Construir bajo la consigna Unidos y Organizados
Los seis primeros meses del actual período de gobierno de Cristina Kirchner han estado signados por una marcada profundización del rumbo político respaldado por amplias mayorías en la elección de octubre pasado y por la agudización de la resistencia de los grupos más poderosos de la sociedad argentina.
El contexto mundial es el de una grave crisis del capitalismo global con centro definido en los países europeos, atravesados por una dura realidad económico-social y una creciente movilización popular en contra de la continuidad de las políticas de ajuste ortodoxo que amenazan los cimientos del proceso de integración de la eurozona y hasta la propia democracia en el continente. La crisis es una expresión acabada de que estamos en un verdadero cambio de época a escala mundial y de la imposibilidad de afrontar este nuevo tiempo histórico con las recetas del neoliberalismo cuyo balance de empobrecimiento, degradación social y deterioro institucional están hoy cada vez más a la vista del mundo entero. Es imposible no vincular esta realidad con la experiencia vivida por nuestro pueblo y por los pueblos de toda América Latina durante el proceso de vigencia hegemónica del Consenso de Washington. Hoy está más claro que nunca que nuestra crisis de fines de 2001 y los diversos estremecimientos políticos y sociales que atravesó nuestra región a fines del siglo pasado y principios del actual no fueron hechos aislados sino capítulos de un largo ciclo crítico de la etapa del capitalismo nacida hace cuatro décadas. Lo que hoy está agonizando es el paradigma neoliberal que hace girar el conjunto de la vida social en torno de las necesidades de los grupos más concentrados del poder económico. El modelo social que en la década del noventa pretendía remitir a un pasado sin regreso la intervención estatal reguladora de los mercados, la lucha y la organización social y la soberanía nacional se muestra hoy como una época agotada. Eso no quiere decir que los acontecimientos mundiales recorran un rumbo automático hacia un avance de los intereses populares: la historia no admite esas perspectivas lineales, especialmente luego de la dura experiencia atravesada por el mundo después de una crisis análoga a la actual -la que siguió a la gran depresión de 1929/30- período en el que Europa y el mundo se vieron sacudidos por los avances del autoritarismo fascista y una guerra costosísima en vidas humanas. Todo dependerá del grado en que la indignación social de los sectores populares se traduzca en la construcción de alternativas democráticas a la crisis.
Es este contexto mundial el que pone de relieve la naturaleza profunda de reparación y transformación estructural que tiene el proceso político abierto en 2003 con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia de la Nación. En estos años los argentinos corrimos el velo de la naturalización del modelo económico, social, político y cultural neoliberal. Desterramos el mito de la imposibilidad del cambio y de la impotencia para tocar los intereses de los grupos económicos concentrados. Recuperamos el valor del trabajo como fuente insustituible de dignidad y ciudadanía social. Volvimos a situar al Estado como un protagonista activo de la vida social, como agente regulador de la economía y redistribuidor de la renta. Enfrentamos la aparente fatalidad de la destrucción de la industria comenzada por la bárbara dictadura cívico-militar y profundizada por las reformas neoliberales en la década del noventa. Reconocimos nuestro lugar geográfico e histórico al lado de los hermanos pueblos de la región y rechazamos la política de alineamiento automático con Estados Unidos. Recuperamos viejos derechos asociados al trabajo, al salario y la jubilación digna, a la asistencia de los sectores más vulnerables y adquirimos nuevos derechos vinculados a las libertades individuales y a la defensa de las minorías a vivir según sus preferencias de género y estilo de vida.
Todo ese rumbo se ha profundizado en estos pocos meses posteriores al comienzo del segundo mandato de Cristina. Hemos recuperado el control de YPF para la nación argentina, terminando con la oprobiosa experiencia de una privatización que solamente fue beneficiosa para la estrategia de especulación financiera de sus socios hasta hace poco mayoritarios. Hemos recuperado también la verdadera autonomía del Banco Central; no la autonomía frente a los poderes legítimamente elegidos por el pueblo sino en relación a los grandes grupos de la banca y las finanzas. Con nuevos instrumentos y una firme voluntad de defender las conquistas populares, enfrentamos el sistemático sabotaje de las corporaciones que no se resignan a esta tendencia hacia la profundización del proceso político abierto en 2003. Pretenden producir un clima de alarma y de inestabilidad y, si es posible, vaciar al gobierno de todo recurso para defender la economía, la moneda y el trabajo de los argentinos de las inevitables repercusiones de la grave crisis internacional. En el centro de la reacción contra los avances nacional-populares siguen estando los grandes grupos empresarios de los medios de comunicación que funcionan como articuladores y organizadores del sabotaje antinacional.
