“NOBLE, IMPERIO CORRUPTO”
El libro de los 200 ejemplares
Una trama de intereses impidió que la adopción de irregular de Marcela y Felipe Noble Herrera tomara estado público hasta 2002
País Sur
01-05-2010 / Hace un cuarto de siglo que los periodistas mejor informados saben que los hijos de la señora Laura Ernestina Herrera de Noble fueron ilegalmente apropiados y que todo indica que son hijos de detenidos-desaparecidos. Quien escribe se enteró con bastantes detalles en el curso de una cena bien regada en el piso de la calle Tagle casi Figueroa Alcorta que ocupaba el entonces corresponsal de El País y recuerda que la especie se socializó en el marco de la agrupación de periodistas Rodolfo Walsh que integraba.
Para fines de los ’80, cuando Carlos Menem llegó a la Presidencia y salió a la calle el efímero diario Sur, esa historia conmovedora era la comidilla de la redacción. Era también impublicable. No había internet, y nadie estaba en condiciones de darle difusión. Hacerlo hubiera equivalido al harakiri para cualquier medio o expresión política minoritaria.
Y si por azar algún periodista pudiera lograr la proeza de darla a conocer, hubiera dejado de serlo ipso facto, no hubiera podido volver a trabajar en los medios.
En este contexto, quien primero comenzó si no a hablar del tema con claridad –lo que acaso le resultara imposible– pero sí a mascullar claras y frecuentes amenazas de hacerlo en su peculiar estilo lleno de furcios, fue un outsider, Guillermo Patricio Kelly, un antiguo dirigente de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), devenido “periodista”.
Kelly, fallecido en 1995, hizo muchas veces en su ajetreada vida de vocero oficioso de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel sin preocuparse por disimularlo, y adquirió notoriedad durante la dictadura por sus denuncias contra el almirante Emilio Massera, el general Carlos Suárez Mason y otros jerarcas de la dictadura, denuncias que podía formular gracias a aquellos vínculos y al apoyo del principal sector de las Fuerzas Armadas que usurpaban el Gobierno.
Lo que también explica por qué el tenebroso grupo de la Side comandado por Aníbal Gordon que lo secuestró, a último momento recibió la contraorden de dejarlo con vida. Kelly fue el precursor de una larga serie de –valga la redundancia– denunciadores seriales deseosos de notoriedad, y de periodistas “apretadores”, extorsionadores.
Gracias a sus constantes referencias, el run run de que las adopciones hechas por la viuda de Roberto Noble no sólo eran truchas (algo evidente, pues a los chicos se les había puesto aquel apellido, y no el de Herrera, a pesar de que Noble había muerto hacía más de ocho años), sino que los bebés les habían sido arrancados a detenidos-desaparecidos, se volvió bastante ruidoso.
Por entonces Kelly era menemista, y gracias a eso tenía un programa por Canal 7 (ATC). En cambio, Liliana López Foresi conducía Telenoche y era hipercrítica del Gobierno.
Es sabido que Clarín y el Gobierno pactaron una tregua intercambiando peones: a pedido de Menem, el grupo eyectó a Foresi de Canal 13, y en contrapartida, a pedido de Héctor Magnetto y de la viuda, Kelly fue eyectado de Canal 7. Pero es mucho menos sabido que antes se había realizado una reunión entre altos funcionarios del Gobierno, representantes de Clarín y de una importante organización de defensa de los derechos humanos, a resultas de la cual el Grupo modificó visiblemente su posición respecto de los organismos de DD.HH. en general, y a la recuperación de la identidad de los niños secuestrados – para entonces ya adolescentes – en particular.
A partir de entonces, como puede verificarse en las hemerotecas (el diario recién está en internet a partir de agosto de 1997), el Grupo fue muy favorable a las recuperaciones, lo que choca con su actual y estólida negativa a que se establezca la filiación de los apropiados Marcela y Felipe, paridos por madres que no los abandonaron, sino que parecen haber sido asesinadas luego de que se los arrancasen de sus brazos.
Dos de los participantes de aquella reunión cuyos efectos fueron tan importantes, además de confirmar su existencia, coincidieron en sostener que no se estableció un pacto explícito, sino que se llegó a un acuerdo tácito a través de circunloquios y sobreentendidos.
Pero lo constatable es que, silenciado Kelly, nadie más volvió a hablar públicamente del tema hasta que a fines de 2002 el juez Roberto Marquevich detuvo a la viuda de Noble. Así, durante casi una década, la apropiación de dos niños por parte de la viuda de Noble fue un secreto a voces.
Durante todo ese tiempo, el único documento público (o casi) que dio fe de la apropiación fue un libro de Kelly.
Libro bien podría decirse que clandestino, ya que Kelly sólo imprimió 200 ejemplares.
Noble imperio corrupto, que así se llama, fue impreso en 1993 y tuvo en Argentina una circulación prácticamente inexistente, pero fue donado por el autor a varias bibliotecas públicas de los Estados Unidos.
Su eje, por cierto, no el deseo de justicia, sino el de venganza, y no sólo de la Viuda y el Grupo, sino también de sus enemigos personales, Mariano Grondona, Bernardo Neustadt y hasta Horacio Verbitsky, a quienes acusó ya en la bajada del título de “Manipulación y engaño”.
Sin embargo, hay que reconocer que en su libro Kelly no sólo enfatizó que Marcela y Felipe eran niños raptados y apropiados, sino también abogó por la desmonopolización de los medios y de Papel Prensa. Una fotocopia del libro Noble imperio corrupto llegó a quien escribe a través de Ana Elisa Feldman de Jaján, autora de un libro inédito que registró como Del cabaret al Imperio de las Comunicaciones y que en sus conversaciones con Pablo Llonto (ex delegado general de Clarín y autor de La Noble Ernestina) y con quien escribe dijo que publicaría como “La apropiadora” .
Minuciosa, obsesiva, detallista, tenaz, Ana Elisa recopiló durante una década y media evidencias que demuestran que el encarcelamiento en los Estados Unidos de su marido Emilio Jaján y de su yerno en noviembre de 1990 bajo falsas acusaciones de lavado de dinero, fue una trampa organizada por un agente uruguayo del FBI por presumible encargo de Clarín, cuyos abogados manipularon aviesamente a la Justicia de La Florida.
Jaján le reclamaba al diario el 6 por ciento de su paquete accionario en recompensa por una accidentada investigación internacional (cuya parte sustantiva se desarrolló en México) que le permitió a la viuda de Noble y a Héctor Magnetto desconocer las pretensiones de Guadalupe –la única hija Roberto Noble tuvo en vida– de heredar el diario, tal como era la voluntad de su finado fundador.
Con aquella jugada, Clarín buscó ponerlo fuera de juego. Y aunque lo consiguió, no contaba la capacidad de trabajo y tenacidad de la esposa de Jaján, que reformuló su investigación poniendo en el centro de su libro, de unas 300 páginas, la apropiación de los niños.
Ana, una autora primeriza, buscaba afanosamente una editorial internacional (porque descontaba que las nacionales no se atreverían) que le publicara La Apropiadora – un libro muy superior al de Kelly– cuando en noviembre de 2007 sufrió un ACV que la dejó postrada y desmemoriada.
En lo que constituye una tremenda injusticia, su libro permanece inédito. Las paradojas signan la existencia. Los pioneros en denunciar la apropiación de Marcela y Felipe no fueron caracterizados defensores de los derechos humanos guiados por mero afán de verdad y justicia, sino personas llenas de afán de venganza que no callaron. Aunque uno sea agnóstico, debe reconocer la sabiduría del viejo refrán: Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.