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DINASTÍA: Política como Espectáculo
Mumía Abú-Jamal
14-6-2015
Ésto es casi increíble.
Un Bush o un Clinton aspira otra vez a la más alta oficina política del país, la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica.
Es clara medida de la decadencia de la política de los Estados Unidos, con sus espacios de privilegio para los ricos, cuando una o dos famlias de ex-presidentes pueden estar tan cerca de volver a vivir en la Casa Blanca, basados más que nada en el reconocimiento de sus apellidos y no en verdadero mérito personal.
¿De algo más 320 millones de estadounidenses, estas familias son las dos únicas que supuestamente pueden ofrecer serios candidatos a la Presidencia?
A decir verdad, estas dos familias son de exraordinaria riqueza económica. Por lo menos, son familias millonarias.
Donde la ley (ala Ciudadanos Unidos) ha definido que el dinero es una forma de expresión, y ha abierto las puertas a la venta de los políticos al mejor postor, es solo un corto paso para que un político millonario, hombre o mujer, deje de lado a los intermediarios, y compre el poder para él; o para ella.
¿Porqué nos va a sorprender ésto en una nación donde el Senado es abrumadoramente un club de millonarios?
Los Estados Unidos de Norteamérica, que incesantemente fanfarronea de las libertades que goza el norteamericano común, en verdad está en venta a aquellos que pueden pagar por posiciones de prestigio y poder.
Para el norteamericano común y corriente, éso no es nada más que un espejismo.
Nosotros, todos nosotros, vivimoss hoy en un mundo post-NAFTA (del inglés, North American Free Trade Agreement), un mundo post manfacturero.
La mayoría de norteamericanos tratan de pasarla con salarios de una terrible economía de servicios. Luchando por sobrevivir económicamente, un estadounidense muy difícilmente puede soñar con ocupar posiciones políticas.
Éso es para las Dinastías Norteamericanas, los ricos y super-ricos que las pueden comprar como nuevas y brillantes bombillas de fantasía para adornar su árbol de navidad.
©'15maj
Traducción libre del inglés enviado por
Fatirah Aziz, Litestar01@aol.com, hecha en
REFUGIO DEL RÍO GRANDE, Texas, EE.UU.
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DYNASTY: The Politics of Spectacle
[Col writ.6/14/15] © '15 Mumia Abu-Jamal
It seems almost unbelievable.
Once more, a Bush or a Clinton aspires to the highest political office in the land: President of the United States.
It is a measure of the decadence of American politics, what with its privileged place for the wealthy, that one or two families of former presidents can be so close to returning to the White House, based more on sheer name recognition than true merit.
Of some 320+ million Americans, are these the only families able to field seemingly serious candidates?
To be sure, these are families of extraordinary wealth. Millionaires, to say the least.
Where the law (ala Citizens United) has defined money as speech, and opened the door for the sale of politicians to the highest bidder, it is a small step for a wealthy politician to cut out the middle man and buy power for him – (or her)- self.
Why should this surprise us in a nation where the Senate is overwhelmingly a millionaire's club?
America, which boasts incessantly of the freedoms of average Americans, is in fact for sale to those who can afford offices of prestige and power.
For average Americans, this is little more than a mirage.
We dwell, all of us, in a post-NAFTA, post-manufacturing world.
Most Americans try to get by on dreadful service economy wages. Fighting to survive economically, they can barely dream of political office.
That's for the American Dynasties, the rich and the super-rich, to buy as new, glittering baubles for the family tree.
© '15maj
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