Argentino internacionalista viaja en 1961 a Cuba para aportar su grano de
arena.
EL VIAJE - PRIMERAS IMPRESIONES por el
Arquitecto Rodolfo Livingston
(me fue entregado en mano por él
en Abril de 2014 con autorización de difundirlo) son nueve carillas en fotocopias. El original se ve fue escrito en papel
membrete de un arquitecto cubano de nombre Vicente A. de Castro. - Recopiló
- Eladio González Toto, “Chaubloqueo”
calle Rojas 129, Caballito , CABA.
(AAC 1405) teléfono
4 903 3285 eladiogonzaleztoto@gmail.com http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
La Habana, 28 de
mayo de 1961. El jet pega solamente tres saltos: Lima, Panamá y Miami. Después
La Habana. El cambio no puede ser más rápido ni más
completo. En el aeródromo de Lima hay lujo, calor,
norteamericanos y algunas caras oscuras con cascos blancos. El de
Panamá es igual pero hay más calor y más norteamericanos. También
máquinas fotográficas baratas y mucha humedad. En el avión leo un diario peruano y me entero,
sin ninguna sorpresa, de que el presidente Prado apoya a “Occidente” y es cada
vez más católico. Además defiende “las formas de vida” de su
país, que según un informe de la CEPAL
publicado en la misma página no pueden ser peores ni más
miserables. La sección “sociales” es mucho mas completa y
extensa que en los diarios argentinos. Enormes fotos de distinguidísimas señoritas
que comen y se comprometen. La camarera internacional me ofrece comidas
internacionales. Después
amanece en la estratósfera y me anuncian en varios idiomas que estamos por
aterrizar en Miami. Desde la escalera
del avión nos guían hasta hacernos embocar en un estrecho pasillo que dobla,
sube y se tuerce infinitamente al compás de las flechas y los carteles. El
trayecto concluye en varias “colas”. Me cuido muy bien de decirles que voy a
Cuba. Gracias a mi apellido y a la rutina, no ven la
visa cubana que, como después comprobé,
provoca escalofriantes reacciones en los empleados aduaneros, inspectores y
demás funcionarios. Desde el aire se ve a Miami como una
península, algunas islas, grandes puentes y…. autos. Autos
estacionados, autos rotos, autos desechos en enormes pilas. Todos son nuevos y uno tiene la impresión de
que los rompen inmediatamente después de usarlos. Estuve
solamente una hora en la ciudad porque el avión para La Habana debía salir
enseguida. Cuando saqué el pasaje y
vieron el pasaporte se produjo un pequeño revuelo en la oficina de Panamerican
y por un momento temí serios inconvenientes, pero se limitaron a hacerme mil preguntas y a
tratarme bastante mal. Estuve más de
dos horas en el salón central del aeropuerto porque el vuelo se había
demorado. Desde el techo caía una suave
mermelada de música “funcional”. La
limpieza se realiza en una forma continua.
Mucamas negras retiran los cigarrillos de los ceniceros (grandes platos con un polvo especial), otros
negros pasan silenciosamente con los escobillones, limpian los vidrios ó alzan
las valijas de sus amos blancos. Ni un
solo negro detrás del mostrador, vendiendo en un kiosco o manejando un
taxi. Uno se pregunta si no tendrán los negros
alguna incapacidad orgánica que les impide vender pasajes ó manejar un avión. Yo me
siento mal allí. Volando hacia Cuba no espero sino el momento
de llegar. Quiero estar allí con más fuerza que nunca y
mi deseo se cumple de pronto, cuando se abre la puerta. Veo de un solo golpe el aeropuerto de La
Habana. La gente bulle por todas
partes. El trámite es sencillo. Lo que
más me sorprende son las milicianas con sus uniformes y sus pistolas. Son atentas y alegres. En general la gente con arma y uniforme es
seria y jerárquica. Aquí es al revés. Un grupo de muchachos toca un instrumento
parecido a la guitarra en el hall. Son negros, mulatos y hay también una
rubia. Son estudiantes que esperan a los
delegados de la UIE (Congreso de Estudiantes que se realizará en La Habana en
estos días). Cambio mis 95 dólares por
95 pesos cubanos, hablo por teléfono y me voy a La Habana. Durante
mi primer día en Cuba recorrí dos barrios nuevos y en compañía de un arquitecto
barbudo entré al ministerio de transportes. Reuniones, trabajo y gente con metralletas por
todos lados. Abríamos las puertas y
preguntábamos por el ministro llamándolo por su nombre. Dentro
de ese ambiente resulta imposible pronunciar la palabra Señor ó Ministro. Nadie lo hace y resulta evidente que no es
algo impuesto sino que surge de la situación.
