Año 12 Número 94 | Fecha 2014-11-18 |
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CARTER: “MOVERNOS MÁS RÁPIDAMENTE HACIA UNA RECONCILIACIÓN” | por Elier Ramírez Cañedo | Progreso Semanal continúa hoy la segunda parte del artículo cuyo título original es “Fidel, Carter y las misiones secretas de Paul Austin“ y que comenzamos a publicar en el día de ayer. Elier Ramírez Cañedo, su autor, aborda aquí el segundo viaje de Paul Austin a Cuba, enviado por el entonces presidente James Carter para una misión “muy confidencial” de diálogo con Fidel Castro, que buscaba “movernos más rápidamente hacia una reconciliación Estados Unidos-Cuba”, según comentó Carter años después.
Segundo viaje
En febrero de 1978, Carter, exasperado con la presencia militar cubana en África y las implicaciones de la misma en la confrontación global con la URSS, aprovechó el nexo establecido por Paul Austin con Fidel y lo envió a La Habana en una importante misión. Lo acompañaría nuevamente su ayudante Ted Circuit. Austin tenía cierta experiencia en este tipo de misiones extraoficiales, pues Carter le había encomendado a inicios de 1977 reunirse con el presidente de Egipto, Anwar Sadat, para sostener amplias e importantes conversaciones.
El 3 de febrero, el presidente estadounidense escribió en su diario: “Paul Austin me visitó. Nosotros lo estamos enviando de manera muy confidencial a una importante misión en Cuba”.
Años después, recordando aquel hecho y con el objetivo de publicar su diario, Carter añadió el siguiente comentario: “Quería que Paul, como un ciudadano privado, explorara con Castro la posibilidad de movernos más rápidamente hacia una reconciliación Estados Unidos-Cuba. Yo había levantado las restricciones a los viajes, pero Cuba estaba todavía militarmente involucrada en varios países africanos. El embargo económico estaba lastimando al pueblo cubano, no a Castro, y allí había una potencial ventaja estratégica en alejar a Cuba de la Unión Soviética”.
El 25 de febrero el líder cubano recibió el mensaje de Carter de manos de Paul Austin. El documento decía lo siguiente:
“He pedido al Sr. Paul Austin, quien es un amigo de confianza y asesor, que hable con usted acerca de ciertos asuntos que son de gran importancia para mí y la relación entre nuestros dos países. Como usted conoce, he esperado que sea posible para usted y para mí movernos hacia la plena normalización de las relaciones, y me gustaría ver progresos eliminando los obstáculos que impiden el movimiento hacia delante. (claramente se estaba refiriendo a la necesidad del retiro de las tropas cubanas de África) El Sr. Austin tiene toda mi confianza y está completamente familiarizado con mi forma de pensar. Nadie estaría mejor calificado que él para representarme en esta misión, y le pido trasmita a él cualquier idea que pueda tener”.
El líder de la Revolución Cubana respondería cordialmente:
“Con gran aprecio recibí su nota personal. Agradezco mucho el gesto y valoro altamente la forma en que usted decide, a diferencia de anteriores líderes de su país hacer este tipo comunicación constructiva con nosotros. Con el señor Austin sostuve la vez anterior serios y sinceros diálogos que nos permitió profundizar en este complejo y difícil tema de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Su carácter, seriedad y especial calidad personal facilitaron mucho los cambios de impresiones. Me satisface que haya sido escogido por usted para este mensaje.
Hemos conversado brevemente pero con profundidad, seriedad y honestidad sobre los temas abordados por él. Espero sean de interés para usted los criterios expuestos”.
En sus conversaciones con el Comandante en Jefe, Austin señaló que se había reunido con Carter seis días antes y que, además del Presidente, habían estado presentes Brzezinski y Vance. “Carter tenía dos puntos fundamentales –destacó Austin. Primero, él quiere sinceramente el restablecimiento de relaciones normales entre las dos naciones, y él está haciendo planes en esa dirección; usted por su parte, ha hecho varios movimientos que usted mencionó en ocasión de mi visita pasada y que yo le trasmití al señor Carter, y él estuvo complacido. Pero ahora el último problema es la intensificación de tropas en África. Aparentemente ha llegado a una cifra, a un punto, en que Carter está profundamente preocupado. Hasta ese punto él llegó en sus comentarios conmigo…”.
