martes, 22 de noviembre de 2011

Vuelta de Obligado Argentina y lecciones a anglofranceses Rosas San Martín Mansilla ctrcul1

 

 

De: Sergio Ortiz [mailto:ortizserg@gmail.com]
Enviado el: Martes, 22 de Noviembre de 2011 12:52 p.m.
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Asunto: La Vuelta de Obligado y sus lecciones para argentinos siglo XXI

http://www.laarena.com.ar/opinion-la_vuelta_de_obligado_y_sus_lecciones_para_argentinos_siglo_xxi-67865-111.html

A 166 AÑOS DE LA BATALLA CONTRA EL IMPERIO ANGLO-FRANCÉS

La Vuelta de Obligado y sus lecciones para argentinos siglo XXI 

La batalla de Obligado enseña que Argentina es codiciada por las grandes potencias. Y que, en consecuencia, hay que ser patriota y no aliado de esas potencias. La memoria histórica hay que ejercitarla.

EMILIO MARÍN 

Cierto reduccionismo cree que la memoria histórica se limita a los crímenes de la dictadura militar-cívica. Y no es así, sin mengua de la gran importancia que tiene reflexionar sobre esa lucha contra el terrorismo de Estado.

La memoria histórica va mucho más allá. Y el pasado domingo se dio una circunstancia como para repasar historia argentina, pues se cumplían 166 años de la Batalla de la Vuelta de Obligado.

El 20 de noviembre de 1845 en ese lugar, cercano a San Pedro, en la ribera del río Paraná, 2.000 hombres de la Confederación Argentina de Juan Manuel de Rosas se enfrentaron heroicamente con una flota anglo-francesa, cuyos cañones eran de un calibre muy superior a los de aquéllos. Ese cuadro comparativo, de cantidad de efectivos, barcos y armamento daba un resultado previsible, de victoria foránea.

Desde el punto de vista militar, así se cerró la batalla al cabo de casi nueve horas, pues los nacionales dirigidas por el general Lucio Norberto Mansilla (todavía hoy hay textos de Internet que lo confunden con su hijo Lucio Víctor Mansilla, también militar y autor del libro “Excursión a los indios ranqueles”) llevaron las de perder. Cerca de 250 muertos y 500 heridos hubo de este lado, en tanto las pérdidas inglesas y francesas tuvieron 26 bajas y 86 heridos.

Tras tamaños bombardeos y poder desembarcar recién al tercer intento, los agresores pudieron cortar las cadenas que los defensores habían puesto de costa a costa sobre 24 pontones. Así pudieron remontar el Paraná. Su objetivo quedaba claro. Querían navegar nuestros ríos interiores como si fueran el Támesis o el Sena, llevaban mercaderías para vender en la Mesopotamia y el Paraguay –con la destrucción de la producción local- y alentaban la secesión de tres provincias litoraleñas para separarlas de la Confederación que Rosas construía desde 1835.

Y había algo más: los ingleses y franceses querían alentar a Fructuoso Rivera, que resistía en Montevideo el sitio del gobernador constitucional Oribe, a quien ayudaba Rosas y la flota de Buenos Aires comandada por el almirante Guillermo Brown.

Mansilla, Juan Bautista Thorpe, Ramón Rodríguez y los jefes patriotas de Obligado pelearon como leones al lado de sus artilleros en las baterías, sus Patricios, jinetes y el resto de la defensa. Mansilla debía haber leído al prusiano Carl von Clausevitz y su famosa definición de que “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Es que primero arengó a su tropa llegando a sus fibras y luego los hizo cantar el Himno Nacional Argentino, tocado por la banda del Regimiento de Patricios, cuando la metralla de las embarcaciones enemigas ya caía, abundante.

 

Otros militares, otra política

“¡Valientes soldados federales, defensores denodados de la Independencia de la República y de la América!; ahí vienen nuestros enemigos, sostenidos por los codiciosos marinos de Francia e Inglaterra, navegando las aguas del gran Paraná, sobre cuyas costas estamos para privar su navegación bajo de otra bandera que no sea la Nacional... ¡Vedlos camaradas, allí los tenéis!... Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. Tremole en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco, y muramos todos antes de verlo bajar de donde flamea”, fue la exhortación, más bien una orden, del jefe Mansilla.

Cuando la flota conducida por los británicos Hontham e Iglefieldy, y el francés Trehouart, pudo sortear al fin la triple cadena en el río y seguir su camino, no se libró por eso de las andanadas. Los caballos llevaron cañones y algo de munición hacia otros lugares de la costa. Y en Tonelero, San Lorenzo y Punta Quebracho, en los días siguientes, los marinos europeos siguieron siendo azotados por los patriotas. Terminaron en Montevideo, lamiéndose sus heridas y poniendo en condiciones sus barcos, averiados con numerosos impactos.

