la captación intuitiva con que el gran poeta chileno diseña a su compatriota".

 

Murió la noche del sábado 22 de agosto en el Hospital Militar, a causa de cáncer generalizado y  sus restos fueron  velados en la sede de la Sociedad de Escritores de Chile y luego cremado.

 

Su  nombre era Matilde Eloisa Ladrón de Guevara Calderón de la Barca,  nació el 18 de agosto de 1910 en Santiago de Chile. Estuvo vinculada a Pablo Neruda y  a Gabriela Mistral que fue la madrina de su hija Sybila Arredondo.

 

Durante 14 años luchó intensamentemente para obtener la libertad de su hija, viuda del escritor peruano José María Arguedas, condenada a 15 años de prisión en Lima por supuestas relaciones con la organización Sendero Luminoso.

 

Según los despachos noticiosos Sibyla salió en libertad en diciembre del 2002 y Matilde escribió "Por ella", el testimonio personal de tener una hija presa durante tantos años y en condiciones de crueldad y  declaró a la prensa.

 

"Estos 14 años de espera me han destrozado el alma. Ahora puedo morir en cualquier momento."

 

Como homenaje a Matilde, hemos decidido donar los  libros que nos regaló en Santiago de Chile aquella noche inolvidable y que guardamos como gran tesoro, al Instituto de Literatura y Lingüistica de La Habana, para los interesados en esos temas y entregar a los  lectores su  testimonio sobre la madre del Che que aparece en nuestro libro CANTO INCONCLUSO", traducido entre otros idomas,  al turco y al chino.

 

En  su testimonio sobre la amistad  con Celia de la Serna, dice: "Conocí a Celia, la primera vez en casa de mi hermana Lucía  Guevara de Rozas, que tenía relaciones con     simpatizantes  de la Revolución Cubana, de Centroamérica, ellos  le comunicaron a  Celia  que aquí había algunos Guevara, era la familia  de  mi  abuelo  Tomás Guevara, que en paz descanse, escritor e historiador, fundador de la Sociedad de Historia y Geografía de Chile, del Liceo de Temuco y rector del Victorino Lastarria.

 

"Mi hermana  tomó  contacto  con Celia y la invitó a su casa de la calle Edwards y luego le  ofreció una comida. Yo como escritora quise conocerla y fui, naturalmente. Nos hicimos amigas desde el comienzo.

 

A la  recepción  que le ofreció mi hermana asistió un grupo de personas  agradables  y cultas, un tanto intelectuales, aunque fue una reunión de aspecto familiar, fue mi marido, mi hijo, otros familiares, amigos, gente de estratos altos de la sociedad.

 

"Después viajé a Buenos Aires, nos  reunimos   y  pasé  momentos gratísimos. El más inolvidable fue cuando un día me llamó por teléfono al hotel donde me hospedaba y me  dijo:  ¿Matilde,  querés conocer ahora a Fidel Castro? Yo me quedé paralizada,  sorprendidísima, "claro - le contesté- por supuesto, cómo no voy a  querer conocer a Fidel?"

 

"Arreglate y te venís volando  -agregó-  porque la fiesta va a ser en casa de una prima que vive en  un  departamento amplio y lujoso, no en el mío, por supuesto.

 

Me dio la  dirección y los datos para llegar.

 

Yo estaba  esa noche convidada a comer con el escribano Raúl Guillot a quien le avisé: no  podré‚ salir contigo porque voy a una fiesta  a casa del Che  Guevara  y allí conoceré a Fidel. "Yo me muero por conocerlo, llevame"  -  me rogó.

 

Los argentinos, tenían una  locura  entusiasta  por  Fidel.

 

"Luego pasó a buscarme en un taxi. Salimos rápidamente y  llegamos allá como al paraíso.

 

Había  mucha  gente,  parientes,  muchachas buenas mozas, sobre todo, María Lynch, que tiene el mismo  nombre de la escritora, lindísima... También grupos de gentes de  renombre político.

 

Pero nadie interesaba en ese momento, sino que apareciera el líder. Entre bocadillos, tragos, la gente esperaba  la presencia real de Fidel.  Repentinamente se sintió  ruido  abajo, en la costanera. Y apareció Fidel... con unos dos  o  tres  guardaespaldas y seguido por un grupo como enjambre de admiradores.

 

"Entró Fidel, radiante, ese Titán, con figura  apolónea,  expansivo, cariñoso, amable. La primera impresión que causa Fidel es  su estampa física, porque su estatura de casi  dos  metros,  con  un torso fuerte, disturba, se impone. Me  pareció  un  dios  griego.

 

"Llegó sonriéndose, con una simpatía avasalladora. Nos hicimos rápidamente amigos, saludó, naturalmente, primero a Celia,  lo  rodeamos y ya no queríamos hablar, sólo oírlo. Se notaba algo  cansado.

 

"Había estado en la reunión de los 21 en la mañana, en  el  Parlamento una reunión, que, según publicaron los diarios, se desarrolló muy tensa al comienzo. Lo observaban con desconfianza  y  sus propios enemigos, después de una hora que habló, aplaudieron y se enalteció el Parlamento y todos lo  ovacionaron  de  pie  durante largo rato.

 

Hablar en esta anécdota de Fidel, es demasiado  difícil, laborioso, atrevido, esa noche es inolvidable, inigualable e incomparable.