Austin amplió el mensaje trasmitido señalando que Carter le había dicho que el problema de las presencia militar cubana en África afectaba sus posibilidades de obtener un triunfo en la cuestión de los tratados del Canal de Panamá. Que estaba además siendo muy criticado en su país por la política hacia América Latina, al tiempo que la participación militar cubana en el continente africano había empeorado las cosas. Según Austin, el Presidente norteamericano le había expresado: “Espero que el doctor Castro no me obligue a arrinconarme”.
En respuesta, el Comandante en Jefe, explicó al enviado secreto que entendía la difícil situación en que se encontraba Carter, que no había en realidad ninguna relación entre el problema de África y el problema de Panamá, que todo había sido una coincidencia, y que Cuba veía como algo muy positivo los acuerdos sobre el Canal de Panamá.
Además, despejando un poco las preocupaciones de Carter con respecto al Cuerno africano, el líder cubano pidió que, de manera confidencial, Austin trasladara a Carter lo siguiente:
Lo primero: los etíopes lo han declarado públicamente [se refiere a la no intención de penetrar en territorio de Somalia] y se lo han comunicado al gobierno de Estados Unidos a través del subsecretario que viajó a Etiopía, y nosotros sabemos que esa posición de los etíopes es seria, que lo que ellos están diciendo es la verdad, nosotros lo sabemos. Segundo: nosotros sabemos el criterio soviético, y los soviéticos están de acuerdo con esa posición de Etiopía y son contrarios a que se penetre en el territorio somalí. Tercero: nuestras opiniones, que yo se las puedo dividir en tres partes: primero, respetamos y apoyamos la posición de Etiopía en este sentido; segundo, creemos que no se debe pasar al territorio del otro lado de la frontera; tercero, nuestro compromiso con los etíopes se limita a ayudarlos dentro de las fronteras. ¿Está claro? Puedo añadir que no creo que sea necesario cruzar la frontera para resolver el problema militarmente. Ahora, yo digo que esto supone, estos puntos de vista suponen que, una vez rechazada la tropa agresora, Somalia deje en paz a Etiopía y no se convierta en una agresora sistemática de Etiopía, porque de lo contrario Etiopía puede reaccionar de otra forma. (…)
Eso de mi parte se lo puede asegurar a Carter, que yo tengo absoluta seguridad, por los argumentos que les he expuesto, de que no se producirá ninguna violación, no se producirá ningún ataque a través de la frontera de Somalia; que las fronteras de Somalia serán absolutamente respetadas. Yo creo que eso es una gran concesión por parte de Etiopía; porque casi es como si les dijeran a los norteamericanos cuando se produce Pearl Harbor, cuando se produce la agresión, que le prometieran a Japón no tocar sus fronteras. Desde el punto de vista militar es realmente una cosa excepcional eso. Sin embargo, yo les puedo asegurar que en estas circunstancias las promesas que hizo el gobierno etíope son serias, son fundadas, son absolutamente justas desde el punto de vista político, para no crear ninguna complicación. Y los dos países que lo estamos ayudando, que son la Unión Soviética y Cuba, tenemos el mismo criterio sobre eso. Nuestro compromiso llega hasta la frontera.
Como iniciativa personal, Austin preguntó a Fidel si no creía que sería una buena idea que él y Carter tuvieran una reunión cumbre. El líder cubano expresó entonces:
Yo puedo hacer comentarios sobre eso, porque es lo que pienso. Yo creo que no tendría ninguna objeción de mi parte. Cuando se ha planteado este problema, siempre lo he visto desde el punto de vista de Carter, si las circunstancias políticas le permiten a él tener un contacto de este tipo. Pero pienso que por nuestra parte no habría ninguna dificultad. Lo único es que un problema de esta naturaleza yo no debo decidirlo unilateralmente, también tengo que tener en cuenta los criterios de todos los demás compañeros; pero no pienso que haya ninguna dificultad en ese sentido. Desde el punto de vista mío, mi respuesta personal es esa: que nunca habría dificultad. Desde luego, depende del momento, las circunstancias, los factores políticos que le permitan a Carter tener un contacto de esta naturaleza. Eso yo lo entiendo. Él no puede decidir cualquier día a cualquier hora un encuentro sin tomar en cuenta la situación política de Estados Unidos, el momento internacional y estos tipos de problemas. Por eso, si eso no puede hacerse ahora y hay que esperar un año, dos o más, no hay problema en eso. Nosotros entendemos perfectamente. Pero si me pregunta mi posición, por mi parte no tengo objeción, y entiendo que la dirección de nuestro país no tendría objeción.