El ministro es un muchacho más.
Tiene la misma metralleta y el mismo entusiasmo que el resto de sus
compañeros. Uno tiene la sensación de
que un grupo de muchachos se ha adueñado del edificio y trabajan febrilmente en
algún asunto que los une. La gente que
estaba antes, la que usaba estos suntuosos despachos con aire acondicionado, se
ha ido. Después pienso que es realmente así. El edificio era de una compañía
norteamericana. La noche siguiente
recorrí la Habana y tuve la misma sensación.
Me lancé al centro de la ciudad y después a los barrios de la Habana
Vieja, dispuesto a mirarlo todo, escuchar, conversar con la gente y meterme en
todas partes. Me
acompañaba un arquitecto argentino que ha venido a trabajar aquí (Mario Rosenthal). Nos
divertía extraordinariamente entrar a los casinos, clubs y restaurants de
lujo. Es increíble los gustos que se daban los ex
dueños de Cuba. El Plaza Hotel de Buenos Aires y la mejor
boite de allá, son bodegones de pueblo al lado de estos sitios. Ahora
entra cualquiera y sobre las gruesas alfombras rojas, bajo arañas que harían la
envidia de Luis XV, se ven milicianos
barbudos, campesinos y mujeres armadas. La impresión no es la de gente que se está
repartiendo un botín y mucho menos la de una ocupación militar. Todos parecen estar ya acostumbrados a gozar
de lo que antes les estaba vedado. Sobre el antiguo menú, de tapas doradas, los
precios del INT (Instituto Nacional de Turismo). Varios
sitios de este tipo fueron vendidos a los empleados por los dueños antes de
partir. Antes se cuidaron bien de
liquidar toda la mercadería existente y contraer numerosas deudas. Así fracasarían los nuevos propietarios y de
paso “demostrarían” que sin ellos, nada es posible. Lo mismo hicieron en México con la “reforma
agraria”. Les entregaron a los campesinos las tierras
improductivas, no les dieron implementos de trabajo ni medios para
conseguirlos, dejaron intacto el aparato de comercialización en manos de los
intermediarios y de los grandes trusts, y después “demostraron” que no convenía
reformar nada. En el caso de estos establecimientos de lujo,
los empleados presentaron su problema al gobierno. Este tomó a su cargo el establecimiento y las
cosas se arreglaron. El chofer del taxi
descubrió inmediatamente que eramos argentinos y cuando supo que veníamos a
trabajar en Cuba comenzó a contarnos su Revolución. Es
negro, tiene la voz musical y grave. Las cosas que cuenta son muy simples. “Ahora
el taxi es mío, yo lo cuido. ….. antes nadie podía entrar ahí…. Ahora
yo, usted, cualquiera…”. Es todo muy simple, pensé. Esta
Revolución es una cosa inmensa, pero también es muy sencilla. Anduvimos
por las estrechas calles de la Habana Vieja.
Nunca tuve temor de que me
asaltaran ni nada parecido. La gente del pueblo está profundamente
alegre. Es algo increíble la felicidad que se respira
aquí. La sensación dominante es siempre la
misma. Un grupo de gente amiga y feliz ha llegado a esta
ciudad. Sus anteriores dueños se han ido. Sin
embargo se fue del país solamente el 2 %
de la población. ¿ Porqué un cambio tan grande ?. Porque los que se fueron eran los dueños del
esfuerzo de todos. Los dueños de los edificios (un solo propietario,
Ernesto Sarra, tenía más de dos mil departamentos), de la tierra, del trabajo de todo un
pueblo. En el paseo del Prado discute un grupo de
gente. Un negro visiblemente exaltado con un pequeño
sombrero de paja es el que habla. Se discute sobre Jacobo Arbenz, Corea,
Guatemala, a invasión. Otros interrumpen, se huele el rico olor de
los habanos. Llega de lejos la música de un son.
Hay un viento fresco en la plaza.
