domingo, 16 de agosto de 2009

sobre ErnestO Cardenal

 
sobre Ernesto Cardenal


Publicado el 14/Septiembre/2008 | 00:08
Por Pepe Laso R. 

Estábamos sentados en la alfombra de la casa de un amigo político de entonces. Fue exactamente la noche del asesinato de Calderón Muñoz, porque mi amigo tuvo que salir apresuradamente y nos dejó a un grupo de profesores y alumnos, con Ernesto Cardenal, que había llegado en los tiempos urgentes de la lucha sandinista. Entonces le preguntamos, qué necesitaban y el nos dijo "un apoyo económico" Y se lo dimos. Un estudiante, probablemente de Ciencias Políticas, le preguntó, en el lenguaje que estaba de moda en la academia, si la casaca que llevaba puesta y su boina tenían alguna connotación simbólica en relación a la figura de El Che.

Ernesto le respondió: "Chico, pasaba por Panamá, y en una tienda estas casacas estaban en realización...baratas, me gustaron y me la compré...".

A veces ocurren cosas inexplicables, esas que a lo mejor son coincidencias y que vistas desde los tiempos tardíos, se vuelven experiencias extraordinarias, simplemente porque uno rozó apenas la vida de gentes extraordinarias. Sabíamos, por un hermano y unos primos, compañeros cercanos, que Ernesto había entrado al monasterio trapense de Kentucky y que su maestro era Thomas Merton, ese gran monje escritor y poeta, ese casi "beatnik", que escribío un bestseller de la época La montaña de los siete círculos y que como escribió Cardenal: "Merton, mi antiguo maestro de novicios, me había dicho que en América Latina el contemplativo no podía estar ajeno a las luchas políticas".

En una carta al pueblo nicaragüense, Cardenal, escribió: "Llegué con dos compañeros a Solentiname, para fundar allí una pequeña comunidad contemplativa. Pronto nos dimos cuenta de que esa unión con Dios nos llevaba en primer lugar a la unión con los campesinos, muy pobres, abandonados que vivían a las orillas del archipiélago. La contemplación nos llevó a un compromiso político, la contemplación nos llevó a la revolución y así tenía que ser, si no hubiera sido falsa,,,". "Lo que más nos radicalizó políticamente fue el evangelio".

Allá a llegó el gran Julio Cortázar y escribió "Al otro día era domingo y misa de once, la misa en que los campesinos, Ernesto y los amigos de visita comentaron juntos un capítulo del evangelio que ese día era el arresto de Jesús en el huerto, un tema que la gente de Solentiname trataba como si hablara de ellos mismos. De la amenaza que les cercaba en la noche o pleno día, de la vida en permanente incertidumbre de las islas, de la tierra firme y no solo de Nicaragua sino de toda América Latina".

Varias generaciones en América Latina y el mundo nos alimentamos con la poesía de Ernesto, en los tiempos en que la canción protesta se regaba por el mundo y cuando al menos soñábamos en cambiarlo. Saramago, ante la persecución a Ernesto, tiene razón cuando escribe "Ernesto Cardenal, uno de los más extraordinarios hombres que el sol calienta, ha sido víctima de la mala conciencia de un Daniel Ortega, indigno de su propio pasado" y Galeano: "Toda mi solidaridad para Ernesto Cardenal, gran poeta, espléndida persona, hermano mío del alma, contra esta infame condena de un juez infame al servicio de un infame gobierno".




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