Carter siguió erróneamente tratando de lograr que Cuba desistiera de su internacionalismo en África o al menos moderara su actuación a cambio de la “normalización” de las relaciones. En todas las conversaciones secretadas desarrolladas en 1978 África fue el punto más álgido de las discusiones y el obstáculo fundamental fijado por el gobierno estadounidense para poder continuar el avance del proceso de “normalización”. En cambio Cuba, sin mostrarlo como un gesto directo hacia los Estados Unidos, decidió liberar a miles de presos contrarrevolucionarios en 1978, lo cual evidenciaba un deseo de la dirección cubana de reanimar el proceso de normalización de las relaciones entre ambos países, congelado a partir de la entrada de tropas cubanas en Etiopía. “En ese momento –recuerda Robert Pastor- llegué a la conclusión de que Castro vio esta iniciativa como una manera de tratar de poner las discusiones sobre la normalización de nuevo en marcha. No tenía la menor intención de negociar el papel de Cuba en África a cambio de la normalización, pero tal vez pensó que gestos positivos en los derechos humanos, prioridad de Carter, serían suficientes . No lo eran ”.
Lo cierto es que la administración Carter jamás entendió la perspectiva cubana, en la que el tema del internacionalismo en África y la normalización de las relaciones con los Estados Unidos eran asuntos a manejar independientemente. Estados Unidos, por el contrario, estableció una conexión funesta entre estos, mezclando los aspectos bilaterales con los multilaterales. El asistente para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional, Rober Pastor, fue de los pocos dentro de la administración que entendió que vincular ambos temas en las negociaciones con los cubanos era el “instrumento equivocado”. “Kissinger unió las dos cuestiones –la retirada de Cuba de Angola a fin de lograr mejores relaciones con los EE.UU– solo para fracasar en ambas”, le advirtió a Brzezinski.
Si el año 1977 había terminado con un balance positivo en cuanto a la mejoría de las relaciones Estados Unidos-Cuba, en el año 1978 la tendencia se había invertido y las esperanzas de que se pudiera continuar avanzando eran casi nulas en ambos lados.
(Continuará …) | Fuente: Progreso Semanal | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | |
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LA FUGA DE CEREBROS EN CUBA, CORTESÍA DE EE.U. | El Secretario de Estado John Kerry y la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Samantha Power, han elogiado la contribución de médicos cubanos que atienden a pacientes con ébola en África occidental. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una agencia federal norteamericana, recientemente envió a un funcionario a una reunión regional organizada por el Gobierno cubano en La Habana, para coordinar la lucha contra la epidemia. En África, los médicos cubanos están laborando en instalaciones construidas por Estados Unidos. El virus ha tenido el inesperado efecto de inyectarle sentido común a una relación innecesariamente tóxica.
Sin embargo, los médicos que trabajan en África occidental hoy podrían fácilmente abandonar sus obligaciones, tomar un taxi a la embajada estadounidense más cercana y solicitar estatus migratorio, mediante un programa que ha permitido miles de deserciones. De ser aprobados, pueden ingresar a Estados Unidos en cuestión de semanas, a pocos años de convertirse en ciudadanos estadounidenses.
Hay muchos aspectos condenables de las políticas fallidas de Estados Unidos respecto a Cuba y el embargo que impone a la isla desde hace décadas. Pero el programa que incentiva la migración de personal médico durante asignaciones oficiales en el exterior es particularmente difícil de justificar. Durante el recién terminado año fiscal, 1,278 profesionales médicos, un número récord, obtuvieron autorización de inmigrar.
Es incongruente que Estados Unidos valore las contribuciones de los médicos cubanos enviados por el gobierno para asistir en crisis mundiales, como aquella del terremoto en Haití en 2010, mientras procura desestabilizar al estado facilitando las deserciones.
El sistema migratorio estadounidense debe darles prioridad a los refugiados y a las personas perseguidas más vulnerables del mundo. Pero no debe utilizarse para agravar la fuga de cerebros de una nación adversaria, sobre todo, cuando mejorar la relación entre los países es un objetivo viable y sensato.