Hay pieles de todos los colores. Las relaciones con Oriente, además de cambiar
las estadísticas del comercio exterior y de salvar Cuba de la bancarrota, se ven también en la
Plaza. (esto está tachado). ¿ El pueblo está politizado ?. Sí. El
pueblo está politizado. Pero
“politizado” quiere decir aquí otra cosa. Política
era sinónimo de engaño, de mentira, de manejos sucios, de personas sucias. Aquí política quiere decir conocimiento de la
realidad. El pueblo no tiene ya mas la estrecha
perspectiva de su esfuerzo individual separado del resto, contrapuesto a una
realidad que le es desconocida y hostil. Esa
hostilidad sorda y siempre igual que siente nuestro trabajador (lentamente cobra conciencia de las
verdaderas causas de su situación) engendra su pesimismo. “ El pobre siempre será pobre ”…. “ son todos
iguales ”… Aquí la gente sabe lo que
pasa. Conoce y siente la relación que existe entre
su esfuerzo individual y el conjunto del país. La situación en la Argentina es mejor
conocida por un negro cubano vendedor de helados, que por muchos ancianos
“cultos” del barrio norte. ¿ Y la Policía ? Este es otro concepto que, como tantos otros,
tiene aquí otro contenido. La policía es el pueblo. . “(al
margen de puño y letra…..” ya hay un cuerpo de policía propiamente dicho. La vigilancia la cumplen los milicianos,
obreros, funcionarios, etc.”) Esto
suena a frase, a slogan. Pero también
decía que el Ejército era el pueblo. ¿ Cuál es la diferencia ? Muy
sencilla. Aquí la policía es el pueblo.
El Ejército es el pueblo. ¿ Como se manifiesta esto en la realidad ?. La Policía fue disuelta. Los torturadores de Batista no siguen
torturando ahora con otros amos, como sucede en la Argentina desde la época de
Uriburu; se fueron a Miami a quejarse
por la falta de “libertad” ó están presos y procesados. Por la calle se ven uniformados,
absolutamente desprovistos de todo empaque, alegres como todos los demás, sentados en sillas en la vereda bromeando y
conversando con todos. Esa es la “Policía”. Nadie
se cuadra ante nadie. No hay carros azules, ni gases lacrimógenos. Los
“policías” se tutean con todos, asisten a las discusiones. Jamás me han pedido que… “circule”. ¿ Puede ser eficiente esta policía ? ¿ Puede
ser eficiente un ejército que no hace la venia y anda en camisa ? Pregunteselo a los norteamericanos. En los kioscos de revistas se puede comprar un
librito que ha hecho reír mucho a los cubanos, se llama “Manual para luchar en
la jungla” y está editado por el ejército norteamericano…. Sí, aquí son todos policías y todos
soldados. Se trabaja con la ametralladora al lado y sin
embargo, contrariamente a lo que pudiera suponerse, no hay ambiente de guerra. Se
admite como una cosa necesaria y se adivina una determinación total detrás
de la alegría. Patria ó Muerte, tampoco es un slogan. Frente al Imperio más poderoso y más
irresponsable de la historia, los cubanos trabajan y cantan, pero están dispuestos a morir y con ellos
todos los que estamos aquí. En las
circunstancias actuales venir a quedarse en Cuba implica una alianza tácita y
profunda con los cubanos. Ellos lo notan
y por eso son particularmente afectuosos con los argentinos que estamos
aquí. De esta manera desaparece (o mas bien no
aparece) esa “distancia”, esa barrera invisible que en nuestro país separa a
los que pertenecen a distintas clases sociales. La fraternidad es algo que aquí se experimenta
y no se predica. El
resultado es una sensación de felicidad profunda que nos conduce, nos impulsa
necesariamente a trabajar para ellos y con ellos. La
Revolución es un viento fresco que lo cambia todo y a todos. Anoche
comentábamos con mi compañero argentino, mientras paseábamos por La Habana, que
a pesar de las facilidades que existen aquí para la diversión frívola (nadie
nos controla y el dinero alcanza), ninguno de nuestros compatriotas ha elegido
ese camino. Todos trabajan al máximo de sus energías. ¿ Y la
clase media ?. Los arquitectos, los funcionarios, ¿ de que hablan en sus momentos libres ? ¿Qué hacen ?
Lo puedo decir sin temor a generalizar falsamente. Hablan todo el tiempo de lo que estamos
haciendo. El ambiente burgués en Buenos Aires se
caracteriza por un estado de continua broma (al menos el de los arquitectos,
que es el que más conozco). Se burlan hasta de lo que hacen. Los
autores de los “ Planes reguladores ” se burlan en privado de la
inaplicabilidad de sus proyectos. Parece que la consigna fuera “ hablar de otra cosa ”. “ Por favor, no hablen de política que nos
estamos divirtiendo “… Aquí se habla siempre de la realidad. ¿
Estamos siempre serios ? Nada de
eso. La realidad es muy seria, pero
también es muy alegre. Porque la
realidad la estamos construyendo y es de todos.
