Por Manuel
E. Yepe*/ -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La cartilla de
racionamiento en Cuba ha cumplido 50 años y los cubanos lo están recordando con
muestras de jocosidad y orgullo.
Hubo programas humorísticos en la televisión y la
radio que recordaron el surgimiento de la “libreta de los mandados” -como la
llaman los cubanos desde que surgiera en julio de 1963- con chistes y burlas
extraídas del gracejo popular.
La “libreta” fue una respuesta del proyecto
revolucionario cubano a los aviesos designios del bloqueo comercial y económico
decretado por el gobierno de Estados Unidos, oficializado en 1962.
Desde el 6 de abril de 1960, la política genocida
estaba decidida. Ese día Lester I. D. Mallory, Vicesecretario Asistente del
Departamento de Estado para Asuntos Interamericanos consignó en Informe Secreto
-desclasificado en 1991- que la mayoría de los cubanos apoyaba la revolución, por
lo que el objetivo de derrocar al gobierno de Cuba debía proceder “empleando
rápidamente todos los medios que debiliten su vida económica con una línea de
acción tan habilidosa y discreta como sea posible para promover el desencanto y
el desaliento que derivarían de la insatisfacción y las dificultades
económicas; negarle dinero y suministros para que disminuyan los salarios
reales y los recursos financieros a fin de causar hambre, desesperación y el
derrocamiento del gobierno”.
La libreta ha servido, a lo largo del
medio siglo de su vigencia, para garantizar a cada uno de los 11 millones de
ciudadanos cubanos una modesta canasta básica de alimentos (arroz, frijoles,
pan, café, huevos, carne, azúcar, aceite y otros productos) a precios
subsidiados por el Estado a fin de excluir de la realidad cotidiana de los
cubanos el hambre, ese denigrante fenómeno social propio de las economías de
mercado del que no escapan siquiera los países más industrializados.
Como mecanismo de defensa contra el propósito de
Washington de derrocar por hambre al gobierno revolucionario cubano, la libreta
y sus múltiples sub sistemas de acopio y distribución han integrado una
compleja red de aseguramientos que forman el sistema de distribución
igualitaria elemental de alimentos que funciona en Cuba.
La libreta ha mantenido una
participación mayor o menor en la dieta de los cubanos compartiendo su función
con otros mecanismos, como la venta liberada o mercado paralelo,
que se diferencian de la libreta en que sus objetos de distribución no
son subsidiados.
A raíz de la crisis que sufrió la isla en los
años 90 del pasado siglo a causa del derrumbe de la Unión Soviética, su
principal apoyo en el enfrentamiento del bloqueo estadounidense, Washington
intensificó las medidas de estrangulamiento económico con fines oportunistas.
Se aprobó entonces, en 1992, la Ley Torricelli
que dio carácter legal al conjunto de disposiciones del bloqueo y condicionó su
levantamiento a aspectos relativos a derechos humanos y políticas de
“democratización” que sistemáticamente manipula la diplomacia de Estados
Unidos.
En 1996, la Ley Helm-Burton incrementó la
extraterritorialidad del bloqueo al hacerlo aplicable a subsidiarias de
compañías de Estados Unidos en terceros países y prohibir a buques mercantes de
cualquier país que visiten puertos cubanos tocar puertos de Estados Unidos
durante los seis meses siguientes.
Cuba puso en práctica la estrategia de
supervivencia consistente en políticas y mecanismos que en su conjunto se
denominó “período especial” entre cuyas medidas estuvo la creación de varias
cadenas de tiendas recaudadoras de divisas convertibles llamadas a incentivar
los ingresos de moneda extranjera con oferta de mercancías que no brinda la red
habitual nacional de ventas de bienes y servicios.
Como complemento, comenzó a emitirse por el
sistema bancario cubano, en paralelo a la moneda nacional, el peso convertible,
única moneda aceptada en las tiendas recaudadoras de divisas.
Si bien la doble moneda ha cumplido su papel
captador de divisas que urgentemente requería la economía a raíz de la crisis
de los años 90, ella ha generado desigualdades sociales y engorrosos problemas,
tanto contables como prácticos, que ahora están en camino de solventarse al ser
ello uno de los objetivos económicos fundamentales del proceso de actualización
del modelo socialista cubano en curso.
La libreta, que ha sobrevivido por mucho más
tiempo que la doble moneda y también ha prestado un precioso servicio a la
estrategia de supervivencia de la revolución cubana, está igualmente llamada a
desaparecer a corto o mediano plazo. Los sólidos avances que ha venido
experimentando la economía cubana no obstante el bloqueo y la sostenida
hostilidad del poderoso vecino, permiten y aconsejan ya proyectar el objetivo
de eliminar la cartilla de racionamiento a partir del principio de que el
Estado subsidie personas y no productos, sin que nadie quede desamparado y se
mantenga para todos el acceso gratuito a la salud y la educación.
* Manuel
E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional.
--
- INFOCUBA
+ Comité Internacional por la Libertad de los Cinco Cubanos
paul evrard
http://lakoladita.wordpress.com/,
http://lakoladita.wordpress.com/,