Aleida Guevara conmocionó con su presencia a
la ciudad de Córdoba
Una visita para respaldar la tarea solidaria
de la Operación Milagro
por
Carlos Aznárez (desde
Córdoba)
El
pasado fin de semana, la ciudad de Córdoba recibió con todos los honores y el
cariño de su gente, la presencia de la doctora Aleida Guevara March, hija del
Comandante Heroico y la vez, ella misma, revolucionaria
internacionalista.
Aleida
llegó a la provincia Invitada por la Fundación "Un Mundo mejor es
posible" (UMMEP), que atiende las Misiones Médicas Cubanas en Argentina,
para inaugurar una exposición de fotos que cuentan la historia de la Operación
MIlagro en el país.
Apenas
arribada a la cuna del Cordobazo, Aleida concurrió, acompañada por
la presidenta de UMMEP, Claudia Camba, a la Clinica Junín (recuperada por sus
trabajadores), donde funciona desde 2009 el "Centro Oftalmológico Doctor
Ernesto Guevara", financiado por el gobierno cubano. Allí se han
practicado hasta el presente más de 3300 operaciones de cataratas y
pterigion, a argentinos y argentinas de condición humilde, a los que no les
alcanzan las palabras para agradecer a Cuba este espacio de solidaridad que les
permite recuperar la vista. O como dijo un paciente llegado desde Mendoza,
"volver a vivir, porque puedo apreciar los colores, y disfrutar con la
sonrisa de mis seres queridos".
Aleida
Guevara confraternizó con el cuerpo médico de la entidad, integrado por la
médica cubana Alina Izaguirre, que actúa en la supervisión del programa de
atención quirúrgica, con su colega argentina Mariana Szkope y un equipo de
médicos y enfermeros de ambos países.
Las
fotos de un milagro
Entusiasmada
por el éxito que está teniendo el programa, Guevara expresó que "esta es
una forma concreta de llevar adelante el legado de mi papá, como médico y como
internacionalista". En un acto, improvisado en el subsuelo de la Clínica,
la visitante fue homenajeada por la Subdirectora del Centro Oftalmológico,
Lucía Coronel, quien ponderó la trayectoria de Aleida, como médica solidaria,
que participó en varios países donde se requirió su concurso, y como
revolucionaria dispuesta a entregarlo todo por los más humildes. Lucía es hija
de padre y madre desaparecidos, y como el resto de sus compañeros está
entregada a esta práctica solidaria, como una forma, ella también, de rescatar
el ejemplo que le dieron sus padres, combatientes montoneros.
La
inauguración de la exposición desbordó el local del Centro por la presencia de
gran cantidad de asistentes, y culminó con la entonación del son cubano
"Hasta siempre", en recuerdo del Che, en la voz del trovador
uruguayo Jorge Guichón, que fue coreado por los asistentes.
Inauguración
de la exposición fotográfica sobre la Operación Milagro (foto Martín Hacthoun)
Voluntarios
de la ELAM
Además
de visitar la exposición y recorrer las instalaciones del Centro Oftalmológico
que lleva el nombre de su padre, Aleida participó también de un encuentro,
informal pero muy emotivo, con jóvenes estudiantes recibidos en la habanera
Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y con estudiantes de Medicina de la
Universidad Nacional de Córdoba. Estos le contaron cómo habían sido sus
experiencias, aplicando los conocimientos adquiridos en Cuba (adonde estudiaron
becados por el gobierno cubano). En ese marco, dos jóvenes (integrantes de
HIJOS, que habían pasado por la ELAM), relataron su trabajo en el barrio Villa
Libertador, de Córdoba, poblado por gente muy humilde, "con quienes
compartimos los conocimientos adquiridos en Cuba, para intentar paliar sus
necesidades a nivel sanitario". Otra chica, relató su paso por Venezuela,
donde en comunidades indígenas colaboró como ginecóloga, ayudando a parir a
decenas de mujeres.