Cuando uno sabe que es para
todos, que los demás también están contentos, se respira muy hondo, se puede
bailar y se puede reír con una alegría verdadera. Martínez Estrada me había invitado a comer en
uno de esos restoranes lujosos a los que ahora va todo el mundo. Un
cubano que compartía la mesa con nosotros nos estaba diciendo, que se sabía que
los norteamericanos se estaban preparando de nuevo en Puerto Rico. El
pareció no oir, estaba distraído. Pasó un momento y dijo mirándome, en voz
baja: “ ha visto usted que hermosa es esta
Revolución…”. No sé por qué, cuando se
habla o se presiente el peligro de invasión, uno piensa enseguida en la Revolución.
Releo lo
escrito, me resitúo en Buenos Aires y pienso que puede parecer exagerado lo que
cuento y también vehemente. No importa. (tachado) . Me
gustaría referirme a mi agradable conversación con Martínez Estrada, al trabajo
que está haciendo aquí y a sus reflexiones sobre lo que estamos viviendo, pero
lo haré en otro lugar. Quiero dirigirme
ahora a mis amigos de Buenos Aires que no crean en la Revolución Cubana. Se
perfectamente cual es la posición, y la información, de ellos y a ellos me
dirijo.
La Revolución Cubana y la
época peronista.
Desde el punto de vista de la estructura total de la economía y del poder
político, la Revolución cubana y el fenómeno peronista son totalmente
distintos. Pero no me propongo mostrar esta diferencia
desde un punto de vista teórico, manejando conceptos o afirmaciones abstractas,
sino tratar de compararlos “desde
adentro”, desde la realidad cotidiana. Intentando sí, relacionar a esta con el
proceso total. Quiero recordarles que no
me encuentro en la situación de los que ven la realidad a través de su estrecha
perspectiva de su propia clase, sino que al tener pleno conocimiento de la
existencia de clases estoy en mejor situación, por ejemplo, que el joven
diplomático aquel que me contaba que en Caracas “se vive muy bien” y que no
“se” toma otra cosa que wisky escocés…
Identificado plenamente con los que son mas, pero al mismo tiempo, por
azar de nacimiento y de actividad, con los piés en la burguesía, (en contadas
ocasiones me he separado del agua caliente), mi posición de observador es muy
aceptable. En el barrio norte, y también
en otros “barrios nortes” más chiquitos, en las provincias, suele compararse al
peronismo con la Revolución cubana. Las
agencias informativas norteamericanas, con poco imaginación pero con gran
tenacidad (repetir durante años enteros la misma cosa es técnica comercial
conocida) han insistido en recalcar los aspectos de la revolución que sugieren
a quien los lee idénticos contenidos que el régimen peronista. Tal es el caso del Ejército al que ya me he
referido. Aquí el ejército tiene un gran papel. Pero
resulta que el ejército somos todos (sistema de turnos) y por propia
voluntad. Y eso no se aclara bien en los “cables”. En el
sistema peronista el ejército estaba dividido en dos grupos bien
definidos: la alta oficialidad, que disponía
de prebendas y privilegios de todo tipo, de extracción no popular y fuertemente
vinculados a poderosos intereses económicos y por otro lado el pueblo, obligado
a un año de esclavitud obligatoria, a menudo sirvientes sin sueldo al servicio
personal de los oficiales. El ejército era, como lo sigue siendo en la
actualidad, apoyo y sostén de la clase alta gobernante. Negociados fabulosos y últimamente la sólida
adhesión a los intereses económicos de las empresas norteamericanas, completan
un cuadro que no ha variado en lo esencial pese a las diferencias de segundo
grado (nacionalistas de derecha, liberales, etc.) que se mantienen y provocan conflictos
palaciegos, en los que el pueblo no
tiene participación ni conocimiento. Si
en determinado período el ejército coincidió con Perón, dejó de hacerlo y lo derribó, cuando sus
propios intereses comenzaron a peligrar.
