jueves, 9 de julio de 2015

Adys Cupull y Froilán González donaron producto de sus investigaciones al Museo del Che en Santa Clara Cuba

Más cerca del Che

 

Ricardo R. González

 03 Mayo 2015

 

Tres de esos buenos cubanos que cabalgan por el mundo en su peregrinar por la verdad llegaron al Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, en una visita peculiar, y de momento les parecía que Los Andes, la selva, la escuelita de La Higuera, Bolivia, sus gentes... devoraban la distancia geográfica y estaban muy cerca de ellos.

Adys, Froilán y Leandro explican a Ismary Fernández Sáenz, especialista principal del Complejo, las particularidades del donativo. (Fotos: Cortesía Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara)

No era la primera vez que realizaban este gesto; mas en esta ocasión Adys Cupull Reyes (Santiago de Cuba, 1937) y Froilán González García (Las Tunas, 1943), prestigiosos periodistas, historiadores e investigadores, junto a Leandro, uno de sus hijos, entregaban la custodia personal de gran parte de sus archivos investigativos y documentales al Santuario de la Solidaridad, como el mejor sitio según ellos.

Era el fruto de muchos años de búsquedas, de sueños e incomprensiones. Una y otra vez me asaltó la misma duda, a manera de pregunta: ¿Por qué entre tantos lugares existentes en Cuba se decidieron por el Complejo?

Y desde La Habana —vía correo electrónico— Adys y Froilán reconocen que indudablemente existen otros sitios, incluso el propio hogar; pero, al decir de ellos, no hay otro lugar igual. «Es en el Complejo Escul­tórico Comandante Ernesto Che Guevara donde están los que inspiraron la investigación. No hay otro complejo escultórico en el mundo que tenga al Destacamento de Refuerzo con la composición internacional que se forjó en 1967 en Bolivia, donde se unieron bolivianos, peruanos, cubanos y una mujer argentino-cubana. Y tienen ustedes, los vi­llaclareños, el honor de ser los custodios y salvaguardas del paradigmático conjunto patrimonial de interés universal, en el que se encuentra incluida además la representación de la mujer internacionalista en el símbolo de Haydée Tamara Bunke Bíder. Nuestra opinión es que las nuevas generaciones, sin excepción, tienen el deber de honrar este sitio».

Ismary Fernández Sáenz, especialista principal del complejo, da fe de esas buenas intenciones, que en esta oportunidad incluyeron la donación de unos 62 documentos, 840 fotos, 12 negativos originales, 232 fotocopias, 16 casetes de audio y 93 libros, no solo del Che, sino de reconocidos escritores cubanos y extranjeros. Entre ellos, las tres biografías más importantes del Guerrillero Heroico dotadas de diferentes visiones y puntos de vista.

Con más de cuatro décadas dedicadas al estudio de la vida del Che, Adys y Froilán definen que las motivaciones principales para proceder a los donativos se centran en las ansias de socializar los conocimientos, de que no se pierda un segmento extraordinario de la historia, y que la niñez y la juventud conozcan el legado de un hombre desprendido de todo beneficio personal, y así puedan interiorizar las desigualdades de un mundo desproporcional.

—¿Pudiéramos afirmar que el desprenderse de los archivos personales responde a la idea martiana de no privatizar los conocimientos y hacerlos cada vez más un patrimonio compartido?

—José Martí está presente en toda obra donde se cumpla con el deber, y nosotros lo estamos cumpliendo. Esta parte del archivo que entregamos nos ha acompañado por más de 30 años, somos felices de donarlo acá. Desde antes de la inauguración del Complejo Escul­tórico Comandante Ernesto Che Guevara, en diciembre de 1988, estamos colaborando, incluso participamos en el primer montaje. En aquellos años trabajábamos en el Museo de la Revolución. Nunca olvidaremos el viaje que hicimos a Santa Clara con dos maletas de objetos museables para la exposición. Llegamos en la madrugada a la terminal de ómnibus, los que debían recogernos aún no habían llegado, y de pronto un joven se ofreció a llevarnos en su auto hasta el Partido.

La actual donación pudiera considerarse un desprendimiento, porque hay documentos originales, de puño y letra, como un poema al Che que nos entregó hace años un laureado artista de la radio y la televisión ya fallecido, Julio Alberto Casanova. Son cosas que tienen un valor sentimental e histórico para el pueblo.

Sin embargo, no es desprendimiento de manera absoluta, porque en el Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara los documentos, fotografías y casetes tendrán por siempre el mejor resguardo y estarán al servicio de todos los estudiosos e investigadores cubanos y de la humanidad.

La colección de voces (casetes) la conforman entrevistas a los argentinos, bolivianos, cubanos y peruanos, cuyos valiosos testimonios están relacionados con el Che y sus compañeros. Cons­tituyen fuentes primarias grabadas desde 1983 durante el trabajo de investigación y publicadas, en parte, en nuestros libros.

Un viraje en la obra

La pareja de investigadores ha confesado que, en un primer momento, su labor in­ves­­ti­gativa pretendía otros vuelos. Estaban concentrados en próceres como José Martí y Julio Antonio Mella. Sin embargo, el ejercicio de Froilán como cónsul general de Cuba en Bolivia durante el período 1983-1987 despertó el interés y la búsqueda de informaciones en torno a aquella guerrilla; labor indagatoria que dio paso a la edición ilustrada del Diario del Che en Bolivia y a otros dos textos que, rápidamente, ocuparon las imprentas de varios países:De Ñacahuasú a La Higuera y La CIA contra el Che.