El programa, diseñado por la rama ejecutiva, comenzó en agosto de 2006, cuando Emilio González, un exiliado cubano, firmemente opuesto al gobierno de la isla, estaba al mando del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos. González describió las condiciones laborales de los médicos como “tráfico de personas sancionado por el Estado”. En esa época, la administración Bush estaba procurando sabotear al Gobierno cubano. Facilitar la defección de médicos que participan en misiones en el exterior representa una oportunidad de atentar contra la principal herramienta diplomática de la isla y humillar al régimen de los Castro.
Cuba lleva varios años usando sus brigadas médicas como su principal fuente de ingresos y poder persuasivo. La isla tiene uno de los índices más altos de médicos per cápita en el mundo, y ofrece becas para cursar estudios de salud a cientos de estudiantes internacionales cada año. Entre ellos, ha habido algunos estadounidenses. Según cifras del Gobierno cubano, más de 440,000 habitantes en la isla de 11 millones están empleados en el sector de la salud.
La Habana obtiene petróleo subsidiado de Venezuela y dinero de varios países como remuneración por la atención médica que brinda. Este año, según el diario estatal Granma, el gobierno espera recibir $8,200 millones de dólares a cambio de la labor médica de su personal en el exterior. La gran mayoría de los que están desplazados actualmente, unos 46,000, trabajan en América Latina y el Caribe. Unos 4,000 están asignados a 32 naciones africanas.
Los profesionales médicos, como la mayoría de cubanos, ganan sueldos bajos. Este año, el gobierno aumentó el salario de los profesionales de la salud. Los médicos ahora ganan aproximadamente $60 dólares por mes y los enfermeros ganan unos $40 dólares por mes. Las asignaciones en el exterior representan una oportunidad de ganar sustancialmente más. Los doctores que trabajan actualmente en Brasil, por ejemplo, reciben aproximadamente $1,200 dólares por mes.
Los 256 profesionales médicos que atienden a pacientes con ébola en África occidental están recibiendo subsidios diarios de aproximadamente $240 dólares por parte de la Organización Mundial de la Salud. José Luis Di Fabio, el jefe de la misión de la OMS en La Habana, dijo que los médicos y enfermeros en África viajaron por voluntad propia. “Son voluntarios”, dijo durante una entrevista. “Hubo algunos que se echaron para atrás y no hubo problema”.
Algunos médicos que han desertado dicen que las asignaciones en el exterior han tenido un elemento implícito de coerción, y se han quejado porque el Gobierno cubano se embolsilla la mayor parte del dinero que genera sus servicios. Sin embargo, el Departamento de Estado dice en su más reciente informe sobre tráfico de personas que la supuesta coerción de profesionales médicos cubanos “no parece reflejar una política uniforme del gobierno”. Aún así, La Habana podría pagarle a su personal en el exterior de manera más generosa si las brigadas médicas van a seguir representando una importante fuente de ingresos.
El año pasado, el gobierno cubano flexibilizó las restricciones migratorias, autorizando que la mayoría de sus ciudadanos, incluso los disidentes, pudieran salir y entrar al país libremente. Los médicos, quienes en el pasado eran sujeto de restricciones más estrictas, también pueden viajar sin mayores problemas actualmente. Estados Unidos reserva 20,000 visas de inmigración para cubanos en la isla cada año. Adicionalmente, quienes logran llegar por vías irregulares, automáticamente adquieren la residencia legal.
El gobierno cubano considera el programa de defección de médicos como un símbolo de duplicidad por parte de Estados Unidos. Inhibe la capacidad de Cuba a la hora de contribuir en crisis internacionales y no ayuda, en lo mínimo, a crear una sociedad más abierta o democrática. Mientras se mantenga esta política incoherente, establecer una relación más saludable entre ambas naciones va a seguir siendo difícil.
Como un creciente número de cubanos, a muchos profesionales médicos seguramente les seguirá interesando la posibilidad de emigrar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, y están en su derecho de hacerlo. Pero invitarlos a desertar durante misiones en el exterior es excesivo. | Fuente: The New York Times | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | |
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NEGOCIACIONES SIN CONDICIONES PREVIAS | por Manuel E. Yepe | El gobierno cubano siempre ha sido partidario de negociaciones sin condiciones previas como el único proceder adecuado para buscar el camino a la normalización de las relaciones entre Washington y la Isla.