Aquí no existe tal institución. El
ejército, es decir el pueblo uniformado, no tiene cuarteles y sus miembros
trabajan en la producción como todo el mundo, porque es todo el mundo. ¿ El
presupuesto del ejército ? No
tiene sentido hablar del presupuesto del ejército como no sea para calcular el
costo de los armamentos. En plena
Sierra Maestra se está construyendo una gigantesca Ciudad Estudiantil provista
de granjas, pequeñas agrupaciones de viviendas y comercios (Ciudad Estudiantil
Camilo Cienfuegos). Alojará a veinte mil estudiantes, hijos de
campesinos. Y la mano de obra es el
ejército. Otro tanto sucede con la policía, cuya función
es cumplida por milicianos voluntarios, mediante un sistema de turnos y
entrenamientos periódicos en los días libres.
Hace poco se creó un cuerpo dedicado a obtener cualquier información
sobre atentados antes de que se produzcan. Se
llama G 2. La comparación con la policía peronista y con
nuestros actuales SIDE, SIM, DIPA y demás equipos “democráticos” surge de
inmediato. Pero resulta que aquí la “policía secreta” no
tiene nada de secreta. Sus miembros son
obreros, empleados, gente común, sus acciones no están dirigidas contra los
compañeros de trabajo, sino contra los saboteadores, que esos sí, puede
asegurarse, pertenecen a un grupo aparte, minúsculo, ajeno y despreciado por la
totalidad de la población. Conocí
al jefe del G 2 de la provincia de Matanzas.
Era obrero antes de la Revolución.
Aquí no hay picanas eléctricas, ni torturas. Ni los norteamericanos se han atrevido a
sostenerlo. Caminando por una… (esto
tachado).
La CIA (Agencia de Información
norteamericana) reconoció cínicamene que tiene saboteadores a sueldo en la isla
y que se están entrenando “grupos especiales” para actuar en los países “que
así lo soliciten” . Al día siguiente de mi llegada, en la ciudad
de Matanzas, al pasar junto a un muro bajo, se me ocurrió mirar por encima y ví
varios pabellones, decentes y aireados, pero con rejas en la puerta. En uno
de ellos un hombre, apoyado en las rejas, con aire aburrido. Pregunté al cubano que me acompañaba quienes
eran esos presos y me contestó; “ah,..
sí, a ese lo agarraron el otro día con explosivos. Lo están procesando.” Pensemos
por un momento en los prisioneros políticos argentinos, que no solo no pueden
verse, sino que por lo general no se sabe dónde están, ni de que están
acusados. Aquí la acusación y el proceso
son públicos, lo mismo que el juicio.
Yo he hablado con la gente y he curioseado por todas partes. Puedo asegurar que no hay temor en la gente. Hay
gente que no apoya a la Revolución y que discute con sus amigos
revolucionarios, libremente. No se
condena a nadie por delito de opinión, sino por delitos comunes. Sin embargo, el proceso es de una naturaleza
tal, que los que no sienten el entusiasmo que anima a la inmensa mayoría, se
separan y se van por propia iniciativa, y sin que nadie se lo impida. Resulta muy difícil para quien no ha
participado de esta realidad imaginar lo que realmente pasa en Cuba, más aún a
través de conceptos que necesariamente, llenamos con los únicos contenidos
conocidos. Las agencias noticiosas conocen el mecanismo y
han explotado el asunto intentando demostrar que en Cuba existe una dictadura
en la que la población está dominada por un grupito que se ha adueñado del
poder. Las falsas analogías se establecen
naturalmente en quienes no conocen por experiencia otra cosa que los regímenes
que se han sucedido en nuestro país. Las diferencias fundamentales entre lo que
aquí sucede y el período peronista (y
también con el sistema capitalista en general) se comprenderán mejor cuando
cuente mis experiencias en un aspecto concreto de la realidad cubana: la construcción de viviendas.