El contacto con parte de la familia Guevara, sus amigos y maestros; las travesías por Rosario, Córdoba, Alta Gracia, Misiones, Buenos Aires... donde el revolucionario argentino configuró gran parte de su vida y de sus pasiones justificaban todos los presupuestos a fin de emprender una obra en grande.

De aquellos instantes guardan, además, la admiración que sentían los bolivianos por el legendario combatiente y sus acompañantes, el respeto hacia Tamara Bunke (Tania), la única mujer del comando, conocida como Laurita, y los valiosos testimonios de más de 300 personas, entre militares, campesinos, religiosos, colaboradores, traidores y desertores, con el valor adicional de respetar la forma de hablar y los giros idiomáticos propios de la región.

—La vivencia en La Higuera, la oportunidad de conocer a la maestra de la escuelita, de estar en el lugar de los hechos. ¿Qué trajo para la vida de ustedes?

—A La Higuera fuimos después de ir a Ñacahuasú; siguiendo el diario del Che llegamos a cada uno de los pueblitos o caseríos que él menciona, por los cuales ellos pasaron, y nos encontramos con las mismas personas que refiere en su diario. El hallazgo y relato de estos hombres y mujeres fue muy emocionante. Pero ir hasta esos lugares era riesgoso por los ríos crecidos, los caminos intransitables, las largas distancias y el escaso transporte en aquellos años.

La maestra Élida Hidalgo nos recibió; de los tres educadores, era la única que aún trabajaba allí. Su padre, Humberto Hidalgo, fungía como telegrafista del caserío en 1967. Visitamos su casa, también estuvieron los niños de la escuela, que cantaron para nosotros.

El encuentro ocurrió en 1984, habían pasado casi 20 años y los campesinos conservaban fresco en su memoria el paso de aquellos jóvenes que después conocieron como guerrilleros. Era el hecho histórico más impac­tante ocurrido en todo ese tiempo y que marcó los sentimientos de los lugareños.

Hemos vuelto otras veces; pero como aquel primer encuentro con la maestra Élida Hidalgo y su mamá Ninfa Arteaga, no habrá otro. Esta experiencia en Bolivia es una de las más importantes en nuestras vidas.

Santa Clara de nuevo

Sobre la personalidad guevariana, el matrimonio Cupull González ha escrito cerca de una veintena de libros. Sienten que el Che perdura y tienen especial devoción por Er­nestito vivo y presente, un texto ya agotado y que recoge las revelaciones familiares, de sus amigos, de aquellos más cercanos... Una invitación a mirar hacia el sur, a cabalgar en pos de sus ideales, a fortalecer los principios de la gran América nuestra.

Pero la pasión por la justicia la transmitieron también a sus hijos: Liván y Leandro, quienes están insertados en la realización de documentales sobre las causas justas.

A Santa Clara viajó Leandro para continuar un proyecto sobre Tania la Guerrillera, algo en preparación, y para ello entrevistó a personalidades de la provincia que tuvieron relación con la familia de Ta­mara.

En la actual donación hay documentos originales y otros con un valor sentimental e histórico para el pueblo.

Acerca de la donación, la especialista Ismary Fernández precisa que aún no se encuentran disponibles debido a que reclaman un proceso de clasificación junto a otras búsquedas, aunque se espera la exposición paulatina en fechas próximas. Aclara, además, que un Centro de Documentación está en los planes constructivos para el año próximo; una necesidad para que el pueblo tenga acceso a esta donación y sus valiosos documentos y libros, muchos aún inéditos.

«No conocimos al Che —sustentan Adys y Froilán—, nunca lo vimos personalmente; pero, ¿qué cubano no lo siente presente? Sin embargo, uno de los guerrilleros bolivianos, Mario Gutiérrez Ardaya, fue nuestro amigo junto a su esposa Esperanza Butrón, cuando estudiaban ambos en la Facultad de Medicina Playa Girón, en 1963. Con ellos, participamos en la fundación de un CDR, en la zona de Nuevo Vedado. Aquella noche, Mario declamó un poema que decía: «Paciencia No, y mil veces No. Paciencia tuvo Cristo y lo mataron».

Tres días permanecieron los reconocidos investigadores en la provincia, y en las notas del correo electrónico recibido señalan que no serán los últimos donativos. «Estamos trabajando con otros materiales; pero el destino final es este respetado y querido centro, considerado siempre el sitio definitivo del patrimonio nuestro, surgido con la investigación».

Adys y Froilán manifiestan que se les hace difícil abandonar este tema de la historia, presente en sus vidas desde hace más de cuatro décadas. Más cuando en este escenario evocan el penetrante olor a selva, los síntomas del asma rebelde, la fatiga del camino, las angustias del peregrino, la sed de las jornadas y las llagas en el alma; como si escucharan el sonido de ráfagas mortales dirigidas hacia aquel hombre que, sin llegar a ser Dios ni con imagen so­bredimensionada, fue (y es) real, humano y libertario. Ese Che del cual se sienten cada vez más cerca.

 

 

 




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