Ha sido el régimen estadounidense, encabezado por presidentes de los dos partidos que se alternan en su sistema de gobierno, la parte que siempre que ha exigido condiciones antes de sentarse a conversar.
Esas exigencias, que invariablemente han trascendido no solo en el plano oficial sino también -y sobre todo- como parte de la larga e intensa campaña contra Cuba en los medios corporativos estadounidenses, han cubierto un disímil abanico de pretextos, evidentemente destinados a impedir el diálogo.
Inicialmente fueron los procesos judiciales contra los asesinos y torturadores de la tiranía derrocada por la revolución; la promulgación de leyes para la nacionalización de latifundios y negocios estadounidenses que controlaban la economía cubana; el apoyo a las luchas libertarias en varios países latinoamericanos; el apoyo a las luchas contra el apartheid y por la independencia en África, y la alianza con la Unión Soviética para sobrevivir el bloqueo, las amenazas y las agresiones de Estados Unidos.
Más tarde, comenzaron a acudir a pretextos menos susceptibles de probar, tales como supuestas violaciones de los derechos humanos y de las reglas de la democracia. Finalmente recurrieron a la más absurda de todas las acusaciones: el apoyo al terrorismo, un flagelo del que Cuba ha sido, durante más de medio siglo, una de las víctimas más sufridas a escala global.
En un artículo titulado “Mojigatos argumentos sobre derechos humanos de Obama contra Cuba”, no exento de jocosidad pese a lo serio del asunto, el periodista estadounidense Matt Peppe, recogió en su blog algunos argumentos que Cuba podría poner como requisitos para que los dos países entablaran conversaciones, si fuera su propósito obstaculizar tales perspectivas.
“Raúl Castro, Presidente de Cuba, pudo haber dicho que quiere establecer relaciones con los Estados Unidos, pero primero Washington debe proporcionar seguro médico a los 46 millones de sus ciudadanos que carecen de ella; suprimir los asesinatos extrajudiciales mediante drones en países soberanos; hacer la educación superior accesible para todos; reformar su sistema penitenciario que tiene, por mucho, la más alta tasa de encarcelamiento en el mundo, con una desproporcionada cantidad de prisioneros que pertenecen a las minorías; conceder la soberanía a Puerto Rico como exigen la carta de la ONU, la declaración de la ONU sobre la descolonización y el referéndum popular en Puerto Rico de 2012; poner fin al bloqueo económico contra Cuba, que ha sido consecutivamente condenado por la Asamblea General de Naciones Unidas en los últimos 22 años; cerrar el centro de detención y torturas de Guantánamo y devolver a Cuba ese territorio; hacer justicia a los terroristas cubanos que residen libremente en Miami luego de haber bombardeado aviones civiles, hoteles y barcos de pesca cubanos; y poner en libertad a los tres cubanos que permanecen como presos políticos en Estados Unidos por haber estado investigando a los grupos terroristas en el sur de la Florida para prevenir nuevos ataques.
Pappe aclara que, en verdad, lo que dijo el presidente cubano fue que:
"No les pedimos a Estados Unidos que cambie su sistema político o social, pero no aceptamos negociar el nuestro. Si realmente queremos avanzar en nuestras relaciones bilaterales, tendremos que aprender a respetar nuestras diferencias. Si no es así, estamos listos para continuar otros 55 años en la misma situación."
Según Obama: "Cuba aún no respeta los derechos humanos... El pueblo estadounidense acogerá con gusto el día en que el pueblo cubano pueda vivir sus vidas con libertad…"
Presumiblemente, dice Pappe, Obama significa que eso ocurrirá cuando Cuba renuncie al derecho a la autodeterminación que garantiza la carta de la ONU para unirse al orden neoliberal impuesto por Estados Unidos; cuando Cuba se comprometa a entregar el control estatal sobre sus industrias, su banca y sus telecomunicaciones abriéndolas a la inversión extranjera, para que más dinero pueda ser enviado al exterior en vez de quedarse en la economía nacional para beneficio del pueblo cubano; cuando Cuba se comprometa en acuerdos de "libre comercio", que impidan la protección de la mano de obra y las salvaguardas ambientales mientras obligan a las empresas locales a competir en un desigual juego con las empresas multinacionales que reciben subsidios del gobierno estadounidense que les permiten reducir sus precios de venta. En fin, cuando Cuba decida privilegiar las ganancias privadas sobre el bienestar social.