La observación del proceso,
desde los obreros, hasta el comercio exterior, sus relaciones con otros
renglones de la producción y con la arquitectura propiamente dicha, son aquí
completamente revolucionarios. Los teóricos conocedores de otros sistemas
socialistas, como el soviético el checo eslovaco y el chino, han pasado aquí a
la categoría de asombrados espectadores de una Revolución socialista, que se
presenta con características únicas. El
relato de mis experiencias ayudarán a comprender, o al menos a imaginar mejor el socialismo
cubano. Pero antes de hablar de la arquitectura en la
República Socialista de Cuba (cuestión
fundamental en esta Revolución, al punto
que allí radica una de las diferencias
con otras revoluciones socialistas), me referiré al otro renglón de la propaganda
antirevolucionaria en la Argentina (y
posiblemente en otras partes del “mundo libre”) : La educación en Cuba. Tengo ante mí, (y la envío a Buenos
Aires junto con esta carta) la famosa cartilla para alfabetizar. Se la
compara con los textos de la época peronista en un intento más por confundir a
la opinión vacilante y dar, de paso, nuevos “argumentos” a los reaccionarios
obcesos. En las ciento diez páginas de
que consta el folleto se nombra a Fidel solamente en dos oportunidades y no hay
ni una sola foto de Fidel Castro en todo el folleto. Hay
muchas fotografías; todas son de gente
del pueblo, campesinos, pescadores y muchos niños en las actividades más
variadas y comunes de la vida diaria. Evidentemente este librito no está destinado
a glorificar a un hombre, como en la época peronista. Si algo exalta es sin duda a la gente común, a
la que siempre fue espectadora de las glorias ajenas. A la
que se le hizo creer que la historia la hicieron hace tiempo algunos héroes
deformados y fosilizados al gusto oficial. Pueden leerse también muchas frases
sencillas, para aprender las letras y las palabras: “el
baile cubano es lindo”, “la cubana es
bonita”, “venden pescado en la
cooperativa”, etc. Se habla también de la Reforma Agraria. ¡ Que barbaridad ! Mezclar una cosa tan prosaica como las
leyes, con la inocencia de los niños. Para el campesino la ley de Reforma Agraria no
es simplemente “una ley”. Representa la transformación de su destino,
el alimento de sus hijos, la ocupación permanente, la fraternidad con sus
hermanos en la tarea común. Contaba un miliciano que estuvo en las
acciones de Playa Girón que un grupo de contra revolucionarios se acercó a un
bohío y les gritó a sus ocupantes, con las armas en alto: “ Venimos a liberarlos, únanse a nosotros ”. La
respuesta no se hizo esperar: una ráfaga de ametralladoras y una violencia
contenida por largos años de explotación y de mentiras, fue la respuesta
campesina. También se oyen aquí estribillos y canciones
que hablan de la Reforma Agraria. Conozco la reacción que les produce a mis
amigos de derecha, en Buenos Aires, esta música. Claro
yo tampoco puedo imaginar un canto a la ley de Propiedad Horizontal. Es
sencillamente inconcebible. Los únicos que podrían cantar a esa ley son
los especuladores. Pero los
especuladores no cantan. Están demasiado preocupados haciendo dinero. El
pueblo nunca cantará a la propiedad horizontal.
No es difícil comprender los
motivos. Los cantos de nuestro pueblo son tristes y
algunos también hablan del campo. “… las
penas y las vaquitas, se van por la misma senda. Las
penas son de nosotros… las vaquitas son ajenas…” Sí. Aquí las leyes, como la política, como el
ejército, como la policía, son otra cosa, están en la vida, en los libros y en
las canciones. No sucede lo mismo con
la “Educación Democrática” que se imparte en nuestro país. Conozco
a los estudiantes de mi patria y puedo asegurar que el “Manual de Educación
Democrática” de los doctores Peñaloza y Zuretti
2º Curso, no despierta el entusiasmo popular. En
este vergonzoso libro se ataca al socialismo y en particular a la Unión
Soviética en el 50 % de sus páginas. Concluye el manual con una exhortación armamentista,
para defendernos del inminente ataque armado que la Unión Soviética dirigirá a
América Latina…… Se habla del “orden
natural”, según el cual “siempre habrá pobres” que deberán desarrollar “las
virtudes propias de la pobreza”, se
elogian la caridad y la beneficencia como medio de “aliviar” a los trabajadores….. Existen otros aspectos de la educación en
Cuba Socialista, nada despreciables por cierto, que no han merecido la atención de los diarios
“serios” ni de los demócratas que se horrorizan ante la Reforma Agraria. En Cuba existía de un 30 a un 40 % de
analfabetos, según el censo de 1953. Antes
de fin de año la Revolución piensa liquidar el analfabetismo en el
país. En Varadero (provincia de Matanzas) se alojan
catorce mil (14.000) jóvenes de 13 a 20 años que reciben instrucción para
alfabetizar. Dentro de una semana saldrán para el campo los
primeros contingentes, llevarán también medicinas, consejos higiénicos y la
fraternidad del hombre de la ciudad a su antes olvidado compañero del
campo. Yo estuve allí. Nunca imaginé un espectáculo igual. En un
extenso terreno, alojados en más de diez edificios nuevos, frente a la playa,
disponiendo también de uno de los palacios abandonados por el imperio
derrotado, hervía un mar de chicos de todas las edades y de todos los colores. Los maestros, algunos miembros del ejército
rebelde, les enseñaban en pequeños grupos, el manejo del farol de kerosene, la
forma de utilizar la cartilla y la manera de dirigirse al campesino. Los
alumnos no permanecían silenciosos y aburridos como en las escuelas
clásicas. El entusiasmo era notable. Conversé con muchos, separadamente y en grupo.