Mientras
tanto, Lucía Coronel, aprovechó el encuentro para convocar a los estudiantes a
que se sumen a la Operación Milagro "y nos ayuden a descubrir donde hay
gente que tenga problemas para ver, a los efectos de ayudarles", Aleida
contó innumerables anécdotas de su experiencia como médica (pediatra)
internacionalista. Defendió el trabajo social y popular que realizan los
campesinos sin tierra brasileños del MST, y ponderó también la experiencia de
la Propuesta Tatú, llevada a cabo por médicos argentinos que estudiaron
en Cuba y que atienden gratuitamente en la Sociedad de Fomento del barrio El
Ceibo, en Burzaco, provincia de Buenos Aires. "Todas estas iniciativas
ayudan a hacer realidad los sueños que como médico tenía mi papá, y lo que nos
han enseñado siempre en Cuba", dijo Aleida. Comentó también lo que fueron
los primeros pasos de la medicina cubana desde que se implantó la Revolución, y
donde hubo que suplantar con esfuerzo a muchos médicos que decidieron irse para
Miami. También, las iniciativas llevadas a cabo, en pleno "Período
Especial" para paliar el problema de los niños nacidos prematuros. De
allí, la creación de la Casa de Hogares Maternos, donde asistían mujeres
pobres, que no se alimentaban bien, o madres que estaban afectadas por el SIDA.
"A ellas dedicamos todos nuestros recursos asistenciales, y logramos bajar
la tasa de prematuros".
Habla
Aleida Guevara en el Centro Oftalmológico Doctor Ernesto Guevara, elogiando las
tareas que realiza la Operación Milagro. (foto Martin Hacthoun)
Estar
a la altura de su legado
El
periplo de Aleida Guevara, culminó en un acto realizado en la noche del sábado
en un centro cultural de la parte vieja de la Ciudad, donde asistió tanta
cantidad de público que hubo que habilitar una sala con pantalla gigante para
quienes no pudieron entrar al recinto principal. Aleida fue recibida con una
ovación y muestras de mucho cariño por los presentes, que en algunos casos le
entregaban libros escritos por el Che para que los autografiara y en otros sólo
le decían "te amamos tanto como a tu padre, que entregó su vida para
mejorar la Humanidad". También, un grupo numeroso de concejales de la
ciudad le entregaron una resolución de bienvenida, ponderando también el papel
que juega la Operación Milagro instalada en Córdoba. Un saludo similar recibió
de parte del intendente de Córdoba, Ramón Mestre.
Previamente
a escuchar a Aleida, se proyectó un excelente documental cubano ("Hoy
liberé una mariposa"), que aborda el tema de cómo recuerdan los hijos de
varios combatientes cubanos que cayeron peleando junto al Che en Bolivia. La
película entreteje sentimientos, emociones, y sobre todo mucha comprensión
sobre el papel difícil que les tocó jugar a sus padres, pero también a la
familia que se quedó aguardando su regreso.
En
el coloquio con el público, una Aleida evidentemente conmovida por el filme,
explicó que muchas veces le preguntan si se sintió abandonada por la pronta
partida de su padre, y que siempre ella responde: "No, ya que mi papá no
fue a luchar por una luna diferente, sino por un mundo mejor para nosotros. Él
no nos abandonó, simplemente fue a buscar algo mejor para todos. En definitiva,
pienso que ellos son los que más se sacrificaron. Nosotros quedamos
resguardados, amados y protegidos por un pueblo extraordinario. Ellos no. En
ese sentido no disfrutaron de ver crecer a sus hijos, de discutir y analizar
situaciones. No pudieron hacerlo porque pensaron que eran mucho más útil e
importante, dar lo mejor de sí, cuando podían hacerlo, por el bien de otros
hombres y otras mujeres". Luego, confirmó algo que se nota en el accionar
de la propia Aleida: "Aprendimos a amarlos en su ausencia, tenerlos
presentes, y a respetarlos y admirarlos, precisamente, por todo lo que nos han
mostrado como seres humanos. Siempre digo que no les llegamos, todavía, ni al
dedo gordo. Desde el punto de vista humano son personas mucho más completas que
nosotros, pero nos esforzamos todos los días de nuestra vida, para que se
sientan satisfechos, para que nuestro pueblo nos vea dignos hijos de estos
hombres. No es fácil, pero vamos andando. Pienso que eso es lo importante de
los pueblos y las nuevas generaciones, cuando somos capaces de rescatar lo
mejor de nuestra gente y crecer con ello".