Los argumentos del presidente estadounidense sobre los “derechos humanos” y la “democracia” no son más –dice Pappe- que una herramienta de propaganda que eleva al acusador a un estatus moral superior para poner al acusado a una posición indefendible, al margen de los hechos reales, la historia y el contexto.
Estados Unidos nunca sugiere que Cuba sea juzgada con arreglo a tantas Convenciones, Pactos y Declaraciones que la comunidad mundial ha elaborado y aprobado en este campo, sino que Cuba se atenga a los criterios que Estados Unidos establece para ellos, que Washington se considera apto para interpretar y juzgar por sí mismo. | Fuente: Moncada, Grupo de Lectores en el Mundo | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | |
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LA ELAM CUMPLE 15 AÑOS FORMANDO MÉDICOS PARA GRAN PARTE DEL MUNDO | por Paco Azanza Telletxiki | La solidaridad cubana, para con el mundo más desfavorecido, siempre ha sido ingente desde los primeros días de la Revolución; no hay más que ver el impresionante despliegue de hombres y mujeres de la tierra de Martí que, de manera altruista, han pasado y permanecen en decenas de países necesitados salvando vidas, aliviando dolores, alfabetizando a personas de todas las edades…
Tampoco debemos olvidar la enorme cantidad de personas de otros países que han recibido y reciben atención médica, en unos casos, y formación profesional, en otros, de manera gratuita dentro de la Isla. Ejemplo significativo es la admirable actividad desarrollada en la Escuela Latinoamericana de Medicina —ELAM— que, ideada e inaugurada por Fidel, el pasado día 15 de noviembre cumplió 15 años de hermosa existencia.
Ubicada al noreste de La Habana, ocupa un área de 1.200.000 metros cuadrados y, hasta la fecha, ha formado a más de 24.000 jóvenes de 74 países. Una vez graduados, los nuevos galenos regresan a sus países de origen para, al decir de Fidel, ejercer “el más noble y humano de los oficios”.
La institución cuenta ya con ocho graduaciones, materializándose la primera de ellas en 2005. En el curso actual, los matriculados ascienden a 1.349 estudiantes, pertenecientes a 122 países de América Latina y el Caribe, de Estados Unidos, África, Asia y Oceanía.
En palabras del doctor Rafael González Ponce de León, rector de la ELAM, “la escuela es un ejemplo de solidaridad y cooperación internacional donde conviven respetuosa y armónicamente jóvenes de diferentes orígenes, creencias religiosas, costumbres y culturas”.
La ELAM ofrece sus servicios de manera totalmente gratuita, ya que a la enseñanza —todos los recursos necesarios para la adquisición y práctica de los conocimientos— hay que sumarle la alimentación y el alojamiento de los estudiantes que, incluso, reciben un estipendio asignado por el gobierno cubano.
De elevado prestigio, la institución forma parte de la Unión de Universidades de América, y, a lo largo de todos estos años, ha recibido la visita de más de 54 mil personalidades de todos los continentes, entre ellos 72 jefes de estado y de gobierno.
Podríamos decir, sin caer en la exageración, que Cuba hoy es la “escuela” y el “hospital” de gran parte de los países del mundo, y que además enseña y atiende no sólo dentro, sino también fuera de su hospitalario “recinto”.
Cuba siempre ha demostrado ser vanguardia en cuestiones solidarias. No por gusto, hace ya mucho tiempo Fidel dijo que “los pueblos de un mundo ingobernable, que sufren la pobreza y la miseria, al que explotan y saquean cada vez más, serán nuestros mejores compañeros de lucha. Para cooperar con ellos no disponemos de recursos financieros. Contamos en cambio con un extraordinario y abnegado capital humano, del que no disponen ni dispondrán jamás los países ricos”.
Decía José Martí que “hacer es la mejor manera de decir”. No cabe la menor duda, muy al contrario que los gobiernos que tanto y tan injustamente critican al sistema cubano, Cuba dice haciendo. | Fuente: Rebelión | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | |
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¡SI FUERA EN CUBA! | por José Manzaneda | 6 noticias de México, EE.UU., Honduras, Sahara y Colombia nos sirven para comprobar cómo los grandes medios aplican un doble rasero en sus informaciones sobre países amigos y países villanos (Cuba o Venezuela). Por ejemplo, son noticia las movilizaciones en México por los 43 estudiantes desaparecidos, hace un mes. Ya hay más de 22.000 personas desaparecidas en México. ¿Se imaginan que en Cuba hubiese no 22.000, sino siquiera una sola persona desaparecida?