Vi que tomaban la campaña con una
responsabilidad que se unía a la diversión de una manera absolutamente
original. Era una
empresa común. Un nuevo tipo de Cruzada en el año 1961, sin Caballeros y sin Corazas.
En otros centros similares se
preparan (muchos ya están en el campo) 240.000
doscientos cuarenta mil niños que enseñarán a leer y a escribir a sus
hermanos campesinos. En el Hotel Nacional de La Habana viven mil
cuatrocientas niñas (1.400) campesinas. Les
enseñan costura y aprenden a leer y a escribir. Pero
la educación no termina allí. También se educan los chicos con las lecturas
que les brinda la ciudad, con la radio y con la televisión. En la
República Argentina el 50 % de los programas de televisión vienen envasados de
los Estados Unidos. Violencias, exterminio de indios a cargo de
“héroes” que mastican chicle, escenas de guerra y destrucción son el panorama
general de la cultura norteamericana en las historietas, la televisión y los
libros que se venden en todos los kioscos.
El cine (60 % en manos de trusts
norteamericanos) ofrece un panorama similar que no parece preocupar demasiado a
los generales y a los obispos que defienden “nuestros modos de vida”. Esa
mezcla de torpeza e intencionalidad que caracteriza a la política exterior
norteamericana y a su cultura comercializada y decadente, ha llegado al extremo
inconcebible de enviar por medio de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos
Aires, al Centro de Estudiantes de Arquitectura de Buenos Aires, un obsequio
“cultural” consistente en un gran paquete conteniendo libros de violencia y
novelas azucaradas. También, entremezclados, algunos libros contra
la Unión Soviética. El increíble “regalo” dirigido a una
organización estudiantil universitaria, provocó su devolución por parte de las
autoridades de la misma y una indignada protesta, donde aclaraban que entendían
ellos por cultura, aconsejando además al embajador la difusión de obras de
autores norteamericanos de calidad. La carta fue publicada en la revista que edita
ese Centro estudiantil (año 1960). En las esquinas de La Habana no se ve más ese
tipo de literatura, en ninguna parte. La imprenta nacional edita libros a muy bajo
precio. Buenos novelistas (incluso norteamericanos),
cuentos, obras sobre política y economía, poesía, obras de José Martí, revistas
de entretenimiento y literarias, son ahora la literatura del pueblo. Desapareció la libertad para pervertir la
mente y el gusto. Seguramente , estarán
ya en Miami algunos ex empresarios de la corrupción y la decadencia. Han perdido su libertad en Cuba. ¿ Se venden libros socialistas ?. Sí, y también comunistas. Mucha gente está descubriendo que en China,
con sus 650 millones de habitantes, también se produce literatura y poesía. Han
descubierto que Carlos Marx no es un monstruo de pesadilla, creador de
doctrinas diabólicas y misteriosamente orientales. Saben
que era alemán y que escribió en Inglaterra. Que se
rebeló contra la injusticia y contra la miseria. No se
sabe que en Rusia, Checoeslovaquia o China se editen historietas pornográficas
ó bélicas. Al menos aquí no llegan. Se
descorrió el telón de mentiras. La
gente está asombrada del modo como había sido engañada hasta ahora. Muchas personas de la clase media,
empleadas, técnicos, etc, que antes no leían sino historietas ó cinenovelas,
han descubierto el mundo de los libros. Con respecto al comunismo en relación con la
opinión pública aquí (trataré el asunto
con más extensión en otro lugar), puede resumirse en una frase que oigo muy
seguido: “ No traten de convencerme que esta Revolución
es Comunista”, porque si lo logran, me
hago comunista ”. Por mi parte, opino exactamente lo mismo. La televisión y la radio también se han
transformado; aunque aún quedan restos de la época anterior, el proceso de
superación avanza con velocidad. En cuanto al cine, hay producciones cubanas de
calidad, cortometrajes y películas de países socialistas y europeos en
general.