Una de las cuatro baterías, la “Restaurador”, en obvia referencia a Rosas, estaba mandada por el oficial Alvaro José de Alzogaray. En una carta a sus parientes había confesado que no tenía un centavo en el bolsillo y que hacía más de un mes que dormía en el suelo tapado con un poncho.  Mansilla lo felicitó por su comportamiento y recibió ascensos hasta retirarse como coronel. Era el bisabuelo del capitán del arma de ingenieros (y no ingeniero) Alvaro Alsogaray, fundador de la UCeDé y de la corriente más reaccionaria del liberalismo. La diferencia entre los dos iba mucho más allá de la “zeta” con que se escribía ese apellido en el siglo XIX y la “ese” del XX.

Uno, en Obligado, defendió la soberanía. El otro la vendió,  predicando a favor del gran capital, como ministro de Economía y embajador en Washington. Su hija María Julia, que sí era ingeniera, enajenó ENTel y Somisa. Alvaro y María Julia tomaron sin resistencia ideológica la ciudadela peronista en los ´90 y cambiaron la dirección de los cañones, para servir -junto a Carlos Menem. a capitales ingleses, franceses, españoles y estadounidenses.

Obligado muestra la gran diferencia con la guerra de Malvinas en 1982. No había aquí un gobierno como el de Rosas, aún con sus defectos y taras ganaderas, sino una dictadura militar. Los oficiales del Atlántico Sur, con excepciones, no lucharon al lado de sus soldados: los sometieron al hambre y frío, y hasta los estaquearon. Después se rindieron sin honor.

Mansilla y los suyos defendían los intereses nacionales. Galtieri, Videla y Menéndez, la doctrina de la Seguridad Nacional, léase Norteamericana.

 

Soberanía hoy

A veces una derrota castrense se convierte en una victoria política para el vencido y un triunfo pírrico para el supuesto vencedor. Eso pasó en el Paraná. Los pérfidos ingleses primero y los aún más pérfidos franceses después, firmaron la paz con Rosas. En 1849 se celebró la Paz de Obligado o convenio Arana-Southern, con Inglaterra y al año siguiente el similar Arana-Lapradou, con Francia.

El general José de San Martín, exiliado en Francia, no tuvo dudas del mérito de Rosas en la batalla. Por eso en mayo de 1846 le escribió a su amigo Tomás Guido: “ya sabía la acción de Obligado. ¡Qué iniquidad! De todos modos los interventores habrán visto por este echantillón (muestra) que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca”. El Libertador donó su sable corvo a Rosas, como muestra de reconocimiento a su defensa de la soberanía nacional.

Algunos historiadores como Felipe Pigna escribieron hace años un artículo en Clarín afirmando que la de Obligado fue la primera batalla en defensa de la soberanía. Puede ser, a condición de no olvidar que las campañas de San Martín fueron muy superiores, de otro nivel y duración, en conquista de la soberanía.

Al final el balance es positivo para Obligado. Como dice la canción: “Y que los parió a los gringos juna y gran siete navegar tantos mares para venirse al cuete”. El historiador revisionista José María Rosa pidió y el Congreso Nacional sancionó en 1974 la Ley Nº 20.770, por la que el 20 de noviembre fue declarado el Día de la Soberanía Nacional. Como el régimen de Videla era efectivamente antinacional, en 1976 dejó sin efecto esa ley. La dictadura estaba más cerca de los modernos imperios, igual que muchos dirigentes unitarios de aquellos años, embarcados con los ingleses y franceses para invadir su propia nación.

Esa conducta también fue deplorada por San Martín, pero sigue habiendo quienes sirven a causas contrarias al país. Cuando Néstor Kirchner renegoció los bonos de la deuda hubo economistas, políticos y medios de comunicación monopólicos que apostaron por los bonistas y el FMI. Cuando Cristina Fernández anunció medidas restrictivas de los movimientos de barcos ingleses que fueran a Malvinas,  varios diputados de la oposición (radicales, del PRO y la CC) estaban en Londres invitados por el Foreing Office. La presidenta fijó el año pasado que el 20 de noviembre sería feriado nacional y esa oposición no dijo ni mu…

La soberanía no es una causa congelada en el tiempo de más de un siglo y medio atrás. Hoy, en el escenario de crisis mundial, cabe el debate sobre la necesidad de que se pongan límites severos al giro de dividendos y ganancias de las empresas extranjeras. En el primer semestre de este año esas firmas fugaron 2.000 millones de dólares, con un 20 por ciento correspondiente a los bancos. A los viejos cañones de Mansilla y el Alsogaray bueno les dan ganas de volver a las andanadas…