22.000 personas desaparecidas en México, 10 millones en extrema pobreza en EE.UU., 200 líderes de izquierda asesinados en Honduras: ¿hablamos de problemas en Cuba?
Son noticia las movilizaciones en México por los 43 estudiantes desaparecidos, hace un mes, en un crimen que apunta a autoridades locales, fuerzas policiales y narcotraficantes. En la búsqueda, se han hallado 9 fosas comunes, con decenas de cadáveres de otras personas asesinadas. Ya hay más de 22.000 personas desaparecidas en México. Pero no hemos leído un solo editorial de la gran prensa internacional que hable del fracaso del modelo político y económico de aquel país. ¿Se imaginan que en Cuba hubiese no 22.000, sino siquiera una sola persona desaparecida?
Leemos un reportaje del diario español El País sobre la violencia en Honduras. Es la nación del mundo con más asesinatos, reconoce. Sin embargo, y a diferencia de cuando aborda el tema de la violencia en Venezuela, el diario analiza fríamente los datos. No habla de que sean “cifras de guerra civil” o de que exista una crisis de gobernabilidad. Y menciona fenómenos de violencia extrema en las propias escuelas de Honduras, que en un país como Cuba serían, sencillamente, ciencia ficción. Pero la solución no es que el sistema educativo hondureño aprenda algo del cubano. La receta que propone El País es un proyecto financiado por el Banco Mundial, llamado “Municipios más seguros”, que podría extenderse –nos dice- a todo el país. Si quedan fondos, claro está.
Por cierto, El País y otros grandes diarios mantienen una férrea cortina de silencio sobre los asesinatos, en los últimos cinco años, de 200 dirigentes campesinos, sindicales y de izquierda en Honduras. El último, en agosto: el de la fundadora del partido Libre Margarita Murillo. ¿Se imaginan no 200, sino que uno solo de los llamados “disidentes”, pagados por EE.UU., hubiera sido asesinado en Cuba?
Hace unas semanas moría, en la cárcel de Dakhla, otro preso político saharaui, Hassana El Wali. Los grupos de solidaridad denuncian que la insalubridad en la prisión y la falta de atención médica a su diabetes serían la causa de su muerte. Ningún gran medio español se ha hecho eco de la noticia. Como tampoco de su detención –y posterior tortura por la policía marroquí- en el año 2012. ¿Recuerdan, por el contrario, cuántas portadas ocupó la muerte de un solo preso cubano, hace unos años?.
Hablando de cárceles: el mes pasado veíamos unas curiosas imágenes grabadas en Colombia. Un grupo de presos era custodiado por la policía en un parque infantil de Bogotá, debido a la falta de espacio en las cárceles, cuyo nivel de hacinamiento es, según el propio Gobierno, del 58%. ¿Se imaginan la carga condenatoria que habrían añadido a esta noticia si la escena hubiera sido grabada en La Habana? “Unos diez millones de personas subsisten en EE.UU. con menos de dos dólares diarios”, leemos en medios europeos. Dos dólares diarios que, en EE.UU, significan la imposibilidad de comprar alimentos, pagar un techo, incluso tener asistencia médica. Y que abocan a la pobreza extrema, a la exclusión social y, en muchos caos, a la muerte. No leemos comentario alguno, sin embargo, que defina esta situación como el fracaso del sistema capitalista en el país más rico del mundo. Curiosamente, esos mismos medios nos recuerdan, a cada rato, que en Cuba los salarios son muy bajos, si los traducimos a dólares. Lo que parece un milagro inexplicable: ¿cómo es posible que en Cuba –con los mismos dólares que en EE.UU. significan hambre y mendicidad- la población esté alimentada y bien vestida, acuda en masa a las universidades, y llene teatros o conciertos? ¿Será realmente un milagro? ¿O habrá algo que los medios ocultan, empeñados en seguir engañando a la gente sobre la realidad de Cuba?
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación. | Fuente: martianos.ning.com | Para enviar comentarios acerca de este artículo haga clic aquí | ir a titulares | |
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Cubarte, 2008.
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