Los exilados
Cuando Fidel Castro entrevistó a los prisioneros por la TV, les preguntó si
alguno de los mil y pico que estaban allí había cortado caña alguna vez en su
vida. Nadie respondió afirmativamente. No son
siempre los mismos los motivos que mueven a los que huyen (más bien se van, porque nadie los persigue) de Cuba.
Hay miembros de la clase media, no ligados a intereses económicos
poderosos, que se van. Otros se quedan y se unen a la Revolución. Un
latifundista propuso al gobierno revolucionario administrar la cooperativa que
se formó en los terrenos que le fueron expropiados. El
gobierno aceptó y el hombre cumple su función con éxito y con entusiasmo. Ahora
es activo Revolucionario. Los pequeños
comerciantes han sido favorecidos por la Revolución, debido al aumento del
poder adquisitivo de la población y a la desaparición de la competencia de los
grandes monopolios. El gobierno no piensa en eliminar el comercio
privado minorista, al que considera positivo y necesario. Desaparecieron,
los intermediarios y los especuladores.
Un tipo característico de
exilado, aparte de los grandes propietarios, batistianos, torturadores,
etc., es aquel que ante el espectáculo
continuo del pueblo en posesión del poder y de la fuerza, simplemente se asusta
y después de un período de vacilación, se decide por emprender el viaje a
Miami. Yo he visto al pueblo exigiendo a los
técnicos, reclamando materiales para que las obras no se paren, cantando y trabajando
con la seguridad y la confianza de los que saben que la justicia está de su
parte y que la fuerza está realmente en ellos. Yo veo
al pueblo en posesión de la tierra, de los materiales, de la cultura, de los
medios de información que publican sus fotografías y el maravilloso resultado
de sus esfuerzos que antes engordaban a las minorías de Batista. El
pueblo en movimiento es un espectáculo único y los que estamos en puestos
directivos o técnicos, tenemos dos caminos: identificarnos con esa fuerza poderosa que
viene desde siglos de miseria inacabable, ó asustarnos y huir. La
Revolución es algo muy serio, no puede uno quedarse con un pie en la época
anterior y el otro aquí. O Miami ó la Revolución. ¿ Es esto falta de libertad ?. Yo
puedo decir cuál es la libertad que hemos adquirido los que estamos aquí como
universitarios y cuál es la que han perdido los que ahora se lamentan desde el
imperio que ha explotado a su patria durante décadas de ignominia y corrupción.
Yo tengo aquí la libertad de trabajar como arquitecto orientando mi esfuerzo y
mis conocimientos hacia una finalidad noble y natural. Hacia la misma finalidad que nos predicaban
nuestros teóricos profesores, futuros exilados, de servir a la sociedad y no a
los intereses de los empresarios, de las damas ricas y caprichosas. ¿ Qué se le pide aquí al arquitecto ? ¿ Se le pide que sea amigo del ministro o
que tenga parientes con dinero suficiente para “ poder comenzar a construir ” ?. ¿ Se
le pide que proyecte enormes casilleros de fin de semana para los “ inversionistas
” en Punta del Este ? . ¿ Se le pide
que deje de pensar como arquitecto para convertirse en especulador como único
medio para poder satisfacer las necesidades que contrae en su vida diaria ? . Aquí
nos piden capacidad y entusiasmo. Nos
piden que colaboremos con los que nunca tuvieron nada. Nos
piden casas aireadas y sencillas. Nos piden, en fin, lo mejor de nosotros
mismos. Hay muchos que, tentados también por Miami,
estuvieron a punto de irse pero se quedaron. El
milagro posterior me lo cuentan ellos mismos.
Vagos que se convirtieron en trabajadores activos, dormilones que se transformaron en
madrugadores. Hombres nuevos. La
Revolución cambia a los hombres. “ Hemos perdido la libertad de criticar al
gobierno ”, nos dicen los exilados.
Suponiendo que sea cierto, y no lo es, porque aquí las cosas se discuten
y no se mueven por “ influencias ”, en ese caso les decimos: El que
está contra esto, es mejor que se vaya.
Ellos no saben lo que se pierden. Se pierden la Revolución más pura y más
hermosa de la Historia.
Que se queden con sus Allan Dulles y sus cobardes dirigentes. También
tendrán aliados en el mundo. Con ellos
estarán los Stroessner, los Nardones, los Frondizis, los Obispos y los
generales; la rémora de América.
Con Cuba están todos los explotados del mundo. Con Cuba están los negros del mundo.
En Cuba está el corazón del mundo.
Rodolfo Livingston - La Habana -
29 de Mayo de 1961