Ante esta situación el Frente Nuevo Encuentro ratifica enfáticamente su pertenencia sin condicionamiento alguno al conjunto de las fuerzas que hoy actúan para dotar de una sólida y duradera subjetividad política al proceso de transformaciones. Con el impulso del multitudinario acto reciente en Vélez, que entendemos como un paso importante en la construcción de la casa común del frente nacional y popular emergente de este momento histórico, nos reafirmamos como un factor activo para la unidad y la organización de los espacios políticos y sociales que respaldamos al actual gobierno. Somos, tal como lo hemos venido formulando, parte de la fuerza kirchnerista que hoy está en plena gestación. Sostenemos esta posición porque estamos convencidos de que el kirchnerismo, bajo la conducción de Cristina Kirchner, es hoy el nombre de una nueva etapa histórica del movimiento nacional, popular y democrático en nuestra Patria. Las batallas decisivas que hoy libra nuestro gobierno junto a la mayoría del pueblo argentino en defensa de sus conquistas, son luchas verdaderamente trascendentales para un largo período histórico en nuestro país.
Sabemos que estamos solamente en los tiempos iniciales de un proceso de recuperación popular de un país que fue arrasado por el terrorismo de estado y por ese otro terrorismo que cerró fábricas, llevó a millones de asalariados a la condición de pobres estructurales y lesionó una vieja tradición de solidaridad y de luchas de los trabajadores y el pueblo. Sabemos que hay muchas tareas y muchos desafíos a afrontar. Pero estamos convencidos de que la principal de las tareas es sostener, consolidar, profundizar y asegurar la proyección en el tiempo de este proyecto político. Es una tarea que demanda iniciativa y capacidad de movilización. Y Nuevo Encuentro está dispuesto a dar la máxima contribución que esté a su alcance.
Vamos a trabajar en cada lugar del país, en cada provincia, en cada municipio, en cada rincón de la patria en el que haya un militante del Frente Nuevo Encuentro -junto con todas las organizaciones políticas, sociales y gremiales comprometidas con este rumbo- para conformar las mesas kirchneristas bajo la consigna “Unidos y organizados”. Para difundir, para explicar, para defender cada una de las conquistas. Para enfrentar la maquinaria de desinformación. Para salir al encuentro de cada necesidad, de cada problema no resuelto de nuestra gente y para ayudar a estrechar aún más el abrazo del pueblo argentino con su gobierno. Estamos seguros de que, en ese camino militante, nos iremos encontrando y compartiendo el esfuerzo con todas las fuerzas que vienen actuando a favor de la profundización del proyecto nacional y popular. No puede ni debe haber ningún cálculo, ninguna especulación menor que nos aparte de un camino en el que se juega el futuro de nuestra patria. Queremos que las conquistas salariales, de seguridad social, de condiciones de trabajo y negociación colectiva, los avances estructurales del Estado para poner en el centro la actividad productiva y recuperar la capacidad de la política frente a los poderes fácticos, las posiciones internacionales de integración regional, el reclamo por la soberanía en Malvinas y la desmilitarización de la región; los logros en materia de Memoria, Verdad y Justicia; las conquistas en materia de derechos personales y la modernización de nuestra legislación civil y penal se conviertan en pasos irreversibles. Y que se constituyan en el punto de partida para nuevos niveles de igualdad y dignidad social, para una democracia más profunda y participativa y para un ejercicio pleno de nuestra soberanía nacional.
Como parte del universo kirchnerista liderado por Cristina Kirchner, el Frente Nuevo Encuentro se propone seguir creciendo como fuerza política, aportando nuevos esfuerzos militantes para asegurar el presente y el futuro de las transformaciones populares.
Junio 2012, MESA NACIONAL DEL FRENTE NUEVO ENCUENTRO
Martín Sabbatella, Carlos Heller, Hugo Yasky, Gastón Harispe, Patricio Echegaray, Carlos Raimundi, Ariel Basteiro, Adrián Grana, Juan Carlos Junio, Victor Kot y Reynaldo Sarraute.