Preguntada
por quien esto escribe sobre cómo habían vivido ella y su familia el hallazgo
de los restos del Che y de los otros combatientes, Aleida contó que el proceso
de investigación sobre dónde podían estar algunos de los asesinados por el
ejército boliviano, duró casi dos años y en ese lapso hubo todo tipo de
anécdotas dolorosas. Como el caso de uno de los militares, que interrogado por
una investigadora cubana sobre el lugar en que podría estar enterrado e uno de
los combatientes, contestó que él mismo lo había matado y que luego lo metió en
una bolsa y "se lo comieron los perros". Sin embargo, poco a poco
fueron apareciendo más datos que permitieron ir localizando a todos los
luchadores, excepto a uno que fue enterrado en la orilla de un río que luego
ensanchó su cauce, y el agua destruyó la improvisada tumba.
Un
pañuelo para todos los combates
Aleida
confirmó que la mayoría de los familiares se inclinaron por el regreso de los
restos a Cuba para que allí reposen definitivamente."Cuando finalmente
volvieron vivimos momentos muy fuertes. Recuerdo que un día mi mamá estaba
llorando, y yo la tomé de la mano para consolarla. Es muy duro ver esto, me
dijo entonces, porque ese hombre me amó y salvó a mis hijos". Recordó que
los funerales duraron siete días y que el pueblo se volcó a las calles para
darles la última despedida. "Mi mamá estuvo todos los días junto al
féretro de papá, sin separarse un instante, aguantando el duro momento por el
que estaba pasando. Ya en Santa Clara, el último día, mamá rompió a llorar,
desconsoladamente. Traté de confortarla y entonces me contó la historia de un
pañuelo y negro. Resulta que durante la toma de Santa Clara, papá se cae y se
rompe un brazo. Hay una foto bastante conocida en que se lo ve con el brazo
envuelto en un pañuelo. Al parecer, tiempo después, mamá le regaló un pañuelo similar,
recordando aquel momento. Estando papá en el Congo, cuando se entera de que mi
abuela se estaba muriendo, escribe un texto muy bello que se llama 'La piedra',
donde dice: leal hasta la muerte, mi mujer me regaló un pañuelo y yo lo
traigo conmigo siempre, si estoy herido me servirá de cabrestillo, si me muero
será mi mortaja. Mamá nos recuerda la historia y nos dice, entre llanto,
que ella tiene una réplica de ese pañuelo y lo quiere colocar junto a los
restos de papá. Mi hermana y yo esperamos que la guardia cambiara, y luego
abrimos la caja y mi mamá puso el pañuelo como tanto deseaba".
Aleida
comentó también que al contrario de lo que algunos pensaban, que muertos estos
combatientes, se acabaría su influencia, ocurrió todo lo contrario: el Che y sus
compañeros crecieron, se agigantaron y se convirtieron "en un pelotón de
refuerzo, como dijo Fidel. Es algo extraordinario, el amor de la gente, de los
niños, cuando van al mausoleo donde están sus restos en Santa Clara. Yo he
visto hombres duros, combatientes de muchas batallas, entrar a ese lugar y
empezar a llorar.Es algo impresionante. Pero
siempre digo, que el mejor homenaje para esos hombres, es ser consecuentes con
lo que ellos nos enseñaron".
CÓRDOBA
mayo 11 -- La doctora Aleida Guevara March, hija del comandante
Ernesto Che Guevara, inauguró en la ciudad de Córdoba una exposición
fotográfica sobre el desarrollo de la Operación Milagro en Argentina.
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