 

Fidel nos tuteó, se sentía como en su casa, y dijo:

 

"Yo estoy en la casa de mi hermano", le repitió a Celia, "  usted es mi madre y hemos hablado tanto "de la mamá". con Che, en todas nuestras giras, siempre  recordándola,  con  tanto  amor,  yo  la quiero como él.

 

"Esa noche cumbre en nuestra amistad con Celia, durará  más allá de la vida. Fue la ofrenda de su cariño, la invitación de  la  madre de un hombre supremo, compartir con todos sus parientes, y a  mí, me trató como tal "unidos en ideas y poesías- dijo".

 

"Cuando Celia volvió a Santiago de Chile yo le preparé una  comida en mi casa... Celia encantó a todos,  muy  cordial,  distinguida, cortés, alegre, simpática.

 

Todos los invitados la encontraron muy inteligente, perspicaz, una mujer excepcional  - diría  yo -  mujer valiosa e ilustrada.

 

Para mí está después  de  Gabriela  Mistral, amiga a quien más he admirado y querido eso lo he divulgado y  ha salido publicado en varias ocasiones.

 

Entre todas las mujeres que he conocido, las más extraordinarias han sido: Gabriela  Mistral, Celia de la Serna, y mi hija Sybila Arredondo, la viuda  de  José María Argueda y que actualmente se encuentra encarcelada injustamente en Perú. Celia era una mujer que había leído mucho, que sabía de todo, se podía hablar con ella tanto de  una  novela  best seller como recorrer la mitología griega, podía comparar los clásicos, enhebrar un coloquio sobre música, era proteiforme.

 

"Ella era distinta a otras mujeres, se la adivinaba de  una  independencia maravillosa, con una visión lógica del mundo, a la  vez espiritual, también objetiva y subjetiva, lo que es  muy  difícil unir.

 

"En esa velada hablamos de Cuba, de la Revolución y del Che, pero las charlas más íntimas y profundas se prolongaron en Argentina, yo iba todos los años para asistir a la  Feria  del  Libro, porque muchos de mis libros se han publicado allá, iba por uno  o dos meses, recuerdo que salimos muchas veces.

 

Yo la  convidaba  a menudo a salir a restaurante y ella me llevaba a  su  casa  y  me confesaba: Mirá que soy la más mala dueña de casa que  existe,  y yo le contestaba:

 

Eres una mujer maravillosa y debieras  ser  una diputada o diplomática, o dirigir desde un cargo alto y no doméstico, de manera que no te preocupes de detalles y vamos a  almorzar a cualquier parte, y partíamos a restaurantes sencillos  y  a veces nos echaban porque se nos pasaba la hora  conversando,  entretenidas y no olvido que ella tenía la delicadeza de pedir algo barato.

 

Yo le rogaba: "Pide algo, lo que quieras porque tengo dinero en este momento, elige otra cosa, pero no aceptaba.  yo  admiraba esa sencillez que desplegaba.

 

"Ella  me contó en una ocasión que hablábamos de Cuba, La  Habana, la Revolución, la Historia Americana y nuestro americanismo, pero lo que más   me impresionó de todas esas pláticas  y  que  guardo más grabado, porque  la vi entristecidísima, y llegó un momento a emocionarme, porque se le quebró la voz, y se le cayeron lágrimas cuando me describió sus sufrimientos como madre, ella  dijo  algo más o menos así:

 

"Matilde, cuando yo creí a mi hijo muerto, varias veces  durante esos tres años de sufrimientos indecibles que los  puedes  imaginar. ­ ¡No, no te lo puedes imaginar!, porque fue una agonía  para mí, aquella seguridad de que estaba muerto y no podía adaptarme a esa verdad que aseguraban en los diarios, en los comentarios  Emilio Bacardí políticos generales del mundo, o en la Argentina.

 

Cuando de  pronto llegaron noticias a Buenos Aires, de que mi hijo había sido muerto en un ataque de aviación de Batista en un lugar de  la  Sierra Maestra.

 

Algo me calmé‚ y me sentí reconfortada por su acción,  y, ya ves vos, cuán grande fue mi alegría al recibir una cartica suya en diciembre de 1956, donde  me  comunicaba  que  solo  estaba herido. Creeme que resucité. Mirá, como entró ese papelito  y  me arropó en mi pena como si floreciera un árbol que reberbera,  que sale del invierno y él estaba vivo. "

 

"Luego me dijo: "Cuando vayas a Cuba, andá a ver a mi hijo, porque es poeta y dile que te muestre sus poemas", y yo fui y lo vi.

 

"Celia y yo intimamos durante largo tiempo, de manera que pude  ir apreciando su sabiduría, su capacidad  intelectual,  su  espíritu tierno evitando disertar. Era una mujer sencilla, sin ostentaciones, peinaba siempre sus cabellos muy cortos.  Sus  razonamientos políticos la señalaban como un alto exponente  que se ha dedicado a aprender exhaustivamente.

 

 Su cultura, además, siempre era  rica y universal, jamás hacía alarde de su inteligencia.  Mostraba  en sus ideas una fortaleza férrea y novedosa, cuando ella se atrevía a afirmar algo, seguro que estaba en la razón.

 

Pienso que el  Che heredó de su madre esa ansiedad, esa hambre de neofilia para  ver el mundo, ordenar la sociedad justa, con sus  problemas  económicos, sociales, políticos, culturales, artísticos y religiosos."      por Froilán González   (cubano)



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