martes, 4 de noviembre de 2014

Carmen Nordelo Mamá de Gerardo Hernandez héroe cubano preso en Victorville Chabela Mariano Grondona Gonzalez Oro, Nelson Castro, Chaubloqueo Susana Gimenez Museo Che Guevara

2-Mijo, yo sé que eres tú

Nyliam Vázquez García
1 de Noviembre del 2014

Un día, a Carmen comenzaron a borrársele los recuerdos. Fueron tiempos
difíciles para la familia y aún más para el hijo que le faltaba a su
regazo. Tan lejos, él no podía hacer lo que más ansiaba: llevarla al
médico, buscar sus medicinas, acompañarla, velar su sueño… no sé. Peor
aún, esa nueva circunstancia le negó, desde unos años antes, la visita
de su vieja. Ella ya no pudo cerrar las puertas del hogar en Arroyo
Naranjo, La Habana; cruzar el océano, desandar carreteras para llegar a
la prisión de máxima seguridad en Victorville, California.

¿Cuánto atormenta el dolor de una madre? ¿Cuánto pesa el sufrimiento de
un hijo?

Han pasado cinco años desde que Gerardo Hernández Nordelo recibió en
prisión la fatal noticia. Su mamucha no había aguantado. Él no pudo
despedirse y todavía a la tumba de Carmen Nordelo le faltan las flores
de su hijo y esas palabras que él habrá de decirle allí donde debió
estar aquel 2 de noviembre.

Uno puede adivinar la lucha silenciosa de una mujer, de una madre, por
no perder la batalla, por no faltarle a su muchacho. Ahora Mirta, la
madre de Antonio Guerrero, nos da todos los días una lección de lo que
solo pueden hacer ellas. Seguro Carmen se aferró a esa fuerza vital
materna para guardar lo más cierto de su vida: sus hijos y él, quien más
la necesitaba. Para el libro Retrato de una ausencia, Adriana contó que
en momentos en que su suegra no reconocía a nadie, la voz de su niño
siempre fue un bálsamo. Él le hablaba con toda ternura, quizá le contaba
algún chiste y seguro le repetía mil veces que estaba entero, que no se
preocupara. La única señal de que ella sabía a quién pertenecía esa voz
llegada a través del teléfono era la lágrima caprichosa que le surcaba
el rostro. Esa, su forma de decir, ya sin poder hablar: «Mijo, yo sé que
eres tú».

¡Cuánto habría dado Carmen por ver a Gerardo libre, junto a la mujer que
ama, rodeado de sus sobrinos, en familia! ¡Cuánto habría dado Gerardo
por abrazar a su madre aunque fuera una vez más…!

Cualquiera, más allá de argumentos legales, podría entender tal dolor
alojado en el pecho. Quizá, también, podría quedar rendido ante la
valentía del hijo de Carmen. Cuando a la prisión solo le llegaban malas
noticias del deterioro de la salud de su madre, a él le preocupaba la
noticia, el momento en que fuera definitivo que ya no pudiera dar el
abrazo final. «Quería que fuera Adriana o alguien de su familia quien le
contara, y no los guardias de la prisión», recordó Alicia Jrapko hace
poco en un diálogo con JR. No quería darles a sus carceleros el gusto de
verlo triste o abatido. Ese día, hace cinco años atrás, fue una jornada
aparentemente normal en Victorville, pero en el pecho de un prisionero
había un motín.

Con el alma deshecha, Gerardo hizo lo impuesto por la rutina de una
cárcel sin que nadie supiera que su mundo se movía bajo sus pies, que en
La Habana se despedía a Carmen y que su presencia hacía falta en el
reparto Alcázar para llorar unidos.

¡Cuánto habrá añorado su hermana Chabela los brazos de ese muchacho,
cuánto le habrá apretado el pecho a su Adriana pensar en todos los
sentimientos que estaba experimentado su esposo el día de la muerte de
su madre…!

Han pasado cinco años y seguramente cada nuevo noviembre se agolpan los
recuerdos. Vuelve la ansiedad. Gerardo tiene una deuda. Entre las muchas
cosas que tendrá pendiente, está ese diálogo silente e íntimo con su
vieja y esas flores germinadas en sus manos que aún le faltan a la tumba
de Carmen. Pero para que Gerardo cumpla, para que viva lo que debe
vivir, para que no le falte más a su familia, a su esposa, hay que
traerlo a casa, hay que seguir en la batalla por el regreso de esos
hombres que han pasado más de16 años tras rejas que no les corresponden.

Cuando logremos que Gerardo esté aquí, con sus flores para Carmen, tal
vez con el rostro surcado de humedad, Cuba entera sabrá que no habrá
madres más felices, ni en el cielo ni en la tierra, que las madres de
los Cinco, mientras las hojas de los frondosos árboles del camposanto le
devuelvan un susurro: «Mijo, yo sé que eres tú». 
- INFOCUBA
+ Comité Internacional por la Libertad de los Cinco Cubanos
http://cubaveritas.blogspot.com/,


informó el Museo " ERNESTO CHE GUEVARA " de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires  (cod. AAC 1405) Argentina
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "
Registro donantes voluntarios de Células Madre  (INCUCAI)
Coordinador Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
Telef.  4 903 3285   Irene Rosa Perpiñal  -  Eladio González (Toto)  
email -  museocheguevara@fibertel.